El dramatismo que hace de ‘The Shield’ una de las mejores series de la televisión se va forjando a fuego lento, dentro de una espiral de tramas que en ocasiones pecan de enrevesadas, con giros argumentales imprevisibles y que sorprenden (y marean) en igual medida al espectador. De hecho, el mayor defecto que podemos atribuirle es un exceso de historias secundarias que no aportan demasiado a la principal, y que convierten algunos episodios en procedimentales donde la narración de fondo apenas se desarrolla, prolongando innecesariamente la serie.
Sin embargo, esta capacidad de transportarnos por vericuetos insospechados, hacer fintas en las fintas y dejarnos literalmente colgados del abismo es también su mejor baza. Shawn Ryan y su equipo son maestros en el arte de los «cliffhangers». Cada episodio de ‘The Shield’ nos deja con ganas de saber más y, en numerosas ocasiones, con un gesto de asombro en la cara por lo imprevisible de los acontecimientos. Pero no puedo dejar de recalcar que, un poco más cohesionada, ‘The Shield’ podría haber sido absolutamente redonda. (Atención, SPOILERS)