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Ellas dan la nota

Por Nuria Coronado

Para quienes hacen oídos sordos a la violencia machista día sí y día también. Para quienes creen que la desigualdad y la discriminación son inventos de feministas trasnochadas. Para esos hombres y mujeres que dan la espalda a que tengamos los mismos derechos, el grupo de cuatro artistas Ellas dan la nota compuesto por Cristina del Valle, Mercedes Ferrer, Aurora Beltrán  y Estela María, lleva quince años subiéndose a los escenarios de medio mundo para decir basta.

Ellas dan la nota, en concierto. Imagen del grupo.

Ellas dan la nota, en concierto. Imagen del grupo.

Y lo hacen como mejor saben: entonando voces, afinando acordes, arrimando el hombro a ritmo de melodías. ‘Somos un grupo de mujeres artistas que a través de la música denunciamos la violencia contra las mujeres en cualquier lugar del mundo y en cualquiera de sus formas Con nuestras actuaciones tratamos de concienciar que un sociedad desigual es una sociedad enferma que acabará agonizando y provocando por el camino demasiado sufrimiento entre los millones de mujeres y niñas que la padecen’, dice Mercedes.

Para estas cuatro cantantes unir sus voces es hacer frente a lo que tanto duele y sin embargo se ignora. ‘Cantar es curar heridas, es llegar a través de la cultura y de la música al corazón y a la sensatez. Cada canción es un bálsamo, una pomada que cierra heridas y cambia conciencias. Es la mejor manera que tenemos para provocar y promover un Pacto de Estado contra la violencia machista’, añade Ferrer. Y es que con sus canciones pretenden borrar el mapa de la vergüenza de nuestro país y dibujar el del orgullo femenino. ‘A nosotras nos importa que cada año un centenar de mujeres sean asesinadas en España, que más de 1.000 mujeres sean violadas, que 500.000 sean traficadas sexualmente o que más de 400 se suiciden teniendo detrás un cuadro de violencia cada año, cifras que jamás aparecen en los datos oficiales’, subraya la cantante.

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El miedo desde la cuna

Por Nuria Coronado

La violencia de género es un problema que causa la sociedad, y es ella quien tiene que resolverlo’
Cristina del Valle

La infancia, ese territorio maravilloso en el que todos merecemos crecer, no siempre es la patria de las personas. Cuando al cerrar la puerta de casa en vez de cariño y paz se abren paso el miedo y el maltrato, la más cruel y alargada de las sombras arrasa ese sagrado territorio y el hogar se convierte en la peor de las cárceles.

El miedo de las niñas y los niños expuestos a la violencia tiene repercusiones de por vida. Imagen de Pixabay.

El miedo de las niñas y los niños expuestos a la violencia tiene repercusiones de por vida. Imagen de Pixabay.

Una prisión cuyos barrotes conoce muy bien la cantante Cristina del Valle. A pesar de que ya han pasado más de cuarenta años desde que ella y sus hermanas vivieran y escaparan al maltrato de su padre a su madre y hacia ellas, aún sigue recordando su casa como el lugar más desprotegido. “Las casas son los lugares más peligrosos para las mujeres porque es donde vive el maltratador”, comenta.
Tanto es así que un simple ruido, como el de las llaves en la cerradura, era la señal de alarma. “Ser testigo de la crueldad y el maltrato te hace aprender a vivir en la alerta continua. Cada vez que mi padre entraba en casa se apoderaba de mí la impotencia y el miedo por lo que podía ocurrirle a mi madre. Me pasaba noches enteras sin dormir, llegaba a clase con unas ojeras imposibles porque me dedicaba a vigilar ya que vivía con la sensación que mi madre podría ser asesinada en cualquier momento. Mi obsesión era vigilar para que no le pasara nada. No me importaba lo que me ocurriese a mí, solo quería que no le sucediese nada a ella”, explica.

