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Un vídeo interactivo para saber qué pasa tras las ventanas de ‘Physical Graffiti’

"Physical Graffiti" - Led Zeppelin, 1975

«Physical Graffiti» – Led Zeppelin, 1975

La carpeta era una invitación al voyeurismo. Querías ser indiscreto con cada ventana, averiguar qué historia protegían, qué secreto guardaban, qué vulgaridad o excelencia habitaban tras las cristaleras.

El envoltorio del sexto disco de Led Zeppelin, el doble álbum Physical Graffitti, que salió a la venta en febrero de 1975, te sacudía antes que la música. La foto del par de edificios gemelos —reales, aún siguen allí: en los números 96 y 98 de St. Marks’ Place de Nueva York— tenía cada ventana troquelada para que los huecos coincidieran con las imágenes de las fundas del par de discos que venían dentro de la carpeta.

El diseñador Peter Corriston aseguraba así una permutación combinatoria con las cuatro portadas interiores y las dos exteriores —el anverso con el edificio retratado durante el día y el reverso, de noche—.

La cubierta de 'Physical Graffiti' extendida

La cubierta de ‘Physical Graffiti’ extendida

Aquello era un santuario de notables al estilo de los collage arty que se pusieron de moda tras la cubierta de Sgt. Peppers Lonely Heart’s Club Band (The Beatles, 1967). Por las ventanas podían asomarse Elizabeth Taylor ataviada de Cleopatra, King Kong, la Virgen María, Judy Garland y sus compañeros en El Mago de Oz, el astronauta Neil Amstrong, el pionero del culturismo Charles Atlás, El Gordo y El Flaco, Lee Harvey Oswald, los cuatro músicos de Led Zeppelin vestidos como harapientos vagabundos…

El envoltorio del disco era misterioso, sólido y tenía el añadido de las portadas que aspiraban a la condición de obras de arte visual.

Ahora, coincidiendo con la reedición de una versión remezclada de Physical Graffiti, nos llevan un paso más allá con un fascinante vídeo interactivo que se puede ver abajo o, si se desea disfrutar en un formato mayor, en este vínculo.

Una recomendación previa que con Led Zeppelin siempre debe acatarse: suban al máximo el volumen.


El realizador Hal Kirkland ha utilizado la idea de las ventanas abiertas a otros mundos, la canción Trampled Under Foot y la última tecnología digital para montar un vídeo por el que se puede navegar entre las diferentes estancias del edificio mientras suena uno de los temas más machacones y sólidos de Physical Graffiti.

Con una barra de navegación que emula el perfil de los edificios, el espectador puede pasar de una habitación a otra para encontrarse con escenas de una película de Georges Méliès, montajes virtuales de sótanos y oscuras abadías muy adecuadas al aire arcano que el grupo pretendía ofrecer con sus guiños al satanismo y el ocultismo y, sobre todo, pequeños cortometrajes hilarantes que van desde un niño arrebatado emulando a Robert Plant, una vieja hippie que se divierte a todo gas, dos muchachas que convierten una cocina en pista de baile, un hispter que escucha la canción mientras conduce un descapotable, imágenes de un concierto del grupo en 1975

Capturas de los vídeos de "Trampled Under Foot" © Hal Kirkland

Capturas de los vídeos de «Trampled Under Foot» © Hal Kirkland

No es el primer videoclip de extraordinaria calidad y simpatía de Kirkland, que en 2008 se llevó de calle un buen lote de premios a la mejor animación con Hibi No Niero, grabado enteramente con webcams y con un presupuesto de producción, como señala orgulloso el realizador, de «cero dólares».

Para el de Led Zeppelin ha rodado con más medios, pero no son los efectos de alto coste los que marcan la pieza audiovisual, sino la viveza de la idea, basada en un acto tan primario como entrar en los infinitos mundos posibles que desde el interior de las ventanas multiplican, agigantan y trastornan la normalidad del lado de afuera. Casi siempre es mejor entrar que salir.

