Entradas etiquetadas como ‘mujeres migrantes’

Las Reinas Pepiadas

Por Eloísa Molina

Son las 12 del mediodía. En las transitadas calles de Quito, Ecuador, llama la atención un letrero con la cara de una mujer que parece un anuncio de los años 20.  Junto a él, un rótulo con el nombre  “Las Reinas Pepiadas”. Al entrar al lugar hay una pizarra que describe las especialidades de la casa. Atravesamos un garaje que tiene unas mesas y sillas muy sencillas que, junto a la decoración con objetos originales, fotografías y plantas te invitan a un espacio acogedor, de esos que te inspiran a sacar tu móvil y comenzar una sesión de fotos. Al fondo hay una barra de madera donde se distingue una sonrisa amplia y una voz ronca que con un acento peculiar nos dice: “¡Bien pueda!, ¿qué se van a servir?”. Ella es Maye, una de las tres socias de la arepera Las Reinas Pepiadas. El negocio toma su nombre de uno de los rellenos más populares de las arepas o tortitas más populares venezolanas. Su receta es una mezcla de pollo o gallina, aguacate y mayonesa que te deja enamorado para siempre.

Las Reinas Pepiadas, un emprendimiento social que arrancó en marzo del 2019, lo forman un grupo de mujeres migrantes venezolanas que cocinan y brindan servicios de catering para, entre otros clientes, los Espacios Seguros para Niños que ha puesto en marcha World Vision en diferentes partes de Quito. Las Reinas Pepiadas es, en pocas palabras, un proyecto social de empoderamiento femenino enfocado a generar oportunidades laborales e ingresos económicos para apoyar a familias migrantes. Pero también son un grupo de amigas, un espacio de escucha y apoyo; en definitiva, una familia.

El negocio Las Reinas Pepiadas es también un proyecto de empoderamiento femenino. @World Vision

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Mujeres migrantes en la frontera sur española

Por Júlia Trias

Ella llegó en patera a España desde Marruecos en 2016. Se fue sola de Costa de Marfil con poco más de veinte años, dejando a medias su carrera en Periodismo y Comunicación, después de que le dijeran que se tenía que casar con un hombre que no había elegido. Pasó un año en Marruecos antes de poder coger una patera, donde se convivió con otras muchas mujeres forzadas a prostituirse durante el tiempo que estuvieron allí. Ella se presenta como Binta pero dice que también podría hacerlo como María, Paula o Marta. ‘Es la historia de esas mujeres que deciden irse, que toman la decisión un día porque ya no pueden más. Son mujeres que tienen ganas de cambiar las cosas y que se han atrevido. Y hoy hablo porque ya basta de tratarnos como si fuéramos débiles’.

No solo el trayecto es mucho más duro y difícil para las mujeres, sino que cuando llegan a territorio español deben seguir afrontando situaciones de discriminación muy graves. El discurso oficial de la victimización de las mujeres migrantes como víctimas inocentes y obligadas a trabajar e incluso a migrar contra su voluntad ha llegado a constituir un mito cultural que tiene un gran impacto hacia ellas. Repercute directamente en su seguridad y en el no reconocimiento de su capacidad de agencia y de sus proyectos emancipadores.

Llegada a Motril. 8 de febrero de 2018. @Fotomovimiento»

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En ninguna parte

Angelica Guzmán

Por Angélica Guzmán

Recientemente, mientras leía una noticia sobre la situación de los inmigrantes que intentan llegar a España recordé unas jornadas a las que tuve la oportunidad de asistir hace algunos años. Me resultó especialmente llamativa una de las ponencias en las que se destacaba cómo a menudo las mujeres que emigran tienen que enfrentarse a la doble discriminación: ser mujeres e inmigrantes. ¿También hay diferencias en este aspecto? ¿Acaso no afecta igual a hombres que a mujeres? Sin duda, un proceso migratorio siempre es difícil, cuanto menos, pero efectivamente, también aquí se observan diferencias en las dificultades a las que tienen que hacer frente hombres y mujeres.

