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Quién fue… Salamo Arouch: ganó 200 combates para salir vivo de Auschwitz

Salamo Arouch (WIKIPEDIA).

Hace casi un mes os conté la historia de Victor Perez, un boxeador judío que murió en el Holocausto. Este domingo os traigo la historia de otro púgil hebreo que, por fortuna, pudo contarlo. Es Salamo Arouch.

Solomon Arouch nació el 1 de enero de 1923 en Salónica. Como sabéis, esta ciudad del norte de Grecia es una de las ciudades europeas con más tradición judía. Antes de la Primera Guerra Mundial llegó a tener cerca de un cuarto de millón de habitantes de esta religión. Fue el padre del protagonista de hoy, estibador en el puerto de Salónica, quien inculcó a su hijo el amor por el boxeo.

A los 14 años empezó a competir, como miembro del Maccabi de Salónica. Posteriormente, lo hizo en la sección de boxeo del popular Aris, otro de los grandes clubes de la ciudad. Ya como profesional y bajo el nombre de Salamo Arouch, ganó el campeonato griego de los pesos medios, y en 1939 el campeonato de los Balcanes. Con un récord de 24 victorias, 24 por KO, se enroló en el ejército griego con motivo del estallido de la Segunda Guerra Mundial.

En 1943, Arouch y su familia fueron detenidos por las tropas nazis y deportados al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, adonde llegaron el 15 de mayo de 1943. A Arouch le tatuaron en el brazo el número 136.954.

Como le ocurrió a Victor Perez, el hecho de ser boxeador profesional le valió para tener algunas ventajas en el campo, pero a un coste terrible: dos o tres combates a la semana en los que, si salía derrotado, le esperaba una muerte segura.

Salamo Arouch, según su propio testimonio, disputó más de 200 combates en el campo, y los ganó todos. En una ocasión, derrotó a un checoslovaco que rozaba los 115 kilos en tan solo 18 segundos. Sus puños le dieron la supervivencia. Sus padres y sus hermanos, en cambio, no corrieron tanta suerte.

El 17 de enero de 1945 fue trasladado a otro campo, el de Bergen-Belsen (donde murió Ana Frank). Apenas dos meses después, los británicos liberaron el campo. Salamo Arouch intentó buscar en vano a sus familiares, pero conoció a Marta Yechiel, una joven de 17 años de Salónica, como él. Se enamoraron y decidieron establecerse en Tel Aviv. En noviembre de ese año, se casaron. Salamo Arouch empezó a trabajar en una naviera.

La experiencia de Arouch en Auschwitz le valió para dar charlas motivacionales contando su experiencia. Y no sólo eso: en 1955 tuvo la oportunidad de ponerse de nuevo los guantes para despedirse del boxeo. Fue en Tel Aviv, ante el italiano Amleto Falcinelli. Arouch, esta vez, perdió por KO. Fue la primera y última derrota de su carrera. Ya no importaba, porque vivía en la libertad de su nuevo hogar.

En 1989, Hollywood se interesó por su historia y se rodó un biopic sobre su vida. Arouch tuvo la valentía de volver a Auschwitz y colaboró en la producción del filme. Wilem Defoe interpretó el papel protagonista en una película que se tituló El triunfo del espíritu y que se tomó algunas libertades, como cambiarle el nombre a Marta Yechiel y situarla en la trama antes de su detención. La película tuvo buenas críticas.

En 1994, Salamo Arouch sufrió un derrame cerebral que le afectó a su salud, que definitivamente empeoró a finales de 2008. El 26 de abril de 2009, con 86 años, murió en un hospital de Tel Aviv.

Espero que os haya gustado la historia. El jueves, más.

Quién fue… Shaul Ladany: el triunfo del deporte sobre el Holocausto y el terrorismo

Ladany, en lo más alto del podio en los Juegos Macabeos de 1969 (WIKIPEDIA).

Ladany, en lo más alto del podio en los Juegos Macabeos de 1969 (WIKIPEDIA).

