De la nueva sociedad 3.0 organizada horizontalmente en red que ha enterrado la edad contemporánea. ¡Bienvenidos a la edad digital!

Entradas etiquetadas como ‘hacker’

LoopHole4All, paraísos fiscales al alcance del 99%

El artista italiano Paolo Cirio vuelve a la carga. Tras haber trasladado miles de perfiles de Facebook a una plataforma de software libre (Face to Facebook) o denunciar la política de Google Street View con una exposición analógica y digital (Street Ghost), el artista-hacker regresa con un proyecto que pone en tela de juicio una de las causas de la actual crisis económica: los paraísos fiscales. Paolo Cirio, con el proyecto LoopHole4All, ha secuestrado miles de perfiles de empresas de las islas Caimán. Y ha puesto los registros de las mismas a disposición de todo el mundo. A partir de 99 centavos de dólar, cualquier ciudadano puede comprar en el papel una empresa offshore (registrada en otro país diferente al de residencia).

Cirio, tras conseguir el listado de empresas de las Islas Caimán, secuestró sus perfiles. Y colocó su propia dirección en los mismos. Después, comenzó a vender en Internet los certificados de las empresas. Loophole4All.com, según el site oficial de Paolo Cirio, es un «servicio para democratizar los negocios offshore». Un proyecto que «empodera», pues así cualquier persona «podrá evadir impuestos, esconder dinero y deudas». Lo que antes era un privilegio de las élites, ahora está al alcance de todos. A pesar de que los certificados puedan no ser reconocidos por las autoridades monetarias, el proyecto está teniendo un fuerte imapcto simbólico. Paolo ya tiene una exposición virtual con los certificados fake emitidos en las Islas Caimán y en Londres

En los últimos tiempos, el hacktivismo está comenzando a apuntar a objetivos financieros más concretos. El colectivo catalán Derivart, responsables de proyectos como El Burbujómetro o CasasTristes.org, es uno de los más activos al respecto. Por otro lado, el colectivo RYBN lanzó recientemente su algoritmo ADM8 en los mercados de valores para realizar transacciones especulativas en milisegundos. En la plataforma DynDy.net hacen un buen repaso a algunos proyectos alrededor de hacktivismo financiero.  Sin lugar a dudas, un trabajo artístico de algún colectivo hacker sobre las cuentas en Suiza de Luis Bárcenas, ex tesorero del Partido Popular, puede llegar a tener más impacto que una investigación judicial.

Oiga.me, un entorno activista al servicio del 99%

Nueva cara de la plataforma activista Oiga.me

Nueva cara de la plataforma activista Oiga.me

«Tecnología libre para la acción ciudadana. Del 99% para el 99%». Así se define así misma Oiga.me, una «plataforma activista de movilización distribuida, transparente, con software libre y sin ánimo de lucro». Oiga.me, que lleva funcionando desde el octubre de 2011, está presentando su nueva cara y funcionalidades en el Reina Sofía de Madrid mientras yo escribo estas líneas. El hashgtag de Twitter para seguir lo de presentación es #NuevoOigame.

 

Oiga.me es mucho más que una plataforma. Una definición más acorde con la realidad sería la de un «entorno activista». Para empezar, tiene serias diferencias con otras plataformas del denominado clic-activismo en las que una persona propone una petición, los usuarios la firman y miles de mails llegan a una dirección concreta. Oiga.me no tiene ánimo de lucro. Impulsada por diferentes colectivos, Oiga.me tiene un consejo social del que forman parte entidades de la sociedad civil. Además, está diseñada con software libre, su código está abierto (aquí está documentado todo el proceso) y la licencia es libre. «Usamos software libre porque así la capacidad de pensar y decidir sobre lo que haces es de todos y fluye libremente por la red. Esto beneficia a toda la comunidad y hace que Oiga.me sea mejor», aseguran sus impulsores en una respuesta colectiva a una entrevista que les he mandado por  mail. El software libre de Oiga.me garantiza la privacidad e impide que el dueño de la plataforma vendra los mails de los firmantes de peticiones, como ocurre en el mundo anglosajón.

Quizá la diferencia mayor con otras plataformas de clic-activismo sea su forma de funcionamiento. La mayoría son verticales y monolíticas. Alguien crea una petición, el resto la firma digitalmente. Oiga.me cree en los procesos en red. Y por eso ofrece todo un abanico de posibilidades. Con las nuevas funcionalidades de Oiga.es se pueden organizar campañas de forma orgánica. La presión podrá llegar por e-mail, pero también por teléfono, fax o listas de firmas. Además, existirá un ‘kit de ayuda’, para que quien inicie una campaña reciba consejos sobre las mejores tácticas a seguir. La inclusión del fax ha llamado mucha atención durante la presentación.

¿Por qué incluir una herramienta del pasado para ejercer presión? Desde Oiga.me, por mail, me responden así: «Las formas analógicas de comunicación tipo fax son un mecanismo deliberado de filtro para inhibir las reclamaciones. Es normal que las operadoras telefónicas, o las compañías de agua, luz, gas, o las propias instituciones públicas abusen de este tipo de medios para reducir las reclamaciones». El uso de fax en Oiga.me incluirá un módulo que permitirá que los usuarios firmantes de una petición puedan darse de baja de los servicios de, por ejemplo, una compañía operadora que no ofrece calidad.

