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‘Tú puedes llegar’

Por Júlia Serramitjana     Julia Serramitjana

Loli García y Achta Fadoul no se conocen. Viven a miles de kilómetros la una de la otra pero han formado parte de un mismo proyecto: el Oxfam Intermón Trailwalker, el reto solidario y deportivo que, en su quinta edición ha conseguido recaudar más de un millón de euros para que miles de personas tengan acceso al agua potable.

Achta vive en Midjiguir, en la región de Guera, en Chad.  Tiene 28 años y 6 hijos. Trabaja en el campo junto con su familia. En Midjiguir no hay ninguna fuente de agua limpia, y  debe hacer cuatro viajes al día para traerla de una charca que se forma en época de lluvias.

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Achta Fadoul recogiendo agua de lluvia contaminada junto a su hija Noura.. (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Conseguir agua potable no es fácil para Achta: ‘Mis niños caen enfermos con frecuencia. El agua que cogemos en época de de lluvias está muy sucia y llena de gusanos.’ Además, tiene dificultades para dar de comer a sus hijos cada día y para pagarles la escuela. ‘Quiero que mis niños tengan éxito en la escuela, es lo más importante de todo. Toda mi alegría es que mis niños estudien’, explica.

Loli vive en Madrid, tiene 2 hijas y trabaja en un laboratorio. Su pasión es correr. La semana pasada, fue la primera mujer del Oxfam Intermón Trailwalker que llegó a meta junto a su equipo SGS España tras recorrer 100 km en menos de 32 horas.  No conoce a Achta pero recorrió todos esos kilómetros para que ella tenga vida más digna, a través de los proyectos que Oxfam Intermón desarrolla para mejorar el  acceso al agua potable.

Y es que el agua es un problema en la mayor parte del planeta. El 80 por ciento de las enfermedades del mundo están relacionadas con el agua sucia: diarrea, cólera y tifus entre otras.

Loli García, la primera mujer en llegar a meta en el Oxfam Intermón Trailwalker de Madrid. (c) Júlia Serramitjana / Oxfam Intermón

Durante la carrera, fui encontrándome con Loli por los diferentes puntos de avituallamiento del recorrido. Me emocionó su actitud. La de este año era una prueba dura, muy dura, pero a ella le brillaba la sonrisa en la cara, se la veía fuerte y convencida de que el reto merecía la pena. Junto con su equipo, corrió kilómetros para que Achta no tenga que dar agua sucia a sus hijos.

Salvando las distancias, el camino que tuvo que recorrer Loli en Madrid tampoco fue fácil: ‘Me sentía cansada y me preguntaba como esas mujeres pueden llevar los bidones si no puedo ni llevar mi mochila de agua. Subiendo el Puerto de Canencia (17 Km) sufrí mucho creo que fue el mayor sacrificio que hice. Se me acabó el agua y no podía pensar en otra cosa. No podíamos seguir sin agua. Encontramos un riachuelo y sin pensarlo bebimos de él sin saber si era potable o no.  No puedo imaginarme qué piensan estas mujeres cuando recogen agua sucia sabiendo que sus vidas dependen de ello’, explica impresionada.

Fueron pasando las horas hasta que se hizo la noche . Loli me contó que iba leyendo los carteles iluminados con frases motivadoras alumbradas por su frontal: ‘Tú puedes llegar, se repetía. Y así fue como lo consiguió.

El Trailwalker es una experiencia épica. Es emocionante ver como miles de personas recorren con mucho esfuerzo los 100 kilómetros en un ambiente festivo; conscientes de que cada kilómetro sirve y mucho. El esfuerzo de personas como Loli contribuye a cambiar la vida de miles de personas como Achta, mejorando su acceso al agua y, lo más importante, contribuyen a que tengan una vida digna.