Imagen del Centro Pueblos Unidos

No hay proceso migratorio fácil. Imagen del Centro Pueblos Unidos

En primer lugar, el proceso migratorio en sí, que en función del país de origen se torna aún más peligroso y tortuoso, si cabe, en el caso de ser mujer. Tristemente ya nos hemos acostumbrado a las historias de inmigrantes que llegan (en el mejor de los casos) a nuestras costas, pero esa es  sólo la parte visible (y no siempre) de un camino. Un camino que para muchas mujeres africanas que intentan llegar a Europa, supone un periodo de más de dos años en los que fácilmente son víctimas de agresiones sexuales, y a menudo son obligadas a “vivir” bajo los designios de un hombre mientras esperan poder continuar su camino; designios que en este caso bien podría ser un eufemismo de prostitución.

Aunque no todos los procesos migratorios suponen pasar por este tipo de situaciones ¡Menos mal! No hay proceso migratorio fácil. Siempre supone afrontar una fase de duelo al abandonar el país de origen, la propia cultura, el entorno, la familia, lo que a menudo incluye pareja, hijos/as y seres queridos. Ya de por sí no es una puesta en marcha sencilla, pero esto no ha hecho más que empezar.  A continuación llega el “aterrizaje” en un país diferente, en principio con mayores oportunidades pero habitualmente con asentados prejuicios.

En el caso de las mujeres, además de luchar contra los prejuicios culturales, a menudo también han de hacerlo contra estereotipos sexistas. Mujeres que en ocasiones sufren en silencio situaciones de violencia ante el miedo a denunciar por no “tener papeles”. Mujeres que escuchan frases como “¿A quién van a creer? ¿A ti que eres una …. o a mí que soy español?”. Mujeres que a menudo vienen con una arraigada cultura machista en la que se les ha enseñado a aguantar cualquier situación, cualquier agresión. Mujeres que son increpadas cuando intentan ejercer sus derechos, cuando intentan protegerse en un país en el que, a pesar de las continuas muertes, hay una Ley contra la Violencia de Género.

Mujeres que tienen que justificarse por ir a denunciar, y que a menudo sienten la carga de que su denuncia suponga un problema en la tramitación de la nacionalidad de su pareja. Mujeres sobre las que siempre recae la sospecha de qué pretenderán con la ruptura, y las constantes acusaciones de beneficiarse de un sistema que “no les pertenece”. Si total… “Aquí están mejor que en su país, ¿qué más quieren?”

¿Qué más quieren? ¿Qué más querrías tú?

Angélica Guzmán es trabajadora social y psicóloga, fundadora de yomeencargo.es, y por encima de todo, fiel creyente de que otro mundo es posible.

Cuatro motivos por los cuales cuidar a tu abuela es una cuestión de desigualdad internacional

 Por Almudena Díaz Pagés Almudena Díaz Pagés

Uno: la feminización de la migración. A pesar de que en las últimas décadas las migraciones internacionales han aumentado notablemente (según datos recientes de Naciones Unidas, 200 millones de personas el 2013), se dice que se han “feminizado”, no porque se haya acentuado el número de mujeres que emigran, sino porque en la actualidad, éstas que lo hacen de manera autónoma, solas, dejando a familiares dependientes en su país de origen, por razones económicas y no de reagrupación familiar: se convierten así en migrantes económicas y las nuevas cabezas de familia.

'Las trabajadoras del hogar son trabajadoras, no esclavas'. Imagen de www.cam111.com

‘Las trabajadoras del hogar son trabajadoras, no esclavas’. Imagen de www.cam111.com

En España, como en muchos otros países del Norte, esta feminización de las migraciones está relacionada con las transformaciones del mercado de trabajo de las últimas décadas y con una de sus consecuencias, la llamada crisis del cuidado: “ante una sociedad cada vez más envejecida, una población femenina que, tradicionalmente encargada de las tareas reproductivas y del hogar, deja de lado este rol y se centra en su carrera profesional, y un Estado del Bienestar mermado que relega esta necesidad social a la esfera privada; cada vez es mayor la demanda de mano de obra en estos llamados trabajos del cuidado”.

