Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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Zapatero «arremete»; senadores del PP «insultan y abuchean»

Después de oir ayer el triste espectáculo de sus maleducadas señorías en el Senado, no me extraña que El Roto diga hoy, de manera tan expresiva, que ya estamos en campaña.

Las portadas de los diarios siempre están campaña, como es natural, al servicio del gusto de sus lectores.

Por eso, no es de extrañar que la información sobre la bronca que le montaron ayer al presidente de Gobierno en el Senado tenga distintas versiones según el color del diario con se mire.

El País:

Senadores del PP insultan y abuchean a Zapatero mientras exponía su versión del «caso De Juana»

Titular de El Mundo:

«Por primera vez, un partido se atreve a decir que un Gobierno ha cedido al chantaje de ETA»

Sumario:

Zapatero arremete contra el PP para tratar de superar el «caso De Juana» y Rajoy le llama «hooligan»

–El titular principal de El Mundo, a cuatro columnas, le presta altavoz a al confidente «Cartagena» e insiste en su eventual enredo con la Policía. Acaba con este sumario muy del gusto de Pedro Jota y su teoría conspiratoria, adelantada por el trío Pinocho tres días antes de perder las elecciones generales del 14-M :

Dice que tenía la consigna de no contarle al juez lo que averiguó sobre los vínculos entre islamistas y ETA y que el 3 de abril le pidieron que fuera al piso del Leganés

El País titula a cuatro columnas con una cita textual de la primera entrevista -muy bien escrita, por cierto, por Pablo Ordaz– a la viuda del jefe del comando del 11-M:

«Jamal me dijo desde Leganés que era mejor morir, que no se entregaría»

Sumario:

La testigo protegida relata momentos clave del atentado y del suicidio colectivo

ENTREVISTA: Juicio por el mayor atentado en España – 11-M ENTREVISTA CON LA ESPOSA DE JAMAL AHMIDAN, ‘EL CHINO’, JEFE OPERATIVO DEL ‘COMANDO’ DEL 11-M

«Jamal me dijo desde Leganés que era mejor morirse, que no se iba a entregar»

PABLO ORDAZ – en El País. Madrid

08/03/2007

Se llama Rosa, tiene 29 años y lleva tres viuda y en silencio. La tarde del sábado 3 de abril de 2004, su pareja de toda la vida, un marroquí de 34 años llamado Jamal Ahmidan, le telefoneó dos veces seguidas desde un piso de Leganés. La primera vez, Rosa sólo escuchó sus sollozos mezclados con rezos y cánticos. La segunda, ella le pidió que se entregara y él le contestó: «Si me entrego os arruino la vida a tí y al niño. Perdóname. Sólo te pido una cosa. Que cada vez que mires al niño a los ojos te acuerdes de mí».

«La que peor lo pasó fue su madre. Estaba hablando con ella cuando estalló»

«El día del atentado me llamó para decirme: ‘Que me voy, que me voy, que me voy»

«El jefe de todos y el que montó todo era el ‘comecocos’ Serhane, ‘El Tunecino»

«Me llamó desde la cárcel de Marruecos y me dijo: ‘Es que están matando a muchos inocentes, el pueblo español se tiene que levantar»

«Yo sé que ha matado a todas esas personas y ha herido a un montón más, pero yo no sé hasta dónde llegaba su mente»

«Mi hijo sabe más que todos esos juntos, más que el juez, más que todos, porque se ha pasado fines de semana enteros en la finca de Morata»

«Él me dijo: ‘Si me entrego, te arruino la vida a ti y al niño. Perdóname todo»

«Le dije: ‘Cualquiera puede pensar que has sido tú’. Y se quedó de piedra»

«Si los hermanos Oulad han muerto, ha sido por seguir a Jamal, porque eran sus recaderos»

Rosa supo después que, tras esa llamada, su marido aún tuvo tiempo de telefonear a Marruecos para despedirse de su madre. Una explosión cortó la comunicación. Jamal Ahmidan se acababa de suicidar junto a otros seis de los terroristas que participaron en la matanza del 11-M. Ésta es la primera vez que Rosa, mujer de El Chino y testigo protegido en el juicio que se sigue en la Casa de Campo, cuenta su vida.

Todo empezó hace 15 años. Ella acababa de salir del reformatorio y se sentó a llorar en una plaza del centro de Madrid. Un muchacho árabe, enclenque y feo, se sentó a su lado y le preguntó qué le pasaba. «Yo lo mandé a la mierda». Pero luego se hicieron inseparables. Compartieron muchas dosis de droga y temporadas en la cárcel, tuvieron un hijo que ahora tiene 12 años y hasta estuvieron separados un tiempo. Desde principios del año 2000 al verano del 2003, él permaneció recluido en la prisión de Tetuán a la espera de un juicio por asesinato. Hablaban por teléfono de vez en cuando. En una de aquellas conversaciones, Jamal le dijo: «Cuando salga, me voy a Irak». No se marchó, pero sí fue el principio de una deriva hacia el fundamentalismo que se acentuó cuando, ya a finales de 2003 y de regreso en Madrid, El Chino conoció a un tipo calvo con barba de chivo y apodado El Tunecino.

– «Vente conmigo, que no te va a pasar nada». «Yo acababa de salir del reformatorio, porque ya desde bien pequeña había empezado a tener problemas con la droga. Estaba en una plaza de El Rastro llorando en un banco, drogada perdida porque no quería volver a casa. No sabía lo que hacer, y entonces apareció un chico feísimo y se sentó a mi lado. Me dijo: ‘niña ¿por qué lloras?’, y yo lo mandé a la mierda. Insistió. ‘Venga, cuéntamente que todo tiene solución’. Él llegó a las siete de la tarde y eran las once de la noche y estaba sentado en el banco preguntándome por que lloraba. Me insistió, ‘vente conmigo que no te va a pasar nada’, y me fui a la pensión donde él vivía en la calle Fuencarral.Pasaron los días. No me tocó un pelo. él en una cama y yo en la otra. Trapicheábamos con bolsitas de droga, es lo que siempre hemos hecho, y al mes y medio le dije: ‘Bueno, ¿tú qué?, eres muy feo pero ya me estás gustando. ¿No me vas a tocar un pelo?’ Yo ya empecé a notar que él era un antisistema total. Estamos hablando del 92 o por ahí, yo tendría 14 años. Era un antisistema, pero muy querido por los amigos».

– «Yo quiero morir, a mí no me importa». A pesar de lo que ha pasado, cuando Rosa habla de Jamal le sigue brillando algo en la mirada. «Si se estaban dos pegando en la calle, se metía y terminaba a bofetadas. Si a algún amigo le pasaba algo, ahí estaba él. Yo le decía ‘¿por qué te metes?’, y él me contestaba: ‘Porque yo quiero morir, a mí no me importa. No te puedo contar más, algún día lo sabrás’. Un día me contó que no iba a poder volver a ver a su madre ni a su familia porque tenía una causa en Marruecos. ‘Me acusan de haber matado a un hombre’, me dijo. ‘¿Pero tú lo mataste?’ Nunca me respondió, jamás. Lo supe por su madre cuando bajé con mi hijo pequeño de seis meses -lo tuve con 17 años recién cumplidos- a Marruecos. Él no podía pisar Marruecos porque lo detenían. Yo iba para que la abuela viera a su nieto».

– La historia del asesinato. Dice Rosa que, técnicamente, no fue un asesinato. «Él iba en un taxi. Venía de una boda y se quedó dormido. Llevaba dos anillos de oro y uno de los ocupantes del taxi le intentó robar uno. Se despertó, se bajaron del taxi y pelearon. El otro saca un cuchillo, este se lo quita y lo apuñala. Pero no fue un asesinato a sangre fría. Él se pasó 18 meses en la cárcel en Madrid. Yo estaba embarazada de nueve meses e iba a verlo a Carabanchel. Cerraron Carabanchel y se lo llevaron a Valdemoro. Salió en libertad, y al tercer día de dar yo a luz, lo volvieron a encerrar. Eso que dicen que cada vez que salía de la cárcel salía radicalizado es mentira. Salía y te decía: ‘Me tengo que portar bien’. Rezaba dos días, pero tenía que buscarse la vida y volvía a las mismas. Yo caí presa en el año 2000, también por tráfico de droga, pero estábamos separados. Él no tuvo nada que ver».

– «Me voy a Marruecos». «Un día que vino a ver a la cárcel me dijo: ‘Me voy a Marruecos, porque he conseguido unos millones y he cogido a uno de los mejores abogados de Marruecos. Quiero arreglar las cosas’. No sé qué hizo, lo que sí sé es que lo detuvieron en el Sáhara. No sé adónde iba. Desde el desierto lo subieron a la cárcel de Tetuán. Vivía como un rey. Hablábamos por teléfono todos los días. Su familia estaba pagando mucho dinero para que él estuviera bien. Cuatro o cinco presos lo protegían».

– «Empecé a notarle raro». Fue en la cárcel marroquí donde Jamal comenzó a hablar distinto. «Empecé a notarle raro. Me decía: ‘Rosa, es que están matando a muchos inocentes, que eso no es justo’, y yo le decía, ‘pero a ver Jamal, que no se te vaya la olla’, y él me respondía, ‘es que los españoles os tenéis que levantar y salir a la calle’. y yo le decía ‘coño, que me he tirado tres horas en una manifestación que casi me da un ataque de ansiedad en la Puerta del Sol, qué quieres que hagamos más. Nosotros no podemos coger metralletas como hacen en Palestina y liarnos a tiros, Jamal, aquí vivimos en democracia. Os tenéis que levantar, os tenéis que levantar’. Y luego otro día me comentó: ‘Cuando salga me voy a ir a Irak’, y yo le decía: ‘¿A Irak, a qué?’ Yo pensaba: ‘Se le pasará, se le pasará’. Y se le pasó… Salió de la cárcel porque le absolvieron. La madre del chico no denunció a Jamal».

– «Sé lo que ha hecho, pero sigo enamorada». Rosa todavía se emociona cuando recuerda el 29 de julio de 2003. «Me llamó por teléfono y me dijo: ‘Baja’. ‘¿Dónde?’. ‘A la puerta’. Me quedé muerta al verlo, me temblaba todo. Estaba enamorada, y sigo… a ver, yo sé lo que ha hecho. Es que es muy duro decirlo. Los sentimientos no se pueden controlar. Yo sé que ha matado a todas esas personas, pero no sé hasta dónde llegaba su mente. Cuando volvió de Marruecos, yo al principio le digo que no me voy a ir con él a nuestra casa de la calle de Villalobos. Yo seguía en tratamiento de metadona. Pero poco a poco, volvimos a ir viviendo juntos. Creí que iba a dejar su mala vida. No le vi hacer ningún trapicheo. Cogía algunos coches, los vendía, se los bajaba de Alemania…».

– «Amistades». «La única amistad que le vi fue un día me parece que fue con Abdelilah, el chiquitito, que está ahora imputado, Ahora es más fácil echar la culpa a todos los que están muertos. Jamal tenía una cosa y es que convencía a todo el mundo, pero no por el miedo sino por su respeto, por su forma de ser. Coño, que yo le he visto llegar a Lavapies cuando salió de la cárcel, coger a todos los yonquis y llevárselos a la mezquita a rezar. Y decía: ‘Pero bueno, osea, ¿dónde vas Jamal?’ Yo muchas veces pienso, ¿sería un psicópata? Pero cómo podía ser dos cosas, lo que yo veía y otra tan distinta…».

– «El tal Serhane». Dice Rosa que la verdadera transformación de El Chino se produjo a finales de 2003. «Cuando llegó de Marruecos, vestía de manga corta y por la calle íbamos agarrados, nos dábamos besos… Pero luego, como en septiembre o en octubre, empecé a oir a hablar del tal Serhane El Tunecino y él ya empezó a cambiar. Ya no me agarraba por la calle. Me decía que me cogiera el pelo en una coleta. La ex pareja de mi madre, que iba con él porque le arreglaba los coches, me decía: ‘Rosa, hay uno que le tiene comida la cabeza, que está todo el día hablando de él. Ten cuidado que le está diciendo que la española…’. Cuando llegaba a casa, yo le daba caña. Y él me decía: ‘Tranquila, que yo sé lo que tengo que hacer’. Por entonces, el niño iba a un colegio de monjas. Tras conocer a Serhane empezó a decir que había que llevarlo al colegio de la mezquita de la M-30, a la madrasa…».

