Archivo de febrero, 2015

7 demandas de las mujeres latinoamericanas

Por Susana Arroyo Susana Arroyo

Patricia Arquette se robó el show en la reciente gala de los Oscar cuando llamó a luchar por la igualdad de género en Estados Unidos. «A todas las mujeres que han dado a luz y pagan sus impuestos, ha llegado el momento de tener el mismo salario y los mismos derechos (que los hombres)», dijo emocionada tras recibir el premio como mejor actriz de reparto.

A propósito del “Arquettazo”, de la próxima cumbre “Mujeres y Poder” organizada por el Gobierno de Chile con el apoyo de ONU Mujer y del Debate sobre derechos económicos de las mujeres organizado en Nicaragua por la Campaña Iguales, nos preguntamos ¿qué pedimos las mujeres de Latinoamérica y el Caribe a los Estados para acabar con las desigualdades que nos afectan? Aquí van siete puntos (¡y contando!):

  1. Invertir más en nosotras que en la basura: En la región se invierte muy poco en reducir las brechas entre hombres y mujeres. En Bolivia, el presupuesto nacional en equidad de género no supera el 1% del total de los recursos públicos. Se invierte más, por ejemplo, en el manejo de desechos. Como dice Silvia Fernández del Colectivo Cabildeo: ¡No logramos ganarle a la basura! ¿Qué no hay dinero suficiente? Sí que lo hay: Gravando el 3,5% de las fortunas de los milmillonarios latinos, 32 millones de personas podrían salir de la pobreza, muchas de ellas mujeres.
  1. Reconocer que cuidar es una tarea que vale y mucho: Cuidamos a los hijos propios y a los ajenos, a las personas mayores, a las que tienen alguna discapacidad y a cualquiera que lo requiera. Cuando en el mundo se repartió el trabajo, a nosotras nos colgaron la etiqueta de “cuidadoras”, una de las actividades más importantes, pero menos valorada de la historia y aún invisible en las cuentas de los Estados. Según la economista Corina Rodríguez, se estima que, sólo en México, el valor del trabajo de cuidado equivale al 20% del Producto Interno Bruto, un monto que supera a la riqueza generada por las remesas o las exportaciones de petróleo.
Las mujeres de América Latina reclaman los mismos derechos que sus colegas varones. (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Las mujeres de América Latina y el Caribe reclaman los mismos derechos que sus colegas varones. (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

  1. Garantizarnos más y mejores empleos: Sí, tenemos mayor presencia en el mercado laboral, pero en condiciones precarias, sobre todo en el ámbito doméstico y de los cuidados, caracterizado por la informalidad, los bajos salarios y la carencia de servicios sociales básicos. Esta sigue siendo la ocupación de mayor peso para las mujeres activas de Latinoamérica y la puerta de entrada al mercado laboral de las más pobres. ¡Gobiernos, queremos trabajos, pero así no!
  1. Pagarnos igual que a los hombres: Ganamos menos que ellos por iguales labores y eso tiene que cambiar. En 2010 las mujeres de la región ganábamos el 78% de lo ingresado por nuestros colegas varones. De seguir así, requeriríamos 75 años más para cerrar por completo la brecha de género en los ingresos laborales. ¿Qué estamos esperando?
  1. Hacernos traje a la medida: Las políticas de los gobiernos no siempre toman en cuenta nuestras realidades. Los seguros sociales, por ejemplo, se han diseñado en función de la posición de las personas en el mercado laboral, por lo que excluyen a quienes no se insertan laboralmente o a quienes lo hacen de modo precario, como las mujeres. Los Estados deben escuchar nuestras voces (¡plurales, populares y diversas!). Tenemos mucho que decir sobre muchos asuntos. Y sobre la política comercial, fiscal y económica, también.
  1. Garantizar nuestra autonomía: Esto es obvio, pero insistimos. Necesitamos acceso a ingresos suficientes, obtenidos en condiciones que no reproduzcan ni profundicen la desigualdad y que sí garanticen nuestra autonomía sobre el control y uso de los recursos económicos propios. Así de simple.
  1. Este punto es urgente y doloroso: Necesitamos –exigimos- que no nos maten. La tasa de feminicidios en Latinoamérica y el Caribe creció 50% más que la de los homicidios en general. En la lista de países con más asesinatos de mujeres en el mundo, 14 países de la región están entre los 25 primeros. El Salvador ocupa el deshonroso primer lugar, Guatemala el tercero y Honduras el sétimo. Es así: la desigualdad desata la violencia.

Vamos, señores, actúen. No es mucho pedir.

Susana Arroyo es responsable de comunicación de Oxfam en América Latina. Tica de nacimiento, vive en Lima. Pide que cambiar el mundo nos valga la alegría, no la pena.

Apología en el estadio

Por Rosa Moro Rosa Moro

Unos cientos de aficionados del Betis ‘se cubrieron de gloria’ el pasado domingo. Toda España pudo ver una grabación donde en lugar de dedicarse al fútbol, se dedicaron a hacer apología del terrorismo. Sí, porque el terrorismo machista ha asesinado en 20 años más mujeres que el terrorismo político en 40 años. Con sus cánticos demostraron ser integrantes de esa parte enferma de la sociedad que alienta, minimiza y tolera la violencia siempre que sea solamente contra las -inferiores- mujeres.

Rubén Castro, jugador del FC Betis, fue denunciado por su pareja en 2013 por haberla golpeado brutalmente en varias ocasiones. Está imputado en un procedimiento penal por maltrato habitual y por las lesiones ocasionadas durante su relación a la que era su pareja. La afición del Betis aúpa al presunto maltratador, denigrando a la mujer que le ha denunciado. No solo no rechazan, ni condenan que un hombre maltrate a su pareja, es que lo admiten como cierto, lo justifican y encima lo alaban. Para colofón, culpabilizan a la víctima.

