Archivo de la categoría ‘Viajes y planes’

En el valle de los simios

imageEl valle de los simios ‘La vallée des singes‘, está a media hora aproximadamente de Poitiers, muy poco más del pequeño pueblo en el que estuvimos alojados. Era una de las excursiones que teníamos previsto hacer con los peques y una de las primeras que hicimos.

Se trata de una gran extensión de terreno inaugurada en 1998 en la que hay más de 350 ejemplares de más de 30 especies diferentes de simios en semilibertad. En total son unas 16 hectáreas dividas en diferentes territorios por ríos y puentes ocupados por bonobos, chimpancés (cuidado con ellos que han aprendido a lanzar piedras a los que observan), lémures, monas de Gibraltar, titís, gibones, gorilas…

Recorrerlo supone un agradable paseo por zonas cuidadas y boscosas que procuran imitar sus hábitats en las que se ve que los animales están bien atendidos y relajados. Es así en gran parte porque la gente es muy respetuosa y obedece las indicaciones de no dar alimentos a los animales, no comer en las zonas en las que se prohíbe, no intentar tocarlos ni salir de los caminos establecidos para el tránsito bípedo. A ver si aprendemos en España.

Se tarda como poco cuatro o cinco horas en recorrerlo, pero si se quiere ir con calma, parar a comer sin prisa (se puede meter comida y hay muchas zonas que invitan al picnic), a jugar en el parque, entrar en el mini zoo (las cabras se han convertido en la principal atracción de cualquier zoo, destronando a pandas y leones, ¡quién lo iba a decir!) o ver cómo alimentan a alguno de los simios, se te va fácilmente el día entero.

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Como se anda mucho hay alquiler de carros por un par de euros. Los mismos carritos de Disneyland en los que entran cómodamente niños mayores y considerablemente más baratos que en el parque de Mickey Mouse.

También hay un horario de alimentación con charlas de los cuidadores. La pena (para los que no hablamos ese idioma, que allí somos minoría) es que es únicamente en francés. Por cierto, que pese a ser temporada alta no hay ningún agobio de gente.

Cuesta 16,50 euros, 10 euros a los que tienen entre 5 y 12 años. Y desde luego merece la pena si se anda por la zona. No tiene nada que ver con un zoo convencional.

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Una semana en la región de Poitou-Charentes a paso de niño

imageEste verano hemos optado por tomar carretera y manta. Casi un mes recorriendo en coche parte de Francia con los peques. ¿Quién dijo miedo?

Hemos planificado un viaje con mas escalas de las que tal vez hubiésemos tenido de no ir con niños. Ningún día vamos a recorrer más de 450 kms. Y con paradas y actividades pensado en ellos.

No es lo mismo viajar con niños que sin ellos, lo que no quiere decir que no se pueda viajar con niños y disfrutar mucho con ellos. También cuando uno de los niños tiene autismo.

A mi santo y a mí siempre nos gustó viajar. No gastamos nuestro dinero en cambiar de coche, ir a restaurantes caros o de copas, en bolsos, perfumes o zapatos de firma ni en tener el móvil de última generación. Ojo, muy bien me parece el que lo gaste en eso, pero lo nuestro siempre ha sido conocer parte del mundo que nos rodea.

Ya os expliqué hace tiempo que no éramos de quedarnos en casa porque uno de nuestros hijos tenga una discapacidad. Al menos hay que intentarlo. Mientras haya música, hay que bailar, ya sabéis.

Os voy a ir contando, según vaya teniendo tiempo y wifi, lo que estamos haciendo en este viaje. Tal vez para alguien resulte de provecho, tanto por si se plantea viajar por la zona con niños como por ver que con un niño con discapacidad también se puede tener espíritu de Phineas Fogg.

Nuestra primera semana, tras hacer una noche en la Navarra más vasca, ha transcurrido en una pequeña y antigua casa de campo con piscina en la villa de Chapelle-Mouliere, en la región de Poitou-Charentes.

Por aquí hay muchas casitas similares, con encanto y bien equipadas, por un precio muy razonable. Nosotros hemos visto muchas como la nuestra, en las que una semana para cuatro personas puede costar entre 400 y 500 euros. También hay campings con muy buena pinta. Nosotros de hecho pasaremos la última semana en uno en La Rochelle. Ya os contaré.

Estos pueblitos son lugares perfectos para estar tranquilos. Zona de cultivos y ganadería, boscosa, con chateaus para visitar, ríos en los que bañarse, ideales para el cicloturismo y las caminatas.

Nosotros hemos quedado enamorados de Angles Sur l’anglin (segunda foto), con su molino, su castillo medio derruido, calles por las que esperas ver aparecer a Bella cantando y sus cuevas rupestres. En realidad nos han prendado todos los pequeños pueblos franceses de la región, con sus casas de piedra blanca rebosantes de flores en las que parece haberse detenido el tiempo, todos inmaculados, con un monumento con los nombres de los caídos en las guerras mundiales. Memoria histórica bien entendida.

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Hay poca oferta de restauración, poco comercio y ninguna vida nocturna, eso sí. De hecho tampoco hay mucha vida diurna. Pero para comer nada mejor que pasar por los mercados con productos de la tierra. ¡Los tomates huelen a tomates, y los melocotones a melocotones! Y hay pequeñas fresas, dulces y ácidas, como no las comía desde que mi abuelo las cultivase en su finca en Asturias. La verdad es que un poco sí que recuerda a Asturias o Santander, en lo verde, en el clima…

Nosotros, además de descansar, leer y hacer uso de la piscina, hemos visitado tres chateaus, ninguno a más de hora y media en coche: el de Ussé, que inspiró el cuento de La bella durmiente y el que menos nos gustó, el de D’azay-le-Rideau, pequeño pero delicioso en un pueblo más delicioso aún y con iluminación nocturna, y el de Villandry, impresionante con unos jardines en los que perderse y una importante conexión española: lo adquirió y rehabilitó a principios del siglo pasado el extremeño Joaquín Carvallo.

