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¿Por qué las nubes de una tormenta suelen ser oscuras?

Normalmente las nubes que vemos pasar por el cielo, encima de nuestras cabezas, tienen un aspecto blanquecino e incluso una apariencia que recuerda a como si estuvieran hechas de algodón.

¿Por qué las nubes de una tormenta suelen ser oscuras?

Las nubes se forman al condensarse numerosísimas y diminutas gotas de agua e incluso cristales de hielo, pero, sobre todo, no se trata de vapor, tal y como en alguna ocasión se puede leer en algunas publicaciones.

No todas las nubes vienen cargadas de grandes cantidades de agua y, por tanto, no siempre cae alguna precipitación cuando se nubla el día. Cuanto menos densas son más blancas se ven y más aspecto algodonado tienen.

Pero, sin embargo, los días en los que aparecen en el cielo lo que solemos conocer como ‘nubarrones’, estos tienen un aspecto oscuro (un gris tirando a negro) e incluso cuanto más lo son más posibilidades hay de que caiga una buena tormenta.

El hecho de que, a pesar de que los dos tipos de nubes estén formadas por gotas de agua, unas se vean blancas y otras negras es por la densidad de estas y, por tanto, por la cantidad de luz solar que puede atravesarlas.

Las que llevan menos agua dejan pasar la luz y de ahí se ven con ese aspecto blanquecino y, por el contrario, las que van muy cargadas de agua (y provocan grandes precipitaciones) son tan densas que no dejan traspasar la luz, convirtiéndose en una especie de muro o capota entre nosotros y el sol (de ahí que también se utilice el término ‘cielo encapotado’), motivo por el que se oscurece el día cuando se avecina una tormenta. Cuanto más densas son más negro es el aspecto y mayor la lluvia que va a caer.

 

 

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Fuente de la imagen: maxpixel

¿A qué huelen las nubes?

Existe la leyenda urbana de que las nubes son vapor de agua que flota por el aire, pero en realidad una nube es la acumulación de pequeñísimas partículas de agua y, a veces, hielo en suspensión en el aire, de color blanquecina y apariencia algodonosa.

Cuando el vapor de agua que contiene el aire asciende, llega un momento en que alcanza zonas de menor temperatura y condensa, mediante los llamados núcleos de condensación. Al condensarse se forman gotitas de agua minúsculas, que dan lugar a la nube. Dichas gotas van creciendo constantemente, hasta que llega un momento en que caen a la Tierra en forma de lluvia o nieve, según la temperatura.

En la atmósfera siempre hay gran cantidad de núcleos de condensación, sobre los cuales las moléculas de agua condensan, formando diminutas gotas de agua. Los principales núcleos de condensación, son los siguientes:

  •  Núcleos higroscópicos, que tienen una gran afinidad por el agua. Entre éstos están las partículas de sal suspendidas en el aire, a causa del oleaje y rompiente de las costas y cuyo diámetro va de una centésima de micrón hasta 10 micrones (1 micrón o micrómetro = 1 µm = 0,000 001 m = 10-6 m).
  •  Las pequeñísimas gotas de ácido nítrico presentes en todo momento en el aire y cuyo diámetro es inferior a una décima de micrón. Estas gotas de ácido nítrico se deben a la combinación de nitrógeno, oxígeno y vapor de agua, a altas temperaturas, condiciones que se producen en los incendios forestales y las tormentas eléctricas, así como la propia contaminación ambiental, procedente de los combustibles fósiles.
  •  Los sulfatos que se producen en el aire debido a la combustión de productos ricos en azufre. Así, por ejemplo, cuando se quema carbón, además del CO2, también se desprende SO2, el cual al reaccionar con el oxígeno del aire, el vapor de agua, se trasforma en ácido sulfúrico, proceso que es acelerado por la luz solar. También se forman en la combustión de los combustibles fósiles
  •  Partículas de polvo y polen, que son levantados por el viento. Las partículas cuyos diámetros están entre 10 y 20 micrones o mayores, caen de nuevo a la Tierra, debido a su peso, pero las más pequeñas flotan en el aire y pueden ser trasportadas a grandes altitudes y grandes distancias.
  •  Las cenizas de las erupciones volcánicas, que no son demasiado abundantes. Las partículas de cenizas más pequeñas quedan suspendidas en la atmósfera y son trasladadas muy lejos del lugar de la erupción por las fuertes corrientes de aire.

La condensación del vapor de agua contenido en el aire, en los citados núcleos, se produce cuando se alcanza el llamado punto de rocío, que depende del grado de humedad, de la presión y de la temperatura del aire. Hasta que no se alcanza una humedad relativa del 100%, las gotas formadas tienden a evaporarse, como cualquier líquido. Pero una vez alcanzado ese grado de humedad, las gotas aumentan muy rápidamente de tamaño. A medida que las gotas se hacen más grandes tienden a caer a Tierra, atraídas por la fuerza gravitatoria. Esto sucede cuando alcanzan un tamaño aproximado de 2,5 mm de diámetro.

Las nubes, por tanto, son conjuntos enormes de pequeñísimas gotitas de agua y, a veces, también de cristales de hielo. Las nubes formadas presentan variados colores, aspectos y dimensiones, según la altitud donde se forman y las características de la condensación. El tamaño de las gotas de agua de una nube va desde unos pocos micrones hasta unos 100 micrones. Al principio, las gotas son casi esféricas, pero cuando crecen adquieren la forma típica de pera y cuando ya no pueden sostenerse en la atmósfera inicia su caída a la Tierra en forma de lluvia o nieve, dependiendo de la temperatura.

Por tanto, dado que las nubes están formadas principalmente por diminutas gotitas de agua y, a veces, hielo, sustancias éstas que son inodoras, podemos afirmar con rigor que las nubes no huelen, pese a que contienen núcleos de condensación, en una proporción minúscula, que sí huelen (sal, gotas de ácido nítrico, sulfatos, partículas de polvo y polen y cenizas).


Fuente de consulta: www.disfrutalaciencia.es

¿Se mojan los aviones al cruzar una nube?

, porque las nubes contienen agua y cristales de hielo. El grado de humedad que adquiere el avión depende de la densidad de las masas nubosas y de la velocidad  del vuelo –un jet es tan rápido que el líquido sale disparado de su superficie–.

Al atravesar una nube con grandes goterones, estos golpean el avión con tanta fuerza que dejan el parabrisas empapado y su sonido retumba en la cabina del piloto. Los radares de los aviones detectan el tamaño de las gotas para que los pilotos eviten las nubes más densas, que se sostienen gracias a fuertes corrientes de aire muy turbulentas.

 

 

(Fuente: Muy Interesante)