Deipnofobia, el miedo irracional y patológico a mantener una conversación durante la cena

Deipnofobia, el miedo irracional y patológico a mantener una conversación durante la cena

A todos nos ha tocado alguna vez acudir a alguna comida o cena con amigos, familia o compañeros (muy típicas durante las fechas navideñas) en las que todos hablan con todos y las sobremesas se alargan entre chupitos y alguna que otra copa de licor.

Pero no todo el mundo es feliz al tener que acudir a alguna de esas comidas o cenas, ya que entre el maremágnum de fobias que existen y afectan a un buen número de personas nos podemos encontrar con la ‘deipnofobia’, la cual se define como un miedo irracional y patológico a mantener una conversación durante una cena, comida o sobremesa.

No hay una respuesta lógica al porqué les ocurre esto a los deipnofóbicos, aunque algún especialista señala que algunos de ellos podría estar originado en la niñez debido a tener que seguir algún tipo de estrictas normas de comportamiento a la hora de sentarse a la mesa.

Al contrario de lo que pueda parecer, aquellos que padecen de deipnofobia no tienen por qué ser personas introvertidas. No es una cuestión de timidez, sino de angustia por el hecho de tener que asistir a uno de esos actos sociales y que exista la posibilidad de tener que dar conversación a los que están a su alrededor.

Tampoco tiene nada que ver la formación y el nivel cultural que tenga, ya que tal y como indico en el título del post se trata de un miedo irracional y pueden estar muy cualificados para hablar de cualquier tema, pero son incapaces de hacerlo en ese entorno.

Los deipnofóbicos suelen inventarse diferentes excusas para no acudir a eventos sociales en los que hay que sentarse alrededor de una mesa: falta de apetito, otro compromiso, encontrarse mal, un contratiempo… De no tener más remedio que ir suelen sentarse en una de las puntas (donde menos personas le rodean) o junto a comensales que saben que no les van a dar/pedir conversación.

 

Lee en este blog más posts sobre otras curiosas fobias

 

Fuente de la imagen: penelopejonze (Flickr)

5 comentarios

  1. Dice ser Antonio Larrosa

    Muchos no hablan porque piensan que los otros se lo van a comer todo.

    Clica sobre mi nombre

    22 diciembre 2014 | 11:51

  2. Dice ser Dkv

    Yo conozco casos que es al contrario. No saben estar comiendo o en público en silencio y hablan hasta por los codos http://goo.gl/HEOYrY

    22 diciembre 2014 | 12:08

  3. Dice ser Kike

    Os falta los «nadafobia» que son los que no tienen ninguna de las miles de fobias modernas por miedo a que te clasifiquen como a un loco perturbado

    22 diciembre 2014 | 16:34

  4. Dice ser manuel

    Tiene razón Antonio: Una vez que empiezan las «hostilidades» lo mejor es no hablar, como Montalbano. Existe una relación lienal proporcional e inversa que establece que cuanto más hablas menos comes.

    22 diciembre 2014 | 19:04

  5. Dice ser Miguel Salazar Vallejo

    DEIPNOFOBIA, EL MIEDO A LA CENA DE NOCHEBUENA
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    …Mire usted, querido Alfred, yo creo que todos somos un poco deipnofóbicos en estas fechas tan entrañables. Sobre todo durante la cena de Nochebuena. Cena pedestre donde las haya. Con hartazgo de carnes, vinos y familiares de la esposa que a uno no le petan nada. La eterna suegra, los cuñadísimos, la cuñada intrigadora. Luego están los niños por partida doble: los de un servidor (muy activados esa noche, corredores, gritosos, las caras congestionadas por el jersey y la calefacción) y los ajenos (primillos, sobrinillos, vecinillos, registradores de cajones, sisadores de monedas). Ya conoce usted el dicho aquel de que “una casa con familiares es como una colmena con abejas”. Todas molestan, todas pican.
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    …Creo que fue John Bowring quien dijo que “una familia feliz no es sino un paraíso anticipado”. Pues bien, al señor Bowring debían de haberlo colgado de las pelotas por dicha frasecita. Ese maldito puritano apenas aguantó a la suya; sus traducciones, libros y viajes por el mundo entero se lo impidieron. Ahora, eso sí, la frase nos la clavó a los demás como clava el aguijón las avispa africana. No se puede ser más cínico, señor Alfred. Para quienes estamos perennes en el hogar conyugal como las hojas en los madroños y tenemos que soportar a la familia propia y a la ajena, a la familia de la mujer, en todos los grandes eventos anuales, la familia feliz no existe como tampoco existe el paraíso. Maldito puritano…
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    …Usted, querido Alfred, por error o queriendo anticiparse al 28 de diciembre, ha ilustrado su post con una foto que no puede estar más alejada de la realidad española. Nos ha colocado, no a una familia convencional de Móstoles o Albacete sentados a una mesa repleta de productos cárnicos y presidida al fondo por un señor con gafas ahumadas, normalmente de edad provecta, llámese el abuelo o suegro, vestido de negro y con el característico olor a alcanfor, sino a una saludable pandilla de amigos judíos. Jóvenes, sonrientes, vegetarianos, aguadores (ellas, guapísimas; ellos, espabiladísimos), escuchando música «New age» y a la espera de que, la noche, los deje en la penumbra de unas tímidas velas. Eso, mi querido amigo, no es la cena de Nochebuena en España, eso es otra cosa. Así es imposible que alguien tenga deipnofobia.
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    …La deipnofobia se tiene en nuestra cena de Nochebuena, esperando la llegada de los familiares. La mujer nerviosa, los villancicos sonando en la tele toda la santa tarde, la casa iluminada, la calefacción puesta, el horno encendido, en la mesa medio sueldo en mariscos e ibéricos. Y después, apretados todos en torno a la mesa, el mantel de hilo, la cubertería blanca recién sacada del mueble.
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    …La deipnofobia es ver a mi suegro comiéndose mi lomo embuchao, mientras mancha el sillón nuevo; a mis cuñados bebiéndose los botellines de 2 en 2; ver entrar a un novio de mi hija, raro, tragón y con unas barbas repulsivas de buscador de oro yanqui; a mi nuera permanentemente encapsulada en el cuarto de baño; a la abuela registrando la cocina y comiéndose ella solita medio queso semicurado, a cuenta de una extraña dieta; a mi cuñado descorchando sin permiso otra botella de marca… Luego están las conversaciones falaces de política, de fútbol; la manía del abuelo de sorber la sopa de picadillo y de comerse la fruta con pan, la rapidez de la nuera pelando gambas, los gases de mi suegra, etc. Eso es la deipnofobia, amigo Alfred. Eso es el miedo a la cena de Nochebuena.

    23 diciembre 2014 | 2:09

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