Dar o no dar (la talla)

Por Nuria Coronado

Sin centímetros o arrugas. Así esculpe la sociedad occidental la imagen de la que ha de ser la mujer actual. Como si el universo femenino se redujera a un mero maniquí la proporción 90-60-90 y la juventud mandan. Tanto es así que tal y como indica el informe “Los estereotipos de género en la publicidad” elaborado por el Consejo Audiovisual de Andalucía (CAA): el 85% de las mujeres que salen en los anuncios son jóvenes. No hay ni rastro de profesionales cualificadas o de mujeres maduras. Y cuando aparece una persona en este rango de edad, la cantidad de varones dobla a la de mujeres.

Lo de menos es la talla.

Lo de menos es la talla. Imagen de Dreamstime.org

Y así pasa que de tanto que nos ponen medidas, nos hacen olvidarnos de la verdadera belleza. La que todas y cada una de nosotras llevamos grabada en el adn y no entiende de tallas ni está en un rostro perfecto.

Cada día las mujeres recibimos una media de entre 400 y 600 mensajes que nos recuerden lo perfectas que tenemos que estar. Da igual si es una crema, un vestido o un yogurt. El martilleo constante es tal que se tatúa en el cerebro gracias a la complicidad tanto de medios de comunicación como de agencias de publicidad, las cuales, se han hecho dueñas del estereotipo de la belleza. ‘Son absolutamente conscientes de la capacidad de persuasión que tienen determinados soportes, y de su capacidad de cambiar determinadas conductas, resulta indignante que no se utilice esta magnífica oportunidad en pro de la igualdad‘, dicen desde la Asociación de Mujeres Jóvenes.

Con este repiqueo firme de imágenes de féminas bien cuidadas, donde no hay lugar para la ojera o la coleta despeinada, la industria publicitaria que representa a la industria del consumo (controlada en su amplia mayoría por hombres), llega a la doble perversión de hacer caer en sus redes a la mujer como prisionera de la imagen que quieren vender/promover y perpetuar y como consumidora de sus productos. En cambio la publicidad relacionada con las nuevas tecnologías o el sector finanzas y seguros siempre está protagonizada por hombres en solitario.

Por si esto fuera poco, el negocio les sale doblemente redondo. Logran que paguemos más que los hombres por artículos como desodorantes, cuchillas de afeitar, perfumes o cremas. Es la llamada ‘tasa rosa’ y con la que por ejemplo las estadounidenses pagan unos 1.276 euros más al año que los hombres por productos similares.

Y como si de un juego inocente se tratara esta industria consigue ridiculizar incluso la pose en la que aparece la mujer sin que apenas nos demos cuenta de ello. La artista Yolanda Domínguez lo muestra de forma irónica en dos trabajos reveladores: Poses, un video donde se cuestionan los modelos irreales de mujer que nos proponen las revistas, con videos tan reveladores como éste:

O la performance playera ‘I am not just a body’ llevada a cabo en Florida. Domínguez lanza el contramensaje del empoderamiento femenino frente a los estereotipos. Un refuerzo que resulta aún más necesario en las niñas para que sepan distinguir que lo que se quiere erigir como modélico no es lo más saludable para la autoestima ni para el desarrollo profesional.

Cuando se logre publicitar a la mujer más allá de un físico y la sociedad así lo vea será verdad verdadera, tal y como defendía hace unos meses la política Begoña Villacís, que ‘no es cuestión de tallas, sino de dar la talla‘.

Nuria Coronado es periodista, editora en www.lideditorial.com  y responsable de Comunicación de Juan Merodio.

1 comentario

  1. Dice ser pereza

    No te ofendas por lo que voy a decir, pero algunas sois un poco tontitas. Si pagáis más por desodorantes, cuchillas de afeitar, perfumes o cremas es por masoquismo, nadie os obliga a comprar lo más caro, es más, dudo de que todas las mujeres sean así, las que conozco yo no lo hacen. Eso por un lado, referente a la publicidad simplemente decir que la persona que se utliza para publicitar es la adecuada para según que producto se publicite, mi lectura es que atendiendo a que se publicita se utiliza una persona u otra. O sea que no van a poner a Mario Vargas Llosa a anunciar esas compresas para las perdidas de orina que publicita Concha Velasco, ni van a poner a Isabel Preysler para publicitar Fairy.
    Respecto a eso que dices que no hay lugar para la ojera o la coleta despeinada recuerdo una modelo famosa que precisamente cuya imagen ojerosa ha sido utilizada y exagerada para publicitar, parecía una yonqui.
    También aseguras que la industria publicitaria está compuesta por hombres en su mayoría, pues será que no hay mujeres interesadas y competentes en ello. Dudo que quien gana dinero con esa industria renuncie a una mujer que produzca más beneficios que un hombre.
    En lo de las tallas y los estándares de belleza estoy de acuerdo, es una imposición que ha calado y perjudica tanto a mujeres, como a hombres. Pero la causa no son los hombres, la causa son los hombres y mujeres que componen nuestra sociedad gobernada por el capital y la búsqueda de beneficios pasando por encima de lo que sea. Mensajes como el tuyo no aúnan fuerzas, dividen, y en los últimos años se nota que las fuerzas se dividen. No olvides que los hombres tienen o han tenido madre, abuela, algunos hermana, hija, novia, esposa, etc. No te quepa duda que la gran mayoría las quieren mucho y no participan en que ellas sean discriminadas, al menos por activa. Por pasiva es discutible, las mujeres necesitáis un poco de autocrítica y menos lamento, me refiero a las mujeres occidentales del primer mundo, las que no pertenecen al primer mundo merecen un monumento como mínimo tan grande como las pirámides de Egipto, con lo poco que tienen ahí están en pie, y en el primer mundo lloriqueáis por los precios de las cremas y banalidades similares.

    08 abril 2016 | 00:31

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