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En ninguna parte

Angelica Guzmán

Por Angélica Guzmán

Recientemente, mientras leía una noticia sobre la situación de los inmigrantes que intentan llegar a España recordé unas jornadas a las que tuve la oportunidad de asistir hace algunos años. Me resultó especialmente llamativa una de las ponencias en las que se destacaba cómo a menudo las mujeres que emigran tienen que enfrentarse a la doble discriminación: ser mujeres e inmigrantes. ¿También hay diferencias en este aspecto? ¿Acaso no afecta igual a hombres que a mujeres? Sin duda, un proceso migratorio siempre es difícil, cuanto menos, pero efectivamente, también aquí se observan diferencias en las dificultades a las que tienen que hacer frente hombres y mujeres.

Imagen del Centro Pueblos Unidos

No hay proceso migratorio fácil. Imagen del Centro Pueblos Unidos

En primer lugar, el proceso migratorio en sí, que en función del país de origen se torna aún más peligroso y tortuoso, si cabe, en el caso de ser mujer. Tristemente ya nos hemos acostumbrado a las historias de inmigrantes que llegan (en el mejor de los casos) a nuestras costas, pero esa es  sólo la parte visible (y no siempre) de un camino. Un camino que para muchas mujeres africanas que intentan llegar a Europa, supone un periodo de más de dos años en los que fácilmente son víctimas de agresiones sexuales, y a menudo son obligadas a “vivir” bajo los designios de un hombre mientras esperan poder continuar su camino; designios que en este caso bien podría ser un eufemismo de prostitución.

Aunque no todos los procesos migratorios suponen pasar por este tipo de situaciones ¡Menos mal! No hay proceso migratorio fácil. Siempre supone afrontar una fase de duelo al abandonar el país de origen, la propia cultura, el entorno, la familia, lo que a menudo incluye pareja, hijos/as y seres queridos. Ya de por sí no es una puesta en marcha sencilla, pero esto no ha hecho más que empezar.  A continuación llega el “aterrizaje” en un país diferente, en principio con mayores oportunidades pero habitualmente con asentados prejuicios.

En el caso de las mujeres, además de luchar contra los prejuicios culturales, a menudo también han de hacerlo contra estereotipos sexistas. Mujeres que en ocasiones sufren en silencio situaciones de violencia ante el miedo a denunciar por no “tener papeles”. Mujeres que escuchan frases como “¿A quién van a creer? ¿A ti que eres una …. o a mí que soy español?”. Mujeres que a menudo vienen con una arraigada cultura machista en la que se les ha enseñado a aguantar cualquier situación, cualquier agresión. Mujeres que son increpadas cuando intentan ejercer sus derechos, cuando intentan protegerse en un país en el que, a pesar de las continuas muertes, hay una Ley contra la Violencia de Género.

Mujeres que tienen que justificarse por ir a denunciar, y que a menudo sienten la carga de que su denuncia suponga un problema en la tramitación de la nacionalidad de su pareja. Mujeres sobre las que siempre recae la sospecha de qué pretenderán con la ruptura, y las constantes acusaciones de beneficiarse de un sistema que “no les pertenece”. Si total… “Aquí están mejor que en su país, ¿qué más quieren?”

¿Qué más quieren? ¿Qué más querrías tú?

Angélica Guzmán es trabajadora social y psicóloga, fundadora de yomeencargo.es, y por encima de todo, fiel creyente de que otro mundo es posible.

Francisca de Pedraza: una historia de violencia de género en el siglo XVII

Por Flor de Torres Porras Flor de Torres

Acabo de leer la historia impactante de la podria ser la primera víctima judicial de violencia de género en nuestro país. En el libro Una alcalaína frente al mundo. El divorcio de Francisca de Pedraza,  Ignacio Ruiz Rodríguez y Fernando Bermejo Batanero  cuentan la historia de esta mujer, que en 1624 obtuvo una sentencia ejemplar: no sólo le otorgó el divorcio, sino que obligó a su marido a devolverle la dote y obtuvo además  una orden de alejamiento.

Portada del libro y página de la sentencia de divorcio de Francisca de Pedraza.

Portada del libro y página de la sentencia de divorcio de Francisca de Pedraza.

Francisca luchó contra el estigma de las leyes que la hacían invisible frente al maltrato y ni  siquiera le otorgaban personalidad jurídica para  litigar, pues pasó de la tutela de un convento a  la de su marido y verdugo. Se liberó de los consejos del párroco de Alcalá de Henares, que le recomendaba  sumisión,  silencio, sufrimiento. También de las amenazas de que su decisión de denunciar la llevaría directamente al fuego eterno. No obstante, la jurisdicción eclesiástica la escuchó y amonestó al maltratador. Algo que lejos de ser ejemplar, empoderó aún más a su verdugo que la trató de chivata.

Tras  una batalla judicial se le otorgó el divorcio. Quedó liberada de su débito matrimonial y de Jerónimo de Jaras, su marido maltratador. Encontró en Álvaro de Ayala, el primer rector graduado en ambos derechos (canónico y privado) la posibilidad de ser escuchada.  Ayala contextualizó las palizas, la vida de violencia de género y la pérdida del hijo que esperaba tras una brutal agresión como determinantes para el divorcio y la devolución de la dote, así  como la prohibición  que  ni su marido, ni nadie relacionado con él, pudiera acercase a Francisca.

La sentencia fue tan ejemplar como su vida, ya que en su época las leyes invisibilizaban a las mujeres entre otras cosas porque estaban representadas siempre por su marido.  Y mujeres como Francisca, casadas con maltratadores, no tendrían acceso a ningún tipo de personalidad y menos a la representación necesaria para litigar en contra de ellos en los tribunales.

