Archivo de mayo, 2021

Esclerosis múltiple: la enfermedad de las mil caras

Por Mar Gulis (CSIC)

La esclerosis múltiple (EM) es una patología crónica e inflamatoria, con un componente autoinmune, que afecta a 2,5 millones de personas en el mundo y a 700.000 personas en Europa. En España, la incidencia es de 100 casos por 100.000 habitantes, en su mayoría mujeres (3 de cada 4 pacientes). Afecta al sistema nervioso central y aparece generalmente en personas de entre 20 y 40 años, por lo que es la mayor causa de discapacidad no traumática en adultos jóvenes. Entre los múltiples y variados síntomas que provoca se encuentran la pérdida de visión, ciertos problemas en el habla, alteraciones motoras, falta de coordinación muscular, sensación de hormigueo, alteraciones gastrointestinales o disfunción urinaria y/o sexual. Esto supone un enorme impacto en la calidad de vida de los pacientes, importantes repercusiones sociales y un elevado coste sanitario.

Si quieres saber más sobre esta enfermedad, respondemos a algunas preguntas con el libro La esclerosis múltiple (CSIC-Catarata), firmado por las investigadoras Leyre Mestre y Carmen Guaza, del Instituto Cajal del CSIC.

¿Cuál es la causa de la esclerosis múltiple?

Para comprender la EM, hay que tener en cuenta la variedad de estímulos que llegan y activan las neuronas del cerebro y la médula espinal, y que actúan como control a todas nuestras actividades. En la EM se produce la desmielinización o la pérdida de la mielina de los axones, un proceso que te contamos a continuación.

“En algún momento todos hemos tenido un cable entre las manos y hemos comprobado que está compuesto por un material conductor recubierto de un material aislante. Algo parecido encontramos en el sistema nervioso central”, explican las investigadoras. Las neuronas tienen su axón, una prolongación que conduce el impulso nervioso de una célula a otra, rodeado por la mielina. Esta substancia protege las fibras nerviosas y contribuye a que los mensajes viajen de manera más rápida y fluida. En la EM, “la destrucción de la mielina convierte a los axones en una especie de ‘cables pelados’ que van a transmitir peor la información, o incluso dejarán de transferirla. Dependiendo de dónde se haya producido la desmielinización y su grado, las consecuencias para el sistema nervioso central del paciente serán distintas”, apuntan las científicas. En este sentido, “la diversidad en el grado y en la localización donde se produce la falta de mielina es lo que genera los distintos síntomas. Son dos de las características básicas de la esclerosis múltiple, por eso se denomina la enfermedad de las mil caras”, afirman Mestre y Guaza. Además, en fases iniciales, la percepción de los síntomas puede ser muy leve y suelen pasar desapercibidos, lo que dificulta su diagnóstico. Por tanto, la mielina o, mejor dicho, la desaparición de la misma, es una de las claves de esta patología; aunque a día de hoy aún se desconoce la causa de la pérdida de esta substancia.

¿Cómo evoluciona la enfermedad?

La heterogeneidad que caracteriza a la EM también puede verse en que presenta hasta tres fases diferentes. La primera y más frecuente es la denominada remitente recurrente. Supone un 85-90% de los casos y se manifiesta en brotes temporales de deficiencias neurológicas, que remiten al poco tiempo totalmente, aunque a veces dejan secuelas de discapacidad en los pacientes.

La siguiente forma (remitente progresiva) puede aparecer entre 8 y 20 años después de la manifestación del primer brote, y puede desencadenarse tras un brote temporal. En esta fase, explican las investigadoras, “se produce una acumulación de discapacidad neurológica progresiva, sin que haya brotes”. Por último, hay otra variedad clínica, la primaria progresiva, que afecta a un 10-15% de los pacientes. En este caso, desde el principio de la enfermedad aparece discapacidad neurológica y se produce un empeoramiento gradual desde los primeros síntomas.

¿Cómo puede diagnosticarse la enfermedad?

