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Los niños, las niñas y la violencia al otro lado de la puerta

Por Itziar Fernández CortéItziar Fernandez Cortés

Noviembre es un mes lleno de fechas señaladas para reivindicar derechos en las calles y en las casas. De la infancia por un lado y contra las violencias machistas por otro. El 20 de noviembre se han cumplido 25 años desde que se celebró la Convención de los Derechos del Niñoel primer instrumento jurídicamente vinculante que reconoce a los niños y niñas (aunque su título no las nombre) como agentes sociales y sujetos activos de sus propios derechos.

Ilustración del cuento 'La casa del mar en calma', de Itziar Fernández Cortés.

Ilustración del cuento ‘La casa del mar en calma’, obra de la artista Lola Blazzze.

Queda mucho por andar en este sentido, aunque cada vez más a menudo lleguen a nuestros oídos diferentes iniciativas de participación infantil. Considerar a la infancia como sujetos de protección si, pero no de pleno derecho. Darles voz si, pero no hacer que su opinión sea determinante ni mucho menos vinculante.

Por otro lado, el miércoles 25 de noviembre, se celebra el Día Internacional Contra la Violencia de Género, donde el movimiento feminista mantiene viva la lucha contra todo tipo de violencias machistas como base de la desigualdad estructural que culmina en los feminicidios que tanto nos alarman pero que son solo la punta del iceberg de una problemática mucho mayor. Por ello la indignación popular llenó las calles de Madrid en la Marcha Estatal contra las Violencias Machistas el 7 de noviembre. Y todavía nos tiemblan las piernas al recordarlo.

A caballo entre ambos días, están los niños y las niñas víctimas de la violencia de género, con doble motivo para reclamar al mundo adulto su visibilización, y por ende, su compromiso.

Cuando su hogar, un espacio que supuestamente está asociado a la seguridad y la tranquilidad, se convierte en un entorno lleno de miedo y angustia, no solo la mujer es víctima. Sus hijos e hijas también sufren el impacto de la violencia y siguen su propio proceso. No son espectadores o víctimas indirectas, como ha venido definiéndose, sino protagonistas y víctimas directas de la violencia de género.

Son víctimas directas porque en ocasiones sufren agresiones en forma de golpes o insultos. Porque presencian directamente la violencia física y psicológica de su padre hacia su madre  (ya sea viéndolo, o lo que es peor, escuchándolo detrás de las puertas e imaginándolo). Porque viven directamente en un entorno de relaciones violentas y abuso de poder, donde las amenazas y las actitudes degradantes son habituales, lo que hace que normalicen un modelo negativo de relación “maltratante” que daña su desarrollo infantil.

En algunos casos, los niños y las niñas llegan a normalizar la violencia como pauta educativa y a culpabilizarse, sintiéndose merecedores de esa violencia. Necesitan salvaguardar una imagen positiva de sus padres, entonces, ¿Quién es el malo en todo esto? Identificarse como culpables les permite obtener una falsa sensación de control, ya que podría estar en su mano que la violencia no volviese a repetirse. Es el mismo mecanismo psicológico que se activa en sus madres, y que, entre otras muchas causas, hace que se mantengan en la relación violenta. Sobra decir que la víctima nunca es la culpable.

Por eso reclamamos noviembre y los once meses del año restantes para reivindicar los derechos de los niños y niñas. Y para apoyar especialmente a aquellos que sienten el miedo cuando la violencia de género tiñe de negro sus casas.

Itzíar Fernández Cortés es psicóloga clínica y psicoterapeuta infantil. Especialista en intervención con mujeres, niñas y niños víctimas de violencia de género. Autora del cuento ‘La casa del mar en calma‘.

Yo también las he matado

Por Mayte Mederos Mayte

Señor juez, vengo a entregarme.

Ya sé que han detenido al padre por el presunto parricidio. Y que la fiscalía ve indicios claros de culpabilidad. Pero escúcheme, siéntese un momento conmigo y lo entenderá.

Yo soy la vecina que escucha discusiones y golpes por la ventana del patio y no llama a la policía, porque en cosas de pareja no hay que meterse.

Soy el hermano que le dice a ella que aguante, que siempre estará mejor en casa y con un sueldo que mantenga a sus hijos. Que los insultos se olvidan y los morados se tapan, y la vida es así de injusta. Pero es que un hombre es un hombre.