Muchos años más tarde nuestra sociedad seguía conviviendo con desigualdades que discriminaban a las mujeres en las leyes. Por ejemplo, hasta 1963 estuvo vigente la excusa absolutoria del Código penal que en su artículo 528 decía: ‘El marido que sorprendiendo a su mujer  matare en el acto a los adúlteros, o alguno de ellos, o les causare cualquiera de las lesiones graves, será castigado con la pena de destierro. Si produjere lesiones de otra clase quedará exento de pena’.

¿Qué ocurría a la inversa, es decir, cuando la esposa agraviada  matase al marido infiel o a su amante? Ella se vería acusada de dos  homicidios o asesinatos y recibiría una pena de hasta 40 años de prisión. Tal discriminación desapareció en la reforma del Código Penal de  1963 pero, vergonzosamente para la mujer, se mantuvo  otra discriminación: la de la esposa que cometía adulterio por el hecho de· ‘yacer una sola vez’ con varón que no fuese su marido (Art. 449), pero respecto al marido, para ser condenado  por amancebamiento hacía falta ‘tener manceba dentro de casa o notoriamente fuera’  (Art. 451). La muerte definitiva de esta norma fue en el año 1978 tras la despenalización del adulterio y amancebamiento.

Todos sabemos que la Constitución de 1978 nos tendió carta de naturaleza jurídica plena en su Art. 14 al proclamar la igualdad sin discriminación alguna por razón de sexo con el carácter de derecho fundamental, tendiéndonos un  galante guante  a nuestra condición igualitaria.

Algo impensable cuando en ese año 1963 se  aplicaba la excusa absolutoria para el marido  que  matare a su mujer  y su compañero en situación de adulterio. Entre otras cosas porque nos estaba prohibido a las mujeres el acceso  a la carrera judicial y fiscal, porque las leyes no tenían ninguna perspectiva de género y porque en definitiva no éramos sujetos plenos de derechos, sino simples objetos o instrumentos  del  marido  con necesidad de autorización  masculina  o paterna para casarnos o para abrir una cuenta corriente.

Y por ello Francisca fue la primera heroína  que como víctima se enfrentó a la violencia de género, frente a un sistema judicial en soledad. Tuvo que enseñar su cuerpo y las marcas dejadas en él a la curia eclesiástica para convencerles que era una víctima de violencia de género. Muchas otras mujeres, en su época y hasta mucho más adelante, no tuvieron posibilidad de contar con el auxilio de la justicia.

Cuántas vidas  e historias de mujeres  escondidas, anónimas  e invisibles se han escondido tras unas leyes profundamente discriminatorias  para las mujeres. Y por eso Francisca, con su historia  las hace visibles. Una avanzadora de 1624.

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual. Fiscal Decana de Málaga.

Apología en el estadio

Por Rosa Moro Rosa Moro

Unos cientos de aficionados del Betis ‘se cubrieron de gloria’ el pasado domingo. Toda España pudo ver una grabación donde en lugar de dedicarse al fútbol, se dedicaron a hacer apología del terrorismo. Sí, porque el terrorismo machista ha asesinado en 20 años más mujeres que el terrorismo político en 40 años. Con sus cánticos demostraron ser integrantes de esa parte enferma de la sociedad que alienta, minimiza y tolera la violencia siempre que sea solamente contra las -inferiores- mujeres.

Rubén Castro, jugador del FC Betis, fue denunciado por su pareja en 2013 por haberla golpeado brutalmente en varias ocasiones. Está imputado en un procedimiento penal por maltrato habitual y por las lesiones ocasionadas durante su relación a la que era su pareja. La afición del Betis aúpa al presunto maltratador, denigrando a la mujer que le ha denunciado. No solo no rechazan, ni condenan que un hombre maltrate a su pareja, es que lo admiten como cierto, lo justifican y encima lo alaban. Para colofón, culpabilizan a la víctima.

‘Rubén Castro ale, Rubén Castro ale, no fue tu culpa, era una puta, lo hiciste bien’

captura youtube

Captura de pantalla del video en el que se ve cantar la canción a los aficionados del Betis. Fuente: YouTube.

Al día siguiente se produjeron las reacciones de directivos y representantes del club, autoridades deportivas y políticas, todo el mundo calificó los cánticos de vergonzosos e inadmisibles. Algunos esperaban que todo quedase ahí: unas palabras de condena y arreglado, ‘que la violencia, cuando es contra las mujeres, tampoco es para tanto’. Según la abogada de la ex novia de Rubén Castro, los cánticos llevaban produciéndose desde hacía tiempo y nadie se alarmó entre la directiva ni el resto del público hasta que el asunto saltó a los medios. Incluso el presidente del Real Betis, Juan Carlos Ollero, que los calificó de ‘repugnantes’, al principio aseguró que no había escuchado nada.

La Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres y otras organizaciones de derechos humanos exigieron inmediatamente a la dirección del Betis que tomase medidas contundentes contra estos afiliados y aficionados. Llama la atención que en ningún momento anterior el club haya sancionado ni reprendido al jugador. Ni este ni ningún club de fútbol se ha posicionado públicamente contra la violencia machista desde que se produjera la denuncia contra el presunto maltratador del Betis. El club no ha mostrado apoyo a la víctima. Ninguno de ellos ha tomado en cuenta el lamentable y peligroso ejemplo que todo esto supone para los jóvenes que tienen como referente los valores del deporte que el fútbol dice defender.

La Fiscalía ha abierto diligencias por los hechos, a petición de la abogada de la víctima, algo exagerado para muchos. La Comisión Antiviolencia ha solicitado el cierre parcial temporal de la grada del estadio como sanción, aunque para el presidente Ollero esto es una medida ‘discriminatoria y oportunista‘ ¿oportunista por qué? ¿Discriminatoria para quién? Siguen demostrando que en el fondo disculpan la violencia de género. Toleran la violencia y la injusticia siempre que sea solo contra las -¿inferiores?– mujeres. Hay que actuar, y hacerlo con contundencia. No hay excusas. Seamos serios por fin en la lucha contra la lacra de la violencia machista.