Mestre y Guaza explican que los avances tecnológicos y metodológicos han ayudado mucho al diagnóstico. Un ejemplo es el desarrollo de la resonancia magnética, que ha facilitado la detección de lesiones desmielinizantes. Además, se han incluido en los criterios diagnósticos elementos radiológicos y de análisis de líquido cefalorraquídeo, que protege la parte interna del cerebro. De esta forma, se consigue una mayor especificidad y un diagnóstico y tratamiento más temprano. Sin embargo, las investigadoras inciden en la necesidad de evaluar la actividad y la progresión de la enfermedad. La progresión de la EM se define “como el empeoramiento de más de un punto en la escala de discapacidad neurológica de Kurtzke que se mantiene durante al menos seis meses”, apuntan.

En la EM se produce la pérdida de la mielina de los axones / Freepik

¿Su origen es genético o ambiental?

Un posible origen de la enfermedad podría estar en el resultado de mutaciones genéticas en la población escandinava durante el primer milenio que, posteriormente, se expandieron por las migraciones de la descendencia y las invasiones vikingas. Esta teoría, no demostrada de forma concluyente, explicaría la mayor prevalencia de la EM en países poblados por descendientes escandinavos (Islandia, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda).

Al margen de esta hipótesis, sí es posible afirmar que la EM no es una enfermedad hereditaria, aunque existe evidencia científica de que, al comparar a los pacientes con personas sanas, presentan diferencias en genes relacionados con los mecanismos reguladores de la respuesta inmune, entre otros. La genética es por tanto un factor relevante pero no suficiente para explicar la causa de la enfermedad, ya que también entran en juego factores ambientales.

Las investigadoras señalan algunos de estos factores, como el déficit de vitamina D. Diferentes estudios han demostrado que individuos con niveles altos de esta vitamina disminuían el riesgo de desarrollar EM. La obtención de vitamina D está relacionada con la exposición a la luz solar, por lo que esta circunstancia podría determinar la distribución irregular de la enfermedad según la zona geográfica, ya que es más común en latitudes altas y muy escasa en regiones cercanas al trópico.

Otros factores de riesgo, como el consumo de tabaco o los procesos infecciosos, pueden afectar al desarrollo y evolución de la patología, así como la obesidad en edades tempranas y la ingesta de sal. También la microbiota intestinal ha cobrado protagonismo en los últimos años en este sentido: al ser clave en el entrenamiento del sistema inmunitario para discriminar lo propio de lo extraño, puede influir en el desarrollo de una patología autoinmune como esta.

¿Se puede curar?

Las autoras señalan que, por el momento, no existe una cura definitiva, aunque son optimistas, ya que en los últimos años han surgido “nuevos tratamientos farmacológicos modificadores de la enfermedad que han logrado reducir la frecuencia e intensidad de los brotes, prevenir la aparición de nuevas lesiones o retrasar y disminuir la discapacidad contraída”.

Un total de 15 compuestos, aprobados por la Agencia Europea del Medicamento, han demostrado su eficacia, pero “hay que tener siempre en cuenta el beneficio/riesgo para cada persona, así como la influencia del tratamiento en la vida cotidiana del paciente”, precisan. Como complemento a la terapia farmacológica, proponen la fisioterapia, el ejercicio físico, el acompañamiento psicológico o una correcta alimentación para la mejora funcional de las actividades desarrolladas por los pacientes y de su estado de ánimo.

A pesar de la investigación desarrollada en torno a la EM desde su descubrimiento en el siglo XIX, este ámbito de estudio aún presenta muchos interrogantes. Para mejorar el tratamiento y calidad de vida de los pacientes en el futuro serán claves el diagnóstico temprano, asociado a tecnologías como la genómica y al manejo del big data, y la medicina regenerativa con terapia celular.

 

* Leyre Mestre y Carmen Guaza son investigadoras del CSIC en el Instituto Cajal y autoras de La esclerosis múltiple, de la colección de divulgación ¿Qué sabemos de?, disponible en la Editorial CSIC y Los Libros de la Catarata.

