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Seis meses después de un terremoto

Por Bárbara Mineo BarbaraMineo

Cuando de nuevo la tierra tiembla entre tres países del sur de Asia (Pakistán, Afganistán e India), no puedo evitar de pensar en la situación de quienes hace 6 meses pasaron por un desastre parecido. Me gustaría hablar de Ganga Parajuli. Esta mujer de 35 años, es una de las miles de víctimas del terremoto que hace seis meses sacudió el Nepal.

Vive en uno de los distritos golpeados por el terremoto, pero carece de tierras. Ganga y su familia han vivido en asentamientos informales desde que tiene memoria. Ha pasado toda su vida sin las facilidades y privilegios que otorga tener un certificado de tenencia de tierras. A Ganga le preocupa que la situación no cambie, ni siquiera para sus hijos.

Ganga Parajuli, de 35 años, es una mujer sin tierra del distrito de Bhaktapur. Imagen: Oxfam Internacional.

Ganga Parajuli, de 35 años, es una mujer sin tierra del distrito de Bhaktapur. Imagen: Oxfam Internacional.

Ganga solía trabajar como limpiadora en un hotel de Telkot, mientras su marido trabajaba como jornalero. Actualmente vive en un refugio temporal después de que su casa, situada en una propiedad de un familiar, se viniera abajo tras el terremoto que sacudió Nepal hace seis meses, el 25 de abril de 2015. El hotel en el que trabajaba también sufrió daño y Ganga se ha quedado sin trabajo.

«El terremoto nos ha convertido en personas sin hogar. Teníamos una pequeña casa, pero el terremoto la destruyó. Todo lo que nos queda son escombros y deudas que contrajimos al construirla”

El terremoto ha afectado a millones de Nepalís pero sin dudas ha afectado de forma desproporcionada a las mujeres, los niños y las personas ancianas, así como a las personas con discapacidades o pertenecientes a minorías étnicas o castas discriminadas.

La desigualdad, exclusión y discriminación que sufren estos grupos sociales no solo ha determinado quiénes han sido las principales víctimas mortales del terremoto sino, también, su capacidad para hacer frente y responder de manera eficaz al desastre.

Más de la mitad de las víctimas mortales fueron mujeres y niñas.

A pesar de los esfuerzos importantes realizados en estos meses para hacer frente a las necesidades de las mujeres, la violencia sexual y de género siguen siendo un problema especialmente preocupante en los asentamientos temporales: se han denunciado incidentes en Nuwakot, Rasuwa and Dolakha.

El tráfico de mujeres jóvenes y niñas ha aumentado: las redes de explotación han aprovechado que las mujeres se veían obligadas a buscar desesperadamente fuentes de ingresos para mantener a sus familias.

Las mujeres en una situación de emergencia como ésta cuentan con escasos activos. Las cargas domésticas caen sobre ellas, tienen muy limitado el acceso a recursos económicos y no cuentan con medios de vida alternativos, ni siquiera con la propiedad de sus terrenos o casas. Todo esto menoscaba de forma significativa la capacidad de recuperación de las mujeres en comparación con la de los hombres, que tienen más opciones para acceder a otros medios de vida.

Sin embargo, el predominio de las mujeres en los sectores informales y el agrícola, unido a su capacidad única para impulsar la resiliencia en sus comunidades, podría jugar un papel crucial en la recuperación y reconstrucción si se proporcionase el apoyo adecuado.

Es fundamental convertir la desgracia en oportunidad, en éste y en todos los terremotos,  y hacer lo posible para que en los planes de reconstrucción se preste especial consideración a las necesidades de las mujeres y los grupos excluidos, especialmente a las necesidades de quienes carecen de tierras, para garantizar que se aborden y no se agraven las desigualdades y para que las mujeres se impulse una participación genuina y significativa  de las mujeres para buscar soluciones sostenibles que permitan atacar el problema de la desigualdad y discriminación aun presente en el país.

Bárbara Mineo es responsable de acción humanitaria en Oxfam Intermón

‘Tú puedes llegar’

Por Júlia Serramitjana     Julia Serramitjana

Loli García y Achta Fadoul no se conocen. Viven a miles de kilómetros la una de la otra pero han formado parte de un mismo proyecto: el Oxfam Intermón Trailwalker, el reto solidario y deportivo que, en su quinta edición ha conseguido recaudar más de un millón de euros para que miles de personas tengan acceso al agua potable.

Achta vive en Midjiguir, en la región de Guera, en Chad.  Tiene 28 años y 6 hijos. Trabaja en el campo junto con su familia. En Midjiguir no hay ninguna fuente de agua limpia, y  debe hacer cuatro viajes al día para traerla de una charca que se forma en época de lluvias.