Jose Ángel González

Una web para comparar el diseño (y el poder) de los pasaportes del mundo

'Passport Index'

‘Passport Index’

Las tapas de colores oscuros y apagados del pasaporte desprenden un cierto anacronismo, pero nadie se ha preocupado nunca demasiado más que por llevarlo sin caducar.

Tal vez cuando más tiempo pasamos observando el nuestro es en las colas —cada vez más largas— de los aeropuertos, entonces nos obligamos a pasar las hojas del librito. En el caso del español, es llamativo el último rediseño al que fue sometido en agosto de 2006, que (tras la representación a plumilla de las tres carabelas) incluye entre sus hojas animales del mundo —tortugas, bisontes, murciélagos, truchas, renos, ballenas…— y sus movimientos migratorios.

Documentos oficiales, anodinos y funcionales, sin embargo despiertan cada vez más interés entre los diseñadores. El nuevo pasaporte de Nueva Zelanda —creado en 2008— era admirado por reducir significativamente el escudo de armas y sustituir el color azul por un color negro interrumpido en un lateral por la hoja de un helecho plateado.

Pasaporte de Nueva Zelanda

Pasaporte de Nueva Zelanda

Más reciente es el ultramoderno modelo Noruego, aprobado a finales de 2014, elegido por un concurso convocado por la Policía Nacional de Noruega y que ganó el estudio Neue de Oslo. El documento muestra en sus páginas versiones escuetas y de colores claros de los paisajes naturales del país. Bajo la luz ultravioleta, los mismos paisajes se tiñen de tonos que emulan los de la aurora boreal.

Interior del nuevo pasaporte noruego, diseñado por el estudio Neue de Oslo

Interior del nuevo pasaporte noruego, diseñado por el estudio Neue de Oslo

La web interactiva Passport Index (Índice de pasaportes) sigue con ese ánimo de observación. Está construida a modo de banco de imágenes, para contrastar los diferentes diseños en los que confía cada país para otorgarle al documento una seriedad nacional.

Sobria y de navegación sencilla, reúne portadas de pasaportes de todo el mundo y sigue ampliando su galería en busca de algunos que todavía faltan, como es el caso de Samoa o Eritrea. Ofrece la alternativa de mostrarlos por órden alfabético según el nombre de los países o por colores, localizarlos a partir de un mapa del mundo o por su «rango de poder», una clasificación que hacen los autores teniendo en cuenta el número de países que el portador puede visitar sin pedir visa.

De 80 puestos, el español ostenta el sexto con 141 naciones para las que no es necesaria visa. En el mismo puesto están Noruega, Irlanda, Bélgica y Portugal. El primer lugar lo ocupan los estadounidenses y británicos (con 147 países). En la cola están las Islas Salomón, Birmania, Sudán del Sur, Santo Tomé y Príncipe y los Territorios Palestinos, que sólo pueden visitar 28 naciones sin visado. Por supuesto, siempre llega el momento en que tenemos que olvidarnos de diseños: esos libritos son, por encima de todo, claros indicadores de la trágica clasificación de los seres humanos según el lugar del mundo en que hayan nacido.

Helena Celdrán

Rogan Brown, ‘escultor’ de bacterias y microorganismos

'Cut Microbe' - © Rogan Brown

Cut Microbe’ – © Rogan Brown

Ver un mundo en un grano de arena
Y un cielo en una flor salvaje
Sostener el infinito en la palma de tu mano
Y la Eternidad en una hora

El artista angloirlandés Rogan Brown cita al poeta e ilustrador inglés William Blake (1757-1827) para explicar un cuerpo de trabajo asombroso y complejo, «esculturas de papel» basadas en visiones microscópicas de microorganismos y cultivos de laboratorio.