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Hemos descubierto que a Jaime le gusta recorrer esos chateaus. Es curioso, porque en las catedrales se niega a entrar, pero en cambio sube escaleras y cruza estancias encantado cotilleando. Tal vez algo más deprisa de lo que nos gustaría a los demás, eso sí.

Por fuera hemos visto alguno más. De cerca y de lejos. Lo cierto es que no extraña al ver tantos en torno al Loira y sus afluentes que hubiera una revolución.

imageTambién hemos visitado Chinon, con Julia jugando a ser Juana de Arco, la medieval Chauvigny, la señorial Poitiers y la hermosa Saumur, que resistió heroicamente en la Segunda Guerra Mundial y en la que hay un museo de tanques que también visitamos y en el que expliqué a Julia lo fea que es la guerra mientras se encaramaba a algunos vehículos acorazados de la zona infantil. A Jaime me limité a cantarle Ay Carmela. Cosas que salen solas.

Todas han sido visitas rápidas en el plano cultural, a paso de niño. Parando a descansar y a jugar a ser caballeros y princesas. Y encontrando siempre gente amable, con poco o ningún inglés pero dispuestos a entender y hacerse entender.

No, no fuimos a Futuroscope pese a tenerlo al lado. Ya os conté en su momento el motivo.

Y uno de los días nos escapamos al Valle de los Simios, pero de eso ya os hablaré en el siguiente post.

Un plan con niños en Asturias: la senda del oso

Por la senda verde. Hicimos un amigo de siete años en el camino.

Por la senda verde. Hicimos un amigo de siete años en el camino.

Cuando comencé ese blog Jaime era un bebé que acababa de cumplir el año. Pronto cumplirá ocho años. Su hermana ya tiene cinco. El embarazo, la lactancia, el puerperio… cada vez tienen menos posts y otros temas van ocupando sus huecos. Uno de ellos son los planes y actividades con niños. Otro son los viajes con ellos. Más en las fechas que se nos vienen encima.

En mi anterior post ya os contaba que tuvimos excursión a Asturias. Pues el sábado recorrimos por primera vez la senda del oso, una experiencia totalmente recomendable que nosotros repetiremos.

Se trata de una vía que se puede recorrer en distintos tramos, desde más de veinte kilómetros hasta apenas dos, tanto andando como en bicicleta. De hecho juraría que hay muchos más sobre dos ruedas que caminando. A cada poco hay lugares en los que alquilar bicicletas, algunas en plan tándem infantil (bicicleta grande delante, otra para niños justo atrás) y otras con carros para llevar detrás desde a un bebé (al que auguro una buena siesta) hasta un par de niños pequeños.

Jaime y Julia observando a Furaco en su cercado.

Jaime y Julia observando a Furaco en su cercado.

La dificultad es nula. Hay sombra, es entre llano y cuesta abajo. Y en el lugar en el que están los cercados de los osos (Paca, Tola y Furacu) hay dos piscinas (para adultos y niños) tranquila y muy barata (probablemente fresquita, eso sí) en la que recuperar fuerzas o perderlas jugando en el agua.

Que por cierto, hay polémica respecto a los osos. Y efectivamente decir que están en semilibertad es un poco excesivo. Pero justo las oseras me parece lo menos espectacular de todo el recorrido. Me quedo con los paisajes de barrancos, montañas, túneles y manatiales.

Nosotros lo hicimos en plan exploración. Recorrimos un par de tramos andando a los que llegamos en coche, pero repetiremos en bici y parando en la piscina. Y la ruta de las Xanas, también ahí cercana, es otra asignatura pendiente para hacer caminando. Julia quiere ver el manantial en el que en la noche de San Juan esas ninfas salen a hilar con oro y cumplir sueños.

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Por la zona hay muchos sitios en los que comer a buen precio y también muchos merenderos en los que disfrutar de un bocadillo, aunque nada impide pararse en medio del camino, allá dónde apetezca, para comer lo que llevemos.

Nosotros comimos magníficamente en el restaurante de unos amigos: La Casa del Cura, que tiene una zona exterior cerrada y verde perfecta para los niños y un menú infantil que vale para tres. Su cocinera es Ángeles Díaz Simón, experta en historia antigua y autora del libro Recetas con historia y os recomiendo muy mucho su pote de castañas (mi santo haría lo mismo con el cachopo).

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Mi parque favorito para ir con los niños está en Gijón. ¿Y el vuestro?

1093250645_2619da5841_bEste pasado fin de semana tuvimos una escapada de tres días con los niños en Asturias, verde, fresca y boscosa. La verdad es que nos cundió, nos dio tiempo a pasar por la playa, a estar con la familia en el prao, a bañarnos en la playa y a disfrutar del parque de Isabel la Católica en Gijón.

No os perdáis ese parque si vais por allí, para mí es el parque perfecto para niños: con muchos y variados columpios y archiperres infantiles para distintas edades, amplias zonas de hierba, jardines, ardillas rojas, esculturas, aviario, un lago en el que además de patos y cisnes hay nutrias, al lado del mar, con un circuito vial pegado y en el que los perros no están vedados (solo están proscritos en la pequeña zona de arena justo bajo los distintos archiperres).

3Me encantan los buenos parques urbanos y este es un buen ejemplo. Julia lo llama “el parque divino”, así, tal cual. “El parque de los patos” lo llamaba yo de pequeña.

Está justo al lado del parador y no le falta de nada, os lo aseguro. En una ciudad llena de buenas zonas verdes, algo que me corroe de envidia cuando vuelvo a mi tristemente dotada ciudad de la periferia madrileña, el parque de Isabel la Católica es el mejor de todos ellos. Y no es precisamente de reciente creación. Creo que no hay niño gijonés que no tenga una foto junto al lago.

Que sí, que el Retiro es un lugar bellísimo, una maravilla en pleno centro de Madrid que nada tiene que envidiar al Central Park neoyorquino (en todo caso lo contrario), pero las zonas para niños del madrileño son muy convencionales y es demasiado grande para las exploraciones infantiles. En cambio el parque gijonés tiene el tamaño perfecto: quince hectáreas ganadas al pantano que era la desembocadura del cercano Río Piles lleno de rincones a descubrir.

