De la nueva sociedad 3.0 organizada horizontalmente en red que ha enterrado la edad contemporánea. ¡Bienvenidos a la edad digital!

Entradas etiquetadas como ‘P2P’

¿Una wikiregión o el capitalismo de casino de Eurovegas?

 

Algunas ciudades, para reforzar su marca y atraer turistas, se lanzan a una competitiva carrera olímpica. Invierten millones de euros. Pierden. Siguen compitiendo y gastando recursos públicos. Apuestan, incluso, por proyectos faraónicos de dudosa ética como Eurovegas. Otras regiones prefieren una wikiestrategia colectiva y sostenible basada en el intercambio y la colaboración. Ese es el caso de la región de Brest, en la Bretaña francesa.

El proyecto Wiki-Brest dinamita ese pasado en el que las instituciones contrataban a agencias de marketing y consultoras costosísimas para proyectar su imagen por el mundo. Wiki-Brest se define de la siguiente manera: «historias de lugares, de personas, de trabajo, la geografía,  tarjetas postales, canciones, artículos de enciclopedia». Y apuesta por reforzar la comunidad, por proyectarla fuera, conectando «periódicos vecinales, asociaciones, artistas, bibliotecarios, maestros. .. «. Cualquier puede escribir. Cualquier puede recopilar testimonios. Cualquier puede contar una historia local en cualquier formato.

Lo más interesante es que esta red multimedia de escritura colaborativa inspirada en Wikipedia nació como una iniciativa institucional en el año 2006. Las autoridades locales apostaron por la inclusión digital y por expandir WI-FI en el territorio. La co-production, la co-creación y el intercambio entre iguales se han convertido en las piedras de toque del Pays de Brest. Las instituciones se limitan a generar un marco de intercambio. La sociedad avanza hacia la era P2P (peer-to-peer) de relación igualitaria entre pares que predice Michel Bauwens. Y ahora, una pregunta: ¿qué modelo preferirías en tu región, el horizontal y participativo de Wiki-Brest o el capitalismo de casino de Eurovegas?

Mi web: bernardogutierrez.es Dirijo la consultora futuramedia.net En Twitter soy @bernardosampa

 

Comienza la #Guerranarrativa

Mira bien el mapa. Bingo: reconoces el río Hudson, la isla de Manhattan. Exacto: Nueva York se llama Now. Ahora entra en el proyecto A more perfect Union, de Luke Dubois. Escoge el mapa del Estado de California. No encuentras las ciudades que buscas. Ya sabes por qué: Acting (actuación) substituye en a Los Ángeles; San Francisco se llama Gay. La explicación es sencilla: Luke Dubois construyó los mapas analizando las palabras más repetidas en las redes sociales. Nueva Orleans, años después del huracán Katrina, continúa llamándose Flood (inundación). De nada serviría que una marca o un Gobierno intentasen imponer una esencia a una ciudad. Nueva York, en la democracia semántica y colectiva de la sociedad en red, no significa exactamente negocios. San Francisco es más que tecnología.

Esta Unión Perfecta de Luke Dubois – prototipo de un nuevo mundo- se rige por otras normas. No sirven los mensajes verticales. Tampoco la propaganda movida por intereses. La historia – este presente que se estudiará en el futuro – no será más un cuento distorsionado por los vencedores. El pasado dejará de ser esa ciencia ficción forjada por filólogos (tesis defendida por Ortega y Gasset en La rebelión de las masas). Y las metarrativas del poder, esas armas de construcción masiva, irán cayendo por el abismo. Todavía existen. Suenan, machaconamente, al otro lado del espejo. La paz en la tierra. Hay un dios verdadero. Hollywood es una gran familia feliz. Pienso luego existo. La historia es progreso. Coca Mola, la sensación de vivir. Las descargas son sinónimo de piratería. Spain is different. Resuenan, desafinadas, dentro del laberinto. Pero empiezan a desvanecerse.

Soy optimista. Cada día tendrán más difícil imponer discursos, eslóganes. Cualquier metanarrativa se desmantela colectivamente a un ritmo asombroso. Y puede hacerse en tiempo real. Internet despedazó en unas horas una trabajada campaña de Loewe. Y es que la vida – gracias a la tecnología, a las redes – empieza a parecerse más a una narración colectiva que a un monólogo. Un Trendsmap sobre las etiquetas de Twitter más usadas dice más de un país que la portada de sus periódicos. De aquí a poco, habrá tecnología para saber en tiempo real la cara semántica de una calle. O el mapa de emociones de cada edificio. Si la historia hubiera estado contada colectivamente en tiempo real, puede que Barcelona fuese sinónimo de anarquismo libertario y no de Gaudí. La Habana no estaría (quizás, quizás, quizás) asociada apenas a barbudos revolucionarios. Tal vez fuese un eco de capitalismo y perfumes caros como los que protagonizaban las páginas de la revista Bohemia en 1959.

