Archivo de julio, 2013

El reto de salir del rebaño

Por Margarita Saldaña MargaritaSaldaña

La verdadera autora de estas líneas necesita proteger su identidad porque todavía se siente, según sus propias palabras, una ‘oveja negra’. Creo que a ella le gustará que le llamemos simplemente Y, ya que su vida lucha por ser una gran conjunción entre dos mundos, dos culturas, dos identidades. Les presento a Y en dos párrafos y me enseguida.

En el programa de menores de Pueblos Unidos  acompañamos el crecimiento de niñas y niños, desde los seis años hasta que terminan el ciclo escolar. La mayoría de los menores que participan en nuestro proyecto educativo pertenecen a familias de origen migrante. Todos ellos, pero de forma muy particular las niñas y jóvenes, se encuentran con el desafío nada fácil de construir su propia identidad integrando elementos muy diversos y, con frecuencia, muy dispares.

Nuestra amiga Y es una de esta chicas que conocemos. Y no es una más… Llegó a España desde un país del Magreb, siendo todavía una niña. Ahora roza ya los veinte y ha descubierto algunas claves para convertirse en la mujer que quiere ser. Su relato, cargado de candidez y de valor,  empieza así…

Archivo de 20 Minutos

Archivo de 20 Minutos

Mi vida tiene un antes y un después. Yo era una oveja más en el rebaño. Nunca me planteaba nada ni pensaba en nada. Por muy triste que parezca, simplemente seguía a mi rebaño con los ojos cerrados. Un día nos mudamos a una granja que estaba en otro país. Lo único que había oído sobre mi nuevo hogar era que sus ovejas no se parecían a las nuestras y que tenía que tener cuidado con lo que me decían y no hacerles mucho caso. Como era propio de mí, obedecí a mi rebaño y traté de evitar a las ovejas nuevas.

Con el tiempo fui conociendo a otros rebaños: sus ideas, sus gustos, su forma de vida. Y sucedió algo que no me esperaba: me gustaron, me cayeron bien. Entonces, gracias a este mundo que ahora era el mío, empecé a hacerme preguntas que nunca me había hecho antes, comencé a dudar de la bondad y corrección de las ideas de mi rebaño y a sentirme cada vez más identificada con las ovejas a las que mi familia consideraba ‘negras’.

 ¿Podía complicarse más la situación? Sí, desde luego que sí. Un día, sin previo aviso, apareció un cordero en mi vida. Le conté mi situación pensando que lo más seguro era que se echase a correr. No lo hizo. Se quedó a mi lado sabiendo lo que ello conllevaba: sacrificio y mucha paciencia. Cuanto más tiempo pasaba, más cansados estábamos de los secretos, las mentiras y el miedo. Teníamos demasiadas cosas en la cabeza y sólo estábamos seguros de una: juntos seríamos muy felices.

Ahora mismo sé que mis estudios universitarios son mi pasaporte a la independencia, a la libertad y a una felicidad que, tristemente, no será nunca completa. Independientemente de que mi rebaño y yo tengamos una visión del mundo muy distinta, son mi familia y sé que me quieren. Sin embargo, su orgullo y su ‘honra’ harán que me pierdan.

 

Margarita Saldaña trabaja en el Centro Pueblos Unidos.

Erasmus embarazada

Por Raquel García Hermida Raquel García Hermida

La profesora me miró indignada y señaló la puerta superior del anfiteatro, varios tramos de incómodas escaleras más arriba: “Si va a llegar usted tarde, entre por donde debe”. “Lo sé, discúlpeme, pero…” Me apunté con el índice a los siete meses de embarazo patentes en mi tripa y la mujer enrojeció hasta las pestañas: “Oh, vaya, lo siento mucho”, balbuceó, antes de proceder con su clase magistral en Derecho Comunitario. Mientras maniobraba para aposentarme en el reducido espacio de un pupitre de la primera fila, sentí las miradas de un par de cientos de compañeros fijas en mi cogote.

Embarazada. Archivo de 20 Minutos

Embarazada. Archivo de 20 Minutos

No era la primera vez que mi “estado” era observado con franca curiosidad: en la universidad no abundan las embarazadas, y mucho menos cuando no están sobre la palestra sino tomando apuntes aplicadamente. Somos un espécimen más común en másters, cursos de doctorado y los turnos de tarde-noche de algunas titulaciones. Pero en los Países Bajos, en una clase de grado en la que la edad media es de 20 años, somos una rareza a contemplar. El remate final viene cuando te preguntan: `’¿Y con qué programa estás aquí en Utrecht?’, y tú contestas, anticipando la expresión de sorpresa en tu interlocutor: ‘Soy Erasmus’.

