En mi post anterior explicaba porque es esencial que hagas el trabajo de la sombra, y de qué forma esta dimensión es imprescindible en mis programas de coaching.
En él, describía de qué forma Noemí, una de las personas a quienes acompaño reaccionaba de forma desproporcionada a los comentarios de su madre. No es casual, puesto que las relaciones íntimas son espacios ideales para la emergencia de la sombra, y particularmente las relaciones materno-filiales. Nuestros padres fueron las primeras fuerzas que nos empujaron a ocultar dimensiones de nuestro carácter a la sombra. Y nuestros hijos con sus comportamientos nos invitan a desenterrar estas facetas por nuestro bien. El sistema es impecable, si sabemos aprovecharlo, aunque el proceso sea harto doloroso.
¿Cómo sabemos que se trata de sombra? La regla del algodón es discernir si algo TE INFORMA o TE AFECTA:
LO QUE SUCEDE | TE INFORMA | TE AFECTA (SOMBRA) |
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Cuando los comportamientos de los otros nos afectan, es decir, nos alteran generándonos emociones negativas tenemos un conflicto. Pero la culpa no es de tu hijo, de tu madre, ni del vecino. El conflicto no es con el otro, sino contigo mismo. El otro hace meramente de espejo de tus formas de ser no integradas, o lo que es lo mismo de tus sombras.
En el próximo post te explico un sencillo proceso para llevar luz a estos aspectos oscuros, y liberar toda la energía que contienen.