De los Beatles a Taylor Swift: un análisis de la música más versionada del siglo XXI

Por José Luis Ortega (CSIC)*

Versionar una canción implica de alguna forma un tributo o reconocimiento a la influencia de un grupo o artista anterior. Por eso, conocer qué artistas y géneros son los más versionados puede darnos muchas pistas sobre cómo evolucionan los gustos y las preferencias musicales a lo largo del tiempo. Con este objetivo, en el Instituto de Estudios Avanzados (IESA) del CSIC hemos utilizado técnicas de big data para extraer y procesar información sobre más de 800.000 versiones y 100.000 intérpretes que albergan las plataformas web SecondHandSongs y Allmusic.

En un primer análisis observamos que hasta la década de los cincuenta el género más versionado fue el Jazz de los años veinte; y que, a partir de entonces hasta hoy, ese lugar lo ha ocupado el Pop/Rock de los años sesenta. En la actualidad, sin embargo, vemos cómo las nuevas generaciones de artistas parecen protagonizar una nueva ola musical, al igual que lo fue el Jazz en los años veinte y el Pop/Rock en los años cincuenta y sesenta.

Antes de nada, veamos cómo se distribuyen los músicos y músicas actuales teniendo en cuenta sus géneros y estilos (Figura 1). El género más dominante es el Pop/Rock, al que se dedican más de la mitad de artistas contemporáneos (55,6%) y que tiene como subgéneros más destacados el Rock Alternativo y el Pop. Otros géneros importantes hoy en día, pero con muchos menos artistas, son el Jazz (8,3%), la Música Electrónica (6,4%) y el Country (5,1%).

Figura 1. Distribución del número de artistas por género y subgénero musical que iniciaron su carrera en el siglo XXI. / Fuente: Allmusic.org

La hegemonía del Pop/Rock viene de lejos. La Figura 2 muestra que la mayoría de géneros musicales en el siglo XXI versionan con mayor frecuencia a músicos surgidos en la década de los sesenta, lo que nos viene a decir dos cosas: la primera es que, para la gran mayoría de géneros, los artistas surgidos en los sesenta al albor del Pop/Rock siguen siendo influencia; y segundo, que la música Pop/Rock es un referente independientemente del género musical de los intérpretes. Artistas del Reggae, R&B o Country versionan por igual a artistas de los sesenta. También se puede apreciar cómo algunos estilos pre-Rock y con un notable pasado mantienen sus referencias a épocas anteriores. Jazz, Blues y Vocal centran sus versiones en artistas surgidos antes de los años cincuenta, cuando estos estilos aparecieron y tuvieron su momento más álgido.

Figura 2. Porcentaje de versiones por géneros musicales a artistas de distintas generaciones. / Fuente: SecondHandSongs y Allmusic.org

De todas formas, si nos detenemos en el Pop/Rock, podemos ver que las versiones a artistas de los años sesenta constituyen sólo el 23%. En este caso, hay una distribución más equitativa y homogénea entre las distintas décadas en que fueron compuestas las canciones originales. Es más, si distinguimos entre las versiones realizadas por los artistas surgidos en las décadas de 1990, 2000 y 2010 (Figura 3), podemos ver claramente cómo los músicos y músicas de esta última década rompen el patrón y, por primera vez, versionan más a artistas coetáneos de la década del 2000 (22%) que a la generación de los años sesenta (16%).

 

Figura 3. Distribución del porcentaje de versiones de los artistas surgidos en las décadas de 1990, 2000 y 2010 a artistas pertenecientes a generaciones anteriores. / Fuente: SecondHandSongs y Allmusic.org

En la década de 2000, los grupos y artistas más versionados siguen siendo las figuras claves del Pop/Rock de los sesenta, con los Beatles, Bob Dylan y David Bowie a la cabeza. También se puede apreciar la aparición de figuras más recientes como Queen, Bruce Springsteen o Pink Floyd, pero aun así pertenecen a las alejadas décadas de los setenta y ochenta (Tabla 1).

