Archivo de la categoría ‘Sexualidad’

Escuela de madres

Por Mayte MederosMayte Mederos firma

Cuando te embarcas en la aventura de ser madre te sabes ya todos los lugares comunes sobre el tema. Al fin y al cabo vivimos en sociedad, y nos sale la información por las orejas.

Y sin embargo, la película nunca es luego como te la han contado. Y no porque el argumento varíe tanto -aunque a veces al guión habría que darle un Óscar-, sino porque no es lo mismo ver la historia desde la butaca que vivirla en tu piel.

Niños. Imagen cedida por  Mayte Mederos

Niños. Imagen cedida por Mayte Mederos

El sábado volví de pasar unas cortas vacaciones con mi tribu. Y lo que iba a ser una semana de descubrirles el mundo, ha sido en realidad un viaje al interior de mis hijos.

Creo que hay muchos tipos de madres. Y el mío es el de proveedora. Soy una tabla de excel andante,  siempre cuadrando suministros, menús y calendarios familiares. Y así ando todo el año como en el circo chino, sujetando platos que giran sobre palillos mientras rezo para que no se me caiga ninguno.

Pero en todo ese trajín me pierdo con frecuencia mirar a estas tres personitas con calma. Cada una tan suya, tan diferente. Y además, en continuo cambio. Por eso las vacaciones familiares son a veces el momento en que te haces consciente de la realidad completa de esos seres a los que adoras sin terminar de conocerlos bien.

Y en ese sentido mi exmujer y yo hemos hecho este verano dos viajes en uno. En el primero, el real, hemos recorrido con la tropa algunos rincones imprescindibles de Italia para abrirles los ojos a la historia y a la luz del Mediterráneo. Y en el segundo, en el viaje interior, han sido ellos quienes nos han quitado la venda a nosotras, porque con tanto compartir horas de tren y de barco entre juegos y charlas, nos han regalado un atisbo muy valioso de sí mismos que incluye sus preocupaciones.

Nuestra hija preadolescente y el mediano de ocho años nos han confesado que prefieren que no contemos a la gente que tienen dos madres. Que les cuesta ser diferentes.

Imagino que lo que hemos sentido ante esa revelación es parecido a lo que pasa por el corazón de otras madres y padres cuya progenie es discriminada porque sus hechuras no se ajustan a los cánones de belleza impuestos, o por ser de otra raza, o por una discapacidad. Es duro darte cuenta, además,  de que a nuestra infancia le faltan referentes que le ayuden a sobrellevar la presión de pertenecer a una familia LGBTI, lo que no ocurre en otras situaciones.

En nuestro caso vivir tan abiertamente ha sido de mucha ayuda para que nuestros hijos e hija no hayan tenido nunca que dar explicaciones en su entorno:  ya las habíamos dado nosotras primero. Pero en estas vacaciones hemos conocido a otras familias, han vivido de primera mano la salida del armario de sus madres delante de sus nuevos amiguitos y eso les ha hecho sentir vergüenza.

Yo pensaba que tenía todo hecho: me he afanado durante años en la construcción de la mujer lesbiana que soy, superando barreras, y ahora el activismo me permite aportar mi granito de arena a la sociedad. Pensé que ahí se cerraba el ciclo. Sin embargo este viaje me ha hecho tambalear los cimientos y darme cuenta de que no es así, y que tengo que empezar casi de cero en una senda en la que no hay referentes, sin luz que alumbre el camino.

Así que habrá que trabajar en una escuela de madres y padres LGBTI que permita a nuestras niñas y niños hacerse con herramientas para enfrentar su realidad en un mundo que les es hostil. Y afianzar su seguridad, tan precaria a estas edades, para que sean capaces de aceptarse en la diferencia.

Se avecinan unos años difíciles para ayudar a nuestros peques a salir airosos de este trance, que se sumará al difícil paso por la adolescencia. De repente saltamos de una etapa feliz y despreocupada  a un escalón más alto para el que la vida nunca te coge preparada. De la fase de los cuidados pasamos a la de educar en valores, en este caso con un factor de discriminación añadido. Pero sé que cuando la cuesta se haga tortuosa, recordaré la magia de los atardeceres que hemos vivido este verano con sabor a helados y a besos, y el dorado del sol poniéndose en tres cabecitas rubias que despiden su primera infancia, y esa imagen de felicidad me hará sentir que todo se va allanando.

Porque si algo he aprendido de la maternidad es que no hay límites para este amor, que mueve mares y montañas. Y si hay que hollar en la espesura del bosque lo haremos hasta que claree y entre la luz a raudales, y saldrán veredas en lugares imposibles.

¿O no somos las madres las mejores creativas del mundo?

Mayte MederosCoordinadora del Área de Familias Diversas de Algarabía, la asociación LGBTI de Tenerife, es madre de familia numerosa y autora del blog Avatares de una amazona.

¿Pero la abuela todavía disfruta del sexo?

Por Alejandra LuengoAlejandra Luengo

No sé si a muchas personas el título de este artículo puede sorprenderlas. Si es así no hace más que corroborar todo lo que hay que seguir avanzando en materia de equidad y transformación social, pero también desde el ámbito de desarrollo personal.

Sigue siendo un aspecto que todavía se arrastra, lleno de tabúes y de estigmas sociales y culturales. ¿Las mujeres mayores practican el sexo?

Cartel de la película 'la vida empieza hoy'

Cartel de la película ‘la vida empieza hoy’

 

En las últimas décadas no hay duda de que ha habido un progresivo envejecimiento de la población, y por tanto de un aumento de la esperanza de vida. Si antes a una persona se le consideraba ‘mayor’ por tener 55 -60 años, y su media de mortalidad podían ser los setenta años, ahora mismo nos encontramos con un largo periodo de vejez que puede extenderse durante varias décadas. Sólo hay que fijarse en la vida de cualquiera para pensar en lo que hemos podido cambiar durante 20 años. Pues eso sucede en la vejez actual; etapa que puede comenzar a los sesentaicinco años y prolongarse hasta los setenta, ochenta, noventa o cien. Mucho tiempo en la vida de una persona.

En nuestra cultura Occidental donde se idealiza la juventud y la belleza se sigue asemejando la vejez con deterioro, enfermedad, dependencia, inactividad y una cierta pasividad social. Frecuentemente se pretende decidir por las personas mayores, acabándoles por ver como seres asexuales y carentes de deseo y placer. ¿Cuántos anuncios de publicidad, películas, literatura relacionados con relaciones sexuales tienen como protagonistas a personas mayores, y sobre todo a mujeres mayores? Pocos.

