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Nos fuimos a dormir machistas, nos levantamos feministas. Lecciones del caso Alves

La percepción social cambia de forma progresiva y después de forma súbita. Me vienen a la mente las palabras de Amos Adams, activista social contra la esclavitud en EEUU: “Nos fuimos a dormir una noche con antiguas costumbres, conservadores (···) y nos despertamos abolicionistas radicales”. En España, y en gran parte del mundo occidental, a la luz del movimiento #metoo y demás cambios político-sociales, podríamos decir: “nos fuimos a dormir una noche convencidos que las mujeres eran seres inferiores y nos despertamos convencidos de la igualdad entre todas las personas”, lo que vendría a ser: “Nos fuimos a dormir machistas y nos despertamos feministas”.

El feminismo en España y su acción política es un movimiento que ha contribuido significativamente a la forma en cómo se perciben y tratan hechos que antes se habrían invisibilizado. Esto explica que caso Rubiales no solamente no fuese tapado sino que tuviese serias consecuencias. El mismo cambio sociocultural facilita que el proceso Alves por presunta violación tenga un tratamiento judicial y mediático, con un respeto a la víctima y unas medidas cautelares sin precedentes.

LOS DERECHOS NO SON SUFICIENTES

Los avances sociales promovidos por el feminismo de la igualdad son reales y al mismo tiempo, uno de sus flacos favores es generar la ilusión especialmente entre mujeres jóvenes que el discurso de los derechos las protegerá. El discurso de los derechos y el desarrollo de leyes son necesarios, disuasorios en parte, facilitan el cambio de mentalidad y generan consecuencias una vez el delito ha tenido lugar. Por ejemplo, facilitan el juicio a Alves como presunto violador. Sin embargo, en caso de demostrarse el delito, el grave daño físico y psicológico de la víctima es irreversible, algo que las medidas legales no pueden remediar.

Dani Alves declara sin esposar en el juicio por delito de agresión sexual.
EUROPA PRESS/D.Zorrakino. POOL

Por este motivo, es necesario complementar al discurso de los derechos del feminismo de la igualdad con el discurso del feminismo de la diferencia. El feminismo de la diferencia reconoce la diferencia entre hombres y mujeres y defiende que las mujeres ocupen un espacio social propio, más allá de emular espacios y formas de hacer masculinos. Esta corriente también reivindica el valor de la maternidad y el cuidado, transmitiendo a las nuevas generaciones de mujeres jóvenes, lecciones ancestrales a la luz de datos actuales, como las recogidas por Louise Perry en su imprescindible libro, que reproduzco aquí:

  • No te fíes de ninguna persona ni ideología que te presiona para que no hagas caso de tu intuición moral.
  • La caballerosidad es, en realidad, algo bueno. Todos tenemos que controlar nuestros deseos sexuales, especialmente los hombres, dada su mayor fuerza física y, de media, su más alta libido.
  • A veces (aunque no siempre) se puede identificar fácilmente a los hombres sexualmente agresivos. Existe un puñado de rasgos de personalidad que son comunes en ellos: impulsividad, promiscuidad, hipermasculindad y antipatía. La combinación de estos rasgos debería ponerte en guardia.
  • Hay que huir de los hombres que se excitan con la violencia, usen o no el vocabulario de las prácticas de dominación y sadomasoquismo para justificar su comportamiento. Si pueden mantener una erección mientras golpean a una mujer, no es seguro quedarse con ellos.
  • Los talleres sobre consentimiento son, en su mayoría, inútiles. El mejor modo de reducir la incidencia de violaciones es reduciendo las oportunidades de que potenciales violadores puedan actuar. Esto se puede conseguir manteniendo en prisión a los violadores condenados o limitando su acceso a víctimas potenciales.
  • La categoría de personas que con más probabilidad van a ser víctimas de estos hombres es la de mujeres jóvenes con edades comprendidas entre los trece y los veinticinco años. Todas las chicas y mujeres, pero particularmente las de estas edades, deberían evitar estar a solas con hombres a los que no conocen o con hombres que les dan miedo. No hay que hacer caso omiso al instinto: normalmente se dispara con alguna alerta que merece ser escuchada.
  • Emborráchate o drógate en privado con amigas en lugar de en público o en compañía mixta.
  • No uses aplicaciones de contactos. Las amistades mutuas pueden servir para conocer el historial y castigar las malas conductas. Las aplicaciones de contactos, no.
  • Abstenerse de tener sexo con un novio nuevo durante, al menos, unos meses es un buena forma de averiguar si va en serio contigo o si simplemente está buscando acostarse contigo.
  • Ten sexo con un hombre solamente si crees que va a ser un buen padre para tus hijos, no porque necesariamente tengas la intención de tener hijos con él, sino porque esta constituye una buena regla de oro para decidir si merece o no tu confianza.
  • El matrimonio monógamo es, de lejos, la base más estable y fiable sobre la que construir una familia.