Oiga.me irá lanzando nuevas funcionalidades en los próximos meses. Siempre – aseguran – con las perspectiva de realizar «acciones que se trasladen de la red digital al mundo físico». En un futuro próximo incluirán telefonía (SMS) y , más adelante, sistemas de geoacciones «que faciliten movilizaciones de enjambre de manera distribuida». Aprovechando el lanzamiento del #NuevoOigame la Plataforma de Afectados por la Hipoteca acaba de crear una campaña para que el Instituto de Vivienda de Madrid «no ejecute ningún desahucio más sin alternativas de habitabilidad».

Oiga.me es una iniciativa promovida por colectivos y organizaciones sociales como la asociación aLabs, el Patio Maravillas, las cooperativas de software libre Dabne y xsto.info, Greenpeace, Attac, Facua, Ecologistas en Acción, el sindicato CGT, la Plataforma Política de Apoyo al Pueblo Saharaui, la Asociación Libre de Abogados y abogadas (ALA), o la Alternativa Antimilitarista (Movimiento de Objeción de Conciencia).

Un año de código abierto

Copyleft y procomún, redes y territorio, espacio público y tecnología móvil, Creative Commons y movimientos sociales, datos abiertos y hacktivismo, cultura libre y urbanismo, inteligencia colectiva y 15M. Hace un año que nació este blog. La entrada Código Abierto para una nueva era, del 2 de diciembre de 2011, inauguraba Código Abierto y congelaba bastante mi blog personal Desde Alfa Centauro. Y desde entonces he visto un interés creciente por todos estos asuntos que los medios masivos suelen ignorar. España – su sociedad, no sus políticos – es un país líder en la cultura digital, cultura libre, copyleft y mundo hacker. Ha estado en lo más alto de todos los rankings de obras licenciadas con Creative Commons, por delante de  Estados Unidos. Sigue en la segunda posición según el índice de CC Monitor. Pero su gobierno no sólo lo ignora, sino que persigue y desprecia estas prácticas. Y muchas de sus instituciones (cada vez menos) y sus grandes empresas dejan de lado la espectacular innovación social que está surgiendo en España desde los paradigmas abiertos.

Por eso me sigue pareciendo importantísimo dar visibilidad al mundo abierto, al copyleft, al mundo del código abierto que está fraguando un nuevo mundo, una nueva era. Las etiquetas del blog Código Abierto más frecuentes – viendo la nube de etiquetas de este blog – han sido 15M,  Ciudad, Copyleft, cultura libreInternetP2P y redes. ¿Y sobre los post más visitados? Han sido 169 entradas. Una media de una entrada cada 2,15 días. Todavía estoy investigando sobre qué es lo que más interesa a los lectores del blog. A bote pronto, desconfío de lo cuantitativo.Un post muy visitado, para mí, no es sinónimo ni de calidad ni de ser referencia. A veces, ocurre, eso sí. Además, cada vez es más difícil basarse en estadísticas. Hay post con muchísimos ReTuits y pocos comentarios. Algunos con muchos comentarios y poquísimos Retweets o ‘Me gusta de Facebook’. Si no hay ni comentarios ni ReTuits, sin duda, muy mala señal. Aunque a veces ocurre y el número de visitas del post es elevado.

El copyleft – la licencia de 20 Minutos – abre sorprendentes nuevos caminos: sites y medios que citan o republican el contenido original. Todo ello se traduce en un nuevo ecosistema de influencia, reputación y meritocracia de muy difícil medición. Por ejemplo, el diario Boliviano La Razón publico mi texto Cómo acabar de una vez con la cultura (remix) citando tanto a 20 Minutos como al blog, tal como exige la licencia Creative Commons. Fue la primera publicación con Creative Commons de un medio tradicional en Bolivia y muy probablemente de América Latina (que alguien me corrija). Un año después de empezar este blog puedo decir que mi reputación ha subido – no sólo por este blog, lógico – y que la mayoría de personas, colectivos u eventos relevantes de la cultura libre y código abierto de España y América Latina conoce este blog. La reputación de 20 Minutos, por consecuencia, también se ve reforzada.

He hecho una selección de las entradas que me parecen que representan mejor la esencia de Código Abierto. Evidentemente, hay una parte emocional, claramente subjetiva. Tal vez no estés de acuerdo. Me encantará saber tu opinión. Prestaré mucha atención a los comentarios y al diálogo que surja en Twitter en el hashgtag #CódigoAbiertoBlog. He decidido, también, abrir un TitanPad con todos los post que surjan a partir de ahora, para que los lectores puedan reescribirlos si lo consideran oportunos. En breve, más información al respecto.