Corta con tijeras y cuchillas, disecciona hoja por hoja produciendo capas que superpone, pela y agujerea. Raices, fósiles, corales, los nervios de una hoja, conchas marinas, amebas, esporas y virus son claras inspiraciones para Brown, que se deja seducir por la «arquitectura de la naturaleza y el crecimiento orgánico». Al igual que el angelical Blake, es un observador apasionado de los sutiles movimientos de la naturaleza, «la textura de una piedra, el movimiento del agua, la complejidad de las formas de las plantas o la estructura geológica de paisajes enteros».

'Cut Stem' - © Rogan Brown

‘Cut Stem’ – © Rogan Brown

El proceso al que se somete es lento, puede durar meses, pero sabe que esa es la única manera en que se deben reproducir texturas y patrones tan delicados: «el acto lento de cortar» repite el proceso progresivo y lento que «domina la naturaleza», «el crecimiento y la decadencia». No escoge el papel sólo como medio, sino como filosofía, porque reúne las «cualidades paradógicas que vemos en la naturaleza», es frágil y duradero, resistente y al mismo tiempo delicado.

Acaba de presentar su obra más reciente, Cut Microbe (Microbio cortado), una obra en la que ha invertido cuatro intensos meses, que mide más de 112 centímetros de largo y es «medio millón de veces más grande» que una bacteria original.

Con la ampliación, Brown se ha tomado la libertad de añadirle detalles, pero las características principales corresponden a la realidad de bacterias como la Escherichia coli (E.coli) y la salmonela. Un halo de apéndices «como tentáculos» le permite desplazarse y las marañas de finos hilos sirven para que el microorganismo se adhiera a las paredes del intestino.

Helena Celdrán

'Cut Pod' - © Rogan Brown

‘Cut Pod’ – © Rogan Brown

'Growth' - © Rogan Brown

‘Growth’ – © Rogan Brown

'Blossom Fossil' - © Rogan Brown

‘Blossom Fossil’ – © Rogan Brown

Detalle de 'Cut Microbe' - © Rogan Brown

Detalle de ‘Cut Microbe’ – © Rogan Brown

Dos diseñadoras que se ‘cartean’ dibujando gráficas

'A Week of People' ('Una semana de gente'), dos de las gráficas de 'Dear Data' - Giorgia Lupi/Stefanie Posavec

‘A Week of People’ (‘Una semana de gente’), dos de las gráficas de ‘Dear Data’ – Giorgia Lupi/Stefanie Posavec

Stefanie Posavec y Giorgia Lupi apenas se han visto en persona y se comunican mandándose postales que ellas mismas dibujan. Mantienen una enigmática correspondencia de finísimas rayas de colores desplegadas en abanicos, manchas ovaladas de diferentes tonos de azul, secuencias de líneas cortas horizontales y agrupadas por largos paréntesis. En el reverso están las instrucciones para interpretar el código.

Dear Data (Queridos datos) desafía el modo en que se presentan ahora los datos, sintetizados en fríos y perfectos gráficos y diagramas creados siempre de manera digital. Cada postal que se intercambian las diseñadoras Posavec (estadounidense residente en Londres) y Lupi (Italiana residente en Nueva York) es producto de una recolección de información personal, presentada en dibujos 100% analógicos, creados a mano.

'Complaints' ('Quejas') - 'Dear Data'. Giorgia Lupi/Stefanie Posavec

‘Complaints’ (‘Quejas’) – ‘Dear Data’. Giorgia Lupi/Stefanie Posavec

«He recolectado datos cada hora de cada día de la semana. Cada pequeña línea es una persona que pude ver en el momento en que recogía los datos. El punto [.] indica que estaba sola», explica Lupi en la leyenda para interpretar una hilera de rallas azules, violetas, marrones y naranjas interrumpida por llaves, corchetes y acentos que especifican el tipo de persona con la que tuvo contacto. Los diferentes tonos corresponden al lugar en que vio a la persona —en casa, en el trabajo en un restaurante, en una tienda—, los acentos detallan quién es italiano, el punto distingue a su novio del resto de la gente.

