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Tu sexualidad, tu reproducción y tus derechos

Por Alejandra Luengo Alejandra Luengo

Pienso que deberíamos reflexionar mucho más sobre nuestros derechos sexuales y reproductivos, derechos humanos reconocidos en tratados internacionales, nacionales y locales que deberíamos tener  todas las personas, hombres y mujeres y que por desgracia son profundamente bloqueados en diferentes países; desarrollados, en vías de desarrollo y subdesarrollados. Algo básico que es ninguneado, que deteriora la salud física y mental de la persona y que debemos seguir alzando la voz para que toda mujer y hombre conozcan e interioricen cuáles son sus derechos sexuales y reproductivos y se puedan prevenir situaciones de abuso, violencia y discriminación que deterioran la autoestima, seguridad, capacidad de la persona y que frecuentemente generan diferentes trastornos psicopatológicos como trastorno por estrés postraumático, fobias, trastornos de ansiedad, depresión, etc.

Danza del vientre. Imagen de TrasTando sobre fotografía de Sergio Perea.

Danza del vientre. Imagen de TrasTando sobre fotografía de Sergio Perea.

Como señala Amnistía Internacional los derechos sexuales y reproductivos permiten a las personas:

  • Decidir sobre su salud, cuerpo, vida sexual e identidad sexual sin temor a sufrir coacción, discriminación o violencia.
  • Pedir y recibir información sobre la sexualidad y la reproducción y acceder a servicios de salud relacionados con ellas y a métodos anticonceptivos.
  • Decidir si queremos tener hijos, cuándo y cuántos.
  • Elegir a la pareja con la que queremos estar y ver si con ella queremos casarnos y cuándo hacerlo.
  • Decidir qué tipo de familia formar.

Supongo que a la mayor parte de la gente que lee esto les parece obvio y normal, pero la realidad es que muchos de estos derechos son arrasados en diferentes ámbitos de una forma más radical y profunda o de una manera más sutil pero también dañina.

Empezando por las violaciones más radicales de los derechos sexuales y reproductivos nos encontramos las mutilaciones genitales femeninas, violación y violencia sexual entre las que se encuentra el abuso sexual  a un niño o una niña, matrimonios forzados, mantenimiento de un embarazo de forma obligatoria, aborto forzado, esterilización impuesta, sufrir discriminación o violencia por la identidad u orientación sexual, incluso pagándolo con la muerte, etc.

A lo largo de mis años de profesión como psicóloga me he encontrado a mujeres y hombres de diferentes ámbitos sociales, económicos, formativos, culturales que han visto dañados sus derechos sexuales y reproductivos; algunos de forma radical, y otros igualmente graves pero socialmente más aceptados o silenciosos.

Por poner algunos ejemplos reales de gente con nombres y apellidos que he acompañado me he encontrado a personas que por su identidad y orientación  sexual se han visto alejados de sus familias donde se les discriminaba y tenían que ocultar a sus parejas a los sobrinos, abuelos, tíos, o que en su lugar de trabajo se les había echado por el mero hecho de su orientación sexual. También mujeres y hombres que se habían sentido agredidos sexualmente dentro de sus relaciones de pareja al verse obligados o coaccionados a tener relaciones cuando no se deseaba. Mujeres que pidieron el uso del preservativo y el hombre se negó o presionó a la mujer para no usarlo. Adolescentes que se quedaron embarazadas y tuvieron hijos sin desearlos y de forma obligatoria, mujeres y hombres con discapacidad que se vieron obligados a renunciar a mantener relaciones sexuales o a ser esterilizados sin su consentimiento expreso. Hombres que no querían tener hijos y sus parejas les dijeron que estaban usando métodos anticonceptivos y no era cierto, parejas homosexuales cuyos hijos han sufrido burlas o han recibido mensajes discriminatorios hacia sí o hacia los progenitores, mujeres y hombres mayores que se han sentido cohibidos ante profesionales de la salud cuando han comentado que querían mejorar sus relaciones sexuales…

Los derechos sexuales y reproductivos están en nuestro día a día y en nuestra vida familiar, conyugal, afectiva, social, laboral, médica, psicológica, etc. Como hombres y mujeres seamos conscientes de cuáles son y defendámoslos en los aspectos graves y en aquellos sutiles, pequeños, cotidianos o casi imperceptibles, pues no hacerlo nos afecta en diferentes planos de la vida cotidiana.

Alejandra Luengo. Psicóloga clínica,  combino la atención psicológica en servicios públicos con la consulta privada. Creo firmemente que se pueden cambiar las cosas y en esa dirección camino. Autora del blog unterapeutafiel.

Sombras entre las sombras

Por Mayte Mederos Mayte

Se ha escrito mucho sobre la película de la temporada, ‘50 sombras de Grey’, entre otros sitios en este mismo blog, en la voz autorizada de Alejandra Luengo. Tanto se ha dicho que, sin haberla visto, ya se me estaban quitando las ganas. Además, las críticas eran tan malas que decidí que si iba al cine iba a ser para ver algo mejor, ahora que hay que pensárselo dos veces antes de pagar una entrada.

Sombras entre las sombras. Imagen de TrasTando sobre una imagen publicitaria de la película 50 sombras de Grey.

