Archivo de octubre, 2015

¿Por qué el tenis femenino sí?

Bea Pozo

Por Beatriz Pozo

Rafa Nadal no es el mejor tenista español del momento. Ese puesto tiene ahora nombre de mujer. Se llama Garbiñe Muguruza, tiene 22 años, nació en Venezuela y es la número 3 del ranking mundial de la WTA, la asociación mundial de tenis femenino. Desde los años 90 con Arancha Sánchez Vicario y Conchita Martínez, no había habido una tenista española con opciones reales de ganar títulos grandes. Hasta ahora.

Garbiñe Muguruza durante un partido en 2014. Imagen de Tatiana (Wikipedia)

Garbiñe Muguruza durante un partido en 2014. Imagen de Tatiana (Wikipedia)

Estos días Garbiñe compite en la Copa Masters de Singapur, un torneo en el que solo participan las mejores tenistas de la temporada y para el que hace 14 años que no se clasificaba ninguna española. Es una de las favoritas, tras su reciente victoria en el Abierto de Pekín.

Garbiñe ha ganado este año 3,730,808 dólares según la página web de la WTA. En total, en su carrera ha obtenido en premios casi 5 millones y medio de dólares. A este dinero deben sumarse los contratos publicitarios que tiene firmados con Adidas, Babolat y BBVA. Se trata de hecho, de la primera mujer deportista que es imagen de este banco. Estos números y éxitos contrastan con la idea de que el deporte femenino no atrae,  no se ve y, por tanto, no mueve dinero. Parece que con el tenis no es así. De hecho, en diciembre de 2014 se anunció que la WTA había firmado el mayor contrato televisivo de la historia del deporte femenino con un valor de 492 millones por diez años. Aunque, por supuesto, está muy lejos del mejor contrato masculino, el de la liga de futbol americano NFL , de 27900 millones de dólares; o de los de la ATP, la asociación de tenis masculina, que, solo por un torneo, el US OPEN, ha acordado más de 700 millones.  El tenis es, también, el deporte femenino “reina” en los medios de comunicación, como indica una investigación de la Universidad Carlos III y a él se refieren el 29,35% de las noticias sobre deporte femenino.

Todos estos datos nos indican una cosa. El tenis femenino ha roto la barrera. Tiene seguidores, atrae dinero y produce estrellas mundiales como las hermanas Williams, o, en este caso Garbiñe Muguruza. Se dice que el deporte femenino no gusta, al no ser atractivo, ni espectacular y resultar aburrido de ver, pero claramente eso no se aplica al tenis. La pregunta es por qué el tenis sí obtiene ese reconocimiento y otros deportes femeninos no; y obviamente,  la respuesta no puede ser que las chicas son aburridas, porque entonces tampoco la WTA movería  ese dinero en derechos televisivos.

Cuando estos días Garbiñe salta a la pista un montón de flashes se dirigen hacia ella. Los medios deportivos cubren todos sus partidos y especulan sobre la conveniencia o no de haber sido colocada en un grupo repleto de zurdas. Al mismo tiempo, se publican artículos en los que se habla de ella como el futuro del tenis español. Otros deportistas la felicitan por sus victorias en las redes sociales y las empresas se pelean porque acuda a sus actos publicitarios. Ocurre con ella lo mismo que con cualquier otra estrella deportiva. Lo cierto es que no hay nada que la diferencie del resto, como tampoco hay nada que diferencie a tantas otras deportistas que, aunque no jueguen al tenis, también logran cada día superarse y conseguir nuevos éxitos, en pistas en las que, sin embargo, no hay ningún flash enfocándolas.

Beatriz Pozo es estudiante de periodismo y comunicación audiovisual. Colabora como voluntaria con el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

La igualdad empieza en el colegio

Laura Martínez ValeroPor Laura Martínez Valero

“A las mujeres de mis clases de Ingeniería:

Aunque siempre es mi intención trataros como iguales en nuestras interacciones, permitidme desviarme para decir que en realidad vosotras y yo no somos iguales”.

Así empieza la carta de Jared Mauldin, un estudiante de último curso de Ingeniería Mecánica en Estados Unidos, a sus compañeras de clase. Pese a este inicio tan radical, la misiva no es lo que parece. Se trata de una denuncia de la desigualdad de oportunidades que sufrimos las mujeres. Desigualdad que proviene en gran medida por la educación y los mensajes que seguimos transmitiendo a las niñas desde pequeñas.

“No he vivido en una sociedad que me decía que no me ensuciara o que me llamaba ‘mandón’ cuando exhibía mis habilidades para el liderazgo (…).

No fui bombardeado con imágenes y eslóganes diciéndome que mi verdadero valor estaba en mi apariencia y que debería abstenerme de ciertas actividades porque podría ser considerada demasiado masculina”.

Os recomiendo el texto, que ya se ha vuelto viral en Facebook (podéis consultarlo aquí). Pero lo que realmente me gustaría abordar es lo que hay detrás: ¿se educa a los niños y niñas para que tengan las mismas oportunidades?

"Me gustan las historias donde las mujeres se salvan a sí mismas" Neil Gaiman. (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

«Me gustan las historias donde las mujeres se salvan a sí mismas» (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Al igual que otras muchas mujeres y hombres, sigo pensando que no. Pongo un ejemplo, muy sencillo. Yo misma me he sentido diferente por haber querido hacer actividades que no se consideraban ‘de chicas’ (como jugar al fútbol o al baloncesto en lugar de hacer el nada competitivo baile de fin de curso en el colegio, que es lo que le tocaba a las niñas). Habrá quien dirá que esto no tiene nada que ver con la desigualdad de oportunidades, pero si a una niña se le ponen impedimentos para que desarrolle su propia identidad (como ser competitiva o querer hacer deporte) esto le influirá en el resto de facetas de su vida. La actriz Jennifer Lawrence lo sabe bien. Cuando unos piratas informáticos hackearon Sony y desvelaron los contratos con los actores y actrices, Lawrence descubrió que sus compañeros de reparto masculinos de ‘La gran estafa americana’ habían cobrado mucho más que ella:

“Estaba enfadada conmigo misma. Fallé en las negociaciones porque me rendí demasiado pronto. (…) Estaría mintiendo si no dijera que hubo un elemento de querer agradar a los demás que influyó en mi decisión de cerrar el acuerdo sin peleas. No quiero parecer difícil o malcriada. Éste es un elemento de mi personalidad contra el que he estado luchando durante años, y basándome en las estadísticas, creo que no soy la única mujer con este problema. ¿Estamos socialmente condicionadas a comportarnos de esta manera? ¿Tenemos el hábito de intentar expresar nuestras opiniones para no ofender o asustar a los hombres?«.

Tranquila Jennifer, yo tampoco he querido ser difícil y he cedido en muchas ocasiones. No te eches la culpa por algo que te han inculcado. Creo fervientemente que la educación es el único camino para romper estos roles tan desiguales y que se debe incluir activamente a los niños, no sólo a las niñas, para lograrlo. Por ello, me anima conocer propuestas como Conectando Mundos de Oxfam Intermón, que este año bajo el nombre ‘Caminos de igualdad’ invita a estudiantes de entre 6 y 17 años a trabajar por el cambio hacia una sociedad igualitaria, rompiendo estereotipos de género y reconociendo las desigualdades por motivo de género.

Os animo a que la compartáis con todos los profesores/as que conozcáis. Las inscripciones estarán abiertas hasta el 15 de enero. ¡A construir igualdad se empieza desde el colegio!

Laura Martínez Valero trabaja en el equipo de comunicación de Oxfam Intermón y participa en el proyecto Avanzadoras. Cree firmemente en el Periodismo Comprometido.

Seis meses después de un terremoto

Por Bárbara Mineo BarbaraMineo

Cuando de nuevo la tierra tiembla entre tres países del sur de Asia (Pakistán, Afganistán e India), no puedo evitar de pensar en la situación de quienes hace 6 meses pasaron por un desastre parecido. Me gustaría hablar de Ganga Parajuli. Esta mujer de 35 años, es una de las miles de víctimas del terremoto que hace seis meses sacudió el Nepal.

Vive en uno de los distritos golpeados por el terremoto, pero carece de tierras. Ganga y su familia han vivido en asentamientos informales desde que tiene memoria. Ha pasado toda su vida sin las facilidades y privilegios que otorga tener un certificado de tenencia de tierras. A Ganga le preocupa que la situación no cambie, ni siquiera para sus hijos.

Ganga Parajuli, de 35 años, es una mujer sin tierra del distrito de Bhaktapur. Imagen: Oxfam Internacional.

Ganga Parajuli, de 35 años, es una mujer sin tierra del distrito de Bhaktapur. Imagen: Oxfam Internacional.

Ganga solía trabajar como limpiadora en un hotel de Telkot, mientras su marido trabajaba como jornalero. Actualmente vive en un refugio temporal después de que su casa, situada en una propiedad de un familiar, se viniera abajo tras el terremoto que sacudió Nepal hace seis meses, el 25 de abril de 2015. El hotel en el que trabajaba también sufrió daño y Ganga se ha quedado sin trabajo.

«El terremoto nos ha convertido en personas sin hogar. Teníamos una pequeña casa, pero el terremoto la destruyó. Todo lo que nos queda son escombros y deudas que contrajimos al construirla”

El terremoto ha afectado a millones de Nepalís pero sin dudas ha afectado de forma desproporcionada a las mujeres, los niños y las personas ancianas, así como a las personas con discapacidades o pertenecientes a minorías étnicas o castas discriminadas.

La desigualdad, exclusión y discriminación que sufren estos grupos sociales no solo ha determinado quiénes han sido las principales víctimas mortales del terremoto sino, también, su capacidad para hacer frente y responder de manera eficaz al desastre.

Más de la mitad de las víctimas mortales fueron mujeres y niñas.