¿Cuáles son vuestros parques urbanos favoritos para ir con niños?

En ese parque, por cierto, hace pocos años tuvo lugar un suceso terrible. El 23 de julio de hace exactamente diez años un hombre con esquizofrenia paranoide degolló a un niño de seis años. Tal vez os suene ese suceso que conmocionó a toda España. El niño era de Deva, el lugar en el que nació mi padre. Y comparte con él un apellido. Hoy ese niño estaría cerca de convertirse en un adulto. Por él y por su familia, cuyo dolor no quiero ni imaginar, va este post.

Un fin de semana en Teruel, un día en Dinópolis

Julia bajo el diplodocus.

Julia bajo el diplodocus.

El viernes, según salimos de trabajar, cogimos a los niños y las maletas y pusimos rumbo a Teruel, que podemos dar fe de que existe y merece una escapada. Está a tres horas o tres horas y media de Madrid. Hace ya dos meses que nos habíamos puesto de acuerdo con otras dos parejas de padres recientes para buscar una casa rural y acercarnos a ver Dinópolis.

Ninguno de los cinco niños de entre cuatro y seis años que iban eran unos apasionados de los dinosaurios, aunque a todos les llaman la atención. Probablemente a Julia y a uno de los niños era a los que más les gustaban a priori, por varios cuentos, alguna peli, por la serie del Dinotren y por la visita que hicimos el año pasado al museo madrileño de ciencias naturales.

Estegosaurio, pterodáctilo, tricerátops… Me encanta verles pronunciar nombres más largos que ellos.

Es un parque temático muy tranquilo. Pese al buen tiempo y a ser sábado no sufrimos apenas colas. Una suerte porque Jaime no lleva bien los tiempos de espera y no hay facilidades en ese sentido para personas con discapacidad intelectual, aunque me consta que lo están estudiando.

Como os contaba, es un parque de una extensión muy manejable, que permite ser disfrutado sin agobios ni teniendo que hacer recorridos maratonianos. Muy pensado para que todos en la familia puedan subir en todas las atracciones, sólo hay una proyección en 4D, ‘Terra Colossus’, que exige al menos medir 120 cms.

Lo primero que nosotros vimos, tras pasar por el obligado pintado de caras gratuito, fue el museo paleontológico, que nos encantó a pequeños y grandes. Estábamos prácticamente solos y las guías eran realmente amables. Está realmente bien montado.

Aprendiendo a andar como los reptiles.

Aprendiendo a andar como los reptiles.

Luego entramos en una de las dos atracciones de la entrada, las que hay frente a la tienda de recuerdos y un pequeño parque de bolas: el cine 3D con la historia del T-Rex albino Tyrón. Es breve y a los niños les gustó, pero creedme: es absolutamente prescindible si no os da tiempos a todo. En cambio el recorrido en safari de la puerta de al lado, ‘Viaje en el tiempo’, está bastante bien, los niños hubieran repetido si nos hubiera dado tiempo. Y unas de las cosas que más nos gustó fue el espectáculo del T-Rex que hay junto a la zona infantil. Es una obra de teatro infantil muy bien hecha con un dinosaurio muy creíble. Pasamos por ahí dos veces, a las 17 y a las 18.

Repitieron también un recorrido en barco llamado ‘El último minuto’ basado, que comienza con la extinción de los dinosaurios y concluye con el ser humano moderno.

Y luego tienen dos zonas, que no son atracciones, pero en las que pasamos bastante tiempo. Una, la paleosenda, está hecha para trepar, explorar y desenterrar huesos de dinosaurio. Y para que los padres sudemos haciendo el recorrido junto a nuestros niños si no tienen más de nueve o diez años. Hay otra, Sauriopark, con un par de carruseles, unos dinosaurios voladores (la única para niños mayores de 120 cms) y un castillo hinchable en la que pasamos un buen rato. No recuerdo la de veces que las tres niñas que no excedían la altura máxima se subirían. No llegaban ni a bajarse.

El que hubiera tan pocos agobios de gente, que estuviera tan tranquilo ayudó a que Jaime lo pasara bien. Subió en prácticamente todo y lo disfrutó en mayor o menor medida.

Os recomiendo, eso sí, repartir los espectáculos por la mañana y por la tarde. Nosotros no vimos ninguno por la mañana y así es imposible que no se te escape alguno. No vimos ninguna de las dos funciones del teatro.

Por cierto, el menú del único restaurante tiene un precio y una calidad razonable, está la opción de pizzas y hamburguesas pero también de menús calientes como potajes de garbanzos, menestra o paella. Además, está perfectamente indicado qué platos tienen o no glúten y hay muchas opciones para los celiacos. Pero otra recomendación es que vayais al restaurante pronto o tarde. Nosotros comimos prontito y no hubo problema, pero cuando nos íbamos a las dos las colas eran largas y daba la impresión de que estaban desbordados. Y eso en un día tranquilo.  Si se tiene cualquier intolerancia o problema de salud está permitido pasar comida, para los demás está prohibido, aunque no vi que al menos aquel día nadie mirase las mochilas.

En trenecito por Teruel.

En trenecito por Teruel.

No es preciso más de un día en Dinópolis, pero es un día que merece la pena. Si viviera en Teruel tendríamos seguro su abono anual para ir con los niños, aunque vive tan poca gente en Teruel…

Ese mismo día nos dio tiempo también de acercarnos por la tarde a Teruel, sentarnos en una terraza mientras los niños jugaban bajo la fuente del torico y recorrer la ciudad en su trenecito turístico. Esos trenes suelen ser una excelente forma de ver una ciudad con niños pequeños cuando no hay mucho tiempo. Les encanta.

El domingo nos acercamos a Albarracín, que presume de ser el pueblo más bonito del mundo. Y no sé si tanto, pero desde luego es precioso. Tanto como la ruta junto al río que lo rodea y que es mucho más apropiada para ir con niños que la subida a la muralla, sólo apta para gente muy formal y sin vértigo.

El río además invita al baño en algunos puntos. Si hubieramos tenido bañador y algunos grados más, el baño no se hubiera escapado.

Oslo y los niños

Leyendo junto al palacio real.

Leyendo y descansando junto al palacio real.

Tres noches en Oslo. Casi cuatro días de los que uno y medio he estado a solas con la ciudad, con una ciudad manejable a pie en la que resulta sencillo estar a solas.

Me puse mis botas más cómodas y caminé sin parar, escogiendo la ruta de mi propia maratón, decidiendo cuándo y dónde detenerme a leer o a comer algo. Siempre al aire libre, siempre buscando el sol.

Oslo en mayo huele a lilas. También a mar, pero mucho menos de lo que uno esperaría. Plácido, así es. Preñado de esculturas, flores y grandes árboles; de gaviotas de cabeza negra y cuervos de cuerpos grises.

Oslo para mí estos días ha sido caminar despacio, sentarse sobre el verde al sol para leer, conversar, pensar y escribir. Es madera, cristal, barcos y balcones. Oslo es un compañero sobrio y tranquilo junto al que uno se siente a gusto sin necesidad de hablar. Oslo en mayo es guarderías ambulantes, picnics urbanos con salchichas humeantes, bicicletas sin candar y sonrisas suaves.

 

En Oslo, en mayo, los niños toman las calles. Colegios y guarderías recorren museos y parques con chalecos fluorescentes. A veces en carritos de madera en los que caben seis niños pequeños. No hay razón para permanecer entre cuatro paredes.

Una guardería deambulante.

Una de las muchas guarderías (y colegios) deambulantes que se ven por Oslo.

Y una de mis partes favoritas del viaje es regresar y encontrarles esperándome en el aeropuerto, lanzando sus cuerpecitos sobre mí. «¡Mamá!» chilla Julia. Y sí, mamá ha vuelto.

¿Qué haría si volviera con Julia y Jaime? Sin duda navegar por el fiordo. Julia nunca ha surcado las aguas sobre un barco y Jaime solo siendo un bebé.

Cogeríamos el ferry que conduce a la isla en la que está el museo vikingo con sus tres grandes barcos, que se ve rápido.

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Y sin duda iríamos después al museo del pueblo noruego, en el que puedes pasar fácilmente tres horas explorando sus casas de madera, viendo las duras condiciones en las que vivían los hombres del norte. Un buen sitio para parar a comer un bocadillo y a jugar. Oslo es una ciudad muy cara, pero no invita al gasto prescindible.

Tal vez, si la experiencia en el ferry les gustase, tomásemos uno de esos paseos en barco por el fiordo que duran un par de horas.

Lo que es seguro es que subiríamos a la fortaleza de Akershus en la que está el museo de la resistencia. Un castillo en el que imaginar que somos caballeros y piratas, también un buen lugar en el que comer de picnic.

Con un yate en el punto de mira.

Con un yate en el punto de mira. ¿Disparo?

Y, por supuesto, el parque de las esculturas (Frognerparken), con una zona infantil pero sobre todo con casi trescientas esculturas, todas de Gustav Vigeland. Muchas evocan la maternidad, la paternidad, la manera en la que nos relacionamos y conectamos como seres humanos.

Puede que subiéramos a las montañas, a esos bosques salvajes que yo no he conocido.

Un día en Futuroscope (algunos consejos y atracciones imprescindibles)

futur3El pasado mes de marzo tuve la oportunidad de escaparme un fin de semana a Futuroscope, un parque que tenía mucho interés en conocer en profundidad para saber cuándo ir con Julia y si sería un sitio indicado para Jaime. Este verano hemos planeado viajar por Francia en coche y no teníamos claro si dedicarle algunos días, así que este viaje de exploración en solitario ha resultado ser de lo más provechoso.  Espero que lo que he descubierto en mi viaje de exploración también lo sea para vosotros.

Futuroscope es un parque sobrio. Al menos esa fue la primera impresión que tuve nada más entrar. Impresión que se confirmó a lo largo de la jornada.

Acostumbrada a otros parques, me llamó la atención que no hubiera multitud de tiendas intentando venderte cualquier tipo de productos a cada paso. Solo vi dos: una tienda integrada en la atracción de los Rabbids y otra en la entrada/salida del parque. Habrá quién lo considere una bendición y quién lo eche en falta.

También estoy acostumbrada a parques que te asaltan los sentidos como la banda de Curro Jiménez a los franceses (tal vez no sea la mejor comparación hablando de un parque galo, ahora que reviso de nuevo lo que he escrito), en los que cada rincón es una invitación para hacerse una foto y hay personajes amenizando al personal a cada paso. En cambio,  la mayor parte de las fotos que se pueden hacer en este parque parecen tomadas en cualquier parque tecnológico. De hecho en torno a Futuroscope hay en torno a 200 empresas tecnológicas. Imagino que apuestan por no tener elementos que distraigan de la arquitectura de  los edificios y por buscar ese ambiente técnico y científico poco dado a los peluches andantes y el exceso de colorido, aunque suponga renunciar a fotos que la gente subiría a sus redes sociales haciendo un marketing nada desdeñable entre sus amigos. Si yo fuera estuviera en su dirección me lo replantearía.

futur2Con dos días se le puede sacar todo el partido a Futuroscope. Así me lo confirmó uno de sus responsables. Y con todo el partido me refiero a comer tranquilamente en sus restaurantes nada masificados, con opción para celiacos y con buena relación calidad-precio, probablemente la mejor que he visto en un parque temático (también permiten introducir comida), repetir alguna atracción e incluso pasar un rato con los niños más pequeños en la zona de juegos infantil de que dispone. Sí, había colas, pero nada que no se pueda asumir. Y eso que estuve en fin de semana y el clima era propicio. Entre semana no debe haber apenas tiempos de espera.

¿Merece la pena ir a Futuroscope? Yo diría que sí con cualquier niño de más de siete u ocho años. Si se trata de niños interesados por la ciencia, la naturaleza y el espacio es un rotundo sí. Con menos años, como los cinco de Julia, creo que no tanto; para niños pequeños muchas de las proyecciones serán aburridas y en otras atracciones directamente no podrán subir.

Lo que también es cierto es que recomendaría antes ir a pasar al menos una semana por esa región y dedicarle dos días de esa semana que hacer una escapada ex-profeso. El parque no está precisamente al pie de un aeropuerto. Air Nostrum nos dejó en el aeropuerto de Burdeos, que está a dos horas y media de autobús hasta el hotel del parque. Es algo que puede resultar agotador, sobre todo con niños. En cambio si lo que se plantea es una excursión por la zona alquilando un coche al aterrizar o ir en coche desde España haciendo noche a medio camino (ese es nuestro plan) ya es otro cantar.

futur4Para las personas con discapacidad tienen las facilidades convencionales: al entrar te identificas y te entregan una tarjeta con información sobre las atracciones y con la que sortear las colas. Todo es aparentemente muy accesible en silla de ruedas, aunque para comprobarlo fehacientemente había que llevar allí a alguien sobre ruedas, como alguno de los autores de De retrones y hombres, y preguntarles después. Y hablando de discapacidad en el parque, me gustó mucho una experiencia en concreto que simula la ceguera total en la que recorres poniendo la mano en el hombro a tu compañero distintos escenarios (una selva, la ciudad de nueva york, la montaña helada…) experimentando lo que es avanzar oyendo, oliendo, sintiendo… pero no viendo nada. El guía es un ciego que, en nuestro caso, hablaba español. Algo imprescindible. Si no se habla francés o se va con alguien que lo entienda bien, es imposible. Es una atracción de pago, la única que no está incluida con la entrada al parque, y lo que recauda se destina a proporcionar ayudas técnicas a personas invidentes.

Y ahora las atracciones imprescidibles a mi parecer. No estuvimos en todas, pero sí en muchas, sí en todas las más destacables. Las he colocado más o menos (algunas podrían considerarse empatadas) en mi orden de preferencia.

  • La máquina del tiempo de los Rabbids. Es la  que acaban de estrenar, la más nueva, la primera basada en un videojuego, la que tenía más colas. Te sientas y desplazas en lateral acompañando a los rabidds en un viaje en el tiempo con mucho humor. El movimiento no es brusco. La zona interior de espera está muy bien decorada para distraer el tiempo mirando las paredes. Justo al salir existe la posibilidad de actuar brevemente ante un croma para obtener luego un vídeo en el que aparecemos explorando la Historia junto a los Rabbids.
  • Ojos que no ven. La atracción de la ceguera de la que hablaba más arriba. Muy recomendable. No voy a repetirme.
  • Bailar con robots. Muy divertido y muy movido. Un brazo robótico te monta a punto de nieve como si fueras una clara de huevo durante 60 segundos y al ritmo de la música del DJ Martin Solveig. Tiene tres niveles de intensidad. Para niños a partir de 1,20.
  • Arthur, la aventura 4D. Basada en las películas de Arthur y los Minimoys, con el sello de Luc Besson y para niños a partir de 105 centímetros, aunque me dio la impresión de que la mariquita traqueteaba demasiado para Julia, que ya mide eso.  Era la segunda con más colas y estaba justificado. Las salas en las que se hace cola también están cuidadas al detalle.
  • Lady Ô. El espectáculo nocturno que hacen en el lago, con una música deliciosa y muchos efectos de láser. A Julia le hubiera encantado. A Jaime probablemente también.
  • El principito. Un pequeño corto de animación en 3D que se ve de pie y en el que ayudamos al protagonista  de Saint Exúpery a encontrar a su rosa. A Julia sí que le hubiera gustado. Ya sabéis que soy muy fan y ya la estoy introduciendo en ese relato mágico.
  • Misión Hubble. Documental en 3D muy interesante en el que acompañamos a un equipo de astronautas cuya misión es reparar el Hubble. A Julia le hubiera aburrido, no es para niños pequeños.  Por lo visto inspiró a Cuarón para hacer la película de Gravity.
  • La Vienne Dinámica. Es antigua, pero tiene mucho encanto. Se trata de una película en la que acompañamos, sentados en unas sillas que se mueven bastante, a un novio que intenta por todos los medios llegar a tiempo a su boda con la ayuda de Radio Guerliguet, un árbol con tendencia a escupir.

futur5Luego hay una serie de documentales como el de Colisiones cósmicas, que recuerda en su proyección a un planetario, o Viajeros del cielo y del mar en imax (no 3D) de la naturaleza lleno de ballenas y pájaros volando que tiene como gran novedad un cristal con proyección de imágenes bajo los pies como gran novedad.  Me parecieron interesantes pero no imprescindibles. No las vi todas, también es cierto.

Hay también una torre que te eleva para ver una panorámica circular de Futuroscope y sus alrededores. Es un viaje rápido que merece la pena. Me quedé con las ganas del Aerobar, un globo que te eleva para tomar una cerveza o un refresco con vistas y los pies colgando, pero las dos veces que lo intentamos había demasiado viento y resultó imposible.

El espectáculo iMagic es un imprescindible también, pero también es imprescindible dominar el francés para disfrutarlo, que no es mi caso. Durante todo el recorrido por el parque tienen un traductor para poder entender los documentales y películas narradas, pero un espectáculo en vivo en el que se interactúa con el público es imposible de traducir. La verdad es que se agradece mucho la traducción, pero es una pena escucharlo así porque pierdes mucha calidad de sonido y por tanto inmersión en lo que estás viendo, yo prescindí de él en bastantes atracciones, pero hay sitios en los que no queda más remedio que usarlo si quieres enterarte de algo. Recomiendo llevar unos buenos cascos de casa para acoplar al cacharro, ya que los cascos sí son de pago y la calidad es solo un escalón por encima de los del AVE.

futurHablando de idiomas, también llama la atención el poco inglés que hablan los amabilísimos trabajadores del parque. Al menos los que yo me encontré. Es cierto que el 80% de los visitantes del parque son francófonos, pero no deja de ser chocante.

Futuroscope tiene un importante reto por delante del que creo que sus responsables serán los primeros conocedores, y es lograr mantener el veloz paso de la tecnología, que en los últimos años avanza a un ritmo vertiginoso y no parece que vaya a desacelerar. Ya todos estamos acostumbrados a la experiencia del 3D en nuestros cines de barrio, por eso si quieren dejar con la boca abierta a sus visitantes no les queda más remedio que innovar sin pausa.

Yo me traje de allí una serpiente de goma para Jaime (le encantan) y un caleidoscopio y una caracola para Julia. Por primera vez ha escuchado el  sonido del mar encerrado en una caracola y le ha fascinado. La magia de la naturaleza. También les he traído una promesa: volveremos en dos o tres años.

Espero seguir escribiendo este blog para compartir a la vuelta de ese viaje cómo han vivido Julia y Jaime la experiencia de pasar un par de días en Futuroscope.

Una última cosa: he vislumbrado en esa región de Francia una zona preciosa llena de actividades para hacer con los niños que está a menos de cinco horas de viaje de San Sebastián y con unos precios muy razonables. Como nuestro plan es pasar por allí en verano, ya os contaré lo que descubramos.

Os dejo con imágenes de la ciudad de Saintes.

¿Vacaciones en coche con niños pequeños? Probad a hacer un mapa

Es una manualidad, y es mucho más. La idea de hacer mapas  me ha parecido tan buena que no he podido resistirme a traerla aquí ahora que se nos vienen encima tantos viajes con niños.

La verdad es que no sé si es algo generalizado, pero a Julia los mapas le encantan. Con frecuencia ha jugado con papeles que ha encontrado en el coche a que eran mapas y a que nos guiaba a nuestro destino. Tal vez sí que sea bastante común, teniendo en cuenta lo mucho que salen mapas del tesoro y similares en las series infantiles de dibujos animados. Incluso es un personaje con canción propia en la serie de Dora.

De hecho, creo que puede ser una buena idea no solo para ir en coche rumbo a nuestro destino de vacaciones. Es una bonita actividad dibujar con ellos un mapa que lleve hasta casa de los abuelos, hasta el colegio o la piscina, aunque sean lugares a los que vamos andando.

Nosotros, desde luego, vamos a hacernos nuestros propios mapas.

Os dejo con el post de @TrastadasdeMamá:

mapa

Hoy os presento una manualidad muy fácil de hacer y muy divertida que hará más fácil los viajes vacacionales.
Es una mapa muy sencillo que llevaremos en el coche y que los niños podrán interpretar fácilmente, así sabrán por donde van y cuánto queda para llegar al famoso destino.
En este caso nosotros lo hemos hecho del viaje al pueblo porque es un camino que mi hijo habitualmente hace despierto y con mucho nerviosismo, «¿cuánto falta?, ¿ya llegamos?» son frases que se repiten hasta la saciedad y este sencillo mapa nos ha facilitado las cosas.
Como veis es una simple tira de papel escrita por los dos lados con los hitos o puntos más significativos del recorrido. Deben ser puntos muy llamativos, que los niños puedan identificar fácilmente.
Recomendaciones: letra clara y en mayúscula para que los peques pueda ir identificando los nombres, dibujos sencillos y muy representativos. Colores vistosos. Si queréis se puede plastificarlo para que dure más. Usar un tipo de papel algo más duro que un folio normal, para darle mayor consistencia. Nosotros hemos dibujado todo pero también se pueden  imprimir fotos de lugares o incluso trozos de mapa reales de carreteras.
En nuestro caso el mapa lo ha diseñado Papá pero si vuestros peques son algo más mayores pueden realizarlo ellos mismo, con vosotros, indicando lo que deben dibujar en cada lugar.
Lo bueno es que como ocupa poco, se dobla sobre si mismo, podéis guardarlo fácilmente en la guantera del coche y llevarlo siempre que vayáis de viaje.
 Si vais a sitios diferentes podéis tener varios mapas y al final conseguir un buen número que servirá de recuerdo tanto para los peques como para vosotros. Creo que sería muy bonito incluirlo en el álbum de fotos de las vacaciones.

Y aquí os dejo el mapa que estuvo dibujando Julia, encantada, con la ruta andando a casa de los abuelos. Es muy curioso en lo que se fijan y recuerdan de las rutas que más conocen. Y también de lo que no se han dado cuenta y que para los adultos son referencias obvias.
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Sobre Disneyland París

7281817000_71b67af056_cHe estado dos veces en los parques de Disneyland París, o en Eurodisney, como queráis. La primera vez con nuestros niños, la segunda con unos familiares que tienen un hijo de la edad de Julia.  Este año volveremos y seremos aún más: se vienen además dos amigos con niños de casi 5 y 3 años. Es el gran capricho que nos permitimos al año (los años que hemos ido).  Hemos estado seis días en cada uno de nuestros viajes, nos gusta ir sin prisas, que no sea una paliza y que si quieren subir todos los días dos veces en las barquitas del Small World, puedan.

Es curioso, porque nunca fui una niña aficionada a Disney. En absoluto. Algunas de sus películas me gustaron como Los 101 dálmatas o Tod y Toby pero Micky Mouse y compañía nunca me llamaron la atención. En cambio ir ocn mis niños a ese lugar me parece una experienca mágica, básicamente por verles disfrutar. Y somos conscientes de que esa magia pasará pronto, que en menos años de los que creemos  se desvanecerá.

Justo ahora un amigo anda camino de Disneyland París. Para él y para todo aquel al que le interese, va este post.

¿Cuál es la edad ideal para ir a los parques Disney? Es cierto que se puede ir a cualquier edad, pero mi impresión es que está pensado sobre todo para niños pequeño, niños en esa edad en la que aún se cree en los Reyes Magos. Ellos son los que disfrutarán especialmente del encuentro con los personajes. Además, la mayoría de las atracciones son para todos los públicos: bonitas pero muy suaves. Al contrario que en los parques de atracciones españoles, no tienen una zona acotada con atracciones para niños, allí todo es para todos y hay muy pocas con requisito de altura. Mi impresión es que no es un parque para los que gusten de emociones fuertes, para los fans del maquinismo vamos.