Júlia Serramitjana es periodista y trabaja en Oxfam Intermón

Mil soles espléndidos: un reto deportivo en solidaridad con las mujeres afganas

Bea PozoPor Beatriz Pozo 

100 km son en apariencia muchos kilómetros, sobre todo si son a pie; y más aun si incluyen subidas y bajadas, caminos irregulares y el sol de Madrid en junio. Pero 100 km pueden ser también muchas cosas más, hasta el punto de que, al final, resulten pocos. Algo así puede pasar este fin de semana, en el que más de 140 equipos disputarán el Oxfam Intermón Trailwalker, una carrera solidaria que recorre esa distancia, en la sierra de Madrid.

Tres mujeres participantes en el Oxfam Intermón Trailwalker de 2013

Tres mujeres participantes en el Oxfam Intermón Trailwalker de 2013 (c) Laura Hurtado/ Oxfam Intermón

En este caso, 100 km son cooperación, son solidaridad, son agua, ya que el dinero recaudado irá destinado a los proyectos de mejora del acceso a este recurso que lleva a cabo Oxfam Intermón. Para el equipo BS Mil Soles Espléndidos también son mujeres. No solo porque ellas sean todas chicas, sino también porque el nombre que han elegido para su equipo va dedicado a las mujeres. A las afganas que protagonizan el libro de Khaled Husseini, Mil soles espléndidos, y que les han inspirado en su preparación de la carrera, al mostrarles ‘cómo aunando esfuerzos se consiguen muchas cosas’; y también a las mujeres que, para ellas, son las que más sufren y las que más necesitan.

Este equipo, formado enteramente por trabajadoras del Banco Sabadell, lleva desde febrero preparándose en Vizcaya para la que será su primera carrera. Son un equipo exclusivamente femenino, y, como ellas, muchas otras también participarán en la carrera. Al igual que el año pasado, este evento no se podría desarrollar sin sus mujeres.  Chicas que certifican la presencia creciente de las mujeres en el mundo del deporte. Da igual que sea profesional; como las selecciones femeninas de futbol y baloncesto, en las noticias estos días;  o amateur, como en este caso; ellas cada vez lo practican más. También forman  parte de la organización del evento, asisten en los equipos de apoyo y  colaboran como voluntarias.

Hace tiempo que pasó la época en la que el deporte era considerado cosa de chicos.  Ahora, en todos sus niveles, ellas tienen un papel preponderante. El Trailwalker y sus 100 km son un ejemplo y una prueba más de ello. Desde la solidaridad de sus participantes y su compromiso con los distintos proyectos de Oxfam que directa o indirectamente ayudan a la mujer, ya que la cercanía de las fuentes de agua reduce el tiempo que invierten en ir a aprovisionarse de ella (que llega hasta a las 5 horas de media al día en África subsahariana) y les permite invertirlo en otras cosas, como conseguir ingresos adicionales o formarse; hasta la participación de cada vez un número mayor de chicas en la carrera.

Así, sin duda alguna 100 Km son y pueden ser muchas cosas. Un compromiso, caminos zigzagueantes, un paisaje, solidaridad, agua, trabajo en equipo, esfuerzo, emoción, autosuperación; y sí, también, mujeres, como bien adivinó el equipo BS Mil Soles Espléndidos.

Beatriz Pozo es estudiante de periodismo y comunicación audiovisual. Colabora con el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

Las marchadoras del pañuelo blanco

Por María Gobern María Gobern

Hace unos cuantos fines de semana tuvo lugar la 5º edición del Oxfam Intermón Trailwalker en Girona, una marcha solidaria de 100 km para acabar con la pobreza. Empezaba a las 10:00h del sábado en Olot, los tambores animaban el pistoletazo de salida a 376 equipos, un total de 1.424 personas390 mujeres, dispuestos a marchar con la misma meta común: construir un mundo más justo.

Cada una de las personas que participan es probablemente un misterio que merece la pena conocer. Hace un año, mi compañera Sandra Cava compartía con nosotros la historia llena de emoción de Carme Colomo, marchadora del equipo de las Aloges, que en 2014 no pudo participar a pesar de haber entrenado junto a sus compañeras, meses antes de la carrera le diagnosticaron un cáncer de mama. Hace un año, Carme nos contaba que seguía entrenando, que poco a poco podía “subir una montañita” y sonreía deseando poder participar otro año.

