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Apología en el estadio

Por Rosa Moro Rosa Moro

Unos cientos de aficionados del Betis ‘se cubrieron de gloria’ el pasado domingo. Toda España pudo ver una grabación donde en lugar de dedicarse al fútbol, se dedicaron a hacer apología del terrorismo. Sí, porque el terrorismo machista ha asesinado en 20 años más mujeres que el terrorismo político en 40 años. Con sus cánticos demostraron ser integrantes de esa parte enferma de la sociedad que alienta, minimiza y tolera la violencia siempre que sea solamente contra las -inferiores- mujeres.

Rubén Castro, jugador del FC Betis, fue denunciado por su pareja en 2013 por haberla golpeado brutalmente en varias ocasiones. Está imputado en un procedimiento penal por maltrato habitual y por las lesiones ocasionadas durante su relación a la que era su pareja. La afición del Betis aúpa al presunto maltratador, denigrando a la mujer que le ha denunciado. No solo no rechazan, ni condenan que un hombre maltrate a su pareja, es que lo admiten como cierto, lo justifican y encima lo alaban. Para colofón, culpabilizan a la víctima.

‘Rubén Castro ale, Rubén Castro ale, no fue tu culpa, era una puta, lo hiciste bien’

captura youtube

Captura de pantalla del video en el que se ve cantar la canción a los aficionados del Betis. Fuente: YouTube.

Al día siguiente se produjeron las reacciones de directivos y representantes del club, autoridades deportivas y políticas, todo el mundo calificó los cánticos de vergonzosos e inadmisibles. Algunos esperaban que todo quedase ahí: unas palabras de condena y arreglado, ‘que la violencia, cuando es contra las mujeres, tampoco es para tanto’. Según la abogada de la ex novia de Rubén Castro, los cánticos llevaban produciéndose desde hacía tiempo y nadie se alarmó entre la directiva ni el resto del público hasta que el asunto saltó a los medios. Incluso el presidente del Real Betis, Juan Carlos Ollero, que los calificó de ‘repugnantes’, al principio aseguró que no había escuchado nada.

La Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres y otras organizaciones de derechos humanos exigieron inmediatamente a la dirección del Betis que tomase medidas contundentes contra estos afiliados y aficionados. Llama la atención que en ningún momento anterior el club haya sancionado ni reprendido al jugador. Ni este ni ningún club de fútbol se ha posicionado públicamente contra la violencia machista desde que se produjera la denuncia contra el presunto maltratador del Betis. El club no ha mostrado apoyo a la víctima. Ninguno de ellos ha tomado en cuenta el lamentable y peligroso ejemplo que todo esto supone para los jóvenes que tienen como referente los valores del deporte que el fútbol dice defender.

La Fiscalía ha abierto diligencias por los hechos, a petición de la abogada de la víctima, algo exagerado para muchos. La Comisión Antiviolencia ha solicitado el cierre parcial temporal de la grada del estadio como sanción, aunque para el presidente Ollero esto es una medida ‘discriminatoria y oportunista‘ ¿oportunista por qué? ¿Discriminatoria para quién? Siguen demostrando que en el fondo disculpan la violencia de género. Toleran la violencia y la injusticia siempre que sea solo contra las -¿inferiores?– mujeres. Hay que actuar, y hacerlo con contundencia. No hay excusas. Seamos serios por fin en la lucha contra la lacra de la violencia machista.

Rosa Moro es periodista y activista. Le apasionan África, la comunicación y la revolución. Trabaja en el Departamento de Comunicación de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres y colabora con diversos medios y organizaciones. Es autora del blog África en Mente.

Corresponsabilidad y malentendidos

SusanaMartinezNovo70

Por Susana Martínez Novo

Nuevamente se plantea desde instancias gubernamentales dar salida al Proyecto de Ley de corresponsabilidad parental, fundamentado entre otros motivos en el fomento de la responsabilidad de ambos progenitores para el ejercicio de las relaciones paternofiliales tras la ruptura de la convivencia.

La corresponsabilidad es fundamental en la crianza de los niños. Imagen: Towar / CC0 Public Domain

La corresponsabilidad es fundamental en la crianza de los niños. Imagen: Towar / CC0 Public Domain

Se olvida el legislador que la realidad social continúa azotando a las mujeres, siendo estas el sector que más se ha visto perjudicado por las medidas de restricción económica. La precariedad en el empleo afecta más a las mujeres, y son las mujeres las que más tiempo dedican al cuidado de la prole y de los mayores.

En este contexto, pretende nacer una ley sobre las bases de una premisa errónea. Me pregunto por qué no empezamos por fomentar las medidas de inserción laboral e independencia económica de las mujeres para lograr que la implicación de ambos progenitores sea análoga durante la convivencia y logrado este primer y básico objetivo, adaptamos la norma a la realidad social que se pretende regular.

Por otra parte, no existen en nuestro país estudios fundamentados sobre el efecto que las medidas de custodia compartida han tenido sobre los menores, cuando ha sido impuesta por nuestros tribunales, premisa que igualmente considero necesaria.

