Entradas etiquetadas como ‘probióticos’

¿En qué se diferencian los probióticos de los prebióticos?

Por Carmen Peláez, Teresa Requena y Mar Gulis (CSIC)*

Con frecuencia nos encontramos en el mercado productos que contienen probióticos o prebióticos, o bien una combinación de ambos. Su creciente comercialización en alimentos y en productos farmacéuticos y de parafarma­cia hace que estos compuestos nos parezcan muy saludables, pero lo cierto es que muchas veces no sabemos distinguirlos ni cuáles son sus propiedades. En este texto vamos a explicar en qué consisten, en qué se diferencian y qué beneficios pueden tener los probióticos y los prebióticos para nuestra microbiota intestinal y, por tanto, para nuestro organismo.

El colon: uno de los ecosistemas más densamente poblados de la Tierra

Si bien la microbiota se aloja en diferentes partes del cuerpo (en la piel, la boca, la cavidad genitourinaria…), el tracto intestinal es la región que contiene la comunidad microbiana más numerosa, densa y diversa del cuerpo humano. En concreto, la microbiota intestinal está compuesta por billones de microorganismos, de los que una gran mayoría son bacterias.

El colon posee características fisiológicas y un constante aporte de nutrientes que lo convierten en un eficiente reactor biológico. Gracias a ello, este órgano forma uno de los ecosistemas más densamente poblados de la Tierra, en el que se desarrolla una microbiota que interviene en numerosas funciones fisiológicas del organismo.

Algunas enfermedades están asociadas con desequilibrios en la microbiota intestinal, que interviene en numerosas funciones de organismo.

Es fácil deducir que semejante cantidad y diversidad microbiana ejerce importantes funciones en nuestro cuerpo y que, por tanto, sus desequilibrios podrían causar diversos desajustes en nuestra salud. Algunas alteraciones de la microbiota intestinal, como la reducción de diversidad, la excesiva proliferación de patobiontes (patógenos oportunistas) o la reducción de la producción de ácidos grasos de cadena corta o de bac­terias con propiedades antiinflamatorias, están asociadas con algunas enfermedades, tanto infecciosas como no transmisibles. Aunque no se ha demos­trado que las alteraciones de la microbiota, conocidas como disbiosis, sean la causa de patologías, cada vez resulta más evidente la importancia de emplear estrategias que modulen la composición y/o la funcionalidad de la microbiota intestinal. Entre ellas, las estrategias más estudiadas son tres: la utilización de microorganismos probióticos, el consumo de compuestos prebióticos y los trasplantes fecales. En esta entrada del blog nos centraremos en las dos primeras.

Probióticos

Según una definición ampliamente aceptada por la co­munidad científica, los probióticos son microor­ganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, proporcionan un beneficio para la salud del or­ganismo. La diferencia con las bacterias mutualistas del tracto gastrointestinal (aquellas que en su relación con un organismo proporcionan un beneficio mutuo) es que son microorganismos que se han aislado y cultivado, y que existen evidencias científicas y clínicas sobre su capacidad para aportar un beneficio para la salud.

Se considera que este beneficio es gene­ral en algunas especies de bacterias que pertenecen a los géneros Bifidobacterium y Lactobacillus. Son especies con las que se han realizado numerosos ensayos clínicos que demuestran su potencial para mejorar ciertas condiciones intestinales y ejercer una modulación inmunológica. Los efectos saludables se han demostrado frente a la diarrea infecciosa, la asociada al tratamiento con antibióticos o el síndrome de intestino irritable, así como con la mejora del tránsito intestinal. Los mecanismos por los que los probióticos mejo­ran la salud gastrointestinal se relacionan con la produc­ción de compuestos antimicrobianos, vitaminas, nutrientes esenciales o mecanismos de defensa y competición frente a patógenos y la interacción con el sistema inmune.

Alimentos como el yogur o el queso cuentan con bacterias que favorecen una adecuada microbiota intestinal.

Alimentos como el yogur o el queso cuentan con bacterias que favorecen una adecuada microbiota intestinal.