Rosa Moro es periodista y activista. Le apasionan África, la comunicación y la revolución. Trabaja en el Departamento de Comunicación de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres y colabora con diversos medios y organizaciones. Es autora del blog África en Mente.

Dolor, fronteras y ley

Por Flor de Torres Flor de Torres

Cuando José Luis Sampedro ingresó en la Academia de la Lengua, en su maravilloso discurso de ingreso del 2 de Junio de 1991 hablaba ‘Desde la Frontera’. Y lo hacía con esta visión:

‘Mis fronteras son todas trascendibles, como lo es la membrana de la célula, sin cuya permeabilidad no sería posible la vida, que es dar y recibir, intercambio, cruce de barreras. Y más aún que trascendible la frontera es provocadora, alzándose como un reto, amorosa invitación a ser franqueada, a ser poseída, a entregarse para darnos con su vencimiento nuestra superación: ese es el encanto profundo del vivir fronterizo. Encanto compuesto de ambivalencia, de ambigüedad —no son lo mismo—, de interpenetración, de vivir a la vez aquí y allá sin borrar diferencias.

Hablar y opinar de otros Derechos, de otras culturas, exige lo que el Maestro Sampedro exponía: acercarse a esa frontera lejana para estar más cerca de lo que hay detrás, de los límites culturales que nos hacen diferentes.

Un grupo de mujeres en el cauce de un río en Chad. Foto: Belén de la Banda.

Un grupo de mujeres en el cauce de un río. Foto: Belén de la Banda.

Desde la frontera donde nos hemos aproximado a las otras culturas y tras observar podremos hablar del concepto de ‘las otras’, y del respeto a la diversidad cultural desde una perspectiva no europeísta que con tanto énfasis propone la Antropología. Pero todo este proceso de empatizacion tiene ciertos límites jurídicos, Y es que no se puede dar la espalda o cerrar los ojos ante la ablación genital femenina como violación de derechos humanos, argumentando que es solo un tema cultural. Es un acto de auténtica violencia a la mujer en el nuevo concepto amplio de violencia de género que proponen el Parlamento Europeo y el Consejo desde el año 2012.

El Parlamente Europeo nos dice que la violencia de género abarca también actos de violencia ejercidos al género femenino por el sólo hecho de ser mujer y no solo en el ámbito de la pareja. La mutilación genital femenina es un crimen ejercido a las mujeres por el hecho de ser mujeres.
Y así es como habla el Parlamento Europeo (en la Directiva 2012/29/UE del Parlamento Europeo y del Consejo de 25 de octubre de 2012 ) por la que se establecen normas mínimas sobre los derechos, el apoyo y la protección de las víctimas de delitos:

‘La violencia por motivos de género se entiende como una forma de discriminación y una violación de las libertades fundamentales de la víctima y comprende, sin limitarse a ellas, la violencia en las relaciones personales, la violencia sexual (incluida la violación, la agresión sexual y el acoso sexual), la trata de personas, la esclavitud y diferentes formas de prácticas nocivas, como los matrimonios forzosos, la mutilación genital femenina y los denominados «delitos relacionados con el honor».’

La OMS alerta sobre el hecho de que la ablación genital femenina nada aporta a la salud, todo lo contrario: produce efectos nefastos en la mujer que lo padece. Efectos físicos y psicológicos perversos.

Las leyes son instrumentos de libertades y herramientas de lucha contra los atropellos físicos y psíquicos. Contra la violación de cualquier derecho humano. Y cómo no, a las consentidas culturalmente que afectan a las mujeres: A ‘las otras’ que cierran los ojos y el alma ante tan nefastos actos.

Apliquemos la Justicia Universal y lo que el Tribunal Europeo mantiene: es un crimen perseguible de forma universal. Es violencia de género.

Y es que solo hace falta contemplarlo y aplicarlo como tal. No, no es solo un delito de lesiones graves a la mujer. Es más. Mucho más. Es violencia de género. Es violencia a la mujer. Contemplando este atentado a la salud física y psíquica de la mujer como un acto de violencia de género podremos atacarlo con las mismas armas legales y protocolarias con las que actuamos contra cualquier acto de violencia de género.

Y así, solo así, entenderíamos las palabras de la somalí Abdi-Noor H. Mohamed en su poema contra la ablación. Y así, solo así, lo combatiríamos con todas nuestras armas legales y nuestro compromiso en su erradicación.

‘El nacimiento de un bebé debe ser una bendición
Pero el mío fue poco menos que una maldición
El rostro de papá no se iluminó Los tambores no hicieron ruido
No hubo disparos. Ninguna ceremonia se llevó a cabo
El recién nacido era yo. Soy una chica
En mi cultura, el género cuenta.
Una chica no es tan bienvenida como un niño
Aumentar los camellos en los pastizales
es la más alta prioridad de la familia
Ellos creen que una chica no tiene manos
ásperas que combatan contra los enemigos
es la más alta prioridad de la familia
Ellos creen que una chica no tiene corazón para
La reconciliación tras un conflicto
Es la más alta prioridad de la familia
Ellos creen que una chica no tiene cabeza
A los cinco años tuve que enfrentar lo peor
Un corte de cuchillo en mis genitales
Una partera me circuncidó
Me cosió, me infibuló.
Donde yo tenía un clítoris
Tengo una cicatriz negra ahora
¿Por qué me causaron ese dolor?
Este verdadero dolor de las culturas primitivas
Llorando estoy, en cada etapa de mi vida
Mamá y papá, ¿no soy una hija?
Querido hermano, ¿no soy una hermana?
Querida humanidad, donde quiera que estés
¿No soy un ser humano?
Lágrimas, lágrimas, lágrimas’

Flor de Torres Porras. Fiscal Delegada de violencia a la Mujer  y contra la discriminación sexual de género. Fiscal Decana de Málaga

Desde Perú, historias de violencia y reparación

Por Flor de Torres y Yajaida Huamán Escobar 

La población de Perú asciende a más de 30 millones de habitantes y es considerada una de las poblaciones mundiales con mayor incidencia de la violencia a la mujer en sus diversas manifestaciones. En palabras de Yajaida Huamán Escobar, Fiscal Adjunta Provincial Penal de Arequipa  en Perú, su país ostenta el primer puesto en Latinoamérica en violencia a la mujer en sus distintas manifestaciones y el tercer puesto a nivel mundial en tal categoría. Además es su región Arequipa la segunda en violencia a la mujer tras Lima la capital de la nación peruana.

Protesta de mujeres peruanas ante el Congreso de su país. Imagen: Mary Vargas

Protesta de mujeres peruanas ante el Congreso de su país. Imagen: Mary Vargas

No cambiaría en Perú la manera de combatir legalmente la violencia de género a como se afronta en España: A través de Fiscalías Especialistas que se enfrenten a las agresiones sexuales, feminicidios, malos tratos, coacciones y vejaciones, amenazas y violaciones sin el miedo, la culpa o la vergüenza que sienten sus victimas. Y es que el enemigo a derrotar es el mismo en el que se origina: la desigualdad de género.

Esa desigualdad fabrica víctimas que, según Yajaida, en un 48% de ellas no denuncian por miedo, por vergüenza o sentimiento de culpa.

Y así un país con mas de diez millones de habitantes menos que España sigue soportando 7 feminicidios al mes que hacen un porcentaje de 84 al año acercándose casi el doble de lo que España desgraciadamente en el año 2014 tuvo que sufrir 53 feminicidios.

Yajaida me habla de Mili (nombre no real sobre historia real): ‘Tuve la  oportunidad de conocer una de esas tantas historias reales pero que permanecen ocultas ante los ojos de los demás, en especial ante los ojos de la ley’ y me refiere su vida de violencia de género desde su adolescencia siendo este su último episodio en estas claves:

Mili padece de dos afecciones que han requerido de tratamiento prolongado, una de ellas oncológica, que le han impedido desarrollar las actividades de cobradora de combis que realizaba, a esto se suma el abandono material, moral y económico al cual su pareja ya la había acostumbrado; aun cuando pareciera que nada podía ir peor, él la volvió a embarazar por cuarta vez y en dicho estado la conocí, sumida en un dolor profundo en una desesperación propia de quien se cree sola en el mundo. Ella me relató: ‘él vino en la tarde, tiró muro y entró a mi cuarto, corrió de frente donde mis dos hijas y se las quiso llevar, yo corrí a abrazarlas y él aprovechó y cogió a Ángel de casi 4 añitos y se lo llevó, lo subió a la combi en la que había llegado a mi casa y desaparecieron’ ella prosigue ‘sólo dos días antes vino y así embarazada como estoy, me pegó me arrastró hasta la calle y me tiró al piso, mientras me pateaba me insultaba, me dijo que perdía el tiempo matándome porque como yo estoy enferma igual me iba a morir, un joven me ayudó, él se escapó’; horas más tarde y después de la denuncia que Mili había interpuesto por sustracción de menor el pequeño Ángel fue dejado solo en la puerta de la casa de su mamá, ‘calladito es él, no habla mucho, sólo yo lo entiendo, parece que cómo siempre ha visto que su papá me agredía, por eso es así’.

Ahora pienso que Mili tuvo suerte, primero de que haya encontrado un efectivo policial que accediera a recibirle la denuncia verbal por sustracción de menor ya que lamentablemente en nuestro país es una práctica común que algunos policías rechacen liminarmente la denuncia indicándole a la denunciante que es su padre y por tanto tiene derecho de llevárselo: ‘ya lo devolverá’. Pienso también, y es lo que más me escarapela la piel, que Mili está viva y que vive para darnos testimonio de la cruda realidad que le tocó vivir. Ella puso denuncias por violencia familiar pero desconoce en qué terminaron, porque Luis entra y sale cuando quiere de su casa ‘tirando muro’ como ella dice. Pienso que sobre la última agresión física que sufrió no puso la denuncia porque tenía miedo de dejar solos a sus hijitos mientras iba a la Comisaría, que cuando Luis se enteró de la denuncia por sustracción de Angelito y de que ella estaba pretendiendo vender las mazamorras que había preparado dentro de las combis donde antes trabajaba, la empezó a amenazar nuevamente, le mandó mensajes de texto le dijo que le iba a cortar la cara si otra vez la veía haciendo eso…  Pero está vez Mili se armó de valor y quiere que la ayudemos. Y sí, la vamos a ayudar, la estamos ayudando.

Estas son las historias que alimentan nuestro trabajo. Historias reales. En Perú y en España. Y las recogemos como nos llegan, las afrontamos a través de procesos  revestidos de perspectiva de género donde la desigualdad es el origen, el móvil y el fin del delincuente de género. Por tanto no podemos combatir esa desigualdad instalada en Perú, ni en España sin hacer visible su origen y sus consecuencias que denigran, extorsionan y asesinan a mujeres cuando se exponen a la violencia de género.

Por ello Yajaida abandera en Perú  la necesidad de que el Ministerio Fiscal cuente con despachos especializados como ocurre en España, asume con responsabilidad esta iniciativa esperando que las autoridades de su país hagan eco de este clamor en beneficio de las víctimas que como Mili esperan ser visibles ante los ojos de la ley.

Para ayudar a salir de la violencia a las víctimas necesitamos colegas como Yajaida, que entienden, acompañan y relatan sus historias con tanta empatía. Abanderada de la Igualdad en su País, con conciencia de género para seguir la conquista de los derechos de las mujeres. De las que son invisibles, desiguales, calladas y avergonzadas por sufrir violencia de género y agresiones sexuales por sus parejas. Es la voz de las sin voz en Perú, como la de Mili.

