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¿Cuál es el origen del término ‘ovación’?

Conocemos como ‘ovación’ al aplauso colectivo que se le da para aclamar a alguien, en el que puede haber vítores y que se hace de un modo entusiasta.

¿Cuál es el origen del término ‘ovación’?

Este término hacía referencia, en la Antigua Roma, a un tipo de homenaje que se hacía a modo de reconocimiento de algún éxito (ya fuese de un militar en una batalla como de un gladiador en la arena) pero que había sido conseguido sin haber derramamiento de sangre.

Los homenajearos tenían el honor de entrar a Roma (tanto andando como a lomos de caballos) y el público que lo recibía le aclamaba, aplaudía y vitoreaba.

Etimológicamente, el término ‘ovación’ proviene del latín ‘ovatio’, compuesto por ‘ovare’ (regocijo, griterío público) y el sufijo ‘-tio’ (acción).

Algunas fuentes, indican erróneamente, que el término ovación proviene del latín ‘ovis’ (oveja), debido a que se sacrificaba uno de esos animales en honor del homenajeado. Una explicación que la inmensa mayoría de expertos e historiadores descartan, ya que es imposible que, etimológicamente, el vocablo ovis derivase en ovación, además que el mencionado sacrificio del ovino se realizaba en otro tipo de actos y no n el de aclamar a militares o gladiadores por haber conseguido un éxito sin derramamiento de sangre.

 

 

 

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¿De dónde surge llamar ‘triunfo’ a un éxito o victoria?

Se utiliza el término ‘triunfo’ para hacer referencia al éxito o victoria que alguien ha conseguido (o pretende hacerlo). Referirse como ‘triunfador’ o ‘triunfadora’ a una persona que ha alcanzado unas metas o ganado algún tipo de competición también es muy común su uso. Incluso, uno de los programas de talentos de más éxito en la televisión española es ‘Operación triunfo’, con el que el propósito de los concursantes (cantantes) es disputarse entre ellos quién será el que se acabe ganando dicha competición.

¿De dónde surge llamar ‘triunfo’ a un éxito o victoria?

Para encontrar el origen del término debemos viajar hacia atrás en el tiempo algo más de dos milenios, en el que en la Antigua Roma se realizaban una fastuosa celebración cada vez que un general volvía a la capital del imperio tras haber obtenido una victoria en el campo de batalla.

Dicha celebración era conocida como ‘triumphus’ y constaba de un desfile por las principales vías de Roma y que acababa en el Capitolio en el que, con una solemne ceremonia, se le hacía entrega al victorioso general de la preciada ‘corona de laurel’ y se le rendía todo tipo de honores (muchos eran quienes conseguían unas ganancias suficientemente cuantiosas con las que retirarse).

De la ceremonia del triumphus es de donde surgió que al éxito y conseguir la gloria o fama se le denomine como triunfo o triunfar e incluso a quien ha logrado alcanzar algún determinado objetivo (deportivo, empresarial, económico, familiar…) se le señale como que ha triunfado en la vida.

 

 

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¿Desde cuándo se utiliza el podio para entregar las medallas en un evento deportivo?

¿Desde cuándo se utiliza el podio para entregar las medallas en un evento deportivo?

Ya sea en unos Juegos Olímpicos como en cualquier otro evento de carácter deportivo, es habitual ver la imagen de los tres primeros clasificados de una competición subidos sobre una tarima de diferentes niveles, conocido como podio, donde reciben sus trofeos o medallas.

Pero a pesar de que en algunas películas o series históricas nos han hecho creer erróneamente que en la antigüedad ya se utilizaban los podios para agasajar a los triunfadores, en realidad su uso para tal menester es mucho más reciente.

La primera vez que se usó un podio para que se subiera en él el ganador de una competición, al que había que entregar un trofeo, fue en los ‘British Empire Games’ (un evento deportivo organizado por y para los países pertenecientes a la Commonwealth) y que se celebró entre el 16 y el 23 de agosto de 1930 en la ciudad de Hamilton (en la provincia canadiense de Ontario).

Su primer uso en unos JJOO fue dos años después, durante los III Juegos Olímpicos de invierno celebrados del 4 al 15 de febrero de 1932 en Lake Placid (Estado de Nueva York) y en los X Juegos Olímpicos de verano disputados entre el 30 de julio y el 14 de agosto de aquel mismo año en Los Ángeles.

A partir de ahí ya no hubo evento o competición deportiva en la que faltase el correspondiente podio.

 

 

 

Fuentes de consulta: The International Journal of Olympic Studies (de Robert K. Barney, Universidad de Western) / commonwealthgames / Tmh General Knowledge Manual
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‘Teoría de la Perspectiva’: suele estar más feliz quien gana la medalla de bronce que no el que gana la de plata

'Teoría de la Perspectiva': suele estar más feliz quien gana la medalla de bronce que no el que gana la de plataDaniel Kahneman y Amos Tversky a través de la ‘Teoría de la Perspectiva’ (Prospect Theory) desarrollada en 1979, tratan de explicar lo compleja que es la mente humana y cómo, en algunas ocasiones, cosas que a priori parecen sencillas se ven mucho más complicadas o complejas de lo que realmente son.

Cuando una persona triunfa, por lógica, debería ser feliz, pero no siempre es así. Algo hace que no estén estrechamente ligados los conceptos felicidad y triunfo.

A raíz de esta teoría se ha llegado a la conclusión de que en una competición es más feliz el que queda tercero que el segundo clasificado de la misma:

“El que gana la medalla de plata se compara con el que ha ganado la de oro, lo envidia y se atormenta por lo cerca que ha tenido el triunfo, casi lo ha tocado, pero no lo ha conseguido. Haber estado tan cerca le lleva a pensar que podría haber sido el mejor, haber conseguido la medalla de oro, y la frustración suele prevalecer al gozo del triunfo sobre todos los que llegaron después.
En cambio el que gana la medalla de bronce se mide con el que le sigue, el pobre que ha quedado en cuarto lugar y no tiene ninguna medalla, ningún reconocimiento a su esfuerzo. Se siente dichoso de haberlo batido y haber llegado al podio. Existen numerosos estudios que recogen esta curiosa paradoja y que refuerzan la idea de que, para ser felices, es preferible tener en cuenta nuestros propios triunfos y no medirnos con los que han conseguido superarnos.”

 

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Fuente de la info: «La paradoja del Bronce» de Manuel Conthe
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