Está claro que no doy el perfil: la inmensa mayoría de los participantes en el programa europeo de intercambio universitario Erasmus tienen entre 20 y 22 años, son económicamente dependientes de sus familias y, en el caso de los españoles, salen por primera vez de casa, o al menos del país, para algo que no sea unas vacaciones. Dependiendo del destino, tendrán que estudiar más o menos, pero en general solventarán el curso con facilidad. ¿Programa Orgasmus (léase: de fiesta en fiesta, de cama en cama) en vez de Erasmus? Algo de verdad tiene el mito, aunque por lo que yo he visto tiende a exagerarse un poco.

Afortunadamente, las becas Erasmus (como muchas otras) están abiertas a todas aquellas personas que cumplan los requisitos académicos, sin más. Hace diez años, cursando Periodismo, mis circunstancias personales y laborales me impidieron cumplir el sueño de estudiar fuera. Esta vez no podía dejar escapar la oportunidad:   con un empleo en el que el teletrabajo era factible, unos jefes y compañeros comprensivos, flexibles y que me apoyaron en todo momento (no es peloteo: les estaré eternamente agradecida), y mi pareja ya viviendo en los Países Bajos, decidí que era ahora o nunca. Tampoco lo dudé un momento cuando decidimos formar familia a mitad del curso: estás embarazada, no enferma. Tengo la inmensa suerte de que nadie en mi entorno cuestionó mi decisión, pero sé que no siempre es el caso; cuántas veces he escuchado a alguien decir de alguna: “no sé qué se habrá creído, a sus años…”

O, aún peor, una situación bastante más frecuente: mujeres más jóvenes que yo, tal vez con más inseguridades y menos apoyo social, que de repente se encuentran embarazadas y creen (o les hacen creer) que el único camino posible es abandonar definitivamente los estudios para buscar un trabajo que les permita mantener a su bebé. ¿Por qué nadie les dice que hay otras opciones? ¿Que, siempre con esfuerzo, es posible compaginar el trabajo, los libros y el embarazo, incluso la propia maternidad? En esta como en muchas otras cuestiones, la conformidad con lo que se espera de nosotras es nuestro peor enemigo. Hagamos pues nuestras propias reglas; rebelémonos.

 

 Raquel García ha dedicado su carrera profesional a la comunicación política y social  en  organizaciones de España y Estados Unidos. Su última parada es Gorredijk, una pequeña comunidad rural en los Países Bajos, desde donde escribe sobre los retos de la emigración, la maternidad y cómo conciliar las aspiraciones personales y laborales.

Una doble amenaza

Por Susana Martínez Novo SusanaMartinezNovo70

El siguiente párrafo pertenece a una sentencia dictada el pasado mes de junio por una Magistrada que juzgaba un presunto delito de amenazas en el ámbito familiar:

Examinada la prueba practicada en el plenario debe declararse probado en base a las manifestaciones persistentes, coherentes y unánimes de la perjudicada, del reconocimiento por el acusado y de la grabación aportada (…), que el Sr. X dirigió a su pareja sentimental la expresión ‘te tenía que reventar la cabeza’ pero dicha frase no encierra por sí misma un tenor literal que implique el anuncio de un mal concreto, serio, real y futuro y perseverante hacia la persona de la sra. en los términos jurisprudencialmente exigidos. (…) no puede obviarse que el juicio penal ha de ceñirse al objeto de la acusación y en el caso de autos a la expresión  “te tenía que reventar la cabeza” emitida el día x de marzo de 2013, de tal manera que dicha expresión, vertida además en el marco de una discusión y en un tiempo verbal condicional, no reúne las notas de anuncio de un mal futuro y concreto, de forma que impide apreciar la concurrencia de los elementos del tipo, debiendo dictarse una sentencia absolutoria.

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¿Qué entendemos por una relación de pareja sana y respetuosa? Está claro que no todos compartimos los mismos criterios. Pero hay personas que deciden sobre la vida de los demás, y otros no lo hacemos. ¿Se ha parado la  Magistrada a pensar qué sintió la mujer cuando oyó a su pareja decir esta frase? ¿Qué habría sentido si escuchara una frase similar dirigida a ella misma?