El proyecto artístico propone «un acercamiento lento, manual y deliberadamente limitado de recolección de datos» y está en pleno proceso de desarrollo: las autoras se han propuesto ampliar durante un año la serie de postales, dibujadas a mano, «exploraciones de datos pequeños, incompletos e imperfectos (pero intensamente humanos» en los que incluso la elección de lo que se quiere recoger funciona como una «representación única de cada persona».

Cada semana, los miércoles, publican una nueva postal escaneada. Hasta ahora han convertido en estudios estadísticos las emociones y sensaciones que han sentido en una semana, la frecuencia con que se han dedicado ambas al proyecto que tienen entre manos, el tiempo que han pasado utilizando el móvil, las veces que se han quejado y los diferentes motivos de las quejas…

'Phone Addiction' ('Adicción al teléfono') - 'Dear Data'. Giorgia Lupi/Stefanie Posavec

‘Phone Addiction’ (‘Adicción al teléfono’) – ‘Dear Data’. Giorgia Lupi/Stefanie Posavec

Posavec y Lupi sólo se habían visto en dos ocasiones antes de comenzar con la iniciativa. Ciñéndose al perfil estadístico, destacan que las dos tienen la misma edad, son hijas únicas y dejaron sus países natales para cruzar un océano y vivir en la metrópolis que ellas eligieron. En Dear Data demuestan que las infografías no tienen por qué «asustar» y pueden tener una dimensión humana, representar «experiencias personales» sin «reducirlas a una simple cuantificación».

Helena Celdrán

'Emotional Data' ('Datos emocionales') - 'Dear Data'. Giorgia Lupi/Stefanie Posavec

‘Emotional Data’ (‘Datos emocionales’) – ‘Dear Data’. Giorgia Lupi/Stefanie Posavec

Lupi y Posavec mandando postales en Nueva York y Londres

Lupi y Posavec mandando postales en Nueva York y Londres

Dominic Wilcox, inventos alocados, optimistas y naíf

Las orejeras que él mismo ha creado tienen dos tubos, uno —el azul— sale del oído derecho, rodea la cabeza y desemboca en el lado izquierdo. El rojo sale del oído izquierdo, también rodea la cabeza y tiene su salida en el lado derecho.

El inglés Dominic Wilcox inventa jugando, hace reflexiones que rozan el chiste y lo absurdo, pero que siempre despiertan la curiosidad. «Estaba pensando… Si sería extraño que los sonidos que oyeras en el lado derecho sonaran en la dirección contraria», dice explicando el extraño cachivache que lleva puesto. «Si llevara esto más a menudo… ¿Lo arreglaría mi cerebro? ¿Se volvería algo normal?».

No lo menciono en este blog por primera vez, ya me había referido a los brillantes diseños de relojes que había creado colocando a personajes sobre las agujas y cubriéndolos con una pequeña cúpula. Los inventos de Wilcox contienen diseño, arte, artesanía y tecnología. Hace auténticos revueltos de ideas, tiene recetas para darle la vuelta a lo convencional.

'Binaudios' - Dominic Wilcox

‘Binaudios’ – Dominic Wilcox

En su página web repleta de proyectos, enumera algunas creaciones recientes: «un par de zapatos con GPS incorporado para guiar al usuario a casa», unos «binaudios» —una modificación de los binoculares— que sirven para escuchar «los sonidos de una ciudad» y un pequeño coche que se conduce solo y está cubierto por una colorida vidriera. Todos tienen el sello alocado, optimista y algo naíf de Wilcox.

El director Liam Saint-Pierre se acerca al inventor-artista en un pequeño documental de poco menos de ocho minutos: The Reinvention of Normal (La reinvención de lo normal), un título tomado del libro del mismo nombre que Wilcox publicó en 2014 con dibujos y fotos de los objetos y proyectos que ocupan su mente.