Guerranarrativa, sí. Con almohadilla (#), elegancia y mucha paciencia. Estamos en el punto de inflexión. No es una simple batalla de eufemismos. Es una guerra superior. Cierto: el poder-sistema sigue usando la neolengua que denuncia Ignacio Escolar. El copago sanitario es un necesario “ticket moderador”. Abaratar el despido es“flexibilizar el mercado laboral. Pero la neolengua es parte de un entramado mayor. El cuento adulterado del 1% sigue mitificando la propiedad privada. La democracia representativa es un mal necesario. El neoliberalismo, la única opción para salir de la crisis. Descargas=piratería. Compito, luego existo.

El colectivo de escritores italianos Wu Ming aboga por usar las historias como hachas de guerra: «La única alternativa que cabe cuando te imponen una historia es contar mil historias alternativas (…) Si una contra-narración existe, la máquina mitológica nos ayudará a construirla». Sabemos que mienten. Sabemos que manipulan. Sabemos que traicionaron a sus pueblos. Que descuartizaron la esencia de las polis griegas. Que traicionaron la ordenanza de 1523 de su idolatrado emperador Carlos V que ensalza el procomún de las plazas públicas. Sabemos que despedazan los principios de las religiones que imponen. Sabemos que cuando los inversores de Wall Street dejaron de negociar alrededor de un árbol y construyeron un edificio para la Bolsa violaron el espíritu P2P (de tú a tú) del capitalismo. Sabemos que mienten. Que encienden farolas en los días de huelga para aumentar el consumo energético. Mienten. Descaradamente.

Pero son débiles. Sus verdades se desmoronan. El emperador está desnudo. Y nunca fue tan fácil desmantelar una versión oficial. Jaques Derrida, papá de la deconstrucción, sería un tuitero empedernido. Decostruiría, reconstruiría. Deconstruiría versiones oficiales, para luego distribuirlas. Después, un cerebro de neuronas/ciudadanos en red, construirían una narración colectiva indestructible. Se acabó la era de escuchar pasivamente. Narremos. Arranca la era de la #guerranarrativa. Deconstruyamos su imperio de sandeces. Su baraja trucada de sub-principios. Contemos entre todos este mundo en tiempo real que se les escapa. Inventemos microutopías factibles que desmoronen la ridícula ciencia ficción de pasado que intentan imponer al futuro. Las micronarrativas harán explotar sus macromentiras. Inventemos, soñemos. Porque el futuro influye en el presente más que el pasado (gran dicho ciberpunk). Narremos, sí. Pero no sólo con antagonismo.

Co-construyamos nuevos imaginarios para la sociedad en red. Sabemos que la cultura es acción, co-creación, relación, y no un vetusto tocho enciclopédico. Los perroflautas son tecnociudadanos universitarios que investigan la democracia distribuída. Compartir es una tendencia cool en Silicon Valley. Cooperar es la esencia de la nueva era del crowd sourcing. Los internautas ´amateurs´ están protagonizando una nueva revolución industrial más horizontal y participativa. Los hackers son los científicos de una nueva Ilustración.  El copyleft es la base de la cultura pop y hasta de la Biblia. El procomún,  propiedad colectiva de bienes intangibles y espacios compartidos, tiene una raíz centenaria. El poscapitalismo de las comunidades reales co-construyendo es una solución deseable.  La nueva pluriarquía entierra milenios de torpes e imperfectas oligarquías. Narremos. Comienza la #GuerraNarrativa.

Publicaré diferentes artículos con la etiqueta #guerranarrativa durante los próximos meses. La idea es recopilarlos, junto con otros escritos por otras personas, y publicarlos en formato libro, con licencia copyleft. 

El blog que ridiculizó a la prensa brasileña

 

Imagínate una ministra de cultura de un país que tiene un pacto secreto con la industria cultural y con el organismo privado encargado de recaudar  (y repartir) los derechos de autor entre los artistas. Que dicha ministra da la espalda a la fuerte tradición de cultura libre de su país. Que de un día para otro retira el logo y licencia de Creative Commons del sitio del ministerio, pionero hasta entonces en el mundo. Imagina que dicha ministra (casi) abandona vanguardistas proyectos de cultura e inclusión digital. Y sigamos fabulando: la ministra hace caso omiso a la presión de los creadores, ciudadanos y productoras independientes. Ignora, incluso, un futurista marco civil de internet de su país, una especie de superestructura reguladora, que apuesta por la colaboración y la neutralidad de la Red, entre otras cosas. El clímax de este post llega en el momento en el que un blog independiente publica una exclusiva: documentos que prueban un oscuro contubernio entre la ministra y la llamada industria cultural, la élite artística y el organismo fiscalizador de los derechos de autor. El momento más álgido de este thriller llega cuando la prensa ignora el caso: no menciona ni una línea. ¿Cómo se llama el país en cuestión y la (des)ministra?