Es un orgullo caminar a al lado de profesionales como Yajaida, amiga y compañera.

 

 Flor de Torres Porras. Fiscal Delegada de violencia a la Mujer  y contra la discriminación sexual de género. Fiscal Decana de Málaga

 Yajaida Huamán Escobar. Fiscal Adjunta Provincial Penal de Arequipa (Perú), a cargo de la tramitación de delitos por agresiones  sexuales

Legalidad y sufrimiento: mujeres que ayudan a mujeres

Por Flor de Torres Flor de Torres

Hace unos días tuve un encuentro muy especial. La Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo y la profesora María Jesús Cala Carrillo, de la Facultad de Psicología de Sevilla, han hecho posible mi encuentro con Janina.

Mujeres y niños junto al río Coco, en Nicaragua. Imagen de María Cimadevilla.

Mujeres y niños junto al río Coco, en Nicaragua. Imagen de María Cimadevilla.

Janina Margarita Jackson Machado es Fiscal regional del Ministerio Público de Nicaragua en la Región Autónoma de la Costa Caribe Sur. Con una formación especializada en violencia de género, intrafamiliar y sexual, participa activamente en el diseño de una actuación integral en su país para erradicar las violencias basadas en el género, en el marco de un proyecto que cuenta con el apoyo de la cooperación andaluza.

Y ella, como Fiscal en Nicaragua, representa a las víctimas de violencia de género y es a la vez enlace en la Unidad Especializada de Niñez y Adolescencia. Mujer de compromiso en un país donde la abogada Juana Antonia Jiménez,  ya me contó el amplio movimiento que se ha desplegado para defender los derechos de las mujeres.

Y es que Nicaragua despertó por la igualdad. Existe una Ley Integral contra la violencia a las mujeres. Pero un sueño integral que ha durado poco, pues apenas un año después de su publicación se reformó para romper con la prohibición de la mediación y la especialización judicial, un abandono que supuso resucitar la instancia privada en el delito de violencia a la mujer.

Hay principios básicos en la lucha judicial contra la violencia de género que ahora se desmoronan. Pero he recibido de Janina el talante de compromiso por la igualdad de las mujeres en Nicaragua. Janina en su profesión como fiscal logra que no se vacíen los derechos de las mujeres nicaragüenses que sufren la violencia de género, ni los de sus hijos, que sufren en la misma medida.

Entre mi colega Janina y yo apenas conocernos surgió una complicidad inevitable. Vivimos en distintos países, trabajamos con distintas mujeres, en dos continentes y sin embargo de nuestro intercambio de experiencias parecía que habíamos compartido idénticos casos. Nuestras trayectorias vitales parecían entrelazarse pues eran prácticamente idénticas. Hasta llegamos a creer en un emotivo abrazo que en realidad éramos hermanas de vida que no se habían conocido hasta ese momento.

Con contenida emoción recordamos algunas vivencias con mujeres y juicios de feminicidios de las mujeres que no están, que nos faltan. De sus hijos. De los hijos de la violencia de género que ella comparte conmigo que son víctimas directas de la violencia de genero. Y nos emociona también que muchos asesinatos a mujeres en su país y en el mío son idénticos y se producen de la misma forma y con la misma casuística. Y es que la violencia del hombre hacia la mujer se ejerce y se desarrolla igual en las dos orillas. En el mundo. Sabemos que ello no es más que la consecuencia de la supresión de todos los derechos a la mujer cuando se la denigra física y psíquicamente en la violencia de género. Y concluimos que sin igualdad no hay derechos. Ninguno. Todos transitan por esta bella y enorme palabra que es la igualdad. Y sin ella ni en Nicaragua, ni en España, ni en el mundo habrá respeto ni derechos a la mujer.

Somos fiscales en femenino de violencia a la mujer. Mayoritariamente somos mujeres quienes hemos proporcionado asistencia jurídica a las víctimas. Y tratándose de feminicidios hemos atendido a sus familias, no solo jurídicamente, sino que hemos desarrollado y construido una habilidad empática a lo largo del trayecto de nuestra experiencia profesional. Este modo de atención se ha transformado en una capacidad, un saber que equilibra la razón técnica y legal con la habilidad en el manejo humano del sufrimiento que los casos de violencia de género llevan en sí mismos. Y que nosotras que manejamos el dolor de forma tan directa, necesariamente nos penetra.

Nos despedimos con la ilusión que la vida de nuevo vuelva a unirnos. En Nicaragua o en España. Y con la emoción de lo que este encuentro supuso para ambas. Somos mujeres que ayudamos a mujeres. Y mi admirada hermana, la fiscal de género de Nicaragua Janina Jackson, es un claro ejemplo de ello.

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual. Fiscal Decana de Málaga.

¿Y después del 25N, qué?

Almudena Díaz PagésPor Almudena Díaz Pagés 

Pasó el 25 de noviembre. Hoy muchas personas son más conscientes que anteayer sobre la gravedad de la violencia hacia las mujeres en todo el mundo. Pero generar conciencia e inspirar acciones que pongan fin a una de las formas de desigualdad de género más severas existentes, tiene que seguir presente en nuestras vidas. Hablábamos de la campaña ÚNETE para poner fin a la violencia contra las mujeres, de la iniciativa del llamado Día Naranja. Toda la sociedad civil del mundo ha sido invitada a mostrar su sensibilidad y conciencia sobre la violencia de género, con dos propuestas muy claras:

Imagen de la campaña #orangeourworld de Naciones Unidas.

Imagen de la campaña #orangeourworld de Naciones Unidas.

