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Dominic Wilcox, inventos alocados, optimistas y naíf

Las orejeras que él mismo ha creado tienen dos tubos, uno —el azul— sale del oído derecho, rodea la cabeza y desemboca en el lado izquierdo. El rojo sale del oído izquierdo, también rodea la cabeza y tiene su salida en el lado derecho.

El inglés Dominic Wilcox inventa jugando, hace reflexiones que rozan el chiste y lo absurdo, pero que siempre despiertan la curiosidad. «Estaba pensando… Si sería extraño que los sonidos que oyeras en el lado derecho sonaran en la dirección contraria», dice explicando el extraño cachivache que lleva puesto. «Si llevara esto más a menudo… ¿Lo arreglaría mi cerebro? ¿Se volvería algo normal?».

No lo menciono en este blog por primera vez, ya me había referido a los brillantes diseños de relojes que había creado colocando a personajes sobre las agujas y cubriéndolos con una pequeña cúpula. Los inventos de Wilcox contienen diseño, arte, artesanía y tecnología. Hace auténticos revueltos de ideas, tiene recetas para darle la vuelta a lo convencional.

'Binaudios' - Dominic Wilcox

‘Binaudios’ – Dominic Wilcox

En su página web repleta de proyectos, enumera algunas creaciones recientes: «un par de zapatos con GPS incorporado para guiar al usuario a casa», unos «binaudios» —una modificación de los binoculares— que sirven para escuchar «los sonidos de una ciudad» y un pequeño coche que se conduce solo y está cubierto por una colorida vidriera. Todos tienen el sello alocado, optimista y algo naíf de Wilcox.

El director Liam Saint-Pierre se acerca al inventor-artista en un pequeño documental de poco menos de ocho minutos: The Reinvention of Normal (La reinvención de lo normal), un título tomado del libro del mismo nombre que Wilcox publicó en 2014 con dibujos y fotos de los objetos y proyectos que ocupan su mente.

En la pieza audiovisual con carácter de semblanza poética, Wilcox habla de sus objetos (un cepillo de dientes-maraca, un miniventilador a juego con la taza, para enfriar el té) e incluso sale pateando una pelota de fútbol… en la que hay una bolsa aislada para meter frutas y yogur y hacer batidos mientras se disputa el partido.

Hay también una breve entrevista con los padres, que se debaten entre definir las ideas de su hijo como locas o como imaginativas, pero aseguran sentirse orgullosos de que se salga de lo común. La narración está trufada de animaciones hechas con dibujos del creador, pequeños y simples, pero cautivadores por las historias que proponen.

Experimenta con materiales y usos ya existentes para «encontrar sorpresas» que no podría descubrir «con un bolígrafo o un ordenador». «Me he convencido a mí mismo de que, entre todo lo que nos rodea, hay cientos de ideas y conexiones esperando a ser encontradas. Sólo debemos mirar con suficiente empeño», dice el autor, que en el documental de Saint-Pierre aparece en una tienda escogiendo elementos que luego resultan unirse en un solo invento: un aparato para escuchar mejor a los pájaros en la naturaleza.

Por su expresión divertida, como siempre al borde de la sonrisa, a veces es complicado distinguir si habla en serio o no. El Mago de Oz y en particular los zapatos de Dorothy lo inspiraron para idear los zapatos con GPS, «que por lo menos te guían a casa» e indican el camino cuando quien los lleva junta los talones tres veces. Otras soluciones vienen dadas por el accidente, como la propuesta que da en caso de que derramemos la temida copa de vino tinto sobre una moqueta: basta con crear en el mismo tono rojizo y a partir de la mancha «una preciosa réplica de una ornamentada alfombra».

Helena Celdrán

Taza de té con ventilador incorporado - Dominic Wilcox. Foto: Pec studio

Taza de té con ventilador incorporado – Dominic Wilcox. Foto: Pec studio

'No Place like Home', zapatos con GPS de Dominic Wilcox

‘No Place like Home’, zapatos con GPS de Dominic Wilcox

Dominic Wilcox imagina unos zapatos para subir cuestas

Dominic Wilcox imagina unos zapatos para subir cuestas

Traje volador relleno de helio. Dibujo de Dominic Wilcox

Traje volador relleno de helio. Dibujo de Dominic Wilcox

272 horas en Google Maps para los 28.000 kilómetros de «En la carretera» de Kerouac

Las 55 páginas del libro On the Road for 17.527 miles son algo así como la traducción 2.0 de un viaje mítico, el de la novela En la carretera, el tránsito enfebrecido de Jack Kerouac (1922-1969) por 28.000 kilómetros de asfalto.

