Archivo de marzo, 2018

Ningún niño nace cargado de prejuicios, inclinado al desprecio o al miedo a lo diferente cuando tiene enfrente otras culturas

La predisposición que deseo para los niños, la que quiero que tengan hacia otras culturas, de distintos países o del mismo, es la de la curiosidad, la del deseo de conocimiento, la de la voluntad de encontrar sus diferencias, que nos enriquecen personal y culturalmente, también la de hallar las similitudes, que siempre son más de las que creemos.

Nuestro mundo es cada vez más pequeño y eso nos permite a nosotros ser más grandes


Puede ser porque viajemos a otros países, porque conozcamos foráneos que viven o están aquí de paso, porque nos llame la atención la cultura o la gastronomía de algún otro lugar, porque leamos lo que de allí se escribe o participemos en eventos con la esencia de otros países. Da igual el detonante, la mirada que yo cultivo en los niños de mi entorno, es aquella que está libre de recelos, deseosa de conocer, que no entra en comparaciones cualitativas, que se deja sorprender.

Hablo de los niños, pero también es la actitud que me gusta en los adultos que me rodean. Tal vez con los niños sea más sencillo. Ningún niño nace cargado de prejuicios, inclinado al desprecio o al miedo a lo diferente, esa mochila la llenamos después si no nos mantenemos vigilantes.

No es preciso idealizar nada
, no estoy hablando e abandonar el espíritu crítico y cerrar los ojos a aquellos aspectos de otras culturas que deberían mejorar, que no nos gustan, que creemos erróneos. No existe persona perfecta, tampoco ninguna sociedad que lo sea, incluida la española. La sociedad es gente, la gente que la conforma ahora y la que estuvo detrás.

Pero yo eso quiero verlo y decidirlo por mí misma, quiero que los niños vean y reflexionen ellos en función de sus propias experiencias.

Una mirada limpia y crítica, el deseo de conocer, la capacidad de apreciar al otro y crecer haciéndolo. Tal vez, en cierto sentido, el aferrarse a lo mejor de la infancia, siempre.


Termino con un vídeo que ejemplifica lo que os cuento. Un vídeo de un niño japonés en España, de un niño español en Japón. Un vídeo que se ha elaborado con motivo de la celebración del 150 aniversario de las relaciones diplomáticas entre ese país y España.

Unosuke Kozu, un niño japonés de 6 años, visita emplazamientos emblemáticos de España como la Puerta del Sol en Madrid, el Castillo de Zafra en Guadalajara o el Parque Güell en Barcelona; y el español Rodrigo Arol, también de 6 años, que ve por primera vez lugares icónicos de Japón como el Buda de Kamakura en la prefectura de Tokio, el Templo Fushimi Inari en Kyoto o el Rakusaichikurin Park, un precioso bosque de bambú de los alrededores de Kyoto.

No pongáis la etiqueta por delante de la persona cuando conozcáis a alguien con síndrome de Down

Vas caminando con tu hijo de la mano, tu hijo con autismo que sacude las manos como si quisiera volar y al que no te atreves a soltar, y te cruzas por la calle, camino a un centro de atención temprana o a la piscina con otros padres cuyo hijo va en una silla de ruedas, parálisis cerebral probablemente, o que llevan de la mano a un niño con síndrome de Down.

Y los miras y los reconoces como compañeros. Incluso puede que se cruce la sombra de una sonrisa, una mirada de simpatía. No me interesa el fútbol, pero imagino que debe ser como cuando en una ciudad extraña te encuentras con alguien que lleva la bufanda de tu equipo.

Somos todos muy distintos, claro que sí. Sus hijos y el mío tienen poco que ver. Permitidme que me centre en el síndrome de Down, porque este 21 de marzo es su día.

El autismo no se aprecia a simple vista, al menos no tan fácilmente como el síndrome de Down. El autismo supone unas dificultades sociales que no están vinculadas al síndrome de Down. El autismo no necesariamente está relacionado con una discapacidad cognitiva, el síndrome de Down sí, aunque haya muchas personas en las que es muy moderada. El autismo tiene un diagnóstico que parte de la observación y suele llegar a lo largo de la niñez, incluso en la adolescencia o la edad adulta, y el síndrome de Down se conoce desde el momento en el que el bebé nace, si no antes.

Estamos en un barco semejante, el que tiene que vadear asunción de diagnósticos, peleas por la mejor escolarización, darte de bruces contra la falta de voluntad de unos y de recursos de otros, renuncias personales y laborales y una realidad cotidiana a la que le cuesta aceptar al diferente. También quiero creer que la alegría nacida de los pequeños avances, la madurez obtenida de las dificultades, el aprender a valorar lo realmente importante y el entender que el amor sí que puede ser incondicional y que lo mejor que podemos desear para nuestros hijos es la felicidad y la bondad.