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Achta Fadoul recogiendo agua de lluvia contaminada junto a su hija Noura.. (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Conseguir agua potable no es fácil para Achta: ‘Mis niños caen enfermos con frecuencia. El agua que cogemos en época de de lluvias está muy sucia y llena de gusanos.’ Además, tiene dificultades para dar de comer a sus hijos cada día y para pagarles la escuela. ‘Quiero que mis niños tengan éxito en la escuela, es lo más importante de todo. Toda mi alegría es que mis niños estudien’, explica.

Loli vive en Madrid, tiene 2 hijas y trabaja en un laboratorio. Su pasión es correr. La semana pasada, fue la primera mujer del Oxfam Intermón Trailwalker que llegó a meta junto a su equipo SGS España tras recorrer 100 km en menos de 32 horas.  No conoce a Achta pero recorrió todos esos kilómetros para que ella tenga vida más digna, a través de los proyectos que Oxfam Intermón desarrolla para mejorar el  acceso al agua potable.

Y es que el agua es un problema en la mayor parte del planeta. El 80 por ciento de las enfermedades del mundo están relacionadas con el agua sucia: diarrea, cólera y tifus entre otras.

Loli García, la primera mujer en llegar a meta en el Oxfam Intermón Trailwalker de Madrid. (c) Júlia Serramitjana / Oxfam Intermón

Durante la carrera, fui encontrándome con Loli por los diferentes puntos de avituallamiento del recorrido. Me emocionó su actitud. La de este año era una prueba dura, muy dura, pero a ella le brillaba la sonrisa en la cara, se la veía fuerte y convencida de que el reto merecía la pena. Junto con su equipo, corrió kilómetros para que Achta no tenga que dar agua sucia a sus hijos.

Salvando las distancias, el camino que tuvo que recorrer Loli en Madrid tampoco fue fácil: ‘Me sentía cansada y me preguntaba como esas mujeres pueden llevar los bidones si no puedo ni llevar mi mochila de agua. Subiendo el Puerto de Canencia (17 Km) sufrí mucho creo que fue el mayor sacrificio que hice. Se me acabó el agua y no podía pensar en otra cosa. No podíamos seguir sin agua. Encontramos un riachuelo y sin pensarlo bebimos de él sin saber si era potable o no.  No puedo imaginarme qué piensan estas mujeres cuando recogen agua sucia sabiendo que sus vidas dependen de ello’, explica impresionada.

Fueron pasando las horas hasta que se hizo la noche . Loli me contó que iba leyendo los carteles iluminados con frases motivadoras alumbradas por su frontal: ‘Tú puedes llegar, se repetía. Y así fue como lo consiguió.

El Trailwalker es una experiencia épica. Es emocionante ver como miles de personas recorren con mucho esfuerzo los 100 kilómetros en un ambiente festivo; conscientes de que cada kilómetro sirve y mucho. El esfuerzo de personas como Loli contribuye a cambiar la vida de miles de personas como Achta, mejorando su acceso al agua y, lo más importante, contribuyen a que tengan una vida digna.

Júlia Serramitjana es periodista y trabaja en Oxfam Intermón

¿Tú qué sabes?

Por Lorena Auladell image

¡Cállate! ¿Tú qué sabes? ¡¡Tú no tienes marido!!

A Bernadette (no es su verdadero nombre) su vecina la hace callar, porque considera que al haber sido violada, embarazada por su agresor, dado a luz a su bebé y haber sido repudiada por su marido y encontrarse absolutamente  desamparada, Bernadette no tiene el derecho de darnos su opinión. Después de varios días atravesando la región de Ouham Pende (RCA) y bastantes baches atravesados, hemos llegado al pueblo de Poubati y estamos preguntando a la comunidad cómo se encuentran, cómo ha cambiado su vida desde de los acontecimientos de 2013 (que aún no han cesado) y sobretodo, nos afanamos por intentar encontrar pistas que nos permitan encontrar las más mínimas posibilidades de apoyo y recuperación.

La familia de Jeannette Longayale, de República Centroafricana, refugiada en el sur de Chad. Imagen: Pablo Tosco/Oxfam Intermón

La familia de Jeannette Longayale, de República Centroafricana, refugiada en el sur de Chad. Imagen: Pablo Tosco/Oxfam Intermón

La crisis en RCA es demasiado compleja y para intentar entender este quebradero tenemos que hacer tantas preguntas de tantos aspectos distintos que a veces nuestros interlocutores (las mismas comunidades) se cansan, se nos duermen o abandonan el sitio de puro agotamiento. A veces tampoco saben cómo respondernos a nuestras cuestiones, a veces tan peliagudas y sensibles que consideran que personas como Bernadette no tienen la legitimidad suficiente para manifestarse.

En lo que todos coinciden es que el inicio del “sufrimiento” (textual) viene de tan largo que ni se acuerdan, en RCA nunca existió un gobierno fuerte, con programas, planes o políticas concretas, con una sistema judicial y legal al servicio de los centroafricanos, con sistemas o estructuras sociales que les garantizasen un marco de vida, de hacer, de ser y de convivir. Tampoco este país con un nombre que más bien parece una coordenada geográfica que el nombre de una verdadera nación, constaba en las agendas políticas internacionales. Republica Centro Africana hace décadas que es tierra de nadie  y el conflicto civil en el que se encuentra desde finales de 2013, sólo ha venido a agravar si se puede, aún más la situación…y es que en RCA ningún tiempo pasado fue mejor. Se estima que para poder dar una respuesta  a esta crisis son necesario 609 millones de dólares que permitan cubrir las necesidades de  2’7 millones de personas en riesgo y casi 890.000 personas desplazadas o refugiadas

Desde OXFAM Intermón, estamos intentando encontrar pistas para dar respuestas a cosechas enteras perdidas, a ganados enteros robados, a 426.236 personas desplazadas en el propio país (muchas viniendo en la intemperie)  y  460. 542 personas refugiadas en los países vecinos que han perdido todo en la huida, a

personas que no pueden salir de su casa o pueblo  por miedo a ser agredidas o asesinadas, a barrios enteros de casas arrasadas a nivel de suelo, al incremento de mujeres viudas o jefes de familia, repudiadas, al incremento de la malnutrición crónica y a la radicalización de las partes.

Lo estamos intentando y lo vamos a lograr, porque nuestros interlocutores (las mismas comunidades) ya saben cuál es el enemigo a batir y cómo se debe batir. Saben que este no es un conflicto inter-religioso cómo se ha intentado mal retratar, saben que no va a ser a través de las armas y saben que con los brazos cruzados no se consigue nada. Nuestros interlocutores (las mismas comunidades) saben que el hambre la sufren de lejos, la enfermedad es parte de su vida y saben que las nulas escuelas, centros de salud o servicios sociales deberían estar a su servicio. Nuestros interlocutores (las mismas comunidades) saben que su país es rico en materias extractivas, y que los suculentos beneficios no son para ellos, saben que hay algo que “no funciona” y que a medida que pasan los años, su hundimiento parece no tener límites.  Nuestros Interlocutores como Bernadette, saben que a pesar de lo que les diga su vecina, tienen derecho a hablar y a darnos su opinión y nosotros les vamos a hacer saber que les vamos a escuchar.

Lorena Auladell Marín es especialista en acción humanitaria para seguridad alimentaria y medios de vida en Oxfam Intermón.

¿Es rentable invertir en empresas de mujeres?

Por Laura Hurtado laura hurtado

¿Por qué es tan importante invertir en las mujeres? Este fue uno de los temas principales de la 3ª edición del TEDxBarcelonaWoman del pasado 10 de junio. Las 7 ponentes que hablaron sobre ello, procedentes de diferentes países y especialidades diversas, llegaron a la misma conclusión: hay que invertir en las mujeres porque no se puede ignorar a la mitad de la población. Pero además demostraban que hacerlo es rentable. Y aportaban algunos datos interesantes. Por ejemplo: las empresas lideradas por mujeres tienen un retorno de la inversión un 35% más alto.

Sin embargo, todavía hay muy pocas mujeres en puestos de dirección y los inversores siguen sin confiar en las emprendedoras. Tal como explicaba Anne Ravanona, fundadora y CEO de Global Invest Her, solo el 5% del capital riesgo está en manos de mujeres. Eso significa que todavía es muy difícil que las personas con capital apuestan por proyectos liderados por mujeres. Apenas hay crédito para los negocios de las mujeres, lo que demuestra, una vez más, que el punto de partida es más complicado para ellas que para ellos.

Invertir en mujeres es rentable. En la foto, mujeres de una cooperativa de Burkina Faso que producen 700 toneladas de arroz al año. (C) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Invertir en mujeres es rentable. En la foto, mujeres de una cooperativa de Burkina Faso que producen 700 toneladas de arroz al año. (C) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

¿Cómo se puede revertir esta tendencia? Ainoa Irurre, Vicepresidenta de Recursos Humanos y Comunicación Interna de Schneider Electric, explicaba que es muy difícil cambiar la mentalidad de una empresa que tiene excelentes resultados. Si todo funciona tan bien, ¿por qué tenemos que cambiar? Bueno, parece que la clave está en demostrar que las mujeres podemos. En tener visibilidad. Explicarle al mundo que hay emprendedoras capaces de multiplicar los beneficios con negocios muy potentes en sus manos. Entonces me vino a la mente Mariam Nana, presidenta de una unión de cooperativas de mujeres de Burkina Faso que nos visitó el pasado 8 de marzo. Ella es sin duda una emprendedora. Descubrió que si hervían el arroz que se cultivaba en su región se conseguía “arroz vaporizado”, que tenía más demanda y sobre todo se podía vender a mejor precio. Al principio eran 10 mujeres y trabajaban en sus casas. En poco tiempo, ya eran 200 y producían 60 toneladas anuales. En gran parte gracias al apoyo de Oxfam Intermón, que les dio formación, equipamiento y fondos de garantía para que pudieran pedir créditos a los bancos.

Pero el gran salto adelante se produjo cuando Mariam y su negocio tuvieron la visibilidad que merecían. Tras un viaje a España en 2013 para participar en un Encuentro de mujeres activistas organizado por Oxfam Intermón, la ministra de promoción de la Mujer de Burkina Faso quiso conocerla y visitar la cooperativa. Fue a raíz de su visita que el Gobierno de este país de África del Oeste decidió invertir en ellas. Con ese dinero pudieron construir una fábrica. Hoy sacan al mercado 700 toneladas de arroz transformado.

Antes de despedirme de ella en su reciente visita, recuerdo que le pregunté: ¿ya has pensado en ampliar tu negocio, además de producir, en comercializar y exportar vuestra producción? Mariam me respondió sin un ápice de duda: “Nosotras ahora ya estamos bien, no necesitamos crecer más, prefiero que crezcan otros, que comercialicen y exporten otras personas de Burkina Faso. Solo así creceremos todos y todas. Y mi país podrá prosperar”. Así son muchas mujeres emprendedoras. Mujeres que multiplican la riqueza en el sentido más amplio de la palabra.

 

Laura Hurtado es periodista y coordina el proyecto Avanzadoras de Oxfam Intermón.

Cuando la vida queda atrás

@bdelabanda

Por Belén de la Banda 

Con frecuencia me pregunto cómo estará Madeleine Ndeisi, una de las personas que huyeron de la guerra en República Centroafricana en 2013. La conocí en el sur de Chad en septiembre, mientras mis hijos empezaban aquí el curso que ahora termina. Ella había tenido ya muchos meses de sufrimiento. Con 61 años, Madeleine es una persona anciana, sin fuerzas, terriblemente cansada y desorientada, como lo estaría cualquiera que haya perdido en un instante de guerra todo lo que tenía en su vida, en su país. Tampoco era mucho, lo que ella considera necesario:  ‘Allí tenía mi estera, mi comida como el sorgo, alubias, cacahuetes… Todo eso tenía para vivir, pero como hubo la crisis, tuve que irme, y lo incendiaron todo.’

Madeleine Ndeisi en la iglesia de Mainené, donde ha sido acogida tras huir de la guerra en República Centroafricana.

Un grupo de hombres armados entró en su aldea cuando ella había salido al campo. Mataron, quemaron las casas y los cultivos, pillaron el ganado. ‘Los niños tienen fuerza, corrieron. Pero yo no tengo fuerza, caminaba un poco y me caía, otro poco y me caía, así que tuvieron que ayudarme. Me cansaba y me caía‘. El hijo de Madeleine y sus vecinos la buscaron, salvaron su vida y cargándola a sus espaldas la llevaron al otro lado de la frontera de Chad, buscando la seguridad. La suya es apenas una historia más en un entorno de desastre: salvar la vida no ha significado asegurar la supervivencia.

Su hijo tuvo que seguir camino hacia N’Djamena, pero Madeleine no podía continuar. En Mainené, el pueblo al que llegó, la comunidad hizo un gran esfuerzo para acoger a todos los que llegaban aterrorizados, agotados de caminar de noche, traumatizados. La hospitalidad africana es norma, y además muchos de los habitantes de este pueblo habían tenido la experiencia de huir al otro lado de la frontera. ‘Me acogieron bien en Mainené, por eso estoy aquí. No me quejo de pasar la noche en la iglesia, sino de que nos falta para comer, a nosotros y a ellos mismos, aunque nos han acogido bien.

Junto a Madeleine está todo lo que tiene ahora mismo en el mundo: una estera donde dormir, y un par de mantas. Al pueblo le gustaría poder hacer más por los refugiados, pero los recursos son muy limitados, desde los pozos que se secan cuando no llueve suficiente, hasta la escasez de comida. Madeleine ni siquiera puede hacer lo mismo que otras personas refugiadas: no tiene fuerza para trabajar en el campo.

Los días son muy duros para ella, sin nada que hacer y sin fuerzas para hacer nada. ‘Si tengo ayuda, salgo de día, y voy al bosque y cojo hojas silvestres, las cocino y las como.‘ Porque la comida es la principal preocupación del día: ‘La gente del pueblo encuentra también poco para comer. Pero sobre todo nosotros los refugiados tenemos mucho problema para conseguir comida’. 

Los días y los meses pasan rápido. El curso escolar termina aquí después de un año de esfuerzo. No puedo olvidar el peso de los días de Madeleine, la recuerdo y me pregunto cómo habrá pasado la estación seca, si habrá sobrevivido a la dureza de esa vida de refugiada, a la añoranza de esa vida que para ella, en todos los sentidos, quedó atrás.

Belén de la Banda es periodista y trabaja en el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

Condiciones increíbles

@bdelabanda

Por Belén de la Banda 

Imagínate que en tu trabajo no te dejan ir al baño. Tampoco te dejan beber agua durante la jornada laboral: es para que no tengas que perder tiempo por ir al baño. No puedes parar de trabajar ni salir del edificio hasta que los encargados digan que has terminado tu jornada. Eso puede ocurrir después de doce horas, o de veinticuatro. Sólo te dejan diez minutos para comer, y tienes que hacerlo sin moverte de tu puesto. No puedes hablar con los compañeros. Nada de seguridad social, seguro médico, cotización ni derecho a asociarte a un sindicato.

Cartel de la campaña 'Se buscan fashion victims. Condiciones increíbles'

Cartel de la campaña ‘Se buscan fashion victims. Condiciones increíbles’

Son las ‘condiciones de trabajo increíbles’ que se plantean en una falsa oferta de empleo publicada esta semana por una campaña de sensibilización. Pero responden exactamente a las condiciones reales de trabajo que se ofrecen en las maquilas de Centroamérica, según documenta en un exhaustivo informe la investigadora Deborah Itriago. Las afectadas son mujeres en su abrumadora mayoría. Tienen su parte en el problema las leyes de los países, las políticas de las empresas, las condiciones de pobreza. Nada nuevo bajo un sol que ve lo mismo ocurrir en otras zonas del mundo. Pero también tenemos nuestra parte quienes compramos esa ropa.

Probablemente toda, o gran parte, de la ropa que llevas puesta ahora mismo la han fabricado mujeres que trabajan con estas ‘condiciones increíbles’, y que son las verdaderas víctimas de la moda. Hoy se cumplen dos años del hundimiento del edificio Rana Plaza, en Bangladesh, ocho pisos de talleres de sufrimiento que colapsaron causando 1127 muertes. Es difícil no sentir el hilo que nos relaciona con esas situaciones.

La campaña no sólo denuncia la situación, sino que ofrece una clarísima y viable alternativa. Es posible dar trabajo en la confección a miles de mujeres de forma digna, con las propuestas de comercio justo. Para muchas mujeres, éstas sí son condiciones increíbles de trabajo: un salario digno e igual para mujeres y hombres, una organización cooperativa donde se reparten y reinvierten los beneficios, la seguridad de que se permite la asociación laboral y de que no se produce explotación infantil… Hay ya muchas iniciativas internacionales y locales que garantizan todo esto.

A pesar de lo que nos digan, es posible vestirse con conciencia. Es importante buscar la información y la ropa que ofrece a las trabajadoras condiciones increíblemente dignas.

Más información en la página de la campaña ‘Se buscan Fashion Victims‘ y en el Fashion Revolution Day que se celebra hoy en varias ciudades del mundo.

Belén de la Banda es periodista y trabaja en el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

Haz que suceda: el ejemplo de las mujeres de Sudán del Sur

 Por Winnie Byanyima Winnie_Byanyima

La primera vez que nuestro equipo la encontró fue en abril de 2013 en Juba, en una base de Naciones Unidas a la que  había acudido en busca de protección y asistencia médica. Josephine (no es su verdadero nombre) estaba embarazada y había salido de su casa en el campo acompañada de uno de sus cinco hijos. Cuando intentó regresar sus planes se vieron truncados por la guerra y su vida entera dio un vuelco. Desde entonces, no ha visto ni ha hablado con su marido y se ha visto separada de sus otros cuatro hijos. Josephine es una de las dos millones de personas desplazadas por la guerra en Sudán del Sur.

Una mujer espera durante un reparto de alimentos en el campo de refugiados de Mingkaman. Imagen de Pablo Tosco/Oxfam Intermón.

Una mujer espera durante un reparto de alimentos en el campo de refugiados de Mingkaman. Imagen de Pablo Tosco/Oxfam Intermón.

 

Esta semana ha querido que le ayudemos a dar a conocer su historia. Esto es lo que nos ha contado:

En muchas guerras, se abandona a su suerte a mujeres, niñas y niños. Está sucediendo en Sudán del Sur y estoy segura de que también ocurre en muchas otras partes del mundo. Quiero decirles a las mujeres que se encuentran en una situación similar a la mía que tengan valor. Ten coraje y sé fuerte porque tu familia te necesita. Cuida de tus hijos porque, antes o después, volverás a casa para seguir protegiendo su futuro. Antes o después, podremos volver con nuestras familias‘.

El lema para el Día Internacional de la Mujer de este año es Make it happen (Haz que suceda, en su traducción al español). Josephine es un alentador ejemplo de los desafíos que muchas mujeres en Sudán del Sur afrontan y que logran superar contra viento y marea. Pero, para ello, necesitan mucha más ayuda.

