Suele suceder cuando las historias tienen éxito y se alargan más allá de su fin natural: que, forzadas, pierden su ritmo, cohesión y magia. Esto es lo que ha ocurrido con la segunda temporada de Killing Eve, que consiguió conquistarnos con su tono de comedia negra y thriller y la relación de amor-odio de sus protagonistas, y que en esta entrega se ha perdido en la línea argumental confusa y la redundancia de una química sexual poco creíble. (Atención, spoilers) Lee el resto de la entrada »
Skam es una de las series que mejor han retratado en la problemática de la juventud. Las dudas sobre la identidad sexual, la rebeldía ante las convenciones sociales, los primeros amores e, incluso, el acoso escolar y el enfrentamiento con las responsabilidades cada vez más arduas en el tránsito a la vida adulta hicieron de esta ficción Noruega un fenómeno global.
España, como otros tantos países, quiso sumarse al éxito del título con una adaptación que, en la primera temporada, no acabó de funcionar debido a un guion demasiado obvio y explicativo, que eliminaba la sutilidad de los personajes originales convirtiendo la complejidad de la mente adolescente en meros clichés. Lee el resto de la entrada »
Aunque la primera temporada de The OA me encantó (excepto por el peculiar bailecito que me sacó de la trama por lo ridículo y un final que dejaba vía libre a la interpretación mística o psicológica), desde que Netflix estrenó la segunda temporada miraba el título con desconfianza, sin animarme a darle al play.
Qué equivocada estaba, familia seriéfila.
Porque esta segunda entrega, con un planteamiento radicalmente diferente y que define un universo místico de realidades paralelas exponiéndolo sin complejos, me ha parecido brillante, originalísima y con alguno de los momentos más potentes visualmente que he visto este año. Lee el resto de la entrada »
La duda era si, una vez fuera de las aguas de la novela de Margaret Atwood, la segunda temporada de El cuento de la criada (The Handmaid’s Tale) iba a conseguir mantener la calidad de la primera entrega.
La respuesta es sí, lo ha logrado, sobre todo gracias a una recta final que nos ha mostrado dos de las grandes interpretaciones del año: la de la bestia actoral Elisabeth Moss y la de Ivonne Strahovski, que posiblemente obtengan sendas estatuillas en la próxima entrega de los Emmys 2018.
De Elisabeth Moss y su apabullante talento ya hablamos aquí, pero sería necio no volver a subrayar el soberbio nivel de madurez y emoción interpretativa que ha adquirido. Lee el resto de la entrada »
Lo primero que diré de la segunda temporada de Paquita Salas es que la devoré en una tarde. Y esto, de por sí, es una buena noticia. Si una serie no despierta mi interés no la veo de una sentada.
Sin embargo, al igual que acabé la primera entrega entusiasmada —con algunos momentos en los que lloré de la risa como el polvo con Pajares y otros con un nudo en la garganta y, aún así, divertidos (Navarrete)—, esta vez he tenido la sensación de que la serie no me daba todo lo que esperaba de ella.
«¿Por qué?», me preguntaba. Lee el resto de la entrada »
¿Hay alguien que pueda contar, de manera fidedigna, lo que sucedió en las últimas temporadas de Perdidos? Es lo que sucede cuando en vez de coherencia narrativa, donde las acciones conducen a un inevitable y, si es bueno, sorprendente final, se abusan de los trucos, de los giros, de los engaños argumentales.
Así no solo se desgasta al espectador, sino que la narración pierde esa sensación de lógica aplastante que posee todo buen relato y que hace sentir que el círculo se cierra de manera subyugante.
Este juego de trilero, del que Westworld ha abusado durante la segunda temporada, ha continuado en el episodio final con un guion tan enrevesado que no solo no lo recordaremos cuando comience la próxima temporada, sino que carece de lo fundamental: emoción. Lee el resto de la entrada »
El otro día, cuando elaboré la lista de las mejores series de 2018 (hasta la fecha), se me olvidó de manera dolorosa incluir la segunda temporada de The Good Fight, el spin off de The Good Wife que, en esta nueva entrega, ha afianzado su discurso mejorando la primera temporada al tomar como eje central al personaje más interesante: Diane Lockhart.
La primera temporada ya fue una declaración de intenciones sobre lo que el matrimonio King pensaba hacer para diferenciarse de la serie madre: llevar más allá el tono de comedia con deliciosos secundarios, seguir la estela de la actualidad continuando el universo creado anteriormente, ahondar en la era de la posverdad y, sobre todo, presentar un trío protagonista de mujeres empoderadas, integrado por una mujer mayor, una negra y una lesbiana que, a diferencia de Alicia, no estaban supeditadas a ningún hombre.
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Ya sabemos demasiadas cosas de Westworld para que un episodio como Kiksuya (S02E08) resulte interesante. Llegados a este punto donde todas las tramas se encaminan hacia el final de temporada, la historia de Akecheta, pese a su conmovedor lirismo, no aporta nada nuevo.
La toma de conciencia fue el tema fundamental de la primera temporada, y las historias de Maeve y Dolores ya narraron con profundidad la lucha de los anfitriones por lograr su libertad renunciando por el camino a lo que más quieren (Dolores) o abrazando una humanidad que duele (Maeve).
Lo más revelador de la segunda temporada ha sido conocer cuáles eran los verdaderos designios del parque: un proyecto beta para decodificar las motivaciones de los visitantes con el fin de crear copias digitales humanas y prolongar la vida eternamente.
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El otro día, al acabar la primera temporada de Westworld, me vino directamente a la mente la pregunta: «¿Es Westworld un alegato feminista?». La respuesta es sí, porque a pesar de que no haya sido concebida con esa intención, las obras de arte que trascienden cuentan con distintas capas de significado que les otorga el espectador.
El Creador. El Jugador. Westworld, como tantas otras series, se alza sobre dos pedestales masculinos que, además de ser los que mueven los hilos, son humanos, seres de primera categoría: Ford y William.
En una escala inferior están las verdaderas heroínas de la historia: Dolores y Maeve, cuya toma de conciencia lleva al levantamiento contra los hombres que han propiciado que se ejerza sobre ellas una violencia sin límites, inhumana, inaguantable. Lee el resto de la entrada »
Una guía para combatir el suicidio y otras informaciones para hablar de temas complicados forman parte de la campaña de marketing que Netflix ha desarrollado para el lanzamiento de la segunda temporada de Por 13 razones (13 Reasons Why) a raíz de las críticas de la primera temporada, en las que se acusaba la serie de romantizar el suicidio y no ofrecer una salida al personaje de Hannah Baker.
Aunque la historia parecía cerrada, el éxito y capacidad para suscitar conversación en redes sociales ha propiciado que se lleve a cabo la segunda temporada que, en esta ocasión —y bajo el escándalo de acoso sexual de Jay Asher, el autor del libro en el que se basa la ficción—, ha decidido ofrecer herramientas informativas para padres e hijos. Lee el resto de la entrada »