Por supuesto, la lucha contra falsos mitos, prejuicios, ideas preconcebidas que lastran el futuro de nuestros hijos.

Hoy me voy a detener solo en un aspecto, uno que puede parecer menor, pero que yo creo que es uno de los pilares a apuntalar para facilitar la inclusión y desterrar esas creencias erróneas.

No pongáis la etiqueta por delante de la persona. No veáis el síndrome de Down (o el autismo) y penséis que ese diagnóstico ya explica todo lo que hace esa persona, lo que se puede esperar de ella, su comportamientos, sus gustos, su personalidad…

Jaime, Carlos, Sara, Alicia, Irene y José tienen síndrome de Down (o autismo), pero son Jaime, Carlos, Sara, Alicia y Irene, José antes que una persona con Down o con autismo, personas únicas y diferenciadas, como lo somos todos, con sus gustos, su carácter, sus deseos, sus manías…

No simplifiquéis la complejidad de un ser humano agarrándoos únicamente a un diagnóstico.

GTRES


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El colegio debe preparar a los niños para vivir en un mundo en el que conviven mezclados hombres y mujeres

Aquí mismo, hace cinco años, me preguntaba cómo es posible a educar en la igualdad si comenzamos ya por educar diferenciando sexos. Lo hacía porque fue noticia que el Senado eliminó una enmienda que pedía que tuvieran que “justificar de forma objetiva y razonada y exponer en su proyecto educativo las razones educativas de la elección de dicho sistema, así como la implantación de medidas académicas que desarrollan para favorecer la igualdad”.

Ahora nos encontramos con el Tribunal Constitucional (TC) tiene previsto debatir en el pleno que comienza este martes una propuesta de resolución que avala que se subvencione con dinero público a los colegios que segregan por sexos, en contra del recurso PSOE contra la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (Lomce).

No doy crédito. No lo doy teniendo en cuenta que estamos clamando por la inclusión de los niños con discapacidad, todos los partidos tienen un discurso (con mayor o menor profundidad) que se asienta en esa necesidad de luchar por una educación inclusiva en ese sentido, algo que no se está produciendo por falta de voluntad política y de medios.

¿Qué beneficio puede haber en la segregación? Una segregación artificial que luego no se va a encontrar en ninguna parte.

Os voy a contar una anécdota. No es mía, es de una amiga. Ella, que tiene mi edad, estudió en un colegio solo de chicas. Un colegio que no tenía COU, por lo que el año previo a la universidad acabó en otro centro en el que solo había chicos, en el que las niñas solo entraban en ese último curso. En una clase de casi cuarenta chavales de diecisiete años que jamás habían compartido aulas con niñas metieron de golpe a media docena de chicas (los ratios de la EGB eran así), que tampoco sabían lo que era tener compañeros masculinos. Un experimento sociológico digno de estudio.

«Si se te caía un boli al suelo y le pedías al compañero del pupitre de al lado que te lo cogiera había dos opciones, que le diera una vergüenza horrible y ni te mirase o que creyera que estabas invitándole a darte un morreo», contaba mi amiga, que jamás llevaría a sus hijos a colegios segregados.

(GTRES)

Creo firmemente que el colegio debe prepararte para el mundo, y el mundo es mixto. Cuando los niños salgan a la universidad, al trabajo, al parque de bolas, al zoo, a la playa… se van a encontrar con que hay dos sexos, hombres y mujeres, compartiendo espacio y actividades. Y así debe ser. Lo raro, lo extraño, es la segregación.

Yo fui a un colegio solo para niñas durante muchos años. Mi santo a uno solo para niños. Antes (no hace tanto) era muy habitual esa separación en los centros concertados y privados. Ojalá no volvamos atrás. Es cierto que muchos niños salieron indemnes de esa situación antinatural, pero conozco muchos para los que pasar tantas horas al día supuso un problema luego a la hora de establecer relaciones con el otro sexo. Veían a los otros como marcianos, eran extremadamente tímidos o se lanzaban en exceso. A muchos el poso de aquella educación les va a durar hasta el último aliento.