1. Comienza la guerra creativa. Un texto en el que incitava a la comunidad a escribir textos legitimando las nuevas prácticas de la cultura libre y en red. Ante la neolengua del poder, guerra narrativa distribuida. Una sorpresa: esta entrada fue publicada en formato minilibro en la biblioteca colaborativa Bookcamping.cc. Se incluyó, por ejemlo, en la lista de libros llamada #12M15M por si te lo estás pensando…

2. España, líder en creatividad colectiva. Un texto para explicar  la popularidad de las licencias Creative Commons en España. Si unimos la fuerza del concepto y uso del copyleft, de la remezcla, del dominio público (muy usado por jóvenes creadores) y de la creación colectiva, se confirma el vital papel que los ciudadanos residentes en España cumplen en la cultura digital y la cultura libre.

3. Cómo acabar de una vez por todas con la cultura (remix). Escribir este repaso a los nuevos paradigmas de la cultura en la era digital no sólo me produjo bienestar emocional, sino que tuvo bastante repercusión en redes sociales. Muchas personas relevantes – incluso gestores culturales clásicos – me escribieron agradeciendo el esfuerzo por explicar esta nueva realidad.

4. (Re) Habitando en el vacío, enREDando el espacio. Uno de mis textos favoritos de este blog. Inspirado en una presentación de Francesco Cingolami (recomendable su blog Immaginoteca), escribí sobre espacios híbridos, sobre cómo se conectan las dinámicas digitales con los territorios, uno de mis máximos intereses.

5. Planeta corta pega. Una entrada en la que desmitifico la imagen del creador como ser casi divino. La remezcla, la inspiración en obras de otros creadores, fue siempre la tónica desde la época de Homero. Este texto legitima el copyleft y la remezcla como esencia de la nueva era.

6. Tuits claves para entender el #25S. La etiqueta 15M es una de las más frecuentes en este blog. Me he esforzado bastante en traducir algunas de las cuestiones y acciones del 15M a un público más amplio. También en informar sobre algunas cosas que pasan desapercibidas para los grandes medios. Creo que el entorno 15M lee con respeto lo que se publica en Código Abierto y por eso me seguiré esforzando en publicar cosas de interés que surjan en el entorno del movimiento. Esta cobertura de tuits del #25 (RodeaelCongreso) tuvo bastante repercusión. Por un lado, en visitas. Los periodistas somos necesarios, somos un filtro. Dar relevancia a un tuit y no a otro es una labor periodística. Por otro lado, mucha gente me comenta que casi nadie en los medios innova en forma. Insertar tuits y hacer cobertura de flujos es una forma sencilla de hacerlo.

7. Un manifiesto posperiodístico. Sin lugar a dudas, una de las entradas más populares. No sólo por número de visitas, Retuits o ‘Me gusta’ en Facebook. Este ‘manifiesto posperiodístico’, una provocación para la vieja guardia, circuló como la pólvora. Tanto, que fue traducido a varias lenguas, reproducido en decenas de sites, medios. Muy mencionado por periodistas, consultores de medios, universidades de comunicación, asociaciones de prensa. Una prueba que la reputación no se basa apenas en datos cuantitativos.

8. Aplicaciones móviles para perderse (sin consumir). Cansado de las aplicaciones móviles basadas en el mercado, en el consumo, en cercos cerrados que te dejan preso en un marco, decidí compartir algunas aplicaciones que buscan la serendipia y la libre circulación por el mundo. El situacionismo, el espíritu de Guy Debord, la psicogeografía, está contagiando a las aplicaciones móviles. Me parece fundamental reivincidar la libertad, la serendipia y la deriva como mecanismo de descubrimiento del mundo.

9. El macarrismo ilustrado de Mr. Wert. Otro de los post más leídos. Todo lo que tenga que ver con cultura libre y especialmente contra la Ley Sinde Wert tiene una espectacular repercusión en este blog.

10. Ciudadanos P2P contra la crisis. Esta entrada presenta algunas de las experiencias, proyectos y plataformas del entorno 15M para luchar contra la crisis. Mientras los medios y los políticos del mundo apenas hablan de la crisis, los ciudadanos resuelven sus problemas entre ellos, peer-to-peer, cara a cara.

11. América invertida, américa libre. Participé – vía streaming- en el festival #CómeteLaCultura, organizado por la Asamblea Austrias del 15M de Madrid. Presenté algunos proyectos iniciativas de América Latina donde la cultura libre o la colaboración tienen protagonismo. El texto se convirtió en un vínculo entre 15M y colectivos y personas del otro lado del charco.

12. Se buscan ciudadanos inteligentes (en el espacio público). Un texto muy mencionado por colectivos de arquitectura, urbanismo, diseño y tecnología.  El texto es un grito contra el concepto de smart city de datos verticales y cerrados. Creo muchísimo más en los datos distribuidos y abiertos recopilados en red por la ciudadanía gracias a hardware abierto como Arduino, por ejemplo.

13. Cultura de red. En este texto intenté – no sé si con éxito – ampliar los conceptos de cultura digital y cultura libre. Creo que las redes, esta nueva era de conexiones, están facilitando una nueva cultura: la cultura de red. La cultura de red va más allá de las herramientas digitales, de la cultura digital. La cultura de red, una definición totalmente en beta, incluye lo analógico y digital. Fue un post bastante mencionado y replicado.

