Archivo de octubre, 2014

Mi vida sin un pecho

Por Mayte Mederos Mayte 

Está claro que no todos los tipos de cáncer son iguales. Los hay de mejor y peor pronóstico y el de mama es de los más benignos, pero cuando hay mastectomía por medio las secuelas van mucho más allá de la salud.

Pasé por este trago hace cuatro años. Cuando mi médico me dio el diagnóstico (‘Mayte, tienes un cáncer y hay que quitarte el pecho’) reconozco que la segunda parte de la frase me golpeó casi más que la primera.

Bimba Bosé en portada de la revista Ve

Bimba Bosé, un ejemplo de valentía y normalización del cáncer de mama. Imagen: portada de la revista Vein (Septiembre 2014)

Y es que no es lo mismo saber que tienes un cáncer de otro tipo, o que la intervención solo va a suponer quitarte el tumor del pecho. Cuando se trata de extirparte el pecho entero entran en juego muchas más cosas.

Aun así, nunca te preparas lo suficiente para lo que viene. Yo fui a la operación con toda la información médica muy clara. Pero nadie me anticipó la otra parte. Cuando dos días después la auxiliar me cortó el vendaje rígido que cubría mi torso, sentí un mazazo difícil de describir. Creo que me quedé sin respiración. Lo que veía ante el espejo aquel baño de hospital era una mujer mutilada. Yo no pensé que fuera a ser así, aquella costura basta era terrible, y lo peor es que la parte que faltaba era tan evidente para mí como para cualquiera que me mirase.

En mi caso soy una mujer poco presumida y bastante poco femenina exteriormente. Pero precisamente por eso, por estar yo en la parte menos sensible de la muestra, a partir de mi experiencia puedo decir que perder un pecho es una carga de profundidad que mina la autoestima de cualquier mujer como pocas cosas.

Imágenes del proyecto Scar (cicatriz).

Imágenes del proyecto Scar (cicatriz). Fotografías de David Jay.

Por eso cuando meses más tarde empecé mi voluntariado en la Asociación Española contra el Cáncer, pedí que me asignaran a la parte de Testimonios. Quería ayudar a las mujeres a prepararse para las otras secuelas de la mastectomía. No lo conseguí, señal de que esta sociedad sigue dándole una importancia secundaria al tema. Así que en el Día Mundial del Cáncer de Mama reivindico que la medicina vuelva la mirada hacia esa parte de la realidad que tanto nos afecta.

A mí me ayudó mucho a recuperarme psicológicamente la forma en que mi madre me ayudó a bañarme, tras volver del hospital. Recuerdo que en aquellos momentos vivía angustiada por el enorme hueco que había en mi cuerpo, y que era más que notable con ropa. Por eso, cuando mi madre me envolvió en la toalla y con delicadeza me abrazó para secarme, tal como hacía cuando era una niña, dejé de sentirme un desecho y empecé a recuperar mi autoestima. Nunca he sentido tanto amor como en aquel gesto tan dulce.

Meses más tarde vino la prueba de fuego: ¿cómo te enfrentas al sexo con un solo pecho? Supongo que cuando esto te pasa estando en pareja el shock es menor, pero tener una historia con alguien partiendo de este punto es para salir huyendo. O eso pensaba yo.

Una vez más, la vida coqueteó conmigo haciendo un despliegue de medios, a través de una mujer a la que ya quería mucho que me rondó y me conquistó hasta convencerme. Yo, con una mezcla de miedo y vergüenza, le dije apurada que no iba a tener que ver nada que no quisiera. Ella me mandó a freír espárragos y me calló con besos. El fin de semana que estuvo conmigo me hizo sentir de nuevo una mujer deseable, y ya supe que no tenía nada que temer, porque el mundo iba a ser mío… con un pecho, con ninguno o con lo que la vida me pusiera por delante.

Tengo que decir también que tuve una fantástica cirujana, y que a día de hoy estoy mejor que antes de la enfermedad, con unas cicatrices finas y bien curadas que me hacen sentir de la estirpe luchadora de las amazonas. Pero, sobre todo, mis nuevos pechos me recuerdan que estoy viva, y que quien me mira desnuda ve a una mujer segura de sí misma, que disfruta del sexo y de su cuerpo, y que ha salido enriquecida por esta experiencia vital.

En Europa la incidencia de cáncer de mama es de una cada ocho mujeres. Estamos abocadas a vivir experiencias como ésta cada vez más cerca. Y las mujeres mastectomizadas no tenemos normalmente fuerzas para contar cómo nos sentimos en primera persona. Así que abracemos, besemos, llenemos de cariño a las mujeres de nuestra vida que pasan por este trance. Hagámosles saber que amor no entiende de formas ni de medidas. Pero, sobre todo, no dejemos nosotras de explorarnos ni de acudir a nuestra cita médica cada año. Y concienciemos también a nuestras hermanas, a nuestras amigas, a nuestras hijas. Hagámoslo hasta que llegue el día en que el mundo no tenga que teñirse de rosa cada mes de octubre para recordárnoslo, y la prevención le gane la batalla al cáncer definitivamente.