Soy la madre y el padre que no enseñan a sus hijos a amar a sus parejas en lugar de poseerlas, inculcándoles valores y respeto. Que si hablan de sexo seguro es sólo con ellas, porque la responsabilidad no es cosa de los varones. Y que no educan a sus hijas para que se valgan por sí mismas, en lugar de necesitar a hombres que las protejan y las salven.

Soy el maestro que destila sexismo y cree firmemente que las mujeres están mejor en casa. El que trasmite la desigualdad patriarcal, ayudando a consolidar la pobreza en España en el lado femenino de la balanza.

Soy la directiva que prefiere contratar hombres que no se embaracen ni falten al trabajo por las anginas de sus criaturas. Y el marido que prioriza su carrera por delante de la de su mujer, que al fin y al cabo iba a ganar menos por el mismo trabajo. Soy la sociedad que no permite la autonomía de las mujeres, que se ven encarceladas también económicamente por sus verdugos.

Soy el juez que permite el avance del neomachismo lavándose las manos con las custodias compartidas impuestas. Esos regímenes concedidos al por mayor a hombres que nunca se interesaron por el cuidado de su prole, pero que las piden para seguir controlando y angustiando a sus exmujeres.

Y soy el responsable político que cree que 44 niñas y niños asesinados por su padre por violencia de género en la última década en España (26 de ellos ahogados, acuchillados o tiroteados durante el régimen de visitas) o que 1.360 mujeres asesinadas por terrorismo machista solo desde 1995 no son asunto de estado.

Señor juez, ya sé que no me ve ensangrentada. Pero si supiera en qué medida soy cómplice de esta sangría de dolor y de vidas, no habría clemencia que me salvara.

Mayte Mederos es activista feminista y lésbica, madre de familia numerosa homomarental y autora del blog Avatares de una amazona.

 

Asesinos de la igualdad

Por Flor de Torres Flor de Torres renueva

Los maltratadores asesinan a sus parejas o ex parejas. Pero son además asesinos de la igualdad. Asistimos a la lista interminable de mujeres víctimas de la violencia de género. Cuando matan separan la igualdad del género, propiciando la desigualdad. La llevan a su máximo exponente: el feminicidio.

Frente a ello hay que luchar porque esas palabras, ‘igualdad’ y ‘género’ sean un binomio indestructible. Tenemos que lograr que sea una expresión llena de contenido y de sonido para todos, y muy especialmente para las personas más jóvenes de nuestra sociedad. Para ello previamente consolidémoslas en la educación, no solo en los colegios, sino en la familia, en la sociedad. Llevémoslas a la vida. Destruyamos de forma fulminante las tretas de dominación ocultas de género, que tanto daño hacen y que aún siguen invisibles en forma de conductas micro machistas que impiden equilibrar los géneros en valores.

Pero tampoco desterremos a los maltratadores solos con sus condenas y penas, medidas y alejamientos, estigmatizándolos a su suerte. Es una obligación nuclear de la lucha contra la violencia de género trabajar con los maltratadores en tratamientos efectivos de reeducación en la igualdad de género. Este es el camino que necesitamos recorrer para que esa lista de mujeres e hijos asesinados no siga alimentándose: educación y reinserción.

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Francisca de Pedraza: una historia de violencia de género en el siglo XVII

Por Flor de Torres Porras Flor de Torres

Acabo de leer la historia impactante de la podria ser la primera víctima judicial de violencia de género en nuestro país. En el libro Una alcalaína frente al mundo. El divorcio de Francisca de Pedraza,  Ignacio Ruiz Rodríguez y Fernando Bermejo Batanero  cuentan la historia de esta mujer, que en 1624 obtuvo una sentencia ejemplar: no sólo le otorgó el divorcio, sino que obligó a su marido a devolverle la dote y obtuvo además  una orden de alejamiento.

Portada del libro y página de la sentencia de divorcio de Francisca de Pedraza.

Portada del libro y página de la sentencia de divorcio de Francisca de Pedraza.

Francisca luchó contra el estigma de las leyes que la hacían invisible frente al maltrato y ni  siquiera le otorgaban personalidad jurídica para  litigar, pues pasó de la tutela de un convento a  la de su marido y verdugo. Se liberó de los consejos del párroco de Alcalá de Henares, que le recomendaba  sumisión,  silencio, sufrimiento. También de las amenazas de que su decisión de denunciar la llevaría directamente al fuego eterno. No obstante, la jurisdicción eclesiástica la escuchó y amonestó al maltratador. Algo que lejos de ser ejemplar, empoderó aún más a su verdugo que la trató de chivata.