La presunta víctima de Dani Alves está demostrando un gran coraje y determinación yendo adelante con el juicio frente a la presión mediática, la revelación de su identidad y las múltiples ofertas que ha recibido para retirar la denuncia. Su testimonio y todo el proceso son avisos a navegantes de que, por fortuna, corren malas épocas para las culturas de violencia. Al mismo tiempo, las mujeres, especialmente las jóvenes, tienen que abrir los ojos a los riesgos reales de la violencia sexual, frente a la cual, los derechos no tienen la capacidad de protegernos y sin embargo nuestra intuición y lecciones ancestrales, sí.

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Contra la revolución sexual

El verano antes de embarcarme en un máster de género y política social hace dieciséis años, pregunté por una lectura preparatoria. Me recomendaron leer Gender Trouble de Judith Butler. Al empezarlo a leer, me entró un sudor frío. ¿Qué diablos era aquello? Algo muy denso, retorcido y teórico. Por suerte, la parte de política social del máster me permitió pasar de puntillas por teorías sesgadas como la de Butler, para ahondar en los retos acuciantes de la mitad de la población del mundo.

Las políticas feministas y de igualdad de los últimos años han tenido un efecto variado. Mientras que muchas han sido sus contribuciones, los efectos de cualquier acción tienden a ser complejos y a menudo ambivalentes. Sin ir más lejos, tomemos la Ley del solo sí es sí. Una ley pensada para favorecer a las mujeres que han sido víctimas de violencia sexual, a día de hoy, cuenta con 721 rebajas a agresores sexuales y 74 excarcelados.

Una de las lecturas que me han inspirado recientemente ha sido Contra la revolución sexual de la periodista Louise Perry. A través de sus investigaciones y experiencia en un centro de atención a víctimas de violaciones cuestiona sin tapujos los dudosos beneficios que el feminismo liberal ha traído a las mujeres. En concreto, enfatiza la forma en cómo al minimizar las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, ha proyectado en las mujeres un modelo de sexualidad – y yo añadiría de trabajo, de relaciones y de familia – masculino.

(Charles Deluvio, UNSPLASH)

Este modelo de sexualidad basado en la pornografía campa a sus anchas entre los jóvenes gracias a internet, siendo un 75% de hombres y un 35% de mujeres que la consumen antes de los 16 años. Este consumo está relacionado con un aumento de conductas de riesgo como sexo sin preservativo, el intento de sexo en grupo y sexo con desconocidos. Sin olvidar los vínculos de la industria del porno con la prostitución y la explotación sexual de mujeres vulnerables y niñas.