La resiliencia y el empoderamiento hace de las mujeres en Sudán del Sur auténticos motores de cambios: campesinas, periodistas, jóvenes lideresas, profesoras, poetas, etc. Ayudan a sus familias y sus comunidades, y se ayudan las unas a las otras. En un país en guerra en el que muchos hombres han muerto o se han marchado para luchar, las mujeres se han convertido en la columna vertebral de sus comunidades. Se han quedado atrás para cuidar de sus familias y hogares, de las personas enfermas o heridas, de los campos y del ganado… y han de tomar todas las decisiones. Las mujeres son heroínas silenciosas de la turbulenta historia de Sudán del Sur.

Sin embargo, a pesar de su fortaleza y resiliencia, los niveles de violencia sexual y de género en el país son increíblemente elevados, alarmantes, y empeoran cada día.

Las violaciones, los abusos sexuales, el acoso, la violencia doméstica, los matrimonios forzados o la «prostitución de supervivencia» son problemas persistentes en Sudán del Sur, incluso antes de que comenzase la guerra, y se han visto exacerbados por los elevados niveles de desigualdad de género y la falta de justicia para las supervivientes. Desde diciembre de 2013, cuando estalló el conflicto, la violencia contra las mujeres se ha agravado debido al desplazamiento masivo y una mayor presencia de hombres armados que actúan libremente y con total impunidad.

Los informes sobre derechos humanos de Naciones Unidas señalan que todas las partes del conflicto (soldados, policía y fuerzas de seguridad) han cometido actos de violencia sexual contra mujeres de diferentes grupos étnicos. La violación se ha convertido en un arma de guerra y la violencia sexual en una forma de castigo colectivo. Zainab Bangura, enviada especial de Naciones Unidas para temas de violencia sexual, afirmó durante su visita a Sudán del Sur el pasado mes de octubre que la tasa de violaciones en el país eran las peores que jamás había observado y se hizo eco de la atroz situación de algunas mujeres, niños y niñas y personas ancianas que son víctimas de reiteradas violaciones. Recientemente, el secretario general adjunto de Naciones Unidas para los Derechos Humanos denunció que la población de Sudán del Sur había sufrido un «mes de las violaciones».

Mientras la guerra y la violencia sexual desatan el terror, también lo hace la grave crisis alimentaria que continúa azotando al país, a pesar de ser el primer receptor de ayuda a nivel mundial. Cerca de 2,5 millones de personas padecen desnutrición severa. Así, las mujeres se ven obligadas a asumir peligrosos riesgos para complementar la ayuda que reciben y poder alimentar a sus familias. Abandonan los emplazamientos de protección de Naciones Unidas para recoger leña o conseguir combustible, agua o alimentos. A menudo, deben caminar largas distancias en busca de comida y cruzar puestos fronterizos donde pueden ser víctimas de acoso y violaciones o ser detenidas, secuestradas o, incluso, asesinadas. En algunas zonas de Sudán del Sur, Oxfam está distribuyendo vales para carbón, hornillos eficientes y molinos de grano en un intento de minimizar estos riesgos. Pero dada la gravedad de la violencia sexual, la respuesta ha de ser sistemática. Ante todo, el Gobierno de Sudán del Sur y la oposición deben asumir inmediatamente el control de sus tropas y mostrar tolerancia cero ante las violaciones y otros crímenes de violencia de género. La comunidad internacional debe proporcionar una mayor financiación para programas dirigidos a la protección de las mujeres y las niñas y a promover la igualdad de género pues, dada la magnitud del problema, la financiación actual es insuficiente.

La financiación de los programas para la protección de las mujeres es insuficiente en comparación con la de otros destinados a satisfacer otras necesidades. Naciones Unidas ha solicitado 1.810 millones de dólares para financiar la respuesta a la crisis en Sudán del Sur. Sin embargo, tan solo se han destinado 70 millones a programas de protección y 15 millones abordar la violencia de género. A pesar de que la protección de la población civil es una de las principales prioridades, la comunidad internacional debe actuar urgentemente y financiar la respuesta a estos riesgos. Además, se debe prestar especial atención a programas en los ámbitos de la salud, el bienestar psicosocial, la seguridad, la economía y el liderazgo dirigidos a las mujeres supervivientes y vulnerables. Para abordar la violencia de género y sexual, así como la desigualdad de género, los líderes de Sudán del Sur y la comunidad internacional deben seguir el liderazgo mostrado por Josephine y otras inspiradoras mujeres.

Winnie Byanyima es Directora Ejecutiva de Oxfam Internacional

 

Avanzadoras: propuestas, causas y homenajes

Por Belén de la Banda @bdelabanda

Sé que el jurado del Concurso Avanzadoras lo ha tenido muy complicado. Han sido muchas, y de una enorme calidad, las propuestas de mujeres españolas que con su trabajo profesional o voluntario, con su capacidad de superación, con sus ideas, su esfuerzo, su capacidad para mover a otros, están cambiando muchas cosas en nuestro país y en el mundo. Es un concurso en el que los premios los reciben muchas personas todos los días.