Las Aloges, en su imagen del Trailwalker 2014.

Las Aloges, en su imagen del Trailwalker 2014.

Y el año ha llegado. Carme Colomo encabezaba feliz este equipo de mujeres, las Aloges, que participaban por tercera vez, con su ya característico pañuelo blanco en la cabeza que han establecido como nuevo símbolo en su indumentaria. Carme pudo caminar durante 100 kilómetros después de haber ganado su particular lucha contra el cáncer. ‘El año pasado fui equipo de apoyo porque estaba en plena quimioterapia y no podía salir a caminar. Estoy mejor aunque no en mis plenas facultades porque cuesta mucho recuperar musculación después del tratamiento, pero con muchas ganas. Mi objetivo es llegar. Lo único que quiero es ponerme a prueba otra vez y llegar al otro lado, es lo único que busco. Para mí es muy importante estar aquí’, explicaba preparada en la salida.

20 horas y 25 minutos después, llegaba llorando Carme Colomo a la meta en Sant Feliu de Guixols, emocionada por haber superado otro reto personal que había quedado pendiente. ‘Sentí una mezcla de emociones alucinante, me saqué esa espina del año anterior, esa impotencia de no poder caminar junto a mis compañeras y me dije a mi misma: olé, aquí estoy yo otra vez, por mis cojones’.

Las Aloges, en su imagen de 2015, con su pañuelo blanco a la cabeza.

Las Aloges, en su imagen de 2015, con su pañuelo blanco a la cabeza.

Carme tiene 35 años y es madre de un niño de 7 años. Una mujer que transmite energía y dulzura a borbotones. Cuando la llamo para la entrevista me dice que la pillo de excursión en la montaña, 6 meses después de su lucha contra el cáncer Carme rebosa vitalidad y se esfuerza por recuperar su forma física.

Cuando habla del Trailwalker del sábado 18 de abril se emociona y me emociona a mí. La suya es una historia de superación y fuerza, “Nunca dejé de andar, aunque fuera solo para dar unos pasos acompañada de amigos, en las últimas sesiones de quimioterapia me cansaba subiendo escaleras pero lo primero que hice cuando acabé el tratamiento es volver al gimnasio”. Carme dice recordar su enfermedad como si fuera ayer, ‘el cáncer me vino de repente, fue duro, hacen falta muchas ganas y una mente dura’.

Como Carme, las cerca de 1500 personas que corrieron los 100 km estaban repletas de ilusión. Tras meses de esfuerzo, entrenamiento y búsqueda de recaudación llegaron a la meta felices de saber que su ilusión estaría reflejada en las sonrisas de miles de personas que reciben los donativos recogidos en otras partes del mundo.

 

La próxima edición del Oxfam Intermón Trailwalker se celebra el 20 de junio en la sierra de Madrid. Las inscripciones están abiertas hasta el 8 de junio. 

María Gobern es periodista. Preocupada por este mundo y por los Derechos Humanos. Ahora en  Goldman Sachs is not an aftershave,  y pronto en .

Alma Obregón: mucho más que magdalenas

Por Beatriz Pozo Bea Pozo

Alma Obregón no deja de repetir que está un poco loca y si te cuenta cómo se fue al Sahara a correr 100 kilómetros, lo normal es que tu también empieces a creerlo. Pero quizás ese punto de locura sea necesario para hacer lo que ha hecho ella. Porque Alma Obregón tiene un blog de cupcakes que acumula ya más de 32 millones de visitas: ‘Objetivo:  Cupcake Perfecto’.