– «Mi hijo sabe más que todos esos juntos». Rosa está orgullosa de su chaval. «Mira, mi hijo sabe más que todos esos juntos, más que el juez y más que todos, porque se ha pasado fines de semana enteros en la finca de Morata. Ha visto a todos… y todo. Él no quiere hablar. Un día vino a casa y me dijo: ‘He visto en la casa de Morata a un tipo que no me ha gustado. Uno calvo con barba de chivo que me ha dicho que yo lo que tengo que hacer es hablar árabe y empezar a rezar, y yo le he dicho: pues reza tú’. Mi niño en ese momento tenía nueve años. Es muy listo mi niño. Jamal quería una casa que estuviera sola, que no tuviera nada por los lados. Uno de aquellos días vino El Tunecino a casa y Jamal me mandó a la habitación. No me dejó salir hasta que Serhane se fue. En Nochevieja, lo llamé para decirle que si iba a venir a cenar, y me dijo que no sabía. Escuché por detrás la voz de Serhane diciéndole: ‘Déjate de fiestas de cristianos y vamos a hacer lo que tenemos que hacer’. Aquel día llegó a las cinco de la mañana, muy alterado, nervioso, cansado, pero pidiéndome perdón. Luego me enteré de que lo acusaban de haberle pegado un tiro a otro en una discoteca de Bilbao».

– «Los fines de semana se llevaba el niño a Morata». «Todos los fines de semana se llevaba al niño a la finca de Morata y en cierta ocasión también a un amiguito, compró unas ovejas, unas cabras… Yo lo que veía muy raro es que estaba todo el día con el Internet, todo el día, con un portatil, y una noche lo vi a las cuatro de la mañana con Bin Laden a toda pantalla, y le dije: ‘Pero bueno, Jamal, ¿qué haces viendo a Bin Laden en Internet?’ Ahí me empecé a mosquear.

Estaba enganchado, pero fue justo antes de los atentados, como dos meses antes.

– «A las doce de la mañana del 11 de marzo me dijo que se iba a Francia».

«Yo vivía al lado de El Pozo. Cuando supe lo de los atentados, salí corriendo de casa con el niño para llevarlo al colegio. Yo ya estaba temblando, aunque le juro que no sospechaba nada. Aquella noche él no durmió conmigo. No sé si pasó la noche en Morata o dónde. Yo cómo me iba a imaginar. Todo el mundo decía ‘la ETA, la ETA…’. El día 12 llegó a nuestra casa de la calle Villalobos y me dijo que se iba a ir a Francia. Y yo le dije: ‘Vamos a ver, alma de Dios, con lo que acaba de pasar y además vienen las elecciones, no tienes documentación… En el primer control te van a parar y tú tienes una busca y captura por haberte escapado de Moratalaz [un centro de internamiento de extranjeros sin papeles]’. ‘Que me voy, que me voy, que me voy…’. Se fue y apagó el teléfono. Yo, nerviosita perdida, venga a llamarle y no me cogía el teléfono. Me fui a la manifestación del viernes 12 por la tarde, aquella en la que todo el mundo gritaba ‘en ese tren íbamos todos’. Yo ahora lo pienso y digo: ‘Qué fuerte, con mi hermana, mojándome, qué fuerte». A Rosa se le humedecen los ojos. «Le seguía llamando y nada, no me cogía el teléfono. Ya por la noche del viernes, me contesta. ‘Oye’, le digo, ‘¿dónde estás?’. Y me dijo: ‘Por ahí…’. ‘¿Pero te vas a ir a Francia?’ ‘No, he cambido de opinión’. Me preguntó qué estaba haciendo yo y le dije que acababa de llegar de la manifestación. Me dijo: ‘Joder, se han pasado los de la ETA’. Le respondí: ‘Sí, pero como has desaparecido así, hasta cualquiera puede pensar que has sido tú’. Y me respondió, ‘¿cómo?’ Se quedó de piedra. Impactado. Colgó el teléfono. Tardé cuatro o cinco días en volver a contactar con él.

– «Ahora van a venir a por todos los moros». «No lo volví a ver hasta que vino a hablar con sus hermanos. Fue el 19 de marzo y yo estaba muy asustada, llorando. ‘Jamal. ¿por qué me haces esto?’ Y él se reía. ‘¿Por qué estabas con el teléfono apagado?’ Su coartada fue que ahora la policía iba a ir a por todos los moros, que estaban hablando de la conexión islamista… Se quedó en casa para celebrar el día del padre y yo quise que nos llevara a la finca de Morata para montarnos en las motos que teníamos allí. Él no quería de ninguna manera. Pero yo le insistí tanto que fuimos a la finca. Fue a la mezquita, compramos carne musulmana y mi padre dijo que nos haría una paella. Nos tiramos toda la tarde en la finca. Su obsesión era que le habían robado las ovejas. Nos fuimos todos en coche a preguntarle a la Guardia Civil por las ovejas. Pero luego hizo una cosa extraña con la basura. Cogió toda la basura, los platos de plástico y todo, los metió en dos sacos blancos y los metió en el maletero. ‘¿Qué haces?’, le dije. ‘Nada’, me contestó, ‘ya la tiraré en Madrid».

– «Encendí la tele, vi que habían detenido a Trashorras. Ya nunca más volví a ver a Jamal». «Llegamos a casa y él se fue a dar una vuelta. Encendí la tele y vi que habían detenido a Trashorras… Ya nunca más volví a ver a Jamal».

El día 21 de marzo, la policía se plantó en la puerta de la casa de Rosa. «Yo tengo mucho olfato para la madera. Me he pasado toda la vida corriendo delante de ellos. Y además, mi abuelo era policía. Y yo decía: ‘Joder, ¿en qué se habrá metido Jamal?’ Me llamó por teléfono y le dije: ‘Oye, que estoy muy cabreada’. ‘Tú tranquila’. Pero un día los policías se pusieron a charlar con el niño y el niño les dijo que su padre tenía un chalé en Morata y se llega por aquí y por allí. Me llamó él y se lo dije. Empezó a reírse con una risa nerviosa. Y luego me dijo: ‘Coge mi pasaporte de Ben Salah [uno falso que utilizaba a veces] y llévalo a casa de [unas personas que no quiero involucrar] y que lo quemen. Y que la agenda la quemen también. Pero tú no quemes nada’. Me intentaba proteger. Luego la policía cogió una segunda agenda en el bar de su hermano Mustafa».

– «Me dijo que era mejor morirse, que no se iba a entregar».

«El 3 de abril, me llamó desde el piso de Leganés pero no era capaz de hablar. Sólo me dijo que era mejor morirse, que no se iba a entregar, que era mejor morir. Yo de fondo oía mucho cántico, mucho rezo y conmigo habló poco. La que peor lo pasó fue su madre. Estaba hablando con ella cuando estallaron las bombas. A su madre le dijo que se iba al cielo con Dios por todos los infieles, que los infieles tendrían que pagar por sus pecados, que los 70 elegidos estuviéramos a su lado el día de nuestra muerte. Y nada más. Y se inmoló. La policía me dijo que encontró en sus bolsillos fajos y fajos de billetes…»

«A mí el 25 de marzo me habían venido a detener ocho polícías. Me llevaron a comisaría, me hicieron maltrato físico, me interrogaron desde las cinco de la tarde a las cuatro de la madrugada. Me decían: ‘Te vas a comer 1.000 años de cárcel, no se cuántos por cada muerto’, y yo les decía ‘que no sé nada, que no sé nada’. Eso los jefes de grupo. Hasta que llegó el comisario gordo y dijo: ‘¿No veis que no sabe nada?

‘ Desde el día 25 hasta el día del suicidio no volví a hablar con él. Porque yo tenía el teléfono apagado. No quería que me llamara nadie ni hablar con nadie. Tenía miedo. Lo encendía, veía que no había nada y lo apagaba. De pronto, aquel sábado escuché en la televisión: ‘Hay unos terroristas encerrados en un piso de Leganés…’. Y pensé: ‘Ya está, es él’. Me llamó mi cuñada, la mujer de Mustafa, y fue ella la que me dijo que eran ellos los del piso, y que iba a intentar que fuese Mustafa para convencerlo de que se entregase… Y ya dejé el teléfono encendido. Y me llamó. La primera vez llorando, llorando, sin poder hablar, y yo le decía: ‘¿Jamal eres tú, Jamal eres tú…?’. Y a la segunda le dije: ‘Por favor entrégate’. Y él me dijo: ‘Si me entrego, os arruino la vida a ti y al niño. Perdóname todo. Sólo te pido una cosa: cada vez que mires a los ojos al niño, acuérdate de mí’. Y me colgó el teléfono. Luego llamó a su madre.

– El ‘comando’ terrorista. «El jefe de todo era el comecocos, Serhane, y el que montó todo, Jamal, de operativo y de todo, pero yo estoy segura de que él no quiso ensuciarse las manos y dejó que fueran otros los que pusieran las bombas… Yo, a los únicos que conocía era a los hermanos Oulad, el Rachid y el Mohamed, y si ellos han muerto ahí ha sido por seguir a Jamal, porque eran sus recaderos…».

– «Lo de ETA son sandeces». Cuando se le pregunta por ETA, Rosa lo tiene claro: «Esos son gilipolleces y sandeces. Él cada vez que ha estado en la cárcel se ha dedicado a ganar dinero, porque ganaba dinero en la cárcel con el trapicheo, con los moritos, pegándose con unos y con otros, protestando por las injusticias carcelarias. A mí nunca me habló de ETA y nada de nada de nada».

«Ahora me siento fatal. La gente de mi trabajo me está apoyando mucho, pero yo sigo en la misma casa. Tengo que aguantar ver cómo los moros en la calle se arrodillan ante mi niño, y le dicen: ‘Tú tienes que ser como tu padre, tú tienes que ser como tu padre…’. Ven a su padre como a un mártir, y el pobre niño alucina, él no quiere estar aquí. Nos vamos los fines de semana por ahí. Lo que yo no entiendo es que si yo soy un testigo protegido qué coño estoy yo en la casa. A mí me dicen los amigos de Jamal: ‘Mira la puta, fumando, con un cigarro en la mano, a tí Bin Laden te tenía que llevar a un campo de Afganistán…’. Ahora se han enterado de que le hemos cambiado el nombre al niño…».

FIN

Buena entrevista, Pablo. Enhorabuena.

Detienen al candidato del PSOE… o bien: aquí hace más calor

El Roto trata de arañar en la conciencia colectiva, destacando alguna de nuestras basurillas. Casi siempre acierta.

Los dos principales diarios de pago destacan el tema de El Roto y coinciden en la ilustración de portada: el presunto asesino del alcalde de Fago.

El Mundo lo lleva con una foto en plano general misterioso, con cejas enarcadas, sepia oscuro y movida. El País nos lo muestra en primer plano claro, celeste Inmaculada, con cara de que puedes comprarle un coche de segunda mano.

Los titulares suelen darnos alguna pista sobre los intereses corporativos del medio.

El Mundo, manda con ello arriba, a cuatro columnas:

Detienen al candidato del PSOE por el asesinato del alcalde de Fago

El País, a media página, como foto noticia:

Primer detenido por el asesinato del alcalde de Fago

En el pie de foto, cuerpo 8, lo identifican como ex candidato socialista:

Santiago Mainar, guarda forestal y ex candidato socialista a acalde, es sospechoso del crimen

Me alegró ver hoy en El País esta carta de mi amiga Teresa García Alba que fue mi jefa en el Servicio Universitario de Trabajo (SUT) en nuestros años juveniles de lucha antifranquista. (¡Hola Teresa!Estoy de acuerdo contigo en casi todo). De hecho, la tertulia familiar ha girado hoy en torno al cambio climático, a las propuestas de Teresa y a las dudas que nos infunden estos informes y contrainformes sobre quién es el causante de tal cambio climático.