Mayte Mederos es madre de familia numerosa y autora del blog Avatares de una amazona.

Menopausia: nada que ver con el fin

Por Gema García

¿Por qué las españolas asocian la menopausia a pérdida de energía? Esta es una de las principales preocupaciones del 52,7% de las mujeres españolas en edad de menopausia encuestadas en el estudio ‘La mujer española a partir de los 50‘, realizado por TENA Lady y avalado por la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM). En muchas ocasiones asociamos este periodo con una etapa final de la vida y esto no es así. La menopausia es una etapa más de la vida en la que la mujer tiene que cuidarse.

La menopausia sólo es una etapa más en la vida. Imagen de TENA Lady.

La menopausia sólo es una etapa más en la vida. Imagen de TENA Lady.

En España se estima que más de 8 millones de mujeres están pasando o han pasado por la menopausia. Se trata de un acontecimiento de la vida de la mujer en el que se producen importantes cambios hormonales que repercuten en muchos aspectos de su salud. Según algunos estudios recientes, la edad media en la que la mujer entra en este periodo son los 48 años.

La caída de la producción de estrógenos durante la menopausia provoca alteraciones en el cuerpo de la mujer, como por ejemplo los famosos sofocos, pero este déficit hormonal también afecta al tejido de la uretra, lo que provoca, entre otras cosas, incontinencia urinaria. Un síntoma que afecta al 25% de las mujeres durante la menopausia y que repercute en la calidad de vida de la mujer, en sus actividades cotidianas y en sus relaciones interpersonales. Muchas mujeres deciden modifican sus rutinas o actividades por este síntoma. Los datos ponen de manifiesto que el 29% de las mujeres mayores de 45 años padece incontinencia urinaria, una cifra que alcanza el 48% entre las mayores de 65 años, es decir, una de cada dos.

Además de la incontinencia, los prolapsos y el deterioro de las relaciones sexuales son las consecuencias más habituales del debilitamiento del suelo pélvico. El envejecimiento progresivo de esta parte del cuerpo femenino, unido a la caída de la producción de estrógenos por parte de los ovarios, favorecen las alteraciones del suelo pélvico. Si a estos síntomas sumamos que casi todas las mujeres han pasado por uno o dos embarazos y partos, que ya sabemos que dañan el suelo pélvico; podemos entender por qué, alrededor de los 50 años, la mujer debe poner especial atención en el cuidado y la prevención de su suelo pélvico. Con unos ejercicios muy sencillos, que se pueden realizar discretamente en cualquier lugar, se pueden mejorar y prevenir los problemas asociados al debilitamiento del suelo pélvico en el 70% de los casos.

A pesar de ello, los datos del estudio ‘La mujer española a partir de los 50’ ponen de manifiesto que los principales factores asociados al envejecimiento que más preocupan a las mujeres españolas son, en este orden, la perdida de energía, el aumento de peso, el insomnio, seguidos de la sequedad vaginal, las pérdidas de orina, los sofocos y las arrugas.

Algunos consejos que pueden ayudar a las mujeres que están pasando por esta etapa son: vestirse con varias capas para poder quitarse la ropa si se acalora o sufre sofocaciones, dormir y levantarse a la misma hora todos los días para evitar trastornos del sueño, practicar ejercicio físico como ayuda para prevenir la depresión, evitar la cafeína y los estimulantes a partir del atardecer, cuidar todo lo que suponga una presión abdominal como el aumento de peso o el estreñimiento crónico y consultar a un especialista que le aconseje un tratamiento personalizado.

Gema García es ginecóloga y responsable de la Unidad de Suelo Pélvico del Hospital Quirón de Madrid y colaboradora con la página  centradaenti.

Contra la pobreza: sostenibles e iguales

Por Almudena Díaz Pagés Almudena Díaz Pagés

Hoy día 17 de octubre, con motivo del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, vale la pena prestar atención a una de las mayores iniciativas a nivel global para erradicarla: los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y lo que se espera venga después, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Sostenibilidad e igualdad tienen que formar parte de la lucha contra la pobreza. Imagen: Environment Gender Index.

Sostenibilidad e igualdad tienen que formar parte de la lucha contra la pobreza. Imagen: Environment Gender Index.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible nacieron en la Conferencia de Río+20 celebrada en el 2012, en la que los líderes mundiales y las principales ONG internacionales, se reunieron para establecer una Agenda de Desarrollo Post-2015 (fecha tope fijada, para cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio). En esta conferencia se trazó una hoja de ruta para desarrollar los que serán los nuevos objetivos, que ha ido evolucionando hasta un primer borrador con 17 propuestas, centradas en la erradicación de la pobreza extrema bajo las dimensiones social, ambiental y económica.

En este marco de evolución para erradicar la pobreza, la agenda de la igualdad de género y del pleno cumplimiento de los derechos humanos de las mujeres, ha estado y continua estando en el centro del debate pues la experiencia de los Objetivos de Desarrollo del Milenio ha servido como alerta contra las acciones parciales o aisladas.