Tras  una batalla judicial se le otorgó el divorcio. Quedó liberada de su débito matrimonial y de Jerónimo de Jaras, su marido maltratador. Encontró en Álvaro de Ayala, el primer rector graduado en ambos derechos (canónico y privado) la posibilidad de ser escuchada.  Ayala contextualizó las palizas, la vida de violencia de género y la pérdida del hijo que esperaba tras una brutal agresión como determinantes para el divorcio y la devolución de la dote, así  como la prohibición  que  ni su marido, ni nadie relacionado con él, pudiera acercase a Francisca.

La sentencia fue tan ejemplar como su vida, ya que en su época las leyes invisibilizaban a las mujeres entre otras cosas porque estaban representadas siempre por su marido.  Y mujeres como Francisca, casadas con maltratadores, no tendrían acceso a ningún tipo de personalidad y menos a la representación necesaria para litigar en contra de ellos en los tribunales.

Muchos años más tarde nuestra sociedad seguía conviviendo con desigualdades que discriminaban a las mujeres en las leyes. Por ejemplo, hasta 1963 estuvo vigente la excusa absolutoria del Código penal que en su artículo 528 decía: ‘El marido que sorprendiendo a su mujer  matare en el acto a los adúlteros, o alguno de ellos, o les causare cualquiera de las lesiones graves, será castigado con la pena de destierro. Si produjere lesiones de otra clase quedará exento de pena’.

¿Qué ocurría a la inversa, es decir, cuando la esposa agraviada  matase al marido infiel o a su amante? Ella se vería acusada de dos  homicidios o asesinatos y recibiría una pena de hasta 40 años de prisión. Tal discriminación desapareció en la reforma del Código Penal de  1963 pero, vergonzosamente para la mujer, se mantuvo  otra discriminación: la de la esposa que cometía adulterio por el hecho de· ‘yacer una sola vez’ con varón que no fuese su marido (Art. 449), pero respecto al marido, para ser condenado  por amancebamiento hacía falta ‘tener manceba dentro de casa o notoriamente fuera’  (Art. 451). La muerte definitiva de esta norma fue en el año 1978 tras la despenalización del adulterio y amancebamiento.

Todos sabemos que la Constitución de 1978 nos tendió carta de naturaleza jurídica plena en su Art. 14 al proclamar la igualdad sin discriminación alguna por razón de sexo con el carácter de derecho fundamental, tendiéndonos un  galante guante  a nuestra condición igualitaria.

Algo impensable cuando en ese año 1963 se  aplicaba la excusa absolutoria para el marido  que  matare a su mujer  y su compañero en situación de adulterio. Entre otras cosas porque nos estaba prohibido a las mujeres el acceso  a la carrera judicial y fiscal, porque las leyes no tenían ninguna perspectiva de género y porque en definitiva no éramos sujetos plenos de derechos, sino simples objetos o instrumentos  del  marido  con necesidad de autorización  masculina  o paterna para casarnos o para abrir una cuenta corriente.

Y por ello Francisca fue la primera heroína  que como víctima se enfrentó a la violencia de género, frente a un sistema judicial en soledad. Tuvo que enseñar su cuerpo y las marcas dejadas en él a la curia eclesiástica para convencerles que era una víctima de violencia de género. Muchas otras mujeres, en su época y hasta mucho más adelante, no tuvieron posibilidad de contar con el auxilio de la justicia.

Cuántas vidas  e historias de mujeres  escondidas, anónimas  e invisibles se han escondido tras unas leyes profundamente discriminatorias  para las mujeres. Y por eso Francisca, con su historia  las hace visibles. Una avanzadora de 1624.

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual. Fiscal Decana de Málaga.

Apología en el estadio

Por Rosa Moro Rosa Moro

Unos cientos de aficionados del Betis ‘se cubrieron de gloria’ el pasado domingo. Toda España pudo ver una grabación donde en lugar de dedicarse al fútbol, se dedicaron a hacer apología del terrorismo. Sí, porque el terrorismo machista ha asesinado en 20 años más mujeres que el terrorismo político en 40 años. Con sus cánticos demostraron ser integrantes de esa parte enferma de la sociedad que alienta, minimiza y tolera la violencia siempre que sea solamente contra las -inferiores- mujeres.