Perry argumenta que el marco dominante de sexualidad marcado por las relaciones casuales y la pornografía, no solo no es empoderador para las mujeres, sino que resulta desfavorable para ellas, más expuestas y desprotegidas que los hombres. Como respuesta a ello, invita a las mujeres y a todos a: «Fijarnos en las estructuras sociales que ya han demostrado su eficacia en el pasado y compararlas entre sí, en lugar de compararlas con alguna alternativa imaginada que jamás ha existido y que probablemente jamás vaya a existir. El impacto de la píldora llevó a los liberales sexuales a la presuntuosa creencia de que nuestra sociedad podía quedar libre de la opresión de las normas sexuales y que podía funcionar sin problema. Los últimos sesenta años han demostrado que esa creencia era equivocada.»

Y continúa deliberadamente: «Tenemos que volver a levantar las barandillas sociales que se han derribado. Y, para ello, tenemos que empezar por lo más evidente: el sexo se debe tomar en serio. Los hombres y las mujeres son diferentes. Algunos deseos son malos. El consentimiento no es suficiente. La violencia no es amor. El sexo sin amor no empodera. Las personas no son productos. El matrimonio es bueno. Y, sobre todo, haz caso a tu madre».

Una valiente y retadora perspectiva.

 

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¿Por qué la queja justificada a raíz de lo que «es normal» te hace daño?

Hace poco facilité varios talleres online sobre Diversidad e Inclusión para un grupo empresarial europeo. El taller era una combinación de nociones, casos prácticos, diálogo y reflexiones, a través del cual expandir la comprensión de lo que es ser humano y aprender a relacionarse desde ese lugar en el trabajo.

Que las personas que habitamos este planeta somos diversas es una realidad. Todos somos diferentes. En los últimos años hemos pasado a esforzarnos para encajar en las organizaciones en las que trabajamos a que las organizaciones – generalizando por supuesto – se esfuercen para dar la bienvenida a nuestra diversidad. ¿Por qué? Pues por muchos motivos. Porque los trabajadores están más motivados, para retener el talento, para generar una mejor experiencia del consumidor y un largo etcétera.  En uno de estos talleres, un participante levantó la mano virtual para comentar el anuncio de Guiness que nunca deja indiferente. Dijo: “este clip me hace pensar que lo normal ha muerto”. Se creó un silencio y me dije que ya había hecho mi trabajo.

Lo normal ha muerto. Ya no estamos obligados a vestir igual, ni a ser heterosexuales, ni a estar delgados. El cliente no siempre tiene la razón. Callar cuando alguien hace un chiste sexista u homófobo es opcional. La crianza de los hijos es negociable. La discapacidad no es una verdad incómoda. El racismo y el clasismo son retados cada día. Y el maltrato de la mujer ha dejado de ser un factor cultural para ser un delito. ¿Existe una noticia mejor? Tendríamos que estar todos en la calle celebrándolo a gritos.

(Samuel Regan, UNSPLASH)

“Lo normal” es una prisión, que ya ha asfixiado a demasiadas almas. Pero además “lo normal” es una trampa psicológica con un señuelo llamado “queja justificada”. La queja justificada nace cada vez que miras a tu vida y la comparas con lo normal. Y a cualquier desviación de “la norma” te sientes legitimado a quejarte. Por ejemplo:

  • “¿Pero cómo puede ser que no me haya presentado a su pareja siendo yo su amiga? Todos sabemos que lo normal sería…”
  • “Lo normal es que la mayoría de personas sean heterosexuales, si mi hija es lesbiana pues me siento con derecho a la queja”
  • “Lo normal es que tu esposa te dedique atención, lo raro es que se pase cada tarde hablando con sus hermanas y pasando de mi, su marido. ¡Claro que estoy ofendido!””

Da igual que las quejas se verbalicen on no. Si albergas en ti la queja en relación a algo que es “lo normal” estás abriendo las puertas a un pensamiento que infunde en ti un estado de ánimo destructivo: te hunde en la miseria o te cabrea sin remedio, con todos los matices de por medio. Y en ambos casos, te dejas convertir en una pobre y desvalida víctima – que por supuesto no eres.

