Archivo de enero, 2022

Las aves de alta mar ‘alertan’ sobre el estado crítico de los océanos

José Manuel Igual (CSIC)*

El cambio global es un hecho. Es una realidad la rápida alteración del clima terrestre a causa del calentamiento por gases de efecto invernadero, y también lo es la pérdida de biodiversidad debida a factores como la explotación no sostenible de recursos, la contaminación de las aguas, la mala gestión del suelo o las invasiones biológicas. Todos ellos constituyen aspectos de este cambio antropogénico. Paradójicamente, en ocasiones pareciera que nos aferramos a pensar que las fronteras pueden contener estos problemas, creando una falsa sensación de seguridad. Pero las fronteras nacionales no sirven para contener las graves consecuencias del cambio global en la naturaleza. La pandemia de COVID-19 es un ejemplo de ello.

Las aves, que no conocen fronteras, son excelentes indicadoras del estado de los ecosistemas; especialmente las más viajeras de todas: los procelariformes, aves de alta mar. Debido a este comportamiento de largo alcance se han convertido en uno de los grupos animales más amenazados del planeta.

Pardela cenicienta del Mediterráneo (Calonectris diomedea) junto a su zona de distribución geográfica. / Ilustración: Irene Cuesta Mayor (CSIC)

Este grupo incluye los grandes albatros, así como los petreles, las pardelas y los pequeños paíños. Hasta hace unos pocos años, este era un grupo bastante desconocido salvo para marinos o pescadores, ya que estas aves solo tocan tierra para reproducirse, en general de forma discreta, en islotes y acantilados poco accesibles.

Para especialistas en ecología de campo, como las investigadoras y los investigadores del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA, CSIC-UIB), los procelariformes son objeto de estudio. Al ser aves depredadoras (comen sobre todo peces pelágicos y cefalópodos), están en la parte superior de la pirámide y, por tanto, son receptoras de lo que acontece en los océanos. Gracias al marcaje y la recaptura a largo plazo mediante el anillamiento científico y la utilización de dispositivos portátiles GPS miniaturizados, el estado de sus poblaciones y sus movimientos se conoce cada vez más.

Anillado de ejemplar de pardela cenicienta del Mediterráneo por especialistas del IMEDEA (CSIC-UIB).

Por ejemplo, la pardela cenicienta del Mediterráneo (Calonectris diomedea) es una especie de ave con la que este instituto de CSIC lleva trabajando más de 20 años en sus zonas de reproducción en Baleares. En invierno se desplaza del mar Mediterráneo al océano Atlántico, el cual puede cruzar de Norte a Sur, ida y vuelta, alimentándose en aguas internacionales de ambos hemisferios, acercándose a las costas de África o América y permaneciendo principalmente en áreas marinas de varios países africanos, desde Mauritania a Namibia-Sudáfrica. Por tanto, su seguimiento nos dice muchas cosas de lo que pasa en el Mediterráneo en primavera y verano, o en el Atlántico en invierno.

Esto hace necesaria la colaboración internacional en investigación. Uno de estos estudios en los que han colaborado compartiendo datos varias universidades e instituciones de investigación, entre ellos la Universidad de Barcelona y el CSIC, así como algunas ONG de conservación como SEO-Birdlife, han desvelado que las aves marinas no han conseguido ajustar sus calendarios de reproducción al ritmo al que se están calentando globalmente los mares. Es decir, tienen poca flexibilidad para poder adelantar o retrasar sus fechas de reproducción en relación al cambio climático, que está produciendo un cambio temporal en los picos de abundancia de presas.

Pardela Cenicienta del Mediterráneo en su nido. / Imagen: IMEDEA (CSIC-UIB)

Otra colaboración entre grupos de investigación de varios países ha permitido saber que los grandes petreles pasan casi el 40% de su tiempo en mares donde ningún país tiene jurisdicción, aguas internacionales que suponen un tercio de la superficie terrestre. En estas “aguas de nadie” se pueden producir más interacciones negativas con la pesca, porque hay menos control sobre el cumplimiento de las regulaciones y no existe un marco legal global de conservación de la biodiversidad. Una de las mayores amenazas para este grupo de especies, junto con la sobrepesca que esquilma recursos o las invasiones de mamíferos introducidos (ratas, gatos) en sus zonas terrestres de reproducción, es precisamente la pesca accidental. El problema es grave no solo porque mueren decenas de miles de aves cada año sin ser objetivo de captura, sino que además supone un coste económico para los mismos pescadores.