‘Rubén Castro ale, Rubén Castro ale, no fue tu culpa, era una puta, lo hiciste bien’

captura youtube

Captura de pantalla del video en el que se ve cantar la canción a los aficionados del Betis. Fuente: YouTube.

Al día siguiente se produjeron las reacciones de directivos y representantes del club, autoridades deportivas y políticas, todo el mundo calificó los cánticos de vergonzosos e inadmisibles. Algunos esperaban que todo quedase ahí: unas palabras de condena y arreglado, ‘que la violencia, cuando es contra las mujeres, tampoco es para tanto’. Según la abogada de la ex novia de Rubén Castro, los cánticos llevaban produciéndose desde hacía tiempo y nadie se alarmó entre la directiva ni el resto del público hasta que el asunto saltó a los medios. Incluso el presidente del Real Betis, Juan Carlos Ollero, que los calificó de ‘repugnantes’, al principio aseguró que no había escuchado nada.

La Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres y otras organizaciones de derechos humanos exigieron inmediatamente a la dirección del Betis que tomase medidas contundentes contra estos afiliados y aficionados. Llama la atención que en ningún momento anterior el club haya sancionado ni reprendido al jugador. Ni este ni ningún club de fútbol se ha posicionado públicamente contra la violencia machista desde que se produjera la denuncia contra el presunto maltratador del Betis. El club no ha mostrado apoyo a la víctima. Ninguno de ellos ha tomado en cuenta el lamentable y peligroso ejemplo que todo esto supone para los jóvenes que tienen como referente los valores del deporte que el fútbol dice defender.

La Fiscalía ha abierto diligencias por los hechos, a petición de la abogada de la víctima, algo exagerado para muchos. La Comisión Antiviolencia ha solicitado el cierre parcial temporal de la grada del estadio como sanción, aunque para el presidente Ollero esto es una medida ‘discriminatoria y oportunista‘ ¿oportunista por qué? ¿Discriminatoria para quién? Siguen demostrando que en el fondo disculpan la violencia de género. Toleran la violencia y la injusticia siempre que sea solo contra las -¿inferiores?– mujeres. Hay que actuar, y hacerlo con contundencia. No hay excusas. Seamos serios por fin en la lucha contra la lacra de la violencia machista.

Rosa Moro es periodista y activista. Le apasionan África, la comunicación y la revolución. Trabaja en el Departamento de Comunicación de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres y colabora con diversos medios y organizaciones. Es autora del blog África en Mente.

Mujer tenías que ser: el informe 2015

ana gómez pérez-nievas Por Ana Gómez Pérez-Nievas 

 Violencia sexual, esclavitud, tortura, acoso… El cuerpo de las mujeres no sólo ha sufrido como consecuencia de los combates en los conflictos armados. También su mente: el miedo a las violaciones sigue alejándolas de las escuelas, y la marginación o el ostracismo al que pueden ser sometidas por culpa de esos abusos les impide salir del círculo de violencia. Yara Bader, periodista y activista siria encarcelada por su trabajo en el Centro Sirio de Medios de Comunicación y Libertad de Expresión lo sabe bien, pero asegura, tajante, que esa no es la única realidad. Invitada para el lanzamiento del informe anual de Amnistía Internacional, recuerda que existen ejemplos de mujeres empoderadas y valientes, que van desde la conocida abogada, Razan Zaitouna, hasta Souad Nofal, la maestra de una pequeña escuela de Raqqa que se enfrentó al ISIS llevando un cartel con claras referencias contra el grupo armado y su extremismo. Analizamos cómo los derechos de las mujeres y las niñas siguen siendo los más vulnerados por el hecho de serlo.

Yara (23 años) es una refugiada de Siria y madre sola con cuatro hijos:  Mohieddine (7 años), Miriam (6), Mohammed (3) and Mutanama (2). Su marido fue arrestado en la frontera entre Siria y Líbano y ella pagó 2000 dólares para que lo liberaran © Ina Tin/Amnesty International

Yara (23 años) es una refugiada de Siria y madre sola con cuatro hijos: Mohieddine (7 años), Miriam (6), Mohammed (3) and Mutanama (2). Su marido fue arrestado en la frontera entre Siria y Líbano y ella pagó 2000 dólares para que lo liberaran © Ina Tin/Amnesty International

‘Odié hacer ese informe. Me sentí como cuando en la guerra de Kosovo se decía que los periodistas iban preguntando: ¿dónde hay una mujer violada que hable inglés, por favor?, ¡un testimonio!’. Así hablaba en un encuentro con periodistas Donatella Rovera, investigadora desde hace más de 20 años de Amnistía Internacional, experta en Oriente Medio y Próximo, conocedora de países y conflictos. Su preocupación, la de revictimizar a las personas a las que hace referencia en su informe, se dio de frente con el hecho de que tenía que contar lo que estaba pasando: las mujeres y las niñas, especialmente las de las minorías religiosas como la yazidí, eran las víctimas más vulnerables de los combatientes del Estado Islámico (EI) en Irak y Siria.

‘No paraban de traer posibles compradores. Afortunadamente, ninguno nos eligió porque no éramos bellas, y porque estábamos siempre llorando, y agarradas de la mano. Intentamos suicidarnos, y el hombre que nos vigilaba empezaba a hartarse de nosotras. Menos mal que conseguimos escapar porque sólo era cuestión de tiempo que acabáramos casadas por la fuerza o vendidas con algún hombre, como muchas otras chicas, porque querían deshacerse ya de nosotras’, relata una joven, capturada junto a su hermana.