En este sentido, los Objetivos de Desarrollo Sostenible han recogido tres de las principales demandas realizadas por la sociedad civil en cuanto a igualdad de género se refiere:

  • Recogen como objetivo en sí mismo el cumplimiento de la igualdad de género (Objetivo 2: ‘Empoderar a niñas y mujeres y lograr la igualdad de género’).
  • Establecen que el acceso universal a la salud y a los derechos sexuales y reproductivos son un componente esencial de una sociedad saludable (Objetivo 4: ‘Garantizar Vidas Saludables’).
  • Desarrollan indicadores específicos de igualdad de género para medir y estimular el cumplimiento de estos objetivos.

Sin embargo lo que estos nuevos objetivos propuestos, no recogen y ha sido por ello fuertemente criticado por las principales organizaciones de defensa de los derechos humanos de las mujeres en el mundo, se resume en 5 puntos:

  • La falta de un enfoque transversal de igualdad de género para todos los objetivos; la falta de un enfoque integral de los derechos de las mujeres, entendidos como derechos humanos. Y en esta línea: la falta de medidas concretas a aplicar por los gobiernos nacionales, para cumplir con su compromiso de acabar con la violación de los derechos humanos de las mujeres.
  • La falta de un enfoque que profundice en las causas económicas, sociales, culturales y políticas que generan la desigualdad y la discriminación de género y en consecuencia, la feminización de la pobreza. Se establece un objetivo de igualdad en sí mismo, pero no se lo vincula a sus causas estructurales como son: el matrimonio precoz, la falta de acceso a la educación, la violencia contra las mujeres, la falta de acceso a los recursos, la violencia institucional, las leyes discriminatorias etc.
  • La falta medidas para hacer frente a la problemática del trabajo no remunerado, y en particular de la economía del cuidado, que tradicionalmente recae en las mujeres y genera grandes brechas en el acceso a la educación y al mercado laboral.
  • La falta medidas para asegurar la financiación e implementación de sistemas de recogida de datos sobre indicadores de igualdad de género a nivel nacional, para contar con estadísticas que den visibilidad a las problemáticas que afectan a las mujeres.
  • La falta de medidas concretas para asegurar el acceso universal a la salud reproductiva y sexual de las mujeres, así como el acceso a la planificación familiar. Además, se teme que éste será uno de los temas que traerá más desacuerdo entre países.

Mirando a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, merece la pena remarcar que uno de los objetivo con peor desempeño en los últimos 20 años ha sido el de “Mejorar la Salud Materna” (ODM 5). En 2013 casi 300.000 mujeres murieron en el mundo como consecuencia del embarazo y durante el parto. Sólo el 50% de las mujeres embarazadas recibieron atención prenatal y 40 millones de partos no fueron atendidos por personal sanitario (32 de ellos en zonas rurales). Además, el embarazo adolescente sigue siendo muy alto en regiones como África subsahariana y América Latina y el Caribe, lo cual incide directamente sobre la feminización de la pobreza.

Y es que, tal y como remarcan los estudios sobre igualdad de género respecto al futuro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la posibilidad de decidir sobre el propio cuerpo y tomar decisiones autónomas acerca de la maternidad, representa una ventaja decisiva para acceder a la educación superior y al mercado laboral, y de tener la oportunidad de participar plenamente en la vida pública y en la toma de decisiones. Especialmente en el caso del embarazo juvenil, pues su reducción puede influir en el logro de otros objetivos en lo que respecta a la pobreza y la mortalidad infantil.

Por tanto, entre muchas otras cosas, si los líderes mundiales quieren que los nuevos objetivos para erradicar la pobreza contribuyan a la igualdad de género, asegurar el acceso universal a la salud reproductiva y sexual, pasando por el derecho al aborto seguro y legal, debería ser considerado una prioridad en la Agenda de Desarrollo Post-2015. Esperemos que lo tengan en cuenta.

Almudena Díaz Pagés es politóloga y especialista en Relaciones Internacionales. Editora de Género de la plataforma United Explanations.

No digas que es igual

Por Belén de la Banda @bdelabanda

Hace unos veinte años, mientras estudiaba en la universidad, colaboraba como voluntaria con una escuela de adultos en Vallecas, en el sur de Madrid. En realidad debería haberse llamado Escuela de Adultas, porque eran mayoritariamente mujeres quienes poblaban esas pequeñas aulas, hechas de barracones y pegadas al edificio de una parroquia del barrio, donde varias tardes a la semana nos reuníamos para ‘aprender’, en un pequeño grupo de ocho o diez. Quizá faltaban muchas cosas en esas vidas y en esa escuela, autogestionada y con muy pocos medios materiales. Lo que nunca faltó por parte de las alumnas era motivación.

Movilizaciones vecinales por la vivienda en Vallecas. Imagen: AA.VV. Palomeras.

Movilizaciones vecinales por la vivienda en Vallecas. Imagen: AA.VV. Palomeras.

