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Quién fue… Joao Rodrigo: el futbolista al que decapitaron por denunciar un robo

Imagen de Joao Rodrigo (YOUTUBE).

Brasil es un país con un altísimo índice de delincuencia. Si a esto le sumamos la gran afición que hay por el fútbol, es relativamente habitual que ambos conceptos se mezclen. El protagonista de hoy, para su desgracia, es un testigo de ello. Es Joao Rodrigo.

Joao Rodrigo Silva Santos nació el 8 de noviembre de 1977 en Río de Janeiro. Debutó como delantero en 1996 en las filas del Bangu. Los primeros años de su carrera los pasó cedido en varios equipos, como el Olimpia hondureño, el Nacional de Sao Paulo, el Atlético Sorocaba o el Öster sueco. En la liga de este país nórdico disputó seis partidos y marcó un gol.

Pront se convirtió en el típico trotamundos. Entre 2004 y 2009 pasó por ocho equipos. En 2010 recaló en el Bonsucesso y después no encontró equipo. En 2013, eso sí, de nuevo encontró un puesto en el Sampaio Correa de su Río de Janeiro natal. Éste sería su último equipo.

De manera paralela, puso un negocio en su barrio llamado Força Natural. Se trataba de una tienda de productos dietéticos, suplementos para deportistas y comida sana. Joao Rodrigo sufrió un atraco en su negocio. Hizo capturas de pantalla de las cámaras de seguridad y publicó en Facebook las imágenes de los supuestos atracadores pidiendo ayuda para que la gente los pudiera identificar y denunciar. Fue un error fatal.

La noche del lunes 28 de octubre de 2013, Joao Rodrigo cerró su negocio, pero nunca llegó a casa. La madrugada siguiente, sobre las 5.30 horas, su mujer, Geiza Silva, encontró la bolsa de deportes de su marido en la puerta de su casa. Al abrirla, encontró horrorizada la cabeza de su marido. Le habían cortado la lengua y arrancado los ojos.

Poco despúes, la Policía encontró partes de un cadáver cerca del río Guandu, en la localidad de Queimados. Las pruebas confirmaron que pertenecian a Joao Rodrigo. Aunque en un principio se pensó que era un ajuste de cuentas de narcotraficantes, las autoridades apostaron por la hipótesis de que el asesinato tenía relación con el robo del negocio de Rodrigo y su denuncia.

Hasta donde yo he podido averiguar, los responsables no fueron detenidos.

Nos leemos el próximo jueves.

Quién fue… Carlos Kaiser: el futbolista farsante

Carlos Kaiser, en su etapa en Francia (YOUTUBE).

Carlos Kaiser, en su etapa en Francia (YOUTUBE).

La historia del protagonista de hoy seguro que la habéis leído antes. Corrió como la pólvora por internet hace un par de años, pero no me resisto a encontrarle un hueco también en este blog. Es la historia de Carlos Henrique Raposo, más conocido como Carlos Kaiser.

Carlos Henrique Raposo nació el 2 de abril de 1963 en Rio Pardo, Brasil. De niño se ganó el sobrenombre de ‘Kaiser’ por ser moreno, alto y espigado, como Franz Beckenbauer. Su sueño era ser futbolista, pero carecía de la técnica necesaria, ni siquiera la mínima, para jugar al fútbol a alto nivel. Pero era el sueño de Carlos y decidió que nada lo detendría.

Decidió frecuentar los lugares que visitaban los jugadores profesionales, como bares y pubs, y gracias a su labia, a su amabilidad y a la ropa cara que le prestaban, se hizo íntimo de jugadores como Ricardo Rocha o Renato Gaúcho. Gracias a la influencia de estos futbolistas, con 20 logró entrar en el Botafogo. Fue allí donde empezó con su táctica: lesionarse en los primeros entrenamientos y no tener opción de jugar, para no dejar al aire sus escasas dotes técnicas. Solía firmar contratos cortos, de seis meses. Al principio alegaba que estaba fuera de forma y necesitaba entrenar en solitario para ponerse a punto. En cuanto se incorporaba al grupo, convencía a algún compañero de que le entrara fuerte, y él simulaba una lesión o en efecto, se lesionaba. Si no estaba lastimado, llegaba a pagar a los médicos para que le dieran la baja.

Su etapa en el Botafogo fue así, sin llegar a debutar, y la amistad de Renato Gaúcho le permitió fichar por otro histórico carioca, el Flamengo, donde llegó prometiendo los goles que la mala fortuna en el Botafogo le quitó de marcar. Mientras, él hacía a la perfección su trabajo: ser el íntimo de todos los jugadores, para lo cual no dudaba en recurrir a contratar chicas para las concentraciones.

Imagen reciente de Carlos Kaiser (YOUTUBE).

Imagen reciente de Carlos Kaiser (YOUTUBE).

Con 26 años, y sin haber debutado, Carlos Kaiser consigue un contrato para jugar en el Puebla mexicano, donde de nuevo pone en marcha su táctica. Tened en cuenta que son los primeros 80. No hay vídeos, ni YouTube, ni redes sociales, ni siquiera hay avances médicos que puedan atestiguar las lesiones. En ese panorama, Kaiser buceaba como quería. De hecho, otra de sus triquiñuelas era usar falsos teléfonos móviles (en aquella época, un artículo de súper lujo) y hacer como que hablaba en inglés acerca de jugosas ofertas del extranjero.

De hecho, logró cruzar el Atlántico, en concreto para jugar en el Gazélec Ajaccio francés, en 1986. De nuevo puso en marcha sus tejemanejes y pasó un añito cobrando y sin jugar. Una anécdota de esta época es que en su presentación, saltó al campo, abarrotado de hinchas, y lo vio lleno de balones. Carlos entró en pánico pensando que tendría que hacer muestra de su inexistente calidad, así que decidió coger todos los balones y lanzárselos al público, mientras besaba el escudo.

Al año siguiente recaló en el Bangu, de nuevo en Brasil. En este equipo protagonizó uno de los momentos más descacharrantes de su carrera. Estando en el banquillo, el entrenador decidió sacarlo a jugar. Agobiado ante tal amenaza de su engaño, Carlos Kaiser decidió encararse con un hincha rival antes de saltar al campo. Tales fueron los insultos que al final, se generó una tángana en la que resultó expulsado. El presidente del club, hecho una furia, bajó al vestuario al acabar el partido para echarle una bronca a Kaiser, pero se encontró con el jugador llorando. Sin cortarse un pelo, Kaiser le dijo al presidente que para él era como un padre, y que no permitía a nadie (en referencia al hincha con el que se peleó) que insultara a su padre. El dirigente tragó como un bendito y Kaiser siguió en el club.

Sus tácticas le valieron para fichar por el Fluminense o por el Vasco de Gama, donde repitió sus maniobras. También formó parte del fútbol estadounidense, en concreto de los El Paso Sixshooters, hasta que se retiró con 39 años en el América de su país.

Muchos dan poca credibilidad a la historia de Carlos Kaiser, ya que algunas de las personas que el propio ‘futbolista’ dice que compartieron experiencias con él aseguran no conocerle de nada, pero hay material gráfico suficiente para comprobar que al menos engañó a un buen puñado de equipos.

Os dejo con un reportaje sobre Carlos Kaiser:

Hasta el miércoles.