Como siempre la elección está en tus manos. Caer en la maldita trampa de lo normal y su estúpida amiga “queja justificada” o simplemente recibir una realidad inesperada y preguntarte: ¿Cómo puedes aceptar lo que es, incluido el dolor que sientes, sin albergar ningún pensamiento, ni justificación? ¿Cómo puedes transformar la queja en un deseo que no obligue al otro a ser de un modo diferente? ¿Qué diablos puedes hacer (que no sea quejarte)?

Toma nota porque si que lo normal haya muerto es una buena noticia, la queja justificada no y ya sabes por qué. Cada momento que pasas con ella te mata un poco.

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La actividad más peligrosa del mundo

Leo impávida sobre Jorge Ignacio Palma el asesino de mujeres de Valencia. Jorge Ignacio  se dedicaba a drogar, abusar y matar a mujeres. Esta era su práctica hasta que le detuvieron. ¿Pero a qué tipo de mujeres? Mujeres que ejercían la prostitución. Los asesinos son malos pero no estúpidos. Por eso, buscan a víctimas vulnerables y en este numeroso grupo se encuentran las prostitutas. Ejemplos estremecedores son los de Gary Ridgway, el estrangulador de Suffolk o el destripador de Yorkshire por nombrar algunos.

Que la prostitución es la actividad más peligrosa del mundo lo aprendí durante el año del máster en género y política social que cursé en Londres. Las personas que la ejercen están en mayor riesgo de ser víctimas de crímenes violentos, como atestiguan estudios sobre la industria sexual. ¿Por qué? En palabras de mujeres que se han visto envueltas en esta actividad: “Estar con una prostituta es como tomarse un café, cuando te lo lo has bebido, desechas la taza”. Por esta razón cuando ejerces (la prostitución) “Les das lo que te piden y rezas para que no te maten”.

Algunas leyes nos ayudan a evolucionar, creando unas nuevas reglas del juego. Así fueron las leyes limitando los horarios de trabajo, las condiciones de los trabajadores, la prevención de riesgos laborales, la normativa contra el bullying o el acoso sexual. La proposición de ley del PSOE, conocida como Ley abolicionista, contempla la reforma del Código Penal para prohibir el proxenetismo en todas sus formas y castigar también el lucro por alquilar el espacio donde se prostituye la persona. Aunque la ley es incompleta, como tantas leyes cuando nacen, es un punto de partida valiente. Lo es porque convierte a un acto normalizado culturalmente en un acto criminal. También porque pone el foco en la oferta de la industria y no en la persona que se prostituye. De este modo, sienta las bases para desarticular el sistema implicado en la explotación sexual y su obsceno lucro económico, como detalla sin tapujos el documental Chicas nuevas 24 horas de Mabel Lozano.

Miles de personas se manifiestan en Madrid contra la prostitución. / Europa Press

Sin embargo, la realidad de la prostitución, como cualquier otra, se basa en cuatro dimensiones: la cultura que normaliza el mercadeo de cuerpos como productos desechables; los motivos personales que empujan a las personas a este mundo, tanto a alquilar cuerpos como a vender el propio; los actos que tienen lugar y el daño que causan; y el sistema que asegura que todo ocurra.

La propuesta de ley ha decidido atacar al sistema. En sucesivos pasos se tendrán que abordar las otras dimensiones. Y también considerar tanto el corto como el largo plazo, por ejemplo, ayudando a reintegrarse socialmente a las miles de mujeres que saldrán de esta “industria” como enfatiza la activista Rachel Moran. En fin, un trabajo colosal, pero como rezaba Lao Tse hace 2500 años, un viaje de mil leguas comienza con un solo paso. Y este primer paso es un paso audaz.

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Sumisión química: la nueva cara de las violaciones. ¿Cómo protegerte (y proteger a las mujeres de tu entorno)?