En mi casa no solemos creernos, a la primera, lo que dicen los diarios porque sabemos que los hace gente como nosotros. Es una costumbre muy sana y altamente recomendable.

¿Quién se resiste a poner un titular llamativo, sin matices?

Por otra parte, los ecologistas (y no pocos políticos y moralistas) son proclives a creer que la acción de hombre daña irreversiblemente el planeta y que sólo cambiando su comportamiento se puede alterar el rumbo del universo y salvar a la Tierra de un cataclismo apocalíptico.

En el lado opuesto, están las grandes empresas multinacionales contaminadoras (y no pocos avariciosos capitalistas) que minimizan la acción de hombre. Nos consideram hormiguitas minúsculas, aunque soberbias, incapaces de alterar el orden del universo por mucho que nos empeñemos. Sus sabios a sueldo dicen que la erupción durante tres días de un volcán (creo que se refieren al Cracatoa) lanzó más CO 2 a la atmósfera que todos los seres humanos juntos con sus fábricas en los 200 años y pico que llevamos de revolución industrial.

El asunto tiene miga y no está nada claro. Pero, a lo que vamos, el informe polémico y escalofriante de la ONU creo que, nos guste o no, es hoy noticia de primera página, lo diga Pedro Jota o su porquero.

Este informe sobre el cambio climático va a toda página en el International Herald Tribune y sale hoy mandando, como tema principal, en las principales portadas de Occidente que he podido ver por Internet.

El País manda con eso, arriba, a cuatro columnas:

INFORME DE NACIONES UNIDAS SOBRE EL CALENTAMIENTO DEL PLANETA

El cambio climático traerá más calor, más sequías y lluvias torrenciales

Sumarios:

Los científicos dan por cerrado el debate sobre las consecuencias del “efecto invernadero”

La acción del hombre es la causa de un fenómeno irreversible

El Mundo , en cambio, como no tiene por ahora relación con ETA y el 11-M lo considera casi como “no noticia” y da este escalofriante informe de la ONU abajo, escondido en un rincón de su portada, con un pequeño sumario.

¡Jo! Ya es la hora del cine. Nos vamos a ver «Queen» antes de que la quiten.

Y ahí van un par de artículos y editoriales de interés, que no me da tiempo a comentar:

Consenso y diálogo

IRENE ZOE ALAMEDA en El País

03/02/2007

En el último mes, tras el atentado del 30 de diciembre, han tenido lugar numerosos acontecimientos que han reactivado el debate sobre la política antiterrorista. Sin embargo, en cada una de sus comparecencias (ante la prensa, en sede parlamentaria o en encuentros bilaterales), tanto el Gobierno como la oposición se afanan por repetir lo que vienen reiterando desde hace casi dos años, cuando comenzó a intuirse un posible proceso de paz. En vez de mostrarse unidos en un asunto que debería constituir una política de Estado, se reafirman en posiciones que, pese a la evolución de las circunstancias y al intercambio de información entre ambos, no han sido nunca matizadas o reconsideradas por ninguno de ellos.

Que dos personas que se comunican en plenitud no empaticen lo más mínimo la una con la otra es algo que los lingüistas han calculado ser estadísticamente muy improbable. Lo que suele ocurrir en la mayoría de los casos es que, cuando dos partes se expresan con el propósito de alcanzar un acuerdo, sus posturas se terminan allegando, de modo que el conflicto se resuelve por una sucesión de aproximaciones que sitúa la solución en un punto racionalmente satisfactorio para ambos. Por consiguiente, no tiene mucho sentido que PP y PSOE lleven ya años enfrentados en este crucial asunto.

¿En qué casos puede ocurrir que, pese al intercambio de argumentos, los que hablan no se convenzan mutuamente? En los casos en los que al menos una de las partes sea irracional (aunque su discurso guarde la apariencia de racionalidad), y en los casos en los que una de las partes saque réditos de la polémica -esto último se da cuando uno miente deliberadamente acerca de sus verdaderos objetivos: en realidad, no le interesa que se solvente el enfrentamiento pero no quiere, por cuestiones de moralidad o decoro, que se le acuse de rehuir el debate-.

Tras casi dos años de desencuentros entre el partido en el Gobierno y el principal partido de la oposición, y teniendo en cuenta que la postura del PSOE es secundada por el resto del Parlamento, es lícito sospechar que el PP no se mueve ni un ápice de sus pretensiones iniciales por alguno de los motivos aducidos, a saber: que o bien interviene con un discurso demagógico -apelando a los sentimientos irracionales de los ciudadanos-, o bien rentabiliza al máximo entre su electorado la confrontación partidista, al tiempo que acude a entrevistarse con el Gobierno sin voluntad constructiva.

No hay nada en el credo socialista ni en el credo popular que justifique que estos dos partidos no puedan ser capaces de hacer causa común en el modo de poner fin al terrorismo. El PSOE ha defendido el diálogo con ETA, a condición del abandono de las armas. Con violencia no puede haber diálogo, porque hay coacción. El PP, no: hoy prefiere el monólogo de la victoria por aplastamiento, sean cuales sean las circunstancias. No obstante, ambos partidos han dialogado con la banda cuando han estado en el Gobierno, y son conscientes de que a medio o largo plazo tendrán que hablar con ella para afianzar la paz. En cualquier caso, el consenso entre ambos será imprescindible en ese escenario para que la palabra del Gobierno sea también, de forma inquebrantable, la del Estado.

En relación al final del terrorismo, la experiencia histórica demuestra que los problemas se resuelven de manera definitiva cuando ambas partes ganan aparentemente algo en relación con la situación de conflicto. Las aniquilaciones del adversario nunca se dan al completo, siempre quedan rebrotes que al cabo de un tiempo reactivan el problema. Por lo tanto, parece que lo más razonable por lo que respecta al fin de ETA será, tarde o temprano, la vía del diálogo. El PP sabe que esto es así, y aunque a corto plazo le resulte más rentable evitar el consenso, si llega al Gobierno y percibe posibilidades de paz, volverá a dialogar con la banda en cuanto se le presente la oportunidad.

Kant dijo que sólo el diálogo asegura la paz perpetua, y es que mediante el diálogo ambos bandos comparten un porcentaje del éxito global. Tratándose de grupos humanos, de opciones políticas, de identidades nacionales… esa venta política de la victoria es esencial para garantizar una estabilidad que dé paso a una nueva generación, liberada ya de la lucha ideológica de los padres. A nadie se le escapa que, cuando en la Transición se amnistió a los guardianes del régimen, y el régimen a su vez amnistió a sus opositores, hubo diálogo. De ese diálogo surgió una generación que ya ha cumplido treinta años sin violencia, para la que aquel clima de desestabilización y odio resulta algo ajeno y extraño.

El PP opta hoy por el exterminio, seguido de la humillación de ETA; pretende asegurarse de que ningún etarra pueda decir a su hijo que haber sido un asesino ha servido para forjar una Euskadi mejor. Al PSOE y al resto de los partidos de la Cámara, con tal de que se acabe la violencia, les da lo mismo lo que los etarras puedan contar de sí mismos a sus futuros electores. A excepción de los diputados del PP, todos piensan que la paz pasa porque cada parte convenza a los suyos de sus logros respectivos. Hay que darse cuenta de que si no se hubiese permitido a los ministros de Franco y a los exiliados de izquierdas hacer una lectura triunfal de su sacrificio para salvar a España, hoy no viviríamos en una democracia.

Se resuelven los conflictos históricos porque, afortunadamente para nuestros hijos, nos morimos. Porque nos sustituimos. Las generaciones sucesivas carecen del contexto en el que se engendró la violencia, y sin protagonistas, el odio se desvanece. De quiénes son los buenos y quiénes los malos, ya se encarga el tiempo de hacer su juicio en la memoria.

Irene Zoe Alameda es escritora.

ANÁLISIS: La lucha contra el terrorismo – Manifestación en Bilbao con el lema ‘Muévete por la paz’

«Esquiva paz», nuevo estorbo

JUAN G. BEDOYA – en El País

Madrid – 03/02/2007

Desde el caso Añoveros, en 1975, el obispado de Bilbao y las diócesis de San Sebastián y Vitoria han marcado un territorio propio en la política eclesiástica sobre terrorismo o nacionalismo. Las consecuencias eran siempre las mismas: lo dicho en el Norte por los prelados enturbiaba en Madrid las relaciones entre el Gobierno y la Iglesia romana. Cierto es que muchas veces la jerarquía sostenía oficialmente lo contrario que Añoveros, Setién, Uriarte, Cirarda o, ahora, Blázquez, por citar nombres representativos en las últimas décadas, pero a la postre salía en su defensa, como una piña. Lo hizo la Conferencia Episcopal cuando el dictador Franco usó contra Añoveros la amenaza inminente del destierro; cuando Suárez les mortificaba expulsando de su lado a ministros afines -«demócratacristianos con puñal», se quejó-; o cuando Felipe González terminó por no recibirles en La Moncloa, y el católico José María Aznar llegó a llamarles, a todos ellos, «inmorales» por no suscribir el pacto antiterrorista entre el PSOE y el PP, por rechazar su idea de que Roma debía excomulgar a todo el entramado etarra, y, sobre todo, por la pastoral de los obispos vascos pidiendo en 2002 una solución dialogada al «conflicto».

Estamos, por tanto, ante la primera ocasión en que el Gobierno español recibe con regocijo una iniciativa del obispado de Bilbao. La desgracia de Blázquez es que su convocatoria incitando a moverse por la paz -«esquiva paz»-, coincide en fecha y hora con la manifestación convocada en Madrid para mojarle las orejas al Ejecutivo de Zapatero tras el fracaso del diálogo con ETA y el atentado de Barajas.

Católicos de la órbita del PP, que apoya la manifestación de Madrid, sostenían ayer que la coincidencia no ha sido fortuita, sino un favor más del episcopado vasco al socialismo gobernante. La entusiasta adhesión del Partido Socialista de Euskadi y del PNV a la convocatoria diocesana permitió incrementar la sensación. A lo largo de la jornada, la COPE insistió en que todo era una fatal coincidencia. Pero, de continuo, la cadena episcopal llamaba a acudir a Madrid desde toda España. La Conferencia Episcopal no se pronunció. Su línea fue aireada en la COPE mediante la lectura de un editorial reprochando al Gobierno la ruptura del consenso y su empeño en dialogar con terroristas.

Blázquez, prelado de Bilbao pero, sobre todo, presidente de la Conferencia Episcopal, es partidario del diálogo con ETA como medio para acabar con el terrorismo. La línea COPE y, sobre todo, los documentos oficiales de la propia Conferencia no avalan esa posición. «ETA no puede ser considerado como interlocutor político de un Estado ni representa políticamente a nadie», sostiene la Instrucción pastoral de noviembre de 2000, titulada Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias.

Esa idea, que en su momento fue criticada por varios obispos vascos y catalanes, ha sido reiterada por el episcopado en la Instrucción pastoral que acaban de publicar con sus llamadas Orientaciones morales ante la situación actual de España. En el apartado sobre terrorismo y nacionalismo se sostiene que «para que llegue cuanto antes el fin del terrorismo, todos están obligados a anteponer la unión a sus legítimas diferencias políticas o estratégicas». Añaden los obispos: «A nadie le es lícito buscar ninguna ventaja política en la existencia de esta dura amenaza».

Se pensó que el liderazgo de Blázquez suavizaría ahora el calificativo de un posible diálogo con los terroristas. No ocurrió tal cosa. Suscribió la Conferencia Episcopal el 23 de noviembre pasado: «Una sociedad que quiera ser libre y justa no puede reconocer explícita ni implícitamente a una organización terrorista como representante político legítimo de ningún sector de la población, ni puede tenerla como interlocutor político. Los eventuales contactos de la autoridad pública con los terroristas han de excluir todos los asuntos referentes a la organización política de la sociedad y ceñirse a establecer las condiciones conducentes a la desaparición de la organización terrorista, en nuestro caso, de ETA».