Me gustaría saber qué nos quiere decir la Magistrada cuando menciona que la expresión se vierte en un tiempo verbal condicional. ¿Considerará que la mujer tenía que esperar a que le reventaran la cabeza para que se cumpliera la amenaza  y de esta forma obtener una sentencia ejemplar? ¿Si la frase se pronunciara en otro tiempo verbal, sería más o menos amenazante?

En mi experiencia profesional, estoy cansada de ver que muchos procesos judiciales de este tipo se acaban centrando en la última agresión y no se investiga sobre el pasado de violencia que se esconde tras los hechos que dan lugar a la denuncia. Y lo más rocambolesco es que se anime a las personas a denunciar y obtener resultados como el descrito.

No se puede legitimar que las personas se relacionen utilizando este tipo de lenguaje, y menos aún que se vean sometidas a vivir bajo este ambiente de violencia, ejercido sintomáticamente por parte del más fuerte sobre el más débil.

Las personas que ocupan puestos de responsabilidad pública, como en este caso, tienen un impacto directo en la vida de las personas que se someten a su potestad  e indirecto como configuradores del concepto de lo que debe ser social y jurídicamente reprochable.

Pero más allá incluso de todo esto hay que plantearse la repercusión que este tipo de conductas tiene en los niños, en las niñas  y adolescentes que viven diariamente en hogares donde se ejerce violencia. Qué valores les estamos transmitiendo y qué daños personales y emocionales están sufriendo. Es indudable que el ambiente en el que se desarrollan y los patrones que les sirven de referencia van a condicionar su personalidad y su futuro.

Por eso, si este es el tipo de relación que deseamos en una sociedad democrática e igualitaria, algo muy grave está pasando con nuestro concepto de pareja y yo desde luego no lo quiero para mí ni para los míos.

 

Susana Martínez Novo es abogada y activista.

El drama de las activistas en Egipto

Por María Solanas 

María Solanas La participación política está aún lejos de ser un derecho universalmente garantizado, muy especialmente para las mujeres. Pero en algunos países del mundo, si eres mujer, ejercer las libertades políticas más elementales–como las de expresión y manifestación– puede conllevar el riesgo de sufrir una de las formas más execrables de represión, la violencia sexual.

Así sucede en Egipto. En las calles de El Cairo, en la Plaza Tahrir, con total impunidad, grupos de hombres rodean a las mujeres en las manifestaciones, las separan de sus acompañantes y amigos, las arrastran, y las someten a abusos sexuales y a violaciones.

Un grupo de mujeres protesta en la Plaza Tahrir en 2011.

Un grupo de mujeres protesta en la Plaza Tahrir en 2011.

Algunas de las mujeres que han sufrido estas agresiones sexuales han relatado a Human Rights Watch sus experiencias, y por si esto no fuera suficiente demostración de coraje, han reafirmado su voluntad de seguir promoviendo los derechos y libertades en su país.

Según ha documentado Amnistía Internacional, la violencia sexual contra las mujeres activistas ha sido constante desde la caída del Presidente Mubarak, en enero de 2011. Durante los meses de gobierno militar (febrero de 2011 a junio de 2012), las mujeres activistas sufrieron la persecución y el acoso del ejército y la policía con prácticas de violencia sexual. Con absoluta impunidad. Como señala en su Informe “Luchando por la justicia y los derechos humanos. Activistas egipcias cuentan su lucha”, ningún miembro del ejército o de la policía ha sido procesado por violaciones de derechos humanos contra las mujeres. La respuesta de las autoridades a las denuncias es culpar a las mujeres de “provocar los ataques al mezclarse con manifestantes varones”.

Los delitos sexuales parecen haberse recrudecido en la reciente oleada de protestas. En los últimos días, entre el 28 de junio y el 3 de julio pasados, Amnistía Internacional ha informado de 180 casos de ataques sexuales.

En Egipto la violencia sexual contra las mujeres es una práctica habitual prolongada en el tiempo. Para varios sectores en el país, la violencia ejercida contra las mujeres manifestantes persigue, además, un doble objetivo: sembrar el terror en el conjunto de la sociedad (empezando por la mitad más vulnerable), y disuadir a las mujeres de que participen en las protestas, es decir, reprimir la participación política activa de las mujeres.