En general, el grupo de las procelariformes sufre una mortalidad anual muy alta por esta causa. Se ha podido cuantificar que alrededor de un 13% de los adultos reproductores de Pardela Cenicienta Mediterránea se pierden cada año, y de estos al menos la mitad mueren por pesca accidental en palangre (líneas de anzuelos). Gracias a la combinación de las áreas de ‘campeo’ o home range, cuyos datos son proporcionados por el marcaje con GPS, y las áreas de máxima actividad pesquera, se han podido elaborar mapas de riesgo en la costa mediterránea occidental para los planes de gestión y conservación.

Pardela balear (Puffinus mauretanicus), especie endémica de las Islas Baleares en peligro crítico de extinción. / Imagen: Víctor París

Por otro lado, en todos estos años de estudio se ha podido constatar que, en esta especie, como ocurre en otras especies de grandes viajeras, la supervivencia y el éxito reproductor anual varían en relación a los cambios oceánicos y climáticos a gran escala. Estos cambios pueden reflejarse a través de índices que cuantifican las diferencias de presiones entre zonas polares y templadas del Norte del Atlántico o del Sur del Pacífico, como la NAO (Oscilación del Atlántico Norte) y el SOI (Índice de Oscilación del Sur). Este último mide la intensidad de fenómenos como el Niño y la Niña. Estos índices son importantes porque resumen mensual o estacionalmente el clima en grandes áreas y, con ello, ofrecen una idea general de las precipitaciones, los aportes fluviales al mar, la temperatura del mar, la productividad marina o la frecuencia de fenómenos extremos como los huracanes. Por tanto, la relación de la dinámica de las poblaciones de estas aves con la variación de estos índices nos puede ayudar a predecir qué les ocurrirá con el cambio climático.

También hay otros grandes peligros que acechan a esta y otras especies de aves marinas. Este es el caso de la contaminación lumínica, que hace perderse a los animales en tierra durante la dispersión al ser atraídos y confundidos, o la ingestión de plásticos, cada vez más frecuente.

Las proyecciones de la dinámica de la población para las aves marinas pelágicas son poco halagüeñas y predicen la extinción de algunas de estas especies en pocas décadas. Algunas de las colonias de estudio de pardela cenicienta se mantienen todavía, porque reciben inmigración que cubre las pérdidas, lo que conocemos como ‘efecto rescate’, pero esto parece solo un remedio temporal a su estatus de especie en peligro. Otras están todavía más amenazadas, en peligro crítico, como la pardela balear (Puffinus mauretanicus), que es endémica del archipiélago y una gran desconocida para la mayoría.

No nos queda mucho tiempo para evitar su debacle y comprender que su futuro y el nuestro van de la mano.

 

*José Manuel Igual trabaja en el Servicio de Ecología de Campo del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA, CSIC-UIB). Este artículo resume alguna de sus colaboraciones con el Animal Demography and Ecology Unit (GEDA), en el Grupo de Ecología y Evolución del mismo instituto.

 

El origen del fervor por los marcianos: los canales de Marte

Por Juan Ángel Vaquerizo (CSIC-INTA)*

Durante la primera mitad del siglo XX, el género de la ciencia ficción tuvo como principal fuente de inspiración la fiebre por los marcianos. Numerosas obras, como la archiconocida novela The War of the Worlds (La guerra de los mundos, 1898) de H. George Wells, contaban historias de invasiones extraterrestres, civilizaciones marcianas, viajes y colonizaciones espaciales… Incluso los relatos llegaron a traspasar la ficción y medios de comunicación publicaron noticias en las que se hablaba de la existencia de una civilización inteligente en el planeta vecino. Pero, ¿cómo se creó este imaginario colectivo?

Ilustraciones de Frank R. Paul y Henrique Alvin Corrêa.

Para conocer el origen, debemos remontarnos a la Roma de 1863, donde se produjo un descubrimiento que convirtió a Marte en el centro de atención del mundo científico y no tan científico. El precursor, sin pretenderlo, fue Prieto A. Secchi, que observó mucho mejor Marte que los astrónomos que le precedieron y distinguió por primera vez unas líneas oscuras que surcaban la superficie del planeta rojo. Él interpretó esas líneas como accidentes naturales del terreno y las denominó ‘canali’.