Sombras entre las sombras. Imagen de TrasTando sobre una imagen publicitaria de la película 50 sombras de Grey.

Pero reconozco que otra parte de mí tenía unas ganas inconfesadas de verla. Como persona interesada en el BDSM (bondage, disciplina, sadismo, masoquismo) me picaba la curiosidad por saber qué enfoque habrían dado a una película destinada al consumo de masas. Y más conociendo el puritanismo norteamericano, donde pasarse de la raya supone entrar en la lista negra y ser considerada cine X, con una merma considerable en caja.

Al final pudo mi curiosidad y aprovechando que una compañera de trabajo me pasó la cinta, un domingo me apoltroné con una bolsa de chocolatinas a disfrutar con mi chica de una tarde de cine y sexo no convencional.¿El balance al apagar la tele? Pues que lo mejor había sido el chocolate. Porque la película me dejó mal sabor de boca.

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Madres a ritmo de ayatolás

 Por Carmen López Carmen López AI

150 ó 200 millones es la cifra de población que deben alcanzar los iraníes. Una cifra que fue buena para Jomeini, una cifra correcta para Sayed Alí Jamenei, el actual líder supremo de Irán. En 2012 cuando hizo pública su intención de crecimiento de población, Irán contaba con 78’5 millones de habitantes. Desde entonces la maquinaria se ha puesto en marcha para mermar los derechos de las mujeres y las niñas.

Manifestación en Teherán por los derechos de las mujeres. 8 de marzo de 2006. © Arash Ashoorinia, www.kosoof.com

Manifestación en Teherán por los derechos de las mujeres. 8 de marzo de 2006. © Arash Ashoorinia, www.kosoof.com

El Parlamento debe decidir si aprueba o no el Proyecto de Ley para incrementar los índices de Fertilidad y Prevenir el Descenso de la Natalidad (Proyecto de Ley 446) y el Proyecto de Ley 315. De aprobarse, se dificultaría el acceso a anticonceptivos, se declararía ilegal la esterilización voluntaria, se restringiría más el acceso al aborto seguro, y se desmantelaría el programa estatal de planificación familiar. Un programa, a día de hoy, vacío de presupuesto. Los líderes religiosos quieren que Irán se convierta en una potencia regional dominante.

La idea de población como fuerza militar y de seguridad nacional no es nueva. Justo después de la revolución en 1979, en pleno conflicto con Irak y con necesidad de soldados, se pusieron en marcha políticas de fomento de la natalidad. En sólo 10 años, la población creció en 14 millones de personas. Pero a finales de la década de los 80, con una economía devastada por la guerra y sin capacidad para cubrir las necesidades de la población, se pusieron en marcha políticas para el control de la natalidad. Se pasó de 7 nacimientos por mujer en 1980 a 1,85 en 2014.

Con los nuevos Proyectos de Ley, la mujer sólo puede ser madre y esposa. Para ello se potenciarán los matrimonios tempranos, las mujeres sólo trabajarán como maestras o cuidadoras, habrá exenciones fiscales para las familias, se apostará por la jubilación anticipada de las mujeres, y se las formará en la gestión de la casa y la familia.

Con leyes como éstas, ¿cuáles habrían sido las posibilidades de mujeres como Shirin Ebadi, abogada y Nobel de la Paz, Maryan Mirzakhari, la primera mujer en recibir el Fields Medal, considerado el Nobel de matemáticas, Pardis Sabeti, la investigadora que ha cercado al Ébola, o Masih Alinejad, periodista y defensora de los derechos de las mujeres que acaba de recibir el Premio de Naciones Unidas sobre los derechos de las mujeres?

Pero son muchas las leyes que ahondan en la discriminación de las mujeres. Irán es uno de los países con menos participación femenina en el trabajo, según datos del Foro Económico Mundial, ocupa el puesto 139 de un total de 142. Y no dejan de salir leyes que prohíben a las mujeres trabajar de cara al público en oficinas, en hostelería, e incluso cantar. También son muchas las que por ley se han quedado fuera de la universidad. Se les ha cerrado las puertas de carreras como minería, agricultura, ingeniería, contabilidad, química, inglés, literatura, ciencias políticas, administración de empresas o administración pública. Pero se les han abierto las de estudios femeninos, gestión familiar o valores tradicionales.

No olvidamos otras leyes que las dejan indefensas frente al divorcio o los malos tratos, que les penaliza por no vestir como marcan los líderes supremos, o que les prohíbe ver un espectáculo deportivo.

Amnistía Internacional alerta sobre esta situación en el informe Procrearás y recuerda a las autoridades iraníes que deben respetarse y promoverse los derechos de las mujeres, y que no pueden refugiarse en la costumbre, la tradición o la religión para no hacerlo. No podemos permitirnos que mujeres como Maryam, Pardis, Shirin o Masih no existan. Ellas son la única receta frente a la irracionalidad.