Una pareja a la que atendí hace ya muchos años fue la primera que me abrió los ojos. Habían superado ella los setenta y seis años y él los setenta y ocho años y querían mejorar sus relaciones sexuales. En el caso de él sentía un gran miedo a no aguantar como antes, mientras que ella había dejado de gustarse físicamente. Fue todo un aprendizaje para mí acompañarles en su readaptación para poder tener una vida sexual diferente a la de cuando tenían cuarenta años, pero estando activos y apreciando, lo que tenían en ese momento. Por supuesto, las relaciones sexuales cambian a medida que uno envejece, pero eso no tiene que significar que se pierdan.

Por lo tanto la sexualidad no está condicionada por la edad, o con tener o no pareja. Sí que hay otros factores que por supuesto influyen; pero lo hacen en cualquier momento vital: una buena salud física, emocional y cognitiva, mantenerse activo familiar y socialmente, una relación de pareja sana, un bajo nivel de ansiedad, el consumo o no de determinados fármacos, ausencia de trastornos psíquicos, etc.

A esto hay que añadirle las variables de tipo social, cultural y religioso que han sido, y siguen siendo, grandes bloqueadores de cara a favorecer la sexualidad de las mujeres mayores, generando una serie de creencias y actitudes que la anulaban en la vejez. Considerar la sexualidad con la única función procreadora y dentro del matrimonio ha dejado sin posibilidades a aquellas mujeres viudas, solteras o casadas mayores que superaban determinada edad. Muchas han envejecido, y lo siguen haciendo, desconociendo su cuerpo, y habiendo cumplido los patrones de sumisión centrados en el “dar” pero sin posibilidades de “desear” y de “recibir”.

Uno de los motivos que perjudica de cara a tener mayor deseo sexual es no aceptar que una se hace mayor, y que su cuerpo cambia. Se incrementa así el estado de ansiedad y de inapetencia aniquilando la oportunidad del re-conocimiento. Pretender seguir haciendo lo mismo tampoco ayuda mucho; como por ejemplo centrarse exclusivamente en la penetración. Hay muchísimas más opciones dentro de la sexualidad; el tema es sacarnos partido, como a las caricias por toda la piel.

En resumen, cumplir años no tiene por qué poner límites en la sexualidad. Hay deseo, placer y orgasmo como en cualquier otra etapa de la vida. Hay que salir de la monotonía, fantasear a través de la imaginación, no verse como enfermas por envejecer, reconciliarse con el propio cuerpo, liberarse de las preocupaciones, conocerse a una misma para saber lo que se desea, valorándose positivamente, aceptándose y queriéndose de forma integral. Saborear el placer de la sexualidad en solitario o acompañada, permite sentirse más viva y seguir reafirmándose como mujer.

Alejandra Luengo. Psicóloga clínica,  combino la atención psicológica en servicios públicos con la consulta privada. Creo firmemente que se pueden cambiar las cosas y en esa dirección camino. Autora del blog unterapeutafiel.

Transgénero: jugar a ser quien soy

Por Mayte Mederos Mayte Mederos firma

Desde que tengo memoria ando a vueltas con mi aspecto. Los años 60 nos imponían a las niñas vestiditos cortos y rebecas caladas, y yo miraba con envidia los pantalones rectos y los zapatos con cordones de mi hermano. En algún momento supe que no me convenía expresar el desconsuelo que sentía hacia su pelo corto, y aprendí que no debía silbar ni caminar con las manos en los bolsillos. Otra cosa es que fuera capaz de cumplirlo.

 

'Del lazo a la corbata', una historia fotográfica. Imágenes de Mayte Mederos.

‘Del lazo a la corbata’, una historia fotográfica. Imágenes de Mayte Mederos.

De mi infancia a hoy he hecho un largo camino para reafirmar mis gustos, no siempre con éxito, luchando contra la incomprensión y dejando mucha frustración por el camino. Y lo bueno de curtirme en el activismo es que de repente he pasado de ser un ‘chicazo’ a tener ‘expresión de género’. ¡Toda una mejora!

Ironías aparte, lo cierto es que mi aspecto genera dudas en el personal. Visto con ropa masculina y llevo el pelo corto, pero luego mis maneras y mis cuerpo son de lo más ‘femme’. El momento cumbre del año es cuando en la playa, con un bañador de chico, mis pechos reconstruidos evidencian las cicatrices de las mastectomías que me dejó el cáncer. Entonces es cuando alguien llega a la conclusión de que evidentemente soy un transexual haciendo el tránsito. Hacia qué género no se sabe: pero en algún punto del camino.

A mí me divierte jugar con el género. He llegado hasta aquí porque algo dentro de mí me lo pide desde que nací, pero ahora que me permito ser yo misma, me doy cuenta de toda la construcción social que hay alrededor de esto y me encanta transgredirla, provocar, buscar mis propias sendas.

Pero al mismo tiempo me doy cuenta de que hay muchísima confusión, dentro y fuera del mundo LGBTI, con conceptos que son fundamentales si queremos entender la nueva amalgama de realidades diversas con las que convivimos.

Y esto es lo que en ningún manual nos cuentan de forma sencilla:

El primer concepto básico es el sexo, que tiene que ver con los órganos genitales y los cromosomas, que en nuestro caso nos hacen nacer hembras.

El segundo es la identidad, que está en el cerebro, y que hace que nos sepamos mujeres, ya hayamos nacido hembras (biomujeres) o machos (mujeres transexuales).

El tercero es la orientación, que está en el corazón y que tiene que ver con el sexo hacia el que te sientes atraída física, emocional, espiritual y románticamente. La orientación nos divide en mujeres lesbianas, bisexuales y heterosexuales.

Y el cuarto es la expresión del género, que basándonos en los roles tradicionales de género se refiere a nuestro aspecto externo, que puede transitar entre lo femenino y lo masculino, pasando por la androginia.

Estos cuatro aspectos son independientes entre sí. Por eso, que una mujer sea transexual no significa que no pueda ser lesbiana, porque la identidad y la orientación no van unidas.

Y por último, hay un concepto que para mi gusto da una vuelta más de tuerca, y es el transgénero: personas que no se consideran ni hombres ni mujeres, con independencia de sus características biológicas.

