Entradas etiquetadas como ‘gráficos’

Dos diseñadoras que se ‘cartean’ dibujando gráficas

'A Week of People' ('Una semana de gente'), dos de las gráficas de 'Dear Data' - Giorgia Lupi/Stefanie Posavec

‘A Week of People’ (‘Una semana de gente’), dos de las gráficas de ‘Dear Data’ – Giorgia Lupi/Stefanie Posavec

Stefanie Posavec y Giorgia Lupi apenas se han visto en persona y se comunican mandándose postales que ellas mismas dibujan. Mantienen una enigmática correspondencia de finísimas rayas de colores desplegadas en abanicos, manchas ovaladas de diferentes tonos de azul, secuencias de líneas cortas horizontales y agrupadas por largos paréntesis. En el reverso están las instrucciones para interpretar el código.

Dear Data (Queridos datos) desafía el modo en que se presentan ahora los datos, sintetizados en fríos y perfectos gráficos y diagramas creados siempre de manera digital. Cada postal que se intercambian las diseñadoras Posavec (estadounidense residente en Londres) y Lupi (Italiana residente en Nueva York) es producto de una recolección de información personal, presentada en dibujos 100% analógicos, creados a mano.

'Complaints' ('Quejas') - 'Dear Data'. Giorgia Lupi/Stefanie Posavec

‘Complaints’ (‘Quejas’) – ‘Dear Data’. Giorgia Lupi/Stefanie Posavec

«He recolectado datos cada hora de cada día de la semana. Cada pequeña línea es una persona que pude ver en el momento en que recogía los datos. El punto [.] indica que estaba sola», explica Lupi en la leyenda para interpretar una hilera de rallas azules, violetas, marrones y naranjas interrumpida por llaves, corchetes y acentos que especifican el tipo de persona con la que tuvo contacto. Los diferentes tonos corresponden al lugar en que vio a la persona —en casa, en el trabajo en un restaurante, en una tienda—, los acentos detallan quién es italiano, el punto distingue a su novio del resto de la gente.

El proyecto artístico propone «un acercamiento lento, manual y deliberadamente limitado de recolección de datos» y está en pleno proceso de desarrollo: las autoras se han propuesto ampliar durante un año la serie de postales, dibujadas a mano, «exploraciones de datos pequeños, incompletos e imperfectos (pero intensamente humanos» en los que incluso la elección de lo que se quiere recoger funciona como una «representación única de cada persona».

Cada semana, los miércoles, publican una nueva postal escaneada. Hasta ahora han convertido en estudios estadísticos las emociones y sensaciones que han sentido en una semana, la frecuencia con que se han dedicado ambas al proyecto que tienen entre manos, el tiempo que han pasado utilizando el móvil, las veces que se han quejado y los diferentes motivos de las quejas…

'Phone Addiction' ('Adicción al teléfono') - 'Dear Data'. Giorgia Lupi/Stefanie Posavec

‘Phone Addiction’ (‘Adicción al teléfono’) – ‘Dear Data’. Giorgia Lupi/Stefanie Posavec

Posavec y Lupi sólo se habían visto en dos ocasiones antes de comenzar con la iniciativa. Ciñéndose al perfil estadístico, destacan que las dos tienen la misma edad, son hijas únicas y dejaron sus países natales para cruzar un océano y vivir en la metrópolis que ellas eligieron. En Dear Data demuestan que las infografías no tienen por qué «asustar» y pueden tener una dimensión humana, representar «experiencias personales» sin «reducirlas a una simple cuantificación».

Helena Celdrán

'Emotional Data' ('Datos emocionales') - 'Dear Data'. Giorgia Lupi/Stefanie Posavec

‘Emotional Data’ (‘Datos emocionales’) – ‘Dear Data’. Giorgia Lupi/Stefanie Posavec

Lupi y Posavec mandando postales en Nueva York y Londres

Lupi y Posavec mandando postales en Nueva York y Londres

Una web de 1,6 kilómetros de largo en la que caben 7.000 millones de personas

7billionworld.com

7billionworld.com es un delirio de la infografía, una prueba de que cualquier dato se puede exponer de manera gráfica para poder entender la información de modo visual.