Sin embargo, en la década de 2010 aparece una gran proporción de artistas surgidos en el siglo XXI entre quienes atraen más versiones. Por primera vez desde los años sesenta, los Beatles dejan de ser el grupo más versionado en favor de Taylor Swift, la cantante más influyente en la década de 2010. Junto a ella, aparecen también Justin Bieber, Ed Sheeran o Adele. Esto demuestra que no estamos solo ante la influencia de una artista concreta, sino que hay todo un cambio generacional que toma como referente a sus coetáneos y desplaza a las viejas glorias del Pop/Rock de los sesenta.


2000s 2010s
Nombre Sub-género Versiones Versiones % Nombre Sub-género Versiones Versiones %
The Beatles British Invasion 972 3,09% Taylor Swift Pop 208 1,58%
Bob Dylan Folk/Country Rock 549 1,74% The Beatles British Invasion 160 1,22%
David Bowie Soft Rock 237 0,75% Justin Bieber Dance 135 1,03%
Elvis Presley Rock & Roll/Roots 230 0,73% Ed Sheeran Singer/Songwriter 129 0,98%
Queen Hard Rock 194 0,62% Adele Pop 115 0,87%
Bruce Springsteen Hard Rock 180 0,57% Katy Perry Dance 111 0,84%
Bing Crosby Vocal 141 0,45% Rihanna Dance 101 0,77%
Pink Floyd Hard Rock 128 0,41% Maroon 5 Alternative/Indie Rock 91 0,69%
The Rolling Stones Hard Rock 122 0,39% David Bowie Soft Rock 90 0,68%
Ramones Punk/New Wave 121 0,38% Bob Dylan Folk/Country Rock 89 0,68%
TOTAL 31.481 TOTAL 13.167

Tabla 1. Ranking de los 10 artistas más versionados por cantantes de Pop/Rock surgidos en la década de 2000 y 2010. / Fuente: SecondHandSongs y Allmusic.org

En conclusión, las versiones entre artistas nos han permitido observar cómo cambian las influencias en la música a lo largo del tiempo y qué estilos o géneros musicales marcan la pauta en cada momento. Lo más interesante de este análisis es constatar indicios de que una nueva revolución musical está surgiendo en estos días. Liderada por Taylor Swift, una nueva generación de artistas Pop está convirtiéndose en la principal influencia de artistas de Pop/Rock actuales, y quizás para quienes vengan después.

La razón de este relevo generacional podría estar relacionada con la aparición de nuevos medios (YouTube, TikTok) y concursos de televisión (Idol, The Voice) que estarían popularizando a jóvenes artistas que optan por versionar a los ídolos de hoy en día. Aun así, debemos tener cautela con estos resultados ya que muchos de los datos necesitan más tiempo para ser consolidados, y la imagen que hemos visto de la generación del 2010 puede que en el futuro sea más completa y consistente.

 

* José Luis Ortega es investigador del CSIC en el Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA).

El clavo: la especia protagonista de la primera vuelta al mundo

Por Esteban Manrique Reol (RJB-CSIC)*

A principios del siglo XVI, se desató en Europa una verdadera vorágine por el descubrimiento de nuevas tierras y tesoros. Durante las décadas y siglos siguientes, una inmensa cantidad de información cartográfica, semillas de plantas tropicales, especias, plantas medicinales y, sobre todo, especímenes vegetales inundaron los gabinetes de historia natural y los jardines botánicos europeos. Una de las plantas más emblemáticas de este periodo fue el clavo de olor. Sin duda, tenía todos los componentes para ser protagonista de una película de aventuras: intriga, ambición, riqueza, misterio…

Las especias no solo fueron muy importantes económicamente hablando, sino que también sirvieron para impulsar el crecimiento y el desarrollo del conocimiento del mundo natural y de la ciencia botánica en particular. En los siglos venideros, especialmente durante el siglo XVIII, las expediciones a los nuevos territorios ya siempre incluirían a geógrafos, geólogos, botánicos y zoólogos, entre otros naturalistas, pertenecientes a los más prestigiosos gabinetes de historia natural y jardines botánicos. La descripción exacta de la planta o el animal para su posterior reconocimiento, así como de sus hábitats naturales, pasó a ser un elemento importante de las expediciones.