Cada una de estas mujeres tenía una historia de vida que merecería una novela, o una película. Llegadas de distintos pueblos en su infancia o en su primera adolescencia, o justo en el momento de casarse y salir a la ciudad a buscarse la vida, habían vivido en durísimas condiciones tanto en su lugar de origen rural como en los barrios marginales que empezaban a formarse. Habían sido niñas y adolescentes trabajadoras: en el campo, cuidando animales, cuidando a sus hermanos pequeños, limpiando… Habían construido pequeñas chabolas, durante la noche para que al amanecer estuvieran techadas y la ley las protegiera. Todo lo que tenían lo habían conseguido con un gigantesco esfuerzo. La vivienda, la luz eléctrica, el agua corriente, el alcantarillado, eran logros compartidos y conseguidos gracias a la movilización del barrio, una y otra vez, durante muchos años.

Pero su esfuerzo personal había sido también inmenso. Con ese esfuerzo habían ido consiguiendo mejorar la vida de sus familias, sacar adelante a sus hijos, trabajar para otros -normalmente en el trabajo doméstico o en el cuidado de los hijos de otras familias-, pero habían llegado a la madurez sin saber leer, o sin lograr dominar la lectura y la escritura, y muy especialmente la comprensión lectora. Casi el único punto en común entre ellas era que no habían ido a la escuela cuando eran niñas, o habían ido muy poco tiempo. Sus maridos, sus hermanos, sí sabían leer y escribir. Pero para ellas no había habido escuela.

Las clases en la escuela eran una mezcla de terapia y lectoescritura. Estas auténticas  maestras de vida estaban dispuestas a darlo todo en el aprendizaje, a ponerse a sí mismas a prueba tres días a la semana. Mujeres inteligentes, trabajadoras, buenas personas, interesantes. Dispuestas una y otra vez a intentarlo, a fracasar, a ir quedándose con algo más cada día. Dispuestas a sentir que, a pesar de lo que tantas veces les habían dicho, podían y debían aprender. Con mucha frecuencia agradecían la posibilidad de contar con esa escuela de adultos, y todas las puertas que la escuela les abría para disfrutar de la cultura, convivir, conocer. Pero mi sensación permanente era que en ese pequeño grupo quien más estaba aprendiendo era yo.

Muchas veces al salir de la escuela, en el largo trayecto de regreso a casa, pensaba qué habría sido de estas mujeres si hubieran tenido, en su infancia, una buena escuela pública cerca. Si alguien hubiera detectado sus capacidades y les hubiera apoyado. No tenía duda de que muchas de ellas habrían podido desarrollar una carrera universitaria y ser magníficas profesionales. El contraste con su realidad me hacía sentir una sensación de privilegio inmerecido por tener la oportunidad de estudiar.

En España y en el mundo, tres cuartas partes de las personas afectadas por el analfabetismo son mujeres. Aún hoy, en nuestro país, hay ochocientas mil personas que no saben leer ni escribir un texto básico. En el mundo son casi 800 millones de personas.

Todos estamos de acuerdo en que no es igual, no da igual, enfrentarse a la vida sin ser capaz de leer o escribir. Quienes hemos tenido la suerte de estudiar deberíamos esforzarnos en apoyar sistemas educativos gratuitos y accesibles para todos, en todo el mundo.

Belén de la Banda es periodista y trabaja en el equipo de comunicación de Oxfam Intermón

Las mujeres que pueden acabar con el hambre

Por Winnie ByanyimaWinnie_Byanyima

Hoy, Día Internacional de la Mujer Rural, es el momento perfecto para adoptar un compromiso político firme para apoyar a las mujeres campesinas que producen ni más ni menos que el 80% de los alimentos que se consumen en Asia y África Subsahariana. Los programas estatales tienen que reorientarse. Desempeñan un papel fundamental para alentar a las mujeres agricultoras y a las cooperativas de comercialización. Las mujeres deben ser el objetivo de la ampliación de los programas de apoyo a la agricultura que pueden reforzar el rendimiento de los cultivos, superar los desafíos del transporte y ofrecer oportunamente información sobre precios de mercado. La recompensa es evidente: ofrecer a las mujeres los mismos recursos productivos que a los hombres podría reducir el número de personas que pasan hambre en el mundo en entre 100 y 150 millones.

Las mujeres rurales cultivan el 80% de nuestros alimentos y son propietarias del 1% de la riqueza mundial (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Las mujeres rurales cultivan el 80% de nuestros alimentos y son propietarias del 1% de la riqueza mundial (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Lamentablemente, hoy en día, la inversión económica para apoyar la agricultura agroecológica, sostenible y resistente al cambio climático destinada a las pequeñas explotaciones es muy escasa. En una visita reciente a la India, me enteré de que los accidentes climatológicos extremos, como los ciclones tropicales, las sequías y las lluvias torrenciales, están teniendo un efecto devastador en la producción agrícola. Los precios de los alimentos, que se han disparado en toda la India, están obligando a las familias a comer menos cantidad o menos alimentos nutritivos y a reducir gastos en salud, educación y otras necesidades básicas. Muy pocas mujeres son propietarias de la tierra que labran y no es frecuente que participen en programas estatales de formación.