El país es Brasil. La ministra, Ana Buarque de Hollanda, perteneciente a una de las familia del 1%. El blog independiente se llama Farofafá. Me gustaría no estar escribiendo esta entrada. Viví muy de cerca la ilusionante era en la que Gilberto Gil convirtió a Brasil en el referente global de la cultura libre. Viví esa euforia colectiva. Vi cómo Lawrence Lessig, creador de las licencias Creative Commons, se inspiró directamente en aquel Brasil. Vi cómo el sucesor de Gilberto, Juca Ferreira, continuó por la senda de la cultura colaborativa y libre. Vi cómo en Brasil el MP3 comenzó a ganar la batalla al imperio del plástico (uno de los textos más han circulado de mi carrera). Vi cómo Brasil iluminó al mundo. Y cómo inspiró la fuerte tradición de la cultura copyleft en España, uno de los indiscutibles líderes mundiales.

Infelizmente, el sueño duró poco.  La élite cultural del país, la vieja guardia, los herederos de la corte portuguesa, impusieron a Dilma Rousseff a Ana Buarque de Hollanda (hermana del popular Chico Buarque) como ministra de Cultura. Un año y medio después, el panorama no puede ser más tétrico. Y lo más curioso es que los mass media mantienen una cortina de silencio sobre el asunto. Pero los  dos reconocidos periodistas que gestionan Farofafá, Pedro Alexandre Sanches (@pdralex) y Eduardo Nunomura (@enunomura), en un ejercicio de valentía y profesionalismo, llevan unas semanas levantando polvareda. Las relaciones del Escritório Central de Arrecadação e Distribuição de Direitos – la SGAE brasileña – con la ministra quedó en evidencia en el documento exclusivo divulgado por el blog. La prensa, claro, a lo suyo (silencio).

La bola de nieve crece. Muchos intelectuales del país piden la dimisión de Ana Buarque de Holanda. El ex ministro Juca Ferreira, por primera vez, califica de «desastre» su gestión.  Curiosamente, unos días después de la exclusiva, el círculo de la ministra comenzó a usar Twitter. Pero de una manera tan nefasta, vertical y manipuladora que fueron el hazmereír de la red. #Anadebelém, un hashtag promovido aprovechando que la ministra esta en la ciudad de Belém, fue una verdadera hecatombe. Estuvo en el primer puesto del trending topic de Brasil. Y los internautas criticaron, cuestionaron y dejaron en ridículo a un ministra que repite gafes e incoherencias a menudo. Hace unos días llegó a decir que Internet está «matando la cultura de Brasil».

La tristeza es doble. Primera, por Brasil. Segunda, porque me recuerda demasiado al proceso de la Sociedad General de Autores en España (SGAE) y la denostada Ley Sinde Wert. En España, la ley fue cocinada de espaldas a la ciudadanía. La SGAE, ese ente privado, continuó con sus privilegiado monopolio público. Y su corrupta cúpula acabó procesada. Lo mismo está pasando en Brasil. La ministra ha sido forzada a dar explicaciones en el Senado por las irregularidades del Ecad. Estados Unidos presionó a España para «proteger una industria del entretenimiento obsoleta empeñada en vender plástico y conservar monopolios. Pedro A. Alexandre me cuenta que Ana Buarque de Holanda se reunió con el secretario de comercio (no de cultura) de Estados Unidos. Triste para Brasil. Triste para el mundo.

Dos buenas noticias para acabar de contar esta triste historia.

1) En España, la Ley Sinde aglutinó a los ciudadanos, creó redes, calentó los motores del movimiento ciudadano 15M que, según The Guardian, está redefiniendo la política del país. En Brasil, estos autores, creadores y artistas indignados están empezando a unirse.

2) El hecho de que un blog independiente como Farofafá haga temblar la pirámide de poder  (industria, ministerio, élite…), es la prueba de que las reglas del juego mediático han cambiado totalmente. La horizontalidad ha llegado para quedarse.  