En la pieza audiovisual con carácter de semblanza poética, Wilcox habla de sus objetos (un cepillo de dientes-maraca, un miniventilador a juego con la taza, para enfriar el té) e incluso sale pateando una pelota de fútbol… en la que hay una bolsa aislada para meter frutas y yogur y hacer batidos mientras se disputa el partido.

Hay también una breve entrevista con los padres, que se debaten entre definir las ideas de su hijo como locas o como imaginativas, pero aseguran sentirse orgullosos de que se salga de lo común. La narración está trufada de animaciones hechas con dibujos del creador, pequeños y simples, pero cautivadores por las historias que proponen.

Experimenta con materiales y usos ya existentes para «encontrar sorpresas» que no podría descubrir «con un bolígrafo o un ordenador». «Me he convencido a mí mismo de que, entre todo lo que nos rodea, hay cientos de ideas y conexiones esperando a ser encontradas. Sólo debemos mirar con suficiente empeño», dice el autor, que en el documental de Saint-Pierre aparece en una tienda escogiendo elementos que luego resultan unirse en un solo invento: un aparato para escuchar mejor a los pájaros en la naturaleza.

Por su expresión divertida, como siempre al borde de la sonrisa, a veces es complicado distinguir si habla en serio o no. El Mago de Oz y en particular los zapatos de Dorothy lo inspiraron para idear los zapatos con GPS, «que por lo menos te guían a casa» e indican el camino cuando quien los lleva junta los talones tres veces. Otras soluciones vienen dadas por el accidente, como la propuesta que da en caso de que derramemos la temida copa de vino tinto sobre una moqueta: basta con crear en el mismo tono rojizo y a partir de la mancha «una preciosa réplica de una ornamentada alfombra».

Helena Celdrán

Taza de té con ventilador incorporado - Dominic Wilcox. Foto: Pec studio

Taza de té con ventilador incorporado – Dominic Wilcox. Foto: Pec studio

'No Place like Home', zapatos con GPS de Dominic Wilcox

‘No Place like Home’, zapatos con GPS de Dominic Wilcox

Dominic Wilcox imagina unos zapatos para subir cuestas

Dominic Wilcox imagina unos zapatos para subir cuestas

Traje volador relleno de helio. Dibujo de Dominic Wilcox

Traje volador relleno de helio. Dibujo de Dominic Wilcox

Lámparas ‘tímidas’ que imitan la reacción de las flores

'Shylight' - Studio Drift

‘Shylight’ – Studio Drift

La nictinastia es una respuesta inteligente de algunas especies vegetales, una reacción a los estímulos lumínicos. De día, las hojas y los pétalos permanecen desplegados, de noche se pliegan con una perfección robótica. Amapolas, hibiscos y tulipanes adoptan el mecanismo cada día y esperan pacientes a que vuelva a salir el sol.

En el proceso hay una elegancia innata y una armonía de las que a menudo se nutre el diseño, receptivo a los mecanismos que desarrolla la naturaleza para que la vida siga su curso.

Los diseñadores Lonneke Gordijn y Ralph Nauta, fundadores del estudio holandés Drift, admiten estar «fascinados» por los movimientos de la naturaleza y reproducen la nictinastia en Shylight (Luztímida), vaporosas «esculturas de luz» que se retraen y se despliegan en una delicada coreografía ante los ojos del espectador.

«Es una lámpara que parece estar viva por sus movimientos impredecibles y de aspecto natural: desciende para florecer en toda su gloriosa belleza, para después cerrarse y retirarse hacia arriba». Han invertido cinco años en perfeccionarla, los primeros modelos se movían tras una semana de trabajo, pero hicieron falta hasta seis «generaciones» de lámparas para lograr la precisión de una flor.

Los pétalos son de seda, un material ligero y flexible que «se mueve con elegancia». La estructura que sujeta el tejido es de aluminio y acero y los movimientos de las luces LED se pueden controlar con smartphone o una tableta, «abriendo un abanico de posibilidades como coreografías para música».