Mabel Lozano con un compañero de su equipo durante el rodaje de #ChicasNuevas24horas

Mabel Lozano con un compañero de su equipo durante el rodaje de su proyecto actualmente en marcha #ChicasNuevas24horas. Imagen de Mabel Lozano.

Y también es un concurso que nos ayuda a abrir los ojos. El año pasado, Sagrario Mateo nos llevó a conocer la  violencia intrafamiliar, y un magnífico ejemplo de superación personal puesta a disposición de mujeres y hombres para superarla.

El año pasado también fue el pistoletazo de salida para otro homenaje, un proyecto musical, el disco Avanzadoras, que saldrá a la venta el próximo 10 de marzo y que también es un reconocimiento y un apoyo al trabajo de las mujeres que cada día superan barreras en todo el mundo. Sus beneficios irán destinados al trabajo de Oxfam Intermón en defensa de los derechos de las mujeres.

Pero hoy la noticia es Mabel Lozano, la ganadora del Concurso Avanzadoras 2015, que nos lleva a través de su trabajo documental y de ficción a otra realidad igualmente terrible: la de la trata de personas que mueve cada día 5 millones de euros según fuentes policiales y en la que las mafias tienen esclavizadas a millones de mujeres y niñas en todo el mundo. Pero no hablamos de una realidad lejana. Está aquí, a nuestro alrededor, en nuestros pueblos y ciudades. En España.  Una durísima realidad en la que distintos países ponen las víctimas, y nosotros la clientela que paga y hace millonario el negocio. Así que es importante reconocer el trabajo de alguien que, como Mabel, ha escrito, dirigido, y producido proyectos audiovisuales imprescindibles como Voces o Escúchame para obligarnos a abrir los ojos ante la trata. Aquí una durísima y brillante muestra:

Son muchas las causas y muchas las mujeres destacadas. El jurado ha seleccionado como finalistas a Laura Teresa Negrillo que superó un cáncer de mama y ha promovido una iniciativa parlamentaria para que la seguridad social incluya las prótesis capilares en su catálogo. Y a Patricia Orejudo, abogada, profesora universitaria de derecho internacional y activista de la Campaña Estatal por el Cierre de los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE). Enhorabuena a ellas también, y nuestro compromiso de difundir sus causas y las de otras muchas propuestas presentadas al concurso.

Desde hace más de 30 años Oxfam Intermón trabaja por los derechos de las mujeres porque, para lograr un mundo sin pobreza e injusticia, es imprescindible que las mujeres y las niñas ganen poder sobre todos los aspectos de sus vidas y vivan libres de violencia. Son muchas las que  cada día superan barreras y nos ayudan a avanzar desde sus casas, sus barrios, sus pueblos y sus ciudades. Por eso merece la pena agradecer su esfuerzo y dedicarles el mejor homenaje: colaborar con sus causas.

Feliz Día de la Mujer

Belén de la Banda es periodista y trabaja en el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

Quiero conocer tu historia

Por Patricia AndersenPatricia Andersen

Hace unos días abrimos una ventana para que nos enviéis vuestras propuestas para la segunda edición del concurso #Avanzadoras. Muchos de vosotros y vosotras ya conoceréis esta interesante propuesta con la que desde Oxfam Intemón en colaboración con este diario queremos dar un merecido reconocimiento a aquellas mujeres que trabajan en nuestro país para lograr una sociedad mejor, más igualitaria y justa. Todas podemos ser avanzadoras y cualquier ámbito es válido organizaciones, asociaciones, literatura, arte, deporte…Sólo es cuestión de mirar dentro de nosotras y ver qué hacemos para avanzar y que los demás avancen con nosotros.

Ya hemos recibido las primeras propuestas y estamos encantadas con muchas de las historias. Hemos descubierto casos de mujeres que luchan por la igualdad de género en organizaciones, que emprenden sus propios proyectos para lograr aquello en lo que creen o que trabajan para educar en la igualdad, tanto con niños y niñas en escuelas como con adultos a través de talleres y terapias familiares.

(C) Oxfam Intermón

(C) Oxfam Intermón

La lucha contra la violencia de género es también una de las principales causas que nos han hecho llegar muchas de las mujeres que nos han escrito contándonos su historia. También la defensa de la infancia que como nos estáis demostrando se puede ejercer de muchas y variadas formas: luchando contra la pobreza infantil, defendiendo la educación o fomentando el deporte en la adolescencia, por poner algunos ejemplos.

Las mujeres emprendedoras merecen también una mención aparte. Hemos recibido historias de mujeres que han decidido dedicar su empresa al comercio justo, ofreciendo una alternativa de consumo a todo aquel preocupado por las condiciones de casi esclavitud y explotación infantil que muchas veces dominan la industria, especialmente la textil.

¡Y no nos podemos olvidar de las avanzadoras que  luchan por la defensa de los animales a través de las asociaciones protectoras de animales!