Alma Obregón en su taller de cupcakes. Imagen de Ekaitz Cancela / Oxfam Intermón

Alma Obregón en su taller de cupcakes. Imagen de Ekaitz Cancela / Oxfam Intermón

Hace cuatro años, cuando lo creó, Alma era una estudiante de doctorado en Alemania. En un viaje a Inglaterra descubrió los cupcakes, que ella describe como una especie de tartas en forma de magdalena. Le entusiasmaron y probó a hacerlos. De esta forma, el blog nació como una libreta virtual en la que Alma contaba sus intentos de hacer cupcakes. Hoy tiene varios diplomas de las mejores escuelas de repostería en la pared, y ella es la que enseña a cocinarlos a través de sus talleres. Además, tiene un programa de televisión en Canal Cocina, una tienda y un taller especializados en Madrid y varios libros publicados y muy vendidos sobre repostería.

Alma ha conseguido así poder vivir de lo que en un principio no parecía más que una afición, y ser su propia jefa. Ella dice que tuvo suerte, porque comenzó con los cupcakes justo antes de que se pusieran de moda en España, pero lo cierto es que no hay más que ojear un poco su blog para ver que tiene algo especial. Sus recetas no son solo una lista de ingredientes y pasos a seguir, sino que están hechas desde un punto de vista muy personal que te permite empatizar con la propia Alma y con las mil y una cosas de su vida que decide contar, desde su obsesión por la Nutella al cumpleaños de su gato.

Alma tiene también una faceta personal muy marcada por la acción solidaria. En sus dos últimos años de carrera fue voluntaria en Oxfam Intermón y, más adelante, ha aprovechado su éxito para colaborar profesionalmente en diversas actividades. Así, por ejemplo, ha contribuido con sus recetas de cupcakes a popularizar los ingredientes de comercio justo, y  con frecuencia realiza talleres solidarios.

Su otra gran afición es participar en carreras de larga distancia, como la del Sáhara. Dejando de lado el propio mérito que supone correr tantos kilómetros, Alma también usa estas carreras como un modo de ayudar a la gente que más lo necesita. De esta forma, ha participado en un programa en el que por cada kilómetro que corría, se donaba un kilo al Banco de Alimentos. Y el próximo 5 de julio tomará la salida, junto con varios equipos formados por sus amigos bajo el nombre de ‘Cañas y Tapias’, en la carrera solidaria Oxfam Intermón Trailwalker, (100km, una causa) que se celebrará por primera vez en la sierra madrileña.

Alma ha sido capaz de prácticamente inventarse una profesión de aquello que le gustaba, y disfruta enormemente de todo lo que hace. Una chica con una sonrisa permanente en la cara y con muchas ganas de comerse el mundo. Quizás esté un poco loca, pero dado lo bien que le ha ido, creo que a todos nosotros nos convendría estar así de locos.

 

Beatriz Pozo es estudiante de periodismo y comunicación audiovisual. Colabora como voluntaria con el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.

100 kilómetros con un pañuelo blanco en la cabeza

Por Sandra Cava Sandra Cava

El pasado fin de semana tuve la suerte de participar activamente en la organización de la 4º edición del Oxfam Intermón Trailwalker, una marcha solidaria de 100km para acabar con la pobreza que inspiró hace unos días una entrada de mi compañera Yasmina Bona. El sábado a las 10:00h Olot daba el pistoletazo de salida entre ánimos, fuerza y mucha emoción a 340 equipos, un total de 1356 corredores, 389 mujeres, una proporción muy alta para una carrera de este tipo.

Ha sido un fin de semana difícil de olvidar. Junto con un enorme equipo de personas (voluntarios, participantes, amigas y compañeros…) hemos compartido tiempo, experiencias, emoción y sufrimiento. Y especialmente el momento en el que he tenido oportunidad de conocer una historia que quiero compartir, una historia que pueden contar cada año 1.380.000 mujeres en el mundo.

Miembros del equipo Aloges en un momento de la carrera: Mireia Triquell, Carme Colomo, Ester Mendoza, Xerta Puig, Arita Diaz, Nuria Siso. Imagen cedida por Carme Colomo.

Miembros del equipo Aloges en un momento de la carrera: Mireia Triquell, Carme Colomo, Ester Mendoza, Xerta Puig, Arita Diaz, Nuria Siso. Imagen cedida por Carme Colomo.