Y es inevitable que la educación tenga sesgos inaceptables cuando en un centro solo hay niños o niñas. Yo viví cómo se incentivaban las letras sobre las ciencias, cuyo nivel era mucho inferior. En el centro en el que estudió mi santo era justo al contrario. También viví cómo se restaba importancia al deporte. Y los maestros transmitían, de manera directa o indirecta, conceptos vitales más que discutibles sobre la función de la mujer en la sociedad, desde su dedicación exclusiva a la maternidad o las consecuencias de una minifalda demasiado corta.

Me da miedo que con el regreso de medidas que favorecen económicamente esos centros, el número de ellos aumente.

¿Qué se pretende con esa separación? ¿Qué no se distraigan de los estudios? ¿Qué no se tontee con el otro sexo? ¿Qué no se tengan novios hasta que a los 18 se empiece la universidad?

Absurdo. La adolescencia es una fuerza de la naturaleza de la dimensión del tifón Haiyan. Ni implantando un régimen talibán se puede contener. En vez de luchar contra los elementos la única opción posible es dar herramientas para saber cómo encarar esa época de la vida y comprender que la formación es importante, no ya para conseguir un trabajo más cómodo o mejor pagado (ese fin mercantil de los estudios que transmitimos me enerva), sino para ser una persona mejor y más preparada.

Ya lo defendían Los Bravos hace más de 40 años. A ver si algunos se van enterando…

Esa nueva generación de padres

Hay una nueva generación de padres, que entiende lo que es la corresponsabilidad e intenta llevarla a la práctica. Padres jóvenes que se esfuerzan, no por estar ayudando, sino haciendo activamente, haciendo equipo en las decisiones de crianza de sus hijos.

Un nuevo perfil de padres, si queréis llamarlo así, que no renuncian a sus permisos y desearían que fueran más largos, que reorganizan sus horarios y responsabilidades laborales, para no ser una figura casi ausente. Padres que están deseando llegar a casa, que es el sitio que realmente importa.

Padres con camisas azules o con camionetas de superhéroes que llevan y traen a sus hijos de actividades y terapias; que saben perfectamente lo que es el Dalsy, el Apiretal y cómo administrarlo; padres que saben cómo se llaman los profesores de sus hijos y procuran acudir a las reuniones; padres que planifican su ocio teniendo en cuenta a sus hijos.

Padres que quieren a sus hijos felices, antes que cualquier otra cosa. Padres que, por tanto, les enseñan a quererse a sí mismos; a dejar salir lo que son sin miedos; a pisar exigiendo y dando respeto; padres que conocen su obligación de dar seguridad y amor.

Padres falibles, imperfectos, que dan lo mejor que saben en el oficio más importante que existe. Padres que son pilares.

Y esos padres no han salido de la nada. Ya hubo en generaciones anteriores padres que fueron así tanto como pudieron, que hubieran querido serlo si hubiera estado en su mano, padres que hicieron lo mejor que supieron con toda su voluntad. Padres que amaron a sus hijos y quisieron una paternidad diferente a la imperante, mejor.

Feliz día a todos ellos.

 

El premio a toda una trayectoria, un premio que jamás hubiera soñado recibir en este #MbDay18 organizado por Madresfera

Este sábado se ha celebrado un día especial para todos aquellos padres y madres que comunicamos, desde blogs, redes sociales y podcasts, el encuentro anual de Madresfera, una plataforma que aglutina a lo más granado de la blogosfera maternal y paternal. En ese encuentro se entregan los Premios Madresfera, unos premios en los que yo no participio, igual que no lo hago en los Bitácoras o en muchos otros de otras índoles, salvo alegrándome cuando veo que se los llevan gente que pone esfuerzo e ilusión por ofrecer contenido que merece nuestro tiempo.

Hace ya mucho escribí que ser madre es como hacer un máster en gestión de tiempo, pues me temo que yo hoy lo he gestionado todo fatal.

He acudido al evento por la mañana y disfrutado de las charlas. Ahí estuve escuchando cómo lidiar con trolls y en la que recogió la relación entre bloqueros y marcas, y participando desde Twitter.

Dio tiempo después para charlar, hacer corrillos, saludar a viejos amigos con los que apenas se coincide en el mundo con gravedad y desvitalizar a algunos que tenía pendientes. Incluso para vender algún librito en la pequeña feria del libro que Madresfera ha organizado este año.

Arrancó la sesión de tarde con más charlas que invitaban a la reflexión bloguera y luego llegó la entrega de premios. Allí estuve, alegrándome viendo cómo estupendos y recomendables comunicadores a los que tengo la suerte de conocer personalmente se llevaban unos merecidos premios en distintas categorías. Gente como Andres PSN, Bebé a Mordor, el maestro Manu, Vanesa de ¿Y de verdad tienes tres?… De todos los premiados en general, porque la alegría ajena caldea tu corazón, si lo abres lo suficiente.