Aunque la mayoría de los probióticos no se ins­talan permanentemente en el intestino, parece que ejercen un efecto saludable durante su tránsito. El beneficio está asociado a su funcionali­dad, que podría contribuir a restablecer un equilibrio micro­biológico intestinal saludable. Por otra parte, no exis­ten datos de efectos adversos por su consumo, aunque siempre es recomendable consultar antes con los profesionales sanitarios.

Hay especies de lactobacilos y bifidobacterias, en las que se incluyen muchos probióticos, que están presentes en alimentos como el yogur, el kéfir o el queso, así como en otro tipo de alimentos fermentados, como el chucrut, las aceitunas o el kimchi. Sin embargo, el creciente interés científico, clínico y comercial sobre los probióticos ha generado un esce­nario en el que proliferan multitud de productos que se denominan probióticos, pero todavía resulta difícil para consumidores y profesionales sa­nitarios separar la paja del grano.

No todos los productos etiquetados como probióticos responden a la definición y en algunos no existe ningún dato que identifique a las bacterias que contiene, la cantidad en que se encuentran y la evidencia que respalda el beneficio para la salud. Es fundamental conocer la composición de cada producto y contar con información fiable y contrastada de la acción de estos microorganismos sobre nuestra salud. También es importante conocer los mecanismos y las características que explican los beneficios de cada probiótico.

Prebióticos

A diferencia de los probióticos (microorganismos vivos), los prebióticos son componentes de los alimentos, no digestibles, que están presen­tes de forma natural o añadidos. Por decirlo de un modo muy sencillo, los prebióticos serían el “alimento” de las bacterias beneficiosas (probióticos). Por ello, también pueden contribuir a restablecer la diversidad bacte­riana y riqueza genética que se ve empobrecida en ciertas condiciones patológicas, como obesidad, enfermedades inflamatorias intestinales, etc.

Los prebióticos son sustratos utilizados selectivamente por microorganismos del hospedador que le confieren un efecto beneficioso para la salud. En el tracto intestinal, sirven como sustrato de crecimiento para la microbiota resi­dente en el intestino y, de este modo, promueven cambios de composición o metabólicos que se consideran beneficiosos. Se trata fun­damentalmente de carbohidratos que favorecen una po­blación microbiana intestinal sacarolítica, que a su vez aumenta la formación de ácidos grasos de cadena corta que proporcionan múltiples beneficios metabólicos. En algunos casos son suministrados con probióticos, denominándose simbiótico al conjunto.

Los alimentos ricos en fibra son los que nos aportan más componentes prebióticos.

Los alimentos ricos en fibra son los que nos aportan más componentes prebióticos.

Los alimentos que nos aportan más componentes prebióticos son los ricos en fibra, como las frutas, las verduras, las legumbres o los cereales integrales. Curiosamente, el primer prebiótico natural de consumo humano está constituido por los oligosacáridos que se ingieren con la leche materna. Estos compuestos favorecen el desarrollo de bacterias beneficiosas como las bifidobacterias, y a la vez aumentan la resistencia a la invasión por patógenos. Por ello, una línea de investigación y desarrollo comercial actual consiste en incluir, en la fórmula de leches maternizadas, oligosacáridos equivalentes a los presentes en leche humana (que prácticamente no existen en la leche de vaca).

¿Te ha quedado algo más claro qué son los probióticos y los prebióticos y en qué se diferencian? Conocer estos componentes beneficiosos para nuestra microbiota intestinal nos ayudará a valorar lo que ingerimos.

 

* Carmen Peláez y Teresa Requena son investigadoras del CSIC en el Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL) y autoras de La microbiota intestinal, de la colección de divulgación ¿Qué sabemos de?, disponible en la Editorial CSIC y Los Libros de la Catarata.

¿Cómo cambiará el coronavirus nuestra alimentación?

María Dolores del Castillo y Amaia Iriondo (CSIC)

Especialistas y empresas del sector agroalimentario apuntan que la ‘primera fase’ de la crisis del coronavirus ha tenido un impacto dramático en lo que comemos. En primer lugar, se ha observado una polarización del mercado: mientas unos hogares han apostado por productos más saludables, otros se han visto obligados a reducir el gasto en alimentación. Todo indica que no habrá clase media en cuanto a alimentos se refiere.