A pesar de los esfuerzos importantes realizados en estos meses para hacer frente a las necesidades de las mujeres, la violencia sexual y de género siguen siendo un problema especialmente preocupante en los asentamientos temporales: se han denunciado incidentes en Nuwakot, Rasuwa and Dolakha.

El tráfico de mujeres jóvenes y niñas ha aumentado: las redes de explotación han aprovechado que las mujeres se veían obligadas a buscar desesperadamente fuentes de ingresos para mantener a sus familias.

Las mujeres en una situación de emergencia como ésta cuentan con escasos activos. Las cargas domésticas caen sobre ellas, tienen muy limitado el acceso a recursos económicos y no cuentan con medios de vida alternativos, ni siquiera con la propiedad de sus terrenos o casas. Todo esto menoscaba de forma significativa la capacidad de recuperación de las mujeres en comparación con la de los hombres, que tienen más opciones para acceder a otros medios de vida.

Sin embargo, el predominio de las mujeres en los sectores informales y el agrícola, unido a su capacidad única para impulsar la resiliencia en sus comunidades, podría jugar un papel crucial en la recuperación y reconstrucción si se proporcionase el apoyo adecuado.

Es fundamental convertir la desgracia en oportunidad, en éste y en todos los terremotos,  y hacer lo posible para que en los planes de reconstrucción se preste especial consideración a las necesidades de las mujeres y los grupos excluidos, especialmente a las necesidades de quienes carecen de tierras, para garantizar que se aborden y no se agraven las desigualdades y para que las mujeres se impulse una participación genuina y significativa  de las mujeres para buscar soluciones sostenibles que permitan atacar el problema de la desigualdad y discriminación aun presente en el país.

Bárbara Mineo es responsable de acción humanitaria en Oxfam Intermón

¿Cómo abolir un sistema que prostituye?

Por Rosa Moro Rosa Moro

‘La prostitución no es un trabajo, es violencia sexual y sexista, porque además de la realización de actos sexuales por obligación, física o económica, la prostitución se inscribe en una tradición patriarcal que pone a las mujeres a disposición de las supuestas necesidades sexuales irrefrenables de los hombres.’

El director ejecutivo de la Coalición Internacional para la Abolición de la Prostitución, CAP, Grégoire Théry, lo dijo así de claramente la semana pasada en Madrid, cuando vino para participar en la Jornada Internacional sobre Prostitución y Trata organizada por la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres.

Este politólogo tiene una larga experiencia en la lucha por la ilegalización de la prostitución, como miembro del Mouvement du Nid, (Movimiento del Nido), en Francia, del que es Secretario General.

Fotograma del documental 'Chicas nuevas 24 horas', de Mabel Lozano.

Fotograma del documental ‘Chicas nuevas 24 horas’, de Mabel Lozano.

Desde su posición, Grégoire es uno de los mayores impulsores del proyecto para la abolición de la prostitución iniciado en Francia. ‘La abolición del sistema prostituidor no es una utopía’ defiende, ‘La abolición de la esclavitud, hace 150 años, no ha erradicado todavía las situaciones de esclavitud, pero ha establecido un nuevo consenso social que permite tomar todas las medidas oportunas para luchar contra la esclavitud y proteger a sus víctimas. Con la prostitución pasa lo mismo’.

En una de sus intervenciones en la Jornada Thery comparó a las supuestas prostitutas voluntarias con los esclavos que afirman que aceptan “voluntariamente” trabajar por un ínfimo salario, o las personas que venden un riñón “voluntariamente” por dinero. Su situación de vulnerabilidad social, económica y/o psicológica aboca a estas personas a una única salida que jamás hubieran elegido de haber tenido otras opciones.

Para él, la abolición de la prostitución no es un fin, sino un punto de partida que permita trabajar de forma coherente en la política global, ya que esta forma de violencia, es un obstáculo insalvable para la igualdad entre hombres y mujeres. Según Grégoire Théry es determinante el surgimiento de movimientos de mujeres supervivientes de la prostitución, mujeres que se unen y toman la palabra en la esfera pública para denunciar esta violencia sexual y la impunidad de los llamados clientes, son ellas las que han roto el muro del tabú. Ahora la sociedad debe aprovechar ese camino abierto para reflexionar y posicionarse en contra de un sistema prostituidor.

Por supuesto que no es un camino fácil, y él lo está comprobando en Francia, donde un senado conservador está bloqueando la ley abolicionista. ‘Los proxenetas operan en un sistema patriarcal, pero su objetivo no es patriarcal, su objetivo es el dinero‘. El negocio de la prostitución mueve miles de millones en Francia y en todo el mundo, y las redes que se enriquecen con ella tienen medios para bloquear la ilegalización y la educación de una sociedad que no normalice esta violencia contra las mujeres y niñas más desfavorecidas.

Rosa Moro es periodista y activista. Le apasionan África, la comunicación y la revolución. Colabora con la Comisión de Investigación de Malos Tratos a Mujeres.