Mapa de las islas Molucas, 1594. / Petrus Plancius/Claesz

El árbol del clavo de olor –conocido popularmente como ‘clavero’ (Sizygium aromaticum)­– puede alcanzar los seis metros de altura y sus flores reúnen una serie de características (sabor, olor, capacidad de conservación de alimentos, propiedades medicinales) que hicieron que esta especia fuera ya objeto de comercio en la Antigüedad. Hay restos arqueológicos del III milenio a. C. en Terqa, Siria, que nos hacen pensar que entonces ya había un activo comercio de clavo de olor entre Oriente Medio, la India y las islas del sudeste asiático, de donde es originaria la planta.

La misteriosa procedencia del clavo

Sin embargo, y a pesar de que las referencias sobre el clavo dadas por Plinio el Viejo en el siglo I apuntaban hacia la India, el origen del clavo fue un misterio durante muchos siglos. Hay que tener en cuenta la cantidad de relatos fantasiosos que transmitían los viajeros en la época de las grandes expediciones. Y, para mayor confusión, se sabe que algunos mapas se falseaban a propósito.

Sizygium aromaticum. Köhler’s Medizinal-Pflanzen (vol II, 1890)

El clavo de olor o aromático es, de todas aquellas especias asiáticas que alcanzaban Europa, por la que se llegaba a pagar los precios más altos. Fluctuaba mucho, pero se dice que el precio del kilo de clavo se tasaba en oro. Había, pues, un gran interés en mantener oculta su procedencia. Ejemplo de ello es el Atlas Miller elaborado en Portugal hacia 1519, que mostraba datos falsos para impedir que otros navegantes, particularmente españoles, pudieran llegar al lugar de las especias.

A mediados del siglo XV, Niccolò Da Conti se convirtió en el primer europeo en informar con cierta precisión sobre la procedencia de la especia. Esta información fue presentada por el monje y cosmógrafo Fra Mauro en su obra maestra, el Mapamundi (1459). De alguna manera, Da Conti estaba poniendo en manos de los portugueses el comercio mundial de las especias y propiciando la caída del monopolio veneciano y otomano en la comercialización de los productos provenientes del Oriente.

Mapamundi o hemisferio circular del Atlas Miller (c. 1519)

El dominio portugués

A partir de 1511, los portugueses se establecieron definitivamente en Asia y así tuvieron acceso directo a los mercados y productos del Lejano Oriente. Pronto, Alfonso de Albuquerque intentó establecer relaciones amistosas con los gobernantes locales y alianzas comerciales con proveedores de drogas y especias, clavo en particular. En 1513 los viajes entre los puertos portugueses en Malaca (en la actual Malasia) y Ternate (islas Molucas, actual Indonesia) llegaron a ser regulares. Jorge de Albuquerque fue nombrado capitán general de Malaca en 1514. En enero de 1515 envió una misiva del rey de Ternate a Manuel I prometiendo lealtad al soberano portugués, y también envió un regalo peculiar: un tronco de árbol de clavo y una pequeña rama con algunas hojas y capullos de flores. A partir de este momento los portugueses conocieron en detalle el aspecto del árbol y con ello se hicieron con el control de la producción y el comercio de clavo de olor.

Eran pues las islas Molucas el misterioso lugar donde crecía de forma exclusiva (endémica) el árbol del clavo de olor, pero solo lo hacía en las montañas de cinco islas del archipiélago. En concreto, los mejores clavos eran los provenientes de la isla de Ternate.