En este último nos englobamos quienes no nos sentimos reflejadas en lo que la sociedad asigna a las mujeres. A mí me dieron una mochila al nacer que traía vestidos rosas, sumisión, profesiones ‘femeninas’, maternidad sin cuestionamiento, ser cuidadora y ganar menos que mis compañeros hombres en el trabajo.  Así que me salí del pentagrama, y busqué otra escala en la que moverme, que casualmente coincide con la que socialmente se asigna a los hombres. Y elijo ropa andrógina, corbatas, tirantes, estar donde me corresponde en el trabajo por mi valía, sentarme sin cruzar las piernas. Pero también opto por la maternidad elegida, por mi delantal rosa de flores y por disfrutar de toda la gama del yin en mis expresiones amorosas y afectivas.

Bajarnos del carro de los mandatos impuestos es de lo más liberador. Si con los años una ya disfruta de morderse la lengua cada vez menos, aún más ilusión hace salirse del tiesto y jugar a ser cambiante como las lunas, seductora y seducida, dejando en la arena una huella que no se parece a la de ayer, ni a la de la de mañana, y a veces a ninguna otra.

Y es que soy Mayte, y soy transgénero.

 

Mayte MederosCoordinadora del Área de Familias Diversas de Algarabía, la asociación LGBTI de Tenerife, es madre de familia numerosa y autora del blog Avatares de una amazona.

 

La violación: abre los ojos

Por Maribel Maseda Maribel Maseda 2

Hoy han violado a 903 mujeres.

No las conocemos, quizá nunca lo hagamos. Ni tan siquiera leeremos los sucesos en el periódico. 903 mujeres hoy se enfrentan a una vida diferente a la que tenían proyectada para ellas mismas, a la que habían soñado de niñas y a la que habían imaginado que tendrían antes de aparecer en sus vidas alguien que, para vergüenza de nuestra especie, es también un ser humano, lo cual no banaliza su delito, sino más al contrario, lo debería agravar aún más si cabe, al ensuciar nuestras propias raíces.

Violación NO. Imagen de TrasTando

Violación NO. Imagen de TrasTando

Hablar del violador no es darle protagonismo, sino restarle valor como persona. Porque no existe una sola sana éticamente que desee parecerse a ellos ni  ocupar el mismo espacio biológico en el que se encuentran. Y esto debemos hacérselo saber, por que si no, ayudaremos a darles cobijo en nuestro propio temor de portar su mismo rasgo defectuoso, que no enfermo. Y es que cuando un animal desgarra el cuerpo de una persona, sabemos donde debemos mantenernos a salvo de su agresión: en un lugar que no está destinado a ellos, porque de todos es sabido que determinadas   especies diferentes no pueden convivir juntas. Y cuando el animal mata a una persona, es porque  uno u otro ha invadido un espacio que no le pertenecía.

Pero cuando ‘una persona viola a una persona’- no  a otra persona-, no cabe duda de que siendo de la misma especie ocupa el mismo espacio que las demás y por lo tanto, pasará desapercibido entre los que parecen ser iguales a él. Esta idea no será soportable para muchos, que necesitarán buscar la razón que les haga sentirse diferentes a ellos; una razón que indique que alguien ha invadido el espacio del otro: ‘ha salido sola sabiendo que es peligroso’ ‘va vestida de forma provocativa sabiendo que excita al hombre’, ‘bebe sabiendo que pierde la noción de lo que puede ocurrirle…‘. Pero hombres y mujeres no son especies diferentes que haya que separar por el peligro a ser devorado una por otro, otra por uno.

Hablar de la mujer violada no es victimizarla. No hace falta. Es una victima significando que hay un agresor; y  no para ser compadecida, sino por que el violador lo será para siempre y ella será la prueba de lo que jamás él podrá ser.

Hablar de lo que es una violación sexual no es una recreación innecesaria de un acto vejatorio del que una mujer no debe hablar. El violador no hablará de él y si ella tampoco lo hace, su delito quedará impune. Y probablemente el siguiente similar que cometa. Porque no ha cometido su agresión por que ella haya bebido o vestido de manera inadecuada. Lo ha hecho porque posee un grave y peligroso problema de falta de  control y de exaltación de sus instintos que le separa con creces del territorio en el que el ser humano ejerce su sexualidad y desde el que marca la honrosa diferencia con el animal.

El violador sabe, percibe, observa, escucha, el dolor que está provocando en ella. No hay inconsciencia en su acto, ni mucho menos desconocimiento. La mujer vive el terror de la violación que está sufriendo con un nivel que desconocía hasta ese momento porque no se parece a ningún otro que haya podido sentir o describir previamente. Le arrebatan por la fuerza algo que trasciende lo meramente íntimo y privado. Es algo sagrado, absolutamente propio, que va más allá de lo sexual, de la sexualidad y de la voluntad de usarla como le parezca.

Descubre la vulneración y vulnerabilidad en el mismo momento de estar siendo violada. En ese mismo momento se siente profanada, en algo que solo ella podía poseer, oculto para el mundo y casi para ella al no precisar nombrarlo ni definirlo; le confería entidad, derecho, libertad. Mientras la violan, descubre que le roban algo preciado que no puede ubicar, pero sabe de profunda importancia, tanta, que arrebatándoselo, han dejado al descubierto algo invisible que hasta ese momento permanecía seguro escondido para el mundo. Cuando alguien perverso lo encuentra, lo roba y lo destruye por la fuerza más vil, siente que aparece ante el mundo desnuda, frágil y mucho, mucho más indefensa.

Recuperarse no es solo un acto físico ante el siempre brutal ataque; es una andadura muchas veces errante intentando encontrar aquello robado de la parte más profunda de su ser, no de su sexualidad.

Como si de un enfermizo inmortal se tratara, estos perversos se sienten fortalecidos con cada esencia robada. Se sienten poderosos porque saben perfectamente lo que ocurre en cada una de sus víctimas.

Lo que no saben es que, ni con una ni con mil, podrán robarles lo más genuino de ellas, porque jamás lo encontrarán a través de la violación. E igual que ocurre con aquello que roban en ellas, no podrán buscarlo porque tampoco puede definirse, ni decir a qué se parece. No podrán identificarlo, porque ellos carecen de aquello que es aún más profundo y genuino que esa esencia y entonces nunca sabrán dónde buscarla ,como encontrarla.