A medida que los países del sur y el sureste asiático se desarrollan, los avances médicos y en alfabetización están mejorando la vida de las mujeres. ¿Podrán los gobiernos de esta región trabajar juntos para desplegar planes integrales regionales que tengan ese mismo efecto transformador en las mujeres agricultoras?

Oxfam forma parte de un movimiento global por la justicia social. En nuestros programas, vemos cómo aquellas que menos poder tienen son empujadas hasta los límites de la subsistencia. Tenemos que ayudar a las pequeñas agricultoras y reclamar sus derechos, y el trabajo fundamental que llevan a cabo las mujeres del medio rural debe ser reconocido y valorado.

Hoy quiero dar las gracias a las madres, hermanas y abuelas del medio rural por producir los alimentos que comemos y aplaudir a todas las que llevan las riendas de comunidades agrarias en todo el mundo.

*Para saber más sobre las causas y los efectos del hambre, te invitamos a la charla «Una forma diferente de hablar sobre el hambre» mañana 16 de octubre en el Café Comercial de Madrid de 12.30-14 horas (entrada libre). Contaremos con la presencia del escritor argentino Martín Caparrós, que acaba de publicar su libro ‘El Hambre’; Mikel López Iturriaga ‘El Comidista’; José Esquinas, experto de la FAO; Gonzalo Fanjul, blog 3.500 millones de El País, y Lourdes Benavides, experta de Oxfam Intermón.

Winnie Byanyima es la directora ejecutiva de la confederación Oxfam formada por 17 afiliados como Oxfam Intermón.

Papá no está en casa

Por Mariana Vidal 

Las cifras cantan. En el primer semestre de 2014, de casi 140 mil bajas de maternidad concedidas, sólo 2446 las aprovecharon los padres. Desde hace siete años, cuando se  legisló la posibilidad de compartir los permisos -con una pequeña reserva para la madre en los casos de parto-, han pasado siete años en los que el desarrollo legislativo ha producido un cambio social quizá menor que lo esperado.

¿El cuidado es cosa de mami? Imagen de Carmen Bort/ TrasTando.

¿El cuidado es cosa de mami? Imagen de Carmen Bort/ TrasTando.

Las estadísticas del Ministerio de Empleo y Seguridad Social de ese primer semestre de 2014 vienen a decir que  que sólo el 1,7% de los padres tomaron parte del permiso de 16 semanas que sigue siendo básicamente ‘de maternidad’. Y frente a casi 140 mil bajas de maternidad en este periodo, sólo 116.558 padres disfrutaron del permiso de paternidad de 15 días, completo o en parte.

Respecto a otras medidas de apoyo, como las excedencias por cuidado familiar también se ven diferencias en estos últimos seis meses. De 16 mil excedencias por cuidado de menor, menos de mil seiscientas las disfrutaron los padres.

Ciertamente, las cifras no tienen por qué coincidir, ya que la sociedad es diversa en composiciones familliares. Pero quedan grandes huecos para hacer preguntas.

Es evidente que el reparto del cuidado no es equilibrado, pero ¿se ha estancado o incluso se ha repartido peor que durante los primeros años de la ley? ¿Por qué?  ¿Qué nos falta para reconocer que otros repartos de tareas son posibles? ¿Somos capaces de avanzar como sociedad hacia un reparto más igualitario, o la carga educativa y de estereotipos nos está lastrando? ¿Qué carga tiene la crisis en estas cifras?

 Mariana Vidal es comunicadora y especialista en América Latina.

La patria en el limbo

Por Isabel Ortigosa isabel Ortigosa

Francisca tiene 26 años, un marido, tres hijos y una barriga hinchada que deja claro que pronto serán cuatro. Sueña que un día sus niños podrán escoger una carrera que les guste, que serán profesionales  y ‘que no tendrán la misma vida que yo’. Pero Francisca, nacida en República Dominicana, declarada en el registro civil y ciudadana dominicana de pleno derecho desde que nació, perdió hace un año su derecho a la ciudadanía. Y con ella, sus hijos.

La patria en el limbo. Imagen de Inspiraction.

La patria en el limbo. Imagen de Inspiraction.

¿La razón? Hace apenas un año, la sentencia 168-13 promulgada por el Tribunal Constitucional,  denegaba la nacionalidad dominicana a Juliana Deguis Pierre, una mujer dominicana de 28 años y de ascendencia haitiana. El hecho irrefutable de que Juliana llevaba 28 años siendo dominicana no le sirvió de nada. De la noche a la mañana, era una apátrida, una persona sin nacionalidad, invisible a efectos jurídicos.