Y luego consideré que me tenía que ir. Quedaban algunos premios sin entregar, alargué aquello todo lo que pude, pero mi santo y mi hija tenían unos planes tardíos que cumplir y yo otros nocturnos, así que me retiré.

Acababa de llegar a casa cuando me saltaban las alertas en el móvil. «¿Dónde estás? ¡Vuelve! ¡Que te han dado el premio a la trayectoria!».

Craso error intentar llegar a todo. Con frecuencia me preguntan cómo puedo hacer tantas cosas, suelo responder con sinceridad que haciéndolo todo regular. El de hoy ha sido un excelente ejemplo.

Walewska (mamisybebés), una comunicadora a la que ya estáis tardando en fichar si no la conocéis y que ganó el año pasado el primer premio a la trayectoria bloguera, un premio al que no te presentas ni has perseguido el voto, me ha mandado el vídeo en el que Mónica de la Fuente, directora de Madresfera, me presentaba de esta manera tan bonita:

Ella es más periodista que blogger, pero aún así escribe en su blog a diario tratando temas que nos interesan, que nos hacen pensar a todos, que es una cosa que viene siempre muy bien; con rigor, con cariño, que es seña de la casa, y con muchísimo respeto.

Lleva más de diez años con su blog, defendiendo todas las causas que se le ponen por delante, con la misma emoción que la suya propia, que es hablar de cómo es tener un hijo con autismo. Gracias a ella tenemos una mejor perspectiva, más humana, de cómo es el día a día, qué supone, los sueños, las frustraciones de esta situación.

Y por eso y por todo lo que ayuda a nuestra comunidad, porque siempre que la necesitamos está ahí, este año consideramos que este premio le corresponde a Madre Reciente.

Me da mucha pena que no esté, porque nos habría dado un discurso maravilloso.

Me hubiera encantado subir a ese escenario a agradecer en persona ese premio. Es un honor, una alegría enorme y una sorpresa que ha quedado claro que no me esperaba. Justo este año he cumplido una década de blog, es cierto que  intentando escribir siempre con honestidad, a veces equivocándome y apoyando a toda causa que creía justa y a los compañeros que blogueaban también con el corazón.

Recibir un premio es gasolina para seguir otros diez años más y dejar del todo claro que elegí fatal el nombre. Gracias a todos los que me habéis leído todo este tiempo y a Madresfera, en especial a Mónica, que es todo sentido común y sentido del humor y a la que siento de corazón haber dejado sola en el escenario.

Me hubiera encantado dirigiera a todo ese pedazo de plantel de blogueros presentes a que busquen al menos una buena causa por la que luchar, la que sea.
Premio Madresfera 2017
Mi ausencia es un ejemplo perfecto de que la maternidad supone estar corriendo a todas partes, llegar tarde e irse antes con frecuencia, y exponerse a un epic fail como este. Una metáfora también de que lo mismo hay que correr menos para no perderse momentos importantes, que es preciso detener la vorágine para vivir momentos que no se repetirán.

Prometo que el Día de Madresfera de 2019 me quedo allí hasta el final, hasta que pasen con la escoba a echarme.

Junto al maestro Manu, otro premiado. El galardón que no he podido recoger es igualito.

La guía definitiva para aprender a jugar al rol con niños partiendo de cero

Se acerca el fin de semana tras una semana intensa. Apetece pensar ya en actividades que llevar a cabo en familia, con los niños, que gusten y entretengan a todos. Con eso en mente hoy vamos a hablar de nuevo de rol. Mejor dicho, os voy a invitar a que conozcáis a un padre reciente que ha hablado mucho y bien sobre cómo iniciarse en el rol con niños.

Se llama Rolero de Hamelín, un apodo maravilloso tras el que hay una persona acorde a la que tuve la suerte de conocer en unas jornadas dedicadas a los juegos de mesa y de rol cuando aún teníamos las vacaciones de verano frescas en la memoria y con el que he seguido en contacto. En aquellas jornadas se puso en pie y nos contó sus primeros y recientes pinitos como jugador de rol y como máster de niños, una aportación que se mereció un buen aplauso.

Consciente de que hay adultos que, como él, querrían saber cómo empezar en esto del rol y en dirigir partidas infantiles partiendo de cero, se arremangó y ha elaborado una guía que surge «para ayudar a los que como yo, querían empezar a rolear con sus churumbeles y no sabían ni por dónde empezar».