En definitiva, historias de mujeres que han sido testigo o víctimas de situaciones injustas y han decidido trabajar por el cambio. Por ellas mismas y por las demás mujeres. Porque es posible lograr cambios.

El jurado formado por Flor de Torres, (Fiscal Delegada de Andalucía de Violencia sobre  la mujer, y colaboradora habitual de Más de la Mitad), Virginia Pérez Alonso (vicedirectora del grupo 20minutos) y Lucila Rodríguez-Alarcón (directora de comunicación de Oxfam Intermón) tendrá la dura tarea de escoger entre todas las propuestas que recibamos, a las finalistas y a la ganadora del concurso #Avanzadoras de este año.

¿Te has sentido identificada? Hay muchas avanzadoras a nuestro alrededor y a veces ni nos damos cuentas. Nosotras mismas podemos serlo. Anímate a enviarnos tu historia o la de la avanzadora que conzocas. Puede ser tu hermana, amiga, madre, pareja… Tienes hasta las 00:00 del 02 de marzo para entrar en la web del concurso y contarnos tu historia.

Queremos que recibas el homenaje que mereces.

Patricia Andersen estudia Comunicación Audiovisual y colabora en el departamento de comunicación de Oxfam Intermón

Comer un día, comer un mes, comer un año

@bdelabanda

Por Belén de la Banda

Cada día, Actha Fadoul, de 28 años, busca la forma de conseguir suficientes semillas de sorgo para dar de comer a sus seis hijos. En los buenos momentos, el grano está en los pequeños almacenes de su patio. En los malos, que cada vez duran más meses, hay que pedir prestado el sorgo o el mijo, y después de la cosecha devolver dos veces y media lo recibido.

Achta Fadoul prepara la bola de sorgo a mediodía. Imagen: Pablo Tosco/Oxfam Intermón.

Achta Fadoul prepara la bola de sorgo a mediodía. Imagen: Pablo Tosco/Oxfam Intermón.

A veces, a quienes, mejor o peor, comemos todos los días, nos cuesta entender la realidad del hambre. Pero últimamente siento que, en todo el mundo, el hambre está asociada directamente a la desesperación. En los últimos años se acerca a nuestra realidad europea a través de realidades locales, de niñas y niños que se han quedado sin beca de comedor, de familias que no cuentan con ningún ingreso, de organizaciones que intentan paliar todas estas situaciones a través de comedores, recogidas y repartos de alimentos, ayudas. Empezamos a pensar en el poder que tienen sobre nuestras vidas los alimentos. Entendemos sin gran dificultad lo que significa en una vida no tenerlos.

Hace unos meses tuve la ocasión de ver cómo hay personas, a sólo unas horas de nosotros, cuya principal preocupación cada día es qué van a comer. Hoy, mañana, esta semana… En el centro de Chad, en Mangalmé, las familias dependen de una estación corta de lluvias para que sus campos den de sí la comida de todo el año. Y desde la epidemia de cólera de 2010, y tras pasar por la crisis alimentaria provocada por la sequía en los años siguientes, la realidad es que no hay suficiente comida.

La vida de las mujeres, apegada al campo, a la búsqueda del agua y a la preparación de las comidas, es en muchos casos desesperante. Durante la estación de lluvias, trabajan intensamente el campo, principalmente quitando las malas hierbas en torno a las plantas de sorgo y mijo que cultivan en pequeñas parcelas. Es un trabajo duro, que se hace con azadas muy sencillas y requiere mucho esfuerzo físico.Y es la época en que las aguas embalsadas por todas partes atraen a los mosquitos que contagian enfermedades. Se trabaja con ansia, con fiebre, sin descanso. Si los adultos de la familia enferman, saben que el año será una tragedia.

Con suerte, se pueden hacer tres comidas en un día. Una papilla ligera de sorgo por la mañana. Una bola de sorgo con salsa de hojas de algún vegetal a mediodía. Y lo mismo por la noche. Achta sabe que esta dieta no es suficiente, ni suficientemente variada, para sus niños. Ni para Abakar, que tiene 11 años, ni para la pequeña Zourra, de un año, que empieza a comer otras cosas aparte de la lactancia materna.

Después de la cosecha, el sueño de abundancia muchas veces se disipa. Hay que devolver lo recibido durante los meses difíciles sin reservas. Hay que pagar en cereales las matrículas escolares de los niños, y una mensualidad también. Con suerte, cuando la comida no es suficiente, hay la posibilidad de trabajar para otros, de conseguir unos francos, de migrar a otro lugar donde las tierras den algo más. Muchas veces, ni con suerte se resuelve.

Entiendo la desesperación de Achta, a quien sólo le queda luchar: ‘Me caeré y me levantaré; me caeré y me levantaré, hasta que tenga criados a mis hijos’. Así, cada día, es como ella lucha contra el hambre.

Belén de la Banda es periodista y trabaja en el equipo de comunicación de  Oxfam Intermón