Si han abusado de ti y/o te han violado da toda la información para que el violador sea desenmascarado. Busca ayuda inmediata, con la que te sientas más cómoda y confiada. No te sometas a un interrogatorio sobre los porqués y los cómo; no te desgastes más. Las respuestas nunca estarán en ti, porque se forjan en la mente insana y perversa de quien cometió el acto. No hay motivos que puedas alcanzar a comprender porque nunca fueron tuyos. En tu testimonio, no sientas que hay grietas por las que se cuela algún detalle que hace parecer que tú facilitaste el delito. Cuenta toda la verdad y no sucumbas al error de justificarte. Todo lo que una mínima parte del mundo pueda opinar o creer en contra tuya será sobre otra cuestión que nada tiene que ver con la agresión que el violador ha cometido, ya sea un conocido o un desconocido. No dejes que el miedo permanezca en estado durmiente dentro de ti, esto truncaría tu vida y de nuevo sería concederle poder.

Sobre todo, nunca te avergüences de haber sido violada o abusada. Ni permitas que otros actúen como si debieras estarlo. Contarlo nunca te pondrá en evidencia a ti sino al violador.

Cada vez que lo contéis, le restaréis poder, porque no solo sabrá que perderéis el miedo, sino su capacidad de generaros vergüenza. Cuando él vaya perdiendo su poder, será él quien empiece a experimentar ambos.

Nunca lo olvides: cada violación que cometen es un recuerdo más de lo que jamás podrán alcanzar.

 

Maribel Maseda es Diplomada Universitaria en Enfermería, especialista en psiquiatría y experta en técnicas de autoconocimiento. Autora de obras como HáblameEl tablero iniciático, y La zona segura. Recientemente ha iniciado el movimiento #1carta1vida para dar valor a las vidas de las personas mayores.

¿Cómo se construye nuestra sexualidad?

Por Alejandra Luengo Alejandra Luengo

Hombres y mujeres nacemos con aparatos genitales distintos. Ese es un rasgo físico que evidentemente nos diferencia, los hombres con el pene hacia el exterior, que se aprecia y resalta desde un principio, y las mujeres con la vagina que es aparentemente inapreciable. Esto hace que el niño ya desde bebé tenga mucho más presente su órgano sexual que la niña. Por un lado porque los adultos de alrededor hablan de su pene y le ponen motes, lo miran, lo tocan al limpiarlo, juegan con él, y por otro porque dada esa presencia física próxima, el mismo niño se entretiene y divierte con él.

Nuestra sexualidad es también una construcción social. Imagen de Sergio Perea.

Nuestra sexualidad es también una construcción social. Imagen de Sergio Perea.

Comienzan entonces una serie de juegos placenteros y gratificantes relacionados con la sexualidad, pero sin el componente sexual que tienen en la vida adulta. Es frecuente que haya niños y niñas que tengan experiencias eróticas de placer estimulando sus partes genitales con el mero deseo de esa satisfacción que les provoca, muy alejado de la connotación que desde la adultez se tiene. Su mundo de placer es inocente y en base a la estimulación y al juego.

Pero la realidad es que nuestra sexualidad se va construyendo socialmente, muy integrada en la cimentación de la propia identidad. La devolución que adultos y pequeños, medios de comunicación, sociedad, etc, nos hacen sobre lo que somos, debemos ser, tenemos, nos comportamos o no hacemos, genera una imagen de nuestra sexualidad y de nosotras mismas.

Ante conductas de estimulación genital en la niñez, ¿cómo responden los adultos? ¿Permiten, reprenden, esconden..? Recuerdo a Sonia, una mujer que atendí hace tiempo, y que comentaba que a ella le gustaba rozarse de pequeña con la esquina de su cama. Cuando su madre lo vio por primera vez le dijo que era una niña sucia, y que eso no se debía hacer, y la castigó. Lo siguió haciendo a escondidas; como si de algo muy negativo se tratase.

A medida que vamos creciendo tenemos acceso a más información de lo que es la sexualidad. Así niño y niña van diferenciando que lo que hacen en la cama los progenitores no es solo dormir. Se va construyendo una idea, imagen y fantasía de lo que es el sexo (Algo bonito, feo, placentero, violento, sucio, etc. ), sin tener experiencia real de ello pero que va generando emociones: curiosidad, rechazo, miedo….

La realidad es que es mucha la educación sexual que tenemos pero no educación emocional, y ésta es básica en nuestra sexualidad. El desconocimiento personal y emocional se paga caro con embarazos no deseados, enfermedades infecciosas, con abusos sexuales encubiertos o manteniendo relaciones sexuales que no se desean.

Y es que se sabe cómo se realiza un acto sexual, pero no lo que nos motiva a hacerlo; que a menudo no es el mero placer sexual. He conocido chicas que señalan que ellas tuvieron su primera relación sexual porque el chico con el que estaban le había dicho que eso era una prueba de amor (necesidad de vínculo, seguridad, protección; no de sexo en sí), otros que han mantenido relaciones porque querían sentirse mayores que sus compañeros (necesidad de destacar en grupo, sentirse importante, experimentar, etc). Recuerdo cómo una mujer me contaba en la consulta que el único momento en que su marido era cariñoso era cuando tenían relaciones sexuales, por lo tanto ella accedía porque quería sentirle cerca.

Nuestras emociones y mente se ponen en juego en la sexualidad frecuentemente más que el cuerpo y de esta forma afloran necesidades que tenemos según la identidad que hemos ido forjando: de sentirnos seguras, importantes, valiosas, destacadas frente al grupo, sumisas, buenas y cuidadoras de todo el mundo y de nuestras parejas, etc.

La sexualidad está en continua construcción; en absoluto es algo estático o fijo. Está muy relacionada con lo que somos; con lo que queremos ser y con la imagen que tenemos de nosotras mismas. Para disfrutar de la capacidad sexual una tiene que permitirse conocerse primero, porque si estamos únicamente centradas en ‘dar’ no saboreamos lo maravilloso de recibir tanto de nosotras mismas, como de las demás personas.

 

Alejandra LuengoPsicóloga clínica,  combino la atención psicológica en servicios públicos con la consulta privada. Creo firmemente que se pueden cambiar las cosas y en esa dirección camino. Autora del blog unterapeutafiel

RD Congo: La violencia sexual como arma de guerra

Por Alicia Cebada Alicia Cebada Foto

Entre el 10 y el 13 de junio se celebrará en Londres, a iniciativa de Naciones Unidas, la Cumbre Global para acabar con la Violencia Sexual en Conflictos Armados. Nuestro país ha suscrito la Declaración de Compromiso para poner fin a la violencia sexual en conflictos y acudirá a Londres, junto con los otros 139 Estados que han endosado la Declaración.