Dos: la transferencia de las tareas del cuidado. Dado que el trabajo reproductivo desarrollado en los hogares está falto de mano de obra en los países del Norte, son las mujeres migradas las que, ante las escasa oportunidades laborales en sus países de origen, asumen  este trabajo mal remunerado y despreciado socialmente. Surgen así las llamadas cadenas del cuidado: “una transferencia de los cuidados de unos hogares a otros realizada de una manera que ahonda en las desigualdades entre familias del Norte y el Sur, y refuerza el pacto social sexista sosteniendo el reparto desigual de compromisos y tareas entre hombres y mujeres

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La pesadilla de la frontera

Por Adriana Apud adriana

Los griegos solían decir que el peor castigo para cualquier persona era el destierro. No sé si  sea correcto decir que emigrar es un ‘autodestierro’ porque  ésta es una decisión libre, llena de  ilusiones, pero el camino también va cargado de incertidumbres,  miedos y  tristeza.

Emigrar tiene un significado diferente para cada persona. Emigramos por diferentes motivos, que van desde razones económicas hasta la huida de situaciones de graves, así como el legítimo derecho  de querer descubrir otros mundos y prosperar en muchos sentidos.

Se supone que vivimos en un planeta donde migrar tendría que ser reconocido y protegido como un derecho humano, pero no es así, y migrar  para muchos significa apostar mucho, a veces lo único que se tiene, la propia vida.

Migrantes. Imagen: Observatorio Frontera Sur de México

Migrantes. Imagen: Observatorio Frontera Sur de México

Hoy en día,  es necesario reconocer el papel de las mujeres en los flujos migratorios. Las estadísticas nos dicen que el 49 % de las personas que migran son mujeres.Cuando una mujer decide migrar el camino es aún más difícil porque ser mujer y migrante tiene un doble peso y ser mujer, migrante, indocumentada y transitar por México tiene  un costo muy alto.  El principal de ellos la violencia, un elemento presente prácticamente a lo largo de todo camino.

Seis de cada diez

Una de las situaciones más indignante y dolorosa de las mujeres en ese tránsito por México, es la de los abusos sexuales que se comenten contra ellas. Se calcula que seis de cada diez mujeres sufren violencia sexual en su viaje a los Estados Unidos.

Del mismo modo,  las mujeres migrantes en tránsito se enfrentan a un contexto de discriminación e incertidumbre  que se manifiesta de diversas formas, como la detención arbitraria y extorsión por parte de algunas autoridades, así como la explotación laboral y sexual.

Cómo son las mujeres migrantes que transitan por México

La mayoría de las mujeres que transitan por México en su camino a los Estados Unidos proceden de países centroamericanos: El Salvador, Guatemala, Honduras y  Nicaragua.

La gran parte de las mujeres centroamericanas que decide salir de su país  para ir a los Estados Unidos, tienen entre 18 y 35 años y en  promedio su nivel escolar es bajo, pero alto en relación con la media de su país de origen.

Existen varios motivos por lo que deciden dejar su tierra, pero muchas coinciden con situaciones de pobreza y violencia familiar, social, cultural y económica.  Según cifras del CEPAL (Comisión Económica para América Latina), en la región una de cada tres mujeres ha sufrido algún tipo de violencia física o psicológica.

Aunado a esto,  y lo más importante, es  que las mujeres que migran son seres humanos que llevan en su maleta una  carga de sentimientos encontrados, luces y sombras y la valentía de soñar y buscar una vida mejor.

Es imprescindible visibilizar la situación que sufren las mujeres migrantes centroamericanas en su camino a Estados Unidos. A pesar de los esfuerzos que ha hecho el Gobierno de México, es urgente  reducir la situación de extrema vulnerabilidad en la que se encuentran estas mujeres y  tomar medidas  que protejan su vida y su integridad y sobre todo  que les permita ejercer sus derechos humanos fundamentales.

 

Adriana Apud Porras es periodista mexicana y ha trabajado durante varios años  en temas de  comunicación, educación para el desarrollo y migraciones  en UNICEF e Intermon Oxfam.