Vamos a cerrar la semana con una emotiva historia de superación a través del deporte. Pasaremos por una de las etapas más oscuras de la historia para recordar la figura de Shaul Ladany.

El día 2 de abril de 1936 nace en Belgrado, Yugoslavia, Shaul Paul Ladany, en el seno de una familia judía. Como imaginaréis, nacer en la década de los 30 en Europa y ser judío no era nada fácil. Los abuelos de Ladany fueron enviados a Auschwitz, donde, tal y como relataría con crudeza el protagonista de hoy, fueron «hechos jabón».

Tras un bombardeo alemán sobre su ciudad natal en 1941, los Ladany huyen a Hungría. En 1944, cuando Shaul tenía 8 años, los nazis detuvieron a su familia y a él mismo y fueron enviados a Bergen-Belsen, campo de concentración donde por ejemplo, Anna Frank murió. En este campo de Baja Sajonia fueron asesinados 100.000 judíos. Ladany llegó a estar dentro de una de las cámaras de gas, pero «Dios sabe por qué fui indultado». Poco después, él y sus padres se beneficiaron de un canje de prisioneros pagado por judíos estadounidenses, que supuso la liberación de 2.000 de los hebreos de Bergen-Belsen. Muy pocos de los 70.000 judíos de Yugoslavia sobrevivieron al Holocausto. Ladany fue uno de ellos.

Tras salir de Bergen-Belsen, la familia se estableció en Suiza. Cuando acabó la guerra, regresaron a Belgrado, hasta que en diciembre de 1948, se trasladaron de manera definitiva a Israel, estado que acababa de nacer.

Con 18 años, Shaul Ladany empezó a correr maratones, pero no fue hasta principios de los 60 cuando Ladany se pasó a la marcha. Lo hizo sin entrenador. De hecho, jamás lo tuvo en su carrera. Fue un autodidacta. Disputó su primera prueba en 1962 y en 1963 ya era campeón de Israel. Lo lograría 27 veces más. En 1968, Shaul Ladany participó por primera vez en unos Juegos Olímpicos, los de México, en la prueba de 50 km marcha. Acabó en el puesto 24º.

Una imagen reciente de Shaul Ladany (YOUTUBE).

Una imagen reciente de Shaul Ladany (YOUTUBE).

Su mejor año fue 1972. A principios de este año batió el récord del mundo de los 50 millas marcha (algo más de 80 kilómetros), que databa de 1935. En abril lo volvió a rebajar, dejándolo en 7: 23: 50, un tiempo que aún hoy es récord del mundo. En septiembre, Ladany volvía a Alemania, con motivo de los Juegos Olímpicos de Múnich. Era el único miembro del equipo israelí de atletismo, e iba a competir en los 50 km marcha.

En Múnich puso en práctica el alemán que había aprendido en Bergen-Belsen, y como exorcismo particular, entrenó con una camiseta con una estrella de David. Acabó en el puesto 19.

Shaul Ladany dormía placidamente, orgulloso de haber competido en el país en el que tantos familiares fueron asesinados, cuando el grito de Yussef Gutfreund, un árbitro israelí de lucha lo alertó. Estaban atacando la villa olímpica. Shaul salió por una ventana y varias balas pasaron cerca de él. Fue él el primero en avisar a la Policía. La fatalidad le perseguía. Terroristas palestinos habían entrado en la villa olímpica y asesinaron a sangre fría a once miembros del equipo olímpico de Israel. Sólo cinco atletas israelíes sobrevivieron. Él fue uno de ellos. De hecho, los primeros reportes le dieron por muerto, pero no fue así. Aún hoy, Shaul Ladany visita cada seis de septiembre las tumbas de los fallecidos en Tel Aviv.