“Soy una estudiante Erasmus en Vigo y el sábado fui con unos amigos a Ferré una discoteca cerca del Arenal. Recuerdo que estaba bailando con unas amigas y de repente no recuerdo nada. Hasta la mañana siguiente, cuando me desperté con un chico, pregunté al tío que estaba pasando, y él me dijo que tenía que tomar la píldora del día después porque el condón se rompió.” Ferré. Arenal – Vigo.

“Fui a un concierto de rock con muy poca gente. Fui con un colega, cenamos, bebí dos copas de vino y en la sala un camarero nos invitó a un chupito. Todo bien. Al ratito nos llamó para un segundo chupito. Bebí tan feliz, a los diez minutos si llega me fui al baño, no veía más allá de un metro, fatal…mi colega se dio cuenta y en la puerta del baño de chicas, dos maromos que no lo dejaban pasar, mi amigo es un pan pero intimida, los amenazó y lo dejaron sacarme de allí”. Razzmatazz- Barcelona

“ Llevo con este sentimiento y pensamientos desde la noche de Halloween. Sentimiento de culpabilidad, de quizás haber bebido de más, pero no es la primera vez que bebía, me tomé dos copas, a partir de las 3 de la mañana tengo una laguna de doce horas hasta las tres de la tarde. Ni un solo recuerdo, no me ha pasado nunca. Me despierto desnuda, sin constancia de absolutamente nada de lo que ha pasado, al menos estoy en mi casa pero tengo la sensación de que no he dormido sola y así es.” Malababa. Alpedrete – Madrid

Llego a estos testimonios reales después de topar con un alarmante dato del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses: de las 2.054 agresiones sexuales a mujeres registradas en España, más del 70% (1.520 casos) se cometieron con la víctima bajo sumisión química. Más de un 70%!!!! Al menos 7 de cada 10 mujeres agredidas sexualmente, lo ha sido bajo sumisión química.

Existen dos tipos de sumisión química la primera es cuando el agresor aprovecha que la víctima está bajo los efectos del alcohol o las drogas para agredirla sexualmente. La segunda es premeditada, agresor quien proporciona a la víctima sin su consentimiento alguna sustancia, normalmente en la bebida que esté tomando. Aunque no existen datos exactos de porcentajes de un tipo de agresión u otra, las agresiones por sumisión química premeditadas están en aumento.

Frente a esta dura realidad han nacido distintas iniciativas. Inspirada en el movimiento belga #balancetonbar ha nacido la inciativa #denunciatubar que recoge testimonios de mujeres que han sufrido este tipo de agresión y pretende denunciar, sensibilizar, prevenir que vuelvan a ocurrir.

(Hermes Rivera, UNSPLASH)

En Inglaterra, la iniciativa Ask for Angela ha creado un protocolo en bares según el cual las mujeres que se encuentran en una situación vulnerable con alguien en un bar o discoteca, pueden ir a la barra, preguntar por Ángela lo que activa un protocolo de ayuda para que pueda regresar a casa sin ser agredida. En Barcelona veinticinco discotecas han implementado los vasos con tapa para prevenir las agresiones por sumisión química y hay empresas que se dedican a fabricar estos tipos de vasos como My Secure Cup.

Todas estas iniciativas son necesarias. La sensibilización, endurecimiento de la ley y penas por este tipo de agresiones también lo son. Y al mismo tiempo tenemos que tomar consciencia de este riesgo y actuar AHORA. Por ello te propongo tres sencillos pasos a poner en práctica en tu entorno más inmediato:

  1. REFLEXIONA: deja que esta realidad impacte en tu interior. Date cuenta de la gravedad del riesgo para mujeres y jóvenes. ¿Qué personas de tu entorno cercano están en riesgo?
  2. HABLA DE ELLO: comparte tu visión con tu entorno sobre las agresiones por sumisión química. Háblalo con tu familia, amigos, compañeros de trabajo. Escucha lo que tienen que decir. Pregunta aquello que te genere curiosidad. Deja que tu visión se amplíe fruto de estas conversaciones.
  3. PASA A LA ACCIÓN: si eres mujer toma nota de los riesgos y considera tu exposición y cómo protegerte cada vez que salgas de noche. Si eres madre o padre de hijos adolescentes o jóvenes, asegúrate de tratar este tema en varias ocasiones y equiparlos para que puedan protegerse. En función de los grupos a los que pertenezcas, considerad juntos qué medidas colectivas se podrían tomar para minimizar estos riesgos.