Una niña acogida en el campo de refugiados de Khakhe que fue víctima de abuso por el Estado Islámico. © Amnesty International

Una niña acogida en el campo de refugiados de Khakhe que fue víctima de abuso por el Estado Islámico. © Amnesty International

Los terribles episodios que narran dan cuenta de la crueldad de la que el EI es capaz. Pero también de la valentía de unas cuantas mujeres y niñas, que tratan de escapar de la violencia sexual y los matrimonios forzosos, de las vejaciones, los insultos y las amenazas. Las que logran escapar, las que no se suicidan para evitar ser violadas o vendidas, también tienen que enfrentarse a la soledad, no sólo porque muchos de sus familiares han sido secuestrados o ejecutados por combatientes, sino por las consecuencias sociales que su cautiverio puede tener para su futuro. Muchas tienen que hacer frente al estigma y al temor de no poder casarse, incluso aquellas que no han sido violadas, por la creencia generalizada de que todas las secuestradas han sido víctimas de violencia sexual.

La escalada de conflictos ha tenido como consecuencia el creciente número de personas refugiadas y desplazadas en el mundo, especialmente en la región de Oriente Medio y el Norte de África. Miles de personas han tenido que huir de sus hogares. También las mujeres refugiadas o desplazadas se enfrentan a más obstáculos por su condición de género. La discriminación, el acoso y los abusos por ser mujeres se unen a su vulnerabilidad por su condición de refugiada, en muchas ocasiones estando solas al cargo de una familia. Es el caso de Yara, refugiada siria en Líbano, que descubrió por Youtube que su marido, detenido por las autoridades sirias, estaba muerto. Vive sola con sus cuatro hijos, uno de los cuales con una enfermedad que requiere constantes cuidados, en un país donde no se siente segura ni para ir a inscribir a su hijo a la escuela. ‘Todo es difícil siendo una mujer refugiada. Mucha gente me dice cosas malas y me acosa. Solía trabajar en una librería. Pero un día un taxista, en lugar de llevarme a donde le pedí, me llevó a otra calle, y empezó a acosarme y a decirme que fuera su compañera. Estaba a punto de tirarme del coche cuando llegamos a un checkpoint‘. Yara y sus hijos, apenas salen de casa, y tienen dificultades para pagar el alquiler. Como ella, casi 380.000 personas necesitan ser reasentados en países europeos debido a vulnerabilidades específicas, como necesidades médicas, su condición sexual o su identidad de género o su discapacidad. Excepto Alemania, los 27 países de la Unión Europea restantes sólo han ofrecido 9.114 plazas, lo que supone apenas el 0,24% de los refugiados sirios que se encuentran en los principales países de acogida: Turquía, Líbano, Jordania, Irak y Egipto.

La violencia sexual no sólo es ejercida contra las mujeres en el contexto de un conflicto. En países como Egipto, ONU Mujeres ha denunciado que el 99% de las mujeres han sufrido algún tipo de acoso sexual. Una violencia que se ejerce tanto en el propio hogar como en los espacios públicos,  como se vio en las manifestaciones de la plaza Tahrir, donde muchas egipcias fueron atacadas y violadas por multitudes violentas en plenas calles llenas de gente. Y es que en todo el mundo los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, como el derecho a vivir sin ningún tipo de violencia ni coacción, se han visto reprimidos. También el derecho a tomar decisiones sobre cuándo tener hijos. En muchos países, las mujeres no tienen acceso a métodos anticonceptivos, y un total de 28 Estados prohiben el aborto en todas sus formas, incluso cuando la vida de la madre corre peligro o el embarazo ha sido producto de una violación.

A pesar de los retrocesos, las mujeres y las niñas también han visto algunos avances en este 2014 tan convulso. En enero de 2014, Marruecos eliminó de su legislación la laguna jurídica que permitía a los hombres que mantienen relaciones sexuales con niñas menores de 18 eludir el correspondiente castigo comprometiéndose a casarse con sus víctimas. En mayo, la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos adoptó una resolución para proteger los derechos de todas las personas, con independencia de su orientación sexual o identidad de género reales o percibidas. En julio, se retiró del proyecto del Código Penal de Mozambique un artículo que habría permitido a los violadores eludir el enjuiciamiento casándose con sus víctimas. Chile dio un paso importante hacia la despenalización del aborto al anunciarse en junio reformas sobre la ley para algunos casos, y España retiró un anteproyecto de Ley que ponía tantos obstáculos en el acceso a servicios de aborto legales y seguro que arriesgaba las vidas de mujeres y niñas.

En este 2014 han pasado por la sede de Amnistía Internacional mujeres activistas que luchan por los derechos humanos. Mujeres como Fouzia Yassine, que asiste a víctimas de violencia de género en Marruecos, un país con una media de 100 violaciones al día. O como Farida Aarrass, que se ha erigido la portavoz y líder de la causa por su hermano, Ali, torturado por las autoridades marroquíes. O como Alejandra Burgos, salvadoreña que lucha por la despenalización del aborto en un país donde las mujeres que sufren abortos espontáneos pueden ser condenadas hasta a 50 años de cárcel por homicidio agravado. También nos ha visitado Aminetou Mint El Moctar, activista mauritana contra la esclavitud y la violencia a las mujeres, después de recibir una fatua por defender un juicio justo para un hombre acusado de apostasía en la que se decía, literalmente: ‘Quien la mate o le saque los ojos será recompensado por Alá‘. Y ahora Yara Bader, periodista encarcelada por su trabajo en el SCM. Son mujeres que han combatido y combaten una guerra sin armas pero muy arriesgada para lograr la igualdad en sus derechos.

