Archivo de julio, 2013

Las compañeras de trabajo de Cándida

 Por Margarita Saldaña MargaritaSaldaña

Ya va siendo hora de que entremos al trapo, pensarán algunas y algunos. Hasta ahora veníamos hablando de la situación de las “internas”. No dudo de que haya mujeres españolas trabajando como tales, pero yo no las conozco, y no me gusta tocar de oído.

Hablar de las mujeres españolas dedicadas al empleo doméstico equivale a hablar de las discontinuas, vulgo externas. El apelativo resulta confuso o irónico, según se mire. Es cierto que estas mujeres prestan con frecuencia sus servicios laborales a diversos empleadores, y en ese sentido son técnicamente “discontinuas”. Pero muchas se pasan, o se han pasado, la vida entera trabajando “en casas”, sin el menor reconocimiento social,  en tareas invisibles a las que no se da valor alguno. Guillermo Fesser nos regaló en el año 2006 un retrato entrañable y revulsivo de este colectivo de mujeres en Cándida, su primera película.

Imagen cedida por Pueblos Unidos.

Imagen cedida por Pueblos Unidos.

No falta quien dice, y con razón, que hay mujeres que prefieren trabajar “en negro”, y que sus empleadores les insistieron en hacerles contrato pero ellas se negaron para no perder parte del sueldo en costos compartidos de Seguridad Social. Tal inmediatismo suena mucho a eso de “pan para hoy y hambre para mañana”. Reconozcamos que tampoco faltan empleadores a los que nunca se les había ocurrido contratar a “la chica”, lo cual no es extraño si nos atenemos a la regulación legal que hemos tenido en España hasta el año 2011. Lo que realmente ha faltado es una cultura que considere el empleo doméstico como elemento clave del sistema socioeconómico y una legislación que responda a tal paradigma.

Algo viene cambiando a partir del Real Decreto 1620/2011, que plantea la integración de estas trabajadoras con igualdad en la seguridad social. Anabel, española, de Madrid, que a sus 41 años lleva «toda la vida trabajando en casas», piensa que estos nuevos vientos son favorables, aunque no sabe muy bien de dónde soplan. Recientemente le han hecho contrato en las tres casas y la tienda donde ofrece sus servicios como limpiadora varios días por semana. ‘¿Antes? ¡No! Ni me lo dijeron ni se me habría ocurrido pedirlo… no había costumbre’.

«¿Paro? No, qué va… Ni pagas extraordinarias. Eso no nos corresponde». Así es, a medias. Aunque la nueva legislación reconoce el derecho a cobrar 14 pagas, esto se incumple en gran parte de los casos. La falta de derecho a subsidio por desempleo sigue siendo una lacra para este sector de actividad, que hasta el año 2019 no se equiparará totalmente a los demás sectores.

Pero el 2019 está muy lejos, queda aún mucha crisis por delante y hay empleadas domésticas, también españolas, que siguen en la economía sumergida contra su voluntad, o que han visto reducido el salario al ser dadas de alta. Dificultades como la complejidad en los trámites administrativos, el coste de gestión para el empleador o la reducción de los tramos de cotización han hecho que la regularización estipulada no haya tenido el efecto que cabía esperar. Mientras seguimos trabajando por una aplicación mejor lograda de la ley, podemos hacer algo más: poner en valor el trabajo doméstico, combatir el imaginario de que “las extranjeras nos quitan el trabajo” y promover una solidaridad de clase que permita la lucha conjunta de todas las mujeres que ven sus derechos vulnerados, sin importar dónde hayan nacido o de qué color tengan la piel.

 

Margarita Saldaña trabaja en  Pueblos Unidos

Ada Colau y el despertar de la ciudadanía

Por María Luisa Toribio 

María Luisa ToribioMareas de todos los colores recorren las calles en defensa de la sanidad y la educación públicas, del derecho a la vivienda, del empleo, de los ahorros de toda la vida… de conquistas sociales que parecían haber llegado para quedarse.

Esta crisis ha pillado a muchos por sorpresa. Buena parte de la ciudadanía estaba adormecida, ejerciendo con entusiasmo el papel que nos habían querido asignar, el de consumidoras y consumidores en una sociedad a la que nos acostumbramos a llamar, sin rubor, sociedad de consumo.

Ada Colau, portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH)

Ada Colau, portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH)

Sin embargo, la crisis venía gestándose desde tiempo atrás. La globalización de la economía, el creciente poder de las empresas multinacionales que han ido convirtiendo todo en una mercancía (la naturaleza, el trabajo de las personas, los servicios esenciales…), el papel dominante del mundo de las finanzas sobre la política, la especulación sin límite, el auge de los paraísos fiscales, la devastación de la naturaleza, el cambio climático, la contaminación… todo esto no ha aparecido de repente, como por arte de magia.