Pero es más, la custodia compartida es posible y ya está siendo acordada en la praxis de nuestros tribunales cuando las circunstancias del caso y el interés de los hijos e hijas así lo aconsejan.

En tal sentido es reiterada la jurisprudencia del Tribunal Supremo, y a tal efecto cito la reciente Sentencia nº 619/2014, de 30 de octubre de 2014, que establece que la guarda y custodia compartida se acordará cuando ‘concurran criterios tales como la práctica anterior de los progenitores en sus relaciones con el menor, y sus aptitudes personales, los deseos manifestados por los menores competentes, el número de hijos, el cumplimiento por parte de los progenitores de sus deberes en relación con los hijos y el respeto mutuo en sus relaciones personales‘.

También se establece que la custodia compartida conlleva como premisa la necesidad de que exista entre los padres ‘una relación de mutuo respeto, que permita la adopción de actitudes y conductas que benenficien al menor y no perturben su desarrollo emocional’.

La excesiva normativa y el exceso de celo, llevan al quienes legislan a introducir en el Anteproyecto de Ley de corresponsabilidad parental medidas tales como la posibilidad de otorgar una guarda compartida aun cuando ninguno de los progenitores solicite su ejercicio compartido, o incluso cuando sobre ambos puedan pesar indicios fundados de haber cometido actos de violencia, entre ellos o respecto de sus hijos e hijas. Esto conculca de forma palmaria el criterio lógico y razonable del Tribunal Supremo.

¿Es un buen progenitor o progenitora quien resuelve sus conflictos con violencia? ¿Puede considerarse en algún caso que un comportamiento violento redunda en interés del menor?

Considero que debemos hacer un llamamiento a la cordura, y más cuando se trata de decidir sobre el desarrollo y cuidado de nuestros hijos e hijas. Hay que dar un mínimo margen de confianza a los padres para que decidan sobre las medidas que van a regir el futuro de sus relaciones, interviniendo solo en caso de conflicto y, por supesto, sin llegar al punto de imponer por la fuerza lo que ninguno de los dos padres quiere.

Donde impere la sensatez, no tiene que imponerse la norma.

Susana Martínez Novo. Abogada y activista. Presidenta de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, participa también en la Asociación Española de Abogados de Familia.

Un convenio para prevenir la violencia en Europa

Por Susana Martínez Novo SusanaMartinezNovo70

Cuando estudiaba Derecho decían mis profesores que las normas deben adaptarse a la realidad social del tiempo en que deban ser aplicadas. Sin embargo cuando hablamos de violencia de género, nos encontramos con que la conciencia social y política todavía está muy por detrás de la legislación.

El pasado 6 de junio fue publicado en el BOE el Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra la mujer y la violencia doméstica – Convenio de Estambul-, abierto a la firma el 11 de mayo de 2011.

Con frecuencia, el maltratador obliga a la víctima a obedecer sus caprichos mediante coerción  y amenazas. Ilustración de Ana Sara Lafuente.

Con frecuencia, el maltratador obliga a la víctima a obedecer sus caprichos mediante coerción y amenazas. Ilustración de Ana Sara Lafuente.

El convenio constituye a mi modo de ver un intento bien intencionado de promover las políticas públicas contra la violencia de género, comenzando por la necesidad de visibilizar la existencia de la violencia mediante la recogida de datos, que en muchos paises todavía no se realiza. Pero sobre todo supone un avance y un reconocimiento de otras formas de discriminación hacia la mujer hasta ahora silenciadas.

Condena el convenio todas las formas de violencia contra las mujeres, incluyendo la sexual, matrimonios forzados, mutilación genital femenina, y esas otras más sutiles como la privación arbitraria de la libertad y la violencia económica, que las organizaciones que trabajan en defensa de los derechos de las mujeres vienen poniendo de manifiesto desde hace mucho tiempo.

Parece que no acabamos de enterarnos que determinadas formas de violencia como el control de las actividades de la pareja, de los horarios, los movimientos, de los ingresos familiares… provocan de forma ineludible una dependencia personal y económica del violento, que bajo el paraguas del amor y del paternalismo no deja salida. Pero es más, por fin se censura la existencia de justificaciones de tipo cultural, religioso y específicamente el  ‘honor’  como fundamento de las conductas violentas.

De esta forma discursos como los ofrecidos por determinados personajes de marcada relevancia social, sacerdotes y otros cargos públicos, especialmente en pequeñas localidades donde su opinión es fuente de ideología y transmisión de valores, quedan ahora más que nunca deslegitimados y deben ser objeto de rechazo y reproche social.

Por otra parte, produce cierta satisfacción contemplar como se aborda la necesidad de asignación de recursos financieros y humanos para la aplicación de las políticas públicas dirigidas a estos objetivos, y se hace especial hincapié en el reconocimiento que a todos los niveles debe otorgarse a la labor de las organizaciones no gubernamentales, por su experiencia en la materia y a la necesidad de establecer una cooperación eficaz con dichas organizaciones.

