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Ecología del fuego: ¿son perjudiciales todos los incendios?

Por Mar Gulis

Repartido entre los estados de Wyoming, Montana e Idaho, el gran Parque Nacional de Yellowstone es la casa de osos pardos, lobos, bisontes y alces, entre otros animales salvajes. Sus más de 8.983 km2 albergan también el Gran Cañón de Yellowstone y una impresionante colección de géiseres y fuentes termales. Considerado el parque nacional más antiguo del mundo, su variada fauna y estos fenómenos geotérmicos lo convierten en una joya desde el punto de vista medioambiental.

Bisontes junto a una fuente termal en el Parque Nacional de Yellowstone / Wikipedia

Bisontes junto a una fuente termal en el Parque Nacional de Yellowstone / Wikipedia

Por eso el incendio que sufrió en 1988 desató una gran alarma. En realidad fueron varios los incendios que abrasaron más de medio millón de hectáreas. La magnitud de las llamas fue tal que todos los recursos desplegados por el Gobierno de EEUU resultaron insuficientes. El fuego no se extinguió hasta tres meses después, cuando llegaron el frío y las lluvias.

Lo sucedido marcó un punto de inflexión en el ámbito académico, concretamente en la denominada ‘ecología del fuego’. Estos términos, aparentemente contradictorios, tienen más en común de lo que puede parecer a simple vista. El incendio generó muchos estudios acerca de las causas y las consecuencias del fuego sobre la flora y la fauna del parque. Una década después se repasó toda esa literatura y llegaron las sorpresas: la comunidad científica concluyó que casi toda la biodiversidad se había recuperado, encontrándosea niveles similares a los de antes de 1988.

El incendio de 1988 arrasó XX hectáreas / Wikiepedia

El incendio de 1988 arrasó más de medio millón de hectáreas / Wikiepedia

A partir de las investigaciones, se observó, por ejemplo, que incendios parecidos habían ocurrido en el pasado, solo que con frecuencias bajas, aproximadamente cada 200 o 300 años. Conclusión: los incendios no eran necesariamente perjudiciales para la biodiversidad.

Pensemos en lo que sucede con la lluvia: “Existe un régimen de lluvias, con diferentes frecuencias e intensidades, que es bueno para el ecosistema. Si te sales de ese régimen y se producen lluvias torrenciales o sequía, se convierte en negativo. A los fuegos les pasa un poco lo mismo”, explica el biólogo del CSIC Juli G. Pausas. Hay regímenes naturales de incendios que no son negativos para la naturaleza y la biodiversidad; “pero si te pasas porque quemas demasiado o porque quemas demasiado poco, sí pueden ser malos”.

La clave, por tanto, estaría en la frecuencia y la intensidad de las llamas. Y aquí entra en escena el factor humano. Aunque desde el punto de vista ecológico el fuego constituye un disturbio -reduce la biomasa y causa la muerte de plantas y animales-, lo esencial es que nosotros hemos alterado el régimen natural de incendios en el planeta. Directamente, por ejemplo al usar el fuego para preparar el terreno agrícola, o al generar incendios deliberados; o indirectamente, introduciendo especies exóticas en los ecosistemas que pueden aumentar o disminuir la frecuencia e intensidad natural de los incendios.

Uno de los geiseres del parque / Wikipedia

El géiser Castle de Yellowstone, en erupción / Wikipedia

Sin embargo, muchas características de algunos ecosistemas se explican por la acción de las llamas. El caso del área mediterránea es muy claro: “Hay regímenes de incendios que son sostenibles desde el punto de vista ecológico y que han moldeado la diversidad de nuestros paisajes, de eso no hay duda. Otra cuestión es que si en el paisaje pones personas y casas, puede que ese régimen de incendios ecológicamente sostenible, sea socialmente insostenible”, señala Pausas. Por eso, cuando surge un fuego en un área poblada, las autoridades deben desplegar los medios necesarios para apagarlo, independientemente de que su impacto sea positivo o no para el ecosistema. Por el contrario, si el área no está poblada el protocolo puede ser diferente. “Habrá que evaluar la intensidad del fuego, cuándo se produjo el último incendio y cuáles son las características del suelo y las especies que lo habitan. Si no va a ser un problema para la biodiversidad, a menudo es suficiente establecer un control mínimo para que no se propague a zonas no deseadas”, explica el investigador.

El papel del fuego es complicado, pues tiene efectos negativos y positivos, dependiendo de las características del in­cendio y de las adaptaciones de las especies del entorno. La ecología del fuego estudia cómo han ido variando los regímenes de incendios en los diferentes ecosistemas y climas, y cómo han moldeado la biodiversidad.

 

Si quieres más ciencia para llevar sobre la ecología del fuego, consulta el libro Incendios forestales (CSIC-Catarata), de Juli G. Pausas.

Una avispa diminuta, un caracol sin ojos y un drago, en el Top 10 de especies descubiertas en 2013

Por Mar Gulis

¿Qué tienen en común un organismo unicelular encontrado en Murcia, una avispa diminuta y un drago de 12 metros? Los tres forman parte del Top 10 de especies descubiertas en 2013, un ranking que desde 2008 elabora el Instituto Internacional para la Exploración de Especies (IIEE) con el fin de concienciar a la ciudadanía sobre la importancia de conservar y conocer la biodiversidad de la Tierra, especialmente en un día como hoy, Día internacional de la diversidad biológica. Los diez integrantes de esta exclusiva lista se escogen entre las cerca de 18.000 especies que se descubren cada año, una cifra un tanto discreta si se considera que la comunidad científica calcula que aún quedan 10 millones de especies por descubrir, cinco veces más de las que ya se conocen.

La lista se ha difundido coincidiendo con el aniversario del nacimiento de Carlos Linneo, botánico sueco del siglo XVIII considerado padre de la taxonomía moderna. Como podréis comprobar, y según comenta Antonio G. Valdecasas, presidente del comité de selección e investigador del CSIC, “no todos los seres vivos que están por descubrir tienen escala micrométrica”. Pero vayamos presentando una por una esta decena de especies ‘galardonadas’, entre las que se encuentra una española.

 

Olingo

Imagen: Mark Gurney

1. Con el número uno asoma el hocico Bassaricyon neblina, también conocido como olinguito: un mamífero carnívoro que vive en los árboles de las selvas de los Andes en Ecuador y Colombia. El olinguito es el primer mamífero carnívoro descrito en el hemisferio occidental en 35 años y pertenece a la familia de los mapaches.

 

Dracanea

Imagen: Paul Wilkin

2. Pese a su tamaño, la segunda especie también ha permanecido oculta a los ojos de la comunidad científica. Hablamos de un drago (Dracaena kaweesakii) de más de 12 metros de altura que crece en las selvas de Tailandia. Su escasez, se cree que solo existen unos 2.500, ha atribuido a esta planta el estatus de especie en peligro. Este drago asiático ha tenido suerte, pues según el director y fundador del IIEE, Quentin D. Wheeler, “cada día desaparecen especies, de hecho hay algunas que desaparecen del planeta antes de que lleguemos a conocerlas”.

 

Edwardsiella

Imagen: SCINI

3. No se sabe cómo resiste, pero la anémona Edwardsiella andrillae es capaz de vivir en los glaciares de la Antártida. De hecho es la primera anémona que se descubre en el hielo.

 

Pariambus typicus

Imagen: SINC y J.A. Peñas

4. Nos trasladamos a California para conocer a Liropus minusculus, un camarón minúsculo de apariencia translúcida que habita en una cueva de Santa Catalina y es el más pequeño de su género.

 

Penicillium_vanorenjei

Imagen: Cobus M. Visagie

5. Llegamos al ecuador de esta lista de la mano de un hongo de la familia de la penicilina que forma colonias con un llamativo color naranja. Penicilliu vanorangei ha sido descubierto en una muestra de suelo tunecino.

 

Saltuarius

Imagen: Conrad Hoskin

6. En el sexto puesto se encuentra otra especie experta en esconderse. Saltuarius eximius es un geco de los bosques australianos muy difícil de ver gracias a su coloración moteada y una amplia cola que utiliza para mejorar su camuflaje. Se trata de una especie rara que espera a sus presas en superficies rocosas verticales.

 

Spiculosiphon

Imagen: Manuel Maldonado

7. Una especie hallada en España merece el séptimo lugar por su tamaño, ya que es un gigante en el mundo de los organismos unicelulares. Descubierto por un grupo de investigadores con integrantes del CSIC, Spiculosphon oceana mide entre cuatro y cinco centímetros, habita en las cuevas sumergidas de la costa sureste española y es capaz de imitar a las esponjas marinas. Se alimenta extendiendo sus pseudópodos -una prolongación utilizada  para desplazarse o alimentarse- fuera de la concha y capturando invertebrados que quedan atrapados en sus estructuras espinosas.

 

Tersicoccus

Imagen: Leibniz-Institute DSMZ y California Institute of Technology

8. El siguiente ‘galardonado’ es un microbio que resiste en las habitaciones más limpias. Se llama Tersicoccus phoenicis y fue encontrado en las salas donde se ensamblan las naves espaciales. Poca gracia les debió hacer a los científicos dedicados a la exploración planetaria, dado que este microbio podría contaminar otros planetas en una visita espacial. Las muestras se recogieron en el suelo de dos habitaciones separadas por 2.500 kilómetros, una en Florida y la otra en la Guayana francesa.

 

Tinkerbella

Imagen: Jennifer Read

9. La novena especie recibe su nombre del hada de Peter Pan. Campanilla o Tinkerbella nana es una avispa encontrada en Costa Rica. Mide solo 250 micrómetros y está en este ranking por ser uno de los insectos más pequeños del planeta. Además, se trata de la última incorporación a una familia de insectos con 1.400 especies conocidas.

 

Zospeum

Imagen: Jana Bedek

10. El último de la lista es un caracol sin color y sin ojos llamado Zospeum tholossum. Mide unos dos milímetros de largo y vive a 900 metros de profundidad en cuevas terrestres en Croacia.