Ana Gómez Pérez-Nievas es periodista de Amnistía Internacional España

Quiero conocer tu historia

Por Patricia AndersenPatricia Andersen

Hace unos días abrimos una ventana para que nos enviéis vuestras propuestas para la segunda edición del concurso #Avanzadoras. Muchos de vosotros y vosotras ya conoceréis esta interesante propuesta con la que desde Oxfam Intemón en colaboración con este diario queremos dar un merecido reconocimiento a aquellas mujeres que trabajan en nuestro país para lograr una sociedad mejor, más igualitaria y justa. Todas podemos ser avanzadoras y cualquier ámbito es válido organizaciones, asociaciones, literatura, arte, deporte…Sólo es cuestión de mirar dentro de nosotras y ver qué hacemos para avanzar y que los demás avancen con nosotros.

Ya hemos recibido las primeras propuestas y estamos encantadas con muchas de las historias. Hemos descubierto casos de mujeres que luchan por la igualdad de género en organizaciones, que emprenden sus propios proyectos para lograr aquello en lo que creen o que trabajan para educar en la igualdad, tanto con niños y niñas en escuelas como con adultos a través de talleres y terapias familiares.

(C) Oxfam Intermón

(C) Oxfam Intermón

La lucha contra la violencia de género es también una de las principales causas que nos han hecho llegar muchas de las mujeres que nos han escrito contándonos su historia. También la defensa de la infancia que como nos estáis demostrando se puede ejercer de muchas y variadas formas: luchando contra la pobreza infantil, defendiendo la educación o fomentando el deporte en la adolescencia, por poner algunos ejemplos.

Las mujeres emprendedoras merecen también una mención aparte. Hemos recibido historias de mujeres que han decidido dedicar su empresa al comercio justo, ofreciendo una alternativa de consumo a todo aquel preocupado por las condiciones de casi esclavitud y explotación infantil que muchas veces dominan la industria, especialmente la textil.

¡Y no nos podemos olvidar de las avanzadoras que  luchan por la defensa de los animales a través de las asociaciones protectoras de animales!

En definitiva, historias de mujeres que han sido testigo o víctimas de situaciones injustas y han decidido trabajar por el cambio. Por ellas mismas y por las demás mujeres. Porque es posible lograr cambios.

El jurado formado por Flor de Torres, (Fiscal Delegada de Andalucía de Violencia sobre  la mujer, y colaboradora habitual de Más de la Mitad), Virginia Pérez Alonso (vicedirectora del grupo 20minutos) y Lucila Rodríguez-Alarcón (directora de comunicación de Oxfam Intermón) tendrá la dura tarea de escoger entre todas las propuestas que recibamos, a las finalistas y a la ganadora del concurso #Avanzadoras de este año.

¿Te has sentido identificada? Hay muchas avanzadoras a nuestro alrededor y a veces ni nos damos cuentas. Nosotras mismas podemos serlo. Anímate a enviarnos tu historia o la de la avanzadora que conzocas. Puede ser tu hermana, amiga, madre, pareja… Tienes hasta las 00:00 del 02 de marzo para entrar en la web del concurso y contarnos tu historia.

Queremos que recibas el homenaje que mereces.

Patricia Andersen estudia Comunicación Audiovisual y colabora en el departamento de comunicación de Oxfam Intermón

Community manager a los 73 años

Por Pilar González Soriano la foto (4)

Su curiosidad se despertó un domingo, cuando todos nos juntamos para adorar la paella. En vez de alabar su sofrito alabábamos los videos de los sobrinos, las ultimas gracias en youtube y los memes mas divertidos… Y, claro, ella no podía ser menos. Nació para anfitriona, y se siente capaz de serlo por tierra, mar y aire. La curiosidad fue el primer paso. Pidió que ‘la enchufásemos  al cacharro ese donde estamos todos’. Era de justicia, ella también tenía derecho a enterarse de los últimos cotilleos familiares. Hicimos un fondo para comprarle lo último en móviles. Porque, claro, ella nos reúne para compartir los manjares mas exquisitos y nosotros teníamos que corresponderle con lo último de lo último (es decir, el 4G). Ése fue el segundo paso: la tecnología.

Primeros pasos en el uso de la tableta. Imagen de Pilar González Soriano.

Primeros pasos de Manoli 7.3 en el uso de la tableta. Imagen de Pilar González Soriano.

Llegó el momento de encender su ‘cacharro’, y le pusimos lo esencial: el whatsapp y un acceso a los contactos favoritos para que pudiese llamarnos para dudas y preguntas. Pero no hizo falta. Ella enseguida se puso sus gafas, cogió su lapicero táctil y nos saludó a todos en el grupo familiar. Nuestro miembro más veterano. Ése fue el tercer  paso: tomar las riendas de su público, hacerse con su comunidad natural.

Con el whatsapp organiza nuestros encuentros, exige fotos de unos y otros, y cuida de los niños de mis primos algún día que están enfermos y no pueden ir a la escuela. Comparte fotos con los padres que han dejado la criatura a su cuidado, para que estén tranquilos. Y les avisa oportunamente: ‘no vuelvas corriendo del trabajo, que la niña se ha dormido’. Usos tecnológicos útiles, sensatos y que se agradecen un montón.

Al regalarle el teléfono jamás pensamos que fuese capaz de llegar más allá de leer whatsapp y como mucho contestar brevemente. Pero no solo se hizo la reina de los grupos familiares, al poco aquello se le quedó pequeño y conquistó Facebook co total naturalidad. Su primer comentario  fue: ‘Os estoy vigilando’. Y sí, nos tiene controlados, pero no sólo a los más cercanos.