FIN

Eso: ¡cuánto odio!, José María. ¿Hasta cuando?

Javier Marías, otra víctima de Alcaraz
¿Papeles cambiados? Ibarretxe «desafía» o «recibe»

(Actualizado a las 01:25 h.)

Con cierto retraso acabo de leer antes de ir a dormir (quizás me quite el sueño) el último artículo de Javier Marías publicado en El País Semanal con el título «Un país demasiado anómalo».

Suelo leer los artículos de Marías pero, en esta ocasión, pasé el domingo en Almería y no pude hacerlo. En invierno, los diarios no llegan al super del pueblo y la conexión a Internet es mágica por inexplicable.

Sin embargo, me enteré de que Alcaraz, presidente de la AVT, de quien todas las personas sensatas y moderadas de España somos víctimas, había presentado una denuncia contra el autor de «Corazón tan blanco« por ese artículo que yo me había perdido mirando al mar.

Ante tamaña provocación, no puede resistir su búsqueda, su lectura ni tampoco su copia y pega (a continuación) para conservarlo en el archivo de este blog. Así pues, ahí va el artículo de Javier Marías, por quien manifiesto toda mi solidaridad.

Estoy tan de acuerdo con todo lo que dice Marías que el fundamentalista Alcaraz debería querellarse también contra mí porque comparto el contenido este artículo de principio a fin.

Un país demasiado anómalo

JAVIER MARÍAS en El país semanal (EPs)

21/01/2007

En verdad este país es anómalo. ¿Qué ha pasado en él para que hasta el colectivo de personas que merecía –y tenía– toda nuestra compasión, nuestro respeto y nuestro apoyo se esté convirtiendo en uno de los grupos sociales más antipáticos, irrazonables, verbalmente agresivos y –lo que es peor– temibles? Desde que el señor Alcaraz se puso al frente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, ésta ha pasado a ser, para gran parte de la población, algo con lo que más vale no cruzarse ni encontrarse en la calle, y yo no sé hasta qué punto sus miembros más sensatos, menos manipulados y envenenados –aún habrá muchos, espero–, se dan cuenta del flaco favor, incluso del enorme daño, que ese dirigente les está haciendo al utilizarlos principalmente como “brazo manifestante” de la extrema derecha mediática, encabezada por la emisora radiofónica de los obispos siembracizañas.

El día del primer atentado mortal de ETA tras su larga tregua tácita o declarada, una buena amiga mía, que vive cerca de Sol, se acercó tranquilamente a uno de los quioscos de esa plaza para comprar el periódico. Se encontró allí con verdaderas masas, lo cual no tiene mucho de particular en las desaforadas y estiradísimas fechas navideñas (solían iniciarse el 22 de diciembre, ahora los comercios y los alcaldes las adelantan un mes, cosa demencial e insoportable, y más o menos equivalen al Ramadán, en lo que se refiere a paralización de la vida activa). Pero le llamó la atención la proliferación de banderas españolas, y se puso alerta. Al contármelo hizo hincapié en lo que todos los moderados de este país sabemos, con tristeza: ¿qué clase de lugar es este en el que todavía nos sobresalta y alarma la abundancia de enseñas del país nuestro? (No sé si quienes abusan de ellas para sus fines particulares son conscientes de cuánto las ensucian, a ojos de la mayoría.) Allí estaban congregados los miembros de la AVT, con pancartas llenas de insultos y de disparates, pidiendo, a estas alturas, “la verdad sobre el 11-M”, y acusando no tanto a ETA, que acababa de dinamitar Barajas, cuanto al Gobierno socialista. Mi amiga compró EL PAÍS, como suele, y el quiosquero le dijo: “Este sí me queda. Hoy aquí se ha agotado La Razón y se está agotando ya El Mundo, mira cómo está la plaza”. Ella no sólo miró, sino que oyó. Algunos manifestantes, muy cerca de ella, gritaban: “¡Hay que fusilar a Zapatero! ¡Hay que fusilarlos a todos con una Parabellum!” No pudo reprimirse y los miró, como diciendo: “Miren, aquí ya no se fusila a nadie”. Ni siquiera llegó a decirlo, no le dieron tiempo, así que los miró con reprobación tan sólo. Pero eso bastó, y que llevara EL PAÍS bajo el brazo, para que los energúmenos de la AVT (cuesta escribirlo: ¡energúmenos en la AVT, merecedora hasta hace no mucho de toda nuestra simpatía!) se pusieran a seguirla en su recorrido y a llenarla de improperios. Esos individuos eran guerracivilistas. No sólo por los insultos que escogieron (“¡Perra, roja, miliciana, guarra!”; en el 2007, parece increíble), sino por montar en cólera al ver el diario que ella leía. Mi amiga siguió adelante, sin ya volverse, pero al comprobar que la retahíla de injurias no era cosa momentánea y no amainaba, dio media vuelta y, como me dijo con gracia, entró a “pedir asilo político” en la Librería Méndez de la calle Mayor, cuyos dueños no se sorprendieron y le confesaron que no era la primera vez que tenían noticia de escenas parecidas. Tres días más tarde mi amiga fue a su banco, y allí le contó el cajero que, sólo por llevar este periódico –sin que en su caso mediara ni mirada–, miembros de la AVT, el mismo día del atentado, lo habían seguido llamándolo “¡Hijo de puta!” durante un buen trecho. Mi amiga, así pues, no fue la única víctima de las Víctimas, o de sus jaleadores.

Yo he oído contar muchas veces a mis padres que durante la Guerra Civil los motivos para sacar a alguien de su casa y darle el paseo eran a menudo proporcionados por los porteros o los vecinos: “El del segundo leía El Socialista”, se chivaba el portero a los falangistas sevillanos, y eso bastaba para que éstos subieran por él y se lo cargaran. “El del tercero iba a misa”, acusaba un vecino ante los milicianos madrileños, y éstos ya veían razón suficiente para borrarlo del mapa. Esto se parece demasiado a la actitud observada el 30 de diciembre por algunos miembros de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Hay que decirlo una vez más: a las víctimas de ETA hay que compadecerlas, alentarlas, ayudarlas, procurar que reciban justicia y resarcirlas en la medida de lo posible, porque han pagado y sufrido en nombre de todos. Pero ser víctima no da la razón, ni hace más sabio, ni convierte a nadie en santo, ni lo exime de su obligación de respeto hacia los demás ciudadanos. Si una víctima delinque, no por eso deja de ser víctima, pero pasa a ser también un delincuente. Y si una víctima persigue e insulta a quien le lanza una mirada o lee el diario que le apetece, tampoco dejará de ser víctima, pero además se habrá convertido en un energúmeno, un intolerante, un enemigo de la libertad y un miserable. Que el señor Alcaraz, de quien las Víctimas están siendo víctimas en los últimos tiempos, se pare a pensarlo un minuto, y se aplique el cuento.

Fin

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Si no fuera porque el primer titular de El Mundo, a cuatro columnas, va dedicado -¡cómo no!- a los explosivos del 11-M, y el de El País, también a cuatro columnas, va dedicado -¡cómo no!- a la invasión de Irak, diría que El Mundo y El País de hoy, en la segunda noticia del día, han cambiado sus papeles.

Pasen y vean (a la izquierda, si lo he pegado bien) el titular que destina cada uno a Ibarretxe:

«desafía a los jueces»

o simplemente

«recibe a Otegui»

No me lo podía creer. Lo han hecho de tal manera que creí haberme equivocado de diario o de verbo. En este asunto, ya no parecen órganos oficiosos del PP o del PSOE, respectivamente.

La verdad es que llevos algunos días con la mosca tras la oreja. Y más de una vez -lo recordarán- he comentado que «aquí pasa algo». Pero me faltaban datos. Sólo eran intuiciones. Y el olfato puede muy bueno para opinar (las opiniones son libres) pero suele resultar muy perjudicial para informar (los hechos son sagrados).

Por eso digo otra vez que mantendré a ambos diarios en observación, mientras se clarifican los rumores poco fundados por ahora sobre una eventual mexicanización en la cúpula de Prisa/El País.

No se muy bien para qué puede valer este blog -aparte de divertirme y aprender de los comentaristas, que no es poco- pero ahora se abre una nueva utilidad. Y es que los cambios en los sujetos y en los verbos de portada nos pueden dar más claves sobre el rumbo de la cultura corporativa de un diario que los cambios producidos en el mismísimo Registro de la Propiedad.

Con la que está cayendo, que El País diga de pronto en su primera página, arriba, de salida, que «Ibarretxe desafía a los jueces al recibir a Otegui» es una pasada que no se comprende a la luz de sus comportamientos tradicionales.

Sobretodo cuando todos sabemos -porque El País también lo ha destacado- que el Tribunal Supremo ya ha sentado jurisprudencia con el caso de la reunión de los socialistas vascos con Otegui diciendo que no había delito alguno. El fiscal general del Estado, Conde Pumpido, ha dicho, como debe ser natural, lo mismo que el Supremo.

El contraste de El País con El Mundo (donde «Ibarretxe recibe a Otegui pese a…») resulta clamoroso. Ningún titular (o casi ninguno) de primera página es fruto del azar.

Como dice hoy Miguel Angel Aguilar en El País, hablando de otro tema y con el brillante lenguaje militar que le caracteriza:

-«Atentos»

La política somos todos

ANTONIO ELORZA en El País

23/01/2007

En su mensaje de fin de año a los italianos, el presidente Giorgio Napolitano evocó un episodio de la Resistencia antifascista en que un joven de diecinueve años, al escribir a su madre a punto de ser fusilado, refutaba la idea totalitaria de que la política es cosa propia de una minoría de especialistas, cuando no algo sucio y despreciable. «Nosotros mismos somos la cosa pública», concluía. Dicho de otro modo, el sujeto de la política no debe ser otro que la totalidad de los ciudadanos. El relato venía a cuento ante el clima reinante en la vida política italiana, no ya de confrontación y de crítica entre partidos que compiten por el poder, sino de una continua pelea de gallos en que nada cuenta sino la destrucción de la imagen del otro. Semejante degradación de la forma del conflicto impide la creación de «un clima sereno y constructivo», y sobre todo genera un distanciamiento cada vez mayor entre los ciudadanos y las propias instituciones.

La advertencia resulta del todo aplicable a la situación española. Las manifestaciones cívicas del sábado día 13 han sido, en cuanto a participación y desarrollo, una espléndida prueba de que es realizable la aspiración de una vida política a la cual se incorpore activamente la mayoría de los españoles. A pesar de las lamentables maniobras que las precedieron, los ciudadanos han sabido responder con una asistencia masiva y con una respuesta inequívoca, tal y como supieron plantear Almudena Grandes y los portavoces ecuatorianos Lucía Roseto y Francisco Morales desde el estrado de la Puerta de Alcalá. Al terminar el minuto de silencio por las dos víctimas, el grito unánime de respuesta fue un «¡ETA, no!». La consecuencia a extraer es bien clara. La sociedad civil es consciente de la necesidad de una convergencia entre el Gobierno y los partidos que traiga de una vez «la paz» al País Vasco, entendida como normalización de una vida social y política golpeada una y otra vez por el terror. Éste debiera ser el denominador común en el cual coincidieran siempre que fuese posible el Gobierno, la oposición del PP, los demás partidos democráticos, las asociaciones de víctimas, estando dispuestos en todo momento a dar prioridad a una unión de propósitos efectiva que dejase claro a los terroristas la inutilidad de su estrategia de muerte.