7281921498_709482e7d6_c¿Se puede ir con un bebé? Perfectamente. Muchas de esas atracciones para todos los públicos son aptos con bebé. Yo he visto allí a recién nacidos. Obviamente, los bebés tan pequeños no se enterarán de nada y además el resto tendrán que adaptar sus ritmos a los del bebé o dividir el grupo, pero por poder ir, claro que pueden.

¿Es más para niños o para niñas? Este es un pequeño debate que me surgió hablando con una amiga. Ella sostenía que era un parque más para niñas que para niños. No creo que sea así. Es cierto que hay muchas princesas, pero también está Toy Story, Cars, Indiana Jones, los Piratas del Caribe… Sí que es tal vez cierto que los niños reniegan de la animación y de Disney (o de la animación de Disney) antes que las niñas. En mi entorno hay algún niño que  a los tres estaba loco por que los Reyes le trajeran la casa de Micky Mouse, a los 5 era el mayor fan de Rayo McQueen y a los 9 solo quiere ver en el cine Piratas del Caribe o Iron Man. No lo sé.

¿Dónde dormir? Nosotros nos hemos alojado siempre en hoteles vínculados al parque. Los hoteles Disney no son especialmente buenos, en absoluto. Son gigantescos, el trato es amable pero impersonal y mecanizado y la comida es mala. Pero tiene sus ventajas: hay personajes Disney por ahí, sobre todo cuando se baja a desayunar, la ambientación ayuda, te ahorras traslados y te abren el parque dos horas antes, que puedes aprovechar para ir a las atracciones más solicitadas.  También está la opción de alojarte en otro hotel cercano y desplazarte en tren (vetustos y sucios, pero en la misma puerta de acceso a los parques) o en coche, pero haciendo cuentas no salía demasiado bien de precio teniendo en cuenta lo cara que es la entrada a los parques cuando se compra suelta. Lo tienen muy estudiado. Hay foros en los que hablan de gente que se saca el abono anual y van dos o tres veces al año, sobre todo para ver el parque en fechas señaladas como Navidad o Halloween, a esos si les sale a cuenta, pero me da que pocos van a poder amortizar esa opción teniendo en cuenta el precio de los vuelos.

¿Dónde y cómo comer?  A una parada de tren hay un gran centro comercial, con un acuario que se puede visitar, y una enorme oferta de restaurantes y un Auchan (nuestro/su Alcampo). Es buena idea ir y comprar suministros. La comida en los restaurantes de los parques o los que están camino a los parques es cara y no especialmente buena, por mucho que algunos sean preciosos. Aún así merece la pena ir un día a comer al Micky Café en el Disney Village (una calle peatonal entre los hoteles y los parques llena de tiendas y restaurantes, con unos cines y el espectáculo de Bufalo Bill) pasillo, por el que se pasean los personajes y se paran en cada mesa tipo boda. Es un lugar tipo pizzas y hamburguesas y más vale reservar si queréis tener sitio. También se puede ir a desayunar, que es incluso más tranquilo y puede salir más barato. Y tirando hacia Discovery Land también hay una hamburquesería que es a la vez cine y emiten piezas clásicas de Disney que es interesante visitar. Dentro de los parques hay puestos de pasta, pretzels, creps… ese tipo de comida semiambulante con la que te puedes apañar alguna vez. No es un lugar en el que mi compañero El nutricionista de la General fuera a disfrutar mucho.

7278294350_1ff7ed05e1_cPrincesas. Si tenéis niñas locas por las princesas Disney, allí estarán en su salsa. Por todas partes veréis mucho merchandising asociado y vestidos en venta, diferentes, más caros y mejores que los que hay en tiendas Disney convencionales o en centros comerciales. Son las estrellas de los parques, se venden caras, literalmente. En el parque principal es imposible verlas a menos que se entre en la nuevo atracción que han creado y en la que esperando una buena cola te dedican entre tres y cinco minutos en exclusiva. Que sepáis que hay tres princesas dentro que van rotando y que no puedes elegir la que tú quieres ver, pero si la niña lleva puesto un disfraz de una princesa en concreto que coincide que está allí, será a la que le conduzcan. Otra opción para ver princesas es acudir al restaurante de Cenicienta. Es carísimo, se come mejor y hay que reservar incluso desde España, unos días antes de pisar suelo francés.  Allí te sientas como en una boda y las princesas, con algún príncipe, visitan las mesas en plan boda. En el segundo parque, en el Disney Studios, es posible verlas de cerca en la parada que hacen, tras la parada además se dignan a  mezclarse con el vulgo y firmar autógrafos. Es impresionante la preparación que tienen esas chicas, la primera vez que vimos a Blancanieves Jaime se emocionó tanto (sí, le gustan las princesas, el autismo le quita complejos) que se lanzó a abrazar sus piernas y por poco la derriba, un placaje en toda regla, pero no creáis que perdió la compostura.

¿Cuándo ir? Nosotros vamos huyendo de las multitudes y buscando buen tiempo. Mayo o junio son buenos meses, la segunda quincena de mayo nos gusta por asegurar algo más el tiempo, tener precios razonables y no encontrar demasiada gente. Nos gusta ir entre semana, los fines de semana se nota muchísimo que hay más gente y más colas. Y entrando un domingo en el hotel suele ser más barato. La primera vez fuimos en marzo y no fue la mejor idea. Hacía mucho frío, anochecía pronto y coincidimos con las vacaciones de invierno francesas por lo que había bastante gente. En Navidad deben dejarlo precioso, pero lo del clima parisino es realmente un problema, se disfruta mejor con buen tiempo.