La noticia esperanzadora ante tan abrumador panorama es que la sociedad, sacudida por la crisis, está despertando y empieza a ejercer la Ciudadanía (así, con mayúscula). Surgen con fuerza nuevos movimientos, se ocupan las calles y se inventan nuevas formas de participación en la vida pública. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) es un ejemplo destacado. Me impresiona la claridad de ideas de su portavoz, Ada Colau.


El poder de la ciudadanía – Ada Colau Ballano… por attactv

La PAH es una prueba inequívoca del poder de la ciudadanía organizada, que se convierte en interlocutora, que denuncia, que busca soluciones y pone en marcha alternativas. Cuando la política camina al paso que le marcan los intereses financieros, sin importar lo que se lleve por delante, es imprescindible que la sociedad diga basta y marque un cambio de rumbo.

Porque la política –la de los partidos– está devaluada y la democracia representativa, esa que se despacha depositando un voto en una urna, se nos ha quedado pequeña. Es tiempo de implicarse, de decidir prioridades (¿quién decide, por ejemplo, que para lo que no hay dinero es precisamente para la dependencia o para los comedores escolares?); es tiempo de recordar a los políticos que cobran un sueldo para gestionar lo público, no para destruirlo; es tiempo de mirar hacia delante, de soñar y de construir nuevas formas de participación ciudadana. Os recomiendo que escuchéis a Ada Colau, toda una lección de democracia y de sentido común.

Porque SÍ se puede, pero el primer paso es darnos cuenta de ello.

 

María Luisa ToribioBióloga y activista, con una mirada global al mundo que me lleva a implicarme en causas  como el medio ambiente, la pobreza, los derechos humanos, las poblaciones indígenas… Convencida de que las múltiples crisis que vivimos tienen raíces comunes y de que toca impulsar cambios profundos. 

Por qué memoria histórica se escribe con a

Por Susana Martínez Novo SusanaMartinezNovo70

Hasta hace poco he dudado de la oportunidad de remover viejas historias de la Guerra Civil española, porque siempre te enseñan que no es bueno hurgar en las heridas. De lo que no me daba cuenta es de que hay historias que permanecen en la memoria de muchas personas en nuestro país. Hace unos días estuve en Nava del Rey, un pueblo situado en el suroeste de la provincia de Valladolid. Se celebraba un acto en homenaje a los represaliados del fascismo.

Acto por la memoria histórica en Nava del Rey. Lectura de los nombres de las personas fallecidas.

Acto por la memoria histórica en Nava del Rey. Lectura de los nombres de las personas fallecidas. Imagen: FotogrAccion

Se desarrolló en el pinar donde habían sido asesinados unos 250 habitantes del municipio, que lucharon por mantener las estructuras democráticas vigentes durante  la República, antes del levantamiento nacional. El monolito donde aparecen grabados los nombres de las personas que murieron se encuentra enclavado en un claro del pinar desde hace varios años. Algunos se extrañan de que no haya sido destruido. Hay muy pocos nombres de mujer grabados en el monolito.

El acto comenzó con unas emotivas palabras de Manuel, un profesor de la Universidad de Valladolid, que ha investigado los sucesos acaecidos en la zona. Pedro, otro compañero, que había colaborado en la investigación reivindicó la  ‘verdad sin ira’ que reclaman hoy los familiares que hablaron con los viejos que vivieron aquellos momentos. Leyó un poema titulado así: verdad sin ira, que a nada que lo escuches te pone los pelos de punta, y a continuación varias personas leyeron los nombres de las y los muertos en la guerra. Después, sentados en círculo, los familiares de los masacrados fueron desvelando sus interrogantes, sus inquietudes y muchos datos conocidos por unos, desconocidos por los otros.

Pero hubo dos cosas que me han hecho ver lo que todo eso representaba desde una perspectiva distinta. Una mujer joven dio las gracias a su abuela, allí presente, que sacó adelante a varios hijos y algunos sobrinos, huérfanos por la guerra. Una madre que como muchas otras, desde el anonimato, luchó por su familia. Sin recursos y socialmente señalada, no se dejó vencer por los vencedores.

Una mujer que  transmitió a sus descendientes, como pudo, los valores por los que sus maridos y compañeros habían perdido la vida y la voz. Entonces me pregunté, si es casualidad que memoria histórica se escriba con “a” .

Por otra parte, mi padre reivindicó la memoria de aquellos y aquellas que no murieron, pero que fueron sepultados en vida, bajo la lápida del silencio, condenados a no hablar ni en su propia casa. Mujeres y hombres que fueron censurados para evitar más represalias. Me hizo recordar los versos de Blas de Otero:

Si he perdido la vida, el tiempo, todo,

Lo  que  tiré, como un anillo, al agua,

si he perdido la voz en la maleza,

me queda la palabra.   

Al terminar, la mayoría prometieron volver el año próximo. Yo no se si tendré la oportunidad, pero creo que merece la pena conservar la memoria. Por eso escribo estas líneas.