Esta reunión es un paso más en la estrategia de Naciones Unidas para dar visibilidad a una lacra ancestral que ha sido calificada como el crimen olvidado. En el marco del programa Mujer, Paz y Seguridad, y al ritmo marcado por las resoluciones del Consejo de Seguridad que se han sucedido desde la 1325 (2000), se ha subrayado una y otra vez que la violencia sexual es un atentado contra los derechos humanos y el derecho internacional humanitario y que debe ser prevenido y castigado. En la Resolución 1820 (2008) el Consejo de Seguridad subraya que ninguna amnistía puede amparar a los perpetradores de este tipo de crímenes. Existe una necesidad imperiosa de elaborar instrumentos internacionales vinculantes que traten específicamente de la violencia sexual. Uno de los objetivos de la Cumbre de Londres es precisamente impulsar la adopción de un Protocolo sobre la investigación y la documentación de la violencia sexual en conflictos armados.

Caddy Adzouba, activista congoleña contra la violencia. Imagen de Ouka Lele.

Caddy Adzuba, activista congoleña contra la violencia. Imagen de Ouka Lele.

La violencia sexual se ha convertido en una constante en los nuevos conflictos asimétricos. Y a pesar de los avances que se han registrado, también en el marco del Derecho penal internacional gracias a la actitud progresista de los tribunales penales internacionales, los crímenes sexuales se siguen cometiendo de manera sistemática. La Representante Especial de Naciones Unidas para la Violencia Sexual en Conflicto, Zainab Hawa Bangura, ha declarado recientemente que los crímenes sexuales constituyen un gravísimo problema moral de nuestra época.

La periodista congoleña Caddy Adzuba ha asumido el compromiso de sensibilizar y dar a conocer la situación que se vive en el Este de su país desde la independencia.Pese a las amenazas cotidianas y los ataques sufridos, Caddy reside y trabaja todavía a día de hoy en la RDC con la protección de Naciones Unidas. En el momento actual los movimientos guerrilleros congoleños están más débiles que nunca y desde Naciones Unidas se han adoptado recientemente sanciones internacionales contra sus líderes. No obstante, la atención y asistencia a las víctimas y la garantía de su  derecho a la reparación son condiciones necesarias para la reconciliación. Su lucha, por tanto, continúa y ahora es el momento de aprovechar esta oportunidad para apoyarla y contribuir a llamar la atención sobre esta problemática. La acción de la sociedad civil es decisiva. Es por ello que desde Exodo.org se ha lanzado una  campaña de apoyo a la candidatura de Caddy Adzuba al Premio Príncipe de Asturias. La artista Ouka Leele ha recogido el testimonio de Caddy en el video documental Pour Quoi.

Para colaborar con la campaña de manera más activa podéis firmar nuestra petición. Porque en el siglo XXI no podemos ni debemos permanecer impasibles ante la violencia sexual.

 

Alicia Cebada se siente una privilegiada al poder compaginar su trabajo en la Universidad Carlos IIII con la coordinacion de proyectos en la Fundacion Mujeres por Africa. Dirige la Cátedra UNESCO/UC3M en Libertades Públicas.

¿Sueños de un seductor?

Por Maribel Maseda Maribel Maseda 2

Hace unas semanas saltaron las alarmas debido a la aparición en internet de unos vídeos realizados por un hombre que se considera a sí mismo experto en seducción donde exige al varón ser agente dominante sobre la mujer aunque ella no quiera. El significado exacto del acto de seducir según la RAE es :

1. Engañar con arte y maña, persuadir suavemente para algo malo. 2.Atraer físicamente a alguien con el propósito de obtener de él una relación sexual. 3. Embargar o cautivar el ánimo”.

El autor de los vídeos conocía perfectamente estos significados y sus vídeos son fiel reflejo de ello. Persuade a los hombres que acuden en calidad de alumnos para algo que como poco no es honesto. En sus apariciones, se ve como va cobrando lo que él y sus colegas llama confianza en sí mismo y mediante dosis elevadas de ego va convenciendo a sus alumnos, muchos de ellos con baja autoestima, de que deben aplicar la fuerza si es preciso para mantener una relación sexual con una mujer, para terminar una relación con ella o para robarles un beso por la calle.

La seguridad en uno mismo no es hacer lo que uno quiera ignorando los derechos del otro. Incluye una buena tolerancia a la frustración y es más seguro y más asertivo aquel que, a pesar de las diferencias con otras personas o de la imposibilidad de obtener de ellas el resultado esperado, no genera emociones o actitudes nocivas que le llevan a actuar con revancha, negligencia o violencia.

Cartel de la película 'Sueños de un seductor', de Woody Allen.

Cartel de la película ‘Sueños de un seductor’, de Woody Allen.

 

Hombres y mujeres son instructores de relaciones positivas y enriquecedoras, porque son diferentes y ello no sitúa ni a uno ni a otro en posiciones de dominancia o sumisión. Dar por hecho que el hombre debe ejercer una actitud de arrastre en la que la mujer no pueda tener oportunidad de negarse a una relación sexual, es, con todos mis respetos, una muy mala interpretación de lo que significa ser hombre. El hombre básico o básicamente elemental que no evoluciona ni cree necesitar hacerlo y al que se refiere este experto en seducción, quedó siglos atrás y no es ni de lejos, el hombre actual.

Estamos de acuerdo en que no hay nada malo ni perverso ni enjuiciable en los cursos de seducción. Como muchas cosas en la vida, el matiz que realmente acaba por definirlos proviene de la intencionalidad con la que se crean y esta a su vez, del conocimiento necesario y adecuado del ser humano y desde luego, de las consideraciones éticas indispensables cuando se trata de enseñar algo a otro.

Este experto en seducción se muestra henchido de satisfacción y orgulloso de si mismo cuando traslada su propio ejemplo a sus alumnos varones relatándoles cómo una joven se negaba a tener relaciones sexuales con él y su colega y ellos, sin mediar palabra, la cogieron del brazo sin darle opción a rechistar y se la llevaron al cuarto. Sus seguidores, cautivados por sus logros, no se dan cuenta de que si realmente tuviera esa seguridad de la que presume o actitudes admirables, virtudes o valores enriquecedores, no precisarían de la fuerza o el engaño para mantener relaciones consentidas, positivas y sanas. En otras palabras, aquel o aquella que solo obtiene por la fuerza lo que anhela y necesita es por que no posee aptitudes naturales y adecuadas para hacerlo.