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Miniplatillos volantes que emiten señal Wi-Fi

Imagina que un día los Gobiernos locales, regionales y centrales de España, en un nuevo estallido social en las plazas, deciden cortar el acceso a Interner 3G de los teléfonos móviles. Imagina que ni siquiera existe señal de Internet Wi-Fi abierta en los quioscos de prensa de Madrid. Peor todavía: los Gobiernos del mundo, tras la aprobación de la tenebrosa ley SOPA, gracias a la letra pequeña, deciden desconectar Internet. La multitud inteligente, el enjambre conectado, tendría un verdadero problema, como ocurrió en la Plaza Tahrir de El Cairo durante la Primavera Árabe, durante el apagón programado de Internet. Sin embargo, la batalla del espectro – imprescindible el libro Reclaim the spectrum de José Luis de Vicente – no es tan sencilla como la imaginan desde arriba.

Paradójicamente, el futuro distópico con el que sueñan los Gobiernos Capa 3G y el Pelotón Anti Ciudadanos de Cristina Cifuentes (la emperatriz en prácticas de Madrid) es una utopía personal, un sueño incompleto que nunca llegará a existir.  El poder-sistema no cuenta con los nodos móviles (pequeñas redes portátiles que emiten señal wifi) o las redes en malla de conexión distribuida. Y muchísimo menos con una legión de pequeños platillos volantes que circulan sobre los manifestantes.Gracias al proyecto Electronic Countermeasures, desarrollado entre el think tank londinense Tomorrows Thougts Today  y Unknown Fields Division, las ciudades del mundo serán una utopía (la nuestra) de señal Wi-Fi en abierto.

El cielo cercano de las ciudades inteligentes tendrá una red nómada de abejas metálicas voladoras inspiradas en técnicas militares creadas para vigilar a la población civil. La sociedad civil se reapropiará, una vez más, de las tecnologías del poder. «En parte con una infraestructura nómada en parte enjambre robótico – aseguran en su web-  hemos reconstruído y programado las abejas para crear su propia red local de Wi-Fi como una forma de Napster aéreo». Los mini platillos volantes se convierten en una red nómada, temporal itinerante y pirata, que genera de nuevo una red humana de intercambio P2P. El enjambre estaría, de nuevo, conectado. El resto de la historia ya la con0cemos: personas intercambiando información, co-creando contenido, presionando el poder, organizándose en red al margen de directrices y órdenes…

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#Cómetelacultura en una jornada colectiva

 

¡Marchando una de arroz con procomún! Cómete la Cultura, el primer encuentro sobre cultura libre y colaborativa de la Asamblea Popular del Barrio de los Austrias del movimiento 15M de Madrid, propone para el próximo domingo 18 de marzo una suculenta paella de software y cultura libres. Ellos ponen el arroz. Cualquier persona puede aparecer con ingredientes en el Colectivo La Latina para cocinar una receta libre, colectiva y remezclada. La paella remix es una bella excusa: los visitantes podrán llevarse en sus pendrives y/ aparatejos portátiles una buena dosis de música, libros y películas con licencias abiertas. Y por si fuera poco, podrán asistir a un jugoso menú de charlas, debates y presentaciones.

Esta peculiar jornada de co-degustación colectiva, que será retransmitida on line por Doménico di Siena (Mr.Streaming) en Thinkcommons, arrancará a las 11 horas con un debate entre  Amador Fernández Savater (¿Qué es el procomún? y  Silvia Nanclares (La autoedición), una de las fundadoras de la biblioteca colaborativa Bookcamping.cc. El picoteo continuará con el programador P2P Pablo Soto hablando de Copyleft y otros conceptos básicos y alguien del proyecto de cine colaborativo El Cosmonauta. A partir de las 13 horas, los entrantes correrán por parte de tres personas de Guinea, una de Madrid y otra de Murcia, que comentarán una receta propia y elaborarán una ‘receta procomún’ conjuntamente.

Y después, los suculentos segundos platos: Radio Sol Ágora – la radio colaborativa del 15M – realizará un programa al vivo. El colectivo Zuloark y participantes del espacio Cambo de la Cebada soñarán con «la ciudad como un espacio para todos». María del Pilar López ‘Mapi’ hablará de la Economía de la cultura. El grupo Los Sundayers nos explicarán por qué apuestan por la  música sin copyright.  El cineasta Stéphane Grueso, que se autodefine con ironía como «ciudadano problemático», repetirá y llenará el plato de una ración de Cultura, internet y libertad. El colectivo, distribuidora y editorial Traficantes de sueños y el proyecto transmedia 15M.cc relamerá el plato de la software paella libre. Esta vez me ha tocado repartir el postre: a partir de las 20 horas hablaré de casos de cultura libre relevantes de América Latina.

