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Entradas etiquetadas como ‘sociedad’

Demasiada carne

Por M. S. Capdevila

Son muchos los alimentos que, en distinto grado y según su dosis y modo de preparación, producen cáncer. El reciente estudio de la Organización Mundial de la Salud no ha hecho sino concretar más algunos aspectos suyos en lo relativo a la carne, rompiendo –y eso es muy importante- el muro de intereses que intentaban disimularlo.

245863-620-465La industria cárnica ha cuadriplicado su producción en cincuenta años, a costa de “cultivar” una carne con productos muy perjudiciales para la salud, tanto respecto al cáncer como a otras enfermedades. Ha propagado la idea insana de que hay que comer carne en cantidades antes impensables.

Esto produce una erosión acelerada de los suelos, obliga a labrar otros nuevos y desgasta nuestra única Tierra. Un mismo terreno produce de diez a veinte veces más proteínas vegetales que animales.  La cría de ganado consume la mitad de los cereales y agua del mundo. Una dieta a base de carne cuesta el triple. También agrava la desnutrición de una gran parte de la humanidad.

De ahí que por mi salud, por mi economía, por mi planeta y por solidaridad con los demás y también con los animales  -criados en forma bárbara para el matadero- procuro, desde que fui tomando conciencia de estos hechos, consumir menos carne que la que mi ambiente me habían inducido a comer y que de tantas maneras nos perjudica, directa o indirectamente, a todos.

El drama de los refugiados o la hipocresía en primera persona

Por María E. Bolaños

Cada día, desde hace mucho, vemos las avalanchas de personas que buscan una vida decente. Huyen de una guerra tolerada por una comunidad internacional con parálisis. Únicamente reacciona cuando se les pone cara y nombre, como el suceso del niño Aylan. Y es que somos una sociedad hipócrita.

Foto de los refugiados en la frontera entre Serbia y Croacia . (Antonio Bat /  EFE)

Foto de los refugiados en la frontera entre Serbia y Croacia . (Antonio Bat / EFE)

Los problemas sólo los vemos cuando nos tocan en primera persona. Exigimos solidaridad, igualdad, justicia, libertad y vida digna cuando queremos que otros sean solidarios, y así sucesivamente. El mundo, porque ya hay que hablar en términos planetarios, sigue guiado por manos invisibles, por fuerzas que dominan y que no admiten ser dominadas.

Puede ocurrir que un día seamos uno de nosotros el que esté varado en una playa, boca abajo. Y no pasará nada, porque seguirá habiendo muchos otros que cierren los ojos. Las personas somos la solución, nunca el problema. Y esto tampoco lo entiende mucha gente.

Quijotes para guiar a los Sanchos

Por Pedro Argüello Mur

Siempre llamaron mi atención los versos finales de la primera copla de Jorge Manrique, aquellos que dicen: «cómo, a nuestro parecer / cualquier tiempo pasado / fue mejor». Pero Manrique no es el único. Existen muchas otras referencias a este tópico en la literatura, como por ejemplo en el mito grecolatino de las edades del hombre relatado por Hesíodo, en el relato del Génesis, y hasta en el lenguaje coloquial, pues ¿quién no ha escuchado a un anciano decir aquello de «esto en mis tiempos no pasaba»?

(MICHAEL HUGUES)

(MICHAEL HUGUES)

Y sin embargo, aunque se trate de un pensamiento común a todas las generaciones, a mi parecer en la mía es una gran verdad: una generación perdida, carente de ética, sin más dioses que la lujuria y el dinero, una generación de hombres despojados de su alma, máquinas, una masa uniforme de la que nadie se separa no sea que le tachen de loco. Y hacen falta locos, Quijotes que defiendan los más puros ideales del hombre; Quijotes que busquen la verdad, Quijotes honrados, Quijotes humanistas; Quijotes que, ante una sociedad que les tacha de arcaicos o de locos, no renuncien al camino de la virtud, por el cual el hombre alcanza la felicidad y perfección. Quijotes, locos al fin y al cabo, que iluminen, enseñen y lideren a los Sanchos que les siguen.

 

 

 

Cuando la policía local estaciona mal y, además, se niega a personarse

Por Luis V. D.

Mientras circulaba por la avenida de los Toreros (Madrid) me he encontrado un vehículo mal estacionado invadiendo el carril derecho (preferente para bicis). Esto me ha obligado a cambiar mi trayectoria invadiendo el carril central con riesgo de colisionar con otros vehículos. La sorpresa, y a la par indignación, ha llegado al rebasar el vehículo y ver que era un furgón de agentes de movilidad, que estos estaban recostados en sus asientos y que delante del vehículo tenían un trípode con un radar.