Aloges es un equipo de mujeres, amigas, madres, que repetía experiencia después de participar en el Trailwalker el año pasado. Las Aloges son seres femeninos de la mitología catalana, son creadoras de vida, una representación de las fuerzas femeninas de la naturaleza (¡y no se me ocurre mejor nombre para un equipo tan especial!).

Carme Colomo forma parte de este equipo, tiene 34 años y una sonrisa sincera permanente. Es de Tona, una localidad de la comarca de Osona. Este año ha entrenado duro junto a sus compañeras para los 100 km, han colocado huchas en las tiendas de su pueblo, ha vendido lotería, y juntas han realizado diferentes actividades recaudar más de 2000 euros. Pero este año no ha podido correr. Vio desde el equipo de apoyo como sus compañeras cruzaban la línea de llegada en St. Feliu de Guíxols, 25 horas después de la salida.

Todo eso con un pañuelo blanco en la cabeza. Un pañuelo hecho a mano por una de sus compañeras. Ese pañuelo es el que Carme llevaba cuando compartía conmigo su historia, es un pañuelo que todas las componentes del equipo llevaban como forma de apoyo, de fuerza para ella, de compañía y solidaridad. Un pañuelo, uno de tantos que lleva desde que el día 26 de enero le detectaron un tumor maligno en el pecho y el pelo se le comenzó a caer por el tratamiento de quimioterapia. Desde ese día su vida ha sido una montaña rusa de emociones, de operaciones y de lucha.

Lo comparto así, al final, porque es como ella lo comparte. No lo oculta, pero lo naturaliza adaptando su enfermedad a la realidad que le rodea; como cuando tiene que explicarle a su niño de 6 años que lleva el pañuelo para protegerse del sol o no coger frío ahora que no tiene pelo. Correr o no el Trailwalker es sólo un ejemplo, uno de sus muchos retos personales. Carme sigue entrenando 20km si se encuentra bien, ahora puede hacer ‘una montañita’ como ella dice, sabiendo que este año no ha podido correr, pero lo hará el año que viene.

Sólo me queda darle las gracias a Carme, al valiente equipo Aloges, y a las 2040 personas (entre corredores y equipo de apoyo) que participaron en el Oxfam Intermón Trailwalker.  Juntos hemos colaborado para contribuir a que millones de personas tengan una vida más digna. Pero también hemos puesto en el empeño nuestra vida, nuestra alegría, y, como Carmen, un inmenso sentido del esfuerzo y la superación.

Sandra Cava Ortiz forma parte del equipo de comunicación de Oxfam Intermón

 

Mujeres deportistas: la otra carrera

Por Yasmina Bona  Ybona

Los veranos en los que se celebran los Juegos Olímpicos para mí siempre son especiales. Me gusta ir siguiendo las diferentes pruebas, ver cómo los y las deportistas se superan a sí mismos ante la mirada estupefacta de millones de personas en todo el mundo. De todos los deportes, tengo una particular predilección por el atletismo en su modalidad femenina.

Cuando veo a las atletas competir, no siento más que admiración. Cuando las veo correr sobre la pista, siguiendo la ruta marcada, con su principio y su final bien definido, pienso en cuál debe haber sido su otro camino, el que han tenido que recorrer previamente para llegar aquí donde están ahora, a lo más alto. Quizás haya sido más tortuoso, o quizás no. Y también pienso en aquellas que se habrán quedado a mitad de camino, que lo habrán dado todo por estar allí y que sin embargo, no aparecen en nuestras pantallas.

Pie de foto: La atleta Lornah Kiplagat en los FBK Games de Holanda en 2007. Imagen de Wikipedia.

Pie de foto: La atleta Lornah Kiplagat en los FBK Games de Holanda en 2007. Imagen de Wikipedia.