Cómete la cultura no nace por casualidad. La @AsambleaAustria es una de las más activas hablando de cultura libre. De esta asamblea han nacido la Jornada sobre decrecimiento y otras economías, el popular Piscinazo (tremendo vídeo) que reivindicaba una piscina pública para el barrio o las Plazas de  las Culturas del 15M. En sus asambleas participan personas de todas las edades, nacionalidades y condiciones. En el Campo de la Cebada, un espacio modélico de innovación social,  conviven vecinos de toda la vida, niños, arquitectos como Zuloark, Todo por la Praxis, Doménico di Siena, Sara Alvarellos, pensadores como Juan Freire, culturetas libres como Rubén Caravaca (de la productora Fabricantes de Ideas) o los miembros del Colectivo la Latina que alberga la jornada del domingo.

Para concluir os dejo con unas declaraciones colectivas de @AsambleaAustria: «Consideramos que la cultura, el arte, la comunicación son imprescindibles para cambiar una realidad que todos los días comprobamos está contra las personas y lxs ciudadanx. Cualquier acción es un hecho cultural. La cultura siempre ha sido libre y se privatizará al reproducirse de manera industrial, masiva. Como ciudadanxs activxs no podemos permitir la privatización del conocimiento, el aprendizaje, la educación. La diversidad y el compartir es nuestra respuesta a la globalización y el pensamiento único».

Los hashtags utilizados serán #cometelacultura y #procomunaustrias

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Fotografías, memoria colectiva y territorios compartidos

 

¿El pasado de una ciudad puede influir en la vida de sus habitantes? ¿Las vivencias de nuestros antepasados pueden crear nuevos patrones de comportamiento? ¿Se puede reforzar la comunidad utilizando narraciones de otras épocas? El proyecto londinense Historypin brinda un sonoro «sí» a todas las preguntas anteriores. Historypin – un vídeo corto de presentación – es una plataforma que incentiva el uso de fotografías históricas. Gracias a la colaboración de Google Maps y We are what we do (que se define cómo «la compañía sin ánimos de lucro del cambio de comportamiento) cualquier persona puede abrir una comunidad e incentivar la búsqueda, archivo y geolocalización de fotografías de determinado ciudad, barrio o ciudad.

El resultado es un visual e interactivo paseo por calles en las que el pasado se superpone al presente en forma de añejas fotografías en blanco y negro. Historypin tiene un buscador en el que el internauta busca imágenes de un determinado punto del planeta en un año concreto. Además, en su apartado Community, la plataforma tiene un inventario de proyectos desarrollados por colegios, museos, patrocinadores o redes de voluntarios. Un gran logro: la plataforma es un vivero de plataformas. 

Hace unos días, me preguntaba en el artículo Ciudades, procomún y narraciones colectivas sobre cómo el pasado y el futuro se podrían relacionar en los espacios urbanos a través de las comunidades del presente.  En él, insinuaba cómo gracias a la tecnología los ciudadanos tienen la capacidad de crear narraciones colectivas, nuevos imaginarios sobre los espacios compartidos: «Las narraciones serán las articulaciones básicas para esa ciudad relacional de “lugares y redes” de la que habla el antropólogo Michel Agier. Las historias compartidas, en la ciudad fragmentada, deterritorializada, pueden ser una argamasa tan sólida como las relaciones de parentesco«. En el caso de Historypin, las imágenes de ese pasado colectivo, se transforman directamente en una relación de parentesco del presente: ciudadanos creando emociones en comunidad.

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De las redes a las comunidades

Este artículo fue publicado primero en Clases de Periodismo. Imagen: licenciada con Creative Commons por Rodrigo Vera

Ya no se existen marcas, sólo las plataformas sociales. Ahora (casi) no hay informaciones exclusivas, sólo conversaciones. No existe el marketing, apenas estrategias sociales. Cuando Tim O’Reilly habló por primera vez en el 2004 de la Web 2.0 pocos entendieron aquello de la cooperación y participación. Google había cambiado la forma de buscar cosas. Wikipedia ya estaba caminando. Los blogs comenzaron a ser más relevantes gracias a plataformas como WordPress o Blogger . Orkut y Facebook abrían nuevas formas de relaciones. Y por primera vez, durante los atentados de Londres de julio de 2005, los usuarios llegaron primero: enviaron a la prensa las primeras fotografías y videos de la masacre. La World Wide Web ya era algo diferente a aquella que inventó del Tim Berners-Lee creó en el año 1991 .
Lo que más me llama la atención, siete años después de la proclamación del mundo 2.0 es que muchas marcas, medios de comunicación e instituciones no han entendido nada. Cuando se habla de Web 3.0 (una mezcla de datos enviados por sensores, personas vinculadas con el territorio y la web semántica) o squared web (geolocalización, cloud computing, realidad aumentada, una fusión híbrida del ciberespacio y realidad) todavía existen marcas con un comportamiento 1.0. ¿Tiene sentido generar contenido vertical sin contar con los usuarios? ¿Tiene sentido cerrar las puertas de la participación? El principal error es considerar que Facebook, Twitter, MySpace o Google + son sinónimo de redes sociales, y no meras herramientas o aplicaciones. Lo importante no es la red, la herramienta. Lo importante es la comunidad. Meg Pickard, jefe de redes sociales del periódico británico The Guardian , escribió recientemente un artículo titulado Power to the people.