Lejos de disuadirlas, la violencia ha provocado el efecto contrario, impulsando a miles de mujeres a sumarse al movimiento en la calle. Las mujeres jugaron un papel clave en la revolución que hizo caer a Hosni Mubarak, y que abrió expectativas de una mejora sustancial de los derechos de las mujeres en el país. La acción política de las mujeres sigue siendo esencial para lograr un Egipto democrático que pasa, necesariamente, por fortalecer y ampliar los derechos humanos. En esa lucha, las mujeres egipcias siguen dando un ejemplo extraordinario de coraje y compromiso democrático. El conjunto de la sociedad egipcia debería estar a la altura de sus mujeres, comenzando por condenar la violencia sexual que se ejerce sobre ellas, y exigiendo a sus autoridades actuaciones firmes contra esta lacra. No hay democracia sin derechos humanos.

 

 María Solanas es experta en public affairs y relaciones internacionales. Entusiasta del diálogo hasta la extenuación, y convencida del poder transformador de la política. Privilegiada en los afectos, feliz madre de una hija feliz.

El tomate como cuestión política

Por Eva MoureFoto Eva Moure

‘Una de las cosas que me decían era: Ah, pero es muy político el programa. ¿En serio?, les decía yo, ¿te diste cuenta? Por ejemplo cuando hablaste de la importación del tomate… eso es político.  Yo creía que la gente no captaba mucho el trasfondo…’.

Perla Álvarez me explicaba todo esto hace unas semanas en su casa, cerca de Asunción, recordando  su experiencia como presentadora de televisión, algo que apareció en su vida de forma inesperada. ‘¿Yo? ¡Pero si no tengo experiencia!’. Profesora de guaraní, portavoz de la Coordinadora Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (CONAMURI) de Paraguay  y entusiasta defensora de los derechos humanos, aceptó la propuesta por su singularidad: conducir un programa de cocina (Tembi’u Rape) que daba voz a las personas que producen los alimentos, a la gente del campo, a hombres y mujeres que no suelen aparecer en televisión, y mucho menos explicando cómo viven, cómo cocinan, cómo comen o no comen. Todo esto en Paraguay, el país peor alimentado de Sudamérica según datos de la ONU. Donde casi dos millones de personas pasan hambre. Y en guaraní, una lengua que habla el 90% de la población pero que apenas tiene espacio en los medios de difusión.

 

Perla Álvarez en su casa cerca de Asunción (Paraguay) (c) Pablo Tosco / Intermón Oxfam

Perla Álvarez en su casa cerca de Asunción (Paraguay) (c) Pablo Tosco / Intermón Oxfam

 

Para Perla, una comunicadora nata que podría dar clases de comunicación a muchos profesionales de los medios, participar en el programa de televisión fue una experiencia que le permitió acercarse desde otro ángulo a la reivindicación social y cultural. Tanto ella, como otras personas ligadas a organizaciones políticas de base, supieron ver en este medio de comunicación una oportunidad para colocar la cámara orientándola hacia la mayoría silenciada.

El programa de televisión Tembi’u Rape surgió después de 35 años de dictadura. Por primera vez, había un presidente progresista (Fernando Lugo) y los movimientos sociales pusieron la primera. La televisión pública, recién nacida, era un buen foro para expresarse (como lo fue en España durante la Transición). ‘Hasta que terminó la financiación y vino el golpe parlamentario en Paraguay (junio de 2012). Ahí se tronca todo el proceso’, lamenta Perla. Aunque es precisamente entonces (y creo que no por casualidad), cuando el programa empieza a difundirse más, con reemisiones y vía YouTube, con visitas también desde fuera del país, de migrantes que se identifican con lo que ven: por fin, en la pantalla, uno de los nuestros.

Tembi’u Rape acaba de ser seleccionado por los Premios TAL (Televisión de América Latina) en la categoría de Producción Innovadora, un reconocimiento al trabajo de un equipo que apostó por la divulgación de lo cotidiano. Si quieres votar a favor, puedes hacerlo hasta el 24 de julio. En este vídeo, Perla en persona te explica cómo hacerlo.

 

Eva Moure es periodista y trabaja en Intermón Oxfam

Igualdad en la cúpula

Por Sole Giménez  Sole Giménez

Este año se cumplen para mí 30 años en la música y como es lógico una tiende a reflexionar y analizar esa trayectoria con la distancia del tiempo y el poso de lo aprendido. Confieso que muchas veces he echado en falta una mayor presencia femenina en mi ámbito profesional porque, aunque desde fuera pueda pensarse que la presencia de las mujeres es muy evidente en esta profesión  por la cantidad de vocalistas femeninas que hay con éxito, en realidad detrás del escaparate hay una muralla de hombres al mando de esta industria.