14. «Los hackers son los nuevos científicos de una nueva ilustración». Esta entrevista que hice a Antonio LaFuente, investigador del Centro de Ciencias Humanas y Sociales(CSIC), tuvo un impacto brutal. Realmente, conozco pocas personas tan brillantes como Antonio LaFuente.

15. Queremos #ChalecoParaTuiteros. La represión policial imperante en España y en Madrid concretamente después de la marcha laica de agosto de 2011 me preocupa muchísimo, como a una gran mayoría de personas que creen en los derechos humanos. Pero la maniobra del Gobierno para distribuir chalecos entre los periodistas, como si España fuese un territorio en guerra, me pareció patética. Aquí un corta&pega, dedicado a Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno en Madrid, responsable por la violación constante de derechos humanos en la región: «Incentivar el uso de chalecos para periodistas es una estrategia tosca. Cifuentes quiere convertir Madrid en Bagdag. Quiere transformar las plazas públicas en un territorio en guerra. Distribuir #chalecosparaperiodistas no es un guiño a la prensa. Es un clave para que la policía reprima su porra fácil frente a los achalecados. Es un guiño para que la policía apenas atice a ciudadanos No Periodistas». Pedía #ChalecoParaTuiteros para cuestionar la maniobra.

Por favor, recomienda otros post de Código Abierto en el hashgtag de Twitter #CódigoAbiertoBlog

«Los hackers son los científicos de la nueva Ilustración»

 

 

Antonio Lafuente (@alafuente) es investigador del Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CSIC). Ha estudiado  la relación de la ciencia con sus públicos y el conocimiento profano. Investiga la relación entre tecnología y sociedad. Es uno de los grandes defensores del término «procomún«. Participa activamente en los Labotatorios del Procomún de Medialab Prado de Madrid. Antonio ha respondido por correo electrónico a un largo cuestionario enviado por Código Abierto.  Sus respuestas son clarividentes, agudas, reflexivas, ácidas. Y muy críticas con el sistema:  «El gobierno debería respetar mejor las cuestiones de etiqueta. Tener mejores modales. Dar ejemplo con las formas», «los blogueross y hackers son los nuevos científicos o filósofos de la Segunda Ilustración», «el Estado-Nación es torpe, burocrático y homogenizador» «el asalto a las oficinas de Megaupload me recuerda a otras actuaciones que también exigieron pisotear derechos civiles y tratados internacionales, como sucedió en la invasión de Irak o en los campos de concentración de Guantánamo», «habrá que vigilar a los grandes monopolios en internet». Lee la entrevista completa. Y recuerda que 20 Minutos tiene licencia Creative Commons y puedes copiar y distribuir la obra, citando la fuente.

Llevas muchos años hablando del “procomún”. Mucha gente piensa que es la traducción o adaptación del «commons» de la cultura hacker anglosajona. Sin embargo, ya estaba en el diccionario de Antonio Nebrija (1492). ¿Cómo explicarías el concepto de procomún?

Lo que es de todos y de nadie al mismo tiempo. En el castellano antiguo más que describir una cosa, da cuenta de una actividad que se hace en provecho de todos. El procomún, los commons, en todo caso, no es definible, porque evoca la existencia de bienes muy heterogéneos que van desde los viejos pastos comunales a los nuevos mundos de la biodiversidad, el folclore o la gastronomía. ¿Cómo es posible que alguien esté reclamando que el ángulo de giro del eje de la Tierra es un procomún? ¿De dónde viene la necesidad de pensar la luz del Sol, la palabra de Dios o la lactancia materna como bienes comunes? ¿Por qué tanto ronroneo sobre la cultura popular, la privacidad o la seguridad? La respuesta es simple: disponemos de tecnologías que permiten convertir estos saberes en recursos y, a continuación, mercadear con ellos. A veces, sin embargo, no es la privatización la peor amenaza, sino la degradación del bien, y por eso hablamos tanto de CO2, asma, clima, polución y electrosmog. Cada día hablaremos más del aire como un bien común. El aire es un magnífico ejemplo de lo que nos pasa: nadie es tan poderoso que pueda prohibir la respiración, pero en cambio sí puede echar allí su basura como si se tratara de su basurero particular. En fin, el procomún, más que un concepto o un agregado de cosas, es un campo de experimentación en donde estamos contrastando las distintas formas de hacer política, las diferentes maneras de gestionar el espacio público y las nuevas formas de movilizar el conocimiento.

 

Por qué se fueron perdiendo espacios procomún de convivencia (espacio público), conocimiento (industria cultural) o ciencia (injerencia laboratorios o gobiernos en Europa y el mundo)?