Meg, antropóloga, tiene muy claro el papel de los nuevos medios de comunicación: «La plataforma nos pertenece a nosotros, pero la conversación es de todos». Meg entiende perfectamente que el tan hablado social media, más que una suma de herramientas, es una actitud. The Guardian construye las noticias con la ayuda de los lectores. Estimula la conversación. Y crea plataformas de participación, como la que permitía investigar los gastos de los parlamentarios. The Guardian ha entendido la esencia del 2.0: la inteligencia colectiva de la que tanto habla el pensador Pierre Lévy es casi imbatible. La comunidad es superior al individuo. Por eso, The Guardian intenta escuchar tanto como habla. Y no falla: los lectores de The Guardian encontraron en cuestión de horas la corrupción de sus políticos a través de la plataforma creada por el periódico. Los periodistas del diario habrían tardado semanas.
Power to the people. Las redes son caminos, herramientas, espejos. Sin embargo, las comunidades deben estar construidas de manera orgánica. No hay que obsesionarse por las comunidades, como ocurre en Estados Unidos, un país individualista sin demasiadas comunidades en el mundo real. Y sí entender que las verdaderas comunidades son las que están formadas por personas que construyen algo – contenido, estrategias, emociones – juntos. El diario español 20 minutos, esta casa, publica en Internet todos los días una «pizarra» de las cuestiones en discusión con el director (en este caso el ejemplo del día de la muerte Gaddafi). Los lectores participan, critican, aportan ideas. El País ha creado una red social propia, Eskup, que aunque no es del todo horizontal permite que lectores y periodistas interactúen. The New York Times creó la categoría de trusted commeters para los lectores más activos.

Nintendo, con el plug in Meetup.com, incentiva que los usuarios se encuentren semanalmente en las ciudades. Fiat co-creó un modelo de automóvil con los usuarios, el Fiatmio. Y la compañía Local Motors fue más allá: diseña coches con crowd sourcing (los usuarios los diseñan). En otras palabras: cede a los usuarios la responsabilidad del proceso. El estadounidense Jeff Jarvis, autor del blog Buzzmachine y el libro Y Google cómo lo haría? es una de las personas que mejor entiende la filosofía 2.0. Los medios de comunicación, las marcas, los gobiernos y las instituciones que todavía producen contenido verticalmente y utilizan las redes como herramientas de propaganda y se sienten superiores a las comunidades, deberían comprender algunas frases redondas de Jeff Jarvis:
-Haz lo que mejor sepas hacer en tu propio sitio. Y enlaza el resto.
-Únete a la red. Sé una plataforma. Piensa distribuidamente.
Escucha.
-Sé sincero. Sé transparente.
Confía en la gente. Tus clientes son tu mejor agencia de publicidad.

Power to the people. Herramientas para la comunidad. Nosotros somos el medio, como escribió Dan Gillmor, uno de los gurús de 2.0. Para terminar, me gustaría destacar un ejemplo de la agencia brasileña Colmeia TV que resume perfectamente el espíritu 2.0. Colmeia, en lugar de desarrollar una campaña publicitaria para la liga de fútbol 2010 Petrobras Brasileirão , hizo algo más. Cambió el ángulo. Decidió hacer un documental para cada hinchada de cada equipo. Crearon una plataforma. Dieron voz a la comunidad . Y luego, soltaron el resultado (documentales cortos) en las redes. Power to the people. Contenido compartible ( y modificable) para la comunidad.

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Ciudadanos P2P contra la crisis

Uno de los conceptos que más me gustan de los últimos años es el de ciudades p2P (peer-to-peer, par-a-par). Pero creo que nada mejor para explicar / traducir qué es una ciudad p2P (una suma de urbanismo P2P, cultura p2P, gobierno P2P…) que algunos casos concretos. El vídeo que encabeza este post pertenece al proyecto Nockin, un servicio de búsqueda de servicios entre personas. Cualquier ciudadano puede darse de alta gratuitamente, ofrecer un servicio o buscarlo. Los ciudadanos, conectados directamente al margen del Estado u oficinas de empleo públicas, puede encontrar la solución a sus problemas. Un detalle: no es obligatorio que haya dinero por medio. El intercambio puede hacerse como un trueque de servicios.

En el Vivero de Iniciativas Ciudadanas (@desdevic) recuerdan que Nockin es un heredero del proyecto SOS City, del colectivo barcelonés Platoniq. Este vídeo de presentación de SOS City muestra el camino de los Ciudadanos P2P: «Pueblo2Pueblo, Puerta 2 Puerta, Plaza 2 Plaza». ¿Por qué los Gobiernos demoniza la tecnología y concepto P2P y lo estigmatiza como sinónimo de piratería? ¿Por qué no entienden que el aparato del Estado es incapaz de gestionar una crisis estructural de paro galopante como la española y que la sociedad en red ya está moviéndose horizontalmente?

Una de las iniciativas surgidas a la luz del movimiento 15M que más me gustan es el Proyecto No.Ma.Des, una red solidaria de empleo que incentiva el intercambio de servicios a través de cupones solidarios. Por otro lado, recomiendo encendidamente Our Project, desarrollado por el colectivo Comunes con software libre, «una herramienta que facilita el trabajo cooperativo entre personas de cualquier parte del mundo, clase y condición». La única condición para participar es que el resultado, la solución un problema concreto, sea compartida y pública. Otros proyectos de comunes son Plantaré (una moneda comunitaria para el intercambio de semillas), MassMob (un gadget para lanzar y organizar reuniones inteligentes para las multitudes inteligentes que definió Howard Rheingold), Troco (una moneda virtual P2P) o Kune (una plataforma colaborativa). El Laboratorio del Procomún, del MediaLab Prado, para quien no lo conozca, investiga sobre todo esto. 

Mientras España sigue siendo uno de los países del mundo donde más caro es convertirse en trabajador autónomo, (un mínimo de 254 euros al mes, frente a los 10 euros mínimos al mes del Reino Unido) la cifra del paro crece. Los políticos y expolíticos se forran en el mercado. Y los ciudadanos P2P empiezan a resolver sus problemas de tú a tú, de Plaza2Plaza, y a dar la espalda a sus gobernantes y al mismísimo sistema.

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El macarrismo ilustrado de Mr.Wert

«La ministra de cultura española, Ángeles González-Sinde, se ha sacado de la chistera de la improvisación una ley contra las descargas ilegales en Internet que permitirá cerrar webs en apenas cuatro días. Incluso webs que tengan un vínculo con presuntos archivos ilegales. Webs que, siendo puristas, podrían ser Google o Youtube. Un precinto express que hará un poquito más farragosa la burocracia de la Audiencia Nacional, esa institución que se ocupa de asuntos tan nimios como el terrorismo, el narcotráfico o la falsificación de moneda». Así comenzaba una entrada en mi blog personal, Desde Alfa Centauro, publicada el día 9 de enero de 2010, titulada El imperio (del plástico) contraataca.

Han pasado dos años. El mundo ha dado vueltas sobre su propio eje /crisis. La cultura está más viva y libre que nunca, mientras la industria del entretenimiento agoniza.  Pero el nuevo ministro de cultura de España, José Ignacio Wert, ha aprobado la demostada Ley Sinde, ahora Ley Sinde Wert. Han pasado dos años. Teddy Bautista y el combo arribista de la SGAE fueron detenidos acusados de desviar fondos y robar de los autores. Pero el señor Wert ha aprobado sin debatir ni un minuto una ley pensada para la prehistoria del mundo digital (el vídeo inicial pide este debate). España sigue siendo referencia en cultura libre, de la creatividad con licencias abiertas (Creative Commons, copyleft), pero Wert ignora el potencial de esta industria. El mundo de la cultura empieza abandonar el mundo de la descarga directa. Renace el P2P (peer-to-peer, intercambio de archivos entre usuarios) tras el cierre de Megaupload. Se mantiene el intercabio de arhivos .torrent (intercambio de un archivo distribuido entre muchos usuarios). Y más importante: la estrategia del streaming (escuchar online, leer online, sin descargar), cotiza al alza.

Spotify, una radio gratuita y personalizada que paga a los autores, ilumina nuevos caminos. Pero Wert utiliza argumentos / manipulaciones del pleistoceno: compartir cultura=piratería. Florecen bibliotecas virtuales de libros libres, como Bookcamping.cc, pero Wert prefiere apostar por la industria de la celulosa. Los músicos usan masivamente el servicio Soundcloud y colocan su música en la nube. Pero a Wert le pone la industria del plástico (Cds)+distribuición altamente contaminante (camiones, aviones, barcos, gasolina). La creación colectiva (Fundación Robo, 15m.cc) es tendencia. Pero Wert cree en la genialidad de la clase creativa y en las musas inspiradoras. Wikileaks desveló las presiones de Estados Unidos para que España, esa provincia de Hollywood, aprobase la Ley Sinde. Pero Bienvenido Mr.Wert (un remake cutre del genial Luis García Berlanga), afirmó que España «tiene personalidad aprobando» dicha ley. El Congreso estadounidense paralizó el proyecto de ley SOPA ante la presión internauta. Pero Wert, erre que erre, sigue obnubilado en su medievo digital.