Vehículo de Movilidad en carril bici

El furgón de Movilidad y el trípode. (LUIS)

No alcanzo a entender que el ansia por multar lleve a un agente a estacionar un vehículo indebidamente (pese a existir huecos libre en la calle), con la única finalidad de ocultar un radar de trípode y poniendo en peligro la circulación en ese punto. El vehículo no tenía encendido ningún luminoso que indicara una situación de emergencia o de desvío por carril ocupado e invadía parcialmente un cruce. Tampoco había, de forma previa, la correspondiente señalización de radar.

Ante esta anómala situación y para prevenir accidentes a los ciclistas que circulaban por la zona y tenían que cambiar de carril para esquivar el vehículo, he optado por llamar al 092 para solicitar la presencia de agentes que pudieran valorar y corregir el riesgo generado por sus compañeros. La mujer que me ha atendido me ha dicho que un policía municipal no acudirá nunca a una llamada para denunciar a un compañero.

Si la anterior situación me indignó, esta otra ya me sacaba de mis casillas. Nunca imaginé una actitud tan mafiosa en un cuerpo de seguridad que presta un excelente servicio en esta ciudad. La llamada la realicé sobre las 9:07. Lo indico para que localicen a esa agente y que, por favor, no vuelva a atender una llamada desde centralita, porque si bien se podría valorar la lealtad a sus compañeros en esta ocasión ha rozado el delito.

Fútbol, histeria colectiva y crisis de valores

Por José Olivares

Aficionados de España en los aledaños del Bernabéu. (EFE)

Aficionados de España en los aledaños del Bernabéu. (EFE)

Vaya por delante mi respeto a los cientos de miles de aficionados al fútbol, pero las últimas expresiones de júbilo ante cosas tan nimias como son las presentaciones de jugadores confirman la debilidad que muestra la sociedad ante la parafernalia mediática que rodea a esta actividad; y es tal la manipulación que los problemas reales pasan a un segundo orden.

Aunque lo peor de esa ceguera está en la facilidad que tenemos en asumir como normales las cifras de los fichajes y de los sueldos de los jugadores, y eso a pesar de que muchos de los que jalean los actos viven con poco más de 400 euros al mes.

Que hay crisis de valores, no hay duda, pero no es menos cierto que el poder, con mayúsculas, lleva tiempo manejando los designios de la sociedad utilizando elaborados sistemas psicosociales que anulan nuestra capacidad racional de crítica o discrepancia, llegando con facilidad a la histeria colectiva en cualquier acto sin importancia.

Empresas que escuchan, fans que ganan

Por Laura Vilomara

Maniquíes en el escaparate de una tienda de moda. (CARLOS N. C.)

Maniquíes en el escaparate de una tienda de moda. (CARLOS N. C.)

Llega el verano y con él los bikinis en los escaparates. Todos nos quitamos capas de ropa de encima después del largo invierno y las maniquíes no son menos.

Pero existe una diferencia: mientras la preocupación principal de la mayoría son los kilos de más, los maniquíes tienen la gran suerte de ser fabricados a medida, y alguna veces, muestran más de lo que deben y nos dan una imagen que poco tiene que ver con la realidad de la media.

Esto es lo que ha pasado con los últimos maniquíes de la firma La Perla, cuya delgadez fingida ha superado los límites aceptables y que muchos han tildado de dar una imagen inadecuada. La polémica ha sido muy grande y todos nos quedamos con la anécdota de la gravedad de la noticia.

Sin embargo, tan importante es el error como la enmienda y en este sentido, sí creo indispensable destacar la impecable actuación por parte de la dirección de la firma que, casi de inmediato, publicó un comunicado de disculpa y retiró el maniquí.

La Perla escuchó a la sociedad y le hizo caso. Ya podrían muchas empresas aprender de esta firma y prestar mucha más atención a las demandas que reclamamos.

Adaptarse o morir

Por Horacio Torvisco

117790Una de las características de la sociedad capitalista, por encima de cualquier otra consideración, es conseguir la máxima eficiencia productiva. Bajo el supuesto de que esta sociedad sólo admite a los mejores se margina a la mayoría condenándola al paro o al subempleo, culpabilizándola además, de su situación. Adaptarse a este sistema donde la privacidad forma parte de un ámbito no controlable ya por el individuo, requiere fundamentalmente asentimiento acrítico y nula autorreflexión, donde el “porqué” no existe, si acaso el “cómo”.