Hace unos meses, tras un viaje a Etiopía, Elena Rodríguez, responsable de eventos deportivos solidarios en Oxfam Intermón, contaba en este blog la historia de Banchiayhu, atleta etíope que se entrena duro para competir al más alto nivel y llegar algún día a alcanzar el sueño olímpico. De este país salen grandes atletas que compiten por los primeros puestos a nivel mundial, pero no todos tienen las mismas oportunidades. En Etiopía más de un tercio de la población sufre hambre y las mujeres están sometidas a restricciones tanto económicas como culturales, sobre todo en las comunidades rurales, donde las poblaciones están expuestas a una mayor vulnerabilidad. Precisamente en el campo se crío Banchiayhu, quien ahora se siente privilegiada por tener un trabajo y poder entrenar. El éxito cada vez mayor de las mujeres etíopes en el atletismo contribuye a mejorar su reconocimiento entre los hombres y cambiar el panorama social de Etiopía. Banchiayhu sabe que con su esfuerzo y dedicación no solo se superará a sí misma, sino que con su ejemplo puede mejorar la vida de sus compatriotas en su país.

En los países empobrecidos las mujeres se encuentran con muchas barreras que dificultan su participación en el deporte. Según el investigador Jon Mikel Zabala algunas de estas dificultades son ‘la persistencia de roles de género estrictamente forzados, las restricciones legales a la libre movilidad, la falta de apoyo familiar, una cultura tradicional, y la dificultad o imposibilidad de practicar deporte al aire libre por el riesgo que ello puede conllevar para su integridad física’. La atleta keniata Lornah Kiplagat sufrió algunas de estas dificultades cuando empezó a correr en su país. No estaba bien visto que las mujeres se dedicaran al atletismo, pero aún así Lornah ha conseguido cosechar medallas por todo el mundo. Consciente de la desigualdad de género que se vive en su país, Lornah utilizó el dinero conseguido tras ganar la maratón de Los Ángeles en 1997 para construir un centro de entrenamiento para las jóvenes deportistas de Kenya. Ahora, el centro de Lornah es el punto de encuentro de miles de deportistas de todo el mundo que acuden allí para entrenarse junto con la población keniata.

El otro día, una compañera me descubría el caso de Samia Yusuf Omar, atleta que en 2008, con 17 años, representó a Somalia en los 200 metros lisos de los Juegos Olímpicos de Pekín y quedó última. En Somalia, Samia había sufrido amenazas de muerte para que dejara el deporte. Al volver a su país no la dejaron entrenar más y cuatro años más tarde fallecía en una patera camino a Italia tratando de seguir su carrera deportiva y hallar un futuro mejor, lejos de un país marcado por una guerra y sumido en la pobreza.

Samia, Lornah y Banchiayhu son símbolos de superación. Corren en otra carrera paralela: la de la lucha por la igualdad de oportunidades, por cambiar las condiciones de vida de la población de su país. Y aunque en este caso no hay medallas, con su admirable esfuerzo contribuyen a construir una sociedad más justa. Desde aquí, aunque la impotencia a menudo se manifieste cuando oímos hablar de la realidad que se vive en los países en vías de desarrollo, muchas organizaciones también nos sumamos a esta carrera y trabajamos para que historias como las de estas tres mujeres crucen fronteras y contribuyan a generar cambios positivos en la sociedad.

Samia Yusuf, y por los valores de superación y lucha que representa, es quien inspira la participación de uno de los equipos inscritos en la 4ª edición del Oxfam Intermón Trailwalker que se celebra en Girona el próximo 26 y 27 de abril y que también contará con una edición en Madrid el 5 y 6 de julio. En esta marcha solidaria, 356 equipos recorrerán 100km para cambiar la vida de millones de personas que pasan hambre y no viven en condiciones dignas.  

El año pasado asistí a la salida del Oxfam Intermón Trailwalker y pude ver la emoción con la que cerca de 2.000 personas afrontaban el reto de caminar los 100 km. Una emoción que,  mediante los donativos que logran los participantes, se traduce en más recursos para que personas que viven en países empobrecidos puedan seguir adelante con sus vidas.

Esta es también nuestra carrera, la de todas y todos.

Yasmina Bona es periodista y trabaja en Oxfam Intermón.