¿Las mejores atracciones? Si le preguntasen a Julia diría que Small World, el laberinto de Alicia (no sé que tiene que le gusta a todos los niños que conozco), el vuelo de Peter Pan, las cuevas de los piratas, las atracciones de Blancanieves y Pinocho, la de Buzz Lightyear y recorrer el palacio de la Bella Durmiente de principio a fin. Para más mayores también está bien las montañas rusas del oeste y de Indiana Jones y los piratas del Caribe (a los mas pequeños puede darles un poco de miedo). Para ver el desfile el sitio que más nos gusta es en la rampa del Small World, lo ves desde arriba y justo cuando salen. El espectáculo nocturno merece mucho la pena. En Disney Studios, más pequeño pero también recomendable, lo mejor es la zona de Toy Story para niños a los que les gusten esos personajes, pero lo imprescindible es el espectáculos de Animagique, la montaña rusa de Nemo (apta para niños algo mayores) y el espectáculo en vivo de Disney Junior (para los niños más pequeños).

¿Las peores atracciones? La peor, la que no  merece la pena ni pisar y no tiene sentido que mantengan en el parque es la dedicada a Michael Jackson, de hecho la tienen medio escondida. También está algo escondida la de StarWars, pero esa sí merece la pena.  El paseo en el barco del Misissipi es, a mi parecer, lo más soso del mundo. A Jaime le encanta Autopia, pero a mí me parece también un tanto tonto.

¿Más consejos? Zapatos cómodos, carritos para los niños (Julia ya no lo usa nunca, pero aún así lo llevarmos que hay mucho que andar e incluso los adultos los agradeceríamos), procurar no ir a la carrera y disfrutar a un ritmo razonable, acudir a las atracciones más demandadas a primera y a última hora, toda la contención posible en las tiendas…

Es un lugar impuloto y tan cuidado que no se verá un desconchón, el mantenimiento es ejemplar. Cualquier visita a un parque temático español después de pasar por Disneyland hará que parezcan un pelín cochambrosos.

Esa es mi opinión muy resumida y basada en mi experiencia, pero se agradecerá cualquier consejo para aprovechar mejor el viaje al palacio de la Bella Durmiente.

 

Seis juegos para entretener a los peques en el coche

kia_carens_my14_sunroof_3776_15896Mañana comienza oficialmente para muchos la Semana Santa, aunque me consta por lo vacía que ha estado la m-30 por la mañana estos tres días que muchos ya la están disfrutando desde el viernes. En cualquier caso, con entre hoy y mañana se espera un buen puñado de desplazamientos por carretera, en muchos casos con niños pequeños dentro. Niños atados a sus sillitas que, salvo que caigan dormidos, hay que entretener de todas las maneras posibles: cantando, contando cuentos, con dispositivos electrónicos de diferente tipo, con juegos…

De esos juegos quería precisamente hablaros. En Consumer/Eroski han publicado un artículo la mar de recomendable (tanto como la propia web que lo alberga) con seis sugerencias de juegos para viajar rodando con niños.

Os dejo con ellos, esperando que os resulte útil:

1. ¡A por las matrículas!

Las matrículas de los coches sirven para inventar varios juegos que harán el viaje con los niños más entretenido.

Para los que ya saben sumar, el reto consistirá en organizar una competición en la que los participantes tienen que sumar todos los números de la matrícula del vehículo que indique el director del juego. El que consiga más aciertos y sea el más rápido en averiguar el resultado será el ganador.

Se puede añadir dificultad a la actividad y proponer otras operaciones con la numeración, como restas o multiplicaciones.

2. Juego de las matrículas adaptado a los más pequeños

Para los más pequeños que aún no sepan operar con los números, se puede optar por una versión más simple, que consiste en leer de forma correcta los números de la matrícula.

Otra posibilidad para entrenar la memoria es asignar a cada número (del 0 al 9) un color. Los participantes tienen que ser capaces de leer la matrícula traducida a los colores correspondientes.

3. Un clásico: el veo, veo

El juego del «veo, veo» es uno de los más clásicos para viajar con niños. Existen distintas versiones según la edad de los pequeños.

El juego comienza cuando un jugador elige un objeto que sea visible por todos los participantes y arranca con la frase: «Veo, veo». Los demás responderán: «¿Qué ves?». Para los más mayores, la pista para adivinar el objeto será la letra por la que empieza la palabra. Para que sea más fácil para los más pequeños, se pueden utilizar los colores.

Ganará el jugador que antes adivine lo que era y se convierte en el que inicia de nuevo el juego con otro «veo, veo».

4. Educación vial con las señales

Este juego ayuda a que los más pequeños adquieran sus primeras nociones de educación vial.

El primer paso es explicar con dos breves palabras cada una de las señales de tráfico que se encuentran por el camino (curva a la derecha, prohibido adelantar, peligro de animales, etc).

Una vez que los niños las conozcan, se trata de conseguir que las recuerden cada vez que aparezcan de nuevo. Gana el jugador que acierte primero.

5. El personaje secreto en el coche

Un personaje de dibujos animados, un actor, un familiar… cualquiera sirve para pasar un rato entretenido con el juego del interrogatorio.

Uno de los jugadores debe pensar en un personaje, que debe ser conocido por todos los participantes. Los demás deben averiguar quién es, mediante la formulación de preguntas sencillas que solo se pueden responder con un «sí» o con un «no». «¿Es un hombre?, ¿Tiene más de 20 años?, ¿Tiene el pelo rubio? o ¿Es un deportista?» son algunas preguntas que se pueden hacer para resolver el enigma. El más rápido en adivinarlo se llevará el premio.

6. Seguir la ruta: un diario del viaje

os viajes son la ocasión más indicada para enseñar geografía a los pequeños. No se puede desperdiciar una oportunidad como esta para que aprendan los nombres de localidades, ríos, montañas y otros accidentes geográficos que forman parte del recorrido. Además, esta es una actividad que les servirá de diario del viaje cuando quieran rememorar sus vacaciones.

Para llevarla a cabo, es necesario que uno de los adultos o uno de los niños mayores disponga de una pequeña libreta y un bolígrafo. Los demás deben estar atentos a todas las señales y carteles que indiquen los lugares que se visitan (el cartel de entrada a una ciudad o pueblo y cualquier otra señalización turística de interés) y comunicarla para que conste en la libreta.

Si se desea, se puede optar por un cuaderno más grande, donde los pequeños puedan después ilustrar con dibujos las anotaciones o hacer un bonito montaje con fotografías.