Varios procesos han venido convergiendo. Lo comunal fue asimilado a lo obsoleto, lo marginal, lo simple o lo paleto. Fue tratado como si fuera residuo de un mundo pretérito y premoderno. Así, a nadie extrañará que fuera declarado una especie de terra nullius, un espacio por descubrir, ocupar y patrimonializar en provecho propio. Todo lo que no fuera atravesado por los imaginarios de la propiedad era ineficiente y hasta peligroso, un reducto de resistencia que doblegar. A nadie se le escapará que con tales discursos hubo grandes beneficiarios y gigantescos procesos de expropiación. A veces sorprende los simples que son las ideas con las que se hacen los grandes patrimonios públicos y privados. Y que me disculpen los bienpensantes, pues tendrán que admitir que todo lo que una vez fue apartado del mercado y convertido en bien público, puede más o memos tarde ser privatizado y, con frecuencia, mediante argumentos tan simples (que no simplificados) como los aquí descritos.

Si miramos a la historia de la ciencia, y en concreto al siglo XVIII y la Ilustración, vemos que muchos de los descubrimientos llegaron de auténticos «amaterus», no de científicos formados en Universidades. Sin embargo, en nuestros días se intenta desprestigiar a la Wikipedia y a todo lo que venga desde abajo. ¿Por qué?

En efecto, cada vez contamos con más estudios que sostienen el origen mundano de la ciencia moderna. Hay investigaciones que son incontestables, como las que argumentan que en el siglo XVIII fueron poquísimos los científicos que vivieron de su investigación. La ciencia era más un hobby que una profesión. De hecho la palabra científico, como sustantivo, no surge hasta el siglo XIX. Los historiadores se han empeñado en escribir un relato demasiado logocéntrico, literario y cortesano: un relato que hoy es calificado de machista, elitista y eurocéntrico. El conocimiento, sin embargo, siempre tuvo mucho que ver con las manos, las emociones y el cuidado. El conocimiento siempre fue de quien lo necesitaba y, desde luego, al preguntarnos por sus detentadores encontraremos los imperios, pero también hay que abrir un espacio para los campesinos, los navegantes y los mineros. Que en los relatos no aparezcan las mujeres o los trabajadores es culpa de los historiadores y su miopía. Y es que además de fuertes vínculos entre conocimiento y necesidad, también los hubo y los hay entre saber y poder. No me extenderé un minuto en explicar las obviedades que han permitido a los expertos convertir sus habilidades intelectuales en nuevos espacios de autoridad. Para ellos, admitir que la cultura de pago puede ser tan buena como la cultura de la contribución es inimaginable. Y, aunque llevan varios años buscando dónde puede estar la trampa sin encontrarla, siguen insistiendo en que es imposible que exista algo que tienen delante de sus ojos y que se ha convertido ya en la enciclopedia familiar de referencia. Wikipedia es un milagro pero, aún así, sólo es el lugar por donde iniciar la aventura del conocimiento. Como punto de partida es insuperable.

 ¿En qué se parece el proceso de la Ilustración con el movimiento de la open innovation, open education y web 2.0 en general? ¿La Ilustración podría renombrarse en el siglo XXI como una «open science revolution? ¿Las revolución 2.0 es una nueva Ilustración, más participativa y rizomática?

Esta pregunta me gusta mucho. La Segunda Ilustración, la que apenas ahora se está desplegando, tiene que ver, como la que sucedió en el siglo XVIII, con la emergencia de nuevos actores, nuevas tecnologías y nuevos media. La función que entonces desempeñaron los viajeros, los filósofos experimentales y los botánicos, como también los coffeshop, los salones, los periódicos, los microscopios, las tablas clasificatorias y las balanzas de pagos, es comparable a la que hoy estaría pasando con los blogueros, los hackers o los activistas medioambientales, apoyándose en las tecnologías de la web 2.0, las nuevas batallas por la pluralidad ontológica, la propiedad intelectual y los nuevos derechos civiles. Si hace trescientos años hubo que emanciparse de la cultura aristocrática y eclesial, hoy la Segunda Ilustración tiene que plantarle cara a las grandes corporaciones y al estado-nación.

¿Hasta qué punto los grandes lobbies ecónomicos (farmecéuticos, industria cultural..) está entorpeciendo la circulación de ideas, investigación?