Rubén Castro, jugador del FC Betis, fue denunciado por su pareja en 2013 por haberla golpeado brutalmente en varias ocasiones. Está imputado en un procedimiento penal por maltrato habitual y por las lesiones ocasionadas durante su relación a la que era su pareja. La afición del Betis aúpa al presunto maltratador, denigrando a la mujer que le ha denunciado. No solo no rechazan, ni condenan que un hombre maltrate a su pareja, es que lo admiten como cierto, lo justifican y encima lo alaban. Para colofón, culpabilizan a la víctima.

‘Rubén Castro ale, Rubén Castro ale, no fue tu culpa, era una puta, lo hiciste bien’

captura youtube

Captura de pantalla del video en el que se ve cantar la canción a los aficionados del Betis. Fuente: YouTube.

Al día siguiente se produjeron las reacciones de directivos y representantes del club, autoridades deportivas y políticas, todo el mundo calificó los cánticos de vergonzosos e inadmisibles. Algunos esperaban que todo quedase ahí: unas palabras de condena y arreglado, ‘que la violencia, cuando es contra las mujeres, tampoco es para tanto’. Según la abogada de la ex novia de Rubén Castro, los cánticos llevaban produciéndose desde hacía tiempo y nadie se alarmó entre la directiva ni el resto del público hasta que el asunto saltó a los medios. Incluso el presidente del Real Betis, Juan Carlos Ollero, que los calificó de ‘repugnantes’, al principio aseguró que no había escuchado nada.

La Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres y otras organizaciones de derechos humanos exigieron inmediatamente a la dirección del Betis que tomase medidas contundentes contra estos afiliados y aficionados. Llama la atención que en ningún momento anterior el club haya sancionado ni reprendido al jugador. Ni este ni ningún club de fútbol se ha posicionado públicamente contra la violencia machista desde que se produjera la denuncia contra el presunto maltratador del Betis. El club no ha mostrado apoyo a la víctima. Ninguno de ellos ha tomado en cuenta el lamentable y peligroso ejemplo que todo esto supone para los jóvenes que tienen como referente los valores del deporte que el fútbol dice defender.

La Fiscalía ha abierto diligencias por los hechos, a petición de la abogada de la víctima, algo exagerado para muchos. La Comisión Antiviolencia ha solicitado el cierre parcial temporal de la grada del estadio como sanción, aunque para el presidente Ollero esto es una medida ‘discriminatoria y oportunista‘ ¿oportunista por qué? ¿Discriminatoria para quién? Siguen demostrando que en el fondo disculpan la violencia de género. Toleran la violencia y la injusticia siempre que sea solo contra las -¿inferiores?– mujeres. Hay que actuar, y hacerlo con contundencia. No hay excusas. Seamos serios por fin en la lucha contra la lacra de la violencia machista.

Rosa Moro es periodista y activista. Le apasionan África, la comunicación y la revolución. Trabaja en el Departamento de Comunicación de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres y colabora con diversos medios y organizaciones. Es autora del blog África en Mente.

El mejor amigo de la mujer

Por Eva MorenoEVAMASTINES 2

María dice no ser una mujer valiente. Cuenta que ha vivido siempre acobardada, tanto cuando sufría malos tratos en casa como después de denunciarlos. Vive siempre con el miedo de que su ex pareja pueda aparecer en cualquier momento, de que pueda hacerle daño, o peor aún, de que pueda hacer daño a sus hijos. No sé a ti, pero a mí me parece que la valentía es eso: no se trata de no pasar miedo, sino de tener el valor de enfrentarse a él. La gran artista y mejor persona Pasión Vega te dedica su canción: María se bebe las calles

Es deplorable que el número de mujeres que sufren malos tratos como consecuencia de la violencia machista sea una constante en los noticieros y que no seamos capaces de encontrar la forma de frenar esta lacra que nos persigue con independencia de lugar de procedencia o clase social.