Ha tejido de nuevo la red con muchas personas con las que era difícil mantener el contacto. Desde la prima de  Canarias que hace años que no vemos (y cuyos ojos alaba en su foto de perfil); pasando por un amigo con el que iba a bañarse al río que hace fotos estupendas de Aranjuez. Ha encontrado y ‘fichado’ a la amiga peruana de mi prima que vino una vez a casa a comer paella. Y tiene comunicación constante con su sobrina nieta que está en Italia estudiando un trimestre. Tiene también un sobrino en la universidad en Alemania: aunque el joven ponga comentarios en alemán ella siempre dice ‘me gusta’, para que él sepa que lo sigue. La casa de mi madre siempre ha sido muy internacional y no hay idioma que se le resista -aunque no lo entienda-, así que esperamos en cualquier momento la eclosión en las  redes de tantas amigas japonesas que hemos ido conociendo a lo largo de los años.

Cuando se encuentra a las amigas de la infancia por el pueblo, lo primero que les pregunta Manoli es: ‘¿tú tienes facebook?’ Los primeros días se nos hacía raro, pero hay algunas que como ella han sucumbido a las redes y se cuentan sus recuerdos de cuando bailaban en la sección femenina. A través de Facebook,ha adoptado a uno de mis amigos, al que solo ha visto en foto, pero se han hecho inseparables recomendándose libros y películas.

El penúltimo paso de esta carrera natural es el ciberactivismo. Siempre ha sido muy guerrera, y comenta a los que dicen que no quieren soterrar el AVE en Murcia. Cuando ve injusticias las comparte en su muro, y se queja, y se ríe, y se emociona…

Y de vez en cuando nos asomamos a su muro para darle las buenas noches vía internet, y ella nos manda besos y abrazos que nos llegan igual que si nos los estuviese dando en persona, con esa misma calidez. Ésa es mi madre, Manoli 7.3, un ejemplo a seguir que ya nos está diciendo que Facebook se le queda pequeño.

Para quien es capaz de tejer a su alrededor y crear comunidad, no hay barreras tecnológicas. Sabemos cuál es el siguiente paso: ya tiene twitter. Y todos la seguimos.

Pilar González Soriano es tan buena administrativa como creativa. Amante de los buenos musicales y representante de un gato llamado Mateo. 

Mil sombras de Grey sobre las mujeres

Por Alejandra Luengo Alejandra Luengo

Hace unos días se estrenó la película que llevaba al cine una novela que supuso un best seller en todo el mundo. Yo la verdad, es que del libro no pasé de la página veinte y la película no tengo interés en ir a verla, pero una está en el mundo y recibe mensajes de unas personas y de otras que le van contando, pregunta, y si encima tiene varias conocidas que fueron fans de la historia pues escucha, lee las críticas que ha habido y  se va forjando una opinión.

Sobra decir el impresionante despliegue mediático publicitario con respecto a esta cinta durante los últimos meses y sobre todo semanas, que impedían que te pudieras mantener al margen de saber de su existencia.

Imagen de la serie 'El mercado del sexo'. Fotografía de Sergio Perea.

Imagen de la serie ‘El mercado del sexo’. Fotografía de Sergio Perea.

En estos días me he encontrado con distintas personas que fueron a verla y les he preguntado. Desde la curiosidad y la crítica, me cuesta entender y preocupa dicha acogida. En el fin de semana de su estreno en España un millón de personas ha ido a ver una película que habla de relaciones contradictorias, donde se mezcla sexo y violencia y donde la mujer sufre esperando una relación afectiva segura y a cambio entrega su cuerpo como moneda de cambio.

No deja de sorprenderme que una película que disfraza una relación de dominación-sumisión (no hablo exclusivamente de una relación sexual), donde se da abuso y violencia emocional y física pudiese ser tan esperada por el público en general.

La historia relata como una chica estudiante universitaria comienza una relación con un poderoso, exitoso y enigmático hombre de negocios que tiene gustos y preferencias sexuales sadomasoquistas. El planteamiento de él es mantener relaciones sexuales a su gusto pero dejando la afectividad de lado y que todo quede bajo su control. Se cumplen así con una serie de criterios seleccionados por él llegando a controlar parte de la vida de la joven. Ella en realidad quiere y busca seguridad afectiva junto a protección y acaba en sus garras.

A mí esto me resuena demasiado, y me chirría cómo se disfraza de no sé si llamarlo moderno, snob, chic, experimentación o lo que sea, una relación afectiva (no exclusivamente sexual, vuelvo a repetir) de sometimiento, violencia y control. En realidad es seguir perpetuando ese juego de papeles  de machos depredadores frente a víctimas ingenuas e indefensas.

No me voy a meter en los gustos sexuales de cada persona; que son libres, y que mientras sean consensuados con otro adulto que lo elige puedan ser lícitos. No estoy hablando de que crea que ser sumisa sexualmente por elección sea ser víctima de abuso y violencia, en absoluto. Pero voy más allá. Me refiero a una serie de patrones de violencia y abuso emocional hacia la mujer que se siguen repitiendo, pero ahora con otro traje, con un disfraz quizás más perverso y tramposo porque aparentemente la mujer juega con más libertad que hace años sobre todo en el terreno sexual.

Nos siguen reproduciendo estereotipos y modelos muy cansinos; el macho alfa dominante frente a la mujer indefensa y débil, el príncipe salvador frente a la frágil doncella. Mucho cine adolescente actual sigue perpetuando estos modelos. Los cuentos de príncipes y princesas se han convertido en historias que nos venden cocktails que mezclan un supuesto romanticismo con poder, sumisión, sexo, salvación, protección y control, y encima nos los quieren seguir introduciendo ya en la adultez. Por favor, un poco de sentido crítico hacia lo que leemos y vemos para poder ir más allá. Todos los días somos espectadores en las noticias de nuevos casos de violencia de género de mujeres de diferentes edades. Esto nos produce aversión.

La historia de esta película es en realidad la historia de Vanesa, una chica madrileña de diecisiete años que en busca de afectividad mantiene una relación con Patricio, un adolescente de dieciocho años que le ha sido infiel en una ocasión, le ha pegado dos veces, le controla con quien va, no quiere usar métodos anticonceptivos, etc. Lo que sucede es que Patricio no es millonario, ni tiene un avión privado, sino es pobre, vive en Carabanchel y estudia un módulo de mecánica. ¿Cómo sería una película de esa vida?, ¿La podríamos disfrazar de exotismo, pasión, deseo, glamour?,  ¿Qué futuro le espera a Vanesa? En realidad ambas relaciones se basan en los mismos ingredientes; control, violencia, sumisión y dependencia.

Por cierto, que el Instituto de Política Familiar de Baleares (IPFB) lanzó hace unos días una campaña para ayudar a las mujeres que padecen violencia de género. Consiste en cambiar el destino del dinero; en vez de entradas para ver esa película realizar una donación para hogares y refugios de las víctimas, que es donde creen que acabaría una mujer como la protagonista de la historia (#50eurosno50sombras).

Se sigue engañando, sobre todo a la gente joven, con la sexualidad libre. Como si por tener mucho conocimiento o práctica sexual se pudiese haber acabado con las relaciones de violencia o con los embarazos no deseados. Por desgracia el porcentaje de violencia de género en la juventud es muy alto. Lo que necesitamos es una afectividad libre, madura y segura para saber quiénes somos, elegir y decidir quién queremos ser y con quién queremos estar. Mientras eso no se logre continuaremos perpetuando clichés y modelos que perjudican a hombres y mujeres, y seguiremos aplaudiendo o siendo espectadores pasivos de historias de violencia encubiertas aparentemente de amor, pasión, romanticismo y modernidad.

Alejandra Luengo. Psicóloga clínica,  combino la atención psicológica en servicios públicos con la consulta privada. Creo firmemente que se pueden cambiar las cosas y en esa dirección camino. Autora del blog unterapeutafiel.

Tiempo de propuestas, tiempo de homenajes

Por Laura Martínez Valero Laura Martínez Valero

Fue una buena idea, y además salió bien. Hace un año pusimos en marcha el concurso Avanzadoras. Por eso, 20 minutos y Oxfam Intermón nos animamos a poner en marcha la segunda edición. De nuevo, este año, queremos buscar y reconocer Avanzadoras en España. Desde hoy, y hasta el 2 de marzo, te invitamos a presentarnos a esas mujeres que merecen un homenaje porque con su trabajo, su impulso, sus ideas, su liderazgo o sus proyectos, construyen una sociedad más justa.

Avanzadora. Imagen: Belén de la Banda.

Avanzadora. Imagen: Belén de la Banda.

La idea es buena, pero no tiene sentido si no logramos la participación de muchas personas. Abrimos hoy aquí  la ventana para recibir todas las propuestas. Premiaremos el trabajo de una avanzadora de nuestro país. El concurso permanecerá abierto desde hoy, 18 de febrero, hasta el día 2 de marzo a las 00:00.

¿De qué se trata? Queremos que las mujeres participantes tengan la oportunidad de contar por qué se sienten Avanzadoras. También pueden ser otras personas, tanto hombres como mujeres, quienes se animen a enviar la historia de su hermana, madre, pareja, o amiga… Para valorar sus avances y que nos permitan dar a conocer todas esas iniciativas que están desarrollando con esfuerzo y empeño, solas o en colaboración con otras personas. ¿Conoces a una mujer que está luchando por una buena causa, que ha conseguido romper con alguna injusticia,  o que está generando cambios positivos en su entorno? Es entonces tiempo de propuesta y de homenaje.

En Más de la Mitad conocemos cada día a muchas de ellas. Mujeres como Teresa Moreno, que a partir de su experiencia en el trabajo doméstico en España, ayuda a sus compañeras inmigrantes a encontrar trabajo y a exigir unas condiciones dignas; Relinda Sosa, presidenta de una organización de Perú que además de alimentar cada día a millones de personas de forma autogestionaria y organizada, promueve la formación de las mujeres para que participen en los espacios de decisión y sus propuestas sean escuchadas.

Un magnífico ejemplo es Sagrario Mateo, ganadora de la I edición del concurso, que pasó de ser una mujer maltratada a poner en marcha la primera asociación navarra en defensa de las mujeres maltratadas.

Para elegir a nuestro Premio Avanzadoras 2015 entre todas las propuestas presentadas habrá un jurado compuesto por Flor de Torres, (Fiscal Delegada de Andalucía de Violencia sobre  la mujer, y colaboradora habitual de Más de la Mitad), Lucila Rodríguez-Alarcón (directora de comunicación de Oxfam Intermón) y Virginia Pérez Alonso (vicedirectora del grupo 20minutos). Por la experiencia de 2014, mucho me temo que lo van a tener difícil.

El 8 de marzo queremos que el homenaje a las mujeres tenga nombre y apellidos. Que sea un reconocimiento que sirva como ejemplo, pero que también nos permita sacar a la luz la enorme variedad de mujeres y causas valiosas que hacen avanzar nuestro país.

Laura Martínez Valero trabaja en el equipo de comunicación de Oxfam Intermón y participa en el proyecto Avanzadoras.