Carmen López es periodista de Amnistía Internacional

Mil sombras de Grey sobre las mujeres

Por Alejandra Luengo Alejandra Luengo

Hace unos días se estrenó la película que llevaba al cine una novela que supuso un best seller en todo el mundo. Yo la verdad, es que del libro no pasé de la página veinte y la película no tengo interés en ir a verla, pero una está en el mundo y recibe mensajes de unas personas y de otras que le van contando, pregunta, y si encima tiene varias conocidas que fueron fans de la historia pues escucha, lee las críticas que ha habido y  se va forjando una opinión.

Sobra decir el impresionante despliegue mediático publicitario con respecto a esta cinta durante los últimos meses y sobre todo semanas, que impedían que te pudieras mantener al margen de saber de su existencia.

Imagen de la serie 'El mercado del sexo'. Fotografía de Sergio Perea.

Imagen de la serie ‘El mercado del sexo’. Fotografía de Sergio Perea.

En estos días me he encontrado con distintas personas que fueron a verla y les he preguntado. Desde la curiosidad y la crítica, me cuesta entender y preocupa dicha acogida. En el fin de semana de su estreno en España un millón de personas ha ido a ver una película que habla de relaciones contradictorias, donde se mezcla sexo y violencia y donde la mujer sufre esperando una relación afectiva segura y a cambio entrega su cuerpo como moneda de cambio.

No deja de sorprenderme que una película que disfraza una relación de dominación-sumisión (no hablo exclusivamente de una relación sexual), donde se da abuso y violencia emocional y física pudiese ser tan esperada por el público en general.

La historia relata como una chica estudiante universitaria comienza una relación con un poderoso, exitoso y enigmático hombre de negocios que tiene gustos y preferencias sexuales sadomasoquistas. El planteamiento de él es mantener relaciones sexuales a su gusto pero dejando la afectividad de lado y que todo quede bajo su control. Se cumplen así con una serie de criterios seleccionados por él llegando a controlar parte de la vida de la joven. Ella en realidad quiere y busca seguridad afectiva junto a protección y acaba en sus garras.

A mí esto me resuena demasiado, y me chirría cómo se disfraza de no sé si llamarlo moderno, snob, chic, experimentación o lo que sea, una relación afectiva (no exclusivamente sexual, vuelvo a repetir) de sometimiento, violencia y control. En realidad es seguir perpetuando ese juego de papeles  de machos depredadores frente a víctimas ingenuas e indefensas.

No me voy a meter en los gustos sexuales de cada persona; que son libres, y que mientras sean consensuados con otro adulto que lo elige puedan ser lícitos. No estoy hablando de que crea que ser sumisa sexualmente por elección sea ser víctima de abuso y violencia, en absoluto. Pero voy más allá. Me refiero a una serie de patrones de violencia y abuso emocional hacia la mujer que se siguen repitiendo, pero ahora con otro traje, con un disfraz quizás más perverso y tramposo porque aparentemente la mujer juega con más libertad que hace años sobre todo en el terreno sexual.

Nos siguen reproduciendo estereotipos y modelos muy cansinos; el macho alfa dominante frente a la mujer indefensa y débil, el príncipe salvador frente a la frágil doncella. Mucho cine adolescente actual sigue perpetuando estos modelos. Los cuentos de príncipes y princesas se han convertido en historias que nos venden cocktails que mezclan un supuesto romanticismo con poder, sumisión, sexo, salvación, protección y control, y encima nos los quieren seguir introduciendo ya en la adultez. Por favor, un poco de sentido crítico hacia lo que leemos y vemos para poder ir más allá. Todos los días somos espectadores en las noticias de nuevos casos de violencia de género de mujeres de diferentes edades. Esto nos produce aversión.

La historia de esta película es en realidad la historia de Vanesa, una chica madrileña de diecisiete años que en busca de afectividad mantiene una relación con Patricio, un adolescente de dieciocho años que le ha sido infiel en una ocasión, le ha pegado dos veces, le controla con quien va, no quiere usar métodos anticonceptivos, etc. Lo que sucede es que Patricio no es millonario, ni tiene un avión privado, sino es pobre, vive en Carabanchel y estudia un módulo de mecánica. ¿Cómo sería una película de esa vida?, ¿La podríamos disfrazar de exotismo, pasión, deseo, glamour?,  ¿Qué futuro le espera a Vanesa? En realidad ambas relaciones se basan en los mismos ingredientes; control, violencia, sumisión y dependencia.

Por cierto, que el Instituto de Política Familiar de Baleares (IPFB) lanzó hace unos días una campaña para ayudar a las mujeres que padecen violencia de género. Consiste en cambiar el destino del dinero; en vez de entradas para ver esa película realizar una donación para hogares y refugios de las víctimas, que es donde creen que acabaría una mujer como la protagonista de la historia (#50eurosno50sombras).

Se sigue engañando, sobre todo a la gente joven, con la sexualidad libre. Como si por tener mucho conocimiento o práctica sexual se pudiese haber acabado con las relaciones de violencia o con los embarazos no deseados. Por desgracia el porcentaje de violencia de género en la juventud es muy alto. Lo que necesitamos es una afectividad libre, madura y segura para saber quiénes somos, elegir y decidir quién queremos ser y con quién queremos estar. Mientras eso no se logre continuaremos perpetuando clichés y modelos que perjudican a hombres y mujeres, y seguiremos aplaudiendo o siendo espectadores pasivos de historias de violencia encubiertas aparentemente de amor, pasión, romanticismo y modernidad.

