Una mariposa aletea sobre su cabeza. Pero la mariposa no existe. Sólo en el interior del perturbado cerebro de Tom Kane, el Boss de Chicago. Es un símbolo de la enfermedad neurológica que pugna por destruirle. Y ésta no es la única de sus alucinaciones. Porque el alcalde ahora ve lagartos, un desierto donde está solo. Y fantasmas. Su antiguo asesor, Ezra Stone, le susurra al oído todo lo que el Boss no quiere escuchar. Su suegro, antecesor en el trono de Chicago, también viene a verle. Cuando menos se lo espera.
Las paranoias, el cinismo más escalofriante, la lucha despiadada por no caer y una dura crítica al sistema sociopolítico actual, donde quedan reflejados problemas como los rescates financieros, el uso fraudulento del dinero público, los recortes sociales en las capas más desfavorecidas de la población (dónde no se obtiene rédito político), los pactos en las altas esferas, la indignación popular y los desahucios, son los elementos definitorios de la segunda temporada de Boss, redonda en su concepción y desarrollo.