Sin embargo, el propio éxito de las grandes manifestaciones antiterroristas de la última década ha servido también para que los partidos políticos contemplaran la posibilidad de aprovecharlas para incrementar su apoyo social en detrimento del adversario. Naturalmente, esta fractura no puede ser creada a la luz del día, pues entonces la maniobra da lugar a un efecto bumerán para quien la diseña. Así que resulta preciso acudir a técnicas más o menos sofisticadas de manipulación del lenguaje, poniendo sobre la mesa palabras que, aparentemente, ofrecen unidad y en realidad crean división. Un ejemplo bien claro de esa táctica perversa fue la convocatoria de la manifestación de Bilbao por un lehendakari empeñado en recuperar a cualquier precio su protagonismo, al adoptar un lema que enlaza «la paz» y «el diálogo», lo cual implica que el atentado de Barajas ha sido algo irrelevante y que sigue más vigente que nunca, contra todas las evidencias sobre el papel decisivo de la acción policial, la idea de que «el conflicto vasco» sólo puede tener una solución política. Lo ha concretado en la clausura de la manifestación, en su calidad de único orador: el «derecho a decidir» de los vascos, la autodeterminación. Era un lema acuñado mirando a ETA. Como prueba adicional de ese orden de prioridades, donde el fin del terror ocupaba un puesto secundario para Ibarretxe, el añadido de última hora -«exigimos el fin de ETA»- figuraba en la pancarta en letra pequeña, al modo de aquellos anuncios de que el tabaco perjudica a la salud en las cajetillas, para no ser leído. En fin, fija la supresión de la Ley de Partidos como precio para su integración en el consenso general pedido por Zapatero. Tras un periodo de eclipse forzoso, nuestro txistulari de Hamelin vuelve a su táctica de siempre.

Poca cosa puede decirse del Partido Popular. Ya en la manifestación de Madrid, su dirección volvió a poner de relieve que la obsesión por mantener incólume la estrategia de enfrentamiento del partido contra el Gobierno de Zapatero le conduce no sólo al aislamiento sino a convertirse en la principal coartada de la política del Gobierno sobre Euskadi. Una cosa es criticar, y otra descalificar sin excepción todas y cada una de las actuaciones gubernamentales. Una vez adoptado el lema de «Por la paz, la vida, la libertad» no había excusa creíble, salvo oponerse por oponerse, ya que del mismo modo que la fórmula «paz y diálogo» descalifica la opción policial y lo fía todo a una negociación política que ETA ya se encargaría de encauzar a bombazos, la aquí propuesta «paz, vida y libertad», vincula el primer término con el establecimiento de una convivencia ciudadana de la que el terror desaparezca. La participación de los populares habría servido para desmentir la acusación, ahora reforzada, de partidismo en el tema ETA. Optaron nada menos que por exigir la desconvocatoria de las manifestaciones, cuando sólo con un mínimo de sensibilidad cabe percibir que es masivo entre españoles y vascos el deseo de que termine esta pesadilla. El maximalismo siguió presidiendo la intervención de Rajoy en el Congreso, hasta el punto de no percibir que el problema no consistió en la existencia del acuerdo parlamentario de mayo de 2005 autorizando la negociación, sino justamente su incumplimiento al insistir en la misma cuando resultaba evidente que ETA no tenía intención de dejar las armas.

Así que el Gobierno ha podido capear sin dificultad la tormenta que inicialmente le amenazara, al estrellarse el optimismo de Zapatero con el muro del atentado de Barajas. La respuesta del presidente consistió en una hábil operación de dosificación del mensaje político. Zapatero se limitó a esperar la elaboración de un consenso con otros partidos, excluido el PP, y a que el tema se enfriase. Antes de subir al trapecio, había que afianzar la red. No estuvo ausente, sino agazapado en espera de que la opinión pública olvidase su imprevisión, tal vez justificable pero siempre molesta, y se fijara en el futuro, con el PP sirviendo por voluntad propia como siempre de chivo expiatorio para excusar la falta de unidad. Rubalcaba cubrió el vacío, y lo hizo con su proverbial habilidad.

A ese patrón responde la táctica seguida, vía sindical, por los responsables socialistas de la manifestación del sábado 13. La intransigencia al mantener como lema «la paz», acompañada de la aclaración «contra el terrorismo», respondía sin mayores precisiones a la aspiración mayoritaria de la ciudadanía y refrendaba el objetivo perseguido por Zapatero, el «proceso de paz».

Y ahora, ¿qué hacer? La larguísima entrevista a Zapatero publicada el domingo 14 en este diario no aporta demasiadas luces. El atentado habría sido «una circunstancia excepcional» que de modo inesperado rompió «el alto el fuego permanente» (sic). Zapatero habla vagamente de autocrítica, sin tomar en consideración que no se trata de eso, sino de urgencia de información acerca de la política del Gobierno y sus relaciones con ETA entre marzo y diciembre. El discurso pronunciado en el Congreso no aporta un solo dato al respecto.

Tanto en la entrevista como en la sesión parlamentaria, mientras Rajoy ve en todo un museo de horrores, el presidente piensa que lo hizo bien y que si alguien disiente de esa estimación o trata de averiguar qué pasó en estos meses, quebranta la unidad antiterrorista. Como si el desenlace macabro del «alto el fuego», con las entrevistas y las declaraciones, no fuera razón suficiente para intentar ver claro en lo sucedido. Zapatero no lo dijo entonces, pero en este diario sí; hace falta insistir en la misma vía, ahora cegada por la sangre: «El único compromiso que tiene el Gobierno, que tenía en el proceso, el que tiene, es el fin de la violencia con diálogo». Así formulado el empeño, Ibarretxe y Batasuna, la propia ETA, lo suscribirían. ¿No obliga a cambiar nada en cuanto a estrategia antiterrorista la experiencia negativa del «proceso de paz» hecho estallar el 30 de diciembre? Si buscamos la unidad antiterrorista, una política de todos y para todos no puede eludir esa pregunta.

De momento, tenemos ya consenso, pero para cercar al PP, que a su vez hace todo lo posible para azuzar a sus plurales adversarios. ETA estaría feliz, de no ser por el ruido en el interior de Batasuna. Desde aquí, hemos tocado fondo y hay que clamar por una reconciliación, siquiera de mínimos. Ya está bien por parte del PP de presentar propuestas inviables, con tal de mostrar la traición que anida en la política antiterrorista del Gobierno, y por parte de éste, y de los socialistas en general, de denunciar la falta de lealtad en los populares cuando como ha demostrado en estas mismas páginas Rogelio Alonso, Almunia puso en su día las mismas reservas que hoy plantea Rajoy, eso sí en otro tono, al principio de que hay que seguir en todo la política antiterrorista de un Gobierno. En Telemadrid, Bono ha llegado a llamar a la de Lizarra «la tregua de Aznar». Demasiado.

Es preciso volver página. De cara al próximo encuentro en torno al Pacto por las Libertades, ¿no sería posible proponer que el rechazo total del PP a la negociación se recondujera desde el PSOE en que nunca puede haber negociación hasta que no resulte incuestionable que ETA abandona el terror?, ¿no cabe ya declarar conjuntamente que sobran mesas políticas si sus participantes tienen por meta desbordar la Constitución?, ¿qué inconveniente existiría para que el PNV se integrara en el Pacto, ya sin preámbulo, aceptando tales principios, y a partir de él otros partidos?, ¿no les preocupa a ambos que los ciudadanos, como apuntaran ya los catalanes, respondiesen a esa cerril crispación con una huelga de urnas?

FIN

Aznar ¿doctor «horroris causa»?
El Supremo «declara» o «establece»

Estoy en Almería, con los Amigos de la Buena Mesa, rodeado de platos deliciosos y alejado de Internet. He intentado conectarme varias veces, sin éxito hasta ahora, con objeto de incluir en el blog este chiste de Forges, con sus demonios relamiéndose tras el discurso catastrofista de Aznar, –Aznar ¿doctor horroris causa?- durante su investidura en la Universidad Católica de Milán .

También tenía interés en pegar los comentarios editoriales de El País y El Mundo.

Son días muy importantes para reflexionar sobre nuestra convivencia pacífica y sobre quién es quién en la vida política española. Por eso, siempre que puedo, procuro copiar y pegar aquí las opiniones de ambos diarios en materia de lucha antiterrorista.

Quien no quiera saber lo que está pasando, después del criminal atentado de Barajas , que puso fin al proceso de paz, tendrá que atenerse luego a las consecuencias de su ignorancia voluntaria o su inacción.

Son tiempos difíciles y cargados de alto riesgo, sí, pero también pueden llegar a ser muy clarificadores para nuestro futuro en libertad y en paz (en este orden).

El Supremo ha revisado una sentencia de la Audiencia sobre grupos que practican la violencia callejera a favor del terrorismo de ETA. Ambos diarios consideran la noticia de primera página -con razón- y mandan con ella con el mismo sujeto (El Supremo) aunque con distinto verbo.

El matiz está entre “declarar” (¿por esta vez?) y “establecer” (¿para siempre?).

Tengo la impresión de que El Mundo quiere dejar bien sentado (“establecer”) que los miembros de esos grupos violentos serán considerados terroristas de manera permanente. Y así será, por la jurisprudencia que ha fijado el Supremo, mientras la Ley de partidos esté en vigor.

Desde luego, la Ley es la Ley, hecha por el Parlamento e interpretada por los tribunales de Justicia.

Mientras la Ley de Partidos –fruto del acuerdo entre el PP y el PSOE en la ominosa era Aznar– siga vigente, las sentencias del Supremo , que emanan de ella, fijarán jurisprudencia. La policía no tendrá más remedio que perseguir y detener a los miembros de esas organizaciones consideradas ahora como terroristas. Bastará con que tales miembros abjuren de estas prácticas violentas y condenen los actos terroristas para escapar de los efectos de esta Ley.

Si el Parlamento no deroga la Ley de Partidos –que fue tan polémica en su día, por las razonables sospechas de inconstitucionalidad que plantea, ya que criminaliza ideas además de comportamientos- los jueces tienen que aplicarla.

Por tanto, no debe sorprendernos que, mientras está vigente, el Supremo la interprete en la forma en que lo ha hecho. Y no es motivo para que el PP lance al vuelo sus campanas, bastante envenenadas de oportunismo partidista, ni para que Batasuna tache la decisión judicial de venganza por el atentado de Barajas. Los extremos -como hemos vistos en el Pais Vasco con la abstención del PP y de EHAK– vuelven a tocarse.

Otro gallo nos cantaría si Batasuna y sus organizaciones afines condenaran el terrorismo de ETA.

La Ley de Partidos perdería su dudosa razón de ser. Yo siempre estuve en contra de la aprobación de esa Ley, aunque reconozco que sirvió, en su momento, para quitarle financiación pública Batasuna y forzarla a debatir (y elegir) internamente entre terrorismo y democracia. Aún no se si ese precio era el adecuado para zarandear la Constitución.

Hoy es sábado y podemos soñar. Si Batasuna optara ahora por condenar el terrorismo, esa Ley podría ser derogada por el Parlamento, pues quedaría inservible, y Constitución volvería a brillar inmaculada. Batasuna podría ser legalizada, presentarse a las elecciones, recuperar ingresos procedentes de las arcas del Estado y vivir en paz, tratando de convencer a sus compatriotas de las bondades de sus ideales independentistas o anexionistas mediante palabras y sin meterles el miedo –o algo peor- en el cuerpo.

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Vicenc Fisas nos da algunas claves más en El País:

¿Una salida para el conflicto vasco?

VICENÇ FISAS en El País

20/01/2007

Inevitablemente, y para ser sinceros, hemos de partir de la base de que se ha roto un proceso esperanzador y de que han fallado varias cosas a la vez, sin que ello signifique que se puedan repartir las culpas por igual. Lo primero que hay que señalar es que ETA ha incumplido su compromiso de mantener un «alto al fuego permanente», puesto que dicho término significa e implica, por una parte, no realizar ningún atentado mortal ni utilizar (o amenazar con usar) ningún tipo de arma o explosivo, ni tampoco rearmarse. En segundo lugar, el término «permanente» no es sinónimo de temporal o indefinido, sino que implica continuidad sin fin. El haber roto este principio de compromiso le resta a ETA toda legitimidad y credibilidad para realizar nuevas propuestas que se presten a una ambigüedad. Su nuevo mensaje tendrá que ser en otros términos y para poner punto final a una parte importante del conflicto.