De la primera vuelta al mundo a la expansión del clavo

La lucha por el comercio del clavo no había hecho más que empezar. De hecho, esta especia fue la protagonista absoluta de la primera vuelta al mundo. Fernando de Magallanes, tras la negativa del rey Manuel I a financiar un nuevo viaje a su cargo, pues Portugal ya tenía establecida una ruta por oriente para llegar a las islas de las Especias, presentó en 1519 a Carlos I su audaz plan de una ruta alternativa viajando hacia el oeste: fue la expedición de Magallanes y Elcano (1519-1522). Después del largo viaje transoceánico de tres años de duración, la nave Victoria retornó a Sanlúcar de Barrameda tras realizar la primera circunnavegación de la historia. Aunque Magallanes murió en Filipinas, regresaron Juan Sebastián Elcano y Antonio Pigafetta, relator del viaje. En el informe presentado al emperador, el cronista italiano incluía una muy clara descripción del árbol de clavo.

El navegante Fernando de Magallanes descubrió en 1520 el Estrecho de Magallanes, durante la expedición española a las Molucas. Cuadro del pintor chileno Álvaro Casanova Zenteno (1857-1939)

Posteriormente, debido a la relevancia económica de esta especia, franceses y holandeses consiguieron sacar semillas de clavero de las islas originarias e introdujeron la planta en otras áreas tropicales. Los primeros en plantar el árbol del clavo fuera de su lugar de origen fueron los franceses, quienes lo introdujeron en las islas Mauricio durante el siglo XVIII. Más tarde se introdujo en el suroeste de la India, Sri Lanka, Zanzíbar y Madagascar.

Propiedades químicas del clavo y su uso en la actualidad

Además de los capullos de flores aromáticos, hay otras dos partes del clavero que se utilizan como especias: los pedúnculos florales y los frutos. El aroma proviene de varios compuestos volátiles que constituyen el aceite esencial del clavo y que se obtiene por destilación en etanol. La composición en principios activos y aromas es compleja e interesante ya que es la especia que tiene más cantidad de eugenol, el principal principio activo del aceite esencial.

En relación a su peso seco, el clavo contiene entre el 15 y el 20% de aceite esencial, en el que el eugenol es el principal componente (entre el 85 y el 95% del aceite esencial). El eugenol también se encuentra en otras especias como la nuez moscada (miristicáceas) y la canela (lauráceas). El químico italiano Ascanio Sobrero (1812-1888), descubridor de la nitroglicerina, aisló el eugenol a mediados del siglo XIX y, a partir de entonces, se empleó en medicina. Una de sus mayores propiedades es la de ser un eficaz antioxidante. De ahí su utilización en la conservación de alimentos.

Hoy el clavo como especia se sigue usando ampliamente en todas las cocinas del mundo. Su mercado no ha disminuido desde el siglo XV, sino muy al contrario. Son muchos los trabajos científicos que han publicado estudios de las propiedades terapéuticas del clavo o de los componentes de su aceite esencial, principalmente del eugenol. El tipo y número de productos en los que se añade el clavo de olor o su esencia ha ido creciendo exponencialmente en todos los sectores, tanto en medicina como en cosmética y, por supuesto, en la alimentación.

 

* Esteban Manrique Reol es doctor en biología y actual Director del Real Jardín Botánico de Madrid (CSIC). Este texto es una adaptación del capítulo que firma dentro del libro de la colección Divulgación En búsqueda de las especias. Las plantas de la expedición Magallanes-Elcano (1519-1522) (CSIC-Catarata), coordinado por Pablo Vargas. El libro se presenta el jueves 13 de mayo de 2021 a las 12:00 horas en el Real Jardín Botánico, en un acto con entrada libre que también podrá seguirse online.

Células estrelladas: ‘agentes dobles’ en el hígado

Por Raquel Benítez Ruiz (CSIC)

¿Qué es una célula estrellada? ¿Cómo nos ayuda a mantener la salud del hígado? Y, sobre todo, ¿por qué a veces se desata y provoca más daño del que intenta reparar? Raquel Benítez Ruiz, investigadora del CSIC en el Instituto de Parasitología y Biomedicina ‘López Neyra’, nos lo cuenta en el vídeo y el relato que os presentamos a continuación. El audiovisual ganó la última edición del certamen ‘Yo Investigo. Yo Soy CSIC’, en la que participaron cerca de 100 investigadores e investigadoras predoctorales del CSIC. Si quieres descubrir el importante papel que las células estrelladas juegan en nuestro organismo, no te los pierdas.

