Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

Lee ‘Damas Oscuras’, los ventiún cuentos de fantasmas victorianos con los que te temblará hasta la campanilla

Tardaré en conciliar el sueño. También me costará volver a disfrutar de según qué ratos a solas en la librería, y lo mismo con esta nueva manía de buscar una explicación racional para todos y cada uno de los ruidos cotidianos que me envuelven. Eso me pasa por aventurarme sin más a una bibliovigilia con un ejemplar de Damas Oscuras.

(Penny Dreadful, 2014 / Showtime)

(Penny Dreadful, 2014 / Showtime)

El volumen de Impedimenta es una deliciosa bacanal libresca de escalofríos y taquicardias de la –gélida y huesuda– mano de ventiún creadoras victorianas, con un talento endemoniado para erizarme los pelos del pelucón y dejarme el sistema nervioso central más tenso que las cuerdas de un Stradivarius.

Tanto que al terminar el último de los ventiún cuentos me puse a moler los granos de café a puñetazos en un intento desesperado de atemperarme en plena madrugada. Verme desfilar después por el pasillo con el moño electrizado, los globos oculares  fuera de las cuencas y la taza humeante meneándose más que un tren de mercancías a punto de descarrilar era todo un poema macabro y victoriano.

Y es que por más que mi bibliofilia supure fascinación por lo tenebroso, la muerte, lo sobrenatural y, en general, el terror gótico en cualquiera de sus formas, esta vez no ha sido suficiente para sobrevivir sin secuelas a la sobrecogedora experiencia lectora de esta oscura delicia literaria.

Total, que como llegué a reginaexlibrislandia sin haber pegado ojo, hecha un amasijo de nervios apelotonados bajo un pelucón desmadejado y con más ojeras que Chu-Lín, decidí que la mejor manera de sacudirme la bibliocongoja victoriana era consagrarme a mis quehaceres libreros con intensidad redoblada y debidamente cafeinada.

Y en esas estaba cuando el carraspeo de un reginaexlibrislandiano sigiloso a punto ha estado de lograr que mi corazón implosionara dentro de mi caja torácica ¡Boom!:

Cliente: Ejem, Regina, buenos días

Regina: ¡AY, POR DIOS! ¿QUÉ? ¿QUÉ?

Cliente: ¡Perdona, mujer!

Regina: (gesticulo para que me dé un minuto y pueda recuperar las pulsaciones… y el riego sanguíneo en general)

Cliente: Pero, Regina, ¿estás bien?

Regina: Ay, sí, sí… perdona. Es que me has asustado un pelín

Cliente: Mujer, lo siento

Regina: Nada, nada, cosa mía. Que me pasé la noche con un librito de fantasmas y estoy pelín sugestionada

Cliente: ¡No fastidies! ¿Y qué libro es ese?

Regina: Mira, lo tengo aquí debajo: Damas Oscuras, Cuentos de fantasmas de escritoras victorianas eminentes.

Cliente: ¡Ostias! Pues la portadita está muy, ejem, lograda, ¿no?

Regina: ¡Ja, ja, ja! Ya ves, ¿por qué te crees que lo tenía tapado? Esas nueve cuencas vacías me llevan taladrando desde ayer.

Cliente: Ah, pues a mí eso de pasar miedo leyendo me va mucho, pero nunca he sido muy de “relatos de fantasmas”. Pero por lo que veo igual los he menospreciado. ¿No?

Regina: Pues ya te digo yo que sí. Y además en este caso son historias de escritoras victorianas, que es la era dorada del subgénero espectral

Cliente: ¿Sí? No sabía…

Regina: Sí. Los relatos de fantasmas eran una tradición oral para las veladas navideñas en la Inglaterra de finales del XVIII y principios del XIX. Pero después la prensa vio el filón y lo popularizó impreso en folletines. Titanes como Dickens o Willkie Collins publicaban piezas así, y luego grandes autoras como Charlotte Brontë, Elizabeth Gaskell, Charlotte Riddell, Rosa Mulholland, Margaret Oliphant, Vernon Lee, Amelia B. Edwards, o la americana Willa Cather explotaron el género como su arma de doble filo.

Cliente: ¿A qué te refieres?

Regina: A que lo utilizaron como palanca para rebelarse contra la represión de la mujer en plena época victoriana. Lo que en apariencia son relatos espeluznantes de fantasmas cargados de metáforas y de recursos del gótico esconden su manera de socavar y pulverizar la figura masculina.

Cliente: Pero, ¿cómo?

Regina: Muy fácil. En aquella época lo que más terror podía producirle a un hombre era padecer y exteriorizar los males “típicamente femeninos”: histeria, miedo y debilidad de carácter. Así que las autoras victorianas descargaron sobre protagonistas masculinos tramas espeluznantes y pulverizarles «públicamente» su tan airada masculinidad.

Cliente: Ahhhh, ya veo, ya.

Regina: Pero, ojo, no te confundas. Esa lectura es real y está ahí, entre líneas, sí. Con una carga de ironía para nada sutil. Pero los cuentos, además de eso, ya te digo yo que te van a hacer pasar un ratito de lo más ameno, querido. Si tienes hambre de historias tenebrosas y espeluznantes pero, eso sí, sin sangre ni vísceras, todo muy sutil y muy psicológico, prepárate para deglutir este bibliofestín con un menú de plato único: el miedo.

Cliente: Meh, pues no me digas más. ¡Lo quiero!

Y abandonó mis confines con un ejemplar de Damas Oscuras y su bibliofilia entre desafiante y recelosa ante la firme promesa reginaexlibrislandiana de una experiencia lectora espeluznante. Y yo por mi parte no pude evitar deleitarme ante la inminencia del mejor-peor rato lector que va a pasar mi reginaexlibrislandiano querido cuando se atrinchere con su ejemplar…

Damas Oscuras

Damas Oscuras

Porque yo sé que tú sabes que todos sabemos que él ha infravalorado mi congoja y que se adentrará en los ventiún cuentos con la misma alegría y ligereza con la que yo me adentré. Mejor, queridos, mejor: así el biblioimpacto será, si cabe, más intenso. Canelita en rama, ya os lo digo yo.

Así que si eres un lector en busca de emociones fuertes hazte con un ejemplar de Damas Oscuras (Impedimenta) y pasa un rato aterrador, tenebroso y escalofriante, codeándote con un hatajo de difuntos que, por venganza, impotencia, maldiciones varias o pura obstinación, se niegan a abandonar este mundo al menos hasta lograr que te tiemble hasta la campanilla.

Palabra de Regina ExLibris.

1 comentario

  1. Dice ser Norma Desmond

    Con 17 o 18 años me aficioné a las novelas góticas y compre muchísimas novelas y selecciones de cuentos publicados por Valdemar. Así conocí autoras victorianas fantásticas como Margaret Oliphant, Vernon Lee o Charlotte Riddell. Aún me entran escalofríos cuando recuerdo «La puerta abierta» de Oliphant. Miraré la selección de Impedimenta porque seguramente será una edición muy cuidada e interesante. Gracias, Regina

    28 marzo 2018 | 9:26

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