Con ella, más de 200.000 dominicanos de ascendencia haitiana se vieron de golpe condenados a una falta de nacionalidad con consecuencias gravísimas en sus vidas y sus opciones de futuro. No tener cédula de identidad en República Dominicana implica no poder realizar estudios superiores, no poder firmar un contrato de trabajo, no poder comprar o vender, heredar, abrir una cuenta bancaria, cotizar en un fondo de pensiones, pagar un seguro médico, contraer matrimonio, ejercer el derecho a voto, viajar fuera del país… Ni tan siquiera inscribir a los hijos en un registro civil. Es decir: la condena es además hereditaria, se transmite de generación en generación como una enfermedad maldita ante la que aparentemente poco o nada cabe hacer.

Francisca no pudo continuar sus estudios, no puede trabajar, no puede casarse con Domingo, el padre de sus hijos, y no puede declarar a ninguno de sus niños en el Registro Civil, porque a ella le niegan la cédula de identidad.  “Mi padre vino a República Dominicana en busca de un trabajo y una mejor vida, y murió cuando yo era adolescente. Él nunca se hubiera imaginado que mis hijos y yo pasaríamos por esto”, dice.

Domingo trabaja como peón en un matadero. Sale a las 7 de la mañana a trabajar y no regresa hasta la hora de cenar. Tampoco puede inscribir a sus hijos como padre soltero, porque actualmente la identidad legal sólo la transmite la mujer. Sus hijos son apátridas, porque la Junta Central Electoral sigue reteniendo el acta de su pareja.

El impacto de las políticas de desnacionalización ha agravado así la discriminación hacia las mujeres de ascendencia haitiana. Actualmente en República Dominicana, la inscripción en el registro civil se realiza en base a los documentos que posea la madre; una mujer puede registrar a su hijo o hija como madre soltera, sin embargo un hombre no puede hacerlo como progenitor soltero. En caso de que la madre no posea ningún documento, la inscripción en el registro no podrá realizarse.

Las mujeres cargan con la responsabilidad del reconocimiento jurídico de sus hijos. Por ello la política de desnacionalización les ha afectado especialmente. Les ha convertido en reproductoras de identidad o apátrida dependiendo de si tiene documentación o no. Cuando los hijos no pueden ser inscritos en el registro civil porque sus madres son víctimas de una negación de documentos, al problema en sí se une una casi inevitable sensación de culpabilidad.

¿Hasta cuándo? La campaña Vidas en pause  denuncia el limbo jurídico en el que han quedado miles de dominicanos de ascendencia haitiana. Esta situación debe solventarse con medidas efectivas que garanticen el derecho a la nacionalidad de todo ser humano, sin excepciones. Ya.

 

Isabel Ortigosa es Responsable de Incidencia de InspirAction

¿Por qué mueren tantas mujeres?

Por Carolina García  

Quizá a muchas personas sorprenda que en España hablemos de feminicidio. Un término que muchos  desconocen, que a otros les suena lejano, y lo cierto es que la gran mayoría de la opinión pública no lo relaciona con los casos de violencia contra las mujeres que a diario suceden en nuestro país. Sin embargo, es necesario recordar que el feminicidio (o femicidio como lo denominan en Centroamérica) está presente en todas las regiones del mundo y que es la expresión más extrema de la violencia contra las mujeres.

Zapatos rojos. Imagen del II Seminario Internacional sobre violencias contra las mujeres y feminicidio.

Zapatos rojos. Imagen del II Seminario Internacional sobre violencias contra las mujeres y feminicidio.

Las cifras así lo demuestran, según ONU Mujeres 7 de cada 10 mujeres en el mundo sufrirán violencia física o sexual en algún momento de su vida. Sin embargo las políticas implementadas por los estados para hacer frente a esta pandemia distan mucho ser suficientes ante la magnitud del problema.

La última conferencia de Naciones Unidas sobre esta materia celebrada en 2014, pedía a los países miembros fortalecer la legislación nacional con el fin de castigar los asesinatos de mujeres y niñas; y establecer mecanismos para prevenir, investigar y erradicar el feminicidio y acabar con la impunidad que se vive en muchos lugares del planeta.

Compromisos que se evaden, resoluciones que quedan en papel mojado y políticas que nunca verán la luz, de no ser por la lucha vigilante de organizaciones de mujeres para que sus derechos sean respetados. Guatemala, Perú, España, Bruselas, la lucha es común y el camino compartido.

 

Para debatir sobre esto y sobre todo para hablar de los pequeños avances y los grandes retos que quedan por delante se celebrará en Madrid el próximo 14 de octubre el II Seminario Internacional sobre Feminicidio organizado por varias organizaciones europeas y latinoamericanas.

Un encuentro en el que se compartirán los avances conseguidos por los movimientos y organizaciones de mujeres y que suponen las bases para conseguir poner fin a esta lacra. Desde la sentencia de la Corte Interamericana sobre Campo Algodonero, que crea jurisprudencia sobre los homicidios de mujeres hasta la Resolución de urgencia sobre el feminicidio en la Unión Europea y América Latina, aprobada en marzo de 2014 por la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana (Eurolat).

Defensoras de los derechos de las mujeres participarán en este espacio con el objetivo de trabajar juntas, de visibilizar una lucha que es global en todos los rincones del planeta y de proponer soluciones para eliminar los obstáculos que aparecen en el camino hacia el derecho de las mujeres a vivir una vida libre de violencias.

¿Sabías que  la violencia de género es la principal causa de muerte entre las mujeres de entre 15 y 44 años en todo el mundo, por delante de la suma de las muertes provocadas por el cáncer, la malaria, los accidentes de tráfico y las guerras?

¿Qué podemos hacer para combatirla? ¿Cómo podemos garantizar los derechos de las mujeres?

Las respuestas a estas cuestiones las buscaremos juntas el próximo martes.

 

Carolina García es activista por los derechos de las Mujeres en Alianza por la Solidaridad

La semana de las niñas

Por Macarena Céspedes 

A sus 15 años, Jacqueline, que forma parte de un grupo de jóvenes en su comunidad, está decidida a luchar por los derechos de las niñas de su país, Malawi, y a trabajar para erradicar el matrimonio infantil. “Si entendemos nuestros derechos, podremos alcanzar nuestras metas. Quiero ayudar a mis amigas a formarse. Así, podrán evitar casarse a la fuerza y decidir sobre lo que quieren hacer” dice con firmeza.

Imagen del informe Plan Internacional 2014.

Imagen del informe Plan Internacional 2014.

Humaira es de Pakistán, tiene 18 años y espera aprobar todos los exámenes para matricularse en la facultad de medicina. En su país todavía hay muchas niñas que tienen que enfrentar numerosos obstáculos para ir a la escuela. Muchas de sus amigas abandonaron la escuela porque tuvieron que comenzar a trabajar o fueron obligadas a casarse. “Quiero asegurarme de que todas las niñas de Pakistán, tienen acceso a la escuela. La educación de las niñas es esencial. Es lo que las hace conscientes de sus derechos y les ofrece habilidades para la vida.”

Ellas son el verdadero  motor de la campaña internacional Por Ser Niña, que desde 2007 trabaja por  hacer visible la situación de exclusión que sufren millones de niñas en todo el mundo simplemente por ser niñas. Y con ellas trabajamos para dejar atrás cifras inadmisibles: cada dos segundos una niña es obligada a casarse, al día más de 39.000; cada año mueren 50.000 niñas debido a problemas durante el embarazo o el parto; 65 millones de niñas no van al colegio.

Con motivo del Día Internacional de la Niña, desde Plan Internacional España, hemos puesto en marcha numerosas acciones que contarán con la presencia  de niñas de todo el mundo, ejemplos de cómo con educación, formación y participación se puede cambiar las cosas.

Por eso esta semana Jenniffer, Shirin, Hala, Ana Cecilia, Blanca, Marleni, Naffisatou están en  Congreso de los Diputados junto con una amplia representación de los portavoces títulares de los grupos políticos representando en la cámara baja. Ellas comparten sus experiencias sobre la mutilación genital femenina o la violencia, en cualquiera de sus manifestaciones, contra las niñas, y juntos se convertirán en la voz de millones de niñas que no la tienen.

Las niñas se enfrentan constantemente a retos. En su casa, en su comunidad, antes sus instituciones y, en definitiva, en todos los aspectos de su vida política, social y familiar. Estos y otros problemas se debatirán durante el III Coloquio Por Ser Niña que tiene lugar hoy día 9 de Octubre, y en el que junto a un interesante panel de ponentes nacionales e  internacionales, las mismas niñas analizarán sobre las verdaderas causas por las que no pueden alcanzar el poder necesario para ser dueñas de su propio destino.

Para concluir la Semana Internacional de la Niña, el mismo 11 de octubre po la tarde –noche, Día Internacional de la Niña, monumentos emblemáticos de 5 ciudades españolas se teñirán de rosa para reclamar que los derechos de las niñas se cumplan: las Casas Colgadas de Cuenca, las Murallas de Ávila, la Catedral de Santiago de Compostela, el Palacio de la Magdalena de Santander y  la Alhambra de Granada.

Por Ser Niña pretende transformar y concienciar a la sociedad y a los gobiernos sobre la necesidad de empoderar, proteger, educar y  dar oportunidades a las niñas para que desarrollen unas habilidades y destrezas que te les permitirán acceder a una formación superior y que en un futuro les  facilitarán la inserción en el mercado laboral desarrollando un trabajo digno como instrumento para acabar con la pobreza.

No podemos olvidar que invertir en la educación de las niñas no solo es una cuestión de derecho, sino que también es lo más inteligente.

Macarena Céspedes es la Gerente de Campañas e Incidencia Política de Plan Internacional en España.

La guerra fría que ganan los violentos

Por Maribel Maseda Maribel Maseda 2

Naciones Unidas asienta la definición de violencia de género sobre la necesidad de diferenciar otro tipo de violencia de aquella que se ejerce sobre individuos o grupos en base a su género. Partiendo de esta premisa, es innegable que la violencia que se ejerce sobre la mujer por el hecho de serlo es abrumadoramente mayor que la que se ejerce sobre el hombre por el hecho de serlo.

