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El proxenetismo y la realpolitik de la izquierda

«La ley para prohibir el proxenetismo es una norma prohibicionista y no arreglamos los problemas sociales prohibiendo» afirmaba rotunda Yolanda Díaz en una entrevista en TVE. Dentro de Sumar hay diversidad de opiniones, decía Díaz. Dentro de Sumar hay personas que darían apoyo a la propuesta de ley y otras que no. Sin embargo, ganó el no, ganó la parálisis. Ayer la ley contra el proxenetismo fue tumbada una vez más.

La afirmación de Díaz que los problemas sociales no se solucionan con prohibiciones es más que cuestionable como demuestran las leyes que prohibieron conducir sin cinturón de seguridad, las que prohibieron fumar en el lugar de trabajo, las que prohibieron usar el móvil en centros escolares… Todas estas leyes han marcado un antes y un después del problema social, reduciendo sus consecuencias negativas de forma drástica. La prohibición y la sanción fuerzan un cambio cultural hasta que la cultura lo integra y entonces, pasa a verse como algo lógico y justo.

(UNSPLASH)

Sin embargo el escollo para aprobar la ley es un tema de principios. Para Sumar la prostitución es un trabajo. Entonces en lugar de centrarse en erradicar un problema social, se inclinan por afirmar a las prostitutas, en la venta de su cuerpo y alma. Abogan por dignificar el trabajo sexual. Países que han caminado por esta senda legalizando la prostitución, como Holanda o Alemania son la prueba de que este enfoque es un fracaso. No solo no mejora las condiciones de trabajo de las mujeres, sino que promueve la proliferación de la prostitución, incluida la infantil, aumentando el número de víctimas. Además, la legalización de la prostitución celebra al putero normalizando su conducta.

El debate parlamentario de ayer sobre la ley de abolición de la prostitución fue estéril. La realpolitik ocurre en otros espacios, y es que Sumar no iba a apoyar la ley ya estaba pactado con el PSOE en palabras de Díaz. Mientras la comparsa política se toma su tiempo en la torre de Babel del congreso, la cultura del puterío campa a sus anchas. Las prostitutas, la gran mayoría mujeres migrantes vulnerables, siguen con aquello que por definición no es un trabajo, pues para realizarlo tienes que drogarte. Sin papeles, sin derechos y sin voz siguen aguantando hasta que enferman, siguen aguantando hasta que alguien las agrede o las mata, siguen aguantando hasta que mueren como un kleenex usado muchas veces, arrojadas a la cuneta de la existencia.

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La actividad más peligrosa del mundo

Leo impávida sobre Jorge Ignacio Palma el asesino de mujeres de Valencia. Jorge Ignacio  se dedicaba a drogar, abusar y matar a mujeres. Esta era su práctica hasta que le detuvieron. ¿Pero a qué tipo de mujeres? Mujeres que ejercían la prostitución. Los asesinos son malos pero no estúpidos. Por eso, buscan a víctimas vulnerables y en este numeroso grupo se encuentran las prostitutas. Ejemplos estremecedores son los de Gary Ridgway, el estrangulador de Suffolk o el destripador de Yorkshire por nombrar algunos.

Que la prostitución es la actividad más peligrosa del mundo lo aprendí durante el año del máster en género y política social que cursé en Londres. Las personas que la ejercen están en mayor riesgo de ser víctimas de crímenes violentos, como atestiguan estudios sobre la industria sexual. ¿Por qué? En palabras de mujeres que se han visto envueltas en esta actividad: “Estar con una prostituta es como tomarse un café, cuando te lo lo has bebido, desechas la taza”. Por esta razón cuando ejerces (la prostitución) “Les das lo que te piden y rezas para que no te maten”.

Algunas leyes nos ayudan a evolucionar, creando unas nuevas reglas del juego. Así fueron las leyes limitando los horarios de trabajo, las condiciones de los trabajadores, la prevención de riesgos laborales, la normativa contra el bullying o el acoso sexual. La proposición de ley del PSOE, conocida como Ley abolicionista, contempla la reforma del Código Penal para prohibir el proxenetismo en todas sus formas y castigar también el lucro por alquilar el espacio donde se prostituye la persona. Aunque la ley es incompleta, como tantas leyes cuando nacen, es un punto de partida valiente. Lo es porque convierte a un acto normalizado culturalmente en un acto criminal. También porque pone el foco en la oferta de la industria y no en la persona que se prostituye. De este modo, sienta las bases para desarticular el sistema implicado en la explotación sexual y su obsceno lucro económico, como detalla sin tapujos el documental Chicas nuevas 24 horas de Mabel Lozano.

Miles de personas se manifiestan en Madrid contra la prostitución. / Europa Press

Sin embargo, la realidad de la prostitución, como cualquier otra, se basa en cuatro dimensiones: la cultura que normaliza el mercadeo de cuerpos como productos desechables; los motivos personales que empujan a las personas a este mundo, tanto a alquilar cuerpos como a vender el propio; los actos que tienen lugar y el daño que causan; y el sistema que asegura que todo ocurra.

La propuesta de ley ha decidido atacar al sistema. En sucesivos pasos se tendrán que abordar las otras dimensiones. Y también considerar tanto el corto como el largo plazo, por ejemplo, ayudando a reintegrarse socialmente a las miles de mujeres que saldrán de esta “industria” como enfatiza la activista Rachel Moran. En fin, un trabajo colosal, pero como rezaba Lao Tse hace 2500 años, un viaje de mil leguas comienza con un solo paso. Y este primer paso es un paso audaz.

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