Viñeta de Eneko en 20 minutos sobre la mujer en el arte

Viñeta de Eneko sobre la mujer en el arte. 20 minutos

Curiosamente en todos estos años también han sido poquísimas las instrumentistas de alto nivel que he conocido y con las que he trabajado por lo que entiendo que las mujeres no parecemos muy dispuestas a coger las baquetas y ponernos a tocar la batería, el bajo, el piano o la guitarra, etc, salvo honrosas excepciones. Y yo que suelo reflexionar sobre estos temas llevo años preguntándome ¿por qué?

Al abrir el círculo y mirar al conjunto del país me parece que esta profesión es un retrato bastante fiel del esquema que se da en nuestra sociedad en donde diariamente vemos cómo los puestos menos relevantes están cubiertos en muchos casos por mujeres muy competentes pero los puestos más importantes y de mayor peso son sólo para hombres.

Así que la pregunta ahora abarca más cuestiones pero en definitiva es la misma:

¿Por qué?

¿Por qué las mujeres estamos en los primeros peldaños de la escalera o como mucho en los intermedios pero en la cumbre sólo tenemos una presencia testimonial? ¿Somos nosotras las que nos limitamos o nos frenan la sociedad, la tradición, el miedo? No es una cuestión fácil de contestar ni mucho menos de razonar.

Es evidente que en estos últimos 50 años en los países más avanzados ha habido un cambio realmente asombroso  fruto de la voluntad de muchos hombres que han visto la necesidad de equipararnos con ellos por justicia y porque definitivamente la sociedad lo necesitaba para poder evolucionar a mejor. Lamentablemente esto no ha ocurrido en muchos otros países donde existe todavía una clara y doliente discriminación. De ahí su estancamiento.

Y  ¿que ha venido ocurriendo en los países que sí han hecho este gran esfuerzo? Pues que a gran escala los derechos y deberes parecen parejos pero no han llegado con igual fuerza a las cúpulas que siguen siendo lideradas por hombres. ¿Han sido ellos los que han frenado el avance de la mujer? ¿Se tiene miedo a la visión que la mujer puede aportar o es simple desconfianza? ¿O hemos sido nosotras las que no hemos querido tomar esa responsabilidad?

Es difícil, muy difícil luchar contra milenios de tradición, contra un pensamiento arraigado en lo más profundo. Es difícil para ellos y para nosotras pero a mi entender es imprescindible hacer este esfuerzo revolucionario  en pos de un futuro más equilibrado donde el ciudadano colabore, participe y trabaje en mejorar la sociedad en igualdad de condiciones sin importar cuál es su sexo.

La receta para cocinar esta revolución ya está escrita: educación, educación y educación. Educar a las nuevas generaciones en la igualdad. Reeducar a los educadores pues ellos tienen en sus manos el ejemplo a imitar y como estamos viendo día a día, muchas veces falla. Y reeducar a las propias mujeres que casi sin querer seguimos repitiendo los mismos esquemas del pasado basados en la resignación, el sacrificio y la anulación. No es que debamos perder nuestra visión empática y generosa que muchas veces nos distingue como mujeres, sino que debemos valorar mejor nuestras características y talentos y no renunciar a ellos, pues la sociedad en su conjunto necesita que estemos a la altura del reto, que estemos ahí, ni delante ni detrás sino junto a los hombres, aportando nuestra forma diferente de entender el mundo, dándole un nuevo enfoque a la vida, una perspectiva femenina que ahora falta y que traerá consigo el equilibrio.

 

 

Sudán del Sur: ser mujer en un país nuevo

Por Laura HurtadoLaura Hurtado

Hoy se cumplen dos años desde la independencia de este nuevo Estado y no puedo evitar recordar lo que escuché hace unos meses en una charla de Ingrid Kircher, investigadora austríaca que pasó dos meses y medio en dos regiones remotas de Sudán del Sur para realizar un estudio para Oxfam. En concreto, recuerdo esta frase: “En Sudán del Sur, una niña de 15 años tiene más probabilidades de morir durante el parto que de finalizar la escuela”.