Tras la traumática experiencia de Ladany en Múnich, siguió compitiendo, y se especializó en carreras de distancia ultralarga, como los 100 km marcha. El mismo año 72 se proclamó campeón del mundo en esta distancia, con un tiempo de 9:31:00. En realidad, Shaul Ladany no dejó de competir hasta su vejez. Por ejemplo, en 2006 se convirtió en el primer atleta de más de 70 años en hacer los 100 km marcha en menos de 24 horas. En 2012, con 75 años, participó en una marcha de 300 kilómetros (en cuatro días) entre París y Tubize.

Pero Ladany no es sólo un gran atleta. Es profesor emérito de Ingeniería Industrial en la Universidad Ben Gurion del Negev, ha escrito más de 12 libros y un centenar de artículos. Shaul Ladany reside en la ciudad de Omer, con su esposa Shosh. Tiene una hija y tres nietos.

Os dejo con un reportaje sobre Ladany:

Volvemos el miércoles.

Quién fue… Gino Bartali: el campeón ciclista que salvó a 800 judíos del Holocausto

Bartali, en 1945 (WIKIPEDIA).

Bartali, en 1945 (WIKIPEDIA).

El artículo de este viernes no es el último de la semana (lo será el domingo, ya que si recordáis no hubo post el lunes y lo he pospuesto a pasado mañana), pero el espíritu es el mismo que el de todos los viernes. Es una historia preciosa, de esas que ni yo mismo entiendo por qué no he sacado antes (ha tenido que ser mi primo, tocayo y particular corresponsal en Italia el que me lo propusiera). Es la historia de Gino Bartali.

El 18 de julio de 1914 nacía Gino Bartali en Ponte a Ema, provincia de Florencia, en la Toscana italiana. Era el tercero de los cuatro hijos de un granjero. Empezó a trabajar con 13 años en un taller de bicicletas y gracias a sus ahorros consiguió comprarse una de carreras, con la que empezó a lograr sus primeros triunfos.

En 1933 se proclamó campeón juvenil y en 1934 sufrió una grave caída que le provocó una conmoción cerebral y una fractura de nariz, que tres años después le obligó a pasar por el quirófano, dejándole su característica nariz de boxeador para siempre.

En 1935 debutó como profesional y prontó empezó a dejar claras sus dotes como escalador. En su primer Giro, ese año, ganó una etapa, acabó séptimo y ganador del premio de la montaña. Al año siguiente, se lleva el triunfo final. Pero inmeditamente después, una tragedia personal pone en peligro su carrera.

Giulio, su hermano Giulio, que también había empezado a competir como ciclista, sufre un accidente y fallece. Gino, muy unido a su hermano y roto por el dolor, decide dejar el ciclismo para siempre. Pero finalmente, sus seres queridos le convencen de que la mejor manera de homenajear a Giulio es seguir compitiendo. Y así lo hace.

Bartali, junto a un joven Coppi en 1940 (WIKIPEDIA).

Bartali, junto a un joven Coppi en 1940 (WIKIPEDIA).

En 1937 vuelve a ganar el Giro y en 1938 llega su primera victoria en el Tour de Francia. Pero enseguida empieza la II Guerra Mundial, justo cuando en Italia empieza a despuntar un ciclista que puede discutir su dominio: un tal Fausto Coppi. Durante la guerra, la actividad ciclista se reduce al mínimo. Bartali aprovecha para casarse. Y para llevar a cabo un trabajo secreto que no se supo hasta mucho tiempo después (y que os contaré un poco más adelante).

En 1945 se reanudan las competiciones. Pese a su veteranía, sigue siendo un dominador. Lo que pasa es que, como os contaba antes, Fausto Coppi irrumpe en el panorama internacional. De hecho, había sido el ganador del Giro de 1940, ya con la Guerra empezada. Comenzaba entonces una de las mayores rivalidades de la historia del ciclismo.