En esta adaptación se tiende incluso a patologizar cualquier “anomalía” estética o de comportamiento que no respondan al perfil del vencedor social. Si a usted se le cae el pelo, o no es capaz de estar al cien por cien en las interminables jornadas laborales, o si no luce permanentemente una sonrisa “Profidén”, usted está enfermo y debe medicarse cuanto antes, el sistema se lo exige.

Sociedad anestesiada

Por Gerardo Seisdedos

a00481590 126¿Qué pasa en España? Tanta gente en el paro, tanta gente pasándolo mal, y mientras los españolitos en el sofá viendo los vergonzosos programas televisivos, alienantes, estúpidos, haciendo botellones y otros saraos, que nuestras autoridades, no solo no impiden sino que estimulan. Pero claro, a nuestros políticos, elegidos por esta irresponsable y anestesiada sociedad, les interesa que la mayoría de la población mire esas porquerías televisivas y se anestesien con los efluvios alcohólicos, esnifantes y demás maravillas psicotrópicas. Porque mientras se entretienen con este “pan” y con este “circo”, no les molestan y pueden seguir haciendo sus fechorías: recortes en sanidad, educación, seguridad social, salario mínimo, dependencia, justicia, corrupciones, injusticias, manteniendo el paro a niveles insostenibles, frotándose las manos con los beneficios que le va a reportar su proyecto de sanidad privada, educación privada, planes de pensiones privados, etc.

¿Cómo puedes trabajar en una tabacalera?

Por Ainhoa Quemada

Cuando con diecisiete años me dieron un trabajo en una tabacalera nadie me preguntó si estaba a favor o en contra, si tenía algún problema en hacerlo o si quiera si fumaba. Iba a trabajar en un sector que desde siempre ha estado muy regulado y, en principio, no molestaba a nadie si se cumplían todas las leyes.26902

Sin embargo, con los años he visto como las caras han cambiado cuando digo donde trabajo. Caras de «¿pero el tabaco no mata?», «¿cómo puedes trabajar ahí?». Una actitud infundada a raíz de las continuas políticas y leyes en contra de un sector que no sólo da trabajo a miles y miles de familias, sino que supone una gran fuente de ingresos para el país en concepto de impuestos. Nada despreciables tal y cómo está el panorama.

Tanto yo como mis compañeros no tenemos por qué sentirnos avergonzados al decir en qué sector empleamos más de ocho horas diarias para poder cobrar un sueldo. Somos trabajadores de empresas que ya cumplen cada una de las leyes que regulan la actividad. Legales. Pero es más práctico colgarse el cartel de «buenos políticos» y hacer la vista gorda a otros asuntos donde cada uno hace lo que le da la gana.

El ‘capitalismo popular’

Por Luis Fernando Crespo Zorita

El ‘capitalismo popular’, desarrollado ideológicamente durante los años finales del siglo pasado como ‘democracia económica’, predicaba que cualquiera, con un pequeño esfuerzo de ahorro previo, podíamos convertirnos en accionista de una o varias macroempresas y participar efectivamente de los beneficios generados, por muy especulativos que estos fuesen. El resultado es que, a pesar de las críticas que se le pueden hacer, el sistema de acumulación capitalista tiene un grado de aceptación social mayor del que la lógica y un análisis racional inteligentes le podrían conceder. Es ya una cultura con valores propios y una visión del mundo enraizada en la mentalidad de los “ciudadanos-clientes-consumidores”, que determina su comportamiento como una segunda naturaleza. Afectados por las preferentes

Hasta que ha aparecido la cruda realidad y sus consecuencias reales y no previstas han ido estallando, una tras otra, las burbujas (punto.com, capital-riesgo, inmobiliarias, preferentes…). Entonces surge de nuevo el ciudadano reivindicativo, el ‘pequeño ahorrador’ que necesita del Estado, que previamente habíamos reducido en aras de la iniciativa privada, para que ponga orden a posteriori en un mercado insaciable y tan canalla que devora a sus propios hijos, sobre todo a los que más habían confiado en el sistema, la sufrida clase media, la única que por su nivel de ingresos puede ahorrar, pero no puede especular.

Lo que está ocurriendo con el rescate de los bancos hipotecarios, los beneficios fiscales a la inversión o la reducción de impuestos exige una desinversión pública poco o nada rentable socialmente y oculta la enfermedad de fondo: la desaparición de la soberanía popular y de la voluntad política conformadas electoralmente, para dejar la defensa del interés general a las fuerzas económicas más rentables en cada momento. Esta es la gran paradoja. Sepamos a ciencia cierta que sus decisiones van a ser siempre egoístas por buscar, con legitimidad o sin ella, exclusivamente el beneficio particular o corporativo.