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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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Cinco millones de inmigrantes

Hoy hemos sabido que en España vivimos 46 millones de habitantes, un 11% de ellos (o sea algo más de cinco millones) inmigrantes.

Yo no soy gallego. Siempre que se entrevista aun gallego suele decir que en su familia había inmigrantes.

En el País Vasco era muy típico hablar de los

pastores que iban a algunos estados del medio Oeste de Estados Unidos. Luego estaban los pelotaris, que se hacían ricos en los frontones de

Florida.

Pero mi historia de inmigrantes no tiene que ver con la familia, sino con los vecinos de la otra mano: los hijos de doña Blanca.

Doña Blanca tenía dos hijos. Cuando yo era muy pequeño uno de ellos se fue a Venezuela, donde uno de sus tíos (seguramente inmigrante político) había triunfado en los negocios. Unos años después se marchó también el otro. Si no recuerdo mal los dos se casaron por poderes con sus novias de Vitoria.

Pero lo que más recuerdo era su llegada de los veranos. Siempre lo hacían en grandes coches americanos, de matrícula turística que alquilaban en el Sur de Francia. Era la demostración de que habían triunfado. Venían en haigas como se decía entonces.

No sé por qué se me quedó especialmente grabado un Pontiac Catalina verde manzana. Muy impresionante en aquellos años en que, a lo sumo, empezaban a verse por nuestras calles algunos seiscientos.

El otro fenómeno relacionado con la inmigración eran los coreanos, la inmigración interior. Vitoria empezó a industrializarse en aquellos años (IMOSA, la actual Mercedes, la Michelin, la BH, el Kas y tantas otras empresas) lo que atrajo a mucha gente, sobre todo de pueblos de Cáceres y de Jaén. Al principio hubo cierto rechazo, se les llamaba coreanos, con desprecio evidente, pero se integraron muy rápidamente.

Yo, que fui alumno de instituto, tuve buenos amigos de Teruel, Pedro Novella, de Cáceres y de otros muchos sitios.

Estos últimos años la situación económica boyante ha atraído a España a gente de casi todos los países del mundo.

Ahora que parece que las cosas vienen mal dadas resulta que queremos echarlos.

Desde los medios se ha seguido de cerca el fenómeno de la inmigración.

Ya está terminando el trabajo de campo de la segunda ola del estudio EMI, promovido por la ACPI (Asociación para el Conocimiento de la Población Inmigrante) de la que son miembros un buen número de los editores de publicaciones dirigidas a inmigrantes y la mayor parte de las agencias de medios.

Yo lo he vivido muy de cerca, como miembro de la Comisión Técnica.

El estudio ha salido adelante gracias al esfuerzo de un pequeño número de personas, entre las que es justo destacar a Marc Basté, del periódico Latino.

El trabajo de campo, especialmente complejo, es responsabilidad del instituo ECV.

En la Comisión Técnica, donde he vuelto a coincidir con mi amigo Carlos Lamas, la labor de coordinación de Dionisia Mata, de Media Planning es muy encomiable.

El consumo de medios entre los inmigrantes es elevado, tanto en medios generales, especialmente diarios gratuitos, como, sobre todo, los dirigidos especialmente a ellos.

Se jubila un genio

Parece que ahora va en serio. Dicen que se jubila Carlos Lamas. Yo no creo que se vaya del todo. Cuando uno trabaja en algo que le gusta, nunca se va del todo. Y, desde luego, mejor para todos que no se termine de ir.

Carlos Lamas llegó tarde a la investigación de medios. Después de muchos años en el panel de detallistas de Nielsen, probablemente la investigación más respetada por los anunciantes, llegó a Ecotel a finales de los ochenta, como Director Técnico. Cuando se convirtió en Sofres AM la nueva dirección prescindió de él y se incorporó a AIMC, de donde se va ahora.

Así que su paso por el mundo de los medios, si es verdad que se jubila ahora, no habrá durado ni siquiera veinte años. Lo suficiente para ganarse el respeto y la admiración de todos los que nos dedicamos a estas cosas, en España y en el extranjero. Sin duda es el investigador español (en esta área) más conocido fuera de nuestras fronteras y el más respetado dentro.

Carlos nos ha reñido a todos. Cuando él ve una cosa muy clara se cree en posesión de la verdad ( y casi siempre es así) y defiende sus ideas a capa y espada; a gritos si hace falta. Por eso, a lo mejor hay alguien que ahora se alegra de que diga que se va. ¡Pobre de él! Sin Carlos esta profesión será peor.

Le ha tocado vivir momentos difíciles. Cuando aún estaba en Ecotel se produjo la vergonzosa publicación en un diario de difusión nacional de las direcciones de los panelistas de audimetría, lo que produjo serias complicaciones en la investigación española. Este hecho coincidió, en enero de 1991, con la celebración en Madrid de un congreso de ESOMAR, la asociación internacional de los profesionales de la investigación de mercados: ninguno de los congresistas entendía nada de lo que había ocurrido. Nada parecido se había producido en ningún otro país del mundo. Nuestro triste récord se mantuvo hasta hace pocos años; en Argentina se produjo una barbaridad similar.

A raíz de ese hecho se crearon los mecanismos de control del sistema de audimetría. Coincidimos en el primer Comité de Usuarios, del que fui presidente por “procedimientos aleatorios” (Carlos tiró una moneda al aire y salieron agencias de medios, pero lo reflejó así en el acta). Allí empezó a crecer mi respeto por él y se fraguó nuestra amistad.

Años después, ya como Director Adjunto de AIMC, le tocó vivir el sabotaje Abellán: este locutor de la COPE infiltró entrevistadores en algunas de las empresas que realizan el trabajo de campo del EGM, el estudio en el que nos basamos todos los actores del mercado publicitario para decidir la distribución de las inversiones publicitarias. Según dijo después, trataba de demostrar la vulnerabilidad del estudio, que era posible sabotearlo. Más o menos como si un asesino se justificara diciendo que quería demostrar que el asesinato es posible.

El EGM es un estudio sindicado, o cooperativo, que se rige por unas normas aceptadas por todos los socios (que son los diferentes medios de comunicación y las agencias de medios, además de algunas otras empresas). En el momento de producirse el sabotaje Abellán el representante de la radio en la Junta Directiva de la AIMC era el Director de Marketing de la COPE. Yo mismo representaba a los técnicos en esa misma Junta. Fueron momentos muy tensos

Carlos llevó el peso de la investigación y, como siempre, lo hizo con maestría. Dice que le quedó mal sabor de boca por la pronta readmisión de la COPE. Le entiendo, pienso como él, pero seguramente en aquel momento fue lo mejor para el mercado.

Ahora, en una entrevista de despedida en la revista Anuncios, una de las especializadas en el mercado publicitario, dice, con su exquisito tacto habitual, que el “nuevo EGM” va a ser peor y más caro. A alguno le ha sentado más esta afirmación.

Lo de que va a ser más caro es una verdad objetiva y, por tanto, indiscutible. Que vaya a ser peor es más opinable pero, si Carlos lo dice, yo ya me empiezo a preocupar.

Carlos, por favor, no te vayas muy lejos.