UNA NOCHE CON LA CÉLULA ESTRELLADA

Ahí estaba yo, haciendo tiempo leyendo algunos artículos cuando de repente, aparecida de la nada, ahí estaba ella también. Como si de una película del agente 007 se tratase, me encontraba frente a una espía. Aunque de esta espía no había películas en la gran pantalla, sólo fotografías y más bien de tamaño reducido, muy reducido.

–Sí, sí, sí. Sé lo que estás pensando, que todos estos días de confinamiento te han vuelto loca. Y, la verdad, no te culpo, es una suposición bastante razonable.

La célula me hablaba a mí y os juro que, por más que me pellizqué, no despertaba de lo que yo pensaba que era una alucinación hiperrealista.

–Bueno, empecemos. Me llamo Estrellada, Célula Estrellada –me dijo mientras se acomodaba.

–¿Perdón? –Evidentemente yo seguía sin salir de mi asombro.

–Sí, mira, dejémonos de tonterías. La cosa es así, nos hemos cansado de que nuestro trabajo se lo atribuyan a otros y de que la gente aún no entienda quiénes somos o lo que hacemos. Así que he decidido darnos a conocer en profundidad y para la exclusiva te hemos elegido a ti, enhorabuena.

–¿Nos? –De normal suelo ser más locuaz, os lo aseguro.

–Nos, sí, las células implicadas en estas misiones. Hoy estamos algo lentas, ¿eh? –De verdad, a esta célula sólo le faltaba tener un cigarro para agarrarlo con sus ramificaciones a modo de manos y cruzar las ‘piernas’ para ser la viva imagen de esos individuos de peli policiaca antigua que tan seguros de sí mismos parecen en los interrogatorios.

–Pues sí, discúlpeme señora… Estrellada. Pero no todas las noches me encuentro con una célula en mi salón hablándome –dije empezando a recobrar algo de capacidad verbal.

–Bueno, pues va siendo hora de recuperarse de la sorpresa, que mi tiempo es muy importante y no estoy para tonterías. Mis compañeras ya me estarán echando en falta en el hígado.

–Entonces, ¿qué quiere que haga? –le pregunté.

–Creo que va a ser más rápido si yo hablo y tú apuntas, porque como tenga que esperar a que me hagas una entrevista con esa labia que tienes ahora, lo llevamos claro…

Decidí dejarme llevar por el momento y ya cuando despertase, si lo recordaba, me echaría unas risas con el sueño que aún creía estar teniendo. Aparté lo que tenía en la mesa, cogí un bolígrafo y empecé a anotar todo lo que empezó a contarme:

“Mi primera aparición pública se remonta al siglo XIX cuando fui descubierta por un famoso investigador llamado Kupffer. El caso es que, como es normal debido a mi importante labor, desde aquel momento el dosier que tienen sobre mí las agencias de espionaje ha ido engordando. Me han llamado de muchas formas, célula rica en vitamina A, célula Ito, lipocito, célula perisinusoidal, hasta célula almacén de grasa… Y sí, bueno, soy todo eso, pero me identifico más como Célula Estrellada hepática.”

La verdad, mirándola detenidamente tenía sentido. Mi interlocutora poseía una serie de elongaciones que partían de su cuerpo central y que le permitían tantear todo lo que tenía alrededor, recordando así a la figura estrellada que le daba nombre.

“Soy una agente de tipo fibroblasto y las misiones que mejor domino son las de fibrosis hepática.”

–Entiendo que entonces trabajas en el hígado, ¿no?, por lo de ‘hepática’ me refiero –le interrumpí.