Escisión femenina: ritual y sufrimiento

Raquel Ferrando

Por Raquel Ferrando 

Hace un par de meses volvía en un coche desde Brakna, una de las regiones de Mauritania, hacia Nouakchott, la capital del país. En el vehículo viajábamos tres hombres y yo. Interesada por las costumbres del lugar, me uní a la conversación. Hablaban de cómo la esposa de uno de los hombres aprovechó uno de los viajes de él para llevarse a su hija a ser ‘purificada’. En un inicio, respondió a mis preguntas sobre a cuántas de sus hijas les habían practicado la escisión. Después se dio cuenta de que estaba tomando demasiadas confianzas conmigo y terminó de hablar muy amablemente y entre sonrisas, diciéndome que él no estaba de acuerdo y que le engañaron, y que a sus dos hijas pequeñas ‘aún no se las han llevado y espero que no las lleven’.

Mujeres esperan a una visita gubernamental en el área ginecológica y maternidad de uno de los centros de salud de Brakna (Mauritania)

No se sabe a ciencia cierta cuántas mujeres han sido víctimas de la mutilación genital femenina en Mauritania. Se conoce que el porcentaje es quizá algo más bajo que en otros países cercanos, pero se habla de la mitad de la población femenina en algunas etnias, las más antiguas de África central que poblaban de la región mucho antes de la llegada del Islam. No existen datos oficiales fiables y el anteproyecto de ley que se comenzó a preparar no parece que avance ni de lejos todo lo rápido que debería.

Sin embargo, a diario, los centros de salud atienden a decenas de mujeres que sufren graves problemas en su vida sexual, durante su embarazo y en el parto y pueden llegar a morir, por haber sido ‘purificadas’. Un ritual que pasa de abuelas a nietas y en el que las mujeres de las comunidades toman un papel activo, mientras los hombres actúan como meros observadores.

Hace tiempo que los medios nos cuentan las historias de millones de mujeres que han sufrido la mutilación genital femenina, y que nos identificamos con aquellas que han tenido el coraje de luchar contra esta práctica.  Muchas jóvenes conocen ya las consecuencias de pasar por este ritual. Sin embargo,  la conversación que tuve en el coche me confirmó el peso que siguen teniendo las tradiciones; aunque también hay mujeres que simplemente aun no conocen esas consecuencias. Las campañas se suceden a nivel internacional en radio, televisión, películas, etc. pero los fondos que llegan a países como Mauritania para promover la detección y atención de los casos de mutilación genital femenina en los centros de salud, siguen siendo mínimos. En cualquier caso, si hubiera fondos, las políticas del gobierno harían muy difícil poder actuar, pero, por lo menos, se habría dado ya un primer paso.

Urge que hombres y mujeres dejen de hablar de la mutilación como una costumbre más, para tratarlo como algo que, a pesar de ser cotidiano, se debe erradicar. Para ello se debe partir de la normalidad, de hablarlo sin más, como en el coche. Se debe dar la enhorabuena y apoyar a organizaciones de la sociedad civil que cada día intentar abrir “una nueva ventana” que muestre que sí que existe esta práctica en Mauritania y en otros lugares de África. Por último, se debe incidir en la creación de leyes nacionales, legislación internacional, y bases de datos sobre el tema. Así se conseguirá que las mujeres de Brakna, tanto de la familia de mi compañero de viaje como de muchas otras, hablen de su purificación a las más pequeñas; y que las madres y abuelas compartan su experiencia con los hombres. De este modo, ellos no tendrán ese miedo al “qué dirán” respecto a la opinión internacional y a ser partícipes del cambio que les lleva a adoptar la postura fácil de taparse los ojos. Muchas mujeres se pueden librar de la mutilación femenina, si esta se deja de esconder.

Raquel Ferrando trabaja en cooperación internacional desde 2003 con la convicción de que no se pueden cambiar las cosas sin mirar desde otro enfoque, el de la igualdad de género.

Las mujeres somos tierra

Por Raquel ChecRaquel Checa

Suena el despertador. Es 15 de octubre, son las 6 de la mañana y toca levantarse y empezar un nuevo día,aunque estoy cansada a estas alturas de la semana. Abro mi twitter para ver qué se mueve en las redes hoy: Muchas noticias, de todo un poco, pero la mayoría no son muy positivas para empezar el día con ánimo. Entre tanta información, leo un tweet que dice ‘¿Quieres un país mejor? #SomosTierra’. Me  llama la atención. Me sirvo un café y vuelvo a leerlo. Entro en el enlace y veo la foto de una mujer de espaldas, caminando en un descampado, con el azadón en la espalda y un cuchillo grande en la mano derecha. Parece que va a paso firme, con prisa, decidida. Me fijo en los detalles de la foto, tiene el pelo blanco ya y los pies muy agrietados. Lleva unas zapatillas viejas y llenas de barro seco.

Romelia García trabaja sus cultivos en Nicaragua. Imagen: Pablo Tosco / Oxfam Intermón.

Romelia García trabaja sus cultivos en Nicaragua. Imagen: Pablo Tosco / Oxfam Intermón.

Me pregunto quién será ella, cuál será su historia y si estará tan cansada como lo estoy yo, teniendo en cuenta que estamos a jueves ya. Quiero saber más de esa mujer, así que entro en el siguiente link que encuentro y empiezo a leer.