Debo comenzar diciendo que en términos históricos es incuestionable la contribución del capital y la iniciativa privada al conocimiento. Pero igual de taxativa es mi convicción de que muchas empresas, entre las que están algunas de las más importantes del planeta, están estorbando la circulación de ideas. Su capacidad para estorbar es doble. La primera es más estructural y tiene que ver con la forma en la que se utiliza la propiedad intelectual. Por un lado han fragmentado tanto el conocimiento mediante la expansión abusiva de los derechos de propiedad intelectual que los expertos en innovación están muy preocupados por el efecto anticommons. Un efecto que se explica fácil mediante un ejemplo paradigmático: el impuesto que cobraban las distintas ciudades ribereñas del Danubio a los buques comerciales que transitaban por “sus aguas”. Las ciudades convirtieron el rio en una especie de mare nostrum y de alguna manera los fragmentaron y después privatizaron. Los comerciantes entonces tuvieron que plantearse si valía la pena seguir llevando sus mercancías aguas abajo, pues los impuestos estaban ahogando los beneficios potenciales. Eso pasa todos los días cono el conocimiento (una especie de Danubio cognitivo) necesario para producir chips electrónicos o fármacos, pues cada nuevo producto en el mercado tiene que localizar a los muchos propietarios de los conocimientos (patentes) que empaqueta cada mercancía. No es extraño entonces que los dilemas de la propiedad hayan convertido el conocimiento en un laberinto por el que sólo saben transitar los picapleitos, los publicitarios, los inversores y los burócratas. Dan ganas de decir que a este paso los científicos son los únicos que sobran en la empresa del conocimiento. Lo mismo que ocurre, por cierto, con los artistas en las empresas culturales. La otra manera de entorpecer la circulación de ideas es conocida en la literatura sobre estos asuntos como producción de incertidumbre. Siempre que una nueva tecnología o mercancía es introducida en el mercado sin la debida evaluación de sus potenciales daños, puede ocurrir que produzca daños inesperados al entorno o en algún sector minoritario de la población. Lo lógico sería que los gobiernos actuaran para proteger a la ciudadanía. Pero, normalmente, tienen muchas dificultades para intervenir. Esta situación es hasta cierto punto comprensible. Antes de hacer nada quieren más datos y solicitan mejor información. Las compañías, como lo prueban numerosos estudios, se dedican entonces a producir falsas evidencias o, más recientemente, a sostener que no debemos precipitarnos hasta tener datos concluyentes. A veces, lo habitual es que hagan ambas cosas. Es paradójico que su conducta se parezca tanto a la que se reprocha a los constructivistas radicales.

Hablemos de espacio público. En los últimos años, los Ayuntamientos y gestores públicos han prohibido prácticamente cualquier evento espontáneo en las calles. Apenas controlándolos los permiten. O privatizándolos. ¿No significa eso ir en contra de los pilares de Occidente, de las ágoras, foros o burgos medievales?

El espacio público hay que defenderlo todos los días. Decir que es de todos, implica que nadie se lo puede apropiar en exclusiva. Tampoco, a mi juicio, son sus  dueños los legítimos representantes de poder. Si abusan de estas prerrogativas que nuestras constituciones les otorgan, pueden hacer odiosa la idea misma de política. La democracia por la que tanto hemos luchado puede acabar siendo un bien odioso. Hay que pensar sobre estas cosas. Si el espacio público sigue esta deriva imparable que nos convierte a todos en simples votantes, consumidores y espectadores, entonces habrá que reinventar la noción de espacio común. Si en lo publico no cabe el disenso, crecerá el número de excluidos, es decir de gentes con muy escaso y deficiente acceso a las infraestructuras (educativas, sanitarias, de movilidad,…). En fin, habrá que inventar el espacio común como derecho a infraestructuras.

En otros ámbitos, ¿cómo se ha desarrollado la privatización del procomún, del conocimiento?

Hasta hace poco no sabíamos, quizá ni lo necesitábamos, distinguir entre público y procomún. El desmantelamiento de lo público ha seguido un patrón que no cambió mucho de unos ámbitos a otros. Primero se tolera la degradación del espacio público (se permite el absentismo, el despilfarro, la corrupción, el amiguismo). Segundo se introduce la necesidad de externalizar servicios y, subliminalmente, se invita a la gente busque mejores opciones en lo privado. Y, por fin, se venden los recursos que funcionan y el resto se diseñan ya como ámbitos de beneficencia. Hoy, sin embargo, además de defender lo publico, tenemos que pensar en el procomún. No sólo porque muchos bienes comunes desbordan los límites del estado-nación, como por ejemplo el clima o internet, sino también porque el estado-nación se ha demostrado un instrumento demasiado torpe, burocrático y homogeneizador. Las luchas de los enfermos del SIDA, los debates sobre el derecho a ciudad o las movilizaciones de las víctimas del crédito hipotecario están revelando la existencia de nuevos ámbitos de lo político de las que el estado se ausenta. La precariedad del trabajo, especialmente de las llamadas clases creativas (artistas, programadores, amateur), y las nuevas formas de apropiación del trabajo afectivo, activista e informal están permitiendo la conversión masiva del conocimiento ambiente y del saber profano en un recurso mercantilizable. Los mundos del folclore, la gastronomía y las manualidades están siendo privatizados, por la misma lógica que el patrimonio, la privacidad y nuestros mismos parques han sido puestos al servicio de las industrias culturales y del ocio. Respirar sigue siendo gratis, pero respirar bien exige abandonar la ciudad. Ya estamos pagando indirectamente por el aire, y pronto tendremos que pagar por el paisaje, la memoria y la palabra. Esto no puede ser. En algún momento tendremos que parar la máquina de devorar procomún. Sin un procomún robusto y bien gestionado no habrá ni público ni privado. El procomún no es una invención de cuatro perroflautas, sino una urgencia colectiva.

¿Hasta qué punto el copyright radical entorpece la circulación de ideas y el bien común?