Alejandra Luengo. Psicóloga clínica,  combino la atención psicológica en servicios públicos con la consulta privada. Creo firmemente que se pueden cambiar las cosas y en esa dirección camino. Autora del blog unterapeutafiel.

Dolor, fronteras y ley

Por Flor de Torres Flor de Torres

Cuando José Luis Sampedro ingresó en la Academia de la Lengua, en su maravilloso discurso de ingreso del 2 de Junio de 1991 hablaba ‘Desde la Frontera’. Y lo hacía con esta visión:

‘Mis fronteras son todas trascendibles, como lo es la membrana de la célula, sin cuya permeabilidad no sería posible la vida, que es dar y recibir, intercambio, cruce de barreras. Y más aún que trascendible la frontera es provocadora, alzándose como un reto, amorosa invitación a ser franqueada, a ser poseída, a entregarse para darnos con su vencimiento nuestra superación: ese es el encanto profundo del vivir fronterizo. Encanto compuesto de ambivalencia, de ambigüedad —no son lo mismo—, de interpenetración, de vivir a la vez aquí y allá sin borrar diferencias.

Hablar y opinar de otros Derechos, de otras culturas, exige lo que el Maestro Sampedro exponía: acercarse a esa frontera lejana para estar más cerca de lo que hay detrás, de los límites culturales que nos hacen diferentes.

Un grupo de mujeres en el cauce de un río en Chad. Foto: Belén de la Banda.

Un grupo de mujeres en el cauce de un río. Foto: Belén de la Banda.

Desde la frontera donde nos hemos aproximado a las otras culturas y tras observar podremos hablar del concepto de ‘las otras’, y del respeto a la diversidad cultural desde una perspectiva no europeísta que con tanto énfasis propone la Antropología. Pero todo este proceso de empatizacion tiene ciertos límites jurídicos, Y es que no se puede dar la espalda o cerrar los ojos ante la ablación genital femenina como violación de derechos humanos, argumentando que es solo un tema cultural. Es un acto de auténtica violencia a la mujer en el nuevo concepto amplio de violencia de género que proponen el Parlamento Europeo y el Consejo desde el año 2012.

El Parlamente Europeo nos dice que la violencia de género abarca también actos de violencia ejercidos al género femenino por el sólo hecho de ser mujer y no solo en el ámbito de la pareja. La mutilación genital femenina es un crimen ejercido a las mujeres por el hecho de ser mujeres.
Y así es como habla el Parlamento Europeo (en la Directiva 2012/29/UE del Parlamento Europeo y del Consejo de 25 de octubre de 2012 ) por la que se establecen normas mínimas sobre los derechos, el apoyo y la protección de las víctimas de delitos:

‘La violencia por motivos de género se entiende como una forma de discriminación y una violación de las libertades fundamentales de la víctima y comprende, sin limitarse a ellas, la violencia en las relaciones personales, la violencia sexual (incluida la violación, la agresión sexual y el acoso sexual), la trata de personas, la esclavitud y diferentes formas de prácticas nocivas, como los matrimonios forzosos, la mutilación genital femenina y los denominados «delitos relacionados con el honor».’

La OMS alerta sobre el hecho de que la ablación genital femenina nada aporta a la salud, todo lo contrario: produce efectos nefastos en la mujer que lo padece. Efectos físicos y psicológicos perversos.

Las leyes son instrumentos de libertades y herramientas de lucha contra los atropellos físicos y psíquicos. Contra la violación de cualquier derecho humano. Y cómo no, a las consentidas culturalmente que afectan a las mujeres: A ‘las otras’ que cierran los ojos y el alma ante tan nefastos actos.

Apliquemos la Justicia Universal y lo que el Tribunal Europeo mantiene: es un crimen perseguible de forma universal. Es violencia de género.

Y es que solo hace falta contemplarlo y aplicarlo como tal. No, no es solo un delito de lesiones graves a la mujer. Es más. Mucho más. Es violencia de género. Es violencia a la mujer. Contemplando este atentado a la salud física y psíquica de la mujer como un acto de violencia de género podremos atacarlo con las mismas armas legales y protocolarias con las que actuamos contra cualquier acto de violencia de género.

Y así, solo así, entenderíamos las palabras de la somalí Abdi-Noor H. Mohamed en su poema contra la ablación. Y así, solo así, lo combatiríamos con todas nuestras armas legales y nuestro compromiso en su erradicación.