Al comentar estos datos con una amiga que tiene una hija en plena adolescencia, me decía, “por favor, no me digas eso, no quiero ni pensarlo, justo ahora que Luisa descubre la noche”. Confrontar estos hechos es incómodo y nada apetecible. Sin embargo, no conozco otra forma para evitar que la maldad continúe germinando, a menos que sea identificándola y tomando cartas en el asunto.

Del aborto a los tratamientos de fertilidad: el mindset maldito de la maternidad y cómo superarlo

Luisa tenía un niño de dos años con su actual pareja. Él tenía dos hijos de un matrimonio anterior. No querían más hijos pero Luisa se quedó embarazada. Tomaron la decisión de abortar. La noche antes del aborto Luisa soñó con el niño que llevaba en el vientre. La criatura le suplicaba sin palabras que no abortara. Luisa escuchó y ahora es madre de dos niños maravillosos. Al hablar con ella sobre lo ocurrido sus palabras se me quedaron grabadas: “menos mal que no aborté, de haberlo hecho, me habría quitado la vida.” Conociéndola, sabía que hablaba en serio.

Luisa anticipó el impacto que haber abortado hubiese tenido en su vida. Como coach he acompañado a un buen número de mujeres que han abortado, constatando que las cicatrices psicológicas a raíz de ello continúan a sangrar no importa cuántos años pasen. En demasiados casos, el trauma es tan grande que deriva en enfermedad mental.

El aborto y las políticas para facilitarlo son la punta del iceberg del mindset mayoritario que quedarte embarazada es lo peor que te puede pasar en demasiadas circunstancias: si eres joven, si no has terminado la carrera, si no tienes pareja estable, si no cuentas con muchos recursos, si quieres progresar en tu carrera profesional, y un largo e inconsciente etcétera. Cristina Pedroche en una entrevista decía que no quería ser madre de momento porque quería comerse el mundo. Sus palabras encarnan la visión dominante que la maternidad es un estorbo para la mujer. Un estorbo para su carrera, un estorbo para su independencia, un estorbo para su sexualidad, un estorbo para el disfrute. Pero la maternidad no es un estorbo, no necesariamente. En cualquier caso, esa misma mujer, llega a la treintena o más allá y se plantea ir a por el bebé. Entonces, más a menudo que menos, el bebé no llega y empiezan las pruebas, empiezan los tratamientos, maternidad subrogada y otras soluciones al “problema”.

¿Perdona? ¿No será que como sociedad se nos ha escapado algo? Cuando eres joven, quedarte preñada es lo peor que te puede pasar, y de madura, no te preocupes que si no puedes hay una industria dispuesta a medicalizarte para hacerte un bombo, pagando por supuesto, un buen peaje económico, físico y psicológico. Y ni se te ocurra negarte a pagarlo porque hoy día “todos lo hacen.”

El discurso dominante sobre la maternidad está sesgado hacia los aspectos negativos de ella. Lo sé porque bebí de él durante demasiados años. Es verdad que tener hijos te cambia la vida. Es verdad que no es fácil. Pero también es cierto que acompañar a otro ser a crecer y desarrollarse es de las cosas más bellas que se puedan vivir y que te hace madurar como persona como ninguna otra experiencia en la vida.