El también astrónomo italiano Giovanni V. Schiaparelli recogió el testigo de los ‘canali’ y tras sus observaciones entre 1877 y 1878, obtuvo los detalles más precisos de la superficie de Marte hasta esa fecha. Cuando habló por primera vez de esas estructuras no pensó que podrían ser obra de seres inteligentes y fue muy cauteloso al afirmar que seguramente se trataba de formaciones de origen natural. De hecho, la nomenclatura que utilizó para nombrarlas hacía referencia a ríos famosos, bíblicos (Gehon, Hiddekel y Phison, del Jardín del Edén), mitológicos (Styx, del reino de Hades) y reales (Ganges, Euphrates y Nilus).

Mapa de Marte realizado por Schiaparelli en 1888.

Sin embargo, el artículo científico en que publicó el descubrimiento, titulado Osservazioni astronomiche e fisiche sull’asse di rotazione e sulla topografía del pianeta Marte (Observaciones astronómicas y físicas sobre el eje de rotación y la topografía del planeta Marte), tuvo repercusión mundial, fuera incluso de los círculos científicos, y se podría decir que todo se le fue de las manos. Cuando el artículo fue publicado en inglés, el término italiano ‘canali’, en lugar de ser traducido por channels, palabra que se refiere a una estructura de origen natural, fue traducido por canals, que en inglés hace alusión a una estructura artificial construida por el ser humano. Los canales de Marte pronto se hicieron famosos y crearon una nueva visión de Marte que cambió para siempre la imagen del planeta rojo, originando una gran controversia acerca de la posibilidad de que pudiera albergar vida inteligente.

El más convencido y convincente de todos los defensores a ultranza de los canales fue el estadounidense Percival Lowell, que puede ser considerado el verdadero artífice de la fiebre marciana. Se dedicó en exclusiva a la observación de Marte, con el objetivo de demostrar que los canales de Schiaparelli eran realmente canales artificiales hechos por una civilización marciana. Tras sus observaciones de 1905, 1907 y 1909, Lowell publicó dos libros sobre sus teorías acerca de Marte que tuvieron un gran éxito editorial. En el primero de ellos, Mars and its Canals (Marte y sus canales), planteó la hipótesis de un planeta con vegetación en el que una civilización inteligente avanzada había construido una complejísima red de canales que permitía transportar agua desde los casquetes polares, cuando se fundían en verano, hacia las áridas tierras del ecuador. Y en esta misma línea publicó Mars As the Abode of Life (Marte como cuna de la vida).

La visión de Lowell de un planeta habitado fue muy discutida desde el principio por la comunidad científica, pero tuvo una enorme repercusión en la opinión pública, acaparando titulares impactantes e inundando los medios de comunicación con noticias sobre una avanzada civilización marciana. Lowell alimentó la idea de la existencia de seres extraterrestres y originó la fiebre por los marcianos que dio lugar a tantas obras de ciencia ficción.

Lowell en The New York Times Sunday Magazine del 27 de agosto de 1911.

El fin de la discusión sobre la existencia de vida extraterrestre evolucionada en Marte vino de la mano del astrónomo greco-francés Eugène Michel Antoniadi. En 1909, con un mayor telescopio, consiguió ver una imagen nítida de la superficie marciana, cubierta de detalles, pero no había canales a la vista. Realizó los mapas más detallados de Marte hasta entonces, que incluso se utilizaron como referencia para las misiones robóticas que, décadas después, fueron enviadas a Marte. La controversia sobre los canales fue cerrada “oficialmente” en 1965, cuando la sonda espacial robótica norteamericana Mainer 4 sobrevoló con éxito Marte y envió las primeras imágenes de la superficie del planeta. Y no, no había canales.

 

*Juan Ángel Vaquerizo es autor del libro Marte y el enigma de la vida (CSIC-Catarata) de la colección ¿Qué sabemos de? y colaborador del departamento de Astrofísica y Ciencias del Espacio ISDEFE en el Centro de Astrobiología (CSIC-INTA).

365 efemérides para 2022. ¡Descarga gratis el nuevo calendario científico!

Por Mar Gulis (CSIC)

¿Sabías que tal día como hoy, en 1906, nació el químico Albert Hofmann, que descubrió la estructura de la quitina y demostró los efectos psicotrópicos del LSD mientras estudiaba los alcaloides del cornezuelo del centeno? ¿Y que el 17 de mayo de 2014 descubrieron en Argentina el dinosaurio Patagotitan mayorum, el más grande conocido hasta el momento? En el Calendario científico escolar 2022 encontrarás estos y otros 363 aniversarios científicos, con historias tan curiosas como la del 25 de junio: en 1498, un emperador chino presentó el primer cepillo de dientes provisto de cerdas, las cuales se extraían del cuello de cerdos y se cosían a unos mangos de bambú o de hueso. Más adelante, los mercaderes llevaron este invento a Europa.