Miembros de FENIXCAN con perros de acogida. Imagenes cedida por Fenixcan

Miembros de FENIXCAN con perros de acogida. Imagenes cedida por FENIXCAN

Las medidas puestas en marcha hasta ahora por las autoridades competentes en la materia resultan claramente insuficientes y no del todo eficaces en opinión de distintas asociaciones de víctimas de violencia de género. Pero gracias a la bondad y a la creatividad de algunas personas, a veces surgen ideas tan bellas y eficaces para paliarla como la adopción de un perro, que además de proporcionar seguridad y devolver a la mujer maltratada el respeto y la confianza en sí misma, da acogida a un can que procede casi siempre de un maltrato o abandono. Una fantástica manera de ofrecer una segunda oportunidad que consigue la recuperación psicológica de la mujer y la felicidad de un animal agradecido de por vida.

Jesús Mas y Juan Porras codirigen FENIXCAN, el Centro Municipal de Acogida de Animales Abandonados de Guadarrama, una protectora de animales que realiza múltiples servicios clásicos como recogida, identificación, curación (en su caso) y puesta en adopción, principalmente de perros. Pero que no se contenta con eso, sino que promueve terapias complementarias con personas que sufren algún tipo de trastorno, principalmente vinculado a la pérdida de autoestima, siempre de la mano de psicólogos y terapeutas profesionales y expertos cada uno en su campo.

“En nuestra experiencia los perros acogidos o adoptados por mujeres vulnerables muestran una hipersensibilidad hacia la protección de sus dueñas. Su entrega y agradecimiento es absoluto y su fidelidad incuestionable. La terapia hace que uno vuelva a creer en la magia –nos explica un emocionado Jesús-, porque los animales son capaces de producir estímulos en estas personas que hacen que florezca la curación. Actúan como espejos, devolviendonos todo el cariño que somos capaces de dar”.

Gracias a este tipo de organizaciones, ya son muchas las personas que se han beneficiado del gran apoyo que les ha brindado en su defensa el mejor amigo de la mujer. Y todos nosotros podemos apoyar y colaborar en la sostenibilidad de éste y otros proyectos del centro de acogida animal de Guadarrama porque, como reza el título de la reciente película de David Trueba, “vivir es fácil con los ojos cerrados”.

Eva Moreno es comunicadora en Oxfam Intermón y activista por los derechos de los animales

Ni una más

Por Susana Martínez Novo SusanaMartinezNovo70

La sociedad vive atónita los nuevos casos de violencia machista que azotan a las mujeres de nuestro entorno. Cuatro casos de mujeres muertas en los últimos días, son cifras alarmantes e  intolerables.

Creo que es hora de dejar de alimentar la sensación de poder e impunidad que subyace  detrás de cada una de estas muertes y de buscar soluciones efectivas.

Servicios de atención y ayuda a la mujer maltratada. Imagen: www.malostratos.org

Servicios de atención y ayuda a la mujer maltratada. Imagen: www.malostratos.org

Si analizamos los casos de mujeres presuntamente asesinadas en los últimos días, comprobamos que existen características en común. Se trata de mujeres que por sus circunstancias son especialmente vulnerables.

Una de ellas inmigrante, con hijos a su cargo que quedan en situación de absoluto abandono, constituye un claro ejemplo de la vulnerabilidad en que se encuentran las mujeres migrantes en nuestro país. La falta de apoyos económicos y familiares las convierte en victimas propicias de este tipo de abuso.

Otra de ellas constituye un claro ejemplo del sometimiento a que están sujetas muchas mujeres que por su avanzada edad y por la asunción del rol que han desempeñado durante muchos años, nunca llegan a denunciar su situación.

Circunstancias como estas, unidas al azote económico que impide a muchas parejas separarse en unas condiciones mínimas de subsistencia, y obligan a la mujer a aguantar situaciones intolerables, sostienen y alimentan la violencia machista que en determinados periodos alcanzan sus cuotas más elevadas y extremas.

Desde el punto de vista de profesionales y expertos, considero que debemos extremar las alertas ante casos potenciales y reales de mujeres en situación de especial vulnerabilidad.

Asimismo es necesario poner en marcha, tanto desde la Administración pública como desde el ámbito empresarial privado- haciendo un llamamiento de solidaridad, políticas reales y efectivas de inserción laboral que faciliten la independencia personal y económica de las víctimas. La ley de medidas integrales contra la Violencia de Género se debe aplicar no solo por parte de los juzgados y tribunales, sino a través de políticas de empleo sólidas y permanentes.

Las campañas de sensibilización deben dar un giro de tuerca y fomentar el rechazo absoluto al maltratador.