El regalo de Chela

Por Belén de la Banda @bdelabanda

Hay personas tan grandes que sobresalen de cualquier paisaje. Chela Carpio es una de nuestras primeras compañeras de trabajo en Lima, cuando llegamos como cooperantes en los 90. Su primer regalo es la acogida, la paciencia para enseñarnos a sobrevivir entre los usos y costumbres de una organización, y una ciudad y un país desconocidos. Y así Chela se convierte en la amiga imprescidible, la persona con quien siempre se puede contar, a la que nunca se puede defraudar.

 

Chela Carpio, en Irlanda en 2013. Imagen: Belén de la Banda.

Chela Carpio, en Irlanda en 2013. Imagen: Belén de la Banda.

La sonrisa. La sonrisa franca de Chela es una de las primeras que reconoce nuestro primer bebé, y después nuestra pequeña peruana. Los niños, en cualquier lugar del mundo, adoran a Chela: ella juega con cada uno como algo delicioso, algo precioso, porque ha experimentado el dolor de perder un niño, su añorado Pepito. Para ella, cada ser humano es un tesoro, desde el primer momento. Por eso les da confianza.

El esfuerzo. Cada día, al salir de la oficina, Chela vuela hacia su casa, donde se inicia su segunda jornada: una pequeña dulcería familiar que abre sus puertas cada día a las seis de la tarde. Cuando la clientela se retira, en la casita rodeada de flores es el momento de amasar, preparar y hornear para el día siguiente. Y también el fin de semana. Así, como muchas familias peruanas, Chela y Pepe labran con enrollados, empanaditas, cheescakes, tartas de tres leches y chicha morada las carreras universitarias de sus hijas. Con su esfuerzo, el esfuerzo aprendido día a día en casa, Carolina y Mariela llegan muy lejos, como profesionales y como personas.

Un punto de encuentro. No es sólo que la dulcería se convierta en un centro de actividad; es que Chela en sí misma es como el ‘meeting point’ del aeropuerto Jorge Chávez de Lima. Quien tiene un problema, quien está sufriendo, quien no sabe qué hacer, quien tiene una alegría para compartir, cuenta con su paciencia, con su hombro para llorar, con unos solsitos para ayudar. Sabe dónde está el bien, y empuja en esa dirección. Si pierdes el trabajo, si te roban, si estás enferma, si no encuentras a tu niño perdido, reza para que Chela esté cerca.

Una mujer en el mundo. Cuando se jubila, la tienda la ocupa a jornada completa. Pero se arregla para ahorrar y visitar a sus amigos, a su familia, por lejos que estén. Los amigos cooperantes o misioneros españoles que han ido pasando por su base en Lima, la familia en Estados Unidos, su precioso nieto en Irlanda. Todos queremos que Chela nos visite; cuando Chela está en casa hay paz y alegría. La vida se disfruta con ella entre risas y verdades compartidas. Lo saben desde nuestros más queridos amigos hasta el jardinero del Ayuntamiento de Madrid, desde José Luis Perales hasta los tenderos de Dublín. Con su sonrisa Chela crea un espacio de empatía donde todo lo bueno es posible.

El domingo perdimos a Chela. Es duro estar lejos, no haber podido acompañarla en su enfermedad, no poder abrazar a su familia, que ya es nuestra, no poder compartir mejor su dolor, este enorme agujero que nos queda.

Pero sí podemos agradecerles el regalo de esta mujer compartida, repartida, querida, que ha sido y es tan grande. Todas estas palabras son tristes y pocas comparadas con una vida radiante. Con Chela hemos aprendido que una persona nunca se arrepiente de ser generosa. Que siempre podemos ser mejores, y que no hay nadie perfecto: conviene la paciencia para los demás y para nosotros.

Gracias, Chela, tú sabes los porqués.

Belén de la Banda es periodista y trabaja en el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

El dilema de Ceferina: ser agricultora y no tener qué comer

Por Susana ArroyoSusana Arroyo

Ceferina Guerrero vive rodeada de pueblos fantasma: cerca de Repatriación, en Paraguay, todo el mundo se ha ido. Donde antes había casas, campos y escuelas ahora hay soja (y más soja). ‘¿Ves el cordón de miseria en la capital? Esos que viven en las calles y te piden limosna son campesinos, hermanos nuestros que vendieron su tierra a los sojeros y se fueron a buscar una vida mejor’.

Y no la encontraron.

En los últimos 10 años, 900.000 personas han sido expulsadas del campo paraguayo. Se fueron presionadas por la falta de tierra, de semillas y de trabajo, por la crueldad de las sequías y la escasa inversión pública en la agricultura familiar. Pero sobre todo, se fueron presionadas por la expansión voraz de la soja.

La siembra de ese grano cubre más del 80% de la superficie cultivable del país. Su producción ocupa millones y millones de hectáreas, que generan millones y millones de dólares, que enriquecen a pocas muy pocas familias.

Ceferina es una de las pocas campesinas de Paraguay que no han emigrado a la ciudad por culpa de la invasión de la soja. (c) Susana Arroyo / Oxfam Intermón

Ceferina es una de las pocas campesinas de Paraguay que no han emigrado a la ciudad por culpa de la invasión de la soja. (c) Susana Arroyo / Oxfam Intermón

Digan lo que digan quienes defienden el boom sojero, el panorama no es bueno: muchas familias campesinas sin parcelas, muchas propiedades en pocas manos, riqueza mal distribuida y grandísimas extensiones sembradas de un producto, que lejos de satisfacer la demanda nacional de alimentos, se exporta a Europa y China, donde se utiliza como forraje o es convertido en combustible.

