
The Wire tiene una característica fundamental que nos hace entender mejor la sociedad en la que vivimos: explica de manera diáfana quiénes son los verdaderos criminales y cómo el poder extiende sus tentáculos a todos los estratos sociales. La verdadera violencia, la estructural, no la ejercen los camellos como Avon Barksdale o ‘Stringer’ Bell, sino los altos cargos policiales, políticos, senadores, banqueros, gobernadores y directores de medios de comunicación, capaces de tejer una red de intereses y mentiras compartidas para perpetuarse en el poder mediante la utilización fraudulenta de los recursos sociales y el tráfico de influencias.