Por último debemos continuar apoyando a la víctima desde su autoestima y empoderamiento personal, pues solo su propia visión de la realidad, de su dignidad como persona y de su valía, la harán reaccionar cuando todavía está a tiempo.  Crear redes de apoyo entre mujeres, talleres de autoestima mediante musicoterapia, arte y movimiento, son uno de los métodos que más éxito está teniendo en organizaciones como la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, que lleva años trabajando en ello.

De esta forma potenciaremos asimismo una relación sana de pareja, que será el valor más preciado que los padres y madres podrán transmitir a sus hijas e hijos para evitar que en un futuro que persista cualquier forma de violencia y abuso contra la mujer.

 

Susana Martínez Novo. Abogada y activista. Presidenta de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, participa también en la Asociación Española de Abogados de Familia

Casi 17 millones de europeas

Por Flor de Torres Flor de Torres

Ésta es la auténtica dimensión del problema, según el informe de la Agencia de Derechos Fundamentales de la Unión Europea. 13 millones de  mujeres de la Unión Europea han experimentado violencia física y 3,7 han sido víctimas de violencia sexual por parte de sus parejas o ex parejas en los 12 meses previos al estudio que se ha  realizado  sobre una muestra de 42.000 mujeres pertenecientes a los 28 estados de la UE. Es decir, un 22% de mujeres sufren violencia física y sexual desde los 15 años de edad. Casi una de cada cuatro es, o ha sido, agredida por razón de género.

Se echa en falta una categoría más que es la violencia psicológica, que no ha sido objeto de encuesta, lo que en todo caso produciría un efecto sumatorio a estas impresionantes cifras. Y no nos casan los datos judiciales con los datos de esta encuesta, aunque sabíamos que los datos judiciales eran solo la punta de un iceberg. El problema  sigue estando escondido bajo una dimensión inabarcable.  Tiene tal magnitud que en cifras oficiales sigue oculto mayoritariamente. Por ello es imprescindible abordar su detección.

Con frecuencia, el maltratador obliga a la víctima a obedecer sus caprichos mediante coerción  y amenazas. Ilustración de Ana Sara Lafuente.

Maltrato. Ilustración original de Ana Sara Lafuente.

Los datos siguen hablándonos: Una de cada 20 mujeres  ha sido violada desde los 15 años, lo que supone un 5% y  un 12% antes de  esa temprana edad. El 18% ha sido acosada y el 30% ha sufrido agresión sexual. Ello estigmatiza  a más de la mitad de las mujeres europeas, que tienen que tomar medidas para evitar futuras agresiones y acosos. Un 53% se ve obligada a tomar medidas drásticas para proteger su integridad física y psíquica.

El problema es demasiado común, demasiado profundo, mucho más grave que las estadísticas judiciales. Nos queda un camino enorme por recorrer aún.  Es necesaria, imprescindible, la detección del problema para organizar la protección. Desgraciadamente en España la mayoría de las víctimas de maltrato durante los dos últimos años no había denunciado ni obtenido medidas de protección. Pasaron inadvertidas por los órganos judiciales y por los mecanismos legales de detección. En el año 2013, de las 54 víctimas mortales, habían denunciado sólo 11 y en las primeras semanas de este año 2014, de las 12 mujeres que han sido asesinadas sólo 5 habían denunciado previamente. Es decir, solo se ha detectado judicialmente un 24%. Un 76% no tuvieron acceso a los controles de prevención que podrían haber salvado sus vidas.

El peor de los problemas es que el  delito puede estar cometiéndose contra tus hijas, tu madre, tu amiga o tu vecina y pasar inadvertido. Nos queda la prevención y la educación. Estas sí que  son las apuestas seguras. Por ejemplo, la posibilidad de detectar en el control médico y en la atención primaria de salud a las mujeres víctimas, ya que la mayoría pasan por sus consultas. Por ello se han impulsado protocolos de sensibilización y de actuación en la medicina familiar y de urgencias.

Nos queda la educación, con los controles protocolarios que permiten detectar la violencia hacia nuestros menores a través de los centros educativos. Tenemos policías especializados en violencia de género y Centros de Igualdad donde acuden  las víctimas para asesorarse. Están los vecinos, que escuchan a nuestras víctimas y no deben ni pueden quedar impasibles. Existen muchas asociaciones de mujeres que las acogen. Todos y todas deben dirigirlas a la protección judicial de forma inmediata.  Ya está toda la sociedad preparada para que ningún maltratador pueda escudarse en el silencio y en la impunidad de su dormitorio.