Creo que no podemos olvidar el servicio que desde las organizaciones se ofrece a las víctimas y que la cooperación entre instituciones y organizaciones es un cauce necesario para rentabilizar recursos y para favorecer el seguimiento personalizado de los casos.

Por no ir más lejos, el otro día me decía una mujer: ‘¿Cómo quieren que no nos desanimemos si en el Punto Municipal han atendido a mi hija en tan solo dos ocasiones en más de tres meses y está psicológicamente destrozada?’ Por supuesto, le hemos ofrecido terapia grupal en nuestra organización.

Ahora estamos a la espera de ver como se pone en marcha la aplicación del Convenio, que entrará en vigor en nuestro país el próximo 1 de agosto. Tres años ha tardado España en ratificar dicho convenio, pero lo más patético y sorprendente es que a fecha de hoy solo 11 países de los 47 que conforman el Consejo de Europa lo han ratificado y en concreto que países como Francia y Alemania todavía no lo hayan hecho. ¿ No sufren sus mujeres algún tipo de discriminación o violencia?

Esto pone de manifiesto que la violencia de género todavía no forma parte de las prioridades de la agenda política de muchos países de la Unión Europea y si esto es así como pretendemos que se remueva la conciencia social de las y los ciudadanos que viven bajo esos gobiernos y de los otros que queramos o no, nos dejamos manejar por las prioridades de Europa.

 

Susana Martínez Novo. Abogada y activista. Presidenta de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, participa también en la Asociación Española de Abogados de Familia.

Identidad a la fuga

Por Angélica Guzmán Angelica Guzmán

A menudo,  tras años en una relación de pareja alguna de las partes, o incluso ambas, comienza a ser consciente del malestar que la propia relación le genera, y  aparecen de forma recurrente preguntas del tipo ¿cómo hemos llegado aquí? Relaciones en las que la falta de respeto y la pérdida de libertad, o lo que es peor, de identidad se ha ido haciendo cada vez más latente.

Imagen basada en la fotografía promocional de la película 'Novia a la fuga', que protagonizaron Julia Roberts y Richard Gere en 1999.

Imagen basada en la fotografía promocional de la película ‘Novia a la fuga’, que protagonizaron Julia Roberts y Richard Gere en 1999.

Muchas veces restamos valor a factores como la asertividad, el ser capaz de manifestar en cada momento nuestras sensaciones, positivas y negativas, sin que ello tenga que implicar de forma inequívoca una discusión o una situación de tensión. El espacio personal, el diálogo, la manifestación de los sentimientos y  la negociación de condiciones son algunos aspectos que, especialmente en las primeras etapas, se dejan de lado en beneficio de complacer a la otra persona como medio para que la pareja llegue a buen fin.  Muchas veces creemos que renunciar a nuestros pequeños deseos no tiene importancia, y posiblemente en muchas ocasiones sea así, pero ¿dónde está el límite en el que esas pequeñas cosas comienzan a tener importancia? ¿Cuándo el ‘si no te apetece salir nos quedamos en casa’ se convierte en ‘es que ya nunca salimos, nunca tienes en cuanta lo que yo quiero’?

Poco a poco, de forma ‘natural’, tendemos a ir abandonando el ‘yo’ para convertirnos en un ‘nosotros’, en el que nuestra identidad personal se diluye en una identidad común de pareja, muy bonito a ojos de Hollywood pero poco práctico y sano para la satisfacción y bienestar personal.  A veces, intentamos amoldarnos tanto a esa persona que tenemos al lado, que llegamos a no saber cuáles son nuestras preferencias o nuestros gustos.  Un ejemplo quizá banal, pero muy ilustrativo de esto aparece en la película ‘Novia a la Fuga’ en la que la protagonista, Julia Roberts,  asume como propia la preferencia culinaria de cada una de sus parejas, llegando a no saber cuáles son las suyas propias. ¿Acaso es malo que los gustos cambien o evolucionen? Por supuesto que no, siempre y cuando esos cambios sean fruto de una evolución y/o transformación personal, y no del intento de ser más a fin a una pareja.

Y es que, esas pequeñas cosas que a corto plazo parecen facilitar la relación de pareja, a la larga, suponen una historia de renuncias y censuras constantes que conllevan un vacío que hace que, lo que en un primer momento eran diferencias propias de dos personas independientes que inician un camino juntas, se convierta en una fuente de malestar y angustia. En muchos casos asumimos que la pareja es renuncia y a menudo cedemos sin ser conscientes de que sin duda es una mala inversión. No se trata de egoísmo, sino de igualdad, equidad, negociación y diálogo, de querer estar con la persona que conocemos y no de quien puede llegar a ser cuando se amolde a nosotros, de querer mantener una relación con una persona libre, independiente y con identidad propia.

 

Angélica Guzmán es trabajadora social y psicóloga, colaboradora de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, y por encima de todo, fiel creyente de que otro mundo es posible