¿Qué hacer entonces? A sus 63 años, Ceferina enfrenta un dilema: Irse o quedarse. Vender o conservar su tierra, una parcela de cinco hectáreas que ya ni siquiera logra alimentar a su familia, debido al deterioro de los suelos y al alto precio de las semillas, abonos y herramientas de cultivo.

Si la vende y se va, tendrá dinero en efectivo, pero perderá su casa y su terreno, que aunque pobre, algo de maíz puede darle. ¿El riesgo? Que lo ganado por la venta no le alcance ni para vivir ni para comer.

Si la conserva y se queda, no tendrá ingresos, pero al menos protegerá su patrimonio. ¿Los contras? Su salud puede resultar afectada por las fumigaciones y el consumo de alimentos contaminados por agroquímicos. Las enfermedades gástricas aumentan durante la siembra de soja y las respiratorias, durante la cosecha.

¿Qué harían ustedes?

Ella parece tenerlo claro: ‘Vender nuestras tierras no es la solución. Necesitamos propiedades y más y mejores recursos para sembrarlas. La parcela que no se siembra, se pierde’.

Pero luego duda y tras un silencio largo, añade: ‘bueno, en realidad creo que no tengo alternativa, lo mío no parece un dilema, sino una condena’.

 

Susana Arroyo es responsable de comunicación de Oxfam en América Latina. Tica de nacimiento, vive en Lima. Pide que cambiar el mundo nos valga la alegría, no la pena.

Cuerpos sin normas

Por Mayte Mederos Mayte

Llevo semanas oyendo, en radio y en la red, noticias sobre la campaña ‘La guinda del pastel’, una campaña de crowdfunding que ha puesto en marcha el colectivo Despechadas. Esta asociación trabaja para traer a España a un médico estadounidense que al parecer es una eminencia tatuando pezones y areolas en mujeres que han perdido el pecho en su lucha contra el cáncer de mama. Aquí haría cuatro reconstrucciones, y además daría clases magistrales a profesionales del sector médico y del tatuaje terapéutico para que su técnica quede en nuestro país.

'Pase lo que pase, mírame a los ojos'. Esta camiseta es una de las recompensas para participantes en el proyecto de crowdfunding 'La guinda del pastel', en MyMajorCompany, lanzado por el colectivo 'Despechadas'.

‘Pase lo que pase, mírame a los ojos’. Esta camiseta es una de las recompensas para participantes en el proyecto de crowdfunding ‘La guinda del pastel’, en MyMajorCompany, lanzado por el colectivo ‘Despechadas’.

No puedo sino estar de acuerdo con esta iniciativa. En su momento pasé por el trance de perder un pecho de forma radical, y cuando me reconstruyeron fui a una tatuadora especializada. Esa noche al regresar a casa después de la primera sesión (fueron tres), el trampantojo del pezón dibujado me hizo sentir una mujer completa por primera vez desde la mastectomía.

Lo que ocurre es que el cáncer no sólo me trajo cambios físicos y operaciones, sino también mucho tiempo para pensar. Ahí germinó mi activismo feminista, además del lésbico, y el sentido crítico que fui desarrollando me llevaba a hacerme muchas preguntas. Por ejemplo, la de por qué ejerciendo como voluntaria de una asociación contra el cáncer, en el hospital tranquilizaba a las mujeres diciéndoles que gracias a la cirugía volverían a ser ellas mismas. ¿Es que dejamos de ser mujeres por perder un pezón, o un pecho o los dos? ¿Y el único camino para recuperar la autoestima es la reconstrucción?

Mi conclusión al final del proceso es la misma que con el aborto: cuando estuve embarazada supe que no lo hubiera elegido en el supuesto de malformaciones de mi bebé, pero lucharé siempre por el derecho femenino a decidir sobre nuestro cuerpo. En este caso aplaudo cualquier iniciativa que nos permita optar a las mujeres entre el mayor abanico de posibilidades, pero también creo que el mensaje que estamos dando es equivocado.

Porque reconstruirse el pecho no es la única manera de estar bien psicológicamente, ni de sentirse deseada. Igual que el ideal de belleza delgada es una trampa malévola para millones de mujeres. Y que la tiranía de entrar en la norma hace que durante décadas se haya mutilado de forma arbitraria a quienes nacen con genitales de ambos sexos, las personas intersexuales (o hermafroditas de toda la vida).

Esa misma normatividad de los cuerpos hace que la sociedad necesite que las personas transexuales se operen, para entrar en el binarismo que algunas mentes oxidadas necesitan para entender el mundo. Por eso aplaudo con entusiasmo la visibilización que hizo en su día en Vogue la top model brasileña transexual Lea T, con un desnudo artístico que abrió puertas a quienes se oponen a la dictadura genital de la reasignación. De nuevo, defiendo que la sanidad cubra las operaciones y los tratamientos de reasignación de sexo a quien así lo desee y lo necesite para su proceso personal. Es fundamental. Pero creo que, por encima de todo, necesitamos educación y apertura de miras para entender que el mundo es plural y diverso, y que no todo el mundo tiene las mismas necesidades ni enfoques.

La semana pasada, al salir de la ducha, me dí cuenta en el espejo de que la tinta de mi pezón dibujado ha palidecido. Ya me habían advertido de que hay que renovarlo cada cuatro o cinco años. Mientras me secaba le pregunté a mi novia si para ella era un problema que lo perdiera del todo. Creo que su beso de tornillo fue suficientemente elocuente. Así que no creo que vuelva a pasar por la aguja, y tengo claro que no me sentiré menos mujer por ello.

Mayte Mederos es madre de familia numerosa y autora del blog Avatares de una amazona.