Los derechos de las mujeres en Sudán del Sur son vulnerados (c) Pablo Tosco

En Sudán del Sur, los derechos de las mujeres son vulnerados (c) Pablo Tosco / Intermón Oxfam

Según nos contó Kircher, especializada en la protección de derechos humanos en zonas de conflicto, un tercio de las niñas son casadas antes de los 18 años en los Estados de Lakes y Warrap donde ella centró su trabajo. Matrimonios tempranos que tienen graves consecuencias a largo plazo para las mujeres, como el abandono de la escuela (y del acceso a la educación) o los embarazos precoces que ponen en peligro su salud. La tasa de mortalidad materna es elevadísima, con 1 de cada 7 mujeres fallecidas por complicaciones durante el embarazo o el parto.

Una realidad que me pareció aterradora y que no termina aquí puesto que las mujeres de estas zonas rurales, donde la tradición está fuertemente arraigada, no tienen derecho a tener propiedades ni a tomar decisiones aunque carguen con la mayor parte del trabajo productivo y doméstico. Además, la violencia doméstica es generalizada. La familia del novio, cuando negocia el matrimonio, debe pagar a la familia de la novia varias vacas, que son distribuidas entre los hermanos de ella, que a su vez, dependen de esas vacas, para poder casarse. “Por ello, muchos hombres piensan que las mujeres son de su propiedad. Creen que tienen derecho a pegarlas porque han pagado por ellas”, relató Kircher que se entrevistó con 22 grupos de hombres y mujeres y más de 70 informantes clave para realizar su investigación entre octubre y diciembre de 2012.

El contexto no ayuda. Después de décadas de guerra, el nuevo Estado se enfrenta a enormes desafíos con más de la mitad de la población viviendo por debajo del umbral de la pobreza, numerosos conflictos internos y graves dificultades para acceder a servicios sociales básicos (en todo el país hay menos de cien kilómetros de carretera asfaltada). La inseguridad y la falta de infraestructuras afectan especialmente a mujeres y niñas que, en algunas zonas, tienen que caminar tres y cuatro horas para llegar a un centro de salud. Eso si el marido accede, tal como nos explicó Kircher: “En el pueblo de Wardiot me contaron que si le pides dinero al marido para ir al médico responde que ya ha pagado muchas vacas por ti y que no va a vender otra ahora. Hasta que estás tan enferma que no puedes andar tu marido te forzará a trabajar”.

Por suerte, al finalizar la charla, Kircher quiso transmitir algo esperanza. Nos contó que las mujeres empiezan a asociarse. Que empiezan a surgir organizaciones que defienden sus derechos. Que algunas niñas logran quedarse en la escuela en lugar de casarse. Son pequeñas resistencias, cambios que se producen lentamente, pero que sirven de ejemplo para las demás y que, sin duda, son semillas para un futuro mejor para los y las habitantes de este nuevo país.

 

Laura Hurtado es periodista y trabaja en Intermón Oxfam.

Madame Curie, Rosa Montero y una ridícula idea

Por Belén de la Banda  @bdelabanda

Cuando era pequeña, mi abuelo Domingo me regaló una pequeña colección de libros sobre los Premios Nobel. Mi favorito, al que volvía siempre, hasta dejarlo prácticamente destrozado, era el de Madame Curie. Me preguntaba por qué había sólo una mujer en la colección, y me tranquilizaba leer que ella era especial porque había conseguido dos Nobel en categorías distintas -cosa que no les ocurría a muchos hombres- y su hija Irene uno más. Me preguntaba por qué habría tenido que cambiar su nombre al casarse -me inquietaba pensar en llamarme de una forma absolutamente desconocida para mí en ese momento- y me consolaba pensando que Curie era mucho más fácil de recordar y pronunciar que su Sklodowska original.

Me parecía que su vida había sido un camino brutalmente duro de abnegación y sufrimiento. La imaginaba removiendo ingentes cantidades de material con una barra pesada, una y otra vez, hasta conseguir una cantidad infinitesimal de algo que aún no se creía que existiera. Así descubrió el radio, y después el curio y el polonio. Pagó con su propia salud todo este esfuerzo, aunque quizá nunca fuera muy consciente de ello.