–Correcto. Se me puede encontrar en una zona que se llama Espacio de Disse. Es una zona pequeñita dentro del hígado que está entre los hepatocitos y los sinusoides por los que discurre la sangre. Y cuando digo pequeñita evidentemente es a vuestra escala, para mí es todo un mundo. –El orgullo al hablar de su hogar se reflejaba claramente en su citoplasma. –El tema es que ahí yo me puedo enterar de todo y, si me dan el chivatazo de que algo está pasando, entro en acción.

–Espera un momento, antes me pareció escucharte mencionar a unas compañeras, ¿eso es que sueles tener colaboradores en tus misiones?

–Sí, muy bien, y eso que parecía que no estabas atenta. En mis misiones no estoy sola, cuento con la ayuda de otros agentes, mis compañeras celulares, los hepatocitos, los macrófagos, los linfocitos, las células endoteliales… Todas tenemos nuestro propio objetivo, pero siempre que es necesario colaboramos entre nosotras. En fin, déjame que continúe con mi historia que el tiempo apremia.

“El caso es que yo siempre me encuentro preparada y lista para actuar. En una situación normal, lo que sería dentro de un hígado sano, estoy en estado quiescente, es decir, tranquila y centrada en el almacenamiento de vitamina A. Sin embargo, si se produce un daño en el tejido hepático, la cosa cambia, me enfado, entro en modo combate y asciendo al rango de Miofibroblasto.”

Observé que cuando hizo mención a esto se empezó a remover en su sitio, no estaba cómoda con lo que ahora me iba a confesar.

“La verdad es que todas en algún momento hemos tenido algún enfado que se nos ha ido de las manos… Y me temo que yo no soy menos. El problema reside en que cuando yo pierdo el control al estar demasiado furiosa pues provoco más daño del que intento reparar y es cuando la fibrosis hepática se desarrolla.”

–Perdona que te vuelva a interrumpir, pero esto de la fibrosis que tanto mencionas, ¿en qué consiste? –Me sonaba el término, pero hasta ese momento no me había parado a pensar en qué era eso realmente.

–A ver, la fibrosis, en condiciones normales, es un proceso de cierre de heridas. Cuando se producen daños en el tejido, en este caso el hígado, por un ataque de enemigos como los maquiavélicos virus, como el de la hepatitis C, o agentes tóxicos, como el abuso de alcohol, o por una inflamación crónica que se infiltra en nuestro territorio, pues yo me activo y diferencio a Miofibroblasto. En este estado lo que hago, entre otras funciones, es generar matriz extracelular para reparar esa herida inicial. El problema viene cuando esto se me va de las manos y genero demasiada. –Se notaba que le afectaba profundamente y no se sentía nada orgullosa de ello. –Lo que provoco entonces es aún más daño el tejido y, si no recupero el control y la fibrosis progresa, se puede llegar a un fallo hepático, lo cual es terrible… Y, por eso mismo era necesario que te contara nuestra historia.

–Entiendo, pero ¿qué puedo hacer yo? –le pregunté.

–Pues lo que puedes hacer es divulgar a los cuatro vientos todo lo que te he contado. Es muy importante que el conocimiento se difunda e inspire tanto a investigadores como tú como a gente ajena a ese mundo. A los primeros, para que entiendan más sobre nuestra existencia y que así puedan encontrar tratamientos para curar los estragos que causo sin querer; y a los segundos, para que sepan lo que sucede en el interior de su propio cuerpo y lo esencial que somos todas y cada una de las células que les componemos.

–Está bien, eso haré –le prometí haciéndome cargo del que ahora era mi cometido.

–De acuerdo, pues ya me marcho. Estaré vigilando que cumplas tu misión igual que yo cumplo la mía. –Y tal cual dijo estas palabras se desvaneció en el aire de la misma sorprendente forma en que había aparecido.

Aún no sé si fue un sueño inducido por el calor de aquella noche o un delirio de mi desmedida imaginación. Pero de lo que sí estoy segura es de dos cosas, que por fin pude entender eso de la fibrosis hepática y que ya nunca olvidaría la noche en que conocí a aquella célula, la Célula Estrellada.