En su presentación, Rolero de Hamelin cuenta: «No soy ni mucho menos un rolero experto, pero te voy a intentar transmitir de la mejor manera que pueda, cómo ayudar a tus criaturas a dar sus primeros pasitos de tu mano en esto tan molón y misterioso que es el rol».

Lo ha conseguido con creces. Creo sinceramente que es el mejor instrumento posible con este fin. Al menos el mejor que yo me he encontrado.

De las ventajas de rolear con la infantería doméstica ya os hable hace algún tiempo en un extenso reportaje, pero os recuerdo también algo de aquello.

Sumar resultados, repartir puntos de experiencia, escribir, leer, imaginar, cooperar persiguiendo un objetivo común en un grupo heterogéneo, concentrarse en una historia, explicarse, socializar… las ventajas objetivas de unir infancia y juegos de rol son muchas.

«El rol no es una sucesión de peleas, te permite hacer muchísimas más cosas». Juls es psicóloga y la autora del blog Bebé a Mordor, una parada obligada para aquellos que quieren jugar con sus niños a juegos de rol y juegos de mesa y una presencia habitual en todo tipo de eventos hablando de las ventajas que este tipo de ocio tiene para los niños, para toda la familia: «Sobre todo ganan confianza y autoestima. Son capaces de tomar sus propias decisiones y hacerse responsables de ellas en un entorno en el que las reglas son iguales para todos. Por supuesto, ayuda a desarrollar vocabulario, habilidades de comunicación, matemáticas y relaciones sociales, porque están constantemente trabajando en equipo con otras personas y tienen que entenderse con los demás para llegar a un objetivo en común».

Roberto Alhambra usó mucho el rol constatando sus excelentes resultados en una escuela rural en Galicia y echa en falta más libertad para poder aprovechar su potencial ahora que está enseñando en Madrid. «En la docencia cuesta la innovación, ya no el rol», apunta. Este maestro destaca, más allá de aspectos obvios como el aprendizaje de Matemáticas o de Historia, otros factores como «la escucha activa, las habilidades sociales, las capacidades comunicativas». «Es un elemento motivador, una vía de escape. Estamos ofreciendo una manera de divertirse sana, saludable y que potencia la lectura», destaca el maestro con entusiasmo cuando se le pregunta sobre su uso en el aula con adolescentes.

«Los beneficios de los juegos de rol se siguen estudiando en la actualidad, y van de la mano de los beneficios en general que aportan todos los juegos, en particular si se les añade un componente narrativo. Para mí son sistemas narrativos interactivos que permiten emular situaciones que no se podrían dar en otras condiciones. Poniéndome técnica, permiten simular situaciones de crisis, de las que se pueden extraer enseñanzas. Jugar es eso, ni más ni menos. Esto nos permite aprender, formar nuestra identidad y elaborar los delicados mecanismos que gobiernan las relaciones sociales. A mí esto me parece fascinante, por lo que he decidido aprender todo cuanto pueda sobre ello y desarrollar mis propias investigaciones y trabajos relacionados», explica Edanna R. Patsaki, autora del juego de rol Magissa.

Joan Tretze añade el elemento nivelador que tiene, de edad y también de género: «Tengo un sobrino de 12 y otro de 6, hay mucha diferencia de edad entre ellos. El rol es el juego con el que mejor funcionan los dos a la vez. Si jugamos a juegos de mesa hay una diferencia abrumadora entre el mayor y el pequeño. Pero el rol permite al pequeño interactuar con su hermano mayor de igual a igual. Y sus padres flipan porque les tengo cuatro horas sentados y encantados de la vida».

El rol es también, superados absurdos prejuicios, una forma de ocio que coquetea, sacudiéndose complejos, con ser considerada una expresión cultural. ¿Por qué no? El rol con frecuencia implica historias bien desarrolladas, preciosas ilustraciones y referentes culturales populares más que instaurados. «Claro que hay un componente artístico en el rol», defiende Helena Bermejo. «Estás basando tu arte en una historia, estás ayudando a crear un mundo tirando de imaginación. De hecho creo que es imprescindible para un juego de rol que haya arte. Con frecuencia, antes de mirar los sistemas de juego o la propia historia, te paras a mirar el arte, te entra por los ojos. Un libro de rol es un pequeño libro de ilustraciones».

Apunten por tanto otra ventaja de ‘rolear’, anima a los niños a dibujar a sus personajes, los mundos que transitan y explorar así su creatividad y expresión artística.