(Zach Lucero, UNSPLASH)

Entre las medidas para evitar embarazos no deseados – aborto incluido – y los tratamientos de fertilidad echo de menos un diálogo sincero sobre qué significa tener hijos y el valor de hacerlo. Una conversación en la que se hable sobre las dificultades pero también las bendiciones de ser madres y padres. En la que se aborde la necesidad de plantearse la propia maternidad y paternidad como una cuestión fundamental: ¿Qué significa formar una familia? ¿Deseo crearla? ¿Cuándo sabré que el momento de crearla ha llegado? ¿Qué tipo de vínculos son necesarios? ¿Cómo cultivarlos para que funcionen? ¿Qué apoyos vamos a necesitar? ¿Qué organización logística? ¿Cómo compaginaremos la maternidad/paternidad con el desarrollo profesional de ambos?

Mi deseo es que estas preguntas lleguen a las familias, a las aulas, a las políticas. Que te lleguen a ti y a través tuyo a todas las personas de tu entorno, para abordar la vida y su continuación con el cuidado, la honestidad, la creatividad y la responsabilidad que verdaderamente se merecen.

 

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Las mujeres en el conflicto Rusia-Ucrania y los hombres que sí aman a las mujeres

Hoy es 8 de marzo, día internacional de la mujer. Las noticias siguen copadas por el conflicto Ruso-Ucraniano repleto de protagonistas hombres: Putin el malo, Zelensky el héroe, hombres occidentales valedores de la paz. Pero…¿Dónde están las mujeres en el conflicto? En entornos de guerra, como lo recalca la ONG World Vision, las mujeres son las más vulnerables a ser ser violadas, sometidas, prostituidas. Por otra parte están las mujeres de Putin, su exmujer Liudmila y sus dos hijas Mariya y Katerina. Y las de Zelenski, su mujer Olena y su hija Oleksandra.

¿Qué tienen en común las mujeres de Putin y Zelensky y las que están siendo violadas, vendidas o prostituidas en el conflicto? Te lo voy a decir: nada. Las mujeres de Putin y Zelenski, tienen más en común con sus hombres que con las mujeres parias. Es necesario romper con falsas sororidades, cuando lo que prevale son los privilegios de clase. Sí clase, esa categoría social que ha desaparecido virtualmente de nuestro vocabulario, proyectando una realidad totalmente distorsionada.

Que las mujeres rompamos falsas sororidades, no solo es un deber a la verdad y algo necesario para seguir luchando contra lacras y desigualdades sociales de todo tipo. También es imprescindible para reconocer lo que nos une a la otra mitad de la humanidad: los hombres. Los hombres que son respetuosos con las mujeres. Los hombres que sí nos aman. Los hombres que están a las antípodas del poder destructor de unos pocos y que contribuyen invisiblemente a que las vidas de todos sean cada día mejores.

Soldado y niño

Un soldado ucraniano evacua a un niño en Irpin (Ucrania).EFE

A esa gran mayoría de hombres dedico estas líneas hoy. También el ocho de marzo es vuestro día. Porque luchar por una sociedad mejor mientras constantemente recae sobre vosotros presunción de culpabilidad no es tarea fácil. Porque vuestros esfuerzos son valiosos y marcan la diferencia. Porque juntos estamos pariendo una sociedad mejor y eso también es mérito vuestro. Gracias, gracias, gracias.

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8 de marzo: estamos mucho mejor y queda tanto por retar

PEPA FLORES

Es una tarde de verano, tengo siete u ocho años y estoy en casa de mis abuelos maternos. Por la tele dan La vida es una tómbola de Marisol. Me la trago entera, absolutamente prendada, como toda España, de la perspicaz niña prodigio. Fast forward 35 años, un viernes de peli y pizza, en la web me cruzo con una película de Pepa Flores. Se despierta mi interés por ella y la busco en internet. Encuentro un artículo sobre de qué forma cayó en saco roto su denuncia de abusos sexuales durante los años 70. Ella también, me digo apenada. El maltrato y la violencia hacia la mujer en todo su abanico de formas – desde el acoso sexual o psicológico, a la explotación, pasando por la pornografía, la prostitución, violaciones y sin olvidar la discriminación laboral, o las oportunidades que simplemente no llegan – son un holocausto invisible que, como un monstruo mutante, sigue vivo.