No me extraña que el Tribunal Supremo haya aceptado la denuncia de la Asociación de Internautas contra la Ley Sinde Wert, que ningunea el papel de los jueces. No me sorprende que el Tribunal Supremo haya aceptado a trámite el recurso de la Red de Empresas de Internet (REI) y la Asociación Española de la Economía Digital contra una ley que frenará el crecimiento económico de España. No me extraña que el siempre agudo colectivo Hacktivistas haya lanzado la Operación Wert. Desde el site Wertenlaces están incentivando que cualquier site se convierta en ilegal copiando este código. Basta enlazar una canción del músico Eme Navarro  – miembro de la SGAE – que voluntariamente ha querido poner en entredicho al Ley Sinde Wert. De hecho, Hacktivistas ha promovido la estrategia de la autoinculpación. Ellos mismos han denunciado a casi  300 sites desobedientes. La autoinculpación pretende crear un verdadero virus troyano para colapsar la justicia. Para  demostrar que la ley, además de obsoleta y vertical, es inútil.

Estoy convencido que Mr.Wert pasará a la historia como el ministro más impopular de la democracia española. Como un títere efímero. Como el impulsor de un macarrismo ilustrado que remezcla aquel controvertido despotismo ilustrado. Wert ha hackeado aquel  «todo para el pueblo pero sin el pueblo» y lo ha convertido en un «todo para la industria pero sin el pueblo». Y lo que es peor: lo ha hackeado con cierta chulería, ignorancia digital, prepotencia y ceguera empresarial. Por todo ello, la #OpWert contra el macarrismo ilustrado del pacato thriller ‘Bienvenido Mr. Wert’ es más necesaria que nunca.

Yo ya me he bajado la canción Nobodys death de Eme Navarro. Soy un pirata. Sólo me duele que sea demasiado buena. Bienenido Mr. Wert se merecía una remezcla chapucera de Paquito el chocolatero interpretada por Ramoncín.

 

 

 
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La arquitectura se sube al tren Creative Commons

¿Te imaginas que los arquitectos de la Roma clásica hubieran dejado los planos colgados en una red de redes para que cualquier persona del mundo los utilizara? ¿Que Gaudí hubiesen registrado los planos de La Pedrera sin copyright? ¿Cuántas ciudades habrían reciclado / remezclado el genio de los grandes arquitectos de la humanidad? En la era de la sociedad en red, la arquitectura abierta comienza a ser una realidad. La cultura de código abierto se abre paso en el hasta ahora vertical y elitista mundillo del ladrillo. Y cada vez son más los estudios que usan las licencias Creative Commons para sus obras.

El estadounidense Cameron Sinclair, creador  del proyecto Architecture for Humanity , es uno de los grandes visionarios de la arquitectura abierta. En una entrevista a la revista Wired, Cameron desmenuzada así su sueño:  “Nuestro sueño es desarrollar una base de datos de diseños, clasificada por ubicación, temas ambientales y arquitectos. Bromeando la he llamado la Open Source Architecture Network. Ya estamos trabajando con Creative Commons viendo el modo de hacer que los diseños estén disponibles gratuitamente alrededor del mundo”. Un estudio importante que ya está disponibilizando sus obras con licencia Creative Commons es el madrileño Ecosistema Urbano. Su Air Tree Commons para la Expo de Shangai de 2010, fue la primera obra cuyo proceso entero fue elaborado con licencia Creative Commons. El estudio holandés OBOM es otro de los abanderados en la arquitectura abierta.

Pero este feliz contubernio de licencias abiertas, transparencias de procesos y arquitectura no se limita a estudios cool. Lo más interesante es que existen iniciativas más horizontales y/o desentralizadas. El proyecto Wikihouse.cc tiene un objetivo mucho menos rimbombante pero infinitamente más útil: recopila proyectos de casas, planos, detalles técnicos, con licencias abiertas. Cualquier persona puede elegir su modelo y lanzarse a la autoconstrucción, con toda la garantía técnica. Para rizar el rizo de esta nueva e incipiente arquitectura abierta, nada mejor que concluir con el proyecto PFC de Montera 34, que recopila trabajos de fin de carrera. ¿Cuántas buenas ideas se quedan en un cajón desaprovechadas?  ¿Llegaremos algún día – se preguntan en el sitio de Montera 34-   a compartir los proyectos “en abierto”, permitiendo difusión, reutilización y remezcla con licencias abiertas? Si piensas que sí, paséate por la etiqueta de Twitter #pfccommons.