Coppi y Bartali se repartieron victorias pero en el primer Giro tras la guerra, en 1946, la victoria es para el toscano. Al año siguiente, Coppi es el que  triunfa en la ronda italiana. Y repiten la jugada en el Tour. Bartali gana el del 48 (diez años después del primero) y Coppi el del 49.  La rivalidad se prolongó una vez empezada la década de los 50. Fue en el Tour del 52 cuando, por ejemplo, se produjo una de las fotos más famosas de este deporte. Ambos circulaban solos por el Galibier. En la foto, se ve cómo Bartali le da un bidón de agua a Coppi. Al difundirse la foto, salta la duda: ¿Quién ayudó a quién? ¿Bartali se la da a Coppi o se la está devolviendo tras beber? Ninguno de ellos quiso revelarlo, así como tampoco el fotógrafo. Bartali, en la foto, lleva dos bidones, mientras que Coppi no. Para algunos, es la clave de que es Coppi el que fue el generoso. Sea como fuere, la foto también reveló otra certeza: ambos eran rivales, representaban dos conceptos diferentes, pero eran amigos.

Bartali, en 1963 (WIKIPEDIA).

Bartali, en 1963 (WIKIPEDIA).

Bartali se retira en 1954. Seis años después, recibe con dolor la muerte de Coppi tras contraer malaria en un viaje a África. Monta después un equipo ciclista, se dedica a comentar carreras en la RAI y a comercializar vino de su tierra. El 5 de mayo de 2000, con 85 años, un fallo cardíaco acaba con su vida. Se iba una gigantesca leyenda del ciclismo, una marcha que conmocionó al mundo… y eso que aún casi nadie sabía qué hizo Bartali durante la II Guerra Mundial.

Curiosamente, Bartali siempre había sido considerado un ciclista cercano al régimen fascista. Precisamente esta idea le benefició. Con la guerra en marcha, el arzobispo de Florencia, Elia Dalla Costa, se pone en contacto con Bartali, devoto católico, para pedirle un favor. Lo necesitan para formar parte de una red dedicada a salvar a judíos del Holocausto. El papel de Bartali era el de correo. Con la tapadera de sus entrenamientos, su tarea era transportar fotos y documentos falsos desde sus lugares de confección hasta sus destinos. Estos documentos servían para salvar a judíos de una muerte segura. La fama de Bartali le permitió pasar totalmente desapercibido y su impagable labor le salvó la vida a 800 judíos. El hijo de uno de los miembros de la trama fue quien descubrió, en los papeles de su padre, la labor silenciosa de Bartali y quien la hizo pública. Por ello, en 2013, fue elegido ‘Justo entre las Naciones’ por la Yad Vashem, la institución con sede en Israel que mantiene viva la memoria del Holocausto. Sin duda, un valiosísimo último premio para uno de os más grandes ciclistas de la historia.

Os dejo con un maravilloso (como siempre) reportaje de Informe Robinson sobre Bartali:

No os olvidéis que el domingo volvemos.

Quiénes fueron… las víctimas del Holocausto del equipo holandés de gimnasia de los Juegos del 28

Turnerinnen_der_niederländischen_Goldriege_von_1928Hola amigos. Volvemos hoy con una historia dura y a una época de la que hemos hablado bastante en esta sección de los viernes. Os voy a hablar del equipo olímpico holandés de gimnasia de 1928.

Vamos a remontarnos precisamente a ese año. Se disputaban en Amsterdam los octavos Juegos Olímpicos de la Era Moderna. Por primera vez, se disputaba una prueba de gimnasia femenina en unos Juegos. Participaron cinco países: las anfitrionas, Francia, Hungría, Italia y Reino Unido.

El oro lo consiguió el equipo de Países Bajos, que estaba formado por Estella Agsteribbe, Jacomina van den Berg, Alida van den Bos, Petronella Burgenhof, Elka de Levie, Helena Nordheim, Ans Polak, Petronella van Randwijk, Hendrika van Rumt, Jud Simons, Jacoba Stelma y Anna van der Vegt. Estas mujeres estaban entrenadas por Gerrit Kleerekoper. La plata fue para Italia y el bronce, para Reino Unido.

Estas doce mujeres y el técnico se convirtieron en heroínas (y héroe) nacionales. Cinco de ellas eran judías, así como también el propio Kleerekoper.

De este cortador de diamantes se supo bien su destino. Cuando estalló la II Guerra Mundial, él, su mujer (Kaatke) y su hija Elisabeth fueron detenidos y fueron conducidos al campo de concentración nazi de Sobibor, en Polonia. Allí, el 2 de julio de 1943 murieron asesinados. Kleerekoper tenía 50 años y su hija Elisabeth, 14. Un año después, su hijo Leendert, de 18 años, moría en Auschwitz.

También se supo, que una de las gimnastas judías, Elka de Levie, sobrevivió a tan oscura época. Vivió en el anonimato y falleció en 1979.

Pero de las otras cuatro gimnastas judías de aquel equipo campeón no se supo qué pasó con ellas: eran Ans Polak (en la foto, la primera por la izquierda cuyo rostro está rodeado por un círculo), Helena Nordheim (a su lado), Estella Agsteribbe (la tercera, por izquierda, de las del círculo) y Jud Simons (la última rodeada).Gerrit_Kleerekoper

El Comité Olímpico Holandés, cuando acabó el conflicto, intentó localizarlas, contando con que los nazis hacían minuciosas listas de aquellos que tenían la desgracia de entrar en uno de sus campos. El problema es que se habían casado y habían cambiado sus apellidos, por lo que encontrarlas era realmente difícil.

Fue un holandés llamado Fred Lobatto, ingeniero de profesión, el que empezó a investigar los destinos de estas cuatro mujeres. Lobatto había asistido, siendo un niño, a la competición de gimnasia de los Juegos de 1928. Con la ayuda de la Sociedad Holandesa de Genealogía Judía, se confeccionó un listado de apellidos de soltera de mujeres judías casadas y gracias a estos datos, se pudo conocer el destino de las cuatro gimnastas desaparecidas, a mediados de la década de los 90.

Ans Polak, que tras casarse se convirtió en Ans Dresden, estuvo junto su hija en el campo de concentración de Westerbork, desde el que fueron trasladadas al de Sobibor. El 23 de julio de 1943 murieron asesinadas. Ans tenía 36 años y su hija Eva, 6. Un año después, su marido, Barend, murió en Auschwitz.

Helena Nordheim o Helena Kloot tras su matrimonio, hizo el mismo trayecto: Westerbork-Sobibor. Murió el 2 de julio de 1943 en este último campo, a los 39 años. Junto a ella, fueron asesinados su marido, Abraham, y su hija de 10 años, Rebecca.

Estella Agsteribbe, tras su boda Estella Blits, murió en Auschwitz el 17 de septiembre de 1943, a los 34 años. Con ella fueron asesinados su marido, Samuel, su hija Nanny, de 6 años, y su hijo Alfred, de 2.

Jud Simons tiene una historia algo más desarrollada: se casó y cambió su apellido a Themans. Ella y su marido fundaron, antes de la guerra, un orfanato en Utrecht, que llegó a acoger a 83 niños. Cuando estalló la guerra, alguien avisó a Jud de que los nazis estaban tras su pista. Le ofrecieron esconderse pero ella no quiso abandonar a sus huérfanos. Fue detenida y trasladada a Sobibor, donde fue asesinada el 3 de marzo de 1943. Junto a ella murieron su marido, Bernard, su hija Sonja, de 5 años, y su hijo Leon, de 3.

Tanto Kleerekoper como las cinco gimnastas forman parte del Salón de la Fama Internacional del Deporte Judío, con el objetivo de que sus historias no se olviden.

De una manera más modesta, ese es mi objetivo también. Que los nombres de estas cuatro mujeres y este hombre no se olviden nunca.

Os dejo con un vídeo de la competición de gimnasia en 1928. Como veréis, es bastante diferente a la actual:

Buen fin de semana.