Mastereando Magissa…

Y aquí más lectura que os puede resultar interesante:

Tenemos por delante uno de los últimos fines de semana de mal tiempo, ideal para leer a Rolero de Hamelín, agenciarse un libro de rol apto para montar aventuras con niños (aquí tenéis una lista de títulos) e iniciar el camino que conduce a dar rienda suelta a la imaginación.

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Algunas pinceladas personales sobre la prisión permanente revisable

No estoy a favor de la pena de muerte. Podría alargarme de muchas maneras distintas, pero me voy a remitir a Tolkien: «Muchos de los que viven merecen morir y algunos de los que mueren merecen la vida. ¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos».

Tampoco lo estoy de la prisión permanente. No se puede dar a ningún ser humano por perdido de entrada.

Defiendo que hay que poner el foco en la reinserción
, que ese debería ser el objetivo a perseguir en las instituciones penitenciarias con todos los reclusos, sin excepción.

No soy una ilusa y sé bien que no siempre (demasiada veces de hecho) la reinserción es posible; también sé que nuestro actual sistema penitenciario es muy imperfecto en ese y otros sentidos.

Me consta que hay veces que se abren las puertas de la prisión a personas que se sabe a ciencia cierta que suponen un peligro para la sociedad, se volverán a delinquir y con delitos graves.

No quiero a esos lobos que se sabe que atacarán de nuevo sueltos. 

No creo que la prisión permanente revisable vaya a reducir la criminalidad, a hacer que la gente se lo piense dos veces antes de cometer un delito. Ni siquiera la pena de muerte logra algo así en los países que la tienen.

Tampoco creo que el concepto de prisión permanente revisable sea algo que haya que descartar de entrada.

Igualmente me parece que podría reformularse para intentar que nos sea contraria a la reinserción y a los principios de legalidad política y al mismo tiempo fuera una herramienta útil para tener unas calles más seguras.

El uso demagógico o electoralista de algo tan complejo y con tantas implicaciones me parece repugnante.

Por último, me reservo mi derecho a no ver las realidades complicadas solo en negro o blanco, también a dudar y cambiar de opinión.

Arturo de Frías/Wikimedia Commons

Un listado de medidas para mejorar la escuela no puede crearse a base de prohibiciones e imposiciones

Hoy es noticia en portada las recomendaciones elaboradas por dos expertas en educación para CC OO con la intención de terminar con “perjuicios sexistas” en el ámbito educativo. Dicho de otra manera, medidas para modular una escuela feminista. Tras el enlace y al final de este post las tenéis listadas.

Las he visto y no las comparto. Algunas sí, claro, muy pocas. Y lo que no comparto de ninguna manera de entrada es el espíritu de prohibición e imposición que se respira al leerlas.

Prohibir libros nunca es de recibo. Una cosa es la obra y su mérito literario y otra la actitud o hechos del escritor. Vale, dicen eliminar y no prohibir, pero en este caso son sinónimos.

Prohibir el fútbol es un disparate, yo he sido la primera que he traído a este blog los conflictos que este deporte genera en los patios y la necesidad de gestionarlos de forma inteligente. Proscribirlo no lo es.

De las diecinueve medidas, hay nueve, prácticamente la mitad, que son prohibiciones. Eliminar, prohibir, eliminar, prohibir… es una constante.

Tampoco comparto que abunden las imposiciones y que muchas de las aportaciones hechas en positivo se quedan en lo anecdótico. No sé si eso de querer usar “todes” es un homenaje a mi Asturias o simples ganas de buscar polémica, pero me sorprende encontrar tan arriba del listado algo así.

El espíritu que se respira tras leer las recomendaciones es el de que la letra con sangre entra, el de la obligación de haber muchos deberes y educar encajonando. Las nuevas pedagogías no van por ahí, esas expertas deberían saberlo.

Así no es como se consiguen cambios duraderos y positivos. Esos cambios se logran con otros verbos: formar, incluir, añadir, proponer, debatir…

A la igualdad, a la inclusión, a la integración, al feminismo, se llegará educando, haciendo ver, dando ejemplo, siendo flexibles, logrando que los niños se acerquen a todos esos conceptos por voluntad propia y en libertad.