A mi entender, y a pesar de la profundidad de la crisis actual y el desánimo colectivo, el conflicto vasco podría finalizar a medio plazo si concurriesen en el tiempo, y de forma más o menos simultánea, las siguientes tres condiciones: La primera se refiere al momento en que ETA tenga la voluntad manifiesta de autodisolverse en un plazo lo más breve posible a cambio de favorabilidad jurídica sobre sus presos, lo que implica una decisión tomada desde la misma organización, a partir de un debate interno que analice la realidad exterior y que llegue a la conclusión de que la actividad armada no tiene sentido para lograr ningún tipo de objetivo. La duda actual es si ETA está suficientemente unida o tiene fracturas internas que dificultan tomar esta decisión de forma unánime.

El segundo elemento es el compromiso de Batasuna de renovar y ampliar el contenido de su propuesta manifestada en Anoeta de trabajar por las vías políticas existentes, colaborar para poner fin a todo tipo de violencia, incluida la callejera y participar en un diálogo multipartidista en igualdad de condiciones, aceptando que los temas de calado político necesitan de mayorías suficientes y muy amplias para ser implementadas.

El tercer punto, finalmente, se refiere al compromiso del Gobierno de realizar gestos humanitarios y de distensión, como el acercamiento de presos, y de reformar los artículos 2 (párrafo 1), 5 (6), 9 (3c), 12 (1b) y 13 (Disposición Adicional 2ª, 4) de la Ley de Partidos, que impiden que las personas relevantes de Batasuna puedan hacer actividad política en el futuro, porque si Batasuna no puede participar en política, ya asumiendo todos los postulados democráticos, no hay salida posible al conflicto.

Ante la ausencia actual de condiciones y de serenidad para que todos estos pasos puedan producirse a corto plazo, y a partir de la experiencia de analizar todos los procesos de negociación que existen en el mundo y de contrastar opiniones con numerosas personas que facilitan procesos de paz en diferentes continentes, creo que nos encontramos en un intermedio donde lo importante es mantener y fortalecer aquellas iniciativas civiles, sociales, culturales o políticas que intentan establecer y mantener lazos de comunicación entre personas de diferentes sensibilidades políticas que, a pese a ello, están unidas por el deseo de ver finalizada cualquier expresión de violencia, y por la convicción de que la paz y la reconciliación sólo será posible mediante el diálogo continuo, el respeto a la diferencia, la defensa de todos los derechos humanos, el rechazo a las violencias y el fortalecimiento de un sistema democrático que sea capaz de responder a las demandas de la ciudadanía.

En este sentido, es de destacar de manera especial el valor que ha supuesto, supone y supondrá, la iniciativa de las mujeres vascas unidas en torno al colectivo Ahotsak, cuyo manifiesto inicial del 8 de abril de 2006 establecía las bases para un acuerdo de mínimos que ya debería haberse superado en la proyectada pero inexistente Mesa de Partidos.

Mientras los partidos reflexionan su estrategia futura, me parece imprescindible apoyar la continuidad de esta clase de iniciativas unitarias, aunque sean a título personal, en el entendido de que son una muestra de que es posible contrastar opiniones y proyectos, debatir situaciones e imaginar un futuro en paz y los caminos que pueden conducir a ella. En momentos de crisis como la presente, necesitamos más que nunca tender puentes, fortalecer la participación ciudadana para el reinicio de un proceso nuevo y diferente que sea realmente definitivo, animar a algunos sectores dubitativos a que den los pasos necesarios para abandonar, desligarse o desacreditar el uso de la violencia, estar dispuestos al contraste, al diálogo, al acercamiento y a la negociación, sin prejuicios y sin condiciones, porque éste, y no otro, es el camino para lograr un día la paz, una palabra que evidentemente implicará la autodisolución de ETA, pero también otros componentes señalados por Ahotsak, como la democracia, la justicia social, concluir conflictos históricos y respetar los derechos y las libertades de toda persona, sin excepción alguna.

Vicenç Fisas es director de la Escuela de Cultura de Paz, UAB

FIN

Me acabo de conectar (intentaré pegar todo esto) y he leido las interesantes declaraciones de Imaz a La Vanguardia, en el blog vecino de Arsenio Escolar.

Si Otegui y los suyos perdieran el síndrome de Yoyes… y se convirtieran en demócratas… podrían, desde luego, desarmar a ETA. Ya lo creo.

Ojalá.

El Mundo, más fino que El País.
Aquí pasa algo

Hay días en los que nuestros dos principales diarios de pago se cambian los papeles. Hoy es uno de ellos: El Mundo «dice» y El País «impide«. El País suele ser un diario bastante «declarativo» y su titulares utilizan muchos verbos como «dice«, «afirma«, «asegura«, etc..

En cambio, El Mundo tiene una tendencia bastante más «interpretativa«, u opinativa, y prefiere verbos cargados de intención como «elude«, «impide«, «rechaza«, «se aferra«, etc.

Hoy va todo al revés. El Mundo informa hoy, arriba, a dos columnas:

Otegui dice que las amenazas de ETA «restan credibilidad» al alto el fuego

El País opina hoy, arriba, a cuatro columnas:

Las exigencias de Ibarretxe y del PP impiden el pacto que impulsa Zapatero

Además de la valoración exagerada de los titulares presuntamente informativos, con alta carga de opinión, creo que El País se equivoca hoy al no prestar atención en su portada, ni en su página editorial, al cambio de posición de Otegui -con matices- con respecto a la disciplina de las pistolas impuesta tradicionalmente por ETA.

Tengo la impresión de que Otegui quiere superar el «síndrome Yoyes» y eso -de ser cierto- puede tener una enorme relevancia para el futuro en paz y en libertad del País Vasco. O, a lo peor, es un oportunista que, como avisa El Mundo, Otegui «intenta sencillamente eludir el inminente horizonte carcelario que le espera».

En todo caso, no me explico cómo se le ha pasado esta noticia a El País en su portada y en su página editorial. En cambio, El Mundo , ademas del tema de portada, publica hoy los dos chistes de Gallego y Rey y de Ricardo , dedicados a Otegui , y este comentario editorial, bastante afinado:

El País deja hoy la opinión sobre el terrorismo en manos de sus colaboradores:

Verdadera locura

SUSO DE TOROen El País 17/01/2007

Ante el atentado contra las Torres Gemelas, la sociedad norteamericana reaccionó uniéndose en torno de su Gobierno. El temor, comprensiblemente, reforzó su unidad interna. Y debe de ser que España no teme a nada, porque aquí una parte de la sociedad hizo lo contrario tras el atentado del 11-M en Atocha. La derecha se negó a aceptar el resultado electoral y en vez de unirse en aquel momento de crisis grave en torno al nuevo Gobierno empezó a cavar una trinchera que nos divide.

A la conmoción y unidad iniciales, en la creencia compartida de que era obra de ETA, se pasó en horas a sospechar que el Gobierno de Aznar manipulaba la información para beneficiarse electoralmente. Ese Gobierno presionó a la prensa y siguió atribuyendo a ETA el atentado, ante la opinión pública y ante las instituciones internacionales, hasta unas horas antes de abrirse las urnas.

En el día siguiente a la jornada electoral, Atocha era aún carne viva y humeante, seguidores del PP se manifestaron frente a su sede en la misma ciudad pidiendo, brazo en alto, paredón para el candidato ganador. Lo ocurrido entonces, algo inédito en Europa en años, es la base de nuestra situación, la piedra terrible sobre la que ha venido descansando toda la legislatura. Y ahí están en la oposición los miembros del Gobierno anterior, que nunca han admitido error o fallo en la gestión de aquellos días terribles.

Aquel 11 de marzo no fundó una unión, pues una parte de la sociedad, la derecha política que ha conseguido mantener en torno de sí a la derecha sociológica, no sintió dolor; nunca consideró aquellas víctimas como propias. Y con las mentiras sobre el 11-M en sus periódicos y ETA como disculpa en las instituciones cavó con constancia la división social, una trinchera y un búnker a prueba de verdades.

Pasma la posición tan extrema en que se ha instalado esta derecha. Lo explica su duro integrismo y casticismo, apenas influenciada por las derechas parlamentarias europeas. Y porque hereda una memoria: agitando y usando la mentira para sembrar miedo, provocando división y entorpeciendo las instituciones se gana el poder. Lo ensayó sin límites la derecha en los años treinta y quizá para sus descendientes el recuerdo que quede es que así gobernó una época larga y pudo realizar su proyecto nacionalista y clasista. Con la historia que tenemos debemos considerar cómo se relaciona cada discurso político con nuestro pasado: en el caso de esta derecha parece que no aprendió a evitar la división, aprendió a utilizarla. De cada asunto hizo un frente: trasvases, estatutos, matrimonio gay, ley antitabaco… No ha dudado en azuzar una campaña para enfrentar comunidades: la pura xenofobia. Es un instrumento que separa política, social y territorialmente; pasmosa su irresponsabilidad y su falta de sentido de Estado. Su grosería brutal es el signo de su violencia interna y el insulto y descalificación obsesiva a la figura del presidente del Gobierno pretenden liquidar a quien considera un enemigo, no un adversario.

Así fue ya en la última etapa de Gobierno de Felipe González. Y así, desde el comienzo de esta legislatura, utilizan el terrorismo como arma. Así acosaron salvajemente a las víctimas de Atocha hasta apartarlas de la circulación, insultadas y tratadas como apestadas. Y se hizo fríamente porque estorbaban al protagonismo de «sus» víctimas, las de ETA, que han conseguido rentabilizar políticamente. A pesar de la voluntad fundacional de algunas víctimas de tener una voz propia para expresar su punto de vista político, el resultado hoy es el señor Alcaraz, impulsado por el Partido Popular. Ahí están las manifestaciones contra el Gobierno, la agresión a un ministro, insultos a su presidente, para quien piden «paredón». Bajo el paraguas de las víctimas, consignas de verdugos. Quienes comenzaron ese movimiento deben sentir frustración y amargura ante tal perversión e impostura.

No es extraño entonces que unas horas después de que ETA reventase el diálogo que había ofrecido, con un gran edificio en ruinas y dos personas muertas, los dirigentes del PP, en lugar de ofrecer su apoyo inmediato al Gobierno, afirmasen nada menos que el Gobierno estaba fuera del Estado de derecho y le negasen su apoyo. Nada menos y en una hora de emergencia así. ¿Deslealtad o traición? Demuestran una continuidad de hierro en todo lo que hacen desde el comienzo de la legislatura.

La campaña contumaz de intoxicación de medios que dicen ser «nacionales» pero que realmente son faccionales surte efecto: el buen envenenamiento es eficaz en dosis pequeñas pero diarias. La realidad de una economía razonable y ciertas reformas sociales en marcha es suplantada por la alucinación de que vivimos una catástrofe histórica. Debido a que perdieron las elecciones. Y así un día y otro: la culpa es del presidente, pues los anteriores eran competentes y éste no; el Gobierno debió haber atraído al PP al consenso, no se esforzó bastante; se equivocó al no unirse con el principal partido de la oposición en vez de tratar con los demás partidos… Partidos a los que se les niega legitimidad.

Que haya gente que, viniendo de la izquierda, compre estos argumentos y siga ese juego nos hace considerar la crisis y desorientación histórica que vive la izquierda.

Este Gobierno, ante el diálogo con el mundo enfermo de ETA, sufrió un revés, como los anteriores. Quizá se equivocó al evaluar la maduración del terrorismo vasco, al creer que había comprendido que el terror como arma política era inútil. Pues nada más inútil y menos rentable que el terrorismo etarra; en tantos años no ha conseguido ningún resultado político, ninguno. Sólo ha conseguido, poniendo la pistola en la cabeza de las víctimas, que su sociedad se haya degradado bajo una especie de síndrome de Estocolmo. Pero si hubo algún error del Gobierno, sería similar a los de los anteriores, a los que no se les recriminó el fracaso en su diálogo con ETA.

