Madame Curie, Rosa Montero y una ridícula idea

Por Belén de la Banda  @bdelabanda

Cuando era pequeña, mi abuelo Domingo me regaló una pequeña colección de libros sobre los Premios Nobel. Mi favorito, al que volvía siempre, hasta dejarlo prácticamente destrozado, era el de Madame Curie. Me preguntaba por qué había sólo una mujer en la colección, y me tranquilizaba leer que ella era especial porque había conseguido dos Nobel en categorías distintas -cosa que no les ocurría a muchos hombres- y su hija Irene uno más. Me preguntaba por qué habría tenido que cambiar su nombre al casarse -me inquietaba pensar en llamarme de una forma absolutamente desconocida para mí en ese momento- y me consolaba pensando que Curie era mucho más fácil de recordar y pronunciar que su Sklodowska original.

Me parecía que su vida había sido un camino brutalmente duro de abnegación y sufrimiento. La imaginaba removiendo ingentes cantidades de material con una barra pesada, una y otra vez, hasta conseguir una cantidad infinitesimal de algo que aún no se creía que existiera. Así descubrió el radio, y después el curio y el polonio. Pagó con su propia salud todo este esfuerzo, aunque quizá nunca fuera muy consciente de ello.

Portada del libro de Rosa Montero 'La ridícula idea de no volver a verte'

Portada del libro de Rosa Montero ‘La ridícula idea de no volver a verte’

El último libro de Rosa Montero, ‘La ridícula idea de no volver a verte’, y el impresionante diario de la propia Marie que incluye como apéndice, confirman los principales elementos de preocupación e imaginación infantil. Y generan preocupaciones adultas y una admiración sin límites ante la realidad de esta mujer que fue capaz de tanto, y que sufrió tanto. Las escenas edulcoradas de un libro infantil no hablan del padre de Marie, que no apoyó sus posibilidades de estudiar y nunca valoró su esfuerzo; de la sociedad que la rodeaba, siempre dispuesta a criticar su aspecto  y no reconocer sus méritos. No recogen la presión ciudadana, que después de la muerte de su marido no tardó en volver a considerarla una extranjera cuando su relación con el científico Langevin, casado, se hizo pública. No cuenta que el comité del Nobel le recomendó no acudir a recoger su galardón porque su vida privada estaba en entredicho. A ningún científico hombre le hubieran hecho lo mismo, de modo que ella contestó con absoluta dignidad:

‘La acción que usted me recomienda me parece que sería un grave error por mi parte. En realidad el premio ha sido concedido por el descubrimiento del radio y del polonio. Creo que no hay ninguna conexión entre mi trabajo científico y los hechos de la vida privada… No puedo aceptar, por principios, la idea de que la apreciación del trabajo científico pueda estar influida por el libelo y la calumnia acerca de mi vida privada. Estoy convencida de que mucha gente comparte esta misma opinión. Me entristece profundamente que no se cuente usted entre ellos’

En realidad, el libro de Rosa Montero es un relato fluido, doloroso y alegre, sobre la vida, sobre la ausencia repentina, inexplicable e inaceptable de un ser querido, de quien fue tu pareja. Es un libro sobre la viudedad y sobre la vida antes y después de ella. Con una enorme sinceridad y una curiosidad más grande aún, hila los pensamientos de su propia pérdida personal con la historia de Marie Curie, y el diario que escribió tras la muerte de su marido. La experiencia compartida de dos mujeres muy diferentes es la ridícula idea de no volver a ver nunca más a quien ha sido el centro de su vida.

Pero otro hilo conductor fundamental de este libro gratamente recomendable son las escasas oportunidades que han dado las sociedades -en este caso las europeas- al talento de las científicas desde el tiempo de Manya Sklodowska, sólo por ser mujeres. En estos tiempos en que muchas de nuestras jóvenes científicas sólo encuentran trabajo y proyectos fuera de nuestro país, no está de más leer a Marie Curie, y leer sobre ella. Para quitarnos de la cabeza otra ridícula idea:  la de que podremos sobrevivir sin todo ese talento científico.

 

Belén de la Banda es periodista y trabaja en Intermón Oxfam

8 comentarios

  1. Dice ser Dionisio

    Hablando de recomendaciones de lectura, no os perdáis esto: http://xurl.es/9ik46

    08 julio 2013 | 10:35

  2. Dice ser skalo75

    Ya que menciona usted el ultramachismo de la época y los contratiempos que tuvo que afrontar «La Curie» …
    También debería mencionar el apoyo y ayuda incondicional de su marido sin la cual no hubiera llegado tan lejos; al fin y al cabo no todos los hombres somos unos capullos como todas las semanas leo en tu blog.
    Creo que la pareja Piere/Marie hubiera llegado más lejos que solo «La Curie» de no haber muerto atropellado Piere, los dos juntos eran más que dos mitades.