«Cuando todas las capas y los compartimentos de seda se llenan de aire, la luz se rompe de una manera muy suave y poética», dicen sus creadores. Pensadas para techos altos, las lámparas tienen una distancia de caída de 9 metros y las hacen ideales para las majestuosas salas del Rijksmuseum de Ámsterdam, la Galería Nacional de Holanda, que ya ha adquirido e instalado varias en el museo.

Helena Celdrán

Pinturas famosas transformadas en fichas Pantone

'Whistlejacket', de George Stubbs, reinterpretado por Nick Smith con colores Pantone

‘Whistlejacket’, de George Stubbs, reinterpretado por Nick Smith con colores Pantone

Para los amantes del diseño, el sistema de definición cromática Pantone ya no es sólo una herramienta para identificar, comparar y escoger colores, sino un motivo en sí mismo. Desde hace unos años se suceden los productos de diseño, los proyectos creativos y guiños artísticos relacionados con la paleta de la empresa estadounidense, que registra la numeración y los nombres de cada tono.

Nick Smith (Glasgow, 1980) reconoce tener una fijación por la «psicología del color» y por el camuflaje Dazzle, una técnica ideada en la I Guerra Mundial para barcos militares, que, pintados con líneas irregulares y confusas, no permitían al enemigo calcular con claridad la envergadura de la nave. La unión de estos dos fetiches, añadiendo el Pantone a la combinación, podría ser el germen de Psycolourgy (traducible por Psicolorgía, color y psicología en un solo término), una serie de obras de arte famosas reinterpretadas en el idioma de las tarjetas Pantone.

'Girl with the Pink Earring' - Nick Smith

‘Girl with the Pink Earring’ – Nick Smith

El diseñador escocés —que expone una colección de estas obras hasta el 21 de febrero en la galería Lawrence Alkin de Londres— elige pinturas de todas las épocas: el espeluznante retrato del Papa Inocencio X de Francis Bacon, un autorretrato de Van Gogh, El hijo del hombre de Magritte, uno de los lustrosos caballos del pintor inglés del siglo XVIII George Stubbs, la Marilyn de Andy Warhol…

De cerca se podrían confundir con un anárquico muestrario, desde lejos, la imagen da la impresión de estar formada por píxeles y tener una pésima resolución. Aunque la impresión inicial es la de encontrarse ante filas de tarjetas ordenadas para reconstruir el cuadro, en realidad el autor crea cada ficha de manera individual y cambia el nombre de cada color para que todas las palabras presentes en el cuadro sean un campo semántico relacionado de una manera u otra con la obra original.

Helena Celdrán

'Van Gogh' - Nick Smith

‘Van Gogh’ – Nick Smith

'Son of Man' - Nick Smith

‘Son of Man’ – Nick Smith

'Mona Lisa 1' - Nick Smith

‘Mona Lisa 1’ – Nick Smith

'Pope Innocent X' - Nick Smith

‘Pope Innocent X’ – Nick Smith

'Marilyn green' - Nick Smith

‘Marilyn green’ – Nick Smith

'Bigger Splash' - Nick Smith

‘Bigger Splash’ – Nick Smith

Kokeshi, la muñeca japonesa que nace de un torno

En el pequeño taller japonés abierto a la calle, el artesano Yasuo Okazaki (1954) trabaja la madera rodeado de virutas y serrín. De un palo corta cilindros, su gran herramienta es un torno que hace girar la madera para que él pueda moldearla con cinceles y brocas.

Todo resulta relajante y estéticamente perfecto en la creación de las muñecas japonesas Kokeshi: figuritas sin pies ni manos, minimalistas y de expresión enigmática, utilizadas como recuerdo o amuleto. El proceso recuerda a la alfarería más que a la talla, la pieza no deja de girar hasta que el artesano no tiene que dar los último retoques.