Portada del libro de Rosa Montero 'La ridícula idea de no volver a verte'

Portada del libro de Rosa Montero ‘La ridícula idea de no volver a verte’

El último libro de Rosa Montero, ‘La ridícula idea de no volver a verte’, y el impresionante diario de la propia Marie que incluye como apéndice, confirman los principales elementos de preocupación e imaginación infantil. Y generan preocupaciones adultas y una admiración sin límites ante la realidad de esta mujer que fue capaz de tanto, y que sufrió tanto. Las escenas edulcoradas de un libro infantil no hablan del padre de Marie, que no apoyó sus posibilidades de estudiar y nunca valoró su esfuerzo; de la sociedad que la rodeaba, siempre dispuesta a criticar su aspecto  y no reconocer sus méritos. No recogen la presión ciudadana, que después de la muerte de su marido no tardó en volver a considerarla una extranjera cuando su relación con el científico Langevin, casado, se hizo pública. No cuenta que el comité del Nobel le recomendó no acudir a recoger su galardón porque su vida privada estaba en entredicho. A ningún científico hombre le hubieran hecho lo mismo, de modo que ella contestó con absoluta dignidad:

‘La acción que usted me recomienda me parece que sería un grave error por mi parte. En realidad el premio ha sido concedido por el descubrimiento del radio y del polonio. Creo que no hay ninguna conexión entre mi trabajo científico y los hechos de la vida privada… No puedo aceptar, por principios, la idea de que la apreciación del trabajo científico pueda estar influida por el libelo y la calumnia acerca de mi vida privada. Estoy convencida de que mucha gente comparte esta misma opinión. Me entristece profundamente que no se cuente usted entre ellos’

En realidad, el libro de Rosa Montero es un relato fluido, doloroso y alegre, sobre la vida, sobre la ausencia repentina, inexplicable e inaceptable de un ser querido, de quien fue tu pareja. Es un libro sobre la viudedad y sobre la vida antes y después de ella. Con una enorme sinceridad y una curiosidad más grande aún, hila los pensamientos de su propia pérdida personal con la historia de Marie Curie, y el diario que escribió tras la muerte de su marido. La experiencia compartida de dos mujeres muy diferentes es la ridícula idea de no volver a ver nunca más a quien ha sido el centro de su vida.

Pero otro hilo conductor fundamental de este libro gratamente recomendable son las escasas oportunidades que han dado las sociedades -en este caso las europeas- al talento de las científicas desde el tiempo de Manya Sklodowska, sólo por ser mujeres. En estos tiempos en que muchas de nuestras jóvenes científicas sólo encuentran trabajo y proyectos fuera de nuestro país, no está de más leer a Marie Curie, y leer sobre ella. Para quitarnos de la cabeza otra ridícula idea:  la de que podremos sobrevivir sin todo ese talento científico.

 

Belén de la Banda es periodista y trabaja en Intermón Oxfam

Larga vida a las superheroínas

Por Lupe Blissettlupeblissett_01

Fuerte, independiente y autosuficiente; pero también de complexión perfecta, vestida con ropa sexy y con cierta fijación por el bondage. Desde mi perspectiva de joven europea nacida en los 80 se me hace difícil ver en Wonder Woman un modelo de feminismo. No tengo que esforzarme mucho para encontrarle algunos peros. Sin embargo, millones de niñas, jóvenes y adultas estadounidenses de los años 40 solo tuvieron acceso a un modelo de feminidad poderosa: la Mujer Maravilla.

 

 

El documental ‘Wonder Women! The Untold Story of American Superheroines’ repasa la evolución de este y otros personajes de ficción desde una perspectiva feminista. Nacida en 1941, la Mujer Maravilla es una mezcla de amazona y diosa que decide abandonar su reino celestial para ayudar a los seres humanos a luchar contra el nazismo. Por desgracia, tras la derrota de Hitler, los editores decidieron que Wonder Woman dejara de luchar contra injusticias para dedicarse a las labores del hogar y a los romances.

Afortunadamente, la Segunda Ola Feminista consiguió en los años 70 que los editores recuperasen los valores originales del cómic. La periodista y activista Gloria Steinmen la hizo portada del primer número de Ms Magazine con un contundente “Wonder Woman For President” y un reportaje en el que instaba a DC Comics a restablecer su espíritu inicial.

 

Portada del primer número de Ms Magazine

Portada del primer número de Ms Magazine

 

En los 80 y 90, época de ‘stallones’ y actrices siliconadas, Wonder Woman cayó en un nuevo declive en el que incluso la despojaron de sus superpoderes. Por suerte, como señala el documental de Kristy Guevara-Flanagan, una nueva generación de heroínas de acción había tomado el relevo: De La Mujer Biónica a Buffy Cazavampiros; pasando por Los Ángeles de Charlie, la teniente Ripley de la saga ‘Alien’, Xena la princesa guerrera o Sarah Connor en ‘Terminator 2’.