Sin embargo, con independencia de esta polarización, parece que cada vez más personas van a demandar alimentos y bebidas de mayor calidad, por lo que la innovación en este campo será el principal reto de la industria alimentaria.

¿Por qué decimos esto? Porque los consumidores que marcan tendencia son los llamados millenials –personas con edades comprendidas entre los 20 y los 30 años– y los estudios realizados indican que esta generación está especialmente preocupada por el impacto de la pandemia en su estilo de vida, su salud y su economía. Este grupo poblacional parece ser el más propenso a introducir cambios en sus hábitos como consecuencia de la pandemia y a demandar alimentos y bebidas más saludables. Para esta generación, la relación entre la alimentación y la salud nunca había sido tan clara.

Las empresas del sector tendrán que adaptarse al nuevo escenario. Entre los cambios que algunas ya están introduciendo figuran el impulso del comercio electrónico y de un ‘nuevo entorno de compras’ próximo y cómodo, así como la inversión en el desarrollo de productos que reduzcan el riesgo de enfermedades crónicas (diabetes y obesidad) que, a su vez, favorecen el desarrollo de otras patologías. A la industria de los alimentos no le va a quedar más remedio que innovar y para ello tendrá que buscar la colaboración con especialistas en ciencias de la alimentación y profesionales de la salud.

¿Cómo será la oferta de alimentos y bebidas post-COVID19? Esencialmente, se regresará a lo básico, sin renunciar a la comodidad y a lo saludable.

  • El sabor seguirá siendo primordial. Los productos con mayor éxito serán aquellos que los consumidores consideran más saludables, pero también más placenteros. Por muy nutritivos y beneficiosos que sean para la salud, los alimentos y bebidas ‘funcionales’ sólo llegarán a un pequeño porcentaje de personas si no alcanzan los niveles de calidad sensorial esperados. Así pues, tendrán que seguir siendo deliciosos y de aspecto agradable.
  • Productos para fortalecer la inmunidad (inmunonutrición). Debido a la pandemia, los alimentos y bebidas para fortalecer la inmunidad disfrutarán de un interés creciente. Los ingredientes que tienen más probabilidades de tener éxito durante este período son aquellos con propiedades beneficiosas asociadas a la inmunidad, como la vitamina C, la vitamina D, los probióticos, las proteínas y la fibra dietética.
  • Alimentos saludables y sostenibles. Las alternativas a los productos cárnicos y lácteos cobran cada vez más relevancia: el 39% de los consumidores europeos están interesados en productos vegetales y el número de personas que cambiaron sus hábitos alimentarios a opciones vegetarianas por razones de sostenibilidad creció en un 44% entre 2014 y 2017. En su mayoría, estos cambios en los hábitos dietéticos están encaminados a favorecer al medioambiente y la salud y el bienestar personales. Las empresas de alimentos tendrán que tener en cuenta los factores que los consumidores consideran más importantes a la hora de seleccionar este tipo de productos: su contenido en proteínas (35%), el empleo de ingredientes naturales (41%) y el sabor (68%). También será necesario encontrar alternativas sostenibles a los plásticos y otros materiales de envasado no reciclables. Es una demanda creciente de la sociedad.
  • Bienestar total. Como vemos, es previsible un incremento de los productos para la promoción de la salud y la dieta flexitariana, pues cada vez más personas buscan el ‘bienestar total’ y la ‘salud holística’ (física, mental y emocional) a través del consumo de determinados alimentos. Ello explica el creciente interés por las hierbas, las especias y la importación de ingredientes naturales de origen vegetal de otras culturas. Y también el aumento de la demanda de productos con beneficios extra para la salud ricos en antioxidantes, antiinflamatorios, proteínas vegetales y fibra dietética. Estas tendencias ofrecen una gran oportunidad para la innovación alimentaria y el desarrollo de snacks

 

* María Dolores del Castillo y Amaia Iriondo son investigadoras del CSIC en el Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL).