La Isla de Pascua y los misterios más remotos del planeta

Por Valentí Rull (CSIC)*

2.000 kilómetros separan a la Isla de Pascua del lugar habitado más cercano, y más de 3.600 la aíslan del continente más próximo, Sudamérica. Situada en pleno océano Pacífico, cerca del Trópico de Capricornio, es el lugar de origen de las misteriosas figuras de piedra conocidas como moai que habitan toda la isla y que, con el paso de los años, se han convertido en su símbolo. No obstante, éste no es su único enigma.

La diminuta Isla de Pascua, llamada así por el día en que los europeos llegaron a ella en 1722, pertenece a la región chilena de Valparaíso desde 1888 y cuenta con una población no superior a los 6.000 habitantes. Sin embargo, su historia comenzó muchos siglos atrás. El aislamiento de este territorio ha sido, en gran parte, el catalizador de una historia ambiental y cultural muy peculiar y controvertida que todavía requiere de años de investigación.

‘Moai’ en fila en la Isla de Pascua. / Valentí Rull

Como decíamos, el primer gran enigma científico de la Isla de Pascua (‘Rapa Nui’ en idioma aborigen), desconocida por la civilización occidental hasta la llegada de los holandeses en el siglo XVIII, fue la presencia de los imponentes moai, más de 900 estatuas gigantes de piedra que pueblan la isla y le confieren su imagen más emblemática. Dado que los moai no forman parte de las manifestaciones culturales actuales, se ha supuesto que fueron erigidos por una civilización anterior prácticamente desconocida. Además, las dimensiones de estas esculturas (algunas alcanzan 20 m de altura y más de 250 toneladas de peso) plantean un problema tecnológico importante relacionado con su transporte y emplazamiento. Por otra parte, dada la posición intermedia de la isla entre América y Polinesia, se han propuesto estos dos posibles orígenes para la civilización ancestral de la isla. El momento de esta colonización inicial también sigue siendo una incógnita, igual que la fecha y el porqué de la desaparición de aquella civilización original.

Hasta finales del siglo XX, las evidencias utilizadas para descifrar el pasado cultural de la Isla de Pascua procedían principalmente de la Arqueología, con aportes procedentes de la Antropología física, la tradición oral y la Lingüística. A partir de 1980, se inició una nueva etapa en la investigación científica de Rapa Nui, caracterizada por la posibilidad de reconstruir los climas y ecosistemas del pasado a través de la Paleoecología. El resultado más espectacular de estos estudios fue el descubrimiento de que la isla, actualmente tapizada por praderas de gramíneas, había estado totalmente cubierta de bosques dominados por palmeras desde, por lo menos, 40 milenios atrás. Pero el otro hallazgo sorprendente fue la desaparición súbita de estos bosques hacia el siglo XV, algo que produjo un cambio radical en la historia ecológica y cultural de la isla. A partir de ese momento, el gran reto científico fue explicar la supuesta deforestación masiva y repentina de la isla.

Distribución de los ‘moai’ en la isla. / Eric Gaba.

Hasta ahora se han planteado dos teorías principales que explicarían este suceso. En la primera, la coincidencia aproximada de la deforestación con el fin de la cultura de los moai se interpretó como una evidencia de que los antiguos habitantes de Rapa Nui habían sobreexplotado los recursos naturales de la isla hasta deforestarla, lo cual provocó no sólo un colapso ecológico sino también cultural, en otras palabras, un ‘ecocidio’. La segunda teoría sugiere la posibilidad de que el colapso ecológico no fuera la causa directa de la desaparición de la sociedad ancestral, que habría permanecido más o menos estable a pesar de la deforestación. Sin embargo, a principios del siglo XIX, esta sociedad habría sido víctima del contacto prolongado con la civilización occidental, y desembocaría en la desaparición casi total de la población insular por la introducción de enfermedades infecciosas desconocidas en la isla (viruela, sífilis…) y la práctica del esclavismo, hipótesis que se conoce como del ‘genocidio’. Estudios recientes han podido constatar que la deforestación no fue súbita, sino gradual, y que no ocurrió en toda la isla al mismo tiempo. Hasta hace un par de décadas, la deforestación de Rapa Nui se asociaba exclusivamente con actividades humanas, bien sea directa o indirectamente, pero nuevas evidencias corroboran que en esa época también se produjeron cambios climáticos relevantes en forma de sequías pronunciadas, que podrían haber jugado un papel importante en la deforestación y en la sociedad insular.

‘Moai’ al atardecer en el costa de Rapa Nui. / Valentí Rull

La historia de la Isla de Pascua trasciende el interés local, ya que puede considerarse un modelo a pequeña escala, un experimento natural en un sistema prácticamente cerrado, aplicable a muchos otros lugares del planeta y posiblemente también a nivel global. Los grandes cambios experimentados por el clima, los ecosistemas y la sociedad de la isla a través de milenios pueden servir de modelo para pronosticar nuestro posible destino y el de nuestro planeta frente a las alteraciones ambientales y culturales que se avecinan en un futuro cercano. Este remoto territorio nos proporciona información básica para optimizar nuestras predicciones, pues nos permite conocer de primera mano las respuestas ecológicas y culturales a los cambios ambientales, así como diferenciar los factores naturales de los antrópicos (producidos por el ser humano) como causas de cambios socioecológicos. Esto es posible gracias a disciplinas como la Paleoecología o la Arqueología, que ayudan a reconstruir fenómenos ecológicos y culturales imposibles de estudiar de otra manera, sin cometer ecocidios o genocidios experimentales. Además, estas paleociencias, al ser empíricas, contribuyen a evitar la proliferación de especulaciones infundadas que a veces se utilizan para defender posiciones extremas, como el catastrofismo o la pasividad interesadas, en temas ambientales y de conservación.

 

*Valentí Rull es investigador del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera (ICTJA – CSIC)
** Este post ha sido extraído del libro ‘La isla de Pascua’, disponible en la editorial CSIC y La Catarata.

6 comentarios

  1. Dice ser Milagros

    Un artículo muy interesante. Lo único que yo agregaría es que la Isla de Pascua es un destino fantástico para ir a visitar. La sensación de estar en un lugar tan aislado y en contacto con una cultura que todavía guarda muchos misterios es única en el mundo. Si alguien quiere saber más sobre la historia de Rapa Nui y sobre todo lo que ofrece a quienes la visitan, recomiendo la web http://imaginaisladepascua.com

    23 febrero 2017 | 12:17

  2. Dice ser Antonio

    Buen articulo..lo único que me genera dudas es el comentario el paralelismo con los egipcios, ya que según he leido en otras fuentes los bloques de piedra no se transpprtanan conn rodillos de palmera como mencionas. Un saludo

    23 febrero 2017 | 12:54

  3. Dice ser David lorenzi

    Gran lugar para visitar..el problema es que el viaje es costoso incluso desde el continente sudamericano .

    23 febrero 2017 | 13:00

  4. Dice ser Shoogle

    Estaba interesante hasta que dices que los bloques de las pirámides se transportaron con rodillos de madera. Seria todo un desafio para nuestra civilización hacer esos proyectos con gruas modernas y ellos transportaban 250 toneladas sin carreteras y por pendientes con rodillos de madera? Y según la versión oficial 2,5 millones de bloques en poco mas de 20 años. Lo que da una media de un bloque cada 3 minutos, en la época del bronce. Que casualidas que todas esas técnicas ingeniosas se hayan perdido en el tiempo y nadie recuerde ni nada haya dejado constancia de cómo lo hacían.

    23 febrero 2017 | 16:36

  5. Dice ser #LoLo34

    No se transportaban con rodillos ni los moai ni los bloques egipcios.

    Los moais se transportaban con cuerdas balanceandolos mientras que los bloques egipcios con agua los hacia reblandecerse y eran arrastrados.

    Definitivamente no con rodillos hechos de troncos.

    Con todo el respeto te animo a que investigues un poco mas en profundida antes de realizar un articulo tan interesante como este, que deja que desear con datos erroneos tan importantes como esos.

    23 febrero 2017 | 17:00

  6. Dice ser Valentí Rull

    Hola, soy el autor del «post». Tenéis razón, la frase del transporte de los moai está mal escrita. En realidad, lo de los rodillos de madera es una hipótesis poco sustentada, tanto en Pascua como en Egipto y, tal como está escrito aquí, parece una afirmación. En el libro está bien explicado y se analizan con más detalle las posibilidades de transporte de los moai. Saludos.

    24 febrero 2017 | 08:55

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