    08 julio 2013 | 11:08

  3. Dice ser Antonio

    A pesar de que no comparto las formas de Skalo75, si comparto el fondo.

    Este blog, seria mas positivo, si mostraseis lo bueno y lo malo, y no solo lo malo de un lado, y lo bueno del otro.

    Si el blog fuera igualitarista, quiza promoveria que la gente tambien lo fuera.

    PD: No digo que su intención sea la que comento.

    Un saludo

    08 julio 2013 | 15:51

  4. Dice ser Antonio

    Por cierto, despues de añadir mi comentario, he visto, que no esta «pendiente de moderación», algo que se agradece.

    Si es un cambio en las formas del blog, me alegro, y si depende de cada autora, mi respetos para ella.

    Un saludo.

    08 julio 2013 | 15:54

  5. Dice ser Belén de la Banda

    Skalo75, Antonio, muchas gracias por vuestros comentarios. Estoy totalmente de acuerdo en que Pierre y Marie Curie hicieron un tandem científico impresionante, y siento que no haya quedado bien reflejado en la entrada, porque en el libro sí lo está. Hubiera escrito una entrada de cien páginas y citado miles de pasajes del libro, y en algún momento había que parar. Así que os recomiendo vivamente que leáis el libro de Rosa Montero, el diario de Marie Curie que está incluido, y los otros libros de referencia que cita.

    Me gustaría destacar, aprovechando la oportunidad que me dais, que Pierre Curie se negó a recibir el Nobel en solitario si no lo compartía con Marie. Lo que es histórico es que ella ya era una investigadora de primer nivel cuando lo conoció, y siguió produciendo descubrimientos importantes tras su muerte. Además de tener una visión social de la investigación muy adelantada a su tiempo, como era no patentar los descubrimientos para permitir que otros científicos pudieran ampliarlos.

    Skalo75, si dices ‘La Curie’ deberías decir también ‘el Curie’. Pero creo que en realidad no se debería decir ninguna de las dos cosas. Esa forma de expresión es claramente despectiva, y no creo que estemos hablando de personas despreciables en ninguno de los dos casos.

    08 julio 2013 | 16:13

  6. Dice ser Olivia se Alivia

    ¡Qué triste lo del Nobel! Me ha recordado que el otro día fui a la boda de una amiga en una iglesia católica y a él sólo le pidieron que fuera «prudente» y a ella en cambio «irreprochable en su conducta». O sea, que según lo que seas, así te vamos a exigir. Yo creo que si somos todos prudentes igual mejor, ¿no?

    08 julio 2013 | 17:21

  7. Dice ser Mara Katz

    skalo75
    Tal vez es porque soy mujer y leo distinto… Aunque no creo, pero yo no he leído llamar «capullo» a nadie en este blog, y lo sigo casi desde el principio.
    Por otro lado, estoy convencida de que las mujeres pueden ser, por sí solas, genios sin ningún aditivo ni comparación. No sé si Piere fue una eminencia o si se subió al carro de Marie. No sé si los dos hubieran sido algo mucho más grande y nunca lo sabremos porque él murió joven. Lo que sí sabemos es lo que fue Marie Curie y pienso sinceramente que lo hubiera sido independientemente de quién tuviera a su lado.
    No entiendo esa obsesión por intentar justificar la grandeza de una persona dependiendo de quién tenga a su lado, si esa persona resulta ser una mujer.
    No lo he visto hacer con ningún hombre, aunque se me ocurren unos cuantos ejemplos a la inversa…
    No entiendo la obsesión de algunos hombres de menospreciar y ningunear los logros de las mujeres y porqué se sienten tan ofendidos por ellas. A estas alturas tampoco quiero que me lo expliquen, si es que alguien se siente en la necesidad. Pienso que se lo tendrían que mirar solos o con ayuda de un especialista..

    09 julio 2013 | 16:17

  8. Dice ser Pedro Román Pérez

    Qué manía de disociar méritos en razón al sexo!. El que vale, vale «per se», y la que vale, vale «per se». Aunándo saber, sin discriminación sexista, nos iría mejor a todos. Acabo de leer el libro de Rosa Montero y tengo que decir, que me ha encantado. Empecé bastante desconfiado, por el sesgo feminista de su autora, pero a la hora de hacer una crítica, tengo que decir que me ha emocionado; ella y Mme.Curie

    12 julio 2013 | 12:17

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