Hay una tendencia a exagerar los derechos del autor frente a los demás derechos imaginables en nuestra sociedad. Los abusos del copyright tan frecuentes, sangrantes e irracionales que ningún ciudadano razonable puede aplaudir el actual estado de cosas. Es una desgracia que el mundo esté en manos de fundamentalistas y beatos de la propiedad privada. Las cosas se pueden organizar mejor y sobran estudios que están evaluando los derechos que se ignoran y los daños que se están produciendo. El caso reciente de Megaupload es un buen ejemplo de cómo la defensa de un bien, la propiedad de algunos, no puede protegerse decretando el estado de excepción global y vulnerando los derechos constitucionales de millones de ciudadanos. Creo que es muy inquietante el espectáculo militarista del asalto a las oficinas de Megaupload y me recuerda otras actuaciones que también exigieron pisotear derechos civiles y tratados internacionales, como sucedió en la invasión de Irak o en los campos de concentración de Guantánamo. Espero que los artistas y representantes políticos defensores de la propiedad intelectual no miren para otro lado y se involucren activamente contra estas suspensiones de derechos constitucionales. Hay muchas amenazas para los bienes comunes y, entre ellas, es difícil exagerar la responsabilidad atribuible a la noción de propiedad. Nunca la propiedad fue absoluta, pero sí lo fueron sus imaginarios. Y cada día mas. En la práctica, más acá de los radicalismos paletos y neoliberales, la propiedad es relacional, fragmentaria, incompleta, contestada e imaginaria. Tanto, que las cosas importantes nunca tienen, ni tuvieron, un dueño claro. Más aún, la propiedad, dominio, control o derechos sobre las cosas, tanto sobre su uso y abuso, como sobre su adquisición y transferencia, siempre es más procesual que factual, y, desde luego, más relativa que absoluta. Comprender la propiedad y sus laberintos es condición necesaria para entender el mundo que vivimos. La traza del procomún siempre acaba enredada en las trama de lo propietario. Donde acaba lo patrimonial, público o privado, empieza lo procomunal. Pero sería un error imaginar un mapa con esas tres provincias bien delimitadas. Al lado o sumergido, entrelazado, transterrado o invisible, está el mundo ese mundo de lo común: la riqueza oculta de las naciones.

Me llama la atención que La rebelión de las masas de Gasset tiene ya licencia dominio público en Argentina, pero en España no. ¿Es legítimo que una industria o un gobierno legislen para retrasar el acceso público a una obra filosófica de uno de los grandes pensadores de un país?

Es absurdo. Como también es inexplicable que no pasen al dominio público las llamadas obras huérfanas, libros cuyos derechos nadie reclama y que tampoco aportan ningún beneficio nadie. ¿No es grotesco que el 98 % las obras permanezcan secuestradas por leyes tan inútiles como contrarias al bien común? Con las tonterías, banalidades, injusticias, desprecios y ninguneos que las entidades de gestión de derechos de propiedad intelectual han perpetrado contra el bien común se podrían hacer enciclopedias. En fin, este es un debate que se ha cerrado con improvisación y sectarismo y que tarde o temprano habrá que abrir para que todas las posturas e intereses sean escuchados y contrastados.

 ¿Qué piensas de licencias como Creative Commons o copyleft?

Me parecen una innovación jurídica de primera magnitud. Descomponer la propiedad en un haz de derechos independientes y otorgar a los autores la capacidad de administrarlos según sus prioridades, me parece una gran aportación técnica, cultural y política. Hay lagunas que atender, como por ejemplo los problemas que plantea el conocimiento indígena, pero no hay más remedio que admitir que se trata de una aportación en la dirección correcta.

¿El Gobierno español -el socialista de Zapatero y ahora del PP- ha entendido algo del nuevo si sistema de creación y circulación de cultura?

Bueno todo indica que han llegado a la convicción de que la única manera de defender la cultura es insertarla en las lógicas de la propiedad. Esta deriva es discutible, salvo que hagamos de la cultura un nuevo sector industrial donde los autores sólo son comparsas, trabajadores precarizados al servicio de las entidades de gestión. Esto pasa por poner al lobo a cuidar del rebaño, porque ya no cuidan ni las apariencias y ponen a los jefes del lobby cultural a gestionar la cultura, algo que también ocurre en ciencia, defensa, economía,… El gobierno debería respetar mejor las cuestiones de etiqueta. Tener mejores modales. Dar ejemplo con las formas. Y no sólo en los ámbitos de la cultura y el conocimiento, porque su conducta en Italia o Grecia con los cambios de gobierno han sembrado de dudas nuestras convicciones democráticas.

 

Hablando de la Ley Sinde. El otro día leí un tweet brutal (@adelgado): «Verás tú cuando la industria de las obsoletas chaquetas con hombreras le pide al gobierno una ley contra las chaquetas sin hombreras…?»

