Meses atrás publicaba un post sobre la diferencia que hay entre declarar a un acusado ‘inocente’ o ‘no culpable’. A raíz de esta entrada, Marga Castillo me envió un correo en el que quería saber cuál es el origen etimológico del término ‘inocente’.
Como es bien sabido, la palabra ‘inocente’ se utiliza para señalar a aquel que está libre de culpa, es ingenuo, cándido o no tiene malicia, siendo fácil de engañar.
El origen del término lo encontramos en el latín ‘innŏcens’ formado por el prefijo negativo ‘in’, que expresa el valor contrario a la palabra que acompaña y ‘nocere’ (daño, dañar, perjudicial), por lo que su significado es ‘el que no perjudica/daña’.
En la época del Imperio Romano se tomó por costumbre utilizar el término inocente para referirse a los niños de corta edad, debido a que éstos carecían de maldad alguna. De ahí que se le otorgase el nombre de ‘matanza de los Santos Inocentes’ al episodio bíblico en el que se relata la orden dada por el rey Herodes para acabar con la vida de todos los niños menores de dos años nacidos en Belén (Judea).
Con los años la palabra ‘inocente’ ha terminado utilizándose para designar múltiples cosas, conductas o tipos de personas, entre ellas las que son víctimas de las bromas, conocidas como ‘inocentadas’. En España se celebra el Día de los inocentes el 28 de diciembre y en Francia, Italia y gran parte del mundo anglosajón el 1 de abril, conocido como el ‘April Fool’s Day’.
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Fuente de la imagen: desmotivaciones