Incluso en el momento de pintar los adornos principales, la pintura parece surgir sobre la madera giratoria como por arte de magia. Con un cariño milimetrado y pleno dominio del proceso, ver trabajar a Okazaki es como contemplar a un gran chef de cocina transformar los ingredientes en manjares o a un joyero puliendo con mimo una piedra preciosa.

Kokeshi doll

Típicas de la región de Tohoku —al norte de la mayor isla de Japón, montañosa y conocida por la dureza de su clima— fueron los alfareros quienes tuvieron la ocurrencia de experimentar con el torno para fabricarlas. No está claro cuándo se comenzaron a manufacturar las muñecas Kokeshi, parece ser que fue a mediados del periodo Edo (1603-1868). Japón crecía económicamente, las normas sociales eran muy estrictas y sólo al final de esta larga época histórica comenzó a abandonar su ancestral aislamiento del resto del mundo.

Existen 11 tipos de Kokeshi según la región. La del vídeo corresponde a la variedad de la localidad de Naruko, donde se dice que pudieron nacer las figuritas y en la que incluso hay un museo dedicado a ellas. Se distinguen por tener caras amables y crisantemos pintados sobre el cuerpo, pero sobre todo por ser las únicas que emiten un sonido: la cabeza, perfectamente ajustada, se puede sin embargo girar haciéndo un poco de fuerza para que chirríe.

Si no fuera por el ruido mecánico de las herramientas interviniendo en la rotación del torno, podría parecer que el tiempo se ha congelado en el interior del taller. Okazaki ha dedicado su vida adulta a las Kokeshi. Tras acabar el instituto, el único maestro que tuvo fue su padre, que lo instruyó en la elaboración casi ceremonial de las exquisitas muñecas.

Helena Celdrán

‘Folium’ podría cambiar el libro de arte tal y como lo conocemos

Una de las páginas de 'Follium' - Tom Burtonwood

Una de las páginas de ‘Follium’ – Tom Burtonwood

A menudo en los libros de arte la pintura y la fotografía salen bien parados. En cuidadas ediciones, con papel de buen gramaje y un gran cuidado en el balance de colores, las reproducciones lucen esplendorosas. La escultura y el relieve tienen mucho más que perder: las fotos inevitablemente aplanan los volúmenes, se pierde el esmero que el autor puso en cada detalle de la obra, no existe la opción de apreciar desde cada ángulo cómo la luz juega con las formas.

Lo que propone Tom Burtonwood podría terminar con la incapacidad de disfrutar de los relieves de las piezas que escapan a las dos dimensiones. El artista estadounidense se ha especializado en los últimos años en la realización de impresiones en 3D y explora desde un punto de vista creativo y también técnico las posibilidades del apetitoso medio. Escribe en su página web que las impresiones en 3D son a la escultura y al diseño «lo que el sampler fue para el hip hop» y destaca que el rápido progreso técnico del medio acelera la creación de prototipos y acorta cada vez más «la distancia entre la idea y el producto, el problema y la solución, el diseñador y el usuario final».

En 2013 presentó en Thingiverse —una web en la que los usuarios se intercambian de manera altruista patrones de diseño para crear impresiones en 3D— una idea que podría revolucionar a medio plazo el concepto que tenemos de las publicaciones de arte. Orihon era un libro en forma de acordeón con seis relieves producidos a partir de escaneos de piezas originales tan diferentes entre sí y separadas en el tiempo como una «colosal cabeza» olmeca, el torso de un emperador del Imperio Romano o la escultura de uno de los leones que presiden el edificio del Instituto de Arte de Chicago, la ciudad en la que vive el artista.

Todas las obras procedían de las colecciones permanentes de varios museos estadounidenses y estaban agrupadas en el pequeño tomo sin demasiado criterio, pero el objeto fue el primer paso para entender cómo la tecnología de las impresoras 3D podía ponerse al servicio de la divulgación del arte mediante el tacto.