#Orangeurworld en #16days

Al 25N le siguen los 16 días de activismo (hasta el 10 de diciembre) de la campaña ÚNETE para poner fin a la violencia contra las mujeres, que este año 2014 propone bajo el lema #orangeurhood, visibilizar en las calles, las tiendas, los recintos públicos (escuelas, bibliotecas…) y los negocios de tu comunidad, a través del color naranja por medio de proyección de luces, banderas, lazos…o lo que esté en nuestras manos, la problemática de la violencia de género.

La agenda de ONU Mujeres para erradicar la violencia contra las mujeres

Paralelamente a estos 16 días de activismo, la Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, Michelle Bachelet, ha presentado una exhaustiva agenda de políticas para poner fin a la violencia contra las mujeres en todo el mundo, y ha instado a los líderes mundiales a movilizar la voluntad política y las inversiones para garantizar que las mujeres disfruten de su derecho fundamental a una vida libre de violencia.

Todos los 25 de cada mes son el #DíaNaranja

Podemos seguir haciendo un gesto el día 25 de cada mes, como parte de esta misma campaña. Porque la conciencia de la violencia que sufren las mujeres y las niñas no es suficiente, y la reflexión y la denuncia tampoco,  cada año Naciones Unidas y las organizaciones de defensa de los derechos humanos de las mujeres definen como prioritarios diferentes temas que, a día de hoy, tienen un impacto decisivo sobre la mitad de la población mundial.

A lo largo del 2014, los temas sobres los qué se ha querido levantar conciencia han sido:

  • La prevención del acoso sexual y otras formas de violencia en los espacios públicos. Todavía una asignatura pendiente incluso en los países con mayores índices de igualdad.
  • El estigma de la violencia contra las niñas. A día de hoy se estima que 700 millones de mujeres han experimentado un matrimonio prematuro, práctica que en muchas ocasiones implica la pérdida de oportunidades de educación y de acceso al mercado laboral, mayores tasas de mortalidad materna y de violencia doméstica.
  • La violencia de género a través de la economía informal. Y en especial, la que acontece contra las trabajadoras del hogar, ya que aunque la violencia contra las mujeres en el entorno laboral puede afectar a todos los sectores, las trabajadoras domésticas son las principales víctimas.
  • La violencia contra las mujeres y las niñas en el mundo del deporte. Muchas mujeres y niñas sufren las barreras impuestas por la tradición, la religión y la sociedad, a la hora de querer practicar un deporte. Además, este sector de la sociedad es mucho más proclive a sufrir la violencia doméstica tras la celebración de grandes eventos deportivos.
  • La violencia contra la mujer en el entorno laboral. Este tipo de violencia de género puede adoptar diferentes formas, desde el acoso sexual hasta la discriminación de género y el bullying. Las empresas tienen la responsabilidad de asegurar entornos laborales libres de violencia para todas las mujeres y las niñas.
  • La violencia sexual contra las mujeres y las niñas bajo situaciones de conflicto puede sucederse de manera sistémica, como arma de guerra, y muchos de sus perpetradores lo hacen con total impunidad. Además, debido a la inestabilidad resultante del conflicto, los supervivientes tienen miedo y son muchas las dificultades para acceder a la justicia y denunciar.
  • La Mutilación Genital Femenina (MGF) es una violación de los derechos humanos, su práctica se justifica en una mezcla de razones culturales, sociales y religiosas y se calcula que más de 130 millones de niñas y mujeres en el mundo han sido víctimas de esta práctica.
  • El acceso a la justicia para las sobrevivientes de la violencia de género. A día de hoy, todavía son muchos los obstáculos que impiden a las mujeres y a las niñas poder reportar estos abusos, e incluso, en algunas áreas del planeta ni siquiera son considerados crímenes, o las autoridades la permiten.

Aunque haya pasado el día, siempre tenemos que tener presente que la violencia contra las mujeres y las niñas NO es inevitable. La prevención es posible y esencial, si queremos caminar hacia una sociedad libre de violencia y discriminación por razones de género, sensibilízate como si todos los días fueran el Día de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres y las Niñas, #orangeurworld.

Almudena Díaz Pagés es politóloga y especialista en Relaciones Internacionales. Editora de Género de la plataforma United Explanations.

La guerra fría que ganan los violentos

Por Maribel Maseda Maribel Maseda 2

Naciones Unidas asienta la definición de violencia de género sobre la necesidad de diferenciar otro tipo de violencia de aquella que se ejerce sobre individuos o grupos en base a su género. Partiendo de esta premisa, es innegable que la violencia que se ejerce sobre la mujer por el hecho de serlo es abrumadoramente mayor que la que se ejerce sobre el hombre por el hecho de serlo.

La violencia no sólo afecta a las mujeres, sino a toda la sociedad. Imagen de TrasTando.

La violencia no sólo afecta a las mujeres, sino a toda la sociedad. Imagen de TrasTando.

 

Pero cualquier tipo de violencia es condenable y aquellos que se mantienen en silencio ante ella es evidente que no comprenden la magnitud del problema y la implicación que tiene su silencio o  negación de la realidad . Establecida esta, al igual que ocurre con otros acontecimientos relevantes para la sociedad en general y para determinados grupos de riesgo en particular, afortunadamente se crearon asociaciones que valorando el nivel de injusticia o impunidad, el daño causado y sus propios recursos, a veces solo morales, deciden aportar, ayudar, defender, en la medida de sus posibilidades, a quienes consideran en situación de riesgo. De este modo, se pretende que ningún individuo se sienta apartado de la sociedad y amparado en los derechos humanos, no se sienta desprotegido por ella. Las ssociaciones no nacieron para atacarse ni para separarse del resto de la sociedad. Porque la violencia de género no se crea exclusivamente por el daño del violento, en este caso, hacia la mujer, sino también por otras personas que ejercen otro tipo de agresión: la de la injuria, la de la negación, la del silencio, que se extiende también al hombre.