Los autores de la web son Worldometers, una empresa compuesta por investigadores, desarrolladores y voluntarios que tienen como objetivo «hacer accesibles las estadísticas mundiales en un formato que conduzca a la reflexión», que las cantidades astronómicas sean fáciles de comprender en nuestro pequeño universo de economía doméstica, vida de barrio y calderilla en el bolsillo.

La página representa a los 7.000 millones de personas que viven en el mundo. La cifra (ya desfasada, ahora andamos por los 7.110) corresponde a los datos proporcionados por la ONU a finales del año 2011, que estimaban que alcanzaríamos la cifra redonda el 30 de octubre de ese año.

Para poder hacernos una idea del volumen de habitantes del planeta, la infografía representa a cada ser humano con un monigote con los brazos levantados y los clasifica por colores según el continente al que pertenezcan. El amarillo representa a Asia; el negro, a Africa; el rojo, a América; el azul, a Europa, y el verde, a Oceanía. Para la selección, los infógrafos escogieron los colores de los aros del símbolo olímpico: mundial y de connotaciones positivas.

Aunque ver más o menos datos depende del tamaño de la pantalla del ordenador que se utilice para visualizar el gigantesco gráfico, los autores estiman que la página mide 1,6 kilómetros de largo y 250 metros de ancho y juegan con la posibilidad de que sea la más grande de Internet. Ver otro color que no sea el amarillo (4.221.013.428 muñequitos) es complicado y tal vez sea más útil acudir al apartado de la web que explica lo extensa que es con una miniatura: en el enorme rectángulo azul claro un punto negro representa la visión de nuesta pantalla y nos hace entender la imposibilidad de navegar por el gráfico. «Si quisieras contar a todas las personas de la página para asegurarte de que ciertamente hay 7.000 millones, te llevaría más de 110 años (…) asumiendo que puedas contar rápido, a una velocidad de dos personas por segundo», dicen los creadores de 7billionworld.com. No queda entonces más remedio que creer que estamos todos.

Helena Celdrán

Buscan financiación para un videojuego ‘retro’ sobre disturbios callejeros

Dos de las imágenes del videojuego 'Riot'

Dos de las imágenes de ‘Riot’

«Mientras la crisis económica avanza, el descontento de la población al completo no puede mas que terminar en disturbios, donde el sonido de muchas voces se oyen a la vez».

Un pequeño equipo de informáticos italianos intenta estos días encontrar financiación para Riot (Disturbio), un videojuego basado en las revueltas callejeras de Italia, Grecia, Egipto «y posiblemente muchos otros lugares del mundo».

El simulador para PC, Mac, iOS, Android y OUYA con función multijugador ofrecería a cada participante la posibilidad de ser manifestante y también policía, vivir y ejercer la opresión. Los desarrolladores buscan financiación en Indiegogo —un portal de recaudación de dinero— y a 19 días de que finalice el plazo ya han conseguido 10.700 dólares (unos 8.180 euros) de los 15.000 (11.465 euros) que piden.

Con una estética basada en los videojuegos de 8 bits de los años ochenta y un logotipo que reproduce una de las obras de arte callejero de Banksy, el potencial proyecto se creará (según sus autores) con documentación, experiencias y testimonios de enfrentamientos reales «intentando representar a las dos partes del enfrentamiento de manera imparcial, con objetividad y hechos», «mostrando los aspectos morales de ambas partes». Leonard Menchiari, director de Riot, declara que el proyecto nació de su necesidad de contar lo que sucede en los disturbios tras «experimentar esta forma de protesta en persona» en varias ocasiones.

Manifestante de 'Riot'

Manifestante de ‘Riot’

En las imágenes promocionales que ofrece la página web del juego, los gráficos desfasados contrastan con la actualidad de los acontecimientos. Los píxeles ilustran caras ocultas tras un pañuelo, fuego y coches destrozados. Tan solo una captura descubre una manifestación pacífica, lo que le da al proyecto un toque efectista que pone en duda la supuesta objetividad que pretenden transmitir y comparar de manera peligrosa al manifestante y al alborotador. Habrá que esperar al juego para ver con detalle la reacción de los antidisturbios.

Helena Celdrán