La red, es decir nuestras calles, está llena de gente que no está contenta con lo que está pasando y que siente que no es escuchada. Hay un reproche generalizado de arrogancia hacia el gobierno y sus asesores. Los mensajes que salían de la SGAE y otros cómplices de la política gubernamental eran insultantes, descalificatorios, ofensivos y, desde luego, interesados. Para defender sus intereses trataban a los discrepantes como antagonistas ignorantes. Algunos intelectuales de mucho postín y con una obra admirable han olvidado los modales y tratado de idiotas a quienes no le daban la razón. Y para ello usaban los púlpitos que les prestaban interesadamente los grandes empresarios de la cultura, sus dueños invisibles. No sé, creo que todos deberíamos reflexionar sobre las cuestión de los modales, de la civilidad, de la urbanidad. A la propiedad intelectual debemos el mejor y más profundo debate sobre lo que entendemos por cultura y espacio público, y me parece que el debate debe continuar. Todos deberíamos llegar a “la cena” sin la solución ya pactada.

 

¿Qué ha significado el 15M en el proceso de generación de procomún, tanto en el espacio público como en cultura o política?

Mucha gente dice que la teoría que subyace en el 15m es la que se vertebra alrededor de la noción de procomún. Y seguramente es muy cierto. El problema entonces es que estamos lejos aún de saber lo que entendemos por procomún. Primero por su enorme heterogeneidad y, segundo, porque nadie quiere reproducir las lógicas de la representación partidaria. Entre los participantes en el 15M gusta el lema que los convierte en gentes que viajaban lentos porque iban lejos, evocando quizás los imaginaros de una slow revolution.

¿Por qué se intenta deslegitimar tanto al 15M desde algunos sectores?

Todo lo que no se entiende corre el peligro de ser infravolarado e incluso denigrado. Esto es normal. El asunto es si se hace por desconocimiento o por otros motivos menos nobles. Siempre hay, siempre hubo, quien rechaza todo lo nuevo o lo distinto. Hay mucha gente que siente fobia hacia la diferencia y eso no hay más remedio que considerarlo como parte del fracaso del sistema educativo. Uno de los lemas de más éxito de estos movimientos que genéricamente llamamos 15M es ese que recuerda que somos el 99% de la población quienes nos sentimos agredidos por la conducta de los gobiernos y los banqueros. ¿Dónde estaban los líderes ante el espectáculo denigrante y bochornoso de Berlusconi? No se. El 15M no es una cosa es un movimiento que hoy continua en esta entrevista y mañana ya veremos. Tengo la sospecha de que actualmente se habla más del 15M en las salas de redacción, en los clubs financieros y en los seminarios académicos que en la calle misma. Pero quien ignore el 15m porque no encuentra cómo definirlo es que no han entendido nada.

 Si el procomún podría ser algo así como lo público no estatal, ¿qué trozo de la política debería ser procomún sin la necesaria implicación de políticos en medio?

La fórmula público no estatal es demasiado dependiente de lo conocido (los público) y poco abierta a lo posible. Pero no la combato. Lo público, lo privado y los procomún no son mundos independientes ni antagónicos. Tienen que aprender a convivir, muchas veces en tensión y otras colaborando. En la gobernanza de los bienes comunes globales parece obvio que debería haber una mayor presencia de lo ciudadano. El aire, el clima, la biodiversidad, el agua dulce, la estabilidad financiera, internet,… los nuevos patrimonios comunes, en definitiva, sólo son sostenibles implicando a la ciudadanía. En la lógica de lo que digo está implícito que tenemos que implementar las formas de gobernanza. Los bienes comunes, sin embargo, tal como explico Elinor Ostrom son una forma de gestión. No hay una sóla manera de hacerlo correctamente, sino que cada comunidad debe experimentar y encontrar la mejor manera de sostener el bien. El procomún no es otra estrategia para ordenar el mundo, jerarquizarlo y estandarizarlo. Eso es lo que hace el sector público: hacernos a todos una camisa prêt-a-porter. El procomún apuesta por la diferencia y la excepcionalidad. Todo lo que el estado ve monstruoso, deforme y amenazante encaja en los imaginarios del procomún. El sector público ciertamente no entiende nada, a diferencia de algunas empresas del sector privado que han fabricado para lo abierto, lo distinto y lo minoritario las economías de la larga cola y las industrias de la producción deseante. Los gestores de la cultura deberían trabajan con mayor ahínco en su adaptación en vez de pedir tantas cláusulas de excepcionalidad.

 

¿Cómo se va a adaptar la sociedad, una Europa en crisis, a un nuevo modelo de mundo descentralizado de personas conectadas interelacionándose entre sí, donde el intermediario será cada ve más irrelevante?

Nadie lo sabe. Pero no son pocos los que ya hablan de ciudadanía global, el rostro amable y urgente de la globalización. Habrá que vigilar a los grandes monopolios en internet y evitar que en la ciudad digital se formen “barrios de ricos” con mejores servicios y, por ejemplo, mayor ancho de banda. Nada nos obliga a que el entorno digital reproduzca los mismas estructuras políticas que inventamos para el entorno de la vida en las urbes modernas. A mi me parece que junto a las batallas contra los abusos de la propiedad intelectual y los nuevos movimientos en pos de la justicia alimentaria y universal, hay que dar prioridad a las luchas en favor de la neutralidad e interoperatividad de la red.