El Gobierno hizo lo que debía. Quien hizo lo que no se debía de hacer jamás fue esta derecha que no aceptó el resultado de las urnas y cree que el Gobierno, por destino, siguen siendo ellos. Como tal se comportan. Viviendo en su búnker de mentiras atribuyeron al Gobierno todo tipo de traiciones, trataron al presidente y sus ministros como si fuesen los terroristas. Un día pedirán perdón por el daño hecho al país, por la división social creada conscientemente sólo para volver al Gobierno. Un Gobierno no vale nunca lo que un país.

Y un día habrá otra derecha liberal y con verdadero sentido nacional, no faccional. Mientras, debiéramos atender al sentido común y la decencia básica de esos inmigrantes que trabajan duro entre nosotros y lloran a sus muertos; son un mínimo común múltiplo que niega a esos máximos comunes divisores. Los nuevos ciudadanos que se han hecho visibles estos días traen aire fresco, ignoran esos viejos rencores y nos recuerdan lo esencial. Desnudan tanta mentira e insensatez que nos envuelve, esta verdadera locura.

Suso de Toro es escritor.FIN

El editorial de El País («Manual de urbanidad») tiene tela y su lectura es altamente recomendable sobretodo para escándalo de la derecha educada de toda la vida.

Muy fino ha estado El Mundo con las declaraciones de Otegui y, sin embargo, muy tosco, con el caso estravagante de los peritos de elmundobórico.es al que dedica tres columnas de la portada y una página completa en su interior. Pedro Jota domina el arte de suplantar la falta de chicha informativa con el abuso de centímetros cuadrados. Este es un caso menor, muy de su gusto, que va a toda página y con foto:

El Mundo jalea el papel de la juez Gallego, una de sus juezas favoritas -próxima al PP– dándole también tres columnas en su portada:

La juez precisa que Santano dio la orden de falsear el informe ETA/11-M

El País, en cambio, trata con gran mesura este minúsculo, raro y sorprendente asunto de control de calidad de los jefes policiales sobre los subordinados (el caso «matacucarachas»), y da la información a media columna, con este titular:

La juez del «ácido bórico» reabre las imputaciones a los jefes policiales

Si yo tuviera responsabilidad editorial en El País -no es mi deseo, desde luego- daría más importancia a las actuaciones sesgadas de los jueces, según el color del cristal con que miran los presuntos delitos. En mi opinión, la justicia es la asignatura pendiente de la democracia española.

Conociendo los nombres y la biografía de los miembros de un tribunal, resulta bastante previsible el resultado de cualquier juicio en el que se perciba algún interés político por diminuto que sea. Basta con mirar con lupa las instrucciones escandalosas del «ácido bórico/jueza Gallego«, del «caso Bono/caso Hidalgo» o del «caso policías corruptos/ ETA-11-M» para que las personas más sensatas, honradas y moderadas de España se echen a temblar antes de verse frente a semejantes magistrados. A muchos jueces se les ve el plumero más que a los periodistas. Y ya es decir.

Ahí está El Roto para recordarnos en El País que la tecnología avanza y mejoran las máquinas pero, no obstante, las intenciones del ser humano permanecen intactas.

El Mundo titula con el pasado; El País, con el futuro

Actualizado a las 20:10 h:

Acabo de leer el post de PAZ que nos han dejado los Reyes Magos en el blog vecino de Manolo Saco. Ya tengo apuntada esa cita en mi agenda: el sábado 13 de enero a las 18:00 en la plaza Colón de Madrid. Allí nos vemos, Manolo. Y gracias por el aviso.

JAMS

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Comprenderán ahora por qué me ha dado un cierto «yu-yu» al ver hoy la portada de El Mundo.

Creo que basta con comparar estas dos fotos: la portada del semanario DOBLON, que yo dirigía en 1975, y el sello que publica hoy El Mundo en su primera página.

O estoy mal de memoria o las imprentas de ambas publicaciones no reproducen muy bien -o confunden- los colores rojo y naranja.

Recuerdo muy bien que agoté todas las fotos en color del dictador que yo tenía reservadas para el día de su muerte. La agonía se prolongaba semana tras semana y el dictador no se moría, no se moría… y yo gastaba sin éxito las fotos de portada.

Cuando, al fin murió, tuve que recurrir a un sobre que encontré sobre una mesa de la imprenta del que recorté y amplié el sello de Franco. Era color naranja y no rojo. Incluso creo recordar, pero no estoy seguro, que se trataba de un sello de 2 pesetas y no de 1 peseta, como el que trae hoy El Mundo.

¿Es posible que el sello de 1 peseta fuera de Franco rojo y, a medida que la inflación galopante de los últimos años del franquismo, fue consumiendo el valor y el color de todas las cosas, se convirtiera en otro sello de un Franco naranja, más descolorido pero el doble de caro?

Lo comprobaré en el album que El Mundo ofrece a sus lectores postfranquistas más nostálgicos.

No sólo mira El Mundo hacia el pasado con la promoción de los sellos de Franco. También lo hace con su gran titular de primera página, a 4 columnas:

Zapatero reúne a su «gabinete de crisis» para analizar qué ha fallado con ETA

Hoy, como casi nunca, ambos diarios coinciden en el sujeto (Zapatero) y en el verbo (reúne) pero difieren en el complemento.

El País:

Zapatero reúne un gabinete de crisis para responder a ETA

Uno «reúne» para mirar al pasado («para ver qué ha fallado») y el otro «reúne» para mirar al futuro («para responder»). Son pequeños y sutiles matices que tienen su importancia para el subconsciente del lector y naturalmente para los intereses de cada diario.

¡Ah! y la pasión de Pedro Jota por las comillas, de las que hablé ayer, vuelve a confirmarse en la portada de El Mundo.

El País no tiene hoy comentario editorial sobre ETA pero sí publica este articulo del catedrático Andrés de Blas sobre el tema:

Las lecciones del proceso de paz

ANDRÉS DE BLAS GUERRERO

06/01/2007

En el momento de la suspensión del llamado, mal llamado, proceso de paz, puede ser oportuno mirar hacia él, buscando sus puntos débiles, tratando de aprender para el futuro. Establecer una negociación con ETA que propiciase el fin definitivo de la violencia era a todas luces una operación razonable.

Venía justificada, en primer lugar, por la búsqueda del fin de una prolongada actividad terrorista. En el supuesto de que no se alcanzase este objetivo fundamental, justificaba la negociación, en segundo lugar, el intento de propiciar un distanciamiento entre la organización terrorista en sentido estricto y su aparato político representado por Herri Batasuna. Una ETA sin Batasuna será siempre objetivo más fácil de combatir que la ETA actual.

El anuncio del alto el fuego por parte de los terroristas, hizo oportuna la elección del momento para la negociación. En este punto, sin embargo, la dirección del Gobierno socialista cometería dos errores de consecuencias fatales para la misma. El primero, la decisión de afrontar la negociación sin arrastrar a ella al Partido Popular. Una decisión tan importante, como es la de intentar poner fin a una larga actividad terrorista, no puede ser afrontada de espaldas a la opinión del principal partido de la oposición. Las razones que pudieron empujar a la dirección socialista a asumir esta exclusión de los populares carecen de justificaciones de recibo. Si se buscaba la exclusión del centro-derecha de una operación de Estado de tan alto calibre, se estaba truncando una regla básica de la democracia. Si se pretendía con la exclusión el aseguramiento de un triunfo electoral, se manifestaba una similar deslealtad a las reglas de juego del sistema, además de un optimismo injustificado en que la operación iba a salir adelante con el fin de la violencia.

El segundo error tuvo que ver con el terreno de la negociación. Desde un primer momento, el Gobierno socialista debía de haber dejado claro que las únicas materias a negociar, a cambio del abandono de las armas, tenían que ver con medidas de gracia para los presos y la legalización de Herri Batasuna. La concesión de estas medidas de gracia implica costes no pequeños. Especialmente, el coste de la injusticia que se puede cometer con las víctimas. El Gobierno debía haber emprendido desde un primer momento la negociación con las asociaciones de víctimas. Había que haber estudiado el calendario de la aproximación de los presos al País Vasco, de las excarcelaciones, del ritmo de incorporación de los presos a la vida civil. Por dolorosas que sean estas decisiones, a nadie se le escapa que deben ser asumidas como respuesta a una decisión de abandono definitivo de las armas. El Gobierno tenía vedado hacer ninguna concesión que afectara al orden constitucional. Este, sin embargo, sería el terreno en que se terminaría planteando la negociación, como consecuencia de la admisión de la mesa de partidos. Al reconocer una eventual existencia a esta instancia política, con inclusión en la misma de la ilegalizada Herri Batasuna, era inevitable que se plantearan cuestiones políticas del calibre del supuesto derecho de autodeterminación, la inclusión de Navarra en Euskadi o la reforma del Estatuto vasco.

Quizá el Gobierno pensó que el tema de las medidas de gracia era un argumento insuficiente para llevar adelante el proceso negociador. Se trataba de un razonamiento pesimista sobre el futuro de ETA. La toma de posición de la sociedad vasca, española y europea ante la violencia, en alianza con los avances policiales y judiciales en la persecución del terrorismo, permitían prever una situación de desconcierto en la dirección etarra. Ese desconcierto hacía especialmente costosa la continuidad de la violencia. Y en este contexto, las medidas de gracia podían haber sido suficiente argumento negociador.

La división entre el PSOE y el PP ante las conversaciones con los terroristas hubo de ser vista por ETA como una oportunidad para elevar el listón de sus demandas ante los enviados del Gobierno. Una vez aceptado el camino político que habría de suponer la mesa de partidos, todo les llevaba a pensar en la posibilidad de que el Partido Socialista aceptase todas o parte de sus de-

mandas políticas. La intervención del Partido Socialista de Euskadi habría de ser un motivo adicional para reafirmar a ETA en que las conversaciones políticas eran posibles. La hipótesis del fracaso mismo de las negociaciones, ante el escenario de desunión entre socialistas y populares reforzaba la capacidad negociadora de ETA, al hacer de los socialistas el interlocutor más perjudicado por ese fracaso. En esta lógica, cabe pensar que el atentado de Barajas no se plantea por parte de ETA como una ruptura de la negociación, sino como un aviso encaminado a vencer las resistencias de los socialistas.

La lección que se desprende de lo hasta ahora sucedido refuerza la necesidad de un entendimiento sustancial del PSOE y el PP en la política antiterrorista. Sustraído el problema de la violencia de la confrontación electoral, parece el momento adecuado para una vuelta al pacto antiterrorista. Si en el futuro se reabren las negociaciones, el Gobierno socialista, como en su día el Gobierno popular, deben saber que el éxito de las mismas no debe ser el fundamento de hipotéticos triunfos electorales. No son los partidos nacionalistas los interlocutores que necesita el PSOE o el PP en el futuro para llevar adelante esas negociaciones. Son los dos partidos nacionales los que deben consensuar el marco para una negociación que necesita la comprensión de la sociedad española y, especialmente, de aquellos sectores sociales que han sufrido en el pasado las embestidas del terrorismo. Resulta indispensable aclarar desde un primer momento la voluntad de excluir de la negociación decisiones de alcance político-constitucional. Si el análisis de las circunstancias que rodean hoy la vida de ETA es correcto, los negociadores en su nombre entenderán esta posición. Es posible, en cambio, que la comprensión de esta situación no alcance el apoyo de los socios menores del actual Gobierno.

Son estos socios menores, unánimemente, partidarios de introducir el tema de las negociaciones políticas en el proceso de diálogo. Ello hace indispensable que el acuerdo se realice entre los dos partidos mayoritarios. La estrategia del PSOE de presentar, en éste y en otros temas, un acuerdo político que solamente dejaría fuera al Partido Popular es una estrategia engañosa, que burla el peso real de las minorías a la hora de buscar el consenso que necesita la sociedad española ante cuestiones de especial gravedad. En este contexto, solamente podría empeorar las cosas la decisión de los populares de responder a Rodríguez Zapatero con una estrategia fiada en las consecuencias electorales del fracaso de la iniciativa gubernamental. Se trataría de una estrategia perversa que, a todas luces, el país no se merece. Pero de una estrategia de la que los dos partidos han manifestado indicios a lo largo de este frustrado proceso de negociación.