GTRES

  1. Formar al profesorado de los centros en feminismo.
  2. Emplear un lenguaje no machista, usando el femenino o el género neutro: «todes».
  3. Incluir la misma cantidad de libros escritos por mujeres en el currículum de Lengua y Literatura.
  4. Incluir la misma cantidad de mujeres filósofas.
  5. Feminizar la historia del arte y la cultura.
  6. Incluir investigaciones y aportaciones de mujeres a la física, la matemática o la astronomía.
  7. Eliminar libros escritos por autores machistas, como Pablo Neruda, Arturo Pérez Reverte y Javier Marías.
  8. No separar los baños entre hombres y mujeres.
  9. Incluir formas de entender el cuerpo y de vivirlo.
  10. Desheterosexualizar la escuela.
  11. Asignaturas específicas de educación sexual y de equidad de género.
  12. Prohibir el fútbol en los patios.
  13. Eliminar los códigos de vestimenta.
  14.  Eliminar la religión católica.
  15. Contar la Historia de las mujeres.
  16. Prohibir las canciones machistas en la banda musical del centro.
  17. Emplear música feminista en los centros de enseñanza.
  18. Eliminar nombres de centros que sean católicos o hagan referencias a militares, políticos o juristas y sustituirlos por mujeres representativas del movimiento feminista o por nombres de elementos de la naturaleza.
  19. Hacer una biblioteca feminista en el centro.

 

Los videojuegos tienen mucho que avanzar en el camino para transmitir modelos diversos

Los videojuegos tienen mucho que avanzar en el camino de transmitir modelos diversos, tanto de mujeres como de hombres. La hipersexualización de los personajes femeninos va a menos, pero tanto ellos como ellas siguen siendo guapos, delgados y blancos. Y heterosexuales, claro. Empiezo por la conclusión en este post, que va a ser circular.

Este martes en la radio, camino a la redacción, escuché cómo hablaban de Tomb Raider, de la película que en breve se estrenará con la preciosa Alicia Vikander tomando el testigo de Angelina Jolie. Contaban que Vikander defendía la película como feminista y hacían rápida memoria del videojuego, del hito que supuso poner a una mujer fuerte y capaz como heroína de acción allá por 1996, también de las críticas que recibió por conjugar aquello con una imagen hipersexualizada tanto en los videojuegos como en las películas posteriores. Un repaso a la evolución del personaje que mi compañero Daniel González ha publicado este miércoles en 20minutos y que os invito a leer.

Hace mucho que ya no, pero en la segunda mitad de los años 90 y principios de los 2000 estuve escribiendo mucho sobre videojuegos. Recuerdo perfectamente el impacto que supuso Tomb Raider y las copias que llegaron después. Es innegable que la hipersexualización del personaje era tremenda. Estaba diseñada para exacerbar sus atributos femeninos hasta extremos exagerados, saltándose a la torera las proporciones reales del cuerpo humana e incluso las leyes de la física.

No viví una buena época en lo que a este tema se refiere, aunque confieso no haber sido tan consciente de la problemática que entrañaba por aquel entonces. Aumentaba exponencialmente la potencia de las máquinas y la calidad gráfica de los juegos, y abundaban las mujeres digitales imposibles. Especialmente en juegos de acción, RPGs, y lucha. No todo era así, por supuesto. Aumentaba porque se asumía desde la industria que el perfil de jugador en ese tipo de títulos era mayoritariamente masculino y joven lo querría así. Influido probablemente también porque una mayoría de creadores también eran varones. En aquel entonces aún quedaban lejos las huelgas feministas o términos como empoderarse o sororidad.

Pasamos en muy poco tiempo de maravillas como Prince of Persia o Monkey Island que gráficamente no se podían permitir esos alardes a que algunos juegos aspirasen a ser como recorrer una Playboy (de hecho, Playboy tuvo su propio videojuego). Recuerdo, por ejemplo, a las chicas luchadoras de Dead or Alive, que habrían sido incapaces de dar una patada porque el peso de sus pechos las habría hecho quebrarse por la cintura y que exhibían actitudes de actrices porno en los preliminares. Llegaron a ponerlas en la playa en bikini en una versión del juego hecho pensando en el solaz de los que estaban a los mandos más que en la jugabilidad.

Lo que veíamos en polígonos salpicaba al sector  de los videojuegos en el mundo real con ferias con azafatas espectaculares en atuendos minúsculos y reportajes y galerías de fotos que se recreaban en estos aspectos en los medios especializados.

Dejé de escribir sobre videojuegos cuando se intuía que aquella explosión hormonal tendía a aplacarse. Ahora estoy bastante alejada de lo que se cuece, los videojuegos que entran en casa son los de Pokémon, Zelda o Mario Party, pero me cuentan que ha cambiado mucho, que esa hipersexualización de los personajes femeninos va cada vez a menos. Siguen siendo muy monas, delgadas y casi siempre blancas, pero se nota que la industria va pisando el freno de modo acorde con los tiempos. Ya no se doblarían por la cintura salvo en algunos títulos muy puntuales.

Y me alegro.