HOY

Reconozco que muchas cosas han cambiado. En España, existe un ministerio de Igualdad, se está tramitando la ley del consentimiento, la manada está en la cárcel. Chloe Zhao gana el Globo de Oro por su película. Harry y Meghan salen del guión predeterminado y convierten en resiliencia lo que destruyó a Diana de Gales. Amanda Gorman, la hija de una madre soltera afroamericana, abre con sus poemas la investidura del nuevo presidente de los Estados Unidos. Un saco enorme de acosadores y violadores está pagando la factura por sus abusos de poder, de forma legal y con su reputación. Las voces de Laila Mickelwait, Mabel Lozano y un largo y esperanzador etcétera, incluidos una creciente multitud de hombres, se alzan para crear otra realidad.

Mujer

(Artem Kovalev, UNSPLASH)

¿QUÉ NOS QUEDA POR RETAR?

Un eslogan inspirador del día internacional de la mujer de este año es choose to challenge, elige retar. ¿Qué es lo que nos queda por retar? A modo de respuesta, apunto a historias reales que ponen de relieve de qué forma, ser mujer hoy sigue siendo peligroso e incluso mortal. Al leerlos, considera que lejos de ser casos aislados, son la punta de un cruento y despiadado iceberg. Date cuenta de qué forma tú podrías ser cualquiera de ellas, tu pareja, tu hija o tu nieta:

  • Elisenda persigue su sueño de ser actriz en el Institut del Teatre de Barcelona. Varios profesores, referentes del sector, la acosan de forma repetida. El mensaje está claro: si te portas bien y haces lo que yo quiero, lo que incluye dejarse humillar, hostigamiento psicológico y acoso sexual, te abriremos las puertas de tu futuro. Llega un día en que se arma de valor y presenta una denuncia, la primera de muchas. Está indignada y desanimada.

 

  • En una ciudad de California, Serena de catorce años estudia primer grado en el instituto. Se enamora de un chico del instituto un año mayor que ella, que le pide un video de ella desnuda. Ella lo graba y se lo envía. Él lo sube a Pornhub y el mundo de Serena da un vuelco. Serena se desmorona. No puede soportar la vergüenza frente a la mirada de sus compañeros y empieza a faltar a clases. Tras varios intentos de suicidio, entrar y salir de las drogas, hoy con diecinueve años, vive en un coche con sus tres perros, los únicos en quienes según ella, puede confiar.

 

  • Ana estudia doctorado en la Universidad de Barcelona. Trabaja como “sugar baby” una vez por semana. Reconoce que es una forma de prostitución adornada y que lo hace por dinero, nada más. Se consuela pensando que es temporal, sin poner atención a los riesgos y secuelas de todo tipo, que vender su cuerpo y su alma le están dejando.

 

  • En Colombia, un fuerte terremoto deja a Yamiled y a su familia sin recursos, ella decide viajar a España a trabajar para una fábrica de seda. Nada más llegar le quitan el pasaporte, la violan y la obligan a vender su cuerpo. Después de años en un prostíbulo en el que saldar la enorme deuda contraída según la mafia que la explota, consigue escapar y empezar a trabajar de esteticista. Armándose de valor, denuncia a sus explotadores que van a la prisión y desde allí traman su muerte. En 2009 muere asesinada a balazos, con treinta y tres años.

ELIGIENDO RETAR

Algunas cosas mejoran. Muchas empeoran. Todo se transforma. Nacen nuevos infiernos, antiguas formas de explotación con nuevas caras. Por ello, mujer, hombre, cuidado con dar por sentado el avance de los derechos de la mujer. Cuidado con asumir que estamos “mejor” o “liberadas”. Quedan muchos retos para, en palabras de Kramarae, hacer realidad “la noción radical que las mujeres son seres humanos”. Yo elijo retar. Y tú, ¿qué eliges?