FIN

¿Quién juzgará a Bush?

EDITORIAL de El País

Sima de vergüenza

05/01/2007

Las informaciones son tan escalofriantes como vergonzosas. Los testimonios de miembros del FBI que asistieron a las torturas infligidas por miembros de la CIA y otros cuerpos de seguridad a sospechosos de terrorismo islamista en el campo de prisioneros en la base de Guantánamo en la isla de Cuba proporcionan al mundo un protocolo fehaciente del horror, la humillación y la degradación generados por un concepto de la guerra contra el terror auspiciado por el presidente Bush tras el 11-S. Por desgracia los testimonios ahora hechos públicos son tan coincidentes que carece de sentido, por mucho que se quisiera, poner en duda no ya su verosimilitud, sino su veracidad.

Es un hecho que en nombre de la lucha contra el terror y por la libertad las autoridades democráticas de EE UU han inducido cuando no ordenado a funcionarios suyos a actos de tortura y depravación como sólo se suelen considerar posibles bajo las peores y más inhumanas dictaduras. Las vejaciones y torturas, como la vesania desplegada por sus artífices, son incalificables. Y el daño hecho a las víctimas es sólo comparable al infligido al prestigio y la dignidad del Gobierno de EE UU y de la democracia en general, que ve como sus enemigos pueden con razón acusarla de prácticas propias de las más oscuras dictaduras.

No puede servir de consuelo el hecho de que haya sido una organización americana de derechos civiles y el vigor de las instituciones de Washington los que han forzado a centenares de miembros del FBI a testimoniar y documentar estas atrocidades, y que ahora han conseguido la publicación de tan demoledoras informaciones. Ha sido la American Civil Liberties Union (ACLU) la que con su denuncia ha logrado una desclasificación de documentos que habrá de tener consecuencias drásticas para los responsables de que las celdas y los pasillos de Guantánamo se hayan convertido en cámaras de tortura. Pero también para aquellos que, como cada vez es más evidente, auspiciaron y animaron a ejercer semejante trato a los prisioneros en aquel campo de la vergüenza.

La guerra contra el terrorismo, lanzada en su día por Bush tras la agresión de Al Qaeda, ha dejado un largo reguero de víctimas que comenzó en Nueva York y sigue por muchos rincones del globo, incluido Irak. Pero si las sociedades democráticas, empezando por la norteamericana, quieren que no queden también por el camino los principios innegociables de respeto a la dignidad de la persona y a la vida en libertad, estos otros crímenes no deben quedar impunes.

FIN

Artículo de Millás en la última de El País

Película

JUAN JOSÉ MILLÁS

05/01/2007

Sadam Husein fue ejecutado mientras George Bush dormía, de modo que el cuerpo del sátrapa (todos sus esfínteres a punto de reventar) cayó dentro del sueño del presidente de EE UU con la violencia de un cadáver arrojado desde el séptimo piso. Cuando Bush despertó tenía en la conciencia un despojo largamente anhelado, lo que quizá le produjo la deflación característica del apetito satisfecho, o quizá no, nunca se sabe. El asesino murió en la horca, un artefacto mecánico de dos pisos que evocan la división entre el mundo consciente e inconsciente. Cuando se abre la trampilla, el reo se precipita con todas sus vísceras al cajón del subconsciente, donde, ya muerto, se mea, se caga y, según algunos, eyacula.

No queremos ni imaginarnos cómo estará el subconsciente de Bush estos días de enero. Tanta pasión puesta en la llegada de ese instante para que al final dé la impresión de que el malo era él. No sería raro que al contemplar el vídeo se haya visto a sí mismo colgando de la soga. ¿Pero por qué no le quitaron el abrigo sabiendo que tengo uno parecido? ¿Y por qué esa insistencia de la prensa libre en recordar que los crímenes por los que hemos acabado con él son calderilla comparados con los que cometió cuando éramos sus cómplices? ¿Las mentiras masivas, los soldados rotos, los civiles muertos, torturados o troceados sólo han servido para que todo se resuelva en un ruido de vértebras quebradas que en los primeros instantes ni siquiera sabía si eran las suyas o las mías? ¿Quién grabó esas imágenes tremendas? ¿Quién ordenó su difusión?

¿Y por qué los servicios secretos no nos advirtieron de que al borde mismo de la muerte podría actuar como un personaje de John Wayne, exigiendo a sus verdugos que se portaran como hombres? ¿Pero quién era aquí el vaquero aguerrido, el sheriff justiciero, la pistola más rápida del Oeste? Laura todavía asegura que yo, pero en voz baja, si he de decirlo todo. ¿Por qué le permitieron esa serenidad, esas últimas frases? ¿Por qué no imploró clemencia ni gimoteó como un marica, que era lo previsto en el guión que me pasaron a la firma? ¿Quién da las órdenes aquí, quién manda? ¿Quién dirigía esta película? ¿O acaso no era una película?

FIN

De las portadas de hoy me llama la atención el «collage» realizado por El Mundo con ETA, Zapatero y la promoción del SMS de un sindicato policial para unir todas esas informaciones bajo este cintillo común (en mayúsculas) a toda página:

ETA VUELVE A ESTROPEAR EL MENSAJE PACIFISTA AL QUE SE AFERRA ZAPATERO

¿Es éste un titular de información o de opinión?

Volver a estropear

Mensaje pacifista

Se aferra

Son expresiones que guardo por si algún día, de mayor, tengo que enseñar lo que no es periodismo.

A esa portada sólo le faltaban las víctimas del PP de Alcaraz que han conseguido, con gran éxito, la desunión de los demócratas en la lucha contra ETA. Tampoco le hubiera venido mal a esa portada este dibujo filosófico que El Roto publica hoy en El País.

A propósito de la pendiente conspiranoica por la que se deslizó la extrema derecha del PP , cuando perdió el Poder en las urnas, El País dedica hoy un editorial a la empanada mental de quienes, de manera miserable y torticera, todavía ligan a ETA con el 11-M y con el fenecido proceso de paz.

EDITORIAL de El País

‘Yihadistas’ en España

05/01/2007

Los cinco islamistas detenidos en España hace dos días se suman a los más de 300 supuestamente relacionados con actividades terroristas que lo han sido desde fines de los años noventa, en su mayoría con posterioridad al 11-M. Los detenidos están acusados de colaborar con tres de los implicados en aquel atentado, incluido el argelino Daoud Ouhnane, imputado en el sumario como participante directo en la matanza. A uno de los detenidos se le acusa de ser el enlace en España de Ouhnane, a quien se sitúa en Irak pero entre cuyas misiones figura la de preparar nuevos atentados en nuestro país, según la investigación.

Estas detenciones, menos de un mes después de las de 11 vecinos de Ceuta acusados de confabulación para cometer atentados, indican que el peligro terrorista islamista sigue presente y que la policía trata de adelantarse a una eventual entrada en acción de los núcleos de activistas potenciales. Una preocupación prioritaria de la policía es ahora el control de los aspirantes a terroristas reclutados por la red de Al Zarqaui (muerto en junio pasado) en España y que tras recibir instrucción en Irak están volviendo a nuestro país. España ha facilitado el 10% de los nombres de una lista de 200 potenciales terroristas islamistas puesta en común por los principales países de la UE con el fin de vigilar sus movimientos por Europa. Se trata en su mayoría de personas que llevan vida normal y que no pueden ser detenidas dado que no han cometido delitos en España y no hay pruebas de sus actividades en Irak.

El 90% de los atentados suicidas (más de 500 desde el final de la guerra) producidos en Irak ha sido realizado por activistas extranjeros, algunos de ellos captados en España. Tres de los cinco detenidos esta semana están acusados de haber tenido contactos con Mohamed Alfalah, cuyas huellas fueron identificadas en los escenarios en que se preparó el 11-M y que tras huir a Irak murió en uno de esos atentados suicidas.

Se va así completando el cuadro de personas implicadas en el 11-M, incluidos los 12 autores materiales, de los que siete se suicidaron en Leganés, tres están en prisión, uno murió en Irak y otro se supone que sigue en ese país. A la vista de tal cuadro, resulta cada día más estrambótico el empeño de algunas personas por seguir sembrando dudas sobre los verdaderos autores del 11-M. Todavía estos días se han visto en concentraciones contra el atentado de ETA en Barajas pancartas que reclamaban «queremos saber la verdad». Esta obsesión, de la que el PP parece querer desengancharse sin decirlo, se ha convertido en un obstáculo para la participación unitaria en movilizaciones contra ETA. Unidad que en estos momentos -la Ertzaintza descubrió ayer en Vizcaya un coche con 100 kilos de explosivos dispuestos para ser detonados- es más necesaria que nunca.

FIN

Hay un rayo de luz en la portada de El País. Tal como están las cosas, no debe sorprendernos que ilustren la primera página con una foto-noticia balsámica: Acebes y Rubalcaba juntos. ¡Válgame dios!

Y este es el titular que nos traen hoy los Reyes Magos:

El adiós a Carlos Palate reúne a Rubalcaba y Acebes

Aquí pasa algo.

¡Felices Reyes!

Un video para «hacer creer» o para «probar»
Cuando el tamaño importa…

Hago a menudo tanto hincapie en el valor del sujeto y del verbo que suelo olvidar la importancia que tiene el tamaño y el cuerpo tipográfico de los titulares.

Desde luego, la comparación de verbos («hacer creer» o «probar«) atribuidos a un mismo sujeto (El PSOE) es muy llamativa, por el sesgo editorial (y muy poco profesional) que imprime a lo que pretende ser una información sobre hechos y no una opinión.

El Mundo, a cuatro columnas:

El PSOE produce un vídeo para hacer creer que Aznar cedió más ante ETA

El País, a una columna

El PSOE hace un vídeo sobre la tregua de 1998 para probar que el PP que generoso con ETA

En los casos de corrupción urbanística, ya estamos acostumbrados al tratamiento «maxi» o «mini», según sea el partido político implicado y el diario que lo publica.

El País, a cuatro columnas;

Detenidos por corrupción el alcalde de Andratx y el jefe del urbanismo balear

El Mundo, a una columna:

Detenidos por corrupción el alcalde de Andratx y un alto cargo del Gobierno balear

Lo mismo ocurre, aunque por otras razones, con la distinta valoración que cada diario hace en su portada del anuncio de que el próximo bebé de los Príncipes de Asturias será una niña.

Creo que, en ete caso, El Mundo lo ha valorado bien mientras que a El País se la ido un poco la olla.

Dedica casi media página a la victoria de Correa en Ecuador y apenas un pequeño sumario a la próxima hermana de la Infanta Leonor, cuarta en la línea de sucesión al trono de España.

En el caso de los obispos ocurre todo lo contrario. El Mundo pasa de ellos mientras El País les da tres columnas completas en página interior y con un recuadro destacado en negrita cargado de intención editorial.

El País complementa esta información con una columna de opinión del siempre irónico y, a menudo, brillante, Miguel Angel Aguilar con el título «Harturas y pastorales»

En la página 3 de El Mundo hay -¡sorpresa!- dos críticas de dos colaboradores al ex presidente José María Aznar. (Aquí pasa algo). Una corre a cargo de Antonio Gala y la otra del humorista Ricardo.

Y puesto a mirar hoy los tamaños más que los sesgos editoriales del verbo y el sujeto y la mangancia profesional que supone tratar de confundir los hechos con las opiniones, también me he fijado en el distinto corte fotográfico que cada diario hace del mismo acontecimiento.

El Mundo tenía ayer en su poder la misma foto de Gallardón saludando a Aznar de la Agencia EFE, que hoy ha publicado El País.

Sin embargo, ha preferido publicar esta otra. El primer corte muestra un caluroso saludo entre ambos políticos; el segundo, en cambio, es casi un desaire a paso ligero.