Se llama Luz, vive en Centroamérica y se gana la vida trabajando en el campo. Trabaja unas 16 horas diarias, además atiende las labores de la casa, el cuidado de sus 4 hijos y cultiva una tierra que alquiló hace unos meses. Con lo que gana no le alcanza para que ella y sus hijos coman bien. Cuenta que hay meses que con suerte comen dos veces carne, otros meses ni la ven. Su marido tuvo que migrar a los Estados Unidos hace cinco años en búsqueda de trabajo, se fue de “mojado” y les envía algo para ayudarles casi todos los meses. Luz no tiene tierra propia así que alquila a otros propietarios que sí tienen, pero cada vez le piden más por un pedazo de tierra. Con lo que logra cultivar ayuda a que la alimentación de su familia sea algo más completa e incluso hay temporadas en las que logra vender algo de lo que cultiva y saca algún dinero. Pero este año con las lluvias y el impacto del cambio climático ha perdido casi toda la cosecha, así que tendrá pérdidas seguro.

A medida que voy leyendo su historia, me doy cuenta de que su vida es sumamente dura y difícil. Sigo leyendo y descubro que es una mujer que a pesar de todo lo anterior, ha sacado tiempo para organizarse con otras mujeres de su pueblo y de otros pueblos y que han montado una especie de asociación de mujeres que forma parte de una red más amplia de mujeres de toda Centroamérica, le llaman RECMURIC. A través de esa red, están exigiendo que los gobiernos de sus países las escuchen y atiendan su situación. Son más de 10 millones de mujeres rurales que no existen ante los ojos de los gobiernos de sus países. Ellas producen más de la mitad de los alimentos que se consumen en esos países y desempeñan un papel fundamental en las frágiles economías rurales. Sin embargo, pese a su valiosa contribución, su papel como productoras no es reconocido, su aporte económico no queda registrado en las cuentas nacionales y sus derechos son limitados por sus gobiernos. Por eso, Luz cansada de luchar contra viento y marea sola, decidió sumarse a esa red de mujeres y exigir todas juntas sus derechos. Me viene a la memoria el famoso dicho “la unión hace la fuerza”. Lo explican todo en el estudio ‘Tierra para Nosotras‘ que ha hecho @Recmuric con apoyo de Oxfam. Hablan de la profunda desigualdad que enfrentan las mujeres rurales y de cómo no pueden acceder a la posibilidad de tener su propia tierra; esta situación tiene implicaciones serias en su empoderamiento económico, la inclusión social o la violencia machista que enfrentan en muchos casos.

Veo otra foto de Luz, esta vez de cara, veo su rostro serio, lleno de señales producto del paso del tiempo y de una vida dura. Cierro el twitter y me quedo pensando en ella, en su vida, en su día a día, en su incansable lucha, en su sueño de tener una vida mejor ganada a pulso, para ella y para los suyos. Pienso en esos más de 10 millones de mujeres rurales de Centroamérica que tienen vidas similares a la de Luz y que siguen cada día luchando incansablemente por una vida mejor y más digna. Miro el calendario, hoy es el Día Internacional de las Mujeres Rurales. Creo que no voy a olvidar esta fecha. Me preparo para empezar un nuevo día, ahora sí, con energía renovada y muchas ganas de comerme el mundo; Luz va conmigo.

Raquel Checa es Responsable Regional de Influencia para Oxfam en América Latina y Caribe

Victoire Ingabire, 5 años presa en Ruanda

Por Rosa Moro Rosa Moro

Hoy, 14 de octubre, se cumplen 5 años desde que entró en la cárcel Victoire Ingabire, la líder pacifista ruandesa encarcelada por el régimen del país. Esta mujer es mucho más que la cabeza visible de un partido político de oposición: es un icono de la lucha de los pueblos de la región de los Grandes Lagos africanos, consciente, pacífica, durísima.

Cada día las autoridades de la cárcel fustigan a Victoire con lo que se les ocurra, le han pintado los cristales de negro para que no pueda leer y escribir. Está perdiendo la vista. A veces no dejan que nadie la visite. A veces le quitan sus enseres, pero ella, cada vez que sale de su celda, o se comunica con el exterior, luce semblante sereno y hace señales de victoria, como su nombre, y entonces todos los que se preocupan por ella y por el destino de la sufrida gente de esta región, recuperan un poco la esperanza.

Despedida en el aeropuerto. Victoire Ingabire con su familia. Imagen familiar.

Despedida en el aeropuerto. La última imagen de Victoire Ingabire con su familia. Imagen de archivo familiar.

En 2010 decidió volver a su Ruanda natal desde Holanda donde vivía con su familia una vida acomodada de alta ejecutiva para presentarse a unas supuestas elecciones que tendrían lugar ese año en Ruanda. Todos sabían que la democracia en Ruanda es solo “supuesta” y que las elecciones solo se organizan para que el régimen que lleva más de 20 años presente credenciales ante los donantes y padrinos occidentales. Fue detenida y encarcelada, acusada de todo tipo de tropelías como querer desestabilizar al gobierno (qué manía tienen los dictadores de acusar a sus opositores de querer “desestabilizar el gobierno”, ¡pues claro! ¡quieren echarlo del poder presentándose a unas elecciones! ¡No dando un golpe de estado como suelen hacer ellos, los dictadores!).

