¿Cómo publicar tu novela histórica?

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Por José Manuel Aparicio | Escritor, autor de Banderizos, premio de Novela Histórica Ciudad de Úbeda 2015 y editor y consultor editorial en Rubric | @Escritor_JMA | Artículo del taller de novela histórica de XX Siglos que José Manuel está haciendo en este blog con carácter mensual y que termina con esta entrada.

Entregas anteriores: la idea | los personajes | la actitud | el método  | la estructura | errores | recomendaciones

Antes de entrar en materia, quisiera recordar algo que mencioné en la primera entrega de este cursillo; la mayor parte de lo que habéis leído es obra de Ramón Alcaraz García, gran amigo y excelente profesor de narrativa en Rubric. La persona que me ha enseñado la mayoría de lo que sé sobre la profesión de escritor. Yo lo he completado con mi conocimiento y experiencia, pero el mérito es en gran medida suyo. Sea esta mención un homenaje al noble oficio de la enseñanza, que permite que unos vayamos aprendiendo de otros. Y ahora, sin más dilación, ¡hablemos sobre publicar tu novela histórica!

Las ideas no tienen dueño, no existen hasta que no les damos forma, nuestra forma, ni siquiera están sujetas a la propiedad intelectual. Las ideas hacen felices a quienes las crean; y si les das forma es cuando podrán hacer felices a mucha más gente. Piensa en aquellos lectores que, como tú, disfrutan imaginando otras épocas. Tú, como escritor, serás para ellos lo más parecido a una máquina del tiempo. La forma que damos a una idea sí tiene un dueño, un creador, existe y está sujeta a los derechos de la propiedad intelectual, que pertenecen a su autor.

El trabajo con una novela histórica nos ha llevado mucho tiempo y esfuerzo, por lo que es importante no arriesgarnos a que alguien nos copie o se apropie indebidamente de nuestro trabajo. Son días, meses, años dedicados no solo a estructurar y escribir, sino a documentarse en profundidad, consultar fuentes, confrontar hipótesis históricas, etc. Cuando pienso en mis propias novelas históricas ya finalizadas (acabo de terminar la segunda) y en las que tengo planeadas, me doy cuenta del tiempo que he dedicado a cada una y el que tendré que destinar a las siguientes. Eso hay que protegerlo. Por eso es importante que registremos nuestra novela. Antes de que salga de nuestras manos, de que nadie la lea, hemos de ir al Registro de la Propiedad Intelectual, es un trámite sencillo y económico, que nos da tranquilidad.

Una vez que la obra está registrada, varios son los caminos para publicarla. En realidad, publicar una novela no es lo que buscamos, sino que así la va a poder leer gente, eso sí nos interesa. Sin embargo, antes de que la pueda leer el público en general, va a pasar por otros lectores, decisivos para dar ese paso de ver el libro impreso. Es bueno que, antes de pensar en publicar, selecciones a varios lectores cero de tu confianza, con criterio, para que lean tu novela y te den su opinión. Eso es especialmente relevante en novela histórica, donde, a pesar de haber “ficcionado”, tendremos que haber construido una ambientación histórica creíble. Por eso, mejor aún si entre dichos lectores cero hay al menos dos muy aficionados al género histórico. Si algo chirría, es probable que se den cuenta. Yo, por ejemplo, siempre doy a leer mis novelas a cinco lectores de diferentes perfiles, siendo dos de ellos del que te acabo de recomendar. Ah, y no busques demasiadas palmaditas en la espalda: para ti la función de los lectores cero debería ser la de indicarte aquello que les gusta y les convence y aquello que no. Solo así aprenderás y mejorarás.

Los caminos para la publicación son: los agentes literarios, las editoriales tradicionales, los certámenes y la autoedición. No nos engañemos, publicar en una editorial tradicional es muy complicado, y publicar una primera novela es aún más complicado. Pero no hay que desanimarse. Lo importante es que, como ves, hay diferentes posibilidades para ver tu obra publicada, algunas más complejas y otras más accesibles. También te aconsejo ser cuidadoso en la selección de opciones y no enviar tu obra a diestro y siniestro sin haberte informado de a quién se la mandas y su reputación. Sobre este particular, con la venia de David Yagüe, me extenderé en otro momento, ya que el tema va más allá de la novela histórica y ha de ser tenido en cuenta para todo tipo de obras.

Un error frecuente es enviar la novela a editoriales que no editan el género histórico, con lo cual no es que rechacen nuestra obra en concreto, es que ni siquiera la habrán tenido en consideración por no ajustarse a su línea editorial.

Y si hablamos de certámenes, nunca condiciones ni modifiques tu novela para que te “cuadre” con las bases de un determinado premio literario. Tu novela requiere la extensión y características que le dan tus ideas, estructura y desarrollo, ni más ni menos. Sé honesto contigo mismo y con tu obra, de la misma forma que no debes imponerte plazos ni tener prisa para llegar a tiempo a una convocatoria. Y una vez terminada tu novela, sin ningún condicionamiento externo, es cuando ya podrás ponerte a buscar bases que se ajusten a tu libro, no ajustar tu libro a unas bases.

Ahora imagina que ya has publicado tu novela y ha llegado a los lectores. Bien, tan importante como superar el rechazo es asimilar el éxito. Habrá a quien le guste más y a quien le guste menos. Todos los comentarios que recibas debes emplearlos en tu beneficio, para reafirmarte o para seguir mejorando. Descarta solo aquellos que sean destructivos. No olvides que lo que te apasiona es escribir, todo lo bueno que consigas es una consecuencia de eso. Cada pasito, sea el que sea, es un gran avance personal.

Y recuerda algo muy importante: con la primera novela suele ser con la que más se aprende (tanto lo que debemos hacer como lo que no debemos hacer), y es el inicio para que cada novela nos forme como escritores y nos enseña siempre algo nuevo.

Espero, querido amigo/a, que este modesto cursillo te haya servido como guía y acicate para escribir tu novela histórica. Dedícale el tiempo que merece, mantén la ilusión en todo momento y… ¡disfruta! Las cosas hechas con cariño y paciencia acaban funcionando. ¡Suerte y a escribir! ¡Salve, escritores!

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