Pero creo que no sobra poner el foco en los hombres de juegos similares. En ellas la hipersexualización es muy llamativa por los shorts y los pechos enormes, pero ellos también estaban diseñados con cuerpos perfectos y les hacían lucirlos.  Tipos duros y atractivos siempre, sin excepción. No podían molar más.

Os presento a Sam Fisher (mi favorito, un regalo hacerle acechar y asesinar en Splinter Cell) y a Snake, de Metal Gear solid. Son coetáneos de Lara Croft y famosísimos en el universo de los videojuegos.

Y aquí algún otro personaje ya veterano:

Los tíos de los videojuegos de acción o lucha siempre estaban perfectamente musculados, con ropa paramilitar, torsos al aire o camisetas de tirantes que les ayudaban a lucirse y escenas que se regodeaban en su potencia física. Y aunque hablo en pasado, con ellos sigue sucediendo.

Tom Clancy’s Ghost Recon, uno de los videojuegos más vendidos el pasado año.

Con ellos y con ellas. Insisto en que siguen siendo muy monas, delgadas y mayoritariamente blancas. También sexis, aunque sus físicos ya sean plausibles.

La moderna Lara Croft. Realista y más tapada, pero una belleza.

Es un cuestionable por los modelos que transmiten, por lo que entra al final por los ojos como deseable. No son juegos para niños pequeños, pero juegan a ellos adolescentes y adultos y educa erróneamente nuestra mirada, dificulta el proceso de quererse a uno mismo tal y como es.

Cuando hablamos de que transmitimos modelos imposibles desde los medios y la publicidad, habría que incluir a los videojuegos como parte del problema. Y me da la impresión de que los videojuegos van un paso por detrás. No solo en cuestión de los cuerpos y rostros que presentan, también en la escasez de diversidad.

También os digo que siempre creí que los problemas verdaderamente graves del sexismo en el mundo de los videojuegos eran otros muy distintos.En un post de este mismo blog, en 2013, os contaba que había ido a la presentación de un título de Skylanders con mi hija de cinco años y su prima.

Llamaba la atención, sorprendía a muchos, ver a las dos enanas jugando encantadas y conociendo los personajes, desmontando con sus manitas sus mitades para crear híbridos de personajes que son la gran novedad del juego, (si las viejas figuras sirvieran para el nuevo, que no es el caso, ya sería perfecto). Más que por su edad, por el hecho de que fueran niñas amantes de las princesitas.

¿Esas niñitas? ¿De verdad les gusta ese videojuego?

Pero de eso, si os parece, mejor hablamos otro día.skylanders

La oscuridad solo se puede vencer con una luz más fuerte

Tendría unos doce o trece años cuando escuché por vez primera hablar de una furgoneta blanca que secuestraba niñas. Había cierta alarma social, no recuerdo si tras alguna noticia en los medios. Llevaba poco tiempo acudiendo sola al colegio y, probablemente por eso, me impactó especialmente. Aquella alerta murió sin más. Pero luego se sucedieron otras. Que hubiera furgoneta blanca por medio solía ser habitual. Tan habitual como cruzarte con una camino a casa desde el centro escolar.

(GTRES)


Un par de décadas más tarde llegaron a mi vida los hijos y, poco más tarde, los grupos de WhatsApp de padres y (sobre todo) madres de sus colegios. En varias ocasiones alertas semejantes, con misteriosos desconocidos intentando raptar niños, se han difundido por ahí, con o sin furgonetas, con o sin una base verosímil, casi siempre sin ella.

Claro que hay monstruos que escogen como víctimas a niños que no son de su entorno. Me atrevo a decir que es algo tan viejo como lo es la existencia del ser humano en este mundo. La negrura absoluta de un alma que se alimenta de la luz que irradia la infancia, de su ternura e inocencia. Por supuesto que hay que decir a los niños que desconfíen de los desconocidos, que no se vayan con nadie, que hay lobos feroces acechando a las caperucitas.

Pero por desgracia esos monstruos oscuros no suelen ser completos desconocidos. Las estadísticas lo dejan claro, los expertos que conocen estos fangos, los que luchan contra ellos, no paran de advertirlo. Los abusos y los crímenes contra los niños suelen partir del entorno próximo. Hay que estar más alerta en casa que ante las furgonetas blancas.

La oscuridad solo se vence con una luz más fuerte, que brille tanto que elimine todas las sombras. No se puede arrojar más negror sobre las tinieblas, salvo que se pretenda alimentarlas y hacerlas más fuertes.

Y como puedo elegir, prefiero ser espejo de toda luz que encuentre. Luz, de lucidez.