Con licencia Creative Commons, cualquiera con acceso a una impresora 3D puede seguir fabricando su ejemplar de Orihon, un experimento que sirvió para dar paso a Folium, un libro mucho más refinado y sólo con reproducciones de bajos relieves del Instituto de Arte de Chicago, que concedió al autor un programa de artista en residencia y ha producido el proyecto.

También con licencia Creative Commons y disponible para su descarga, Burtonwood creó la pieza entre enero y agosto de 2014 con una selección de trabajos que abarcan 2.000 años de historia. Un panel arquitectónico del siglo IX procedente de Java (Indonesia), un relieve de la dinastía ptolemaica (año 305-30 a.e.c) que representa a una reina o a una diosa, una piedra que ilustra la coronación de Moctezuma II datada en el siglo XV…

El título, Folium, viene del término en latín para hoja y hace referencia a los elementos plásticos en forma de hoja diseñados para que cada página se pueda pasar y además separar del resto del tomo. Cada reproducción está en positivo y en negativo de tal manera que se puede hasta rellenar la versión hueca con arcilla u otros materiales moldeables. Teniendo en cuenta la potencial utilidad que este sistema puede tener para los invidentes, la lista de obras y la introducción también está en braille.

Helena Celdrán

Portada de 'Folium' - Tom Burtonwood

Portada de ‘Folium’ – Tom Burtonwood

Página tres del libro de relieves 'Folium' - Tom Burtonwood

Página tres del libro de relieves ‘Folium’ – Tom Burtonwood

'Orihon', el libro-acordeón de Tom Burtonwood que sirvió de prototipo para 'Folium'

‘Orihon’, el libro-acordeón de Tom Burtonwood que sirvió de prototipo para ‘Folium’

Contraportada de 'Folium' en braille

Contraportada de ‘Folium’ en braille

Imagen digital del prototipo de 'Folium' - Tom Burtonwood

Imagen digital del prototipo de ‘Folium’ – Tom Burtonwood

Imagen digital del prototipo de 'Folium' - Tom Burtonwood

Imagen digital del prototipo de ‘Folium’ – Tom Burtonwood

Un año haciendo una cuchara de madera al día

'Daily Spoon' - Stian Korntved Ruud

Tienen que ser diferentes entre sí, pero seguir cumpliendo la función de una cuchara clásica. El noruego Stian Korntved Ruud (1989)  —que confiesa una «fascinación innata» por el modo en que se crean los objetos— se somete desde marzo de este año a un ejercicio diario que obliga a su mente a trabajar en un diseño mientras que —con herramientas manuales como única ayuda— sus manos se afanan en producir el objeto.

El diseñador se ha propuesto con Daily Spoon (Cuchara diaria) hacer una cuchara de madera durante 365 días seguidos. Las hay clásicas como las que remueven ollas, miden cantidades o se clavan en el café, otras se presentan heterodoxas como la cubertería de un restaurante demasiado moderno o las que pudieran vender en una tienda de artículos de cocina de dudosa utilidad. Las añade a su cuenta personal de Instagram, fotografiadas sobre un fondo blanco. La sucesión de imágenes podría dar la impresión de que la cuchara es siempre la misma, que Ruud se dedica a transformarla y lo que en realidad contemplamos es una especie de evolución en viñetas.

'Daily Spoon' - Stian Korntved Ruud

Las talla de modo artesanal con distintos tipos de madera, manteniendo una relación cotidiana con el comportamiento y las particularidades de cada una. «Se trata de cooperar activamente con el material (…). En la producción industrial moderna, las máquinas reescriben las estructuras y el crecimiento natural de la madera. Usando herramientas manuales mi mano colabora con la estructura durante el proceso de formación».

Helena Celdrán

'Daily Spoon' - Stian Korntved Ruud

'Daily Spoon' - Stian Korntved Ruud 'Daily Spoon' - Stian Korntved Ruud

'Daily Spoon' - Stian Korntved Ruud