Entradas etiquetadas como ‘Chela Carpio’

El regalo de Chela

Por Belén de la Banda @bdelabanda

Hay personas tan grandes que sobresalen de cualquier paisaje. Chela Carpio es una de nuestras primeras compañeras de trabajo en Lima, cuando llegamos como cooperantes en los 90. Su primer regalo es la acogida, la paciencia para enseñarnos a sobrevivir entre los usos y costumbres de una organización, y una ciudad y un país desconocidos. Y así Chela se convierte en la amiga imprescidible, la persona con quien siempre se puede contar, a la que nunca se puede defraudar.

 

Chela Carpio, en Irlanda en 2013. Imagen: Belén de la Banda.

Chela Carpio, en Irlanda en 2013. Imagen: Belén de la Banda.

La sonrisa. La sonrisa franca de Chela es una de las primeras que reconoce nuestro primer bebé, y después nuestra pequeña peruana. Los niños, en cualquier lugar del mundo, adoran a Chela: ella juega con cada uno como algo delicioso, algo precioso, porque ha experimentado el dolor de perder un niño, su añorado Pepito. Para ella, cada ser humano es un tesoro, desde el primer momento. Por eso les da confianza.

El esfuerzo. Cada día, al salir de la oficina, Chela vuela hacia su casa, donde se inicia su segunda jornada: una pequeña dulcería familiar que abre sus puertas cada día a las seis de la tarde. Cuando la clientela se retira, en la casita rodeada de flores es el momento de amasar, preparar y hornear para el día siguiente. Y también el fin de semana. Así, como muchas familias peruanas, Chela y Pepe labran con enrollados, empanaditas, cheescakes, tartas de tres leches y chicha morada las carreras universitarias de sus hijas. Con su esfuerzo, el esfuerzo aprendido día a día en casa, Carolina y Mariela llegan muy lejos, como profesionales y como personas.

Un punto de encuentro. No es sólo que la dulcería se convierta en un centro de actividad; es que Chela en sí misma es como el ‘meeting point’ del aeropuerto Jorge Chávez de Lima. Quien tiene un problema, quien está sufriendo, quien no sabe qué hacer, quien tiene una alegría para compartir, cuenta con su paciencia, con su hombro para llorar, con unos solsitos para ayudar. Sabe dónde está el bien, y empuja en esa dirección. Si pierdes el trabajo, si te roban, si estás enferma, si no encuentras a tu niño perdido, reza para que Chela esté cerca.

Una mujer en el mundo. Cuando se jubila, la tienda la ocupa a jornada completa. Pero se arregla para ahorrar y visitar a sus amigos, a su familia, por lejos que estén. Los amigos cooperantes o misioneros españoles que han ido pasando por su base en Lima, la familia en Estados Unidos, su precioso nieto en Irlanda. Todos queremos que Chela nos visite; cuando Chela está en casa hay paz y alegría. La vida se disfruta con ella entre risas y verdades compartidas. Lo saben desde nuestros más queridos amigos hasta el jardinero del Ayuntamiento de Madrid, desde José Luis Perales hasta los tenderos de Dublín. Con su sonrisa Chela crea un espacio de empatía donde todo lo bueno es posible.

El domingo perdimos a Chela. Es duro estar lejos, no haber podido acompañarla en su enfermedad, no poder abrazar a su familia, que ya es nuestra, no poder compartir mejor su dolor, este enorme agujero que nos queda.

Pero sí podemos agradecerles el regalo de esta mujer compartida, repartida, querida, que ha sido y es tan grande. Todas estas palabras son tristes y pocas comparadas con una vida radiante. Con Chela hemos aprendido que una persona nunca se arrepiente de ser generosa. Que siempre podemos ser mejores, y que no hay nadie perfecto: conviene la paciencia para los demás y para nosotros.

Gracias, Chela, tú sabes los porqués.

Belén de la Banda es periodista y trabaja en el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.