Demasiado breve para profundizar, pero afinadísimo en el enfoque, el documental plantea uno de los grandes temas no resueltos de la ficción comercial: ¿Qué papel jugamos las mujeres, somos protagonistas o meras acompañantes, nos enfrentamos a los problemas que nos afectan o delegamos en ellos la capacidad de resolverlos porque nosotras nos somos capaces?

Que la representación de la mujer en los medios refleje de una vez por todas nuestro papel en la sociedad probablemente pasa por superar la barrera de siempre: el número de mujeres en cargos de dirección. Wonder Woman lleva 70 años cumpliendo con su parte, ahora es nuestro turno. Necesitamos más guionistas, directoras de cine, productoras y –sobre todo- propietarias de empresas de comunicación.

 

Lupe Blissett es artista.

Hablan las mujeres víctimas de la trata

Por Helga FlamtermeskyHelga Flamtermesky

En las noticias de esta semana nos contaban que en España habían desarticulado una red que traficaba con mujeres chinas para la explotación sexual. En resumen, eran esclavas: sometidas, controladas, humilladas, amenazadas.  Mientras veía las noticias imaginaba las cosas que les podían estar pasando por la cabeza a esas mujeres. Ser rescatada también implica afrontar otros miedos y otros problemas. Ojalá las escuchen, ojalá entiendan el porqué de sus silencios, ojalá les respeten el derecho de no denunciar a aquellas que así lo decidan. Lo digo más alto: DECIDAN. Sí, las víctimas de trata deciden sobre sus vidas. Durante la trata tomaron decisiones para sobrevivir, para aguantar, para escapar.

Desafortunadamente para muchas personas las víctimas son solo mujeres rotas e incapaces, como se refirió a ellas un político en Madrid durante un evento sobre la trata.  Verlas así les niega su capacidad de transformación, y deja en el olvido la cantidad de conocimientos que hay en sus experiencias y estrategias sobreviviendo y luego reconstruyéndose.

En el 2007 empecé hacer una investigación sobre la trata de mujeres cuyo objetivo era empoderar a las víctimas situándolas como agentes sociales.  Un trabajo precioso pero muy doloroso. Aún hay recuerdos  e imágenes de la investigación que no cicatrizan.

Autoretratos realizados por mujeres víctima de trata.

Autoretratos realizados por las mujeres víctima de trata que han participado en la elaboración de la Guía sobre Trata de Mujeres.

La investigación se realizó en Filipinas, Estados Unidos, Colombia y España. Participaron más de 22 mujeres de 15 nacionalidades.  Las mujeres que participaron habían vivido diferentes formas de trata: explotación sexual, tráfico de órganos, matrimonio servil y forzado, trabajo en régimen de esclavitud (experiencias que ellas mismas han explicado en forma de cuentos). Algunas hacía más de 10 años que habían conseguido salir de la trata y otras acababan de hacerlo. Algunas habían pedido ayuda, otras habían denunciado, la mayoría habían escapado, muy pocas habían sido rescatadas. Diferentes religiones y diferentes idiomas. Y aun así, logramos conectar entre nosotras y trabajar juntas, sin que nadie nos financiara. Teníamos en común que éramos inmigrantes y que teníamos ganas de hacer visibles las reflexiones y las propuestas de las víctimas.

Las mujeres se situaron como evaluadoras sobre los expertos, analizando sus políticas y sus protocolos de atención. A ellas les costaba ver reflejadas sus vivencias en esos documentos, hasta que después de mucho preguntar descubrimos que la mayoría de los expertos y políticos que trabajan sobre la trata nunca habían tenido contacto con una víctima, o sea, trabajan en base a víctimas imaginadas.

A partir de allí decidimos llevar a cabo diferentes  iniciativas como la construcción de un espacio virtual www.mujerfrontera.org donde las víctimas pudieran hablar, dar ideas y propuestas. Hace tres semanas empezamos a difundir la Guía Sobre la Trata de Mujeres que durante dos años fuimos construyendo (disponible en español, inglés y francés). Es la primera vez que las víctimas de trata hacen recomendaciones a los profesionales, y además dan recomendaciones a otras víctimas para que se cuiden o para que escapen.  Todo basado en sus propias experiencias.

Espero de verdad que estas mujeres sean escuchadas y que la guía tenga mucha difusión. Con ello, estoy segura de que conseguiremos evitar nuevos casos y atender mejor a las víctimas de la trata.

Helga Flamtermesky, coordinadora del proyecto Mujer Frontera (www.mujerfrontera.org)