Victoire saluda a sus seguidores durante el juicio, vestida con el uniforme rosa de los presos de Rwanda. Imagen: FDU.

Victoire saluda a sus seguidores durante el juicio, vestida con el uniforme rosa de los presos de Rwanda. Imagen: FDU.

Si la hubieran dejado presentarse a aquellas elecciones, ahora Victoire tal vez sería una figura política desgastada por cinco años bregando en la arena política. ¿Hubiera ganado? Probablemente… y se la hubieran comido con patatas todos los apoyos nacionales e internacionales del actual régimen. No olvidemos nunca que una dictadura no se sostiene solamente por el hombre en el trono. Se sostiene por una amplia red clientelar dentro del país, rica y poderosa, y por un apoyo incondicional de poderes económicos fuera del país.

Al encarcelarla su fuerza se ha redoblado, su nombre es susurrado cada noche en millones de oraciones desesperadas por todo el mundo, sus seguidores ahora sí que son verdadera legión. Como le pasó a Mandela, como le pasó a Aung San Suu Kyi. Eso es lo que desquicia al régimen ruandés, que queriéndola hacer desaparecer, el efecto está siendo el contrario, su icono se ha vuelto más grande en estos cinco años.

También desde hace 5 años la familia y amigos de Victoire en Holanda celebran sin ella su cumpleaños, el día 3 de octubre. Este año el régimen ruandés les ha sorprendido decretando, como por casualidad, ese mismo día 3 el “Día de Ruanda” en Holanda. Qué odio no tendrá el presidente Kagame a esta mujer, que él mismo viajó a Holanda, entre gran pompa y protocolo, con esa actitud de “Dientes, dientes” que diría alguien aquí en España. Gracias a ello, ahora todos sus seguidores sabemos que su cumpleaños es el 3 de octubre, deberíamos decretar este mes como el mes de Victoire, el mes de la Victoria. No estaría mal ¿no?

Rosa Moro es periodista y activista. Le apasionan África, la comunicación y la revolución. Colabora con diversos medios y organizaciones y es autora del blog África en Mente.

Desde Jerusalén con preocupación

Por Ana Marín 

Estoy en Cisjordania tratando de entender mejor el contexto en el que viven los palestinos y analizando cómo podemos influir, cambiar algo en las políticas internacionales, para que sus vidas mejoren. Comprender este conflicto (y sus consecuencias) no es una tarea fácil y cuando crees que ya lo haces descubres que hay muchos elementos en el análisis que te faltaban. Pero lo que quiero contaros aquí es tan humano (o inhumano según se mire) que es fácil empatizar, eso espero.

Mujeres en una calle de Jerusalén. Imagen: Ana Marín.

Mujeres en una calle de Jerusalén. Imagen: Ana Marín.

Todas las mujeres palestinas que viven en esta zona ocupada, todas, tienen historias cruentas. Algunas vivencias propias, otras de sus hijos, otras de sus maridos, pero la gran mayoría no pueden ni contarlas con los dedos de sus manos. Todos los recuerdos que tienen de sus niñez están impregnados de violencia, de terror, de crueldad, de injusticia. Nada ha cambiado en su madurez y saben que sus hijos viven ahora con los mismos sentimientos, a pesar de sus esfuerzos por educarles a vivir sin miedo.

Pero ni la heroicidad de un titán puede aguantar tal avalancha de actos inhumanos. Hemos oído cómo las mujeres palestinas nos contaban que son encarceladas por el simple hecho de ir a rezar a la mezquita en la Ciudad Vieja, sin posibilidad de réplica, con una violencia absolutamente desproporcionada y ante la impasibilidad de los turistas. Sujetas a medidas coercitivas abusivas -atadas de pies y manos, atacadas física y verbalmente y expuestas al sol sin poderse mover durante horas- para que testifiquen cualquier fechoría que justifique su arresto. Pero ellas saben cómo deben actuar en estas situaciones; no dirigirse a quienes les estén deteniendo (policía, ejército), tirar el bolso lejos para que algún vecino se lo lleve a su casa y jamás, jamás, llorar: no demostrar ningún gesto de flaqueza ante el enemigo.

Nadie se salva de las detenciones y la edad no es un obstáculo. Hablamos con un mujer de 63 años que acaba de pasar en prisión cuatro días, acusada de obstaculizar la vía. Al mismo tiempo, nos contaron que dos niños de DOS años habían sido acusados de tirar piedras contra los colonos. Una madre nos contó como encarcelaron a sus dos hijos de 10 y 11 años: uno de ellos salió al año, el otro diez años después. No era capaz de reconocer quién era ese joven que entraba por la puerta de su casa.