La violencia no sólo afecta a las mujeres, sino a toda la sociedad. Imagen de TrasTando.

La violencia no sólo afecta a las mujeres, sino a toda la sociedad. Imagen de TrasTando.

 

Pero cualquier tipo de violencia es condenable y aquellos que se mantienen en silencio ante ella es evidente que no comprenden la magnitud del problema y la implicación que tiene su silencio o  negación de la realidad . Establecida esta, al igual que ocurre con otros acontecimientos relevantes para la sociedad en general y para determinados grupos de riesgo en particular, afortunadamente se crearon asociaciones que valorando el nivel de injusticia o impunidad, el daño causado y sus propios recursos, a veces solo morales, deciden aportar, ayudar, defender, en la medida de sus posibilidades, a quienes consideran en situación de riesgo. De este modo, se pretende que ningún individuo se sienta apartado de la sociedad y amparado en los derechos humanos, no se sienta desprotegido por ella. Las ssociaciones no nacieron para atacarse ni para separarse del resto de la sociedad. Porque la violencia de género no se crea exclusivamente por el daño del violento, en este caso, hacia la mujer, sino también por otras personas que ejercen otro tipo de agresión: la de la injuria, la de la negación, la del silencio, que se extiende también al hombre.

Negar la realidad contundente de la violencia contra la mujer aduciendo que estas también atacan al hombre abusando de su situación en los divorcios, no solo es mezclar situaciones que siendo reales, no tienen nada que ver la una con la otra; es dejar constancia de que para trabajar a favor de los derechos humanos, hay que ser altruista, objetivo, carecer de prejuicios y ser capaz de dejar a un lado sus propias experiencias personales.  Teniendo en cuenta que el almacén de experiencias se incrementa según se va viviendo, esto último requiere una dosis elevada de altruismo y sentido de la justicia. Por otra parte, aprovechar un delito contra los derechos humanos para sacar a relucir la propia ira, el rencor, la necesidad de revancha, etc., pone en evidencia una vez más que no todas las personas son capaces de vivir su vida y atender además, las necesidades de otros que ni tan siquiera conoce. Eso se llama generosidad.

Acusar y denunciar falsamente a los hombres de malos tratos, abusos y violaciones debe considerarse también como agresión. Estas mujeres lejos de comprender el problema vergonzoso que resulta el maltrato y la violación para la sociedad, no para la víctima del abuso, se creen en el derecho de usar del amparo de la ley por ser mujer, como si por ser mujer ese derecho naciera con ellas. La ley ampara o debe hacerlo, al conjunto de la sociedad y ampara en el caso del que estamos hablando a la mujer víctima de malos tratos o abusos. No a la mujer por serlo. Esto desequilibraría las relaciones humanas al igual que las desequilibra la violencia de género. Por otro lado, cada vez que una mujer miente sobre un tema tan denigrante para la sociedad, asienta el precedente de que ‘la mujer’ es capaz de mentir. Y esto repercutirá muy nocivamente en la mujer que realmente ha sido agredida y que deberá pasar un filtro de preguntas y cuestionamientos dolorosos para esclarecer la veracidad o no de su agresión. Igualmente, asienta el precedente de que ‘el hombre’ es un violador.  Y las relaciones entre ambos podrían verse afectadas por la desconfianza en lo que todos entendemos muy bien hablando de ‘pagar justos por pecadores’.

La verdad es que hay muchas mujeres que sufren y han sufrido malos tratos y abusos. Que hay muchos hombres que han maltratado y violado. Pero hay muchas más mujeres que no han sido víctimas y muchos más hombres que no son verdugos. Y todos los que no han sido ni una cosa ni otra, no deberían por ello, sentir que las agresiones no tienen que ver con ellos. Porque no lo olvidemos, ajenos a esta guerra fría que poco a poco se van asentando entre hombres y mujeres, el maltratador continua integrado en la sociedad relacionándose sin una marca que le identifique como tal.  Entre la guerra fría que se provoca injustificadamente, acaba por olvidarse al verdadero  causante de tanto desorden: el maltratador, que asume, además, en el silencio de muchos y muchas, un permiso oculto para ejercer su violencia.

Violencia de género no es una guerra entre hombres y mujeres. Y el maltratador, el violador, el abusador, no debe poseer tal poder y protagonismo que acabe por sentirse un héroe que goza de impunidad moral.

No nos dejemos manipular por la persona violenta, no le concedamos poder o razón en base a las propias experiencias que aún siendo injustas, no por ello se igualan a lo que sufre una persona violada, golpeada, secuestrada y que mayoritariamente, es mujer. No permitamos que la persona violenta sienta que cada vez que se pone de manifiesto las diferencias entre hombres y mujeres se le concede el permiso para agredir. El agresor, el violento, nada tiene que ver con los hombres y mujeres que se relacionan sanamente, tengan mejor o peor suerte con sus relaciones. No lo olvidemos: por las diferencias crecemos, no rivalizamos, somos capaces de convivir de manera justa.