Muchos años después —63 tras la escritura de la obra y 58 tras la publicación—, el alemán Gregor Weichbrodt ha volcado en Google Maps (a través de las indicaciones de ruta de la aplicación) todos los detalles geográficos que aparecen en la obra. El resultado es un libro de 66 páginas colmado de carreteras, ramales, cruces, ciudades, puebluchos, gasolineras y otros detalles para emular el tránsito de los héroes con sed de camino de Kerouac. La publicación es gratuita y también se exhibe hasta el 30 de marzo en el festival Poetry Will Be Made By All! (¡La poesía estará escrita por todos!) en Zurich.

Dos de las páginas de "On the Road for 17527 Miles"

Dos de las páginas de «On the Road for 17527 Miles»

Los periplos de En la carretera —cuatro recorridos reales de Kerouac y su colega Neal Cassady (1926-1968) entre 1947 y 1950— se quedarían así para un potencial eviajero en 272 horas de camino por la superficie virtual de los mapas electrónicos.

Weichbrodt, una persona que siente curiosidad por la forma en que las palabras y el lenguaje modelan el mundo transformándolo en realidades paralelas o imaginarias que en ocasiones, y En la carretera es un ejemplo, tienen más substancia que la realidad misma, es consciente de que su iniciativa es una perversión. «Si Kerouac hubiera tenido un sistema de GPS se habría sentido menos libre. Me parece bastante desalentador mostrar un montón de direcciones de ruta para ir en busca del autodescubrimiento».

Por mucho que algunos sectores académicos la sigan tildando de obra menor y mal escrita, no es la primera vez que la deslumbrante novela —que debe leerse cuanto antes para que la bofetada de libertad que recibes sea intensa, digamos, a los 14 ó 15 años, cuando eres receptivo y no estás contaminado por los deberes sociales— demuestra su permanente vigencia (en el blog dimos cuenta, por ejemplo, de una versión para iPad que rezuma patetismo hipster).

Mapa dibujado a mano por Kerouac del primer viaje de "En la carretera"

Mapa dibujado a mano por Kerouac del primer viaje de «En la carretera»

El mensaje primordial de En la carretera, el movimiento es la mejor cura contra la melancolía, es predicado por todas las tradiciones : «Quien no viaja no conoce el valor de los hombres», dice un proverbio árabe; «el Camino Sin Rumbo, donde los Hijos de Dios se pierden y, al mismo tiempo, se encuentran», escribió el místico dominico Meister Eckhart; «se resuelve andando», resumen un proverbio beduinos; «¡seguid la marcha!», fue el último consejo de Buda antes de retirarse al nirvana. En suma, como sostenían con su anárquica simpleza los cowboys de las praderas, «un hombre de a pie no es un hombre».

También con Google Maps como plataforma, existe un homenaje mucho más dulce y literario al ir y venir incansable de Kerouac y Cassady por el suelo estadounidense. Lo realizó con paciencia y amor el escritor Dennis Mansker con mapas interactivos de los cuatro viajes narrados en el libro y citas textuales del libro que emergen de la cartografía en cada uno de los lugares citados:

  • Mapa Uno: verano de 1947, de Nueva York a San Francisco pasando por Denver y regreso.
  • Mapa Dos: invierno de 1949, de Rocky Mount (Carolina del Norte) a San Francisco pasando por Nueva Orleáns.
  • Mapa Tres: primavera de 1949, de Denver a Nueva York pasando por San Francisco.
  • Mapa Cuatro: primavera de 1950, de Nueva York a México DF pasando por Denver.

Por mucho fanatismo y amor que se ponga en el empeño, la verdadera experiencia de En la carretera es leer el libro y, si uno es capaz, tiene zapatos y valentía, enfrentarse a la experiencia nómada de dejar que sea el camino quien decida el movimiento para curar la enfermedad primordial a la que se refería Kerouac: «¿No es cierto que se empieza la vida como un dulce niño que cree en todo lo que pasa bajo el techo de su padre? Luego llega el día de la decepción cuando uno se da cuenta de que es desgraciado y miserable pobre y está ciego y desnudo, y con rostro de fantasma dolorido y amargado camina temblando por la pesadilla de la vida».

Modelo de Hudson de 1949 como el usado en el segundo viaje de la novela de Kerouac

Modelo de Hudson de 1949 como el usado en el segundo viaje de la novela de Kerouac

Sólo hubo un mecanógrafo capaz de escribir de un tirón una de las novelas más particulares de la historia. Kerouac lo hizo sobre un gran rollo de teletipo de 40 metros de largo porque, como no quería perder el tiempo cambiando de folio, tomó aire y vomitó palabras como un bendito loco.

Hasta el último momento, cuando el alcoholismo le llevó a la neurosis y la paranoia, vivió en la nostalgia de aquella novela fabulosa. Poco antes de morir a los 47 años y con el hígado reventado, resumió así la pretensión antiliteraria de En la carretera: «Tan sólo queríamos follar».

Ánxel Grove