He llagado el verano y con él el calor, el sol y el buen tiempo. Y, además, una época en la que los pediatras solemos atender a niños que por un motivo o por otro han sufrido algún tipo de accidente que ha dado lugar a una herida que con el tiempo se convertirá en una cicatriz más grande o más pequeña dependiendo de la profundidad de la misma.
Y aunque en primera estancia lo que nos preocupa a los padres es que nuestros hijos no se hayan hecho algo grave, no debemos olvidar que las cicatrices son para toda la vida, por lo que debemos realizar un riguroso cuidado de las mismas durante los siguientes meses.
En este post os contamos por qué es importante proteger las heridas del sol, ya que si no lo hacemos concienzudamente, el resultado de la cicatriz puede ser mucho menos estético de lo que realmente nos gustaría.
¿Qué pasa después de hacernos una herida?
Cuando nos hacemos una herida y se pierde la integridad de la piel se inicia lo que conocemos como cicatrización.
Durante el mismo se producen una serie de procesos que van encaminados a controlar y cortar el sangrado, evitar que la herida se infecte y, en última instancia, reparar la barrera cutánea para que ésta vuelva a estar íntegra, independientemente de si la herida es más o menos superficial o de si la hemos tenido que ayudar a cerrarse, por ejemplo, con puntos de sutura o aproximación.
Y una vez que la herida ha pasado esa primera fase de cicatrización, que habitualmente dura unos 7 o 10 días, se inicia una segunda fase en la que la piel se remodela hasta la cicatriz definitiva.
Esta segunda fase pude durar de semanas a meses, dependiendo sobre todo de la profundidad y de qué capas de la piel estuvieron afectadas por la herida original. En general, si solo se afectan las capas más superficiales de la piel, la epidermis, lo habitual es que la herida no deje una cicatriz permanente, mientras que si es más profunda, cuando la herida llega a dermis, es probable que la cicatriz sea permanente.
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¿Por qué la piel tiende a oscurecerse cuando cicatriza?
Cuando se produce la cicatrización, uno de los mecanismos que activa nuestro cuerpo para conseguirlo es la inflamación y con ello los melanocitos que están cerca de la herida, lo que tiene como consecuencia que en esa zona aumente la concentración de melanina que, como sabréis, es el pigmento que colorea o broncea nuestra piel.
De hecho, no solo vemos ese aumento de melanina que oscurece la piel en las heridas, si no que siempre que hay inflamación cutánea esto tiende a ocurrir, como es en el caso del acné o de la dermatitis atópica, enfermedades crónicas de la piel que pueden dar lugar a lesiones hiperpigmentadas y que son muy frecuentes en la infancia.
El problema es que ese aumento de producción de melanina durante el proceso de cicatrización se ve agravado cuando a la piel le da el sol, lo que a la postre puede dar lugar a una cicatriz de un color mucho más oscuro de lo esperado y de ahí la importancia de proteger la heridas del sol para intentar conseguir un mejor resultado estético.
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¿Y qué podemos hacer para evitarlo?
Una vez superado el proceso inicial de cicatrización, para que nos entendamos, cuando ya no hay costra, debemos proteger esa zona de piel lo máximo posible del sol.
Para ello, seremos muy concienzudos y utilizaremos protección solar de alta cobertura contra la radiación ultravioleta (50+ FPS) cada poco tiempo: al menos cada 2 horas y siempre después del baño. Es decir, lo mismo que se recomienda para piel sana, pero sabiendo que ahora lo hacemos no solo para prevenir los efectos de la radiación solar, como el envejecimiento prematuro de la piel o el cáncer de piel, si no para evitar que el resultado de una cicatriz tenga un resultado poco estético.
En las zonas menos visibles, como el cuerpo y los miembros, siguiendo los principios básicos de protección solar suele ser suficiente (aplicar un filtro solar cuando no lleven ropa que cubra dicha zona); sin embargo, al ser la cara una zona del cuerpo expuesta al sol durante todo el día, debemos ser más concienzudos para que no quede una marca de la que nos podamos arrepentir en el futuro.
Para ello recomendamos parches de silicona que se conocen como reductores de cicatrices, ya que algunos de estos apósitos no dejan pasar la radiación solar y por tanto protegerán al máximo la cicatriz que cubren. Lo bueno que tiene este tipo de protección es que no tienes que estar pendiente de renovar la crema cada cierto tiempo, ya que son aptos para el baño y el niño los lleva todo el día, ya que se pueden recortar para cubrir solo la zona de la cicatriz y se cambian, más o menos, una vez a la semana.
Pero ojo, que esto no nos cree una sensación de falsa seguridad, ya que aunque estemos cubriendo la cicatriz con un apósito de este tipo, el resto de la piel la debemos proteger con un filtro solar como lo hacemos normalmente.
Debido a que la radiación ultravioleta es alta no solo en verano, si no también en primavera y otoño, debemos seguir este consejo durante toda la temporada de buen tiempo, lo que a la postre se traduce en que debemos estar pendientes de proteger la cicatriz de nuestro hijo durante al menos los siguientes 6 u 8 meses después de que se hiciera la herida original, ya que es el tiempo que tarda la piel en remodelarse tras una agresión inicial.
Por ultimo, ya que hemos hablado del acné y la dermatitis atópica, recordad que son pieles muy sensibles a la radiación solar, por lo que debemos ser muy exhaustivos en aplicar protección solar de amplio espectro en las zonas expuestas si no queremos que les aparezcan zonas de piel más oscurecidas como consecuencia del sol.
En resumen, el cuidado de una herida no finaliza después de la primera fase de cicatrización, ya que si no queremos que nos quede una cicatriz más oscura de lo que es nuestra piel, debemos protegerla del sol durante los siguientes meses.
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