Negar la realidad contundente de la violencia contra la mujer aduciendo que estas también atacan al hombre abusando de su situación en los divorcios, no solo es mezclar situaciones que siendo reales, no tienen nada que ver la una con la otra; es dejar constancia de que para trabajar a favor de los derechos humanos, hay que ser altruista, objetivo, carecer de prejuicios y ser capaz de dejar a un lado sus propias experiencias personales.  Teniendo en cuenta que el almacén de experiencias se incrementa según se va viviendo, esto último requiere una dosis elevada de altruismo y sentido de la justicia. Por otra parte, aprovechar un delito contra los derechos humanos para sacar a relucir la propia ira, el rencor, la necesidad de revancha, etc., pone en evidencia una vez más que no todas las personas son capaces de vivir su vida y atender además, las necesidades de otros que ni tan siquiera conoce. Eso se llama generosidad.

Acusar y denunciar falsamente a los hombres de malos tratos, abusos y violaciones debe considerarse también como agresión. Estas mujeres lejos de comprender el problema vergonzoso que resulta el maltrato y la violación para la sociedad, no para la víctima del abuso, se creen en el derecho de usar del amparo de la ley por ser mujer, como si por ser mujer ese derecho naciera con ellas. La ley ampara o debe hacerlo, al conjunto de la sociedad y ampara en el caso del que estamos hablando a la mujer víctima de malos tratos o abusos. No a la mujer por serlo. Esto desequilibraría las relaciones humanas al igual que las desequilibra la violencia de género. Por otro lado, cada vez que una mujer miente sobre un tema tan denigrante para la sociedad, asienta el precedente de que ‘la mujer’ es capaz de mentir. Y esto repercutirá muy nocivamente en la mujer que realmente ha sido agredida y que deberá pasar un filtro de preguntas y cuestionamientos dolorosos para esclarecer la veracidad o no de su agresión. Igualmente, asienta el precedente de que ‘el hombre’ es un violador.  Y las relaciones entre ambos podrían verse afectadas por la desconfianza en lo que todos entendemos muy bien hablando de ‘pagar justos por pecadores’.

La verdad es que hay muchas mujeres que sufren y han sufrido malos tratos y abusos. Que hay muchos hombres que han maltratado y violado. Pero hay muchas más mujeres que no han sido víctimas y muchos más hombres que no son verdugos. Y todos los que no han sido ni una cosa ni otra, no deberían por ello, sentir que las agresiones no tienen que ver con ellos. Porque no lo olvidemos, ajenos a esta guerra fría que poco a poco se van asentando entre hombres y mujeres, el maltratador continua integrado en la sociedad relacionándose sin una marca que le identifique como tal.  Entre la guerra fría que se provoca injustificadamente, acaba por olvidarse al verdadero  causante de tanto desorden: el maltratador, que asume, además, en el silencio de muchos y muchas, un permiso oculto para ejercer su violencia.

Violencia de género no es una guerra entre hombres y mujeres. Y el maltratador, el violador, el abusador, no debe poseer tal poder y protagonismo que acabe por sentirse un héroe que goza de impunidad moral.

No nos dejemos manipular por la persona violenta, no le concedamos poder o razón en base a las propias experiencias que aún siendo injustas, no por ello se igualan a lo que sufre una persona violada, golpeada, secuestrada y que mayoritariamente, es mujer. No permitamos que la persona violenta sienta que cada vez que se pone de manifiesto las diferencias entre hombres y mujeres se le concede el permiso para agredir. El agresor, el violento, nada tiene que ver con los hombres y mujeres que se relacionan sanamente, tengan mejor o peor suerte con sus relaciones. No lo olvidemos: por las diferencias crecemos, no rivalizamos, somos capaces de convivir de manera justa.

 

El silencio de las víctimas

Por Flor de Torres Flor de Torres

Ellas, las víctimas de violencia de género, apenas pueden hablar cuando acuden a las Instancias Judiciales. Sus frases son entrecortadas porque les asoma frecuentemente el llanto, les cuesta fijar sus ojos pues tienen la mirada perdida y están muy lejos de nuestras vidas y de nuestros tiempos. Sus tiempos son otros y sus códigos de conducta y emocionales distintos.

Un paso al frente. La denuncia es un paso necesario para superar la violencia de género. Imagen de TrasTando.

Un paso al frente. La denuncia es un paso necesario para superar la violencia de género. Imagen de TrasTando.

Y también están las víctimas que no vienen, las ancianas, los hijos, los nietos, los incapaces, los acogidos, los menores. Todos ellos victimas silenciosos del maltrato. A ninguno el día a día puede ofrecerle un horizonte de esperanza. Nadie les guía, entre otras cosas porque no conocen el camino. Todos ellos están en manos de sus maltratadores y solo las Instituciones públicas, privadas, Instancias Judiciales, los vecinos, los amigos, los compañeros, la policía, los médicos que las atienden, o los conocedores de su situación son los obligados a denunciar.
Porque en el día después todas ellas tienen algo en común. Vienen de distintos orígenes, incluso de distintos países, tienen distintas historias, costumbres, estratos sociales, profesiones, domicilios. Pero cuando se descubren como víctimas, cuando el miedo, la rabia y la impotencia les empuja, lo hacen de la misma forma: En silencio y a escondidas.

Y es saber donde acudir, en que momento, como asegurar su integridad, su situación jurídica, su salud física y mental y garantizar a los menores, a sus menores, la educación en igualdad, en respeto a los valores tan íntimos como la libertad, la igualdad, la dignidad y la integridad, el objetivo prioritario para su detección y protección.