Pues es la propia sociedad  la que ha de ser consciente que  el único camino de protección pasa por la denuncia. Allí esperamos a tantas mujeres que acuden a diario como último, como único, recurso de supervivencia.

Es un problema de Estado. Es una cuestión de Estado. Es  demasiado común. No colabores en ampliar estos datos con tu silencio y mucho menos cuestiononando la violencia de género. Es tu deber y tu obligación actuar ya.

 

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de violencia contra la mujer y contra la discriminación por identidad sexual y de género.

Irina y Sergio

Por Flor de Torres Flor de Torres

Hoy les cuento esta historia real. Una historia de violencia de género y desigualdad. De muerte y  de asesinato de derechos. De exterminio  de una imagen: la de la mujer y su derecho a ser ella misma. Mi objetivo es que no se cuestione. Se basa en una Sentencia Firme. Me mueve  transmitir lo que representa la violencia de género a través de dos víctimas reales. Irina y su hijo Sergio. Algo más que dos asesinatos.

I. D. mató a su pareja Irina, de 28 años. Atravesó su cuerpo de ocho puñaladas por la espalda y a su hijo Sergio, de nueve meses, de cuatro más el 28 de mayo de 2004 a las 16.15. Irina estaba amamantando a Sergio. D. cogió previamente dos cuchillos de la cocina para asegurar sus golpes certeros. Sergio fue trasladado en brazos de su madre mortalmente herida al domicilio de una vecina, donde falleció.

I. D. pudo llevar a cabo su plan certero, preciso y cobarde de acabar con las dos vidas. Primero se cercioró de que Irina viera morir a su hijo Sergio en sus brazos. Ocurrió media hora antes de que su madre lo hiciera. Antes de morir, Irina tuvo plena conciencia de que su hijo había sido asesinado por su padre. La Sentencia dice: ‘I. D. mantuvo en todo momento y hasta su detención una actitud de frialdad de ánimo, no socorriendo a sus víctimas y estando apoyado en el quicio de la puerta de la vivienda, sonriendo con una de las armas blancas en la mano’. Sus víctimas tenían heridas previas, signos de la violencia del maltratador en sus constantes agresiones y vejaciones.

Hoy D. cumple condena de 37 años. La sentencia le hizo responsable de todos los actos sin admitir ningún tipo de atenuación.  Se le condenó además de estos dos asesinatos por ser un maltratador habitual. Desde comienzo de la convivencia sometía a ambos  a malos tratos habituales  físicos y psíquicos así como  constantes actos vejatorios. Han pasado ya casi 10 años desde esta escena, y siete años de este juicio al que yo personalmente asistí como Fiscal.

Pienso cómo se puede sobrevivir a la violencia de género y no estar  socialmente implicado contra ella. Cómo es posible cuestionar esta realidad. Cómo se puede simplificar y discutir su existencia ante tantas mujeres que la padecen.

Es la ley la que nos marca el camino de la condena y la absolución. En un proceso intervenimos muchos profesionales que acreditamos la realidad de un hecho. En el juicio de Irina y de Sergio, tuvimos cabida profesionales de la psicología, forenses, trabajadores sociales, policías, abogados, médicos, magistrados y fiscales. Comparecieron testigos y nos apoyamos en pruebas médicas y periciales. Somos todos  los filtros y la garantía de los derechos. Del equilibrio entre los derechos del maltratador y los de las víctimas. Y esa garantía preside todos nuestros actos en los procesos. Es por tanto incuestionable la realidad de la violencia de género para tantos profesionales expertos.

Sergio e Irina representan a todas las familias rotas por los feminicidios. Desde 2003 hasta finales de 2013 han sido 712 en España. Nos faltan Irina y Sergio. Hoy Sergio tendría nueve años e Irina, 37. Y ésta es la realidad de la violencia de género. No la cuestionen.

 

Flor de Torres es Fiscal delegada de Andalucía de violencia a la mujer y contra la discriminación por identidad sexual. Este artículo de opinión está basado en hechos probados en la Sentencia Firme Nº468/2004 de la Audiencia Provincial de Málaga. Sección 1º de 3 de Julio de 2006.