Con el objetivo de visibilizar los avances de la ciencia y la tecnología a lo largo de la historia, así como a sus protagonistas, el Instituto de Ganadería de Montaña (IGM), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de León, ha desarrollado un año más esta iniciativa, que cuenta su tercera edición, dirigida fundamentalmente al público infantil y joven. El Calendario científico escolar 2022, así como la guía didáctica para diferentes niveles y asignaturas, se puede descargar gratuitamente en la web del IGM en diez idiomas diferentes: castellano, gallego, catalán, euskera, asturiano, aragonés, inglés, francés, esperanto y árabe.

En esta ocasión, el nuevo calendario ha querido poner el foco en la igualdad y la diversidad a través de conmemoraciones como el nacimiento de la médica e inventora Patricia Bath el 4 de noviembre de 1942. Ella fue la primera mujer afroamericana en recibir una patente con finalidades médicas, y su invento, el aparato Laserphaco Probe, se usa en la actualidad para tratar las cataratas. La publicación también recuerda, entre otras cosas, que el 5 de julio de 2018 se celebró el primer Día del orgullo LGTBIQA+ en las disciplinas de ciencia, tecnología, matemáticas e ingeniería, y que el 4 de septiembre de 1939 Alan Turing comenzó a trabajar en el descifrado de los códigos secretos alemanes en la Segunda Guerra Mundial.

Del mismo modo, el calendario 2022 recoge efemérides que recuerdan la importancia de la conservación del medio ambiente y de las especies, entre las cuales está la del fallecimiento, el 7 de septiembre de 1936, del último tigre de Tasmania, motivo por el que Australia conmemora cada 7 de septiembre el Día de las Especies Amenazadas.

Pero entre las novedades de esta edición destacan los hitos sobre arabismo y ciencia hispanomusulmana, que ponen en valor nuestra herencia. ¿Sabías que la Alhambra de Granada está adornada por los poemas de Ibn al-Jatib? Este médico, escritor y político andalusí nació el 15 de noviembre de 1313 y escribió más de 70 obras, que incluyen un tratado sobre la epidemia de la peste. El Calendario científico escolar 2022 nos descubre también historias como la de Al-Razi que, entre muchas cosas, realizó la primera destilación del petróleo para obtener querosenos y es considerado el descubridor del ácido sulfúrico y del etanol.

La vacunación: desde 1796 a nuestros días

El desarrollo del nuevo calendario ha sido posible gracias a la ayuda de numerosas entidades y personas colaboradoras, entre las que destaca la comunidad educativa. Además de estar en permanente contacto con el profesorado a través de las formaciones para integrar el uso del calendario en las aulas, la organización ha realizado campañas para que sea el propio alumnado el que envíe propuestas para el nuevo calendario. Una de ellas fue durante la Semana Mundial de la Inmunización y el resultado fue un éxito.

Muchas de las propuestas recibidas sobre la vacunación como bien público que salva vidas se han incluido en la publicación. Resaltamos algunas de ellas: el 14 de mayo de 1796, el niño James Phipps se convirtió en la primera persona vacunada de la historia, cuando Edward Jenner le administró la vacuna que había desarrollado contra la viruela; el 1 de abril de 1885, el médico Jaime Ferrán empezó a inocular en Valencia su vacuna contra el cólera, la primera contra esta enfermedad, para intentar frenar la epidemia que se extendía por la ciudad; el 8 de agosto de 2013 probaron una nueva vacuna contra la malaria con un índice de eficacia de hasta el 100%; el 27 de marzo de 2014 se dio por erradicada la poliomielitis del sudeste asiático gracias a las campañas de vacunación; y finalmente, el 27 de diciembre de 2020, Araceli Hidalgo, de 96 años, se convirtió en la primera persona vacunada frente a la COVID-19 en España.

Y si crees que haces buenos selfies, espera a ver el que se tomó el astronauta Akihiko Hoshide el 5 de septiembre de 2012 mientras orbitaba alrededor de la Tierra en la Estación Espacial Internacional. La foto, en la que se ve el Sol al fondo, se hizo viral en redes sociales.

Descarga gratis el nuevo Calendario científico escolar 2022 y no te pierdas todas las efemérides destacadas del año.