Veranos seguros para todas

Por Pilar Orenes

El verano es tiempo de desconexión y de ocio, sinónimo muchas veces de poder tomar la calle, bailarla y vivirla como un espacio seguro. Para todos y todas, a todas horas y en todos los lugares. 

Muchas personas y organizaciones estamos poniendo esfuerzos para que así sea. Se ha ido consolidando la presencia de colectivos feministas que, a través de carteles, puntos violetas y campañas específicas de información y sensibilización, ofrecen mecanismos de prevención y respuesta en casos de acoso y abuso sexual. 

Pero estamos terminando un verano especialmente alarmante. Bilbao, Benidorm, Barcelona, Madrid… han sido algunas de las ciudades en las que se producido agresiones sexuales, tanto individuales como en grupo. Son muchas. Más de 42 agresiones sexuales múltiples se han producido en lo que va de 2019 en España. En este mismo periodo, 70 asesinatos de mujeres, casi la mitad de ellos en los últimos meses (fuente de Feminicidio.es). Terrible.

Son números que crecen con respecto a años anteriores y esto levanta nuestras alertas. Parece difícil saber si han aumentado las agresiones o si, debido a una mayor concienciación social y una invitación a la denuncia, ahora se hacen públicas situaciones que antes se sufrían en privado. ¿Estamos hablando de un aumento de agresiones o un aumento de denuncias?

Personalmente apunto a lo último. Es duro y paradójico asumir que, cuanto más esfuerzo se hace de sensibilización, más agresiones se conocen. Porque corremos el riesgo de caer en el desánimo o en el descrédito de las campañas de sensibilización actuales o evocar un efecto de llamada o de contagio que haga multiplicar estas situaciones de violencia.  Por otra lado, que aumente el número de agresiones sexuales conocidas es un paso necesario. Visibilizar las violencias machistas y sufrir e indignarnos por ellas, es algo por lo que tenemos que transitar si queremos erradicarlas. Sin felicitarnos por ello, porque cada caso que llega a nuestros oídos nos indigna y nos duele, asumimos que la denuncia es parte del avance en el ejercicio de nuestros derechos.

No obstante, somos conscientes que “todavía no están todos los que son”. Para que las agresiones afloren, necesitamos esos entornos de seguridad en las calles, en las fiestas, en las oficinas y en los institutos. Porque para que una mujer dé el paso de denunciar necesita de ese entorno mínimamente seguro y son varios los factores que contribuyen a ello. 

Y entre esas medidas, me refiero a lugares donde no se te va a cuestionar por tu ropa, tu gesto o tu grado de alcohol. Espacios donde se te va a escuchar con la predisposición de creerte, consciente de que no siempre vas a poder aportar las pruebas necesarias. Necesitamos entornos que aseguren que se va a mantener la confidencialidad necesaria, que se va a hacer un acompañamiento integral a la víctima/superviviente de la mano de personas que cuentan con la experiencia necesaria. Necesitamos asegurar que la víctima está en el centro de la atención, que está y se siente acompañada y contar con buenos protocolos de atención y asegurar centros especializados es clave para esto. 

Buscamos un entorno con medios de comunicación y una sociedad que no estigmaticen a la mujer “revictimizándola”, requerimos de profesionales de la información que traten con exquisita profesionalidad cada situación. Y exigimos un sistema judicial que dé respuesta a todo el proceso y garantías de condena a los agresores, si no, la reparación no será suficiente.

Si todo esto no se da, o si se diseña, pero no se ponen recursos para su implementación… hay que aceptar que a algunas mujeres no les merezca la pena denunciar. 

Si no construimos estos entornos seguros, la sociedad seguirá manteniendo una imagen falsa del número de agresiones y minimizaremos el problema.

En este contexto de avances, no siempre tan rápido como nos gustaría, valientes las mujeres que dan el paso y denuncian. Ellas están abriendo camino. 

Pilar Orenes es Directora General Adjunta de Oxfam Intermón

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