Contribuir a que los malos tratos se hagan visibles, es la esencia de su combate. Cada Ayuntamiento tiene un Centro de Información a la mujer, un centro de Igualdad donde se les atiende, se les asesora, se les da asistencia psicológica, asistencial y Jurídica. Los Servicios de Atención a Víctimas de los Juzgados tienen completos equipos multidisciplinares gratuitos para idénticos fines y el Instituto de la Mujer también posee esos recursos, Las Diputaciones poseen sus Áreas de Igualdad con profesionales y asesoramiento jurídico y psicológico. Los Centros de Salud, principalmente en Urgencias se han formado y han protocolizado sus actuaciones para dar cuenta diaria y puntual a la Fiscalía de violencia a la mujer de situaciones que detectan con sospecha de violencia de género cuando la mujer no quiere o no puede denunciar. Todos ellos nos coordinamos y nos auxiliamos en la información. Y en el momento preciso actuamos denunciando. La Policía y la Guardia Civil les atenderán con personal especializado.

Pero además debe de estar presente el empoderamiento de la mujer para afrontar un proceso. Su fortaleza interior para no derrumbarse y para atravesar el camino Judicial.

Los Juzgados de Violencia a la Mujer y la Fiscalía de Violencia a la Mujer son los encargados de tramitar su caso. Sabemos cómo es la víctima de violencia de género y por ello le aseguramos una atención especializada en la materia. Su protección física y psíquica de acuerdo con sus circunstancias personales así como protección policial. Se les dota de una dotación económica y se les adecua sus peticiones civiles en relación a los hijos y manutención en el mismo momento de la interposición de una orden de Protección que sea indicadora de una situación objetiva de riesgo para ella. Se les otorga atención especializa a través del Servicio de Atención a Victimas con tratamiento integral y acompañamiento a Juicio y se les dota de Abogado y Justicia Gratuita desde el inicio del proceso.

Y la experiencia me dice que la protección a las víctimas de violencia de género es más eficaz con la denuncia. En 2013 de las 54 víctimas mortales no habían denunciado 43 y en el 2014 de las 29 víctimas mortales no denunciaron 20.

No se puede proteger a una mujer que no denuncia. Desgraciadamente allí no llegamos y por ello todas las Instituciones nos hemos conectado para intercambiarnos información y proceder en defensa de los derechos de las víctimas que siguen visitándonos la mayoría de las ocasiones en silencio. Alcemos la voz en su nombre.

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminacion sexual.

Feminicidio a la puerta de casa

Por Flor de Torres Flor de Torres

Thi. degollada en Madrid, 38 años.

Nuria, calcinada en Vilanova i la Geltrú. 43 años

Lasisa, apuñalada en Calpe,  35 años.

Maraganda, asesinada con un cuchillo y un punzón, 50 años en Mallorca.

Vanessa Barradó, descuartizada en Zaragoza, 27 años.

Guacimora, 35 años asesinada delante de sus hijas en Santa Cruz de Tenerife.

Agniezska, asesinada de una brutal paliza en Burgos con 32 años.

Remedios, de 81 años, asesinada por la espalda con un hacha.

Petra, degollada y golpeada en Écija, 46 años.

María del Carmen, asesinada de un golpe en la cabeza.

Nicolasa, asesinada en Jaén, 73 años.

Asunción, de 62 años, asesinada de un disparo junto a su hijo.

Sheila y Shopie  de Mijas, madre e hija discapacitada asesinadas por disparos de su marido y padre.

Miriam, asesinada con su bebé de 1  año en plena calle a cuchilladas en Jerez de la Frontera.

Estefanía, de 28 años, y su hijo Aarón  de 5, asesinados en Málaga, acuchillados.

De la sombra a la luz. Imagen de la campaña contra la violencia en Mali de Oxfam Internacional.

‘De la sombra a la luz’, campaña contra la violencia en Mali. Imagen de Oxfam.

Son solo un ‘muestreo’ de los asesinatos de hombres a sus parejas o mujeres en los últimos tiempos. Feminicidios con rostro, historias, vidas, hijos. Entre ese atropello brutal cayeron y quedaron huérfanos también  en lo que va de año 18 menores. No los olvidemos entre los números, entre las estadísticas. Ahí están sus vidas segadas de forma inútil. Escondidas tras la violencia de género. Con nombres y apellidos. Con origen y con fin. Todas unidas por la violencia de género.

Que esa vergüenza quede al descubierto, desenmascarada y desvestida para  que cada uno desde nuestro ámbito sepamos auxiliar a cada víctima y tenderle la mano desde el colegio, el Instituto, desde la prevención, en el vecindario, en el trabajo,  desde los ámbitos sanitarios, policiales, asistenciales, judiciales, psicológicos, desde los centros de igualdad.  Que no queden impunes sus acciones  y que consigamos  con  nuestros actos  suplir la voluntad de sus víctimas inmersas en  el abandono, en la soledad de su suerte y podamos prevenir el delito bajo el  apoyo psicológico y  para que sean nuestras acciones las que levanten la máscara  donde se ocultan impunemente  los maltratadores.

Porque  como dijo Enma  Goldman : ‘La verdadera emancipación no comienza en las urnas ni en los tribunales, empieza en el alma de la mujer’.

Mientras esa emancipación  no ocurra de forma individualizada, en el interior de cada mujer,  somos todas y todos responsables que nos falten tantas mujeres y tantos hijos. Porque hasta ese momento adquirimos la  corresponsabilidad para que ello no ocurra y que dejemos de usar el anglicismo  feminicidio, como asesinato evitable por razones de género.

Y sólo dejaremos de utilizarlo cuando ello ya no ocurra, cuando no existan listas interminables de ellas y recuentos del acto más denigrante que un ser humano puede hacer: asesinar a su mujer y a sus hijos.

Pues en palabras de Marcela Lagarde, ‘la violencia contra las mujeres continúa siendo una epidemia global que mata, lastima y perjudica física, psicológica, sexual y económicamente a millones de mujeres de todas las edades. Para decirlo alto y claro: es una violación de los derechos humanos negarle a las mujeres la igualdad, la seguridad, la dignidad y las libertades fundamentales’. 

 

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminacion sexual.