‘El nacimiento de un bebé debe ser una bendición
Pero el mío fue poco menos que una maldición
El rostro de papá no se iluminó Los tambores no hicieron ruido
No hubo disparos. Ninguna ceremonia se llevó a cabo
El recién nacido era yo. Soy una chica
En mi cultura, el género cuenta.
Una chica no es tan bienvenida como un niño
Aumentar los camellos en los pastizales
es la más alta prioridad de la familia
Ellos creen que una chica no tiene manos
ásperas que combatan contra los enemigos
es la más alta prioridad de la familia
Ellos creen que una chica no tiene corazón para
La reconciliación tras un conflicto
Es la más alta prioridad de la familia
Ellos creen que una chica no tiene cabeza
A los cinco años tuve que enfrentar lo peor
Un corte de cuchillo en mis genitales
Una partera me circuncidó
Me cosió, me infibuló.
Donde yo tenía un clítoris
Tengo una cicatriz negra ahora
¿Por qué me causaron ese dolor?
Este verdadero dolor de las culturas primitivas
Llorando estoy, en cada etapa de mi vida
Mamá y papá, ¿no soy una hija?
Querido hermano, ¿no soy una hermana?
Querida humanidad, donde quiera que estés
¿No soy un ser humano?
Lágrimas, lágrimas, lágrimas’

Flor de Torres Porras. Fiscal Delegada de violencia a la Mujer  y contra la discriminación sexual de género. Fiscal Decana de Málaga

Abuso sexual infantil: respuestas de afecto

Por Alejandra Luengo Alejandra Luengo

El abuso sexual infantil se produce cuando una persona, aprovechándose de una situación de cierto poder jerárquico donde se da una asimetría entre las partes, coacciona de una forma explícita o implícita a un menor para satisfacer sus deseos sexuales. Lo pueden cometer otros niños o adolescentes, pero suelen ser hombres adultos los que más abusan de menores, lo que anula cualquier idea de que sea una relación libremente consentida, como son las de los adultos.

Imagen original de Sergio Perea.

Las víctimas de abuso sexual se sienten abandonadas y aisladas a su suerte. Imagen original de Sergio Perea.

Las estadísticas son llamativas y alarmantes. Según la OMS estamos hablando de que un 20% de las mujeres y casi un 10% de los hombres que manifiestan haber sufrido abuso sexual en la infancia; esa cifra según muchas organizaciones las elevan en el caso de las mujeres a un 25%- 27%, lo que supone que de cuatro mujeres hay una que ha sufrido abuso sexual.

En las noticias uno puede escuchar que una menor fue violada en la India por un grupo de hombres, que un grupo de niñas fueron abusadas por adultos en Méjico… No hay que irse lejos, el abuso sexual infantil está aquí, en nuestros barrios, calles y casas. Me voy a centrar en el abuso sexual a las niñas, por ser las principales víctimas, pero las secuelas negativas, el daño y el trauma en niñas y niños son equitativos.

El abuso se refiere a conductas más o menos explícitas relacionadas con la sexualidad; cuanto más violentas y explícitas más daño suponen para la niña que lo sufre. Hay en países donde el maltrato infantil está más generalizado, y por tanto el abuso sexual infantil aparece con más frecuencia. Además existen por desgracia lugares donde se legitima la prostitución infantil, y hay niñas de menos de once años siendo abusadas por adultos de forma constante, pero eso no significa que sólo ocurra ahí, o que por ser más frecuente sea menos perjudicial en la construcción de la identidad de estas menores.

Una cosa que sucede en un abuso es que el adulto frecuentemente manipula a la niña para darle atención, regalos, afecto, a cambio de un intercambio sexual más o menos explícito. La menor, lógicamente, no es consciente de lo que significa el sexo adulto, pero el abusador le da mensajes contradictorios, lo que genera un enorme desconcierto, niega sus sentimientos y altera las percepciones de lo que está viviendo. Ella puede saber de juegos, diversión, de poderse sentir más o menos a gusto, pero cuando el adulto abre la puerta sexual se produce una gran confusión. ¿Para que me quieran, o recibir afecto y atención, necesito que me hagan, o hacer, esas cosas?, ¿Para sentirme importante o valiosa para alguien tengo que hacer algo que no me gusta? La respuesta, el apego, y la base afectiva que pueda tener la niña por parte de su entorno es clave a la hora de poder distinguir lo que es el verdadero afecto de lo que es un hecho violento, desagradable y dañino siendo niña, y por tanto pedir ayuda. El abuso sexual a menudo se esconde en las familias, en las escuelas, en las relaciones de pareja fomentando que la víctima se sienta abandonada y aislada a su suerte.

Niñas y niños que no reciben atención y cuidado en casa y entorno cercano pueden verse envueltos en las utilizaciones y abusos sexuales de un adulto y no saber cómo pedir auxilio, o si lo que les están haciendo es algo bueno o malo.

En terapia he visto muchas mujeres que habían sufrido abuso sexual en la infancia y que a menudo no lo habían verbalizado a nadie, culpabilizándose ellas o sintiendo vergüenza por lo sucedido, como si ellas hubiesen sido las responsables, y su entorno pasó por alto e ignoró lo que sucedía. Me comentaba una mujer de veintidós años en psicoterapia que un primo suyo quince años mayor abusó de ella cuando tenía seis años en varias ocasiones. Se lo dijo a su madre, pero ésta no hizo nada al respecto y no volvió a sacar el tema. Cuando ya tenía veinte años, rabiosa y decepcionada, le preguntó a la madre por qué no había respondido, o había pedido ayuda, y ésta sorprendida y angustiada contestó que en su momento pensó que se le olvidaría.

