Cuando viajamos en el tiempo a la Antigua Roma, a menudo imaginamos impresionantes templos, palacios majestuosos y villas suntuosas. Pero, en medio de esta gran civilización, existían estructuras que sorprendentemente se asemejan a nuestros modernos edificios de pisos y apartamentos: las ínsulae.
Las ínsulae eran los precursores de los bloques de apartamentos contemporáneos, siendo edificios, construidos con ladrillos, mortero y madera, que desempeñaban un papel fundamental en la vida urbana romana, debido a que estaban diseñados para albergar a una población en crecimiento y, a su vez, satisfacían una necesidad apremiante en una sociedad en expansión constante.
La disposición de las ínsulae solía comprender espacios comerciales en la planta baja, conocidos como tabernae, que ofrecían servicios y tiendas locales. Los pisos superiores se dividían en apartamentos, siendo los más codiciados los que ofrecían más espacio, suministro de agua y letrinas privadas.
Cada ínsula a menudo incluía un patio central que servía como punto de encuentro y albergaba letrinas comunes. Esto era especialmente relevante para los residentes de los pisos superiores, que carecían de sus propias instalaciones debido a la limitación de espacio.
El alquiler de estos apartamentos era un negocio próspero en la antigua Roma, y los propietarios buscaban maximizar sus ganancias. La regulación llegó con emperadores como Augusto y Nerón, quienes establecieron restricciones en cuanto a la altura y los materiales de construcción.
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Fuente de la imagen: picryl