Quedan en evidencia este hombre y su colega por si mismos sin necesidad de que nadie les ataque por lo que hacen y por la imagen que pretenden dar del hombre. La persona, en este caso hombre, que se siente tímida o insegura puede intentar solucionarlo acudiendo a alguien a quien quizá admire de manera equivocada. Este “experto” debería ser absolutamente honesto y no manipular sabiendo que los alumnos que acuden son inseguros o están en una mala racha de confusión y por tanto, no están en condiciones de discernir. Estos expertos en seducción en realidad parece que estén utilizando a sus alumnos para resarcirse de los fracasos anteriores que ellos mismos tuvieron y no han conseguido perdonar.

Con frases como “ debes inventar historias emocionales para atraerlas, porque ellas son emocionales” sumadas a las de “ debes tocar de menos a más, sin aceptar un no”, hacen creer a los hombres que asisten a sus “masters” que no necesitan desarrollar ninguna aptitud en la vida más que las básicas y rudimentarias, por que con esa dominancia es más que suficiente para alcanzar la que parece ser su única meta en la vida, que no es la de conseguir mujeres, sino la de ser admirado. De nuevo, dejan ellos constancia por si mismos y sin ayuda de nadie de que no buscan relacionarse sino resarcirse de alguna frustración interna y/o de alimentar un narcisismo que probablemente sea un obstáculo en algún momento de sus vidas para conseguir relaciones equilibradas y equilibradoras.

Por último, hablar del ingenio que dice poseer y del que alardea igualmente, cuando le denuncian por besar sin consentimiento a una desconocida y alega que “la confundió con su novia”. Al no creer necesario utilizar otras actitudes como la del análisis coherente de la situación y la de la posibilidad de que otros la utilicen y por lo tanto tengan más fácil identificar lo elemental, deja en evidencia su entonces facilidad para confundir a las personas aún cuando estas formen parte de su ámbito más privado, como una novia. Por otra parte, sus grabaciones de los besos a desconocidas le provocan un nivel de orgullo inconmensurable. Este acto, de nuevo, vuelve a dejar patente su dificultad para pensar en que la imagen que tiene de si mismo y la que devuelve al mundo es muy diferente. Cuando aborda con engaños a una desconocida y esta le cree, lo hace porque en la cabeza de las personas éticamente sanas no cabe la posibilidad de que un individuo emplee su tiempo y su energía en engañar a desconocidas sin otra finalidad que la de alimentar su ego, que por otra parte se conforma con nutrirse de actos simples como este. Entonces, de nuevo, la pregunta del porqué de sus cursos y masters para seducir: ¿para ser admirado por los hombres, para poder tener relaciones sexuales, o para sentir que por fin es capaz de tenerlas… sea como sea?.

La relación sexual, hoy en día, forma parte de una socialización cada vez más asentada en la libre elección. Por otra parte, cualquier relación es gratificante por el hecho de ser consentida y elegida. Y tanto hombres como mujeres, admiramos el hecho de poder encontrar en el otro valores que nos permitan asentarnos aún más en los nuestros. Ser tímido no es un obstáculo para ello, ni impide poseer estas virtudes que consiguen que disfrutemos de lo mejor que hay en nosotros. Es más peligroso caer en manos de quien no sabe tratar con el ser humano en sus etapas más vulnerables y se vende como experto en ellas.

Maribel Maseda es Diplomada Universitaria en Enfermería, especialista en psiquiatría y experta en técnicas de autoconocimiento. Autora de obras como HáblameEl tablero iniciático, y La zona segura.

Conectar con la propia sexualidad

Por Alejandra Luengo Alejandra Luengo

La sexualidad forma parte de nosotros y nosotras desde que nacemos y configura gran parte de las relaciones que tenemos a lo largo de nuestra vida. Últimamente reflexiono con frecuencia sobre lo que implica para las mujeres su sexualidad; o mejor dicho: la falta de conexión con ésta.  En pinceladas generales, hablo de situaciones que no sucedieron hace cincuenta años: algunas me las he ido encontrando los últimos años, en los últimos meses, y no son tan ajenas a las historias de muchas de las mujeres con las que me relaciono. Me gustaría reflexionar sobre los ejemplos de cuatro mujeres con sus respectivas historias de vida muy distintas.

Imagen de Sergio Perea.

Imagen de Sergio Perea.

Pienso en Jessica, una adolescente que conocí en Perú hace más de una década, y que con 12 años había sufrido abuso por parte de su padrastro. Desde el colegio se dio la voz de alarma cuando la menor sufrió un desvanecimiento en el centro y se descubrió que estaba embarazada, aspecto que su madre conocía perfectamente.

O en María José, mujer española de cincuenta años, casada desde hace más de dos décadas con su marido, único hombre con el que ha mantenido relaciones sexuales, y madre de tres hijos. Su experiencia sexual nunca había sido placentera, y resaltaba que no sabía lo que era el orgasmo del que tanto se hablaba.

Carmen, de treinta y cinco años; abogada con gran éxito profesional. Está casada y tiene un hijo. Cuando nos entrevistamos por primera vez hace meses, manifestaba entre sollozos que muchas de sus relaciones sexuales son para complacer a su pareja y que a menudo le resultan desagradables.

O María, en plena adolescencia con sus quince años, que fue traída a España por su madre. Esta menor ha tenido en estos últimos dos años más de cinco parejas sexuales, algunas mayores de edad. Se quedó embarazada hace meses y finalmente abortó.

Personas aparentemente muy distintas, vidas e historias muy diferentes, y que sin embargo comparten un aspecto común: Son mujeres que desconocen su sexualidad: de dónde viene, lo que significa y lo que implica en su identidad. Y es que cuando hablamos de sexualidad tenemos que ir más allá de saber lo que es un clítoris, una vagina, un pene, un orgasmo o un preservativo.

En unas por defecto, en otras por exceso, se llega a lo mismo: ha habido un sometimiento al placer del varón. En esas cuatro mujeres tan distintas no hay una conexión con su propia sexualidad, ni conocimiento de la misma. Son ejemplos de distintas generaciones en los que se perpetúa un mismo modelo: hombres y mujeres priorizan el placer masculino, sometiendo y anulando de una forma más o menos encubierta la sexualidad femenina.