El abuso sexual a menudo se esconde en las familias, en las escuelas, en las relaciones de pareja fomentando que la víctima se sienta abandonada y aislada a su suerte. Este tipo de violencia no se puede olvidar, pero sí digerir de una forma más o menos sana según el apoyo que se reciba. Lo ideal es que se dé una respuesta inmediata por parte del entorno cercano, si no, se arrastra como una gran losa que obstaculiza el avance en el desarrollo de la persona. No se puede esconder porque antes o después sale. El abuso sexual infantil no entiende de países, razas, economía o cultura, tengámoslo presente, saquémoslo a la luz sin vergüenza y miedo, y tratémoslo para que no se repita. De esta forma lo iremos erradicando.

Alejandra Luengo. Psicóloga clínica,  combino la atención psicológica en servicios públicos con la consulta privada. Creo firmemente que se pueden cambiar las cosas y en esa dirección camino. Autora del blog unterapeutafiel.

El pasado irrepetible

Por Mariana Vidal Mariana Vidal

La última novela de Nativel Preciado, ‘Canta sólo para mí’, cuenta una historia protagonizada por una fotógrafa en un mundo de hombres, al final de la dictadura franquista. En sus páginas no sólo se lee una historia de ficción basada en un contexto que existió y que evidentemente la autora conoce bien. También se intuyen muchas de las realidades que, en muy pocos años en España, han cambiado. Y, tristemente, se comprueba que el enorme esfuerzo de las mujeres por conquistar derechos en la época de la dictadura franquista y en la transición no es suficientemente reconocido ni valorado en nuestro tiempo.

Portada de la novela 'Canta sólo para mí' de Nativel Preciado.

Portada de la novela ‘Canta sólo para mí’ de Nativel Preciado.

Probablemente el peor defecto de la novela de Nativel Preciado es que es demasiado corta. Porque hay muchas situaciones en las que sería imprescindible tirar de todos los posibles hilos para entender el entorno real de los personajes, especialmente el de la protagonista. Rodeada por su trabajo de todos los estereotipos del machismo, mantiene una cierta libertad personal, que se ve puesta en cuestión sólo por una dependencia afectiva.

Cuánto se podría decir sobre las limitaciones de la educación de mujeres como esta fotógrafa jovencísima en la época del franquismo, de las relaciones con sus jefes en el trabajo, con sus compañeros. Con las imposiciones del entorno familiar, la educación, el régimen totalitario… Y al mismo tiempo, cuánta apertura, cuánta presencia de ánimo y sensatez en mujeres como ella, contraprotagonistas de la Transición porque esa historia también la escribieron hombres.

Las mujeres reales de la resistencia antifranquista y de la primera transición no fueron personajes decorativos. Y muchas de ellas están aquí para contarlo. Más conocimiento real sobre ellas, y también más ficción donde desarrollar nuestra educación sentimental, nos llevarían a entender mejor, y no repetir, ese pasado irrepetible.

Mariana Vidal es comunicadora y especialista en América Latina.

Mi vida sin un pecho

Por Mayte Mederos Mayte 

Está claro que no todos los tipos de cáncer son iguales. Los hay de mejor y peor pronóstico y el de mama es de los más benignos, pero cuando hay mastectomía por medio las secuelas van mucho más allá de la salud.

Pasé por este trago hace cuatro años. Cuando mi médico me dio el diagnóstico (‘Mayte, tienes un cáncer y hay que quitarte el pecho’) reconozco que la segunda parte de la frase me golpeó casi más que la primera.

Bimba Bosé en portada de la revista Ve

Bimba Bosé, un ejemplo de valentía y normalización del cáncer de mama. Imagen: portada de la revista Vein (Septiembre 2014)

Y es que no es lo mismo saber que tienes un cáncer de otro tipo, o que la intervención solo va a suponer quitarte el tumor del pecho. Cuando se trata de extirparte el pecho entero entran en juego muchas más cosas.

Aun así, nunca te preparas lo suficiente para lo que viene. Yo fui a la operación con toda la información médica muy clara. Pero nadie me anticipó la otra parte. Cuando dos días después la auxiliar me cortó el vendaje rígido que cubría mi torso, sentí un mazazo difícil de describir. Creo que me quedé sin respiración. Lo que veía ante el espejo aquel baño de hospital era una mujer mutilada. Yo no pensé que fuera a ser así, aquella costura basta era terrible, y lo peor es que la parte que faltaba era tan evidente para mí como para cualquiera que me mirase.

En mi caso soy una mujer poco presumida y bastante poco femenina exteriormente. Pero precisamente por eso, por estar yo en la parte menos sensible de la muestra, a partir de mi experiencia puedo decir que perder un pecho es una carga de profundidad que mina la autoestima de cualquier mujer como pocas cosas.

Imágenes del proyecto Scar (cicatriz).

Imágenes del proyecto Scar (cicatriz). Fotografías de David Jay.

Por eso cuando meses más tarde empecé mi voluntariado en la Asociación Española contra el Cáncer, pedí que me asignaran a la parte de Testimonios. Quería ayudar a las mujeres a prepararse para las otras secuelas de la mastectomía. No lo conseguí, señal de que esta sociedad sigue dándole una importancia secundaria al tema. Así que en el Día Mundial del Cáncer de Mama reivindico que la medicina vuelva la mirada hacia esa parte de la realidad que tanto nos afecta.