Pero mujeres y niños también sufren de manera constante la violencia y la violencia sexual. Los checkpoints son un nido de insinuaciones, así que ir a la Universidad o a trabajar se convierte en viaje peligroso. Las mujeres nos decían desconsoladamente que cada día cuando se despedían de sus maridos no sabían si les volverían a ver por la noche.

Hemos visto a niños implorando que parasen las demoliciones de sus casas. Las mujeres nos cuentan que ahora los niños se van al cole con sus juguetes favoritos por si su casa es destruida mientras ellos no están.

Estas y otras muchas historias nos las contaron algunas veces con lágrimas, otras con desesperanza y otras con risas (sorprende cómo el ser humano es capaz de sacar el sentido del humor hasta en las situaciones más extremas). Pero por encima de todo su máxima preocupación es educar y criar a sus hijos sin tener miedo, porque ni ellas (ni sus familias) se irán de Jerusalén. Por más que esta estrategia de violencia persista ellas tienen claro que nadie les echará de su tierra.

Todo esto me ha hecho volver a valorar la suerte que tenemos quienes vivimos en algunas partes del mundo porque podemos protegernos a nosotras mismas, y a nuestros hijos.

Ana Marín es especialista en incidencia humanitaria y madre de tres niños. 

Lo que hacen las mujeres para que haya paz en el mundo

Por Winnie Byanyima Winnie_Byanyima

Como antigua parlamentaria ugandesa, he estado siempre interesada en el rol que juegan las mujeres como impulsoras del progreso, tanto femenino como masculino, no solo en mí país, sino en todo el mundo.

En este momento las mujeres ocupan el 34% de los asientos del parlamento ugandés, gracias, en buena medida, a las cuotas establecidas por la Constitución. La batalla por la igualdad está lejos de haber acabado para las mujeres ugandesas, pero, por lo menos, cuentan con representantes que pueden dar voz a sus preocupaciones durante el proceso de toma de decisiones.

Un grupo de alumnas en la escuela Rwemigangago, en el subcondado de Katenga, Uganda. Imagen: Pablo Tosco/Oxfam Intermón.

Un grupo de alumnas en la escuela Rwemigangago, en el subcondado de Katenga, Uganda. Imagen: Pablo Tosco/Oxfam Intermón.

Asegurarse de que estas reflejan las necesidades y puntos de vista de la mayoría nunca es más importante que cuando el tema tratado es la paz y la seguridad. Sin embargo, el avance que ha supuesto que un número record de mujeres entren en política en países como Uganda, Ruanda o Afganistán no ha tenido su paralelismo en la representación femenina en los procesos de paz y en las instituciones internacionales de seguridad.

Yo misma formé parte del proceso de paz de Uganda en los 80 y fui una de las firmantes del Acuerdo de Paz de 1985. Sin embargo, tal y como explica un reciente informe de Oxfam ‘Mujeres, paz y seguridad: Cumplir la promesa’, se trató de una rara excepción.

Entre 1992 y 2011, menos del 4% de las firmas en los tratados de paz  fueron de mujeres. Del mismo modo, las mujeres representaron menos del 4% de los participantes y  del 10% de los negociadores en las conversaciones de paz. Por otro lado, en las misiones de mantenimiento de la paz y en los sistemas de seguridad nacional en áreas de conflicto, las mujeres también estuvieron infrarrepresentadas.

Esta exclusión de las mujeres tiene poco sentido. Los conflictos amenazan a todos, pero implican  riesgos específicos sobre mujeres y niñas, como la violencia sexual, el tráfico de personas y un mayor aumento de las desigualdades de género. Los intentos para acabar con estos problemas están destinados a fracasar si la perspectiva y las contribuciones de las mujeres no están apropiadamente integradas en los esfuerzos de prevención y recuperación de conflictos.

Reconociendo el problema, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó hace 15 años la histórica resolución SCR1325 para defender los derechos de las mujeres en los conflictos y su papel en los procesos de paz y seguridad. Desde entonces seis resoluciones más del Consejo de Seguridad han ayudado a establecer una política-marco sobre este tema. Así, casi 50 países han desarrollados Planes de Acción Nacionales para implementar la resolución de la ONU y varios de ellos han actuado como importantes e influyentes promotores de estas políticas.

Sin embargo, y como muestra la casi total ausencia de mujeres en las conversaciones de paz, se han hecho pocos avances reales. Es necesario fomentar la participación de las mujeres en este tipo de procesos, así como prestar más atención a la prevención de conflictos. Muchos de estos enfrentamientos han sido señalados por la presencia de violencia basada en el género, a menudo facilitada por un tráfico descontrolado de armas pequeñas y por una cultura de la impunidad.

La financiación para este tipo de políticas promovidas por la ONU ha crecido, pero sigue siendo demasiado baja como para lograr sus objetivos. Las organizaciones locales por los derechos de las mujeres, que se encuentran en primera línea de los esfuerzos para la prevención y recuperación de conflictos, tienen problemas de financiación. Igualmente mucho de los Planes de Acción Nacionales carecen de un presupuesto importante, o incluso de cualquier tipo de recursos.