Tristes recuerdos que no hacen sino echar sal a la dolorosa herida de las consecuencias del maltrato en los hijos. Múltiples estudios concluyen de manera rotunda que éstos, desde que están en el seno de su madre sufren las mismas reacciones cerebrales, fisiológicas y emocionales que los soldados traumatizados con la guerra. “Verte rodeada una y otra vez de golpes, gritos, puñetazos o amenazas, provoca una tristeza y una impotencia tal que es imposible desarrollarse sanamente”, añade la cantante. “El sometimiento al estrés continuo genera que los niños que nacen o viven en situaciones de violencia tengan problemas de crecimiento y retraso de hasta ocho puntos por encima de otros niños y que esto sin lugar a duda marque su futuro y su comportamiento. Yo por ejemplo sigo sin poder entrar a lugares en los que haya mucho ruido o muchos hombres”, subraya.

Por todos esos niños y niñas, y por los que han padecido el maltrato de sus padres hasta causarles la muerte – el 85% de los menores asesinados lo son en el régimen de visitas y en puntos de encuentro- del Valle clama por una legislación que apunte sobre el maltratador y no le de derechos de visita o relación alguna con quienes no merece ni quiere. “Hay que poner en marcha una ley que impida las visitas o el contacto de los hijos con sus verdugos. Pero hay que hacerlo ya” reclama la cantante. “Un padre maltratador no es un buen referente para sus hijos. No pueden ser su ejemplo y por ello no se le pueden otorgar visitas ya que las utiliza como método de tortura machista hacía su pareja para seguir demostrándole que tiene poder sobre ella”, puntualiza.

Pero a Cristina no le arde la sangre solo con esto. También con la complicidad de quienes apoyan a los maltratadores. “Hablo de jueces que siguen permitiendo estas visitas o custodias compartidas, de policías que miran por encima del hombro a las valientes que se atreven a denunciar, de vecinos que oyen gritos y no llaman a la policía… de tantos y tantos que con su silencio acallan aún más la voz y los derechos de mujeres y niños inocentes y apoyan así al machismo y a los maltratadores”, comenta. “También hablo de recortes en presupuestos para formar a profesionales que atiendan o den protección a las víctimas, de menor apoyo económico en campañas de sensibilización, de acotar los juzgados de violencia de género”.
La artista también apunta a la necesidad de concienciación entre los medios de comunicación ya que ellos, como trasmisores de información, y por tanto de valores, influyen directamente en la sociedad. “Los medios minimizan esta lacra al no nombrar al presunto maltratador, cuando en titulares dicen que las mujeres ”mueren”, cuando en realidad las matan, las asesinan, las golpean. Una información objetiva y fuera del sensacionalismo es clave para luchar contra la violencia de género y quienes la provocan”, comenta del Valle.

Y es que este empeño profundo y loable de Cristina necesita de la complicidad de todos. Como ella dice “no podemos pedir a las mujeres que vayan a denunciar porque somos nosotras las que salimos de casa huyendo y a escondidas. Además no todas las mujeres tienen la fortaleza para hacerlo. Este es un problema que causa la sociedad y es ella quien tiene que arreglarlo”, ¡cuánta razón!

A ella, sus hermanas y su madre, nos les quedó otra opción que huir, subirse a un tren y, en un acto de heroicidad, dejar atrás su querida Asturias para irse a Valencia. Lo hicieron hace décadas, cuando el maltrato era algo normal de puertas para dentro. “Nunca se me olvidará aquel día yéndonos porque un tipo decidió intentar destruir nuestras vidas. Me sentí como una refugiada en mi propio país. Huimos nosotras y no él. Una vez allí hicimos de nuestra casa un hogar para otras tantas víctimas y sus hijos. Casas de acogida que son una manifestación clara de indignidad, porque es allí donde tienen que ir las madres, auténticas heroínas, con sus hijos. Son ellas las que cambian de vida y no el maltratador”, agrega.

Por ella, y por tantos y tantas que no tuvieron infancia o paz para cuidar y educar a sus hijos en un hogar feliz, tenemos que arrimar el hombro, alzar la voz y ganarle de una puñetera vez la batalla a los violentos. Esa será la mejor demostración y el verdadero homenaje que podamos hacerles.

Nuria Coronado es periodista, editora en www.lideditorial.com y responsable de Comunicación de Juan Merodio