A mí me ayudó mucho a recuperarme psicológicamente la forma en que mi madre me ayudó a bañarme, tras volver del hospital. Recuerdo que en aquellos momentos vivía angustiada por el enorme hueco que había en mi cuerpo, y que era más que notable con ropa. Por eso, cuando mi madre me envolvió en la toalla y con delicadeza me abrazó para secarme, tal como hacía cuando era una niña, dejé de sentirme un desecho y empecé a recuperar mi autoestima. Nunca he sentido tanto amor como en aquel gesto tan dulce.

Meses más tarde vino la prueba de fuego: ¿cómo te enfrentas al sexo con un solo pecho? Supongo que cuando esto te pasa estando en pareja el shock es menor, pero tener una historia con alguien partiendo de este punto es para salir huyendo. O eso pensaba yo.

Una vez más, la vida coqueteó conmigo haciendo un despliegue de medios, a través de una mujer a la que ya quería mucho que me rondó y me conquistó hasta convencerme. Yo, con una mezcla de miedo y vergüenza, le dije apurada que no iba a tener que ver nada que no quisiera. Ella me mandó a freír espárragos y me calló con besos. El fin de semana que estuvo conmigo me hizo sentir de nuevo una mujer deseable, y ya supe que no tenía nada que temer, porque el mundo iba a ser mío… con un pecho, con ninguno o con lo que la vida me pusiera por delante.

Tengo que decir también que tuve una fantástica cirujana, y que a día de hoy estoy mejor que antes de la enfermedad, con unas cicatrices finas y bien curadas que me hacen sentir de la estirpe luchadora de las amazonas. Pero, sobre todo, mis nuevos pechos me recuerdan que estoy viva, y que quien me mira desnuda ve a una mujer segura de sí misma, que disfruta del sexo y de su cuerpo, y que ha salido enriquecida por esta experiencia vital.

En Europa la incidencia de cáncer de mama es de una cada ocho mujeres. Estamos abocadas a vivir experiencias como ésta cada vez más cerca. Y las mujeres mastectomizadas no tenemos normalmente fuerzas para contar cómo nos sentimos en primera persona. Así que abracemos, besemos, llenemos de cariño a las mujeres de nuestra vida que pasan por este trance. Hagámosles saber que amor no entiende de formas ni de medidas. Pero, sobre todo, no dejemos nosotras de explorarnos ni de acudir a nuestra cita médica cada año. Y concienciemos también a nuestras hermanas, a nuestras amigas, a nuestras hijas. Hagámoslo hasta que llegue el día en que el mundo no tenga que teñirse de rosa cada mes de octubre para recordárnoslo, y la prevención le gane la batalla al cáncer definitivamente.

Mayte Mederos es madre de familia numerosa y autora del blog Avatares de una amazona.

Zorras somos todas

Por Mayte MederosMayte Mederos firma

La red anda a vueltas con un vídeo que ya ha alcanzado casi 600.000 visualizaciones.

Y no lo ha hecho con los habituales ganchos virales  (fútbol, humor, salvajadas, emociones patrias…) sino con algo tan simple como dar la vuelta a la tortilla de los convencionalismos.

Chelsea Paine, su autora, dedica a una mujer imaginaria su alegato irónico («¡Eres una zorra!»),  en el que va desgranando todo lo que la hace merecedora de ese apelativo: maquillarse, salir con hombres, no hundirse con las críticas,  no avergonzarse por tener vida sexual con hombres, con mujeres o con ambos, disfrutar de su cuerpo, estar orgullosa de él sea como sea y sentirse atractiva… ¿No buscas atarte a nadie? Zorra. ¿Le entras a los hombres? ¡Zorra! Porque ofendes al mundo con tu independencia y tu forma de vivir. Y da igual que seas buena persona, que estudies, trabajes o cuides de tu familia.  Eres una zorra si no aceptas vivir bajo el yugo de la aprobación de la sociedad, y te mereces ser insultada y marcada por ello.

Lo que llama la atención de este vídeo es el revuelo que ha armado algo que es de cajón. Y es que, aunque vayamos de progres, nos seguimos escandalizando  cuando alguien llama a las cosas por su nombre.  No es casualidad que en castellano haya tantos sustantivos que en masculino tienen significados positivos o neutros (zorro -como persona astuta-, brujo, perro, gallo, hombre público, asistente, fulano…) y que cuando se ponen en femenino pasan a bajar de rango, a ser peyorativos o a insultar directamente (zorra, perra, gallina -cobarde-, mujer pública, asistenta, fulana…).

Encima el calificativo de zorra afea conductas socialmente reprobables que no casan con lo que la sociedad patriarcal espera de nosotras. Las mujeres de hoy creemos estar muy lejos de aquella propaganda franquista que en la Sección Femenina y otras formas de aleccionamiento enseñaba a nuestras madres a ser el descanso del guerrero para el hombre. A estar siempre dispuestas para el marido, despreciando los deseos propios. A ser fieles, recatadas y sumisas. Porque ya sabemos que en las sociedades rancias la honra familiar recae en las mujeres, y no importan nuestros valores como personas sino  nuestra virginidad -la real y la aparente-, y el pundonor, que nos hace posesiones dignas de padres, novios y esposos.

Impensable eso aquí y ahora ¿verdad? Pues hagan la pueba del algodón y escuchen los mensajes con los que se anestesia nuestra juventud por ejemplo con el reguetón, que justifica el control y el sometimiento de una mujer cosificada por un concepto enfermizo del amor. O pregúntense por qué una chica joven desconocida entra en tantas pantallas de repente.

No es por la calidad del vídeo, ni por su didáctica (aunque en el fondo, como revulsivo, la tiene). Sino porque Chelsea Paine se pone el mundo por montera y se carcajea en la cara de quienes nos insultan por ser dueñas de nuestra vida. La respuesta en las redes habla de sorpresa. Y quiero pensar que también de provocación. Porque, le pese a quien le pese, este país está cada vez más lleno de zorras. Así que demos la vuelta al insulto y convirtámoslo en halago: el día en que zorras seamos todas, dejará de pesar.

Mayte MederosCoordinadora del Área de Familias Diversas de Algarabía, la asociación LGBTI de Tenerife, es madre de familia numerosa y autora del blog Avatares de una amazona.

Alejar a las niñas de las cuchillas: mutilación genital femenina

 

Por Celia ZafraCelia Zafra

Cada año, la Organización Mundial de la Salud nos informa de que hay 28 países del África Subsahariana y Oriente Medio en los que se practica la mutilación y nos mareamos con la cifra de las 140 millones de niñas y mujeres han sido víctimas de esta práctica. UNICEF nos traduce el dato a lo cotidiano, y así sabemos que, cada día, 6.000 niñas de entre 4 y 10 años son mutiladas.

Pero conocemos menos sus historias, el día de fiesta que muchas niñas africanas esperan sin saber el dolor que esconde el festejo; conocemos poco la presión brutal del entorno para someterse a la ablación, la espiral del silencio que deja tan poca escapatoria; conocemos muy poco sus dudas, sus debates internos, sus miedos a ser apartadas de la comunidad si no se han ‘cortado’, a no poder casarse, a vivir señaladas.

Oumul cuenta en el documental Bref esa búsqueda infantil de pertenencia al grupo, de querer ser como las demás: «mi madre no quería someterme a la práctica, pero yo sí, porque si no lo hacías te llamaban cosas feas. Pensé: si las demás lo hacen yo también lo voy a hacer. Yo también quería ropa rara (de fiesta, como la que llevan las niñas el día que se mutilan)»

Algunas de estas mujeres llegan a Europa, a España, y las contradicciones se agudizan, y ahora las ‘raras’ son las mutiladas, y ahora el miedo es regresar a sus países de origen con sus hijas y ser capaces de protegerlas.

Y ahora Oumul ha visto, ha escuchado, y habla ‘de lo que se pierde’ con la ablación, de las complicaciones en los partos, de las muertes de niñas por hemorragias. De ahí al ‘a mi hija no se lo haré, dios me libre’, hay todo un proceso de reflexión, toda una toma de conciencia del propio cuerpo.

Esa ha sido la aspiración de Médicos del Mundo desde 2005, contribuir al proceso de reflexión de las mujeres residentes en España que proceden de países donde la mutilación está arraigada. Sin figuras de autoridad, sino conectando con ellas -mujeres de Nigeria, Gambia, Senegal o Malí, y también sus parejas- a través de mediadoras pertenecientes a su cultura (66 en 2012). Muchas de las mediadoras pasaron antes por la ablación, así que saben de lo que hablan. «Estoy luchando para que las nuevas generaciones de mi familia y otras mujeres del mundo puedan sentir como cualquier mujer», clama Fátima Djarra, mediadora guineana de Médicos del Mundo en Navarra.

Son muchas las familias que adquieren el compromiso de no practicar la MGF  y además de proteger a sus hijas, se unen a la lucha activa  contra la MGF.

Son muchas las familias que adquieren el compromiso de no practicar la MGF a sus hijas y se unen a la lucha activa contra la misma. Foto: Asier Alcorta Hernández / Médicos del Mundo

Creemos que hay que perseguir firmemente el delito, pero que sin prevención y sensibilización no se lograrán éxitos duraderos en el retroceso de la mutilación genital. Así que buscamos sacar «el tema» de la esfera de lo tabú, acercándonos a las mujeres a través de la cocina para terminar hablando de derechos. Explorando caminos paralelos, pero convergentes: autoconocimiento del cuerpo, talleres de prevención, atención psicológica, formación de profesionales sanitarios y sociales, revisiones pediátricas.

Y luego están los viajes de vacaciones a África, ay, el peligro de los viajes. Y frente a eso, la firma del ‘compromiso’ de las familias de alejar a las niñas de las cuchillas. Lo contamos en una exposición fotográfica de la mano del fotógrafo Asier Alcorta. No hay sangre en estas fotos. Hemos preferido mostrar la sonrisa de la niña que no ha perdido nada en el camino.

Celia Zafra es responsable de comunicación de Médicos del Mundo, una asociación independiente que trabaja para hacer efectivo el derecho a la salud para todas las personas, especialmente para aquellas que viven en situación de pobreza, inequidad de género y exclusión social o son víctimas de crisis humanitarias.