¿Qué ocurre con estas mujeres de distintos mundos que no se sienten con la legitimidad para decir y actuar desde el ‘no quiero’ o ‘quiero esto’? ¿Cómo es posible que a menudo acaben ‘mutilando’ su deseo, su placer, o su propio descubrimiento? Experiencias de mujeres del primer y del tercer mundo que no se deben quedar sólo en palabras, sino en reflejos para el cambio.

Maria José, María, Carmen decidieron iniciar un proceso profundo de autoconocimiento. Un libro que siempre recomiendo a las mujeres para avanzar en su trabajo de conocimiento sexual es Tu sexo es tuyo de Silvia de Béjar. A mí me parece muy adecuado ya que se lee muy fácilmente, y hace hincapié en el derecho a conocerse y decidir desde ejemplos muy concretos de la vida íntima y sexual.

Estas mujeres a través de su propio análisis histórico pudieron reflexionar y analizar todas aquellas creencias falsas que habían interiorizado y las expectativas hacia sí mismas respecto a su sexualidad y hacia la de los varones. De esa toma de conciencia aprendieron sus derechos sexuales y cómo estos afectaban en su identidad. Hubo ya actuaciones concretas afrontando las consecuencias de decir lo que no querían, y sus deseos explícitos, favoreciendo la posibilidad de poder ir mejorando su autoestima y seguridad en la medida que se ha podido averiguar todo el potencial de su sexualidad y lo que implica.

En todo este camino en algunos casos les han acompañado sus parejas, y en otros ellas han elegido continuar sin esos hombres que les estaban restringiendo. Carmen decía el otro día en sesión que se está conectando con su parte más animal de disfrute y que se permite decir lo que le gusta y lo que no, disfrutando mucho más. Tenemos que potenciar relaciones sexuales igualitarias donde ninguna persona pierda; es trabajo de todas y todos.

 

Alejandra Luengo. Psicóloga clínica,  combino la atención psicológica en servicios públicos con la consulta privada. Creo firmemente que se pueden cambiar las cosas y en esa dirección camino. Autora del blog unterapeutafiel

La fallera cuando besa

Por Mayte Mederos Mayte Mederos firma

España es un país moderno. Disfrutamos de la Ley del Matrimonio Igualitario desde 2005, mucho antes que algunos de nuestros socios europeos más avanzados. Pero del dicho al hecho de la aceptación social hay un buen trecho, y muestra de ello ha sido el revuelo causado hace unas semanas por el beso lésbico de las falleras, que nos hace cuestionarnos esa pretendida modernidad.

Hace unos días la revista digital ‘EGF and the City’, de contenido LGBTI, sacaba las fallas del armario con una portada que no ha dejado indiferente a nadie. Desde entonces las redes han hervido con comentarios a favor y en contra. Y una se pregunta por qué es noticia algo que debería estar normalizado.

Portada de la revista EGF and the City. Marzo 2014

Portada de la revista EGF and the City. Marzo 2014

¿No tiene esto un tufillo a ‘está bien que tengan sus derechos, pero que no saquen su realidad del armario porque no queremos verla’?

Yo, como lesbiana, madre de familia homomarental e integrante de una asociación LGBTI, veo esta realidad con frecuencia. Y sonrío en un silencioso aplauso interior cuando leo apuestas provocadoras como la de la revista. Qué gusto da sacarnos de los arquetipos –lesbianas feas, gays glamourosos, transexuales en la prostitución o el espectáculo– y dar una bofetada a la acomodada conciencia de nuestra sociedad.

Porque todavía son multitud quienes no quieren saber que somos personas diversas, que reproducimos todos los modelos existentes en la sociedad heterosexista y algunos más, y que estamos entre los integrantes de su equipo de fútbol, en el elenco de sus series favoritas, y en todos los oficios y profesiones.

Así que ¿por qué no esta portada de lesbianas falleras? Y también una de nazarenos de la mano, y otra de dos miembros de una exclusiva sociedad gastronómica vasca como familia homoparental? Una salida del armario en cualquiera de los santuarios de la moral tradicional (como lo es el ejército también, entre otros) levanta ampollas, sí, pero hace más por la normalización que veinte campañas juntas.

Yo lo tengo claro. Cada vez que una de mis tres peques empezó el cole, el primer día aproveché para nombrar a sus dos mamis delante de toda la clase. Caían de un plumazo el morbo, los comentarios a escondidas y las especulaciones para el resto del curso. Además los cumpleaños los celebramos siempre en casa, e invitamos a quedarse a madres y padres que, año a año, aprenden que nuestra realidad es exactamente la misma que la suya.

En el trabajo hace años que opté por la falta de discreción. Nadie sabe lo fácil que es para el mundo heterosexual hablar de su familia y su pareja en cualquier situación, y lo que cuesta cuando tu orientación es otra, que parece que necesitas de un permiso antes de abrir la boca, no vayas a molestar a nadie. Por eso yo me esfuerzo por visibilizarme, y vadeo ya entre caras de sorpresa con una naturalidad pasmosa. El día que ya no las vea, colgaré los guantes. Y en ese futuro, espero que no tan lejano, portadas como las de las falleras ya no harán ninguna falta. Con un poco de suerte, ni serán entendidas.

Pero hasta entonces, bienvenida sea la provocación que desentumece conciencias. Y bravo por las falleras, que le han puesto el cascabel a un gato que llevaba demasiado tiempo encerrado en el armario de las escobas.

 

Mayte Mederos, Coordinadora del Área de Familias Diversas de Algarabía, la asociación LGBTI de Tenerife, madre de familia numerosa y autora del blog www.avataresdeunamazona.blogspot.com

Ni gallinas ponedoras ni objetos sexuales

Por Maribel Tellado Maribel Tellado

Cuando en Amnistía Internacional España empezamos a hablar de la futura campaña global contra la penalización y el control de los derechos sexuales y reproductivos, alguien comentó que el tema sonaba a ‘gallinas ponedoras’. Baste esa anécdota para reflejar la asociación casi inmediata que se establece con el rol procreador de la mujer al oír hablar de este amplio conjunto de derechos humanos.

Sin embargo, los derechos sexuales y reproductivos tienen que ver con la posibilidad de las personas de decidir sobre el propio cuerpo. Son la definición, firme y rotunda, del cuerpo como parte inherente e imprescindible de nuestra identidad, de nuestra dignidad, de nuestra autonomía, de nuestra capacidad de disfrutar e, incluso, de amar y ser felices.