El mes que viene se celebrará el 15 aniversario del UNSCR 1325 y estos temas deben tratarse. El próximo 13 de octubre, la ONU realizará un examen al más alto nivel para analizar los avances de estas políticas y los retos a los que ha habido que enfrentarse en los últimos 15 años. También se fijaran nuevos objetivos. Constituye una oportunidad única para tratar estos temas con ambición. Para prepararse para la reunión docenas de ministros y altos funcionarios discutieron propuestas en una conferencia el pasado día 30 en Nueva York, donde fui invitada a hablar.

Dije que no hay tiempo que perder. El número de conflictos no ha hecho más que aumentar en la última década, lo que ha llevado a un número record de personas desplazadas tratando de encontrar refugio en Europa, partes de Asia y otros lugares. Esto supone un reto para los gobiernos y las comunidades de todo el mundo. Nunca había habido una mejor oportunidad para garantizar que las mujeres puedan contribuir de manera eficiente a los esfuerzos de paz y seguridad de un mundo afligido.

Winnie Byanyima es Directora Ejecutiva de Oxfam Internacional

Igualdad en la agenda

Por Flor de Torres Flor de Torres julio 2015

Pongamos igualdad en las agendas, en las relaciones, en la educación, en las denuncias, en la vida. Necesitamos hacerlo porque entender y aplicar la igualdad día a día es una de las mayores fuerzas que gana la batalla contra la violencia de género. Hagámosla valor absoluto. Que nos sirva de guía para garantizar la libertad,  la no discriminación,  la dignidad de la mujer.

Quien compromete la igualdad discrimina todos los demás derechos, ya que es el barómetro donde se conectan todos. En el fondo, todos los derechos humanos se asientan en la igualdad, porque se ejercen a través de ella. Transitan y tienen carta de naturaleza por ella. Por el combativo derecho de la igualdad.

Donde existe una mujer que goza de igualdad podemos hablar sin duda de libertad y de dignidad personal. En ese espacio no existe discriminación ni se atenta contra su integridad física ni moral. No hay maltratadores ni víctimas de la violencia de género. En el espacio de la igualdad viven la libertad y la dignidad de las personas.

Y hoy es la igualdad la que determina el criterio de lo justo y no discriminatorio por razón sexo. Cualquier Estado, cualquier acto, cualquier ley, cualquier persona, dignifican sus acciones cuando con todas ellas contribuyen a la igualdad de la mujer. Por eso siempre estaremos en el camino de la justicia cuando logremos hacer real y efectiva la igualdad.  Porque así transitaremos por todas las formas de justicia, y más concretamente por la Justicia social. No hay estado del bienestar mientras existan desigualdades flagrantes, mientras una sola mujer tenga secuestrada su libertad.

Y  frente a este planteamiento  existe el contrario: negar la igualdad es negar la existencia de la mujer como persona única, como exclusiva titular de derechos.  La negación es la antesala de la violencia de género. A través de esa desigualdad se marca el cuerpo y el alma de la mujer. Son marcas que tienden a  abolir el derecho de la mujer como ser humano, encaminadas a cosificar su cuerpo  adecuándolo a una posesión y pertenencia que se ha trabajado psíquicamente con anterioridad.  Porque ese cuerpo golpeado de la mujer guarda la memoria de todos los atentados a su integridad moral.

La violencia  de género está siempre instrumentalizada. Sirve como canal de dominio, control y poder. Control para un fin: la destrucción del cuerpo y del alma de la mujer. Explicar el contenido de la violencia a la mujer solo como instrumento de control físico es perderse una gran parte de su esencia real. El maltratador destruye el cuerpo y el alma de la víctima. Aniquila derechos: los que no sabe gestionar sin el uso y el abuso de la violencia y la fuerza, los que se construyen y solidifican sólo cuando existe igualdad entre las personas.

Por tanto la  violencia de género se enmarca  en el sometimiento pero también en la destrucción de lo más íntimo que tiene una persona: su propio ser. Inicialmente en su ser psíquico y cuando el sometimiento no es suficiente, en el ser físico.

Destruida la libertad  se establece un coto al alma donde nadie puede entrar, ni siquiera su titular. Tan solo el que gestiona la violencia de género para que responda a sus intereses concretos de propiedad y posesión. De negación de la  libertad como vía de los demás derechos.

El año 2014 fueron asesinadas en sus libertades 58 mujeres por crímenes de género.  Desde el 2004 son más de 850 mujeres que sufrieron ese asesinato de derechos. Y con ellos se fueron arrebatadas sus vidas. Esta es la otra violencia de género. La que no se ve: la que  previamente les marcó el alma tras  robar su igualdad a base de violencia e intimidación.

Por ello, que la igualdad esté en todas las agendas es necesario e imprescindible. El único camino y antídoto que conozco contra la violencia hacia la mujer. Y desde luego una vía segura, incuestionable y firme de conseguir que se respeten todos los derechos.

Pongámosla en la agenda

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual. Fiscal Decana de Málaga.