Aspectos esenciales en nuestras vidas como decidir cuándo y con quién tener relaciones afectivas e íntimas, si establecer una familia y de qué tipo, si tener o no hijos, cuestiones cruciales como poder vivir sin sufrir violencia sexual, sentirnos libres de mostrar la propia identidad y de disfrutar nuestra sexualidad sin que se nos castigue por ello, son asuntos que determinan nuestras vidas y que entran de pleno en el ámbito de los derechos humanos.

Rajkumari Devi de 24 años es nepalí y ha sufrido el prolapso uterino, una extenuante y dolorosa dolencia que consiste en que la musculatura pélvica se debilita y el útero desciende hacia la vagina. Son muchas las causas que lo provocan, como llevar pesadas cargas durante el embarazo o inmediatamente después de él, tener hijos siendo aún muy joven o tener varios hijos en rápida sucesión, pero todas están relacionadas con el hecho de que las mujeres no tengan control sobre su cuerpo, su salud y su vida. © Amnistía Internacional

Rajkumari Devi de 24 años es nepalí y ha sufrido el prolapso uterino, una extenuante y dolorosa dolencia que consiste en que la musculatura pélvica se debilita y el útero desciende hacia la vagina. Son muchas las causas que lo provocan, como llevar pesadas cargas durante el embarazo o inmediatamente después de él, tener hijos siendo aún muy joven o tener varios hijos en rápida sucesión, pero todas están relacionadas con el hecho de que las mujeres no tengan control sobre su cuerpo, su salud y su vida. © Amnistía Internacional

Parecería indiscutible que pudiéramos decir aquello de ‘en mi cuerpo mando yo‘. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, sobre todo si hablamos del cuerpo femenino. Miremos donde miremos, encontramos dramáticas situaciones en que otros, empezando por el propio Estado, se apropian de la intimidad de las mujeres y las niñas, y las castigan cuando se atreven a proclamar la soberanía sobre su propio cuerpo.

Volviendo a la anécdota, ¿porqué estos derechos evocan automáticamente el papel de las mujeres como máquinas reproductoras? ¿no será que los estados favorecen que se les de un trato que recuerda al dispensado a las gallinas de granja, cuya única finalidad es que pongan cuantos más huevos mejor?

En países como Burkina Faso, donde a menudo se casa a niñas de tan solo diez años, a muchas mujeres se les niega el acceso a los anticonceptivos si no van acompañadas del marido. Fatua sufrió violencia a manos de su esposo porque sólo paría niñas. El hombre buscó una segunda mujer para que le diera un niño. Fatua tuvo que huir del maltratador cuando en un nuevo embarazo supo que venía otra niña. Murió trayéndola al mundo.

En Nepal, más de medio millón de mujeres padecen prolapso uterino, una enfermedad obstétrica debilitante de la que no se atreven a hablar por vergüenza y que tiene graves consecuencias para su salud, sus relaciones y su posición dentro de la comunidad. No es culpa de un gen nepalí, no. La causa son los numerosos hijos que tienen, uno tras otro, desde muy temprana edad. Adolescentes que empiezan a parir pronto y ya no paran, cargan grandes pesos durante el embarazo y son las últimas en comer de la casa, lo que queda, después del marido y su familia.

En Irlanda, Savita murió porque se le negó un aborto terapéutico y, en El Salvador, Beatriz estuvo a punto de perder la vida por la misma causa. En España, un anteproyecto de ley enormemente restrictivo ronda peligrosamente esa senda. Problemas distintos que parecen responder a una máxima: ‘si no paren, no valen‘.

Jay, activista LGBTI ugandesa y cabeza visible de la organización Freedom and Roam habla por teléfono con un colega. En su país, el presidente Museveni acaba de firmar la entrada en vigor de la Ley contra la Homosexualidad. Esta ley institucionalizará el odio y la discriminación contra las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales en Uganda. Su aprobación supone una vulneración grave de los derechos humanos en el país. Jay piensa que su teléfono puede estar intervenido y que sufrirá consecuencias por su orientación sexual. © Pete Muller

Jay, activista LGBTI ugandesa y cabeza visible de la organización Freedom and Roam habla por teléfono con un colega. En su país, el presidente Museveni acaba de firmar la entrada en vigor de la Ley contra la Homosexualidad. Esta ley institucionalizará el odio y la discriminación contra las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales en Uganda. Su aprobación supone una vulneración grave de los derechos humanos en el país. Jay piensa que su teléfono puede estar intervenido y que sufrirá consecuencias por su orientación sexual. © Pete Muller

Los derechos sexuales y reproductivos también garantizan el derecho a poder disfrutar de la propia sexualidad sin coacción, discriminación ni violencia. La forma tan brutal e impune de atacar la sexualidad de las personas se ha convertido en algo cotidiano en el mundo entero. Demasiadas veces los Estados legitiman estos abusos en leyes y códigos penales. El presidente de Uganda acaba de aprobar una ley que penaliza la homosexualidad, y es sólo uno de los 80 países que castigan de algún modo las relaciones entre personas del mismo sexo.

Para muchísimas mujeres y niñas ni siquiera existe la sexualidad, porque sólo conocen la violencia sexual. Legislaciones que permiten que los violadores evadan la justicia si se casan con la víctima, ponen a las mujeres en manos de su verdugo, por ley y para siempre. Recientemente, el apoyo de la acción internacional a la lucha de las mujeres marroquíes logró enmendar un artículo del código penal que permitía exactamente eso. Pero aún existen disposiciones similares en Túnez y Argelia y se quieren instaurar en Mozambique. He aquí el Estado favoreciendo que se utilice a las mujeres y las niñas como objetos sexuales para uso y disfrute de otros.

Nada de todo lo anterior debería ocurrir. Impedir que las personas puedan decidir sobre su propia sexualidad, su reproducción, sus relaciones y su identidad; desproteger a las víctimas de la violencia sexual y permitir que quede impune; negar el acceso a la educación y a la salud sexual y reproductiva, son graves violaciones de los derechos humanos.

Por ello, Amnistía Internacional ha puesto en marcha la campaña #MiCuerpoMisDerechos, para exigir que los Estados respeten, protejan y hagan realidad los derechos sexuales y reproductivos de todas las personas.

Porque estos derechos son derechos humanos universales.

 

Maribel Tellado es responsable de la campaña #MiCuerpoMisDerechos de Amnistía Internacional

La campaña mundial #MiCuerpoMisDerechos de Amnistía